Mi Madre es una Masoquista -002-

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
5,250
Likes Recibidos
2,360
Puntos
113
 
 
 
No sé si es peor haberme dejado follar el culo por Jorge, o no haberlo hecho de nuevo. Han sido dos meses infernales para mi cuerpo, desde la noche en que tuvimos sexo anal no he podido parar de masturbarme cada noche hasta la extenuación. Incluso he vuelto a ensanchar mi ano y mi coño, hacía años que no me metía la mano completa en algunas de mis cavidades. He sacado todos mis juguetes y parafernalia sexuales. También encontré mi viejo álbum, creo que Jorge lo ha visto ¿sabrá que soy una masoquista? Los juguetes estaban bien guardados en un baúl con candado, pero no sé porque habré dejado ese álbum tan a la vista. Tal vez sea hora de decirle toda la verdad…pero cómo se lo digo ¿Cómo se le dice algo así a alguien?



En los dos últimos meses mi vida ha ido cuesta abajo y a la deriva. He suspendido cuatro de las ocho asignaturas que llevaba en la universidad. Silvia y yo ya no nos vemos, creo que es lo mejor para ella, no me gusta hacerla sentir mal. Quisiera poder follarla y disfrutar como antes, pero me es imposible, no saco el culo de mi madre de mi cabeza. Ella actúa como si nada hubiese pasado entre nosotros, sigue siendo igual de amable y buena…como toda madre. Pero es imposible evitar esa tensión en la atmosfera. No me explico por qué se ha dejado follar sin decir nada, hubiese preferido una discusión…algo…una señal para saber que debo hacer, porque sinceramente no sé que carajos hacer ahora…quiero follarla…pero es mi madre. Esta situación me mantiene tenso, irascible, distraído. No puedo seguir así.

Cuando Jorge entró a la casa no esperaba encontrarse a Camila sentada en el comedor esperándole. Ya eran más de las dos de la madrugada y siempre estaba durmiendo a esas horas. Jorge intentaba estar lo más apartado posible de ella con la esperanza de que sus deseos sexuales hacia ella desapareciesen, pero muy al contrario, cada vez que le veía crecían más.

— Tenemos que hablar, ven siéntate— La voz de Camila intentaba sonar calmada, pero un hilillo de preocupación se filtraba entre sus palabras. El corazón de Jorge se desbocó. Se sentó a dos sillas de distancia mientras intentaba adivinar los pensamientos de su madre. En parte se sentía aliviado por llegar al fin a este momento —He visto tus notas. Has reprobado cuatro asignaturas— « ¿Qué cojones? Me va a hablar de las notas ¿Esto es una puñetera broma?—…además, llegas tarde a la casa todas las noches. Sé que eres mayor de edad pero… — «No me lo puedo creer, me está echando la bronca por el universidad… ¿Y de nuestras folladas no dirás nada?» Jorge estalló

— Tú eres la responsable. Tú y esas fotos… No puedo dejar de pensar en tu culo, en que te gusta que te torturen hasta correrte. Sí, he visto las fotos en donde vistes como una esclava sexual y eres follada y usada….y me gustan, lo oyes ¡ME GUSTAN! Y después de follarte…joder….no he podido disfrutar con nadie más…sólo pienso en ti ¡Maldita sea! Estoy volviéndome loco. Estoy enamorado de mi madre….soy un puñetero enfermo. Y tú…..tú no dices nada….sólo vienes a echarme la broncas por las putas notas de mierda…. ¿y lo nuestro qué? ¿No te preocupa que te haya reventado el culo? ¿Acaso te gusta? Dime algo maldición…. — La ira y las lágrimas se mezclaron. Camila mantuvo el temple, no se dejó llevar por su instinto maternal que le impulsaba a correr y abrazar a su hijo. No, ya no sería su hijo…

— No soy tu madre— Ya estaba dicho. Tal vez no era el mejor momento, tal vez se había equivocado, pero ya lo había dicho— Tú padre y yo estábamos casados, pero como has visto, teníamos una vida sexual muy activa y abierta. Tu madre es una de las mujeres con las que manteníamos relaciones sexuales. Ella no podía hacerse cargo de ti, y yo no podía tener hijos, así que te crié como mío— hubo un momento de silencio. Camila esperaba la reacción de Jorge, quien de repente se había sumido en una calma inquietante. Camila prosiguió —…y sí, pese a que te quiero como un hijo, me ha gustado mucho las veces que me has follado, y no, no me preocupa que me revientes el culo…qué puedo decir…soy una puta masoquista.

