Mi madre es una masoquista

heroher

Virgen
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Mi madre es una masoquista
Mi madre me tuvo a muy temprana edad, a los dieciocho para ser exactos. Ahora tiene treinta y nueve y está en una condición física excelente. Desde que mi padre murió hace ya diez años, pasa mucho tiempo en el gimnasio, antes pensaba que lo hacía para distraerse, ahora sé que lo hace para quemar toda esa energía sexual que lleva dentro. Pero ya no tendrá que recurrir a esos medios, yo le ayudaré a desahogarse como es debido. Hace unas semanas estaba limpiando el desván, con el tiempo se nos había acumulado una tonelada de cosas que no necesitábamos. Así fue como encontré un álbum de fotos en el fondo de un baúl, fotos en la que mi madre aparecía teniendo sexo con mi padre y varios hombres y mujeres más. En muchas de las imágenes se encontraba atada, era usada como esclava sexual y era obvio que le encantaba. Me impactó bastante verle sometida, pero mi polla se puso dura como una roca, no puede evitarlo me masturbé viendo fotos de mi madre. Guardé el álbum en mi habitación. Sinceramente no sabía que hacer. Nunca había visto a mi madre acompañada de ningún hombre desde que mi padre falleció. Sólo se dedicó a criarme…y a ir al gimnasio. La situación también me hizo entender porque yo era tan pervertido, me venia de familia. Por más que lo intentaba no podía para de pensar en ella desnuda y siendo follada. Cuando le veía, ya no veía a mi madre, veía a una puta masoquista. En cierta manera me sentía mal por pensar así de ella, pero como ya he dicho, la parte perversa que llevo dentro, se excitaba. Además, pensaba en lo mal que debía pasarlo sin tener sexo por tanto tiempo, si era que realmente no lo había tenido. Al final…pasó…. — Jorge, levántate. Ya es tarde… — Hoy no voy a la universidad. Te lo dije ayer— Dije con voz pastosa y evitando abrir los ojos para no perder el sueño. — ah! Lo siento. Lo había olvidado. Bueno. Pues ya que estás despierto, aprovecha el dia y limpia tu cuarto, que parece una leonera— Al final, abrí los ojos y le vi. Estaba vestida con una camisón transparente de dormir que le llegaba a la mitad de ese culo grande redondo y firme, entre sus nalgas pasaba un tanga. Un calor infernal se apropió de mi cuerpo cuando le vi salir de la habitación contoneando esas caderas moldeadas y esas piernas tonificadas. La polla se me puso como una piedra, pero era muy temprano para hacerse una paja. Tardé unos minutos en levantarme, esperando que la polla se me enfriase. Fui al baño para bañarme, al entrar le vi en la ducha totalmente desnuda «lo que me faltaba» ver esas tetas grandes y esos pezones alargados y rosas. Me quité los calzoncillos, no tenía nada claro que cojones estaba haciendo, mi cuerpo se movía sólo. Entré a la ducha con ella. —Jorge! ¿Qué haces? Estás muy grandecito para bañarte conmigo ¿no crees? —No pasa nada. Ven que te estriego la espalda— Ella lo tomó a broma, y se dejó. Cogí la esponja y comencé a lavar su espalda con suavidad, primero en el área de los hombros, poco a poco fui bajando hasta llegar al a las nalgas, y con disimulo pasé la esponja sobre ellas….y entre ellas. Mi madre se quedó muy tranquila, demasiado tranquila. Acerqué mi cuerpo a ella y pasé mi polla dura entre sus nalgas de abajo a arriba y al revés. Por un momento sentí su ano en la punta de mi pene. — ¿Q…Qué haces?— Dijo casi en susurro. Abracé su cuerpo hincando mis manos en sus tetas, y metí mi polla entre sus piernas. El roce con su coño era fabuloso— Por fav…por favor…no sigas. Esto N…no está bien. OH por dios! No sigas— Pero no hacía nada para detenerme, más aún, sus caderas se movían, y sus pezones estaban tan duros como mi polla —Ah. Por dios. Es…esto está mal. Para— Recordé que en una de las fotos, alguien estaba tirando de sus pezones con unas pinzas, así que en ese momento yo tiré de ellos con fuerza — oh Si, así. Con fuerza…No detente. No me hagas esto…Si….por favor para— mi polla entró prácticamente por si sola en su coño. Solo fue la punta, pero sentí lo caliente que estaba su interior— NO— Se liberó de mi abrazó y salió desnuda del baño. En ese momento pensé « ¿Qué cojones has hecho?» estuve a punto de follarme a mi madre. Tardé un rato en reunir valor para ir a su habitación, tenía que disculparme por lo que había hecho, pero al entrar….me llevé una sorpresa. A ver, esperaba cualquier cosa, menos encontrar a mi madre masturbándose con un consolador. Estaba tirada en la cama con las piernas