La historia que voy a contar es verídica. Me case con mi ex, siendo ambos muy jóvenes (ella 17 y yo 19), debido a que se había quedado embarazada. Las cosas iban bien, ella seguía estudiando y yo me había puesto a trabajar. A los tres años conoció a un chico venezolano que había venido a España a convalidar su título de medicina y me dejó a mí y a la niña que teníamos. El divorcio no fue complicado porque ella renunció voluntariamente a todo, incluso me concedió a mí la custodia de nuestra pequeña. Ella se fue a vivir a otra ciudad lejana, al principio las llamadas preocupándose por su hija eran frecuentes pero poco a poco fueron a menos. Un buen día se fue con su marido para Venezuela, donde este era el accionista mayoritario de una clínica, por lo que las cosas le van muy bien, sé que tiene otros dos hijos. Cuando tuvimos nuestra hija ella se empeñó que no quería más hijos por lo que me convenció para que me hiciese la vasectomía….
Tuve la desdicha (o no) que me retiraron muy joven debido a una enfermedad profesional, lo cual me permitió dedicarme de lleno a mi hija, era un amo de casa en toda regla. La relación con mi hija siempre fue muy buena y no faltaron escenas, y acontecimientos que me hacían fijarme en mi hija de una forma diferente a la de un padre….
Cuando mi hija cumplió 16 años todo comenzó a cambiar, yo observaba como aquella niña se estaba haciendo toda una mujer, media 1´70 era delgada (se cuidaba mucho) y sus pechos y culo quitaban el hipo a cualquiera. Un buen día apareció en el salón con una blusa transparente, sin sujetador, con una pequeña tanguita, cada uno teníamos nuestro sitio, pero aquel día se puso junto a mí. Se acurrucó en mi pecho y cogiendo mi mano la puso por encima del hombro, mi mano colgaba junto a su pecho y de vez en cuando al movernos mi mano acababa rozándoselo, tuve una erección y ella lo notó, pero lejos de apartarse creo que aquello le motivo para juntarse más.
Poco a poco fui notando como me acariciaba la barriga con su mano y poco a poco aquella mano iba bajando hasta que se situó en mi erecto pene a la vez que con la otra mano puso la mía en su voluptuoso pecho. Por fin yo reaccioné, la aparte de mi lado y le dije.
-Hija esto no está bien
Noté como estaba totalmente roja y avergonzada así como, el hecho de sentirse rechazada. Al poco reaccionó y me dijo
Al día siguiente me fui a una tienda de juguetes para adultos, donde era cliente, pues aunque desde que me abandonó mi exmujer, no había estado con ninguna otra, pero sí que compraba bastante pornografía. Le compré el mejor consolador que había, uno de un tamaño normal pero que talmente parecía normal, también le compré crema, se la envolví en un papel de regalo y lo puse en su mesita con una nota que decía algo así como “no me apetece el tener que desvirgarte, prefiero que lo hagas con esto y que con él te consueles hasta que yo esté preparado para dar el paso”
Esa noche mi hija me miraba con sonrisa picarona, se fue muy pronto para la cama y yo imaginándome a lo que iba al poco me acerqué muy despacio… la puerta estaba entreabierta y al momento comencé a sentir unos suspiros de placer, me asomé y allí estaba dándole buen uso al juguetito… ni decir tiene que la escena me excitó de tal modo que allí mismo me masturbé.
Así paso un tiempo, mi hija masturbándose y yo viendo la escena, la muy ladina ya nunca cerraba la puerta.
Aún no había cumplido los 17 y un buen día me dijo sin tapujos
Aquella noche fue eterna hicimos el amor dos veces seguidas, después descansamos un poco y al rato ella comenzó a hacerme una paja y aquello volvió a resucitar. Asique otra vez y al rato otra…Aquel día me vengué de tantos años de abstinencia. Al día siguiente mi hija tenía los labios rojos de tanto besarnos y le escocia abajo asique no fue a clase y estuvimos en la cama hasta la hora de comer jugueteando, acariciándonos y echando otros dos polvos.
Tuve la desdicha (o no) que me retiraron muy joven debido a una enfermedad profesional, lo cual me permitió dedicarme de lleno a mi hija, era un amo de casa en toda regla. La relación con mi hija siempre fue muy buena y no faltaron escenas, y acontecimientos que me hacían fijarme en mi hija de una forma diferente a la de un padre….
Cuando mi hija cumplió 16 años todo comenzó a cambiar, yo observaba como aquella niña se estaba haciendo toda una mujer, media 1´70 era delgada (se cuidaba mucho) y sus pechos y culo quitaban el hipo a cualquiera. Un buen día apareció en el salón con una blusa transparente, sin sujetador, con una pequeña tanguita, cada uno teníamos nuestro sitio, pero aquel día se puso junto a mí. Se acurrucó en mi pecho y cogiendo mi mano la puso por encima del hombro, mi mano colgaba junto a su pecho y de vez en cuando al movernos mi mano acababa rozándoselo, tuve una erección y ella lo notó, pero lejos de apartarse creo que aquello le motivo para juntarse más.
Poco a poco fui notando como me acariciaba la barriga con su mano y poco a poco aquella mano iba bajando hasta que se situó en mi erecto pene a la vez que con la otra mano puso la mía en su voluptuoso pecho. Por fin yo reaccioné, la aparte de mi lado y le dije.
-Hija esto no está bien
Noté como estaba totalmente roja y avergonzada así como, el hecho de sentirse rechazada. Al poco reaccionó y me dijo
- Papá yo solo te quiero a ti, y he notado como de un tiempo a esta parte me miras, no es la mirada de un padre, sé que me deseas… y yo a ti también
- Pero hija, esto es un delito, es una pedofilia, es un incesto…
- Es todo lo que tú quieras, pero es nuestra vida… yo no se lo voy a contar a nadie y tú tampoco, por lo tanto no es una violación sino una relación consentida.
- ¡Pero hija… esto no puede ser!, no está bien
- Yo no sé si estará bien o no, pero papa yo te quiero, te deseo y nunca he estado con ningún otro hombre, ni con ningún amigo o compañero… por que cuando los miro los comparo contigo y ninguno me gusta… Por otra parte he visto cómo te pones cuando me miras… como se te pone el pene…
- ¿Me estás diciendo que eres virgen?
- Si papá, y lo seré por siempre si tú no me posees.
- No hija, no tengo ninguna ansia de desvirgarte, no seré yo quien te haga el más mínimo daño…
- Sea como sea papá, yo nunca aré el amor con nadie que no seas tú.
- ¿Por qué no esperamos un tiempo hija?, si para cuando seas mayor de edad sigues pensando lo mismo…
- Como tú quieras papá pero no se si podré esperar
- ………..
Pasaron unos días y esa situación no se volvió a producir, de hecho no volvimos a hablar de ello, pero yo a diario me masturbaba pensando en que mi hija me deseaba. Una noche en que mi hija estaba acostada, yo me dirigía a mi habitación y observe que la puerta de su cuarto estaba entreabierta, cosa rara en ella porque jamás la había dejado abierta al acercarme sentí unos suaves gemidos y me asomé. Allí estaba mi hija tumbada en la cama, totalmente desnuda y masturbándose, aquello me puso a cien y me masturbé viendo a mi hija. Al día siguiente mientras veíamos la tele mi hija se volvió a arrimar a mí y muy bajo me preguntó.
- ¿Te gustó lo de ayer?
- ¿A qué te refieres?
- A la paja que te hiciste mientras me mirabas
Al día siguiente me fui a una tienda de juguetes para adultos, donde era cliente, pues aunque desde que me abandonó mi exmujer, no había estado con ninguna otra, pero sí que compraba bastante pornografía. Le compré el mejor consolador que había, uno de un tamaño normal pero que talmente parecía normal, también le compré crema, se la envolví en un papel de regalo y lo puse en su mesita con una nota que decía algo así como “no me apetece el tener que desvirgarte, prefiero que lo hagas con esto y que con él te consueles hasta que yo esté preparado para dar el paso”
Esa noche mi hija me miraba con sonrisa picarona, se fue muy pronto para la cama y yo imaginándome a lo que iba al poco me acerqué muy despacio… la puerta estaba entreabierta y al momento comencé a sentir unos suspiros de placer, me asomé y allí estaba dándole buen uso al juguetito… ni decir tiene que la escena me excitó de tal modo que allí mismo me masturbé.
Así paso un tiempo, mi hija masturbándose y yo viendo la escena, la muy ladina ya nunca cerraba la puerta.
Aún no había cumplido los 17 y un buen día me dijo sin tapujos
- Bueno papa, creo que ya está bien… que más dará que me hagas el amor a que me veas como me masturbo, mientras tú también lo haces ¿No es lo mismo?
- Pues bien pensado la verdad es que sí
- Métemela por fa, métemela
Aquella noche fue eterna hicimos el amor dos veces seguidas, después descansamos un poco y al rato ella comenzó a hacerme una paja y aquello volvió a resucitar. Asique otra vez y al rato otra…Aquel día me vengué de tantos años de abstinencia. Al día siguiente mi hija tenía los labios rojos de tanto besarnos y le escocia abajo asique no fue a clase y estuvimos en la cama hasta la hora de comer jugueteando, acariciándonos y echando otros dos polvos.
- Tienes que enseñarme todo lo que sabes del sexo, papa.
- Yo poco se, hija, desde que nos abandonó tu madre nunca he vuelto a mantener relaciones con ninguna mujer.
- Ya pero en cambio sí que tienes mucha documentación
- ¿A qué te refieres?
- A la colección de películas porno que tienes, que son de todas las formas, hasta de zoofilia.
- Pero hija…
- Cuantas veces me masturbe viendo esas películas
- No sabía que las habías encontrado y menos que te masturbabas con ellas.
- Llevo masturbándome desde los 12 años papa.
- Ahora ya no necesitas masturbarte, estoy yo aquí para darte placer, desde hoy esta es nuestra cama hija… desde hoy dormiremos juntos… Excepto si te traes a casa a alguna amiga…
- Eso va a ser difícil que sucede, porque si me traigo a alguna amiga esa noche no te podré tener cerca.