Cuando terminó de hablar, se puso de pie y se marchó a su habitación. Yo me quedé en el comedor, intentando digerir la situación. Fui a la cocina y tome un poco de agua. Tal vez otra persona hubiese actuado de otra manera al saber que quien creía que era su madre no lo era, yo me sentí aliviado. Libre. En verdad no me afectaba la idea de saber que ella no era mi madre genética, madre es quien cría, no quien pare. No podía echarle nada en cara, salvo no habérmelo dicho antes. Siempre fue una mujer ejemplar, quien había antepuesto mis necesidades a la suya, pese a no ser su hijo. Además, me ha confesado que es masoquista. No sé que tan difícil puede resultar admitir algo así ante una persona tan cercana. Y sabiéndolo ahora, imagino que también ha sido una situación difícil para ella. Era tiempo de compensarle como se merecía…

Caminé rumbo a su habitación. Con cada paso me despojaba de mi ropa, ya nada me impedía hacerla mía. Cuando llegué a su puerta me encontraba totalmente desnudo y con la polla tan dura que podía romper nueces. Le encontré sentada en la cama, totalmente desnuda y con algo que parecía una bolsa de cuero en las manos. Detrás de ella, sobre la cama, había varios juguetes sexuales, de todos los tamaños y formas y un bote de lo que parecía ser lubricante, la escena y los actores estaban dispuestos, sólo faltaba la acción. Al aproximarme, ella se colocó la bolsa en la cabeza, bueno, no era una bolsa, era una mascara de latex con cremalleras en la poca y los ojos.

Nunca había tenido sexo de esa manera, pero había visto bastantes videos en internet como para tener una idea bastante clara de lo que quería hacerle. Abrí la cremallera de la boca y le metí la polla hasta lo más profundo de su garganta, le sujeté la cabeza para que no intentase sacarla, pero ella no se oponía, solo aguantaba. La saqué para dejarle respirar un poco, tenía el pene cubierto de saliva gruesa y viscosa. Mi madre, porque para mi siempre será mi madre, lo agarró entre sus manos y lo frotó contra el latex de su mascara. Luego ella misma se lo metió en la boca, me agarró de las nalgas y empujó. Los ruidos que hacía me encantaban, la saliva salía de su boca sin control cayendo sobre sus tetas. Apreté ambos pezones, los pellizqué, retorcí y tiré hasta que no dieron más de si, mientras ella se follaba la boca con mi polla.

La acosté bocarriba en la cama, de manera que su cabeza quedase colgando fuera del colchón. Yo permanecí de pie, y volví a meterle la polla en la boca, podía ver como se movía su cuelo cada vez que entraba y salía. Apenas le daba tiempo para respirar, ella parecía encantada. Sentí que me iba a correr, metí la polla casi hasta los huevos y descargué toda mi leche dentro de ella, creo que le llevó directo al estomago. Cuando la saqué, su cara, es decir la mascara, estaba llena de leche y saliva, incluso le salía por los huecos de la nariz. Ella estaba algo agitada. Pensé en darle un respiro, pero recordé que ella misma había dicho que era una masoquista, no podía tener piedad con ella.

Esta vez hicimos un 69, yo sobre ella. Encontré su coño húmedo y dilatado. Vi unas pinzas metálicas en la cama, y no dudé en ponerle una en cada labio del coño. Tiré a los lados para abrirlo y comerme su clítoris. Mientras tanto, ella me lamia la polla, y a pesar de estar flácida se la metía en la boca, no tardó en endurecerla de nuevo. Su clítoris era delicioso, muy grande y carnoso como todo su coño. Sentí que se iba a correr, pero me detuve, quería hacerla sufrir un poco más…

Estaba a punto de correrme mientras Jorge me comía el coño. Pero se detuvo antes. Casi lloro, pero me imaginé que quería torturarme, su padre siempre lo hacía. Yo mientras tanto disfrutaba de su polla en mi boca, un momento antes se había corrido dentro de mi garganta, la leche me saltó hasta por la nariz. Tanto tiempo sin sentir ese placer de ser follada bucalmente, me encantaba. La cama estaba llena de objetos, lo primero que uso fueron las pinzas, el dolor en mi coño era indescriptiblemente encantador. Al parecer comenzaba a darle riendas sueltas a sus instintos más perversos. Se quito de sobre mi, para ponerme a cuatro patas, en verdad estaba obsesionado con mi culo porque fue directo a el. Sentí como me impregnaba de lubricante en ano, fue tanto que se deslizaba sobre mi coño y mis piernas. Apoyé mi pecho en la cama, curveé la espala y con ambas manos separé mis nalgas para que hiciese conmigo lo que quisiese… no me importaba, mi cuerpo le pertenecía. Cuando el primer consolador entró en mi culo, sentí que llegaba a la gloria. Entraba y salía completo, muy rápido y fuerte. Solo me quedaba gritar y disfrutar… y pedir que fuese más brutal.



— Más fuerte… más, dame más— me dijo mientras le metía el consolador en el culo. Tomé otro más grande, casi el doble de ancho. No estaba seguro de que pudiese meterlo, aunque su ano estaba muy dilatado, la única manera de saberlo era intentándolo. Situé la punta en la entrada de su culo y empujé, ella gritó, pero en ningún momento apartó las manos de sus nalgas. Presioné con más fuerza, hasta que la punta entró en su hoyo. — ¡Sí!— fue como un grito de triunfo, en verdad lo estaba gozando. Lo metí hasta que no pudo avanzar más, entonces comenzó lo bueno. Ya había visto un vibrador metálico, no era muy grande, pero aun así me fue un poco difícil meterlo en su coño ya que el consolador en su culo no dejaba mucho espacio, prácticamente tenía el ano deformado. Al final logré meterlo, cuando lo encendí ella se sacudió sin control. Por poco expulsa el consolador de su culo, tuve que sujetarlo con fuerza. Apenas podía moverlo…su corrida fue brutal. Cayó tendida en la cama, jadeante, inmóvil.