abiertas y dándose una tralla brutal por el coño — Vete. No me veas— No paraba, era como si hubiese perdido el control de su cuerpo —Por favor, no me veas— Pero al decirlo, se abría más de piernas y se metía y sacaba el consolador con más violencia. Apretaba los dientes intentando contener los chillidos. Pero era inútil, gritaba como una posesa. — ¡Oh dios! Está cerca, me corro. Por favor, no me veas— me acerqué con la polla en la mano, masturbándome. Me senté en la orilla de la cama para ver su coño más de cerca, era increíble. Incluso su ano estaba algo dilatado. Me acosté a su lado sin tocarla, sin dejar de pajearme. Ella me veía con unos ojos extraños — ¿Por qué me haces esto? ¿Te gusta? Dime ¿te gusta verme así? No me veas por favor, me da vergüenza— Creo que sin querer, desaté la bestia que llevaba diez años dormida — Métemela ya por dios— Sin pensarlo dos veces…. Ambos estábamos tan excitados que no tardamos ni dos minutos en corrernos. Su coño se rebosó con mi leche mientras ella gritaba y me aprisionaba con sus brazos y piernas. Luego….luego nos quedamos muy quietos, sofocados. Mi polla dentro de su coño lleno de leche. La saqué sin decir ni una palabra, el esperma brotó de su hoyo, era algo precioso. Ella se acurrucó casi en posición fetal, mientras yo me quedaba a su lado, abrazándola por la espalda, con mi polla entre sus nalga… Cada mañana veo el retrato viviente de mi fenecido esposo, algo que siempre ha sido muy difícil para mí. He criado a Jorge como mi hijo, él no lo sabe pero su madre le abandonó. Era una chica con la cual Fernando [mi esposo] y yo solíamos hacer tríos. Cuando quedó embarazada de Fernando, pensó en abortar. Para mi era una decisión horrorosa ya que yo deseaba ser madre y no podía tener hijos. Al final ella tuvo al niño, y desapareció, nunca más supimos sobre ella. A lo que a Jorge respecta yo soy su madre. Aún así, ahora está abrazado a mi con su polla entre mis nalgas…y yo con el deseo de ser cogida por él. Creo que una parte de mí siempre supo que algo así pasaría en algún momento. No me mal entiendan, nunca tuve deseos sexuales hacía él, bueno, casi nunca. Cuando entró en la pubertad, cada día se parecía más a su padre, es como si fuese un clon. Desde que Fernando murió no volví a estar con otros hombres, ni mujeres. En realidad no sé muy bien por qué hice esa especie de voto de celibato, tal vez porque pensaba que nadie podría satisfacer mis deseos masoquistas como él lo hacía. Sí, soy una masoquista, no me avergüenza decirlo. Disfruto ser humillada, utilizada como objeto sexual, vejada, expuesta, gozo del estrés que causan esas situaciones extremas. Tal vez por eso me he dejado follar por alguien quien considero mi hijo…no sé, no tengo una explicación clara para esto que estoy sintiendo ahora…es que se parece tanto a mi Fernando, incluso tiene esa misma polla gruesa y ligeramente curvada hacia arriba…si Jorge tiene estos deseos sexuales., tal vez deba decirle que no soy su madre, es posible que…no sé…no sé. Las cosas pasan por algún motivo, el universo no se equivoca. No sabía que hacer. Acababa de metérsela a mi madre. Ella seguía tranquila, si moverse. Pensé en pedirle perdón por lo ocurrido, pero como carajos se disculpa uno después de hacer algo así «Lo siento mamá, te la he metido hasta el fondo, pero prometo que no pasará de nuevo». Quizá lo mejor era no hablar de ello, dejarlo pasar y punto. Dicen que las madres siempre perdonan, aunque no sé si ser follada por su hijo es algo que esté en la lista de cosas a perdonar. Estaba a punto de ponerme de pie y salir de la habitación cuando sucedió… Agarró mi polla y la colocó en la entrada de su coño, la dejó ahí, la decisión de meterla o no al parecer era mía. Dudé. No lo entendía, a ver, hice lo del baño y todo lo demás porque perdí el control por decirlo de alguna manera. Pero eso ya era otra cosa, era ella quien e lo pedía, sin presiones… Mi polla se deslizó en su coño lleno de mi leche, estaba caliente, suave, viscoso. La empujé hasta el fondo y ella soltó un gemido. No podía ver su rostro en esa posición, tal vez era mejor así para ambos. Quise pensar que se estaba dejando follar porque a pesar de todo era una mujer de carne y hueso, y tanto tiempo sin follar….pues bueno, que le hacía falta sentir una polla de verdad. Así que como había sido yo quien lo había iniciado, ya no podía echar para atrás. Mi polla empezó a entra y a salir con suavidad, ella gemía, pero al parecer no le era suficiente…era como si le faltase algo para