Mi hermana la Novicia.

RADIACTIVO88

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Saludos mis Hermanos y Hermanas. Leyendo el relato de Marcela, supe que pertenecía al gran Cazzique. Así que subo este relato integro de su autoría. Que lo disfruten. Gracias.

Mi hermana la Novicia.

Por C a z z i q u e

Material única y exclusivamente para mayores de 18 años.

Las situaciones, nombres, lugares y acontecimientos escritos en este documento son única y exclusivamente obra de la imaginación del escritor y nada de esto sucedió realmente. Realizar actos de esta índole con menores de edad está penado por las leyes y dependiendo del país en el que habite es causa de diferentes penalidades. El autor no es responsable por el uso que se le dé a este documento.

Este material contiene sexo con familiares, menores y/o personas del mismo sexo. Sino le agrada este tipo de lectura, favor de deshacerse inmediatamente del documento. Los actos aquí presentados son obra de ficción y nunca sucedieron realmente y cualquier semejanza con personas, lugares y situaciones son producto de la casualidad.


Dorotea, mi hermana mayor llegó a casa después de dos años de internado en un colegio de monjas, claro ya antes nos había visitado, pero nunca por tanto tiempo; en esta ocasión Dorotea se quedaría un par de meses en casa.

Llegó por supuesto con su traje de novicia, mis padres se alegraron de ver a su santa hija y de poder tenerla unos días en casa. Ella me abrazó y me dio un beso en la mejilla cuando se llegó mi turno de saludarla.

– ¿Pero mira nada más cómo has crecido? – dijo Dorotea.

– Si, se ha desarrollado mucho después de cumplir los dieciocho. – dijo mi madre.

– Bueno, es que ha estado haciendo mucho ejercicio en el colegio. – tercio papá.

– Qué bueno tenerte de nuevo en casa hermanita… O debería de decir superiora. – dije en tono de broma.

– Vamos, no molestes a tu hermana. – dijo mi madre.

– No, hermanito… Todavía no soy superiora, pero seguramente algún día lo seré. – dijo ella sonriéndome de buena gana por la broma.

– Bien, ya dejen de molestar a mi hija pues debe de venir cansada del viaje. – dijo mi padre.

Entramos en la casa pues todos estábamos en el jardín del frente, yo me encargué de subir las pocas cosas que traía Dorotea a su habitación, cuando llegué ella estaba sentada en la cama. Me sonrió dulcemente cuando me vio entrar y me dio las gracias cuando ya iba de salida.

Durante la tarde comimos todos juntos y mi hermana nos comentó durante largo tiempo de las cosas que le tocaba hacer en el convento. Se dieron pronto las ocho de la noche y nos levantamos. Mis padres subieron a su habitación para comenzar a preparar las cosas del día siguiente mientras que mi hermana y yo nos quedamos conversando algunos minutos más en la sala.

– ¿Y ya tienes novia? – preguntó ella.

– Esas no son cosas que debería de saber una monja. – le dije sonrojado.

– Veo que ya tienes una… Je, je… Pero no temas que te pregunte esas cosas, solamente quería saber si te estás cuidando cuando…
Cuando… Tú sabes.

– ¡Hermanita!... Para ser una hija de Dios eres demasiado curiosa… - dije riéndome.

– No seas malvado… Solamente lo pregunto porque no quiero que te vayas a embarcar con un chiquillo. Estás muy joven como para desperdiciar tu juventud en esas cosas. Tú sabes, cuidar un niño, tener que mantener una casa… Todavía debes de estudiar y prepararte para después cuando tu hermanita esté vieja la cuides.

– ¡Ha, ya salió el peine! - dije riendo. – ¿No crees que las monjas se vuelven viejas en su convento junto con sus compañeras?

– No todas, hermanito… No todas.

– Bueno, entonces no me casaré y esperaré a que termines de vieja amargada y enojona.

– No creas que por ser monja se vuelve una así, no.

En esa plática con mi hermana nos dieron las nueve y media, ella que ya se notaba un poco cansada me dijo que era momento de acostarse, me levanté y la ayudé a que hiciera lo mismo, juntos caminamos por el pasillo y nos detuvimos en la entrada de su habitación, me dio un beso en la mejilla y se metió en su habitación qué estaba primero que la mía. Me fui hasta mi cuarto y me desnudé para luego recostarme.

Durante la madrugada me levanté para beber un poco de agua, salí de mi cuarto con rumbo a la cocina solamente enredado en la sábana y me serví un vaso de agua. En esas me encontraba cuando escuché que alguien más se acercaba. Era mi hermana que venía con un camisón largo hasta los tobillos de tela gruesa y en color blanco. Yo estaba sentado en la sala bebiendo mi agua en esos momentos y cuando me vio se asustó un poco.

Ya repuesta del susto se sirvió también un poco de agua y se sentó a mi lado, me dijo que no podía dormir y comenzamos a conversar en voz baja.

Como no traía puesto el velo pude ver su cabello de color claro completamente suelto, se veía linda con sus cabellos sueltos. Su rostro de finas líneas se perfilaba a través de la semi oscuridad de la sala.

Hubo un momento de prolongado silencio, ella se acercó más a mí y recostó su cabeza en mi hombro. Me llegó el olor de su cabello y por la cercanía de su cuerpo sentí que uno de sus senos rozaba mi brazo.

Involuntariamente la situación se me hacía un poco morbosa y abracé a mi hermana sintiendo como mi respiración se iba agitando lentamente.

Supongo que ella no debió de percibir nada de esto, pero lo que a continuación sucedió hizo que las cosas dieran un completo vuelco, tan

inesperado como in imaginado.

Bien, como les digo yo tenía el brazo sobre los hombros de mi hermana y mi respiración estaba un poco agitada supongo que por las hormonas y la edad. Sentí al poco rato que mi herramienta comenzaba a crecer y pensé en retirarme pues sería muy vergonzoso que mi hermana me descubriera en esa situación, pero supuse que debido a la oscuridad y a la posición de ella no podría notar el bulto que se estaba formando debajo de la sábana que cubría mi desnudez.

Dorotea seguía recargada en mi hombro mirando hacia el frente y yo seguía sintiendo su seno rozándome el brazo, pero entonces noté que ella también estaba respirando algo agitadamente y esto todavía echó a volar más mi imaginación, la erección creció entonces al máximo y yo podía sentir que se apretaba con fuerza contra la sábana.

Mi hermana levantó la cabeza y entonces pensé que ya había jodido las cosas, solamente que lejos estaba de imaginar que en lugar de eso Dorotea llevara una de sus manos hasta el bulto duro que se marcaba debajo de la sábana.

– Oye hermanito… ¡Esto no está bien! – sus dedos se estaban en esos momento enredando en mi tronco por encima de la sábana.

– Es qué… Es qué… – decía yo torpemente sintiendo que la erección se hacía en cada instante mucho más intensa.

– No debería una monja estar haciendo estás cosas con su hermano, ¿sabes que eso es un pecado?

Ya para esos momentos Dorotea estaba buscando la abertura de la sábana y me agarró finalmente la verga desnuda que ahora estaba ya palpitando por la emoción. Aun perplejo por la acción de mi santa hermana pregunté torpemente:

– ¿Pero qué estás haciendo?

– No preguntes cosas que son obvias hermanito… - dijo ella acerándome sus labios a la boca, y ahora rozando mis labios continuó. – Si me prometes no decir nada, yo tampoco lo diré.

Dorotea me besó abiertamente metiéndome la lengua bien adentro de la boca y ya completamente excitado le respondí como ella quería. La abracé con más fuerza estrechándola más contra mi cuerpo. Mi lengua jugó con la suya mientras que el roce de los labios se hacía mucho más intenso en cada momento. Con una de las manos comencé a recorrer la espalda de mi hermana mayor y prontamente llegué hasta las nalgas, las acaricié por encima del grueso camisón blanco y de pronto Dorotea jadeando se separó de mí.

– ¡Será mejor que vayamos a otro lado!... Aquí nos pueden ver.

– Sí, tienes razón.

Al levantarme la sábana se desenredó de mi cuerpo y cayó a mis pies, la verga completamente erecta fue el centro de las miradas de mi santa

hermana.

– ¡Vaya que tienes un instrumento encantador! – gimió ella.

– Ven, vamos.

Llevándola de la mano me encaminé hasta mi habitación que era la que más lejos se encontraba de la de nuestros padres. Cerré con seguro y ella se quedó de pie al lado de mi cama.

Me paré justamente frente a y le desabotoné el camisón sin ninguna resistencia por su parte, poco a poco fui descubriendo la blanca piel de Dorotea que no dejaba de sorprenderme. Terminé de desabotonar el largo camisón después de algunos minutos, me encontraba ahora hincado en el suelo, abrí la prenda y pude ver que Dorotea solamente traía puestas unas pantaletas, los senos se dibujaron hermosos con la poca luz que los iluminaba. Eran grandes, de pezones puntiagudos que ahora se encontraban completamente erectos. Colocando mis manos a los costados de la pantaletas también la deslicé lentamente por sus muslos y al final se la saqué completamente. Me levanté y deslicé por sus hombros el camisón, la prenda lentamente se fue deslizando por sus brazos y al final cayó a los pies de mi hermana. Ya en esos momentos yo tenía los grandes senos de Dorotea en mis manos, los acariciaba con desesperación y ternura a la vez.

Mi hermana me pidió que se los mamara y allí de pie me dediqué a la deliciosa labor de chuparle los pezones, en ningún momento dejé de amasar esas grandes bolas que me estaban haciendo delirar. Ella también lo estaba disfrutando con intensidad y logré arrancar de su boca algunos gemidos mientras me metía y sacaba uno de sus pezones de los labios. Repetí la deliciosa operación con cada uno de los pechos de mi hermana y ella lo disfrutó enteramente en cada momento.

Dorotea en cada momento me acariciaba la cabeza pero luego buscó con sus manos el largo y grueso instrumento que se balanceaba al frente de mi cuerpo, con suaves movimientos mi hermana comenzó a mover la piel de mi falo adelante y atrás, era tanta la maestría que tenía al hacerlo que poco faltó para hacerme eyacular así sin más.

– ¡Deja ya mis tetas y déjame disfrutar de esto!

Mi hermana me hizo recostar en la cama y ella se trepó sobre mi cuerpo ofreciéndome su entrepierna. Vi como lentamente su vulva se acercaba a mi cara y sus manos me sujetaban nuevamente de la verga. A los pocos segundos una boca completamente húmeda y caliente alojaba mi miembro y lo felaba de una deliciosa manera. Obviamente que yo no pensaba dejar en mal el nombre de la familia así que pegué en el acto mi boca a esos gruesos labios vaginales y ella al sentirme soltó el palo para dejar escapar un gemido de satisfacción.

Yo hurgué con mi lengua en toda la rajada desde la parte de arriba hasta la parte de abajo y metí la lengua lo más profundamente que pude, dibujé círculos al interior tocando todas las paredes de esa caliente y suave concha, mi hermana en poco tiempo comenzó a llegar a su primer orgasmo.

– Así, así que rico. – decía ella soltando mi garrote – Así, no pares… ¡Ahhh!

Los fluidos de su orgasmo pronto llegaron a mi boca y los bebí completamente disfrutando del suave sabor de mi hermana.

Dorotea levantó el torso sin separar de mi cara su vagina en lo que terminaba de lamérsela, después lentamente su cuerpo se deslizo encima del mío y sentí por primera vez su rajada acariciando mi palo. El tronco de mi verga se anidó entre los calientes labios vaginales de mi hermana, a lo largo. Ella se meneó unos cuantos minutos así sobre el palo haciéndome sentir delicioso.

Desde mi perspectiva yo solamente veía en primer plano las hermosas nalgas de Dorotea, su espalda reclinada hacