Mi Historia Con Belinda CAPITULO 2

roman74

Pajillero
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AsÃ* inclinada completamente hacia mÃ* y abrazada como la tenÃ*a, comencé a moverme debajo de Belinda haciendo que mi pene empezara a entrar y salir de su vagina, eran movimientos lentos, Belinda de forma inmediata reaccionó comenzando a gemir suavemente, en ese momento le mencioné: ¿Quieres que sigamos mi amor? Ella dentro de sus suaves gemidos me contestó: Siii, bebe, pero, espera. Y al decirme eso se enderezó quedando otra vez completamente sentada sobre mÃ*, le vi intenciones de quererse quitar de arriba de mÃ*, asÃ* que le dije: No, mi amor, no te quites. Belinda me mencionó: Déjame poner música para que no se escuche el ruido que hacemos. Yo le mencioné: Ok, pero, no te quites, yo te llevo. Belinda se quedó quieta no entendiendo muy bien a lo que me referÃ*a, yo debajo de ella me fui moviendo sobre la cama con Belinda arriba de mi, me deslicé sobre el colchón hasta que bajé mis pies al suelo, ella sonreÃ*a diciéndome: Hay bebe ¿Qué es lo que haces? Mejor me quito porque te puedo lastimar. Yo le dije que no, que se tranquilizara, me puse de pie cargándola, sosteniéndola con mis manos de sus nalgas, ella me abrazó de mi cuello para detenerse, sus piernas quedaron bien abiertas hacia los lados.
Belinda reÃ*a nerviosamente y me seguÃ*a preguntando en voz bajita que es lo que yo pretendÃ*a, le mencioné que lo único que querÃ*a era no separarme de ella. Caminando con Belinda agarrada de mi y sin que mi pene saliera de su rica conchita llegué hasta donde estaba el aparato de sonido, ella estiró uno de sus brazos y lo encendió con su mano haciendo que se escuchara música a un nivel medio, luego me volvió a abrazar de mi cuello y sin que yo se lo pidiera me besó en la boca, ahÃ* parado como estaba cargando a Belinda al mismo tiempo de estarnos besando tomada de sus muslos y nalgas como la tenÃ*a comencé ha a moverla haciendo que mi pene iniciara de nueva cuenta el mete y saca en su apretada y humeada vagina, ella me tenÃ*a bien abrazado de mi cuello, sus piernas colgaban hacia los lados y se balanceaban en cada movimiento que yo hacia para que mi verga le estuviera entrando y saliendo en su rica panocha.
Belinda fue gimiendo cada vez más y más fuerte y en momentos daba gritos cortos al mismo tiempo que jadeaba enardecidamente, me di cuenta que esa posición le gustaba ya que en pocos instantes estaba completamente enloquecida, los parpados de sus ojos las mantenÃ*a cerrados, yo con mis manos la seguÃ*a moviendo aunque llegó el momento en que ya no lo necesité hacer porque Belinda tomada de mi cuello, enredó sus piernas en mis nalgas y comenzó a moverse por si sola de una manera febril, gemÃ*a y gritaba diciendo palabras que apenas se entendÃ*an: Haaa, haaay, mi amor, mi amor. Yo en ese momento le pregunté: ¿Te gusta asÃ* mamita? Ella balbuceando me mencionaba: Sii, Sii, bebe, siii, me estás haciendo sentir otra vez, haaaa. Belinda con los impulsos que se daba agarrada de mi cuello y enredada con sus piernas de mis nalgas hacia que una buena porción de mi verga entrara y saliera de su panocha.
Siguió ahÃ* colgada de mi moviéndose alocadamente, llegó el momento en que agarrada de mi cuello se hizo muy hacia atrás, su cabeza la dobló también hacia atrás notoriamente, lanzó un grito ahogado abriendo desmesuradamente su pequeña boca y se comenzó a sacudir como si tuviera esc
alofrÃ*os, asÃ* lo hizo por varios segundos, esta vez sus sacudidas fueron por más tiempo y más intensas que las anteriores que habÃ*a tenido, hasta que poco a poco se fue quedando quieta, se pegó otra vez hacia mi cuerpo y se abrazó fuertemente de mi, ya no gemÃ*a solo jadeaba, parecÃ*a como si acabara de llorar, su cabeza la recargó en uno de mis hombros y en voz muy bajita pero aun con respiración acelerada me dijo: Bebe ¿Terminaste dentro de mi? Yo le contesté: No chiquita, de hecho no he terminado. Ella me mencionó: No lo vayas ha hacer dentro de mÃ* por favor. No le contesté nada, deteniéndola de sus nalgas comencé a caminar con ella, llegué a la orilla de la cama y la deposité en el colchón.
Belinda quedó recostada en la orilla del colchón y yo de pie junto a la cama, mi pene seguÃ*a adentro de su panocha, con mis manos la tomé de sus piernas y se las levanté un poco y ahÃ* parado comencé a moverme, metiéndole y sacándole otra vez mi pinga en su panocha, yo para ese momento me morÃ*a de la excitación, sabÃ*a que mi eyaculación pronto vendrÃ*a, ella de nueva cuenta empezó a jadear y gemir levemente, con sus puños apretaba el edredón que cubrÃ*a el colchón.
Comencé en ese momento ha hacer ruidos con mi boca diciéndole cosas referentes ha lo mucho que me estaba gustando, pienso que eso hizo suponer a Belinda que yo estaba por eyacular, entonces me dijo: ¿Ya vas a acabar? Le contesté: Si mi cielo, ya estoy por terminar. Ella de inmediato me mencionó: No, espérate. Y al decirme eso se impulso en la cama con sus codos haciéndose para atrás, mi pene salió por completo de su caliente panocha, me quedé sorprendido ya que de golpe dejé de disfrutar lo rico que estaba sintiendo, entonces le dije: Mi amor ¿Por qué te quitaste asÃ*? Ella me respondió: Perdón, pero es que no quiero embarazarme. Yo me quedé parado junto a la cama con mi pene bien erecto, mis ganas de eyacular seguÃ*an presentes, hubiera querido por lo menos yo mismo masturbarme para poder explotar y lanzar esa eyaculación que estaba en la punta de mi miembro; sin embargo, me dio pena hacer eso enfrente de Belinda.