obtener placer. Le sujeté por la cintura y la puse a cuatro patas, ella se dejó guiar sin prestar la mínima resistencia. Agarré con fuerza su cabello y tiré de él mientras mi polla entraba con furor en su coño. Mi cuerpo chocaba contra su culo, cada vez la embestía con más fuerza y tiraba de su pelo sin compasión. Eso le gustaba, gritaba, jadeaba, curveaba su espalda en cada arremetida, realmente lo estaba disfrutando. Separó sus nalgas con ambas manos. Su ano estaba abierto, yo ni lo había tocado y estaba dilatado, un agujero precioso, palpitante. Intentó meter el consolador en su culo, pero no atinaba, hasta que por fin lo empujó de un solo golpe hasta el fondo ¡Completo! Podía sentirlo en mi polla cada vez que se la hundía en el coño. Sus gritos fueron escandalosos, en ese momento agradecí vivir en una casa tan apartada. —Pégame, por favor, pégame— lo pedía entre gritos, rogaba por ello. Le di un tímido azote en las nalgas —Más fuerte— el siguiente fue más potente —Más…más fuerte por favor—el tercer manotazo me dolió hasta a mi. Dejé mi mano estampada en su culo con todo detalle, hasta se podías sacar huellas digitales —Así, así, sigue— le dejé caer una lluvia de nalgadas, en menos de un minuto sus tenía el culo rojo como un tomate — ¡Me corro!— no paré de azotarle mientras le encajaba la polla hasta los huevos en el coño. Gritó hasta quedarse sin voz, tembló, se sacudió. Sin duda tuvo un buen orgasmo. Yo tardé poco en correrme y volver a llenarle el interior de leche. Quedamos exhaustos. Nos tumbamos en la cama, ella siempre dándome la espalda. Continuaba con el consolador metido en el ano, vi como lo expulsó, pujó como si estuviese en el baño, al final soltó un suspiro aliviado al tenerlo fuera. Me quedé dormido viendo su espalda. Al despertar estaba solo en la cama. Fui al baño y me duché. Cuando me vestí salí de mi habitación y le encontré en la cocina preparando la comida. — Por enésima vez: limpia tu habitación. Y córtate el pelo que pareces un indigente. — Vale mamá… vale.

Había pasado un mes desde aquella mañana, y la situación no se volvió a repetir. En realidad actuábamos como si nada hubiese pasado entre ambos. Algo que por un lado me aliviaba y por otro me inquietaba. Mi consciencia estaba dividida entre el placer que obtuve al follar con mi madre y la vergüenza que eso me producía. Aunque ella tuvo una participación activa, siento que fue mi responsabilidad el que llegásemos a ese punto. No he parado de pensar en la actitud lasciva que tomó, de cualquier manera, no ha vuelto a ocurrir, y todo a transcurrido con la normalidad de siempre. Bueno, he mentido en parte. En la casa todo marcha bien, pero mi vida sexual ciertos percances. Tengo una pareja, más bien es una amiga con la que follo de vez en cuando. Antes de follar con mi madre, el sexo con esta chica era bueno, me encantaba hacerlo con ella…pero desde mi suceso incestuoso el sexo no me sabe igual… — A ti te sucede algo, a mi no me engañas— Me preguntó Silvia mientras se subía el tanga — ¿sabes lo mal que sienta follar con un tío y que no se corra? —Pero tú te has corrido ¿no? ¿Cuál es el problema entonces? —Si hubiese querido correrme y ya uso un consolador. Si no te gusto sólo dímelo. No estás obligado a follarme por lastima. —No follo contigo por lastima. Me gustas… es que… no sé, últimamente he tenido problemas familiares y estoy algo jodido— la abracé — Pero el problema no eres tú gordita bella — Claro que el problema no era ella, el problema era yo que no paraba de pensar en la follada con mi madre. A ver, Silvia follaba normal, tenía unos kilitos de más, pero no se veía mal aunque ella no pensaba lo mismo. La cosa estaba en que al follar con ella…no sé como explicarlo, echaba en falta esa intensidad que tuvimos mi madre y yo. Era como una tortilla de patata pero sin cebolla. — Bueno, a ver si puedes solucionar esos problemas pronto. Me voy, no quiero que doña Camila me encuentre aquí. Tu madre es muy maja y todo eso, pero sé que ella sabe que follamos y me da un poco de vergüenza. Nos vemos en la universidad mañana. Silvia se marchó, aún faltaba algo más de una hora para que mi madre llegase, pero no se lo dije. Era mejor que me dejase sólo. Me eché desnudo en la cama pero no duré ni cinco minutos acostado, estaba inquieto…y caliente. «Ducha con agua fría» pensé que eso solucionaría el problema, pero después de estar más de quince minutos bajo la regadera «…El dinosaurio seguía allí». Volví a la habitación, sabía lo que tenía que hacer para