Le hice levantar un poco el culo para sacarle ese enorme trozo de goma, al hacerlo su ano se quedó abierto, era como un hoyo negro. Metí la polla con una facilidad asombrosa. Le propiné una sonora nalgada a la vez que le ordenaba moverse. Sus movimientos iníciales fueron lentos. Volví a azotarle dos veces más mientras le gritaba que lo hiciese más rápido, su culo aceleró el ritmo, pero no lo suficiente. Le azoté una y otra vez sin parar hasta que sus nalgas estuvieron rojas, ella se movía a toda prisa, pero ya no me importaba, solo quería castigar ese culo grande y firme. Cuando me cansé de golpearle, le sujete por la cintura hincando mis dedos en sus carnes con saña, para luego embestirla de una manera bestial y desenfrenada. Ella sostenía el vibrador en su coño para que no se saliese, no paraba de jadear y gritar, hasta que se corrió.

No deseaba darle tregua. Bañe mi mano con lubricante, no iba a perder la oportunidad de metérsela en el culo. Le obligué a colocarse nuevamente en cuatro, metí tres dedos de golpe, luego los cinco hasta los nudillos. Presioné, moví…insistí mientras ella gritaba. Me sorprendía que no se resistiese, en verdad le gustaba todo aquello. Cuando al fin entró la mano completa, su coño descargó un potente chorro de pis que dejó la cama empapada. El interior era suave y caliente, y ella no paraba de chillar a cada movimiento de mi mano, ni de soltar pequeñas cantidades de orina.

—Eres muy sucia…una perra sucia— azoté su culo con fuerza y su ano se contrajo— ¿Te gusta? Dime mamá ¿Te gusta?— le preguntaba mientras azotaba sus nalgas con una mano, mientras la otra destrozaba su ano.

—Sí, me gusta…me encanta. Soy una perra muy sucia…muy sucia…sucia— al sacar la mano, su ano sufrió un prolapso. Fue una visión un tanto extraña y excitante ver su recto descolocado totalmente. Ella lo acariciaba con los dedos —Me has destrozado…sí, me has destrozado.



Sentir mi ano desencajado fue algo espectacular, en verdad me había reventado el culo. Pero no tuve tiempo para disfrutarlo como quería. Jorge me colocó bocarriba, me subió las rodillas hasta la altura de las orejas, mi espalda estaba casi en vertical, mi cuerpo parecía una L. Se colocó sobre mí, metió su toda tranca dejando caer todo el peso sobre mi cuerpo. Sentí la punta de polla chocar en el cuello de mi útero, el dolor fue intenso y punzante. No podía ni respirar bien, era un posición realmente incomoda y torturante, cada vez que su polla entraba creía que me rompería a la mitad. Hacia años que no sentía tanto placer. Por fin estaba siendo sodomizada de una manera brutal, como me gusta. Su polla entraba y salía sin parar, sin contemplación. Me las arreglé para poder tirar de las pinzas y abrir aún más mi coño, tanto maltrato y dolor dieron sus frutos…al correrme sentí que moría entre placer y dolor asfixiante. Estaba perdiendo la razón cuando sentí su leche llenar mi agujero. Al fin me soltó, mi cuerpo estaba rendido, me faltaba práctica, estaba totalmente fuera de forma. Me desabrochó la mascara, de haber tenido fuerzas hubiese intentado detenerle, no quería que viese mi cara, tal vez si me veía recordaría que soy su madre y me trataría con más contemplación y suavidad…y yo no quería eso, si me iba a follar, debía tratarme como lo que soy, una perra sucia y masoquista.



Cuando le quité la mascara, ella intentó cubrirse la cara con las manos, al parecer le daba vergüenza que le viese en ese estado tan deplorable. Acerqué mi polla a su boca —Límpiala— sin pensarlo dos veces, su lengua comenzó a recorrer toda mi polla. Esa era la mujer a la que siempre consideré mi madre, y aún considero como tal, se acababa de convertir en un objeto de mi pertenencia, o al menos ese era mi deseo. Cuando mi polla estuvo totalmente limpia de sus fluidos y lubricante, me acosté en la cama. Ella quedó a la altura de mi cintura, así que tiré de su pelo hasta tener su cabeza sobre mi pecho. Estaba algo tensa, tímidamente colocó su brazo sobre mi, luego una pierna, al final se relajó.

— ¿Y ahora qué?— Preguntó ella mientras mi mano acariciaba su espalda.

— ¿A qué te refieres?— Pregunté con algo de sorna.

— A nosotros… ¿Qué haremos?