Ella se quedó recostada a media cama, se acomodó su sostén y su suéter y se bajó su falda, yo me senté en la cama, poco a poco las ganas de eyacular fueron desapareciendo en mi, y pasados unos instantes le dije a Belinda: No iba a terminar dentro de ti, tenÃ*a pensado salirme y eyacular fuera, me hubieras dejado llegar al final, sentÃ* muy feo quedarme a punto de hacerlo. Belinda recostada en la cama me contestó en voz bajita: Perdón, pero es que de momento pasaron por mi mente muchas cosas, tú sabes que estoy a punto de irme y no quisiera terminar con todo mi sueño por un embarazo. Yo me quedé callado, seguÃ*a sentado en la orilla de la cama, no me habÃ*a subido ni mi bóxer ni mis pantalones, me hice hacia atrás y me recosté sobre la cama, quedé a un lado de ella.
Belinda estiró una de sus manos y me acarició mi cara, luego se enderezó quedando sentada sobre la cama, me di cuenta que se quedó observando mi pene y me dijo: Lo tienes sucio de sangre. Al estarme diciendo eso ella bajó su mirada hacia sus piernas, se levantó un poco su falda observándose su entrepierna y me mencionó: Yo también estoy manchada, no me habÃ*a dado cuenta. Sin decirme más se bajó de la cama y se fue al baño el cual se encontraba dentro del mismo cuarto en donde estábamos, estuvo ahÃ* varios minutos, yo seguÃ* recostado boca arriba en la cama sin moverme, mi pene fue perdiendo su erección, seguÃ*a con mi bóxer y mis pantalones a medias piernas; cuando Belinda salió del baño se sentó en la orilla de la cama junto a mi y me dijo: Me salió mucha sangre. Le pregunté: ¿Te sigue saliendo? Ella me respondió: No, creo que no. Luego me mencionó: Estás muy manchado.
Me enderecé quedando sentado en la cama junto a ella, observé y efectivamente vi que tenÃ*a ciertas manchas de sangre seca en mi pene y en la parte de enfrente de mis muslos junto a mis genitales, se notaba que Belinda habÃ*a sangrado en una cantidad considerable, yo no me habÃ*a dado cuenta de eso sino hasta ese momento.
Belinda me dijo: Que pena me da haberte ensuciado ¿Porqué fui yo verdad? Sonriendo le mencioné que no se preocupara. Ella me
preguntó: ¿Por qué no te metes a bañar? Le contesté: Bueno, si me das permiso creo que estarÃ*a bien. Ella me dijo: Si, claro, ahora te doy una toalla. Al decirme eso se levantó de la cama y fue a sacar una toalla del closet, me la llevó ahÃ* a la cama, en ese momento me puse de pie y me quité por completo mi bóxer y mi pantalón, lo mismo que mis calcetines, solo quedé con mi camisa y una playera que llevaba abajo, Belinda se me quedó mirando y se sentó en la cama, yo le mencioné: ¿Te molesta que me quite aquÃ* mi ropa? Ella me contestó: No, no te preocupes. Aunque me dijo eso yo la noté un tanto nerviosa por esa circunstancia; entonces le pregunté: ¿Tú igual te vas a bañar? Ella me contestó: Si, lo haré después de que salgas tú.
Yo le pregunté: ¿Y si nos bañamos juntos? ¿Te gustarÃ*a? Belinda me respondió: Noo ¿Cómo crees? Yo lo haré después. Le insistÃ* diciéndole: Anda, vamos, acompáñame. Ella me respondió: Noo, ya se por donde vas, pero no, creo que con lo que hicimos ya está bien. Le pregunté: ¿Por donde voy? ¿A que te refieres? Belinda me respondió: Nada, olvÃ*dalo. Le seguÃ* insistiendo: Anda, por favor. Ella me mencionó: Noo, de veras que no, ya de por si tengo mucha pena con lo que sucedió. Le dije: No vamos ha hacer nada más que bañarnos, no te estoy pidiendo otra cosa, anda, hagámoslo porque me estoy congelando aquÃ* desnudo, hace mucho frÃ*o, el agua calientita nos caerá muy bien ¿No lo crees? Belinda me respondió: Haay, que persistente eres, esta bien, pero sólo te acompaño en lo que tú te bañas, luego te sales y yo me baño ¿Ok? Le dije que sÃ*, ella me mencionó: No me veas, voltéate un momento por favor. Le pregunté: ¿Por qué, que pasa? Ella me dijo: Es que me quiero poner esto. Enseñándome sus pantaletas que habÃ*a levantado de la alfombra a un lado de la cama, yo le di la espalda durante algunos segundos hasta que ella me dijo: Ya, gracias.
Tomó la toalla que me llevaba y caminamos hacia el baño, ya estando adentro cerró la puerta, se sentó en una especie de banco de plástico que ahÃ* habÃ*a y me dijo: Acá espero, si quieres me volteo para no verte. Yo le contesté: No, para que, no hay necesidad. Me quité mi camisa y mi playera y quedé completamente desnudo, estaba yo a unos dos metros de donde se habÃ*a sentado, ella me observaba detenidamente, el hecho de sentir su mirada lejos de avergonzarme hizo que me excitara de nuevo, en el tiempo que me llevó doblar mi camisa y mi playera y ponerlas en un mueble que ahÃ* habÃ*a mi pene empezó a tener una nueva erección, Belinda me indicó que dentro de ese mueble habÃ*a sandalias para que me pusiera unas y no estuviera pisando el suelo frÃ*o, saqué unas y me las puse, para ese momento mi pene ya estaba bien parado.
Belinda me observaba, obviamente ella ya habÃ*a notado que mi pene estaba otra vez en posición de atacar, aunque al respecto no me hizo ningún comentario; me dirigÃ* a donde estaba la regadera y antes de abrir las llaves del agua le dije a Belinda: Me hubiera encantado que ambos no hubiéramos ayudado a enjabonarnos y limpiarnos, al fin y al cambo entre los dos nos ensuciamos ¿No lo crees? Ella sonrió sin contestarme nada, luego le mencioné: Anda, ven, verás que no es tan mala experiencia bañarse con alguien ¿Alguna vez lo has hecho? Ella me respondió con una sonrisa nerviosa: No, claro que no, nunca. Yo le mencioné: Prueba hoy hacerlo, ándale.
Al mismo tiempo de decirle eso abrÃ* la regadera y el agua me comenzó a caer. Belinda me dijo: Es que para meterme contigo tengo que desnudarme y eso es lo que no quiero, me da vergüenza. Yo le mencioné: Haay mi amor, mira, yo ya estoy desnudo, me desnudé ante ti porque te tengo confianza, además ya te vi hace un momento, vi tu sexo, tus senos, en fin, creo que ya nos conocemos bien, asÃ* que ya no tienes porque sentir vergüenza ¿No lo crees?
Ella se quedó callada por unos segundos, me seguÃ*a observando, hasta que me dijo: Esta bien, te juro que me da mucha pena, pero en fin, veamos. Se levantó del banco en donde estaba sentada y lentamente fue quitándose la ropa, yo no observaba muy directamente para no avergonzarla, en ese momento comencé a enjabonarme la cabeza y hacer ciertos movimientos en la regadera, pero de reojo miraba lo que ella est
aba haciendo, se despojó primero de su suéter, el cual dobló y lo puso en el mueble que ahÃ* habÃ*a, todo lo estaba haciendo con movimientos lentos, luego se desabrocho su falda por la parte de atrás, se la fue bajando, la tomó con sus manos y también la dobló y la puso en el mueble, ella habÃ*a quedado solo con su ropa interior, es decir, con su sostén y sus calzoncitos.
SentÃ* que mi pene casi reventaba de lo parado que estaba por la excitación que tenÃ*a debido al espectáculo que Belinda me estaba dando, aunque trataba de tranquilizarme para no demostrarle nada y provocar que quizás ella se arrepintiera de lo que estaba haciendo; el color rosa de tono muy bajito y la tela delgada y algo transparente de las prendas intimas de Belinda la hacÃ*an ver realmente linda, en su sostén se podÃ*an observar tenuemente sus pequeños pezones, aunque lo que más se le notaba era su mata de vellos negros transparentándose en sus pantaletas; Belinda caminó al mueble en donde un rato antes yo habÃ*a sacado unas sandalias, tomó unas y se las puso, caminó hacia la regadera y se paró junto a mi, comenzó a mojarse del agua que caÃ*a, su sostén y sus pantaletas no se las habÃ*a quitado, al caerle el agua sus prendas intimas que de por si eran de tela delgada se transparentaron por completo, todo se le veÃ*a, le pregunté si querÃ*a que le pusiera shampoo a su cabeza, ella me dijo en voz bajita que si, lo hice y le froté su pelo con mis manos.
Belinda en ese momento estaba seria, se notaba tensa, le estuve frotando el pelo por dos o tres minutos, ella tenÃ*a cerrados los parpados de sus ojos, luego le dije que se enjuagara su pelo, ella lo hizo, al mismo tiempo que yo le puse jabón a una esponja que ahÃ* habÃ*a y cuando terminó de enjuagarse su cabello empecé a enjabonarle su cuerpo con esa esponja, comencé por su espalda, de forma lenta, luego la volteé hacia mi y le pasé la esponja por sus senos y su estomago, Belinda no me decÃ*a nada, le eché más jabón a la esponja y le enjaboné sus piernas, quedamos los dos bien juntos mirándonos a los ojos, acerqué mi boca a la suya y nos besamos, ella no se resistió, nos juntamos aún más, mi pene quedó pegado a su estomago, el agua de la regadera nos caÃ*a sobre nuestros cuerpos, ella me tenÃ*a abrazado de mi cuello, durante ese beso con mis manos le recorrÃ* toda su espalda y luego las bajé a sus nalgas acariciándoselas por encima de la tela delgada y mojada de sus pantaletas.
Durante ese beso una de mis manos con la que acariciaba sus nalgas muy lentamente la fui moviendo y comencé a tocarle suavemente su vagina por encima de sus pantaletas, en el momento que ahÃ* le tocaba separamos nuestras bocas, entonces le dije: ¿Te duele mi amor? Refiriéndome a su panochita, ella me contestó: No, solo estoy un poquito adolorida. Le pregunté: ¿Te puedo limpiar aquÃ* también? Ella haciendo un sonido con su boca me dio a entender que si. Con una de mis manos le fui bajando sus pantaletas las cuales se atoraban en sus piernas debido a lo mojado de la tela, Belinda se mantenÃ*a agarrada de mis hombros, sus pantaletas bajaron por sus muslos y cuando llegaron a sus rodillas solas cayeron hasta sus tobillos, con sus propios pies se las acabó de sacar, le empecé a frotar su panocha con la esponja, y con mi otra mano le acariciaba suavemente su espalda y sus nalguitas.
Luego me despegué de ella un poco y la hice girar poniéndola de espaldas a mi, me le pegue por detrás haciendo que mi pene se aplastara contra su espalda y sus nalguitas; le puse más jabón a la esponja y con mi mano se la pasé por el frente frotándole delicadamente su abdomen y luego la baje de nuevo a su conchita, le volvÃ* a limpiar toda esa zona con la esponja de forma lenta y suave, a la vez que yo hacia con mi cuerpo leves movimientos tallándole mi pene en su espalda y nalgas, Belinda se mantenÃ*a con sus parpados cerrados y en momentos levantaba su cara para que el chorro de el agua le cayera en su rostro, luego, ella se despegó de mi cuerpo, se volteó de frente a mi y mirándome a la cara me dijo: Préstame la esponja, ahora yo te voy a enjabonar. Le di la esponja, ella la tomó le puso jabón y me empezó a limpiar mi pene el cual estaba completamente erecto, con la esponja me recorrió todo mi miembro, luego delicadamente me enjabonó y limpió mis testÃ*culos y la parte de mis muslos junto a mis genitales; aparte
de lo excitado que estaba, me dio un cierto sentimiento de ternura ver a Belinda como me limpiaba con esa esponja de forma tan cuidadosa y delicada.
Estaba utilizando sus dos manos, con una manipulaba la esponja y con la otra me acariciaba la zona en donde me enjabonaba, su mirada estaba fija en lo que hacia, de la regadera salÃ*a una manguera que llegaba a otra pequeña regadera manual que estaba ahÃ* atorada en la pared, una vez que me habÃ*a enjabonado todos mis genitales, tomo esa regadera, la hizo accionar y con ella me enjuagó esa zona, cuando terminó acomodó esa regadera en su lugar, Belinda se quedó parada frente a mi y con voz bajita me dijo: Yo te ensucié, pero ya te limpié, asÃ* que no me podrás reclamar nada. Los dos sonreÃ*mos, se acercó más a mi y pegó sus pequeños y delgados labios en mi pecho, los fue deslizando de forma lenta, bajó una de sus manos acariciándome mi pene y mis testÃ*culos, empecé a sentir que el agua caliente se terminaba, ella sin dejar de besar mi pecho estiro una de sus manos y cerró las llaves de la regadera.
Siguió tocando mis genitales con una de sus manos y su boca la fue deslizando de mi pecho a mi estomago ahÃ* me lamió por unos instantes, hasta que Belinda se puso en cuclillas quedando mi pene bien erecto frente a su cara, se le quedó mirando durante unos cuantos segundos y sin decirme nada comenzó a lamerlo, la cabeza de mi pito estaba completamente fuera de mi prepucio, el puño de su mano lo movÃ*a lentamente sobre el tronco de mi pene, su lengua delicadamente me la pasaba por toda la punta de mi inflamada pinga, en su cara se le notaba que no era desagradable para ella estar haciendo eso, siguió lamiendo la cabeza de mi pito hasta que se lo empezó a meter en su boca, muy despacio, primero la cabeza, luego un poco más, hasta que la mitad de mi pito entraba y salÃ*a de su pequeña boca, lo hacÃ*a de forma lenta, mantenÃ*a sus parpados cerrados aunque en momento los abrÃ*a un poco notándosele solo lo blanco de sus ojos, luego los abrÃ*a por completo volteándome a mirar a la cara, me observaba por unos cuantos segundos, volvÃ*a ha echar sus ojos en blanco y cerraba sus parpados, esto lo hizo varias veces, sin dejar de estarme mamando muy lentamente mi pito.
Siguió Belinda ahÃ* en cuclillas, con ese mete y saca de mi miembro en su boca, no se exactamente por cuanto tiempo lo hizo, pero si recuerdo que fueron varios minutos, el movimiento de sus labios era perfecto, ni muy rápido ni muy despacio, a pesar de su pequeña boca sus dientes no me lastimaban en lo más mÃ*nimo, los gestos sensuales que hacÃ*a con su cara eran realmente intensos; de por si desde un rato antes mi eyaculación habÃ*a quedado en la punta de mi pito, asÃ* que con esa mamada tan caliente que me estaba dando fácilmente hizo que mis ganas de terminar volvieran ha aparecer, traté de controlarme al máximo, querÃ*a seguir disfrutando de esa mamada tan delirante, ella no paró ni un solo segundo, mi pito casi lo sacaba por completo y luego lentamente se lo volvÃ*a a meter hasta más de la mitad, en esos movimientos lentos que hacÃ*a podÃ*a ver como parte del liquido que me salÃ*a de mi pene revuelto con su saliva le resbalaban de las comisuras de sus labios, se notaba como mi pene apenas le cabÃ*a en su pequeña y linda boquita.
Mis ganas de eyacular se fueron haciendo más y más intensas, cuando sentÃ* que estaba a punto de explotar le dije a Belinda: Mi amor, voy a terminar. Ella en ese momento sacó mi miembro de su boca y me siguió masturbando con su mano, en unos cuantos segundos mi pene comenzó a lanzar chorros de caliente semen, ella levantó un poquito su cara para evitar que mi eyaculación le cayera ahÃ*, mi semen le salpico su cuello y toda la parte de sus senos, fueron varios chorros los que mi pene expulso, Belinda me hizo terminar por completo con su suave mano y luego volvió a meterse mi pito en su boca, limpiándome con ella todo el semen que habÃ*a quedado escurriendo de mi miembro, podÃ*a ver como con los movimientos de sus labios sobre mi pene se formaban burbujitas del semen que me habÃ*a quedado ahÃ*, asÃ* me lo siguió chupando por dos o tres minutos más, cuando se lo sacó de su boca, mi pene estaba completamente limpio, Belinda sonrió y se puso de pie, lentamente se fue caminando hacÃ*a el lavabo del baño y se enjuagó la boca.
Mientras tanto yo fui a tomar la toalla que me habÃ*a prestado y me
sequé, Belinda terminó de enjuagarse la boca y luego se dirigió a la regadera, abrió las llaves del agua y se empezó a duchar de nuevo, ni ella ni yo nos decÃ*amos nada, duchándose Belinda se desabrochó su sostén, se lo quitó y lo dejó caer en el suelo quedando tirado junto a sus pantaletas, con el agua se fue lavando toda la zona de su cuello y pecho en donde mi eyaculación le habÃ*a caÃ*do, en realidad mi semen ya le habÃ*a escurrido hasta su estomago; a pesar de que yo momentos antes habÃ*a eyaculado, seguÃ*a muy excitado debido a la chupada que Belinda al último me habÃ*a dado en mi pene, excitación que creció aún más por el hecho de estar viendo a Belinda ducharse, era todo un espectáculo ver a esta chica desnuda quitándose con el agua todo mi semen que le habÃ*a quedado en su cuerpo.
Sin dejar de mirarla me puse mi playera y mi camisa, mi pito seguÃ*a bien parado, Belinda en esos dos o tres minutos que tardó en ducharse me estuvo dando la espalda, al terminar cerro la llaves de la regadera y volteó hacia donde yo estaba, al ver que la observaba me dijo: Haay no me mires. De inmediato jaló una toalla larga que ahÃ* habÃ*a, se secó el agua de su cuerpo de forma muy rápida y se cubrió con ella, se la amarró a la altura de sus senos, la toalla le cubrÃ*a todo su cuerpo y le llegaba hasta medias piernas, con una toalla más pequeña se secó su pelo; yo seguÃ* ahÃ* parado esperándola, ella me preguntó: ¿No tienes frÃ*o? Le contesté: Después de todo esto lo que menos tengo es frÃ*o. Belinda sonrió.
Nos salimos del baño, ella se dirigió a su closet y comenzó a buscar algo ahÃ*, yo llegué junto a su cama y me senté en la alfombra recargando mi espalda en la base del colchón, Belinda seguÃ*a buscando en su closet dándome la espalda, vi como sacó unas pantaletas y con movimientos rápidos se las puso por debajo de la toalla que traÃ*a, luego sacó un sostén, se desamarro la toalla la cual cayó a la alfombra, como me estaba dando la espalda no pude verle sus lindos y pequeños senos, se puso el sostén y luego volteó hacia donde yo estaba, empezó a caminar lentamente, verla en ropa interior casi hacia que mi pene reventara.
Las pantaletas que se habÃ*a puesto eran de color blanco con unos dibujitos y las orillas rojas, su sostén era igualmente de color blanco con los mismos dibujos y orillas rojas; Yo seguÃ*a sentado sobre la alfombra recargado en la base de la cama, Belinda se dirigió a una maleta, de ahÃ* sacó un suéter y un pantalón diciéndome: Será mejor que nos acabemos de vestir, hace mucho frÃ*o. Yo le mencioné: No, no te vistas todavÃ*a, quédate asÃ* un rato más, te vez preciosa. Belinda me respondió: Es que tengo mucho frÃ*o, no se porque tu no tienes. Le mencioné: Ven, siéntate acá un momento junto a mÃ*. Ella me contestó; No, mira mi piel, ya está chinita de frÃ*o, mejor nos vestimos ¿Si? Le volvÃ* a insistir diciéndole: Ven, solo unos minutos siéntate acá conmigo, anda bebita por favor. Belinda sin contestarme nada sonriendo dejó su ropa junto a la maleta, caminó hacia donde yo estaba y se sentó en la alfombra junto a mi, al igual que yo recargó su espalda en la base del colchón de la cama, la abracé haciendo que recargara su cabeza en mi hombro.
Me di cuenta como ella se quedó observando mi pene al cual continuaba completamente erecto, seguÃ*a recargada en mi hombro y pasados unos instantes me preguntó en voz muy bajita refiriéndose a mi miembro: ¿Siempre lo tienes asÃ*? Yo le contesté: No, está asÃ* por ti, con lo último que me hiciste en el baño después de que ya habÃ*a terminado asÃ* me quedó otra vez. Ella me dijo sonriendo: ¿En serio? ¿O sea que yo tengo la culpa? Le mencioné que si, volteé a verla a la cara y nos besamos apasionadamente, fue un beso fogoso que se prolongó varios minutos, mi mano la coloqué en la panocha de Belinda acariciándosela por encima de sus pantaletas, mientras que ella una de sus manos la cerró sobre mi pito masturbándome lentamente; sin dejar de besarla la fui jalando poco a poco de modo que quedó sentada sobre mis piernas, mi pene quedó aprisionado entre el vientre de Belinda y mi estomago; continuamos co
n ese caliente beso deteniéndose ella con sus manos de mis hombros y yo acariciándole sus nalguitas y espalda por atrás.
Durante ese beso y teniendo a Belinda sobre mi, con mis manos hice que levantara un poco sus nalgas y jalé hacia un lado sus pantaletas poniendo mi pito en la entrada de su vagina, empujé un poco ahÃ* debajo de ella como estaba y sentÃ* como la cabeza de mi pene entraba dentro de la conchita caliente de Belinda, ella gimió levemente, fue dejando caer sus nalgas hasta que se lo metió todo, cuando mi pito estaba completamente dentro de ella separé mi boca de la suya y le dije que se moviera, ella deteniéndose de mis hombros comenzó a moverse despacito sobre mi miembro, siguió gimiendo, eran gemidos suaves que iban al ritmo de cada movimiento que ella hacÃ*a, sus parpados estaban cerrados, su boquita la tenÃ*a entre abierta, no entraba y salÃ*a en mi pinga, solo eran movimientos lentos de atrás hacia delante restregándome sus nalguitas sobre mis muslos.
Entonces yo le dije: Chiquita, muévete para que entres y salgas sobre mi pene, veras que eso te va a gustar más. Ella entre abrió sus ojos, no me contestó nada pero me hizo caso, sentÃ* como su cintura la empezó a elevar y luego a dejarla caer sobre mi pito, en un principio lo hizo despacio con sentones cortos y pausados, aunque pasados unos instantes comenzó a darse sentones más fuertes, sus gemidos fueron en aumento convirtiéndose en ciertos momentos en grititos de placer, con sus dedos me apretaba mis hombros, yo pasé mis manos por detrás de ella y le desabroche su sostén el cual le quedó colgando de sus brazos, ella misma se lo terminó de quitar y lo echó hacia un lado, le comencé a acariciar y manosear sus pequeños senos, sus sentones sobre mi pito aumentaron aún más en fuerza y velocidad, se podÃ*a escuchar el choque de la piel de sus nalgas con mis muslos, la música que desde rato antes habÃ*a puesto en su aparato de sonido seguÃ*a escuchándose.
Sentado sobre la alfombra como estaba me enderecé un poco para hacer llegar mi boca a sus senos, se los besé y chupé, lamiéndole principalmente las puntas de sus pezones las cueles estaban bien paraditas, ella gemÃ*a y gritaba diciéndome: Haaa, haaa, Siii, siii, bebe, siii. SeguÃ*a moviéndose sobre mi pinga como si fuera una experta y yo la mantenÃ*a abrazada de su espalda con mi cara puesta en sus senos besándoselos por donde podÃ*a hasta que asÃ* abrazada como la tenÃ*a empecé a sentir como Belinda temblaba y se sacudÃ*a, puso su cabeza sobre uno de mis hombros haciendo ruidos extraños con la boca, parecÃ*a como si se asfixiara, se sacudió por varios segundos sobre mi y luego se quedó completamente quieta con su cabeza recargada sobre mi hombro, agarrada del colchón de la cama, yo le acariciaba su espalda preguntándole: ¿Te gustó mi amor? Ella me contestó con vocecita suave: Sii, me encantó bebe.
Estábamos inmóviles, hasta que pasados unos instantes le dije: Voltéate mi amor, pero hazlo sin que me salga de ti, Belinda no me replicó nada y comenzó ha hacer lo que le decÃ*a, aunque no lo podÃ*a hacer bien, la forma como le dije que se fuera volteando era para que quedara sentada sobre mi como estaba pero dándome la espalda.
Ella estaba haciendo ciertas peripecias para voltearse, se notaba excitada aunque también la vi nerviosa, entonces me dijo: Mejor seguimos como estábamos bebe ¿Si? Yo le insistÃ* que siguiera dándose vuelta para quedar como le habÃ*a dicho, Belinda terminó haciéndolo, quedó sentadita sobre mi pito mirando hacia mis pies, le pedÃ* que se moviera, ella lo empezó ha hacer muy despacio, sus nalguitas apenas se elevaban un poco, Belinda estaba sentada sobre mi de forma completamente recta, le dije que se inclinara hacia el frente y que con sus manos me tomara de mis tobillos para que de ahÃ* se apoyara, Belinda hizo caso de lo que le dije, entonces me empecé a mover debajo de ella haciendo que una buena porción de mi pene entrara y saliera de su panocha, me fui deslizando sobre la alfombra con Belinda arriba de mi hasta que quedé recostado boca arriba, ella seguÃ*a inclinada agarrada de mis pies, sus nalgas se movÃ*an de arriba hacia abajo haciendo que su panocha se resbalara sobre mi bien parado pito; sus pantaletas estaban hechas hacia un lado.
Era muy excitante ver como las nalguitas de Belinda se movÃ*an haciendo aparecer y desaparece
r a mi pinga lentamente, ella gemÃ*a suavecito, yo ahora era el que estaba haciendo ruidos de placer con mi boca, Belinda en ese momento con voz agitada me preguntó: ¿Te gusta asÃ* bebe? Yo le respondÃ*: Si mi amor, me matas de placer, sigue moviéndote asÃ* de rico bebita.
Se siguió moviendo sobre mi pito de esa forma por varios minutos, nunca lo hizo rápido siempre fue a una lenta velocidad, yo en ese momento le dije: Mi amor, me encantarÃ*a termina dentro de ti. Al decirle esto, Belinda, como impulsada por un resorte se salió de mi pene, quedó en la alfombra hincada a un lado mió y con voz un tanto agitado me dijo: No, no, ya te dije que no quiero que hagas eso. Me quedé sorprendido de los movimientos tan bruscos e inesperados que Belinda acababa de hacer diciéndole: Ok, tranquila, sólo te dije que me gustarÃ*a pero no pensaba hacerlo. Ella se quedó callada hincada junto a mÃ* con sus manos bien juntas metidas entre sus piernas, noté como su cara estaba muy sonrojada y tenÃ*a varias gotitas de sudor en el rostro.
Recogió su sostén que estaba tirado en la alfombra, me di cuenta que pretendÃ*a ponérselo y le dije: Mi amor ¿Quieres que sigamos otro rato? Belinda me contestó: ¿No te ha sido suficiente niño travieso? Yo le dije: Mi amor, contigo nunca tendrÃ*a suficiente, podrÃ*a pasarme toda la vida haciéndote el amor. Ella me mencionó: Que exagerado ¿Eres muy adulador sabÃ*as? Yo le mencioné: No es lo mismo adular que decir la verdad. Belinda sonrió y me dijo: Pero, me da miedo que vayas a terminar dentro de mÃ*. Yo le mencioné: No mi vida, ya te dije que eso no lo harÃ*a, no te niego que me encantarÃ*a, pero si tu no quieres no lo haré. Ella me preguntó: ¿Y porque dices que eso te encantarÃ*a? Yo le contesté: Bueno, es que después de haber hecho el amor tan rico contigo, el poder haber terminado dentro de ti hubiera sido una culminación perfecta, no es lo mismo terminar dentro que hacerlo afuera, pero como ya te dije, yo respeto lo que tu quieras que hagamos.
Belinda seguÃ*a entre hincada y sentada junto a mÃ* en la alfombra y me mencionó: Bueno, si quieres continuamos, pero prométeme que no vas a terminar dentro de mÃ*. Yo se lo prometÃ*. Ella me mencionó: Ok ¿Quieres que me suba como hace un momento? Le dije: No mi amor, mejor lo hacemos en otra forma. Me levanté de la alfombra haciendo que ella se pusiera también de pié y le dije: QuÃ*tate tus pantaletas. Ella me contestó: No, asÃ* esta bien. Yo le insistÃ* que se las quitara y aunque reclamando terminó haciéndolo; se las quitó muy despacio, ya no me decÃ*a que no la viera o que me volteara, pero si se le notaba cierta vergüenza y nerviosismo, al terminar de quitárselas las dejó caer en el piso mirándome y diciéndome con vocecita un poco mimada: Bebe, me da pena estar denuda. Yo la abracé diciéndole que no se preocupara, que era muy hermosa. Entonces ella me dijo: Haa, mira, que gracioso eres, ya me desnudé por completo y tú sigues con tu camisa. Me quité de inmediato mi camisa y mi playera y quede al igual que ella completamente desnudo. Belinda sonrió y me dijo: Déjame cambiar el disco porque ese que está ya me aburrió.
Al decirme eso se dirigió al aparato de sonido, fue lindo verla caminar completamente desnuda, su figura esbelta era preciosa, sus nalgas aunque pequeñas, estaban bien paraditas y redondas, cambió el disco, luego regresó a donde yo estaba, al llegar junto a mi me dijo: ¿Y ahora, que me va usted ha hacer señor? Yo sonreÃ* de lo que me decÃ*a y le mencioné que se pusiera en la alfombra en la posición de perrito, Belinda un poco titubeante fue obedeciendo lo que yo le indicaba hasta quedar con sus rodillas y las palmas de sus manos puestas en la alfombra, me coloqué atrás de ella, hice que abriera un poquito sus piernas ya que las tenÃ*a muy juntas, luego tomé mi pene y se lo puse en la entrada de su vagina y comencé a empujar al mismo tiempo que con mi otra mano le acariciaba su espalda, mi pito se le fue introduciendo en su vagina, ella al sentir esto dio grititos lastimeros diciéndome: Auuu bebe, me duelee. Yo le mencioné que abriera un poquito más sus piernas, ella lo hizo y seguÃ* empujando hasta que mi pito quedó todo adentro.
Me empecé a mover despacito atrás de ella deteniéndome de su trasero, Belinda siguió dando quejidos de dolor, aunque poco a poco esos
quejidos fueron convirtiéndose en gemidos de placer, mis movimientos cada vez fueron siendo más rápidos, pasado un rato ella otra vez estaba gozando y disfrutando el mete y saca de mi pene en su panocha, agarrándome de su pequeña cintura podÃ*a ver como mi pinga desaparecÃ*a y volvÃ*a a salir de su conchita apretada, el roce que mi miembro tenÃ*a ahÃ* adentro era delirante, comenzaron a aflorar en mi las ganas de eyacular, traté de controlarme al máximo, podÃ*a ver como ella apretaba sus puños en la alfombra, en momentos gemÃ*a y en otros solo metÃ*a y sacaba aire de su boca de forma rápida, en ese momento le pregunté: ¿Te gusta mi amor? Ella me contestó: Sii bebe, sii. Le pregunté: ¿Quieres que siga?: Ella muy agitada con voz apenas entendible me dijo: Sii, sigue, sigue, haaaa. Eso que Belinda me decÃ*a me excitó aún más.
Mis testÃ*culos rebotaban contra sus pequeñas nalgas, su cabeza la hacÃ*a hacia un lado y otro sin dejar de gemir y jadear, llegó el momento en que dio gritos más fuertes: Haaa, haaaaa, haaaaayy, mi amor, bebeee, haaaa, siiiii. Dejó caer su cabeza a la alfombra extendiendo sus brazos hacia el frente, en esa posición sus nalgas se ensancharon más, noté como su cuerpo otra vez estaba temblando, yo no disminuÃ* ni un instante el mete y saca de mi pene en su vagina, sino que por el contrario lo aumenté aún mas, ella con su boca casi pegada en la alfombra siguió gritando: Haaa, mi amor, haaaaaay, delicioso, delicioso, haaa, bebeee.
Fueron gritos fuertes, me volvió a dar temor que sus abuelos escucharan y detuve mis movimientos. Belinda siguió temblando y al sentir que yo me detenÃ*a ella en esa posición de perrito como estaba movió su cuerpo hacia atrás y hacia adelante haciendo que su vagina siguiera lentamente entrando y saliendo de mi pito, dando todavÃ*a ciertos gritos y gemidos aunque ya más leves, fue deteniendo sus movimientos hasta quedar quieta con su cara pegada en la alfombra y su traserito bien parado, sus brazos los mantuvo estirados hacia el frente con sus uñas clavadas en la alfombra, sus gemidos desaparecieron por completo, solo respiraba rápido, estaba bien mojada en todo su cuerpo de su propio sudor.
Le pregunté: ¿Te gustó mi amor? Ella con voz excitada me contestó; Haaay amor, casi me muero. Le dije: Me detuve porque como gritaste fuerte pensé que tus abuelos podÃ*an escuchar. Ella con su respiración todavÃ*a acelerada me contestó: Si, si mi amor, perdón. Muy lentamente me empecé a mover otra vez ahÃ* atrás de ella, Belinda siguió completamente empinada con su cara puesta en la alfombra, esa posición que ella tenÃ*a me permitÃ*a en esos momentos verle su pequeñito orificio anal en todo su esplendor; seguÃ* moviéndome atrás de ella lentamente, haciendo que mi pene casi le saliera por completo de su vagina y luego se lo metÃ*a todo hasta que mis testÃ*culos chocaban con sus nalgas, se le escuchaban a Belinda leves pujidos cada vez que mi pene le entraba hasta adentro de su conchita, con el dedo pulgar o gordo de una de mis manos le empecé a tocar su orificio anal, primero acariciándole su parte exterior y luego muy lentamente se lo empecé a introducir, esto lo hacÃ*a sin dejar de meterle y sacarle despacio mi pene en su vagina.
Pensé que Belinda me iba a reclamar por estarle tocando su ano con uno de mis dedos, pero hasta ese momento ella no me decÃ*a nada, solo se escuchaban sus leves pujidos que daba cuando mi pene entraba en su panocha, la mitad de mi dedo pulgar estaba dentro del ano de Belinda, asÃ* estuvimos por un rato más, ella seguÃ*a empinada en la alfombra, una de sus manos la pasó a su boca mordiéndose la uña de un dedo, su carita estaba de lado recargada sobre la alfombra, llegó el momento en que todo mi dedo pulgar estaba dentro del ano de ella, entonces le dije: Mi amor, si quieres te lo puedo hacer por este hoyito y ahÃ* sÃ* puedo terminar dentro de ti. Ella entreabrió sus ojos y me mencionó en voz bajita: No bebe.
Yo le pregunté: ¿Pero porqué mi amor? No te va a pasar nada. Belinda me dijo: No me pidas eso, me da miedo. Yo le insistÃ* diciéndole: Vamos mi vida, esa serÃ*a lo única forma en que podrÃ*a terminar dentro de ti, te prometo que lo haré con mucho cuidado, no va a ser algo desagradable, confÃ*a en mi. Ella se quedó callada por unos segundos y luego me preguntó con vocecita tierna:
¿Me va a doler? Yo le contesté: No chiquita, te lo haré con mucho cuidado. Yo le pregunté: ¿Tienes alguna crema? Belinda me dijo: En el mueble del tocador hay varias. Le mencioné: Ok, espera acá, no te muevas. Saqué mi pene de su vagina, fui rápidamente al mueble del tocador y efectivamente vi que habÃ*a varias cremas, escogÃ* la que creÃ* más adecuada y me regresé a donde estaba Belinda, ella continuaba bien empinadita, su cara puesta de lado sobre la alfombra, sus ojitos cerrados, sus manitas estaban a los lados de su rostro y sus nalguitas bien paradas, mantenÃ*a sus piernas un tanto abiertas por lo que se le podÃ*a observar perfectamente su peluda vagina.
Mi pene continuaba completamente erecto, el hecho de saber que estaba a punto de penetrar a Belinda por ese pequeño hoyito hacia que casi temblara de la emoción, puse crema en uno de mis dedos, dejé el embase a un lado y esa crema se la fui untando en la entrada de su orificio anal, coloqué mi pene en su vagina y se lo volvÃ* a meter despacito, al mismo tiempo que con mi dedo le acariciaba su orificio anal dejándole ahÃ* embarrada toda la crema, Belinda estaba inmóvil, solo escuchaba sus leves quejidos al estarle entrando mi pito en su caliente vagina, mi miembro estaba completamente embarrado de sus jugos vaginales, el dedo con el que le acariciaba su ano se lo fui metiendo, con la crema que ahÃ* tenÃ*a no me costo mucho trabajo, una vez que tuve adentro todo mi dedo en su ano se lo comencé a mover lentamente, metiéndolo, sacándolo y rotándolo, eran movimientos lentos, esto lo hacia sin dejar de penetrarla con mi pene en su vagina.
Su ano con mi dedo adentro se empezó a dilatar, saqué mi pene de su vagina, puse una buena cantidad de crema en él, saqué mi dedo de su orificio anal y coloqué la punta de mi pito ahÃ*, comencé a mover mi pene en su ano haciendo que toda la cabeza de mi miembro tocara la entrada de ese pequeño hoyo, Belinda al sentir eso, volteó un poco a verme y con voz temblorosa me dijo: Por favor, ten cuidado. Yo le contesté que si, que lo iba a tener, después de untarle mi pito por algunos segundos en la entrada de su ano, di el primer empujón, sentÃ* como apenas la puntita de mi miembro entraba en ese reducido orificio, ella dio un grito lastimero diciéndome: Haaaay, me dueleeee. Yo le mencioné: Tranquila mi amor, relájate y afloja tus músculos, con eso ayudaras a que mi pene entre más fácil, al decirle eso empujé más, casi la mitad de mi pene estaba dentro de su ano, podÃ*a ver como la piel de mi pito se replegaba hacia atrás debido a lo apretado que estaba ese hoyo, ella se enderezó deteniéndose con la palma de una de sus manos sobre la alfombra, la otra de sus manos la pasó hacia atrás apretándome uno de mis muslos, con mis dos manos yo la tenÃ*a agarrada de su lindo traserito.
SeguÃ* empujando muy despacito, Belinda me decÃ*a: No, yaa noo, me duele, sácalo por favor. Su ano de verdad que estaba bien reducido, sentÃ*a como me ligaba mi miembro, pensé en ya no seguir adelante y sacárselo, pero, por alguna razón no lo hice, me quedé quieto, un poco más de la mitad de mi pene estaba adentro de su ano, la seguÃ* acariciando de su espalda al mismo tiempo que le dije: TranquilÃ*zate por favor mi amor ¿Recuerdas que cuando te penetré en tu vagina en un principio te dolió? AsÃ* está sucediendo ahora, vas a ver como en un momento se te pasa el dolor y va ha hacer algo agradable para los dos, pero me tienes que ayudar, relájate y aflójate lo más que puedas. Ella me dijo que sÃ*, su mano soltó mi muslo, con las dos palmas de sus manos se detenÃ*a de la alfombra, separó un poco más sus piernas, seguÃ* empujando levemente, ella sólo se quejaba sin ya decirme nada, era obvio que conforme iba pasando el rato su ano se tenÃ*a que dilatar y abrir mas ya que mi pito seguÃ*a ahÃ* dentro, levemente seguÃ* empujando hasta que me di cuenta que todo mi pene ya estaba adentro de ese cerrado hoyito, Belinda seguÃ*a quejándose aunque ya no tan lastimeramente como al principio.
Solo una poco porción de mi pene se movÃ*a dentro del ano de Belinda, fui sintiendo como ese orificio iba cediendo, mi pene fue moviéndose mas y más dentro de él, yo no paraba de acariciarle sus nalguitas y su espalda y de decirle palabras de amor, a los pocos instantes me di cuanta que prácticamente la mitad de mi pene entraba y sal&iacu
te;a de su ano en movimientos lentos, fueron desapareciendo esos quejidos lastimeros que Belinda hacÃ*a, la mayor parte del tiempo solo jadeaba un poco, seguÃ* moviéndome atrás de ella, el roce de la suave piel de su ano con mi pene era para volverse loco, nunca habÃ*a sentido tan apretada a ninguna mujer, mis movimientos cada vez se fueron haciendo más rápidos, bajé una de mis manos buscando el clÃ*toris de Belinda, al encontrarlo se lo empecé a frotar sin dejar de mover mi pene dentro de su ano, paulatinamente empecé a escuchar gemidos de Belinda, pero estos gemidos ya eran de placer y gozo; Haaa, haaaa, mmmm, haa, siii.
Incliné un poco mi cuerpo hacia el frente tratando de tocar con mi pito los puntos mas sensitivos de su ano, con mi mano no paraba de frotarle su clÃ*toris, a pesar del frÃ*o nuestros cuerpos estaban empapados de sudor, mi pene ahora si resbalaba completamente dentro del ano de Belinda, aunque de todos modos ese orificio se seguÃ*a sintiendo bien apretado, ella seguÃ*a gimiendo fuertemente, en ese momento le dije: Chiquita ¿Te gusta? ¿Te gusta lo que te hago?
Ella entre gemidos y gritos con palabras que apenas se entendÃ*an me contestó: hay, haay, Sii, sii, bebe, haaaay, me gusta. La parte de alrededor de su ano se le veÃ*a completamente enrojecida, me di cuenta que en mi pene habÃ*a un poquito de sangre, sin embargo era tanta la pasión que habÃ*a en ese instante que no tomé en cuenta esa situación.
SeguÃ* moviéndome detrás de Belinda, una de sus manos la pasó hacia su vagina tomando la mÃ*a con la cual le estaba frotando su clÃ*toris, ahÃ* la apretó fuertemente al mismo tiempo que empezó de nueva cuenta a convulsionarse, de su boca salÃ*an sonidos que eran entre gritos y suspiros, se sacudió por un tiempo prolongado, yo estaba a punto de eyacular y quise en ese momento detener el mete y saca de mi pene en su orifico anal, pero en cuanto Belinda sintió que me detenÃ*a ella se empezó a mover haciendo que mi pene la siguiera penetrando, movÃ*a su trasero muy fuerte, sus nalgas rebotaban sobre mis muslos, yo no aguanté por mucho tiempo y comencé a eyacular dentro del ano de ella.
Belinda seguÃ*a sacudiéndose, puse mis dos manos sobre sus nalgas y apretándolas fuertemente le eché hasta la última gota de mi semen en su reducido ano, lentamente desminuimos nuestros movimientos, Belinda hacÃ*a sonidos con su boca como si acabara de llorar, me invadió en mi cuerpo una sensación de absoluta satisfacción y gozo, quedé agarrado del trasero de Belinda con todo mi pene adentro de su ano, estaba completamente exhausto, ambos quedamos bañados en sudor, mi respiración era muy rápida y Belinda igualmente todavÃ*a jadeaba al respirar.
No nos dijimos nada, me dejé caer en la alfombra, Belinda hizo los mismo, se notaba como su abdomen subÃ*a y bajaba a una velocidad mucho más rápida de lo normal, descansamos por algunos instantes, luego, me levanté del piso, miré a Belinda, se encontraba boca arriba con sus manos estiradas hacia los lados, sus piernas entre abiertas y sus parpados cerrados, noté como en ese momento ya no le importó tanto su apariencia, ya que estaba ahÃ* desnuda sin tratar de taparse nada, me levanté y acercándome a ella le dije que se subiera a la cama, con voz adormilada me dijo que no que la dejara ahÃ*; fui a la cama y baje una almohada y el edredón, los llevé hasta donde estaba Belinda le puse la almohada debajo de su cabeza y la cubrÃ* con el edredón, con voz adormecida me dijo que me recostara junto a ella, llevé otra almohada y me acosté ahÃ* bien pegadito a su cuerpo cubiertos con el edredón, abrazándola por detrás, nos quedamos profundamente dormidos.
Por la mañana del domingo despertamos, no noté ninguna reacción de malestar de parte de Belinda, por el contrario, la vi contenta, nos duchamos, luego hizo que sus abuelos la acompañaran a comprar algunas cosas a la calle para que yo pudiera salirme, quedamos de acuerdo y la esperé en la camioneta, ese dÃ*a fuimos a comer, luego al cine y terminamos en una disco, ahÃ* bailamos y nos divertimos mucho, a sus abuelos les habÃ*a avisado que se iba a quedar a dormir con una amiga, terminamos a las siete de la mañana del lunes en un motel, ahÃ* pasó de todo, hicimos el amor de mil maneras, dormimos un poco y la pasé a dejar a su casa por la noche; a mi casi me corren de mi trabajo pero valió la pena.
Belinda se fue a Francia el siguiente viernes por la tarde, su vuelo salÃ*a de la capital de mi paÃ*s, yo sabÃ*a exactamente la hora, como pude me escapé de mi trabajo y manejando toda la noche llegué hasta el aeropuerto para despedirme de ella, casi no lograba llegar, ella estaba a punto de abordar el avión; en cuanto Belinda me vio de inmediato fue hacia mi y nos abrazamos amorosamente despidiéndonos con un gran beso en la boca, yo no pude hablar y ella tampoco, solo noté como fluÃ*an unas lagrimas de sus ojos.
Mi amiga Naty también ahÃ* estaba junto con sus abuelos de Belinda y otras personas más que no conocÃ*a, luego Naty me dijo que entre los chicos que ahÃ* estaban se encontraba su novio de Belinda, y que se habÃ*a molestado mucho por lo del beso, en realidad eso no me importó. Actualmente nos comunicamos por el Chat, aunque ha veces es muy difÃ*cil coincidir por los horarios y por nuestras ocupaciones
 
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