descargarme, pero no quería hacerlo… de nuevo. Intenté pajearme sin pensar en eso, pero claro, si ahora mismo te dicen «No pienses en un elefante» ¿qué será lo primero que llegará a tu cabeza? Pues un puñetero elefante. Mi elefante prohibido era el álbum de fotos. En realidad no era el álbum físico, ese lo había vuelto a poner en el sitio en donde lo encontré, pero antes escanee todas las fotos y las tenía en mi ordenador. Las organicé en varios grupos: Chupando, azotes, tortura en los pezones y/o el coño, follada anal o vaginalmente, fisting, bukkake, bondage… la verdad es que la galería era bastante amplia, unas setenta imágenes muy motivadoras. Mi madre estaba en todas, y mi padre en la mayoría. Se notaba que a ambos les encantaba lo que hacían. Yo me sentía como un enfermo por excitarme, pero no podía evitarlo. Me masturbé viendo el culo de mi madre con una mano metida hasta la muñeca. Me corrí en abundancia, la leche me salpicó el pecho, fue fabuloso…luego volví a sentirme algo mal. Después de una sesión de Pilates, seguida por una de spinning y cinco «Largos» en la piscina, mi cuerpo continúa con un excedente de energía, ósea, sigo cachonda. Durante diez años el método de machacarme en el gimnasio me había funcionado, eso y los consoladores. Pero ahora ni una cosa ni la otra. Después de hacer «eso» con Jorge, mi cuerpo no para de pedirme placer. Cada noche me masturbo cuatro o cinco veces por el coño y el culo, incluso, me he puesto pinzas en los pezones, pero no me es suficiente. Tengo hambre de polla y ganas de ser castigada. Pero debo resistir… Las últimas semanas han sido duras. He intentado seguir de la manera más normal mi vida con Jorge. Quiero seguir viéndole como mi hijo y no como la reencarnación de su padre. Ante él soy su madre, aunque no logro entender que e pasó por la cabeza ese día, quiero pensar que se le revolucionaron las hormonas, está a punto de cumplir los veinte y esas cosas pasan a esas edades, bueno, no de esa manera, pero pasan. Además, no ha vuelto a intentar nada parecido, por suerte, porque si me vuelve a asaltar de esa manera, es seguro que me rendiré ante él aunque no quiera. No lo niego, soy muy viciosa, no puedo negarme al placer, es algo que me supera. Mi madre llegó a casa a la hora de costumbre, como siempre lo primero que hizo fue darse una ducha, ponerse algo cómodo y preparar la cena. — ¿Vemos una película hoy?— Preguntó mientras comíamos en la mesa de la cocina. Teníamos la costumbre de ver televisión juntos, pero últimamente no lo habíamos hecho, así que asentí mientras masticaba la cena —No hables con la boca llena, que mala costumbre tienes—. Nos sentamos en el sofá y después de sondear los canales dimos con una película que recién empezaba. No pasaron diez minutos y mi madre ya estaba tomando posición de dormirse en el sofá, es matemático: sofá + luces apagadas ÷ película aburrida = Camila durmiendo. Poco a poco se fue estirando, su cabeza ya estaba sobre un cojín en un extremo del sofá mientras sus pies quedaban sobre mis muslos. —Te vas a dormir ¿por qué no te vas a la cama? Luego no hay quien te levante de aquí. — No me voy a dormir. Solo me he acomodado un poco— Sinceramente, creo que no había terminado la frase y ya estaba roncando. Yo seguí viendo la película hasta el final. Cuando terminó, comenzaron los anuncios eróticos de esos en que ponen un chat de gente buscando sexo y en un recuadro pasan escenas porno. «Un poco de porno antes de irme a acostar, estupendo» bajé el volumen del televisor para no despertar a mi madre, aunque conociéndola, igual podía poner un concierto de Judas Priest a todo volumen y ella seguiría roncando. Las escenas eran de sexo anal y de inmediato recordé cuando mi madre se metió el consolador en el culo. Para colmo de males, en ese momento ella se movió, tenía puesto una camiseta sin mangas que le llegaba a la mitad del muslo, la cual se le había subido al girarse para colocarse de lado con la cara contra el espaldar del sofá. Su culo quedó al descubierto, la luz del televisor era suficiente para poder verle las bragas medio metidas entre sus nalgas. Juró por todos los dioses que intenté controlarme, lo juro… pero sin darme cuenta, ya tenía la polla fuera del pantalón y mi mano estaba acariciando sus piernas, mientras que con la otra me pajeaba muy despacio. «Sólo hazte una paja…sólo eso» ver ese culo grande, firme e imaginarlo siendo follado era motivación más que suficiente para cualquiera. El ritmo de mi masturbación fue en aumento junto a mis deseos de ver más. Me desembaracé de sus pies, ella al sentir el movimiento cambio de posición, por un segundo pensé que se despertaría y me encontraría de pie frente a ella con la polla dura en la mano, en vez de eso se puso bocabajo y continuó durmiendo. Sigilosamente bajé sus bragas centímetro a centímetro [creo que tarde unos tres minutos en hacerlo, en serio, fui muy sigiloso] hasta poder ver por completo su culo. Me agaché en cuclillas, tenía esas nalgas monumentales a menos de un palmo de mi cara, podía olerlas. A esas alturas había perdido el control otra vez, las imágenes de su ano con el puño dentro, el consolador…todo estaba en mi cabeza y me empujaba a continuar avanzando. La razón y la lógica se fueron de vacaciones y dejaron en su lugar al deseo y la perversión. Acerqué la nariz más, rocé levemente la raja de su culo, lo separé un poco y vi ese agujero delicioso, un segundo después lo estaba lamiendo. Ella gimió, sólo eso, gimió. En ese momento no estaba seguro si dormía o estaba despierta, aún así continúe saboreando su ano. Volvió a gemir cuando empujé con la lengua, ya me lo estaba comiendo en toda regla, y era obvio que ella estaba despierta. Le abrí bien el culo y metí la lengua hasta el fondo, sus gemidos eran suaves y sus caderas se movían lentamente. Chupe, lamí y puncé con fuerza hasta que estuvo bien ensalivado, luego metí dos dedos. Fue increíble lo rápido que dilató; me sorprendí a ver como ella misma separaba sus nalgas con ambas manos y las mantenía abiertas. Metí dos dedos más de la otra mano, cuatro dedos en su culo y ella gemía, no se quejaba….gemía. Cada mano tiró hacia un lado y su hoyo se anchó —Ssiii….ssiii, asíiii—murmuraba ella mientras yo intentaba romperle el ano. Me coloqué sobre ella, y sin más, le hundí la polla completa. Gritó con fuerza, pero no dejó de mantener sus nalgas separadas. Repetí el proceso varias veces, sacando la polla completa y dejándome caer sobre ella para meterla entera de golpe. No podía ver su cara, pero sus gritos me dejaban claro que lo estaba disfrutando tanto como yo. Con el movimiento nos fuimos desplazando, al final ella estaba con las rodillas en el suelo y el torso sobre el sofá, su cara estaba hundida en los cojines ahogando sus gritos, mientras que yo estaba con las rodillas flexionadas dándole con todas mis fuerza por el culo. Su ano se contraía lo cual resultaba sumamente delicioso, y lo fue mucho más cuando se corrió. Un orgasmo anal, hasta ese momento pensaba que eso solo ocurría en las películas porno. Le di con todo lo que tenía, mis testículos chocaban con violencia en su coño empapado, luego sentí sus manos tocándolos. Si, so era follar de verdad. Mi corrida fue copiosa, o eso supongo, porque tenía toda la polla dentro de su culo cuando me sucedió. Cuando la saqué, su ano seguía abierto y palpitante, como pidiendo más… metí dos dedos, luego tres…estaba caliente y húmedo. El cuarto dedo entró sin muchos problemas, mi intención era meter la mano, pero resultaba más difícil de lo que pensé. El pulgar casi no cabía. Mi madre seguí en la misma posición, a veces gimiendo, otras gritando mientras mi mano intentaba follar su culo, pero los nudillos no pasaban por más fuerte que empujé, aun así, continué moviendo los dedos en su interior y sintiendo como mi leche lo lubricaba todo. —Más rápido, más fuerte por favor, más fuerte— Obedecí a sus deseos. Mi madre volvió a correrse, esta vez fue tan intenso que se le escapó un chorro de pis, intentó detenerlo con su mano, pero no podía contenerse entre gritos y sacudidas. Al final se quedó muy quieta. Saqué los dedos con una suavidad absurda, teniendo en cuenta la tralla que acababa de darle a su ano. Ella volvió a acomodarse en el sofá como si fuese a seguir dormida, siempre sin mostrarme el rostro. Contemplé por un momento su culo « ¿Qué carajo nos está pasando?» me marché a mi habitación e intenté dormirme, pero el ano de mi madre no salía de mi cabeza. Siento aún como palpita mi ano, Jorge estuvo a punto de meter la mano, pero le falto un poco de práctica y a mi más lubricación. Estaba dormida, y soñé que me lamian el culo, cuando desperté lo sentí… me había bajado las bragas y estaba ahí… No puse ninguna resistencia, incluso cooperé, tal vez deba detener esto ahora, pero no tengo voluntad suficiente para hacerlo, me gusta, me hace falta, quiero más. Tal vez deba decirle la verdad… pero tengo más miedo de hacer eso que de seguir siendo follada por él manteniendo la relación madre hijo… no sé que hacer.

No sé si es peor haberme dejado follar el culo por Jorge, o no haberlo hecho de nuevo. Han sido dos meses infernales para mi cuerpo, desde la noche en que tuvimos sexo anal no he podido parar de masturbarme cada noche hasta la extenuación. Incluso he vuelto a ensanchar mi ano y mi coño, hacía años que no me metía la mano completa en algunas de mis cavidades. He sacado todos mis juguetes y parafernalia sexuales. También encontré mi viejo álbum, creo que Jorge lo ha visto ¿sabrá que soy una masoquista? Los juguetes estaban bien guardados en un baúl con candado, pero no sé porque habré dejado ese álbum tan a la vista. Tal vez sea hora de decirle toda la verdad…pero cómo se lo digo ¿Cómo se le dice algo así a alguien? En los dos últimos meses mi vida ha ido cuesta abajo y a la deriva. He suspendido cuatro de las ocho asignaturas que llevaba en la universidad. Silvia y yo ya no nos vemos, creo que es lo mejor para ella, no me gusta hacerla sentir mal. Quisiera poder follarla y disfrutar como antes, pero me es imposible, no saco el culo de mi madre de mi cabeza. Ella actúa como si nada hubiese pasado entre nosotros, sigue siendo igual de amable y buena…como toda madre. Pero es imposible evitar esa tensión en la atmosfera. No me explico por qué se ha dejado follar sin decir nada, hubiese preferido una discusión…algo…una señal para saber que debo hacer, porque sinceramente no sé que carajos hacer ahora…quiero follarla…pero es mi madre. Esta situación me mantiene tenso, irascible, distraído. No puedo seguir así. Cuando Jorge entró a la casa no esperaba encontrarse a Camila sentada en el comedor esperándole. Ya eran más de las dos de la madrugada y siempre estaba durmiendo a esas horas. Jorge intentaba estar lo más apartado posible de ella con la esperanza de que sus deseos sexuales hacia ella desapareciesen, pero muy al contrario, cada vez que le veía crecían más. — Tenemos que hablar, ven siéntate— La voz de Camila intentaba sonar calmada, pero un hilillo de preocupación se filtraba entre sus palabras. El corazón de Jorge se desbocó. Se sentó a dos sillas de distancia mientras intentaba adivinar los pensamientos de su madre. En parte se sentía aliviado por llegar al fin a este momento —He visto tus notas. Has reprobado cuatro asignaturas— « ¿Qué cojones? Me va a hablar de las notas ¿Esto es una puñetera broma?—…además, llegas tarde a la casa todas las noches. Sé que eres mayor de edad pero… — «No me lo puedo creer, me está echando la bronca por el universidad… ¿Y de nuestras folladas no dirás nada?» Jorge estalló — Tú eres la responsable. Tú y esas fotos… No puedo dejar de pensar en tu culo, en que te gusta que te torturen hasta correrte. Sí, he visto las fotos en donde vistes como una esclava sexual y eres follada y usada….y me gustan, lo oyes ¡ME GUSTAN! Y después de follarte…joder….no he podido disfrutar con nadie más…sólo pienso en ti ¡Maldita sea! Estoy volviéndome loco. Estoy enamorado de mi madre….soy un puñetero enfermo. Y tú…..tú no dices nada….sólo vienes a echarme la broncas por las putas notas de mierda…. ¿y lo nuestro qué? ¿No te preocupa que te haya reventado el culo? ¿Acaso te gusta? Dime algo maldición…. — La ira y las lágrimas se mezclaron. Camila mantuvo el temple, no se dejó llevar por su instinto maternal que le impulsaba a correr y abrazar a su hijo. No, ya no sería su hijo… — No soy tu madre— Ya estaba dicho. Tal vez no era el mejor momento, tal vez se había equivocado, pero ya lo había dicho— Tú padre y yo estábamos casados, pero como has visto, teníamos una vida sexual muy activa y abierta. Tu madre es una de las mujeres con las que manteníamos relaciones sexuales. Ella no podía hacerse cargo de ti, y yo no podía tener hijos, así que te crié como mío— hubo un momento de silencio. Camila esperaba la reacción de Jorge, quien de repente se había sumido en una calma inquietante. Camila prosiguió —…y sí, pese a que te quiero como un hijo, me ha gustado mucho las veces que me has follado, y no, no me preocupa que me revientes el culo…qué puedo decir…soy una puta masoquista. Cuando terminó de hablar, se puso de pie y se marchó a su habitación. Yo me quedé en el comedor, intentando digerir la situación. Fui a la cocina y tome un poco de agua. Tal vez otra persona hubiese actuado de otra manera al saber que quien creía que era su madre no lo era, yo me sentí aliviado. Libre. En verdad no me afectaba la idea de saber que ella no era mi madre genética, madre es quien cría, no quien pare. No podía echarle nada en cara, salvo no habérmelo dicho antes. Siempre fue una mujer ejemplar, quien había antepuesto mis necesidades a la suya, pese a no ser su hijo. Además, me ha confesado que es masoquista. No sé que tan difícil puede resultar admitir algo así ante una persona tan cercana. Y sabiéndolo ahora, imagino que también ha sido una situación difícil para ella. Era tiempo de compensarle como se merecía… Caminé rumbo a su habitación. Con cada paso me despojaba de mi ropa, ya nada me impedía hacerla mía. Cuando llegué a su puerta me encontraba totalmente desnudo y con la polla tan dura que podía romper nueces. Le encontré sentada en la cama, totalmente desnuda y con algo que parecía una bolsa de cuero en las manos. Detrás de ella, sobre la cama, había varios juguetes sexuales, de todos los tamaños y formas y un bote de lo que parecía ser lubricante, la escena y los actores estaban dispuestos, sólo faltaba la acción. Al aproximarme, ella se colocó la bolsa en la cabeza, bueno, no era una bolsa, era una mascara de latex con cremalleras en la poca y los ojos. Nunca había tenido sexo de esa manera, pero había visto bastantes videos en internet como para tener una idea bastante clara de lo que quería hacerle. Abrí la cremallera de la boca y le metí la polla hasta lo más profundo de su garganta, le sujeté la cabeza para que no intentase sacarla, pero ella no se oponía, solo aguantaba. La saqué para dejarle respirar un poco, tenía el pene cubierto de saliva gruesa y viscosa. Mi madre, porque para mi siempre será mi madre, lo agarró entre sus manos y lo frotó contra el latex de su mascara. Luego ella misma se lo metió en la boca, me agarró de las nalgas y empujó. Los ruidos que hacía me encantaban, la saliva salía de su boca sin control cayendo sobre sus tetas. Apreté ambos pezones, los pellizqué, retorcí y tiré hasta que no dieron más de si, mientras ella se follaba la boca con mi polla. La acosté bocarriba en la cama, de manera que su cabeza quedase colgando fuera del colchón. Yo permanecí de pie, y volví a meterle la polla en la boca, podía ver como se movía su cuelo cada vez que entraba y salía. Apenas le daba tiempo para respirar, ella parecía encantada. Sentí que me iba a correr, metí la polla casi hasta los huevos y descargué toda mi leche dentro de ella, creo que le llevó directo al estomago. Cuando la saqué, su cara, es decir la mascara, estaba llena de leche y saliva, incluso le salía por los huecos de la nariz. Ella estaba algo agitada. Pensé en darle un respiro, pero recordé que ella misma había dicho que era una masoquista, no podía tener piedad con ella. Esta vez hicimos un 69, yo sobre ella. Encontré su coño húmedo y dilatado. Vi unas pinzas metálicas en la cama, y no dudé en ponerle una en cada labio del coño. Tiré a los lados para abrirlo y comerme su clítoris. Mientras tanto, ella me lamia la polla, y a pesar de estar flácida se la metía en la boca, no tardó en endurecerla de nuevo. Su clítoris era delicioso, muy grande y carnoso como todo su coño. Sentí que se iba a correr, pero me detuve, quería hacerla sufrir un poco más… Estaba a punto de correrme mientras Jorge me comía el coño. Pero se detuvo antes. Casi lloro, pero me imaginé que quería torturarme, su padre siempre lo hacía. Yo mientras tanto disfrutaba de su polla en mi boca, un momento antes se había corrido dentro de mi garganta, la leche me saltó hasta por la nariz. Tanto tiempo sin sentir ese placer de ser follada bucalmente, me encantaba. La cama estaba llena de objetos, lo primero que uso fueron las pinzas, el dolor en mi coño era indescriptiblemente encantador. Al parecer comenzaba a darle riendas sueltas a sus instintos más perversos. Se quito de sobre mi, para ponerme a cuatro patas, en verdad estaba obsesionado con mi culo porque fue directo a el. Sentí como me impregnaba de lubricante en ano, fue tanto que se deslizaba sobre mi coño y mis piernas. Apoyé mi pecho en la cama, curveé la espala y con ambas manos separé mis nalgas para que hiciese conmigo lo que quisiese… no me importaba, mi cuerpo le pertenecía. Cuando el primer consolador entró en mi culo, sentí que llegaba a la gloria. Entraba y salía completo, muy rápido y fuerte. Solo me quedaba gritar y disfrutar… y pedir que fuese más brutal. — Más fuerte… más, dame más— me dijo mientras le metía el consolador en el culo. Tomé otro más grande, casi el doble de ancho. No estaba seguro de que pudiese meterlo, aunque su ano estaba muy dilatado, la única manera de saberlo era intentándolo. Situé la punta en la entrada de su culo y empujé, ella gritó, pero en ningún momento apartó las manos de sus nalgas. Presioné con más fuerza, hasta que la punta entró en su hoyo. — ¡Sí!— fue como un grito de triunfo, en verdad lo estaba gozando. Lo metí hasta que no pudo avanzar más, entonces comenzó lo bueno. Ya había visto un vibrador metálico, no era muy grande, pero aun así me fue un poco difícil meterlo en su coño ya que el consolador en su culo no dejaba mucho espacio, prácticamente tenía el ano deformado. Al final logré meterlo, cuando lo encendí ella se sacudió sin control. Por poco expulsa el consolador de su culo, tuve que sujetarlo con fuerza. Apenas podía moverlo…su corrida fue brutal. Cayó tendida en la cama, jadeante, inmóvil. Le hice levantar un poco el culo para sacarle ese enorme trozo de goma, al hacerlo su ano se quedó abierto, era como un hoyo negro. Metí la polla con una facilidad asombrosa. Le propiné una sonora nalgada a la vez que le ordenaba moverse. Sus movimientos iníciales fueron lentos. Volví a azotarle dos veces más mientras le gritaba que lo hiciese más rápido, su culo aceleró el ritmo, pero no lo suficiente. Le azoté una y otra vez sin parar hasta que sus nalgas estuvieron rojas, ella se movía a toda prisa, pero ya no me importaba, solo quería castigar ese culo grande y firme. Cuando me cansé de golpearle, le sujete por la cintura hincando mis dedos en sus carnes con saña, para luego embestirla de una manera bestial y desenfrenada. Ella sostenía el vibrador en su coño para que no se saliese, no paraba de jadear y gritar, hasta que se corrió. No deseaba darle tregua. Bañe mi mano con lubricante, no iba a perder la oportunidad de metérsela en el culo. Le obligué a colocarse nuevamente en cuatro, metí tres dedos de golpe, luego los cinco hasta los nudillos. Presioné, moví…insistí mientras ella gritaba. Me sorprendía que no se resistiese, en verdad le gustaba todo aquello. Cuando al fin entró la mano completa, su coño descargó un potente chorro de pis que dejó la cama empapada. El interior era suave y caliente, y ella no paraba de chillar a cada movimiento de mi mano, ni de soltar pequeñas cantidades de orina. —Eres muy sucia…una perra sucia— azoté su culo con fuerza y su ano se contrajo— ¿Te gusta? Dime mamá ¿Te gusta?— le preguntaba mientras azotaba sus nalgas con una mano, mientras la otra destrozaba su ano. —Sí, me gusta…me encanta. Soy una perra muy sucia…muy sucia…sucia— al sacar la mano, su ano sufrió un prolapso. Fue una visión un tanto extraña y excitante ver su recto descolocado totalmente. Ella lo acariciaba con los dedos —Me has destrozado…sí, me has destrozado. Sentir mi ano desencajado fue algo espectacular, en verdad me había reventado el culo. Pero no tuve tiempo para disfrutarlo como quería. Jorge me colocó bocarriba, me subió las rodillas hasta la altura de las orejas, mi espalda estaba casi en vertical, mi cuerpo parecía una L. Se colocó sobre mí, metió su toda tranca dejando caer todo el peso sobre mi cuerpo. Sentí la punta de polla chocar en el cuello de mi útero, el dolor fue intenso y punzante. No podía ni respirar bien, era un posición realmente incomoda y torturante, cada vez que su polla entraba creía que me rompería a la mitad. Hacia años que no sentía tanto placer. Por fin estaba siendo sodomizada de una manera brutal, como me gusta. Su polla entraba y salía sin parar, sin contemplación. Me las arreglé para poder tirar de las pinzas y abrir aún más mi coño, tanto maltrato y dolor dieron sus frutos…al correrme sentí que moría entre placer y dolor asfixiante. Estaba perdiendo la razón cuando sentí su leche llenar mi agujero. Al fin me soltó, mi cuerpo estaba rendido, me faltaba práctica, estaba totalmente fuera de forma. Me desabrochó la mascara, de haber tenido fuerzas hubiese intentado detenerle, no quería que viese mi cara, tal vez si me veía recordaría que soy su madre y me trataría con más contemplación y suavidad…y yo no quería eso, si me iba a follar, debía tratarme como lo que soy, una perra sucia y masoquista. Cuando le quité la mascara, ella intentó cubrirse la cara con las manos, al parecer le daba vergüenza que le viese en ese estado tan deplorable. Acerqué mi polla a su boca —Límpiala— sin pensarlo dos veces, su lengua comenzó a recorrer toda mi polla. Esa era la mujer a la que siempre consideré mi madre, y aún considero como tal, se acababa de convertir en un objeto de mi pertenencia, o al menos ese era mi deseo. Cuando mi polla estuvo totalmente limpia de sus fluidos y lubricante, me acosté en la cama. Ella quedó a la altura de mi cintura, así que tiré de su pelo hasta tener su cabeza sobre mi pecho. Estaba algo tensa, tímidamente colocó su brazo sobre mi, luego una pierna, al final se relajó. — ¿Y ahora qué?— Preguntó ella mientras mi mano acariciaba su espalda. — ¿A qué te refieres?— Pregunté con algo de sorna. — A nosotros… ¿Qué haremos? — Sencillo… Seguirás siendo mi madre, siempre lo serás… Y mi perra sucia— No pude ver su rostro, pero estoy seguro que sonrió.
 
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