— Sencillo… Seguirás siendo mi madre, siempre lo serás… Y mi perra sucia— No pude ver su rostro, pero estoy seguro que sonrió.
Jorge y yo tenemos exactamente ocho meses y quince días sosteniendo una relación Amo/sumisa, y me encanta, no me voy a andar por las ramas ni con falsedades. Me vuelvo a sentir más viva que nunca, y es que la sensación de pertenecerle a alguien es maravillosa. Me llena de plenitud y alegría. Nuestra relación Madre/hijo no ha sufrido variaciones, por suerte, a pesar del hecho de saber que él no es mi hijo, continua tratándome igual en ese sentido, obedece y actúa como siempre lo ha hecho, yo sigo echándole broncas por el eterno desorden en su habitación y todo lo demás. Obviamente esta situación sexual no es de dominio público.

Sólo había un detalle que no paraba de darme vueltas en la cabeza: Silvia. Era una chica encantadora, muy amable y bella. Pero desde que Jorge y yo comenzamos a estar juntos, él la apartó de su vida, aunque era obvio que seguía gustándole mucho. Siempre he intentado ser objetiva, y soy consciente que nuestra relación no es algo… ¿cómo decirlo? Vamos, que nunca podré darle una familia a Jorge. Ahora él no lo piensa porque está entusiasmado con las experiencias que está viviendo, pero yo sé que en algún momento deberá formar un hogar…yo quiero nietos. Cuando le planteé esta disyuntiva, me dijo: Sí, ella me gusta. Pero no es como tú. No podría vivir con ella, no seríamos totalmente felices.

Sinceramente le entendí, y me sentí culpable de ello. Pero el universo siempre pone las cosas en orden…



Eran las cinco de la tarde. Jorge había conseguido un trabajo después de la universidad y no llegaba a casa hasta las diez de la noche. Ese día teníamos planeado tener una sesión en la noche, ya que al día siguiente no le tocaba ir a la universidad en la mañana y podría descansar sin problemas. Yo aproveché para limpiar y organizar todas las cosas que utilizaríamos. Cuando terminé de eso, comencé a preparar mi cuerpo. Primero me depilé el coño. Después me apliqué varias lavativas anales. Cuando tuve los intestinos limpios, me duché. Lo siguiente fue colocarme todos los aros. Sí, Jorge me ha anillado totalmente. Tengo aros en los pezones, en el clítoris y tres en cada labio mayor vaginal. Son piezas grandes gruesas y pesadas, y me sientan de maravilla. No las llevo puesta siempre, usualmente uso las pequeñas, pero en días especiales me gusta llevarlas y sentir el peso en mis partes sensibles.

Cuando terminé, me miré al espejo, me sentía fabulosa. Siempre cuidé mi cuerpo, y mucho más después que pasó a ser pertenencia de Jorge. Él decidía lo que debía hacer con el. Y le encantaba ver mis grandes pechos rematados en dos argollas enormes que tiraban de mis pezones de una manera deliciosa. Que decir sobre las de mi coño. Su hobby favorito era enganchar cadenas a ellas y ponerle pesos para tirar de mi coño hasta el punto que a veces sentía que se me iban a desprender los labios. Otra cosa muy usual era que me pusiese candados durante días, y solo usar mi culo para correrse. Era algo torturante, os podréis imaginar el suplicio que es orinar con el coño sellado con candados.

Bueno, el punto era que me encontraba colocándome el último aro en el coño cuando alguien tocó el timbre. No esperaba a nadie, así que supuse que debía ser alguien repartiendo publicidad o algo parecido, así que seguí en lo mío. Cuando tocaron por segunda vez me cagué en su puta madre. Me puse un albornoz que me cubría por completo y fui a ver quien carajo era, cuando abrí la puerta me encontré a Silvia.

***********

No tenía muy claro que iba a hacer cuando me abriesen la puerta, en realidad nunca tengo muy claro nada. Pero allí me encontraba, parada frente a la puerta de la casa de Jorge, no para verle porque sabía que estaba trabajando, mi motivo para estar allí era hablar con su madre, mi último recurso. Soy una chica gordita y poco atractiva, y como supondréis, no he tenido mucha suerte a la hora de encontrar pareja, hasta que llegó Jorge. Lo nuestro no era una relación de novios, pero follábamos muy a menudo, y sobre todo, él me trataba muy bien. Obviamente me enamoré perdidamente de él, pero nunca quise presionarle con tener una relación estable y oficial. Me conformaba con tenerle así, era más de lo que había tenido en toda mi vida. Pero de un momento a otro la cosa cambió, dejamos de tener sexo, y luego se apartó de mí. Yo no tenía idea de porqué lo había hecho, desde entonces no he podido dejar de pensar en si había hecho mal y sobretodo cómo podía remediarlo. Estaba dispuesta a lo que fuese para tenerlo a mi lado. Sé que sonará patético, por eso no pido comprensión.

Su madre abrió la puerta.

— Ho…Hola señora Camila— ella llevaba un albornoz «Mal empezamos, le acabo de interrumpir el baño» — ¿Podría hablar con usted un momento? Si no es mucha molestia. Puedo volver luego si quiere.

— No, no es molestia. Faltaba menos, pasa— La señora fue muy amable —Siéntate ¿quieres algo de tomar? Tengo refrescos…

— No, muchas gracias. Bueno, sí, un refresco estaría bien— Camila fue a la cocina en busca de la bebida. No pude evitar fijarme en la silueta de su cuerpo, era perfecto. Aunque cuando se movía, sonaba un extraño tintineo. Al volver me dio la bebida y se sentó frente a mí.

— Tú me dirás en que puedo servirte— «Pues para empezar, podría decirme como tiene un cuerpo tan escultural» pensé.

— P…Pues…No sé cómo empezar… es que…—bebí un trago de refresco.

— Es sobre Jorge ¿Verdad?

— Sí, es sobre él— «Pensaba que solo mi madre tenía telepatía»— No sé si sabía que antes teníamos una relación. Bueno, algo así. Pero, no sé. Tal vez hice algo mal… quizá encontró a otra chica, si es así, pues…pues yo me aparto. Se lo he preguntado, pero no me responde. Y yo…yo le quiero. No sé si me entiende. Yo haría cualquier cosa por estar con él… lo que fuese. Pero no tengo idea…tal vez es porque estoy gorda… pero nunca me dio a entender que le molestase eso. Pero si es así, no me importa hacer dieta e ir al gimnasio… pero no sé que pasó y pensé que tal vez usted lo supiese, o al menos podría decirme si está con otra chica…o…no sé. Yo…yo le quiero…mu...mucho— No pude contener más las lagrimas y me eché a llorar. La señora me tendió una caja de clínex ¿será que las madres siempre tienen una a mano? No dijo nada hasta que me calmé.

— ¿En verdad estás dispuesta a hacer cualquier cosa?— Su mirada era inquisitiva, muy penetrante.

— Sí, cualquier cosa.

— Yo quiero que estés con Jorge. Y puedo hacer que estés con él, pero necesito saber si puedo confiar en ti. Quiero saber si de verdad estás dispuesta a TODO, por el amor de Jorge.

—Sí, puede confiar en mí. Yo…yo haría lo que fuese, cualquier cosa. Se lo juro.

— Desde este momento vas a hacer todo lo que yo te ordene, y si fallas, renuncias o dudas, vas a perder a Jorge para siempre. No volverás a tener otra oportunidad de estar con él ¿lo has entendido?— Asentí con la cabeza — Desnúdate — La palabra se quedo suspendida en mi cabeza por unos segundos, como una imagen incomprensible. Le miré a la cara, luego a los lados, al suelo y otra vez a su cara, ella me miraba sin mostrar emoción alguna. Pero a la vez, sus ojos me taladraban, eran imponentes, hipnóticos. Me saqué la sudadera, mientras me preguntaba que hacía. Luego el pantalón — Completa, quítate toda la ropa— No entendía por qué me pedía eso, pero lo hice. Mis pechos quedaron al descubierto, su tamaño me avergonzaba, mis tetas son muy grandes con enormes aureolas y pezones que parecen pistones — Tienes muy buen cuerpo, un poco flojo tal vez, pero eso se resuelve fácilmente. Un poco de tonificación y estarás perfecta— No sabía si darle las gracias o qué.

» Me interesa mucho que puedas estar con Jorge. Más de lo que te puedes imaginar. Pero sucede algo, él tiene ciertos gustos, diferentes, por decirlo de alguna manera. No me refiero a lo físico, así que no pienses que se ha alejado de ti por eso. Le sigues gustando, lo sé. Pero si quieres estar con él, deberás aprender cosas nuevas, cosas que cambiaran tu vida y la percepción que puedas tener del mundo.

— ¿Qué clase de cosas nuevas?— si mi cuerpo no era el problema, estaba dispuesta a aprender física cuántica y darle clases a Stephen Hawking.

— ¿Sabes qué es el BDSM?— Tenía una idea muy vaga sobre esas siglas, pero asentí rezando para que no me preguntase qué era con exactitud — Pues a Jorge le gusta eso. Así que… te puedes poner la ropa, no quiero que te vayas a resfriar…así que si deseas estar con él, y estás dispuesta a cualquier cosa como dices estarlo, deberás aprender sobre este mundo. Yo estoy dispuesta a entrenarte, siempre y cuando estés totalmente decidida y seas discreta, muy discreta, ni siquiera Jorge puede saberlo, no hasta que estés lista. Te espero aquí mañana a las dos de la tarde, tienes tiempo suficiente para investigar y saber realmente a que te enfrentarás. Si decides no hacerlo, pues…no pasa nada, será tu decisión ¿De acuerdo?

— De acuerdo…

*********************************

Cuando Silvia se marchó, me quité el albornoz. La chica tenía un cuerpo delicioso. Un buen culo perfecto para azotar, tetas grandes para atar, buenas piernas. Sin darme cuenta me estaba masturbando en el sofá. La idea de estar con las anillas puestas frente a ella, y que no lo supiera, me excitaba y divertía. Sólo esperaba que tuviese el valor y la voluntad suficiente para volver, realmente deseaba entrenarla y dársela de regalo a Jorge.

No terminé de masturbarme, quería mantenerme al rojo vivo para disfrutar más de la sesión que me esperaba. Además, aún me faltaba un último complemento, el plug anal. Se trataba de una pieza de látex negro de trece centímetros de largo por cinco de ancho, y una cola de caballo que también servía de fusta. Delicioso. Lubriqué mi culo un poco, era un tamaño que controlaba más que bien, me bastó un sólo empujón para tenerlo todo dentro, y estaría ahí hasta que Jorge decidiese sacarlo, así que lo tendría dentro al menos dos horas más.

Dos horas que se me hicieron eternas, no por el plug, eso lo disfrutaba, sino por Jorge y mi deseo de ser usada. El cuerpo de Silvia me había dejado más que caliente, y las expectativas de poder poseerlo me encendían. La puerta se abrió y Jorge entró como un rayo. Estaba enfadado, o por lo menos muy estresado, lo que significaba que necesitaba descargarse, y para eso estaba yo, totalmente dispuesta.

Sin mediar palabras me tomó por el pelo y me llevó casi a rastras hasta la habitación que tenemos preparada para las sesiones. Me colocó bocabajo sobre una mesa y me sacó el plug de un tirón para meterlo de inmediato en mi boca, y sustituirlo por su polla. Aquello fue brutal. Sujetó con fuerza mis nalgas hasta clavar sus uñas en mi piel. Su polla estaba dura, podía sentirla palpitar en mi interior. Un escalofrió recorría toda mi espina dorsal cada vez que la metía hasta el fondo. Las anillas de mi coño tintineaban sin parar mientras mis gritos eran ahogados por el plug en mi boca. Lo único que podía hacer era apretar más el ano y así intentar darle más placer, y al parecer funcionó. No tardé en sentir su corrida en mi interior. Cuando sacó la polla, sentí la leche deslizarse por mis muslos mientras mi culo se quedaba abierto.

Al parecer se había calmado un poco. Ató mis tobillos y muñecas a las patas de la mesa y se marchó. Escuché que entró a la ducha, y luego no sé que más habrá hecho, pero tardó una hora en volver. Temí que se hubiese olvidado que me tenía atada, con esa cabeza que tiene no sería de extrañar.



Acababa de correrme en el culo de mi madre, bueno, de mi madre no, de Camila. Porque cuando hacemos esto ella no es mi madre, es mi perra. El punto era ese, que acaba de correrme en su culo, y vaya que lo necesitaba. Era eso o darle una paliza al gilipollas de mi jefe, y esa idea me estaba resultando más que tentadora. Es que hay cada tonto por ahí. Al menos puedo descargarme con Camila, aunque de una manera diferente claro, pero igual funciona.

Cuando terminé de encularla, la dejé atada a la mesa de la habitación de «juegos» mientras me bañaba y revisaba los mensajes, y fumaba un cigarro. A ella no le gusta que fume, así que me cepillé los dientes y eché ambientador en la habitación, pero estoy seguro que se dará cuenta que he fumado y me reñirá.

Cuando volví a la habitación obviamente continuaba allí. Era una visión espectacular. Su culo ya se había cerrado y continuaba con el plug en la boca. Colgué varios pesos en los aros de su coño, un kilo para ser exactos. Sus labios se estiraron al límite y ella apenas gimió. Luego tomé un especulo y lo introduje en su ano, poco a poco lo fui abriendo hasta que el aparato no daba más de si, unos ocho centímetros más o menos. Podía ver el interior de su recto con total claridad. Entonces se me ocurrió una idea…



Los labios de mi coño estaban estirados a más no poder, mi culo seguro podría aguantar un poco más, pero el especulo sólo llegaba hasta ahí. Cuando Jorge volvió a salir temí que tardase otra hora más en volver, no lo aguantaría, necesitaba correrme lo antes posible. Por suerte volvió de inmediato. Vertió algo en el interior de mi culo, algo tibio que me lleno el hoyo como si fuese un vaso. Más tarde supe que era leche de vaca. Podía sentirla en mis tripas, el calor era muy agradable. Sacó el especulo y me taponó el culo con un plug de unos nueve centímetros de ancho, fue algo brutal, sentí que me rompía a la mitad. Estuve a punto de correrme, pero me faltó un poco más de presión.

Me desató de la mesa para atarme otra vez, en esta ocasión de pie en la pared con los brazos en cruz. El bamboleo de las pesas en mi coño y el ano lleno de leche de vaca y taponado con el plug me provocaban una mezcla de dolor y placer increíbles, pero sabía que faltaba más. Tomó una cuerda, con ella rodeó mi cintura, la pasó entre mis nalgas y el coño, la metió atreves de la argolla de mi clítoris. Luego por debajo del cinturón que se formaba en mi cintura, para después colgarla de una pequeña polea en el techo. A todas estas yo seguía con el otro plug en la boca. Tomó el galón en donde estaba la leche y entró al baño para llenarlo totalmente. Ya me imaginaba lo que iba a hacer.

Cuando colgó el galon lleno de agua en la cuerda, mi cuerpo se estremeció. Me estaba partiendo el coño a la mitad literalmente, llegué a creer que se me desprendería el clítoris de un momento a otro y que tendría que ir a urgencias para que me sacasen el plug del ano. Para hacerlo aún más extremo, Jorge colgó pesos en las anillas de mis tetas…me corrí como una cerda. Cuando mi cuerpo paró de sacudirse, Jorge retiró el galón y aflojó la cuerda lo suficiente para empujarme un vibrador a máxima potencia por el coño, y digo empujar porque con el plug en el culo y el intestino lleno de leche, apenas vibrador apenas entraba en mi coño. Volvió a colocar el galón en la cuerda y sentí que moría de placer y dolor, y estar cerca de la muerte siempre nos hace sentir más vivos.

Jorge se marchó y me dejó allí sola, entre sacudidas y orgasmo. Incluso hasta llegué a mearme varias veces. No sé cuanto tiempo estuve así, pero cuando el volvió a desatarme, no podía mantenerme en pie. Quedé de rodillas en el suelo, el vibrador salió disparado de mi coño húmedo y destrozado. Quitó el plug de mi boca —Déjala abierta— sacó su polla y meo dentro de ella. Su pis era cálido, cayó sobre mis tetas y mi cara, me encantaba sentirlo sobre mí. Al fin me puso a cuatro patas y retiró el plug para meter inmediatamente su polla. La leche salía de mi culo mientras el me embestía con ese rabo tan delicioso, no paro de cogerme hasta que la ultima gota había salido de mi interior. No ni me movía, solo jadeaba y disfrutaba. Para terminar la faena, me ordenó chupar su polla, lo hice lo mejor que pude, estaba exhausta. Pero realmente no tuve que hacer mucho esfuerzo, únicamente dejar que el la metiese hasta el fondo de mi garganta una y otra vez hasta que su leche me llenó. La tragué toda, merecía hasta la última gota. Mientras lo hacía pensé en Silvia, y esperaba de todo corazón que volviese al otro día

Cuando escribí BDSM en el explorador, jamás pensé que encontraría tanta información e imágenes. Era un mundo aparte, cientos de comunidades, paginas, videos, blogs. No sabía por dónde empezar. Así que comencé por lo más básico, Wikipedia:

«BDSM es la denominación usualmente empleada para designar una serie de prácticas y aficiones sexuales relacionadas entre sí y vinculadas a lo que se denomina sexualidad extrema no-convencional.

El término se emplea a menudo, de forma equivocada, como sinónimo de sadomasoquismo. En realidad, es una sigla que da nombre a lo que hoy en día es considerado como una subcultura específica entre sus practicantes. El BDSM se halla estrechamente asociado con la subcultura leather…»


En realidad yo misma empleaba y relacionaba el término de manera errónea. Muchas cosas me parecieron un tanto…raras y extremas. Otras no tanto. A qué mujer no le gusta una buena cachetada en el trasero, o sentirse maniatada de vez en cuando. Aún así, no me hacia del todo a la idea, pero cuando se quiere a alguien…pues se hace lo impensable.

Yo estaba dispuesta a todo. Muchos me tildarían de patética, de infravalorarme como persona, y no respetarme. Tal vez sea cierto. Pero amar es entregarse, no a medias, no hasta donde me convenga, es entregarse y punto. Además, esas personas de los videos no parecían estar pasándolo mal. Estaban ahí por su voluntad, aunque estuviesen atados. Lo que seguía desconcertándome era el interés de la madre de Jorge, Camila. No me imaginaba que clase de madre se tomaba esa clase de preocupaciones por sus hijos, pero seguro que una muy especial.

Llegué a la hora acordada a la casa de Jorge, y ella me abrió la puerta « ¿Otra vez se estaba bañando?» Tenía un albornoz…y tacones. —Hola señora Camila— balbuceé. Ella me invitó a pasar muy cordialmente y con una amplia sonrisa en los labios.

—Has venido. Pensé que no lo harías. Investigaste más a fondo sobre “eso”— asentí en silencio— ¿Y estás dispuesta a entrenarte para satisfacer a Jorge?— Volví a asentir. Ella me observó en silencio— Lo que haremos, las cosas que te voy a enseñar…tal vez sean muy diferentes a todo lo que has vivido antes. Quiero estar segura que no saldrás corriendo a la primera. Te haré unas cuantas preguntas ¿has tenido sexo anal?— La respuesta fue sí. A Jorge le encantaba encularme quise añadir, pero me lo reservé— ¿tríos u orgias?— eso no, aunque alguna vez he fantaseado ¿pero quien no?— ¿lesbianismo?— Aprendí a besar con una amiga, no se si eso contaba. Me preguntó sobretodo lo que se podía preguntar y respondí con franqueza. Cuando terminó el interrogatorio, mis mejillas estaban rojas como un tomate y tenia las orejas calientes —Quítate la ropa, toda. Quédate totalmente desnuda. Vuelvo en un momento— pensé que me examinaría de nuevo, ya lo tenía previsto, así que me había depilado el coño en la mañana. Tenía que estar presentable.

Intentaba mentalizarme, entrar en situación «Esto lo hago por Jorge» lo repetía como un mantra budista en mi cabeza. Debía confiar en esa mujer, y en que me podía ayudar. Debía confiar en mi misma, y en que podía superar cualquier prueba. —Silvia, ven aquí— me gritó desde su habitación. Corrí enseguida hasta ella…y la encontré desnuda. — Empezaremos por explorar tu cuerpo— o eso creo que dijo, porque me quedé embelesada mirándole. Tenia que reconocerlo, la mujer estaba tres veces mejor que yo y podía ser mi madre. —Ven, siéntate aquí— Me senté en la cama, frente a un armario que tenía las puertas de espejos.

—Mírate ¿qué ves?

— A… a mi— me daba vergüenza verme al espejo, mi cuerpo no me gustaba mucho que digamos.

—No. Te diré lo que yo veo— separó mis piernas y me apartó las manos de los pechos— Veo un cuerpo con mucho potencial, voluptuoso y apetecible. Veo curvas femeninas… una mujer sin curvas es como un pantalón sin bolsillos, no se tiene un buen lugar en donde poner las manos. Estoy seguro que a Jorge le encantan tus curvas. Pero debemos tonificarte un poco. No que rebajes veinte kilos ni nada. Solo quemar un poco de grasa. Te pagaré el gimnasio y un entrenador personal y todo lo que haga falta para ello. Y tú debes comprometerte a seguir sus instrucciones al pie de la letra— asentí — mi meta, y te seré muy sincera con esto, es que seas una esclava sexual para Jorge. Sé que puede sonar muy extremo, pero hasta que no lo experimentes, no sabrás lo que es. Pero no quiero perder el tiempo ni mi esfuerzo si no lo vas a hacer de corazón ¿me he explicado con claridad?

—Sí, lo ha hecho…y estoy dispuesta a hacerlo— ya había leído sobre el tema de las esclavas sexuales, y sinceramente, no se veía tan mal el asunto.

— Tu cuerpo será un instrumento para dar placer tanto físico como mental. Esto no se trata de abrirse de piernas o dar una mamada, se trata de mucho más, de entrega, de disciplina, de anteponer la satisfacción ajena sobre la propia. Tu placer será poder complacer sin esperar nada a cambio. Tu recompensa será la que tu dueño decida darte, si decide darte alguna— mientras hablaba, sacó un vibrador de un cajón— tu placer será poder complacer, repítelo— susurré las palabras mientras ella comenzaba a acariciar mis muslos con sus suaves manos— relájate. No puedes complacer a alguien si no sabes que es lo que te complace a ti. Y para ello, debes experimentarlo todo— cuando tocó mi coño me estremecí. «Mi placer es complacer» repetía una y otra vez.

Sus dedos acariciaron mi clítoris. Estaba tensa. Cerré los ojos y me concentré en repetir «Mi placer es complacer» sabía en dónde y cómo tocarme. Sin darme cuenta estaba tendida en la cama mientras ella besaba mis pezones «Mi placer es complacer» se me escapó un gemido cuando metió el dedo en mi coño. Me sorprendí mucho al notarlo húmedo, realmente estaba excitándome. Tal vez era debido al tiempo que llevaba sin que nadie me tocase… o simplemente era que me gustaba. Dejé de hacerme preguntas cuando el vibrador entró en mi coño. Sólo intentaba repetir las palabras «Mi p…placer es complacer…r» pero estaba gimiendo de placer. La suavidad con que me tocaba, la habilidad…era fantástico. Sentí como el orgasmo llegaba, primero suave como un susurro entre mis piernas, un cosquilleo en mi vientre que crecía hasta convertirse en un grito, una explosión que me hizo temblar.

Ahí terminó la experiencia de esa tarde. Fue algo corto y sencillo hasta cierto punto, pero que en verdad significaba mucho. No paraba de preguntarme qué había hecho. O sea, la madre de mi novio me hizo una paja. La mejor paja de mi vida debo añadir. También me regaló un maletín lleno de juguetes sexuales de todos los tamaños, formas y colores, junto a una lista de tareas, la primera de ellas era masturbarme todos los días al menos cinco veces. Esa era fácil teniendo en cuenta lo rápido que me corría. La segunda era entrenar mi culo, ahí el asunto no era tan sencillo. Jorge me había enculado muchas veces, pero yo no acababa de pillarle el gusto, no era que me desagradase pero placer lo que se dice placer, no me causaba. «Mi placer es complacer» de eso se trataba, así que si debía ensanchar mi ano al limite de lo físico, lo iba a hacer. Pese a mi disposición, no dejaba de sentirme rara ante la situación de ser educada de esa manera por Camila. Me preguntaba si estaba haciendo lo correcto, todo era tan raro y surrealista.
 
Arriba Pie