Mi inolvidable iniciación [parte 12] Final?

kamuix99

Pajillero
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Nosotras no sabíamos realmente cómo reaccionar ni qué responder ante la irrupción inesperada del hombre de nuestros sueños.
Él caminó hasta donde estábamos sentadas sin ropa, con el animal maniatado de las patas y con la verga aún colgándole.
El hombre comentó: -Lo veo y no lo creo.
pero bueno, no deja de ser una agradable sorpresa.
Mary y yo nos mirábamos avergonzadas.
Lo único que se nos ocurrió en ese instante fue recoger nuestras ropas y en un acto de incomprensible pudor, ponerlas sobre nuestros desnudos cuerpos; aunque bien sabíamos las dos que él conocía nuestras morbideces físicas a la perfección.
-Ahora, tendrán que cooperar conmigo si no quieren que esto se sepa en la Ranchería Rosales, niñas.
–sentenció el hombre- -Noooo.
–respondió mi hermana con terror- Por favor, señor, no se lo vaya a decir a nuestra madre.
creo que nos matará si llegara a saberlo.
-Pues eso dependerá de ustedes.
–contestó con una sonrisa en los labios- -¿Qué quiere que hagamos? –le preguntó Mary con el rostro lívido, no sé si de la vergüenza o del miedo que sentía- -Bueno.
creo que lo mejor será que nos pongamos de acuerdo en eso, nena –respondió el hombre- -Usted solamente díganos qué es lo que quiere y nosotras lo haremos.
se lo aseguro.
verdad Angelita? -Si.
sí.
–tercié yo apoyando tímidamente a mi hermana- -Muy bien.
eso me parece una buena idea.
–dijo él- -¿Nos dirá qué es lo que quiere usted? –le pregunté yo aún con cierto temor reflejado en mi rostro- -Si, claro.
lo que quiero es que de ahora en adelante, cada vez que yo les diga, hagan lo que les pida.
-Ah.
¿Es eso? –dijo Mary- -Si.
sólo eso.
–contestó el desconocido- -Está bien –respondió mi hermana- Sólo díganos qué quiere que hagamos y no hay problema.
pero prométanos no decir nada a nadie de todo ésto que vió.
-Si, por supuesto.
–respondió el hombre- Por ahora lo que deseo es que los tres tengamos una sesión de sexo aquí mismo.
últimamente las he estado extrañando muchísimo.
-Oh.
pero claro –dijo mi hermana con el rostro encendido- ¿Tú qué dices, Angelita? -Que sí.
que me parece bien.
–contesté yo- -Perfecto –asintió él- Ahora, desaten la bestia y suéltenla en el potrero.
Mi hermana obedeció de inmediato y se dio a la tarea de quitarle las amarras al caballo, para después azuzarlo.
El negro garañón salió corriendo hacia el llano.
Me di cuenta que el hombre aquél, mientras Mary desataba al animal, no le quitaba los ojos de encima.
Pude descubrir que en sus pupilas ya brillaba una chispa de lascivia.
Aquella mirada me hizo recordar los gratos momentos de calentura sin igual que yo había vivido con él en la soledad del bosque.
Recordaba asimismo el momento de mi real desfloración y muy particularmente el enorme tamaño de su grueso pene.
Comencé a experimentar una alteración en mis sentidos que aparte de darme un poco más de confianza, me incitaba a volver a gozar con la regia verga del hombre de mis sueños.
En medio de mis pensamientos no me di cuenta que él había aprovechado esos momentos para quitarse la ropa hasta quedar sin nada encima.
Tanto mi hermana como yo no dejábamos de admirar la robusta figura que tantas ansias nos causaba.
Él comentó: -Bueno, niñas.
vamos a meternos más allá, por si a alguien se le ocurre pasar por aquí.
no quiero que nos vean.
Él caminó unos veinte metros hacia adentro de la espesura en tanto nosotras le seguíamos desnudas, hasta que al fin halló un clarillo que era el sitio ideal para poder dedicarnos a la tarea que más nos agradada.
Una vez allí, el hombre nos dijo: -Haremos lo siguiente: Tú, Angelita –dijo señalándome- te pondrás acostada sobre el piso para que me la mames primero.
Y tú, Mary, ven aquí, que quiero besarte.
Las dos hicimos lo que nos pedía.
Yo me recosté sobre la hierba verde mientras mi hermana se acercaba a él.
Desde el piso pude ver que su verga ya estaba enhiesta y admiré por enésima vez el grosor y largura de su pito parado.
El tomó de las manos a Mary y la pegó a su cuerpo procediendo a besarla en la boca en tanto con una de sus manos le acariciaba las tetas.
Mientras esperaba mi turno yo observaba con interés los expertos tocamientos del hombre sobre la humanidad de mi hermana, viendo cómo apretaba las blancas y suaves bolitas de sus pechos provocando que ella cerrara los ojos y se abandonara poco a poco al deleitoso placer de la excitación que el manoseo le producía.
Después de abrevar por varios minutos en los glóbulos pectorales de María, el hombre se separó de ella y se recostó boca arriba sobre el suelo.
Luego le indicó a mi hermanita que se subiera a horcajadas sobre su cara con la finalidad de mamarle ahora su felposo chochito en tanto me indicaba a mí que me aferrara a su tranca erguida.
Ni Mary ni yo nos hicimos del rogar ante tal petición puesto que todo aquello no tan sólo nos encantaba sino que lo deseábamos tanto en esos instante que pusimos manos a la obra.
Antes de meterme el grueso tolete dentro de mi boca alcancé a ver cómo mi hermana se anchaba de piernas y se acomodaba sobre la cara del individuo, quien empezó a lenguetear su delicioso bollito.
Tomando su descomunal herramienta entre mis manos me dediqué por mi parte a saborear ansiosamente las mieles de aquel pene fenomenal frotándole mi lengua alrededor de su ancha cabeza de corazón, que aparecía hinchada y enrojecida a causa de la brama, para luego metérmelo de plano dentro de mi boca, en un acto de infinita lujuria que hizo gemir al añorado desconocido.
Las breves gotitas de semen que asomaban en el orificio de su glande pronto se confundieron con mis fluidos salivales, pues procuraba escupir el grueso pito una y otra vez con el propósito de generar la mayor humedad posible.
Ya me daba cuenta que después de todo él se gozaba con mis mamadas, pues sin ser una experta en esas lides, sí procuraba ponerle la mayor pasión que podía.
Sin duda el hombre aquél se regocijaba con mi trabajo bucal, apreciando que movía sus piernas con desesperación a causa de las incomparables sensaciones que mi lengua le producía.
Levantando mis ojos de vez en cuando advertía que Mary, por su parte, no dejaba de gozarse al máximo con la chupada tan rica que el desconocido le prodigaba a su cuquita vellosa, pues la escuchaba gemir y retorcerse al mismo tiempo frotando su abierta vulva sobre el rostro del hombre de nuestros sueños.
Permanecimos los tres en la misma posición por largo rato, disfrutando largamente y sin prisas de los delirios que el triple acoplamiento nos proporcionaba.
En tanto el enredijo de nuestros ardientes cuerpos incrementaba nuestra propia brama, sentía cómo el pene del hombre crecía y crecía dentro de mi boca hasta convertirse en el regio cañón que antes había conocido.
No pasó mucho tiempo para que los fluidos que salían de la punta colorada se fuesen haciendo más espesos, lo cual me indicaba que la eyaculación se aproximaba.
Fue por ello que el hombre, perfecto conocedor de su trabajo sexual, pronto apartó con sus manos su pene alejándolo de mi sedienta boca.
Entendiendo que lo que él deseaba era quizás cambiar de posición, me incorporé y contemplé a mi hermanita jadeando y gimiendo entre estetores de placer con su hendidura pegada a la cara de él.
Como pudo, el desconocido le indicó a Mary que se levantara un poco, sacando su cabeza de entre sus verijas abiertas y humedecidas de saliva y leche.
El hombre se puso de rodillas y sin decir una palabra le hizo señas a mi hermana indicándole que se recostara con las piernas abiertas frente a él.
Enseguida entendí lo que deseaba, pues no había terminado aún Mary de acomodarse cuando él se le fue prácticamente encima, proyectando la roja cabeza inflamada en el centro de su rajita frontal.
Cuando consideró que el tiro era seguro me dijo: -Anda, Angelita.
que tu hermana te mame tu chochito mientras yo me la cojo a ella.
necesito ver cómo te lo chupa.
Ante tan lascivo pedimento no esperé más y rodee sus cuerpos para acomodarme justo encima de la boca de Mary.
Ví cómo ella tenía los ojos perdidos de deseo y sólo deseaba ser al fin penetrada por la tranca endurecida que tenía puesta en la abertura de su rajita.
Yo fui bajando mi culo poco a poquito en dirección a los labios de mi ardiente hermanita, quien ya tenía la boquita abierta para recibir el anhelado nidito de mi cuquita sin pelos que aterrizaba sobre su cara.
Pronto sentí cómo se hundía su caliente lengua dentro de los plieguecillos sonrosados de mi ardiente papayita, moviéndose serpenteante entre las carnosidades internas.
Desde la perspectiva que tenía podía admirar perfectamente la actividad del desconocido, quien de un solo empujón le metió más de la mitad de su grueso sable a Mary, que no pudo evitar que un gemido de intenso placer escapara de su garganta, aún cuando se hallaba ocupada mamándome mi bollito.
Al escuchar sus delirantes jadeos no pude menos que envidiar la privilegiada posición en que se hallaba, con la verga de nuestro amante entrando hasta lo más recóndito de sus entrañas.
En ese momento lo que más anhelaba era que el hombre acabara pronto de cogérsela para ser después yo quien bebiese las mieles de aquel tremendo pito que tantos y tantos placeres me había proporcionado.
Mas por ahora tenía que conformarme con ser sólo una espectadora del espectacular ayuntamiento, por lo que me dediqué a disfrutar de las chupeteadas que Mary le hacía a mi chochito.
Con gran velocidad el desconocido comenzó a moverse de un lado para otro con la verga hasta el tope dentro de la hendidura de Mary, en tanto ella lanzaba grititos de gozo.
Pude admirar cómo la abertura frontal de mi hermanita albergaba por completo la descomunal vara del delirio que entraba y salía con fuerza de su cavidad humedecida.
Para no ser menos yo continuaba refregándo con singular frenesí mi vulva encendida por encima de la cara de Mary, quien ahora estaba siendo atacada por dos frentes.
El gozo que mi hermana debía sentir en aquellos momentos era incomparable, a juzgar por los constantes gemidos y jadeos que salían una y otra vez de su garganta.
En un momento dado aprecié cómo ella intensificaba su chupamiento sobre mi bollito, comprendiendo que estaba a punto de venirse.
Con toda seguridad su atacante debió entenderlo también, pues de inmediato arreció sus frenéticas acometidas sabedor de que su accionar incrementaría al máximo el placer y la brama de mi caliente hermanita, quien se gozaba como toda una puta atravesada por el falo sin igual de nuestro amante desconocido.
Pronto comprobé que mis pensamiento no eran errados, pues Mary explotó repentinamente en un orgasmo tan intenso que hasta me mordió los labios vulvares causándome dolor.
Por reflejo me aparté de ella subiendo un poco mi grupa, en tanto el hombre la bombeaba con su negra y gruesa manguera realizando movimientos circulares que hacían gritar a Mary de brama y de deseo, mientras ella se descargaba entre delirantes y estremecedores espasmos que me embramaron más de lo que ya estaba.
Ante tal espectáculo volví a aflojar mi cuerpo para depositar de nuevo mi papayita sobre la boca babeante de mi hermana, quien más veloz que una serpiente introdujo su lengua en el resquicio palpitante de mi abertura, haciendo que yo explotara también en un terrible orgasmo que debió llenarle de leche su sedienta garganta.
Como era obvio el desconocido no se vino en esta ocasión, haciendo gala una vez más de su increíble vigor y aguante para retener la eyaculación y aumentar con ello su potencial amatorio.
Al cesar los retorcijones de mi hermana que eran indicativos de que la cadena de orgasmos había concluído, el desconocido le fue sacando la verga con lentitud, observando yo cómo aquél pájaro negro no había disminuído en lo absoluto de tamaño, saboreándome de antemano el regio bocado que me aguardaba.
Tal como lo había previsto el hombre le dijo a Mary que se levantara del piso indicándome ahora a mí que me tendiese sobre el verde musgo.
Más veloz que una gacela en celo yo me acomodé boca arriba y abrí las piernitas lo más que pude para dar paso libre al deseado intruso que ahora observaba boqueante y embarrado de leche por la batalla que acababa de sostener.
Mary, demostrando sus extraordinarias dotes para ese tipo de cosas, adoptó la misma pose que yo había mantenido antes, y abriendo sus piernas se colocó por encima de mi cara poniéndome su vulva lechosa sobre la boca.
De inmediato hundí mi lengua dentro de su cavidad enrojecida moviéndola en deliciosos círculos mientras bebía el viscoso líquido que fluía de sus entrañas.
Pero confieso que todas mis ansias se centraban en la verga de nuestro amante, cuya punta endurecida ya tocaba las puertas de mi inundada cuquita.
Por lo visto el desconocido estaba tan caliente que deseaba penetrarme cuanto antes, pues enseguida sentí la presión del peso de su cuerpo sobre el mío, en tanto su falo descomunal comenzaba a abrirse paso por en medio de mi abierta y anhelosa hendidura.
Sabedora del tamaño de su verga y de los estragos que podía causarme, me aflojé lo más que pude para facilitar la invasión del añorado y oscuro intruso, que poco a poco se fue introduciendo dentro de mí provocando que una serie de gemidos de placer salieran de mi garganta.
Pronto el colgajo de carne caliente se perdió en los intrincados recovecos de mi vulva, en tanto el hombre comenzaba a moverse con rapidez.
Yo sentía claramente cómo la gruesa punta de aquel invasor de mis deseos golpeaba con fuerza la cara interna de mi matriz, pues debido a su extrema largura me llegaba hasta lo más hondo de mis entrañas.
Pero más que sentir dolor era una brama tan intensa la que experimentaba, que me propuse ayudar efectuando suaves movimientos de mi culo que fui arreciando cada vez más, hasta que mi desflorador y amante se sincronizó conmigo.
Por largos e interminables minutos aquella verga descomunal entraba y salía con violencia de mi apretado chochito, llevándome a un estado tal de brama que comencé más que a gemir, a emitir ansiosos gritos de lujuria que debieron calentar aún más a Mary y a mi amante.
Atravesada a más no poder por aquella larga vara palpitante, y ante la exquisita belleza de la vulva de mi hermana frotándose contra mi boca, no pude aguantar más y yo también exploté en un orgasmo increíblemente generoso que puso a temblar todas mis carnes.
Las tremendas sensaciones de deleite que la venida me provocaba se vieron aumentadas en gran forma por los poderosos bombeos del pito de mi amante, que entraba y salía con violencia de mi repujado coñito sin dejar de visitar ni por un momento las carnes interiores de mis entrañas una y otra vez, lo cual hizo que gritara con mayor fuerza, patentizando de ese modo la intensa lujuria que experimentaba.
Motivada de seguro por mis lamentos de lascivia, Mary se repegó con fuerza a mi boca abierta, mientras se derramaba igualmente en leche dentro de mi cavidad bucal.
Tratando de no perderme del exquisito elíxir que rezumaba su lindo bollito, le metí la lengua lo más adentro que pude, gratificándola ampliamente e incrementando con ello la intensidad del gozo de su orgasmo.
En tanto mi hermanita se vaciaba dentro de mi boca, sentí que de la punta del pene de mi culeador comenzaban a brotar los calientes efluvios seminales que golpearon con fuerza las paredes interiores de mi vagina.
La lluvia de leche fue tan copiosa que creí que jamás acabaría de salirle todo el líquido de adentro, pues fue tan largo el estertor de su venida que me llenó por completo la hendidura de semen, el cual se desbordó irremesibalemente por fuera de mi papayita.
Mentalmente le daba las gracias a mi amante cogedor por haberme escogido para ser yo la depositaria de su vital savia, lo cual me hacía sentir tan plena que no pude evitar que una sonrisa de satisfacción asomara por las comisuras de mis labios.
Mas por lo visto aquel hombre no deseaba dar por terminada la caliente triple sesión de sexo, ya que después de haberme sacado la verga de mi chochito, le dijo a Mary que fuese ella quien se pusiera en cuatro patas.
Al escuchar tal petición yo dirigí mi vista hacia su grueso sable viendo que éste se hallaba aún en plenitud, a pesar de la tremenda venida que acababa de experimentar.
Mi admiración ante tal demostración de vigor no tuvo límites al contemplar a mi hermanita puesta de rodillas sobre el pasto con su hermoso culo levantado y la gruta abierta y mojosa, en tanto nuestro amante la montaba de nuevo con un deseo tan intenso que no tuve más remedio que comenzar a tocarme la rajita al despertarse nuevamente en mi interior el ardor y la calentura.
Más pronto de lo que esperaba la gruesa daga se perdió en las profundidades de la vulva de Mary, quien ya exhalaba gemidos de placer que se confundían con los grititos de brama del amante culeador.
Al darme cuenta de que el hombre no me daría esta vez ninguna participación en la cogida aproveché tal circunstancia para tenderme a un lado de sus cuerpos mientras me deleitaba observando el generoso acoplamiento, tocándome con ansia y frenesí mi bollito con mis dedos hundidos entre los calientes y enlechados pliegues de mi vagina.
Ví cómo nuestro amante hundía su colorada verga en la hendidura de Mary, quien comenzó a gemir de nueva cuenta emitiendo sin cesar aquellos lamentos de placer y brama mientras era penetrada hasta lo más profundo por el pito endurecido del hombre de nuestros sueños.
La posición en que mi hermanita se encontraba me ofrecía un espectáculo incomparable, ya que podía ver aquel vergón brutal entrando y saliendo de la ardorosa y caliente cueva con una velocidad pasmosa, provocando en ella los más ardientes deseos de intensísima lujuria.
Por un buen rato los dos se mantuvieron cogiendo como desesperados, ella moviendo su linda grupa sobre el peludo pubis masculino, y él arremetiendo con violencia sobre el culo de mi hermana.
Como era de esperarse aquel encuentro no podía durar demasiado tiempo, pues debido al ardor de que los dos amantes hacían gala, pronto la naturaleza tuvo que venir en su auxilio, no pudiendo evitar ninguno de los dos las urgencias orgásmicas que hizo estremecer sus cuerpos de pasión y delirio.
Al no tener de momento otra opción de la cual echar mano, mantuve mi falange hundida en el interior de mi inundada gruta, hasta que un orgasmo interminable hizo su aparición desfogando la brama que sentía al ver a mi hermana y al desconocido cogiendo de esa forma.
Cualquier duda que yo pudiera haber tenido acerca de la potencia y masculinidad de aquel hombre quedaron de sobra comprobadas en aquel triptico encuentro, pues me daba perfectamente cuenta de que nuestro amante no tan sólo era capaz de coger y coger en solitario demostrando un aguante sin comparación, sino que ahora veía con satisfacción que también podía tirarse a dos jóvenes e insaciables mujercitas al mismo tiempo sin que por ello disminuyese en lo absoluto su gran capacidad culeatoria.
Y si de alguna manera pensaba que después de sacarle el pene a Mary él daría por terminado aquel encuentro, estaba más equivocada que nunca, pues la señal que enseguida me hizo me dio a entender que aún le quedaba leche para surtir una vez más mi exigente chochito.
En virtud de que ese tipo de peticiones eran mi bocado favorito pronto adopté la misma pose de mi hermanita, levantando hacia lo alto lo más que pude mi culito para ofrecerle de nuevo mis exquisiteces escondidas.
Blandiendo el enorme falo parado entre sus manos, que ahora se mostraba más rojo que nunca, me colocó la inflamada cabeza de corazón en la entradita de mi raja ardiente.
Mi linda hermanita, comprendiendo que le había llegado su turno de permanecer en calidad de observadora, se tendió sobre la hierba como yo lo había hecho antes, para comenzar a autoprodigarse placer con sus propias manos, mientras admiraba el ayuntamiento de nuestros sudorosos cuerpos.
Mi amante arremetió sobre mi culo con singular ahínco, demostrándome una vez más su extraordinaria capacidad para coger sin dar ni pedir tregua.
Yo sentía aquel bastión de carne caliente entrar y salir con fuerza de mi hendidura perdiéndose irremediablemente en las honduras de mis entrañas.
Era realmente increíble cómo el pito de aquel hombre, en lugar de aflojarse, adquiría una dureza tal que esta vez no pude menos que admirar el enorme tamaño y la inmensidad de su grosor.
Como consecuencia de ello la brama hizo su aparición dentro de mi sangre, por lo que me repegué con violencia a su pubis con la clara intención de que me traspasara, de ser posible, hasta verme atravesada por su daga incomparable.
Indudablemente que aquella sesión triple me estaba enriqueciendo, más aún cuando advertí que entre más me cogía el desconocido, más fuerte surgía aquel delirio que me llevaba a los extremos de la más inenarrable lujuria.
Para entonces la tranca endurecida de aquel hombre se me hundía una y otra vez entre mis labios vulvares con una violencia inaudita, sintiendo cómo el mete y saca que ejercía dentro de mi rajita se intensificaba cada vez más.
Yo apretaba con fuerza mi coñito con la intención de succionar al máximo aquel palo del placer, que continuaba entrando y saliendo con velocidad de mis entrañas abiertas.
Fue por ello que más pronto de lo que hubiera deseado me vino el inminente orgasmo en toda su plenitud, descubriendo por primera vez en mi vida el prurito secreto de que entre más se coge, más intensas son las venidas.
Ante la insoportable urgencia de descargarme aflojé todos los músculos de mi cuerpo abandonándome en definitiva al enorme y exquisito gozo que mi amante me proporcionaba, en tanto me mantenía atravesada por completo sin que nada de su regia verga quedase fuera de mi oquedad ardiente.
El experimentado macho, conocedor profundo de las reacciones de una mujer, quiso acabar al mismo tiempo que yo, eyaculando el resto de sus efluvios seminales dentro de mi cuquita, la cual fue llenada de leche como jamás había sentido.
Así como me encontraba ahora, con los ojos cerrados y la sangre encendida por el disfrute del inigualable clímax, escuchaba gemir con fuerza a mi hermanita anunciándome con ello que justamente se estaba viniendo también a causa de la manipulación de sus genitales.
Y no era para menos, pues el espectáculo que le habíamos regalado era más que suficiente para pajearse con la más intensa lujuria, lo cual Mary sabría aprovechar maravillosamente.
Aún con la verga adentro de mi papayita, voltée hacia el sitio en que ella se hallaba, viendo que mantenía sus piernas levantadas y su mano metida en su velloso pubis, sin que los intensivos tocamientos de sus manos cesaran.
Habiendo considerado con certeza que había llegado el momento de nuestra separación, el desconocido me fue sacando el pito con lentitud, mientras le decía a mi hermana: -Mary.
creo que por hoy es suficiente.
supongo que tienen un horario para regresar, no es así? -Si.
así es –respondió ella- -Pues creo que ya se les hizo tarde.
y no quiero que su madre les niegue el permiso de salir otra vez.
-Claro.
ni nosotras deseamos eso.
-respondió Mary- -Tú que opinas, Angelita? –me preguntó él- -Que sí.
que tiene usted razón.
–le respondí- -Pues entonces, vamos a limpiarnos y a vestirnos para que ya se vayan a casa –dijo él- -Si.
hagámoslo –terció mi hermana- Mientras nos dábamos a la tarea de asear nuestras partes pudendas, el hombre de nuestros sueños nos espetó: -Qué les parece si nos vemos aquí mismo dentro de tres días? -Mmmm.
no sé si podamos –le dijo mi hermana- -Y eso por qué, linda?.
no quedamos en que harían lo que yo dijera? -Si.
pero necesitamos saber si disponemos de tiempo para ello –le dijo Mary con seguridad- -Bueno.
está bien.
yo andaré por el camino para ver si las encuentro –dijo el hombre- Al darme cuenta de que lo que él proponía era demasiado riesgoso debido a que Pepe podría verlo y sospechar algo, yo intervine: -Ay Mary.
y no sería mejor que pactáramos vernos con él el próximo sábado? -Mmmm.
pues sí, Angelita.
eso me parece más razonable.
así no correremos ningún riesgo.
-¿Qué opina usted? –le pregunté- -Pues si.
me parece bien.
el próximo sábado a las doce aquí mismo –sugirió él- -De acuerdo.
nos veremos aquí mismo –asintió mi hermana- Después de acordar el trato terminamos de vestirnos y nos despedimos del hombre que tanto nos había hecho gozar.
Caminamos rumbo a la valla de alambre mientras vimos cuando él montó en su caballo y se alejó trotando por la llanura.
Una vez que salimos al caminito real, yo le dije a mi hermana: -Uff, Mary.
en la que nos metimos, no? -Si, mujer.
yo pensé que era otra persona.
pero mira nada más que coincidencia, no? -Si.
linda coincidencia, Mary.
-Y dime Angelita.
te gozaste mucho con él? -Ay manita.
claro que sí.
realmente gocé como nunca.
jijijiji.
-Yo también gocé de lo lindo.
qué salvaje es ese hombre para culear, no crees? -Y qué aguante tiene.
imagínate, venirse dentro de las dos.
-Así es.
es un hombre muy experimentado.
-No lo dudo.
comparado con Pepe.
uffff.
-Jajajaja.
Pepe no le llega ni a los talones, linda.
-Lo sé.
lo sé.
por eso me da gusto que ahora lo podamos gozar juntas, no te parece? -Si.
todo esto es una afortunada casualidad.
y ya ves.
todo se resolvió sólo.
-Si.
pero debemos tener cuidado, manita.
-Lo sé.
sería tremendo que alguien nos descubriera.
En esa amena charla divisamos a lo lejos nuestra casa, que para nuestra suerte seguía cerrada, señal de que mi madre y nuestros hermanos aún no regresaban del campo.
 

kamuix99

Pajillero
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Termino de postear la historia hasta donde la tengo (sin editar) para su disfrute. Creditos a quien se los meresca.

Ahora a la dificil tarea de elegir otra historia de mi coleccion...

:icon_razz::clap:
 

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Virgen
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Bueno dele con la # continuidad o inventate otro relato que te sale bien la musa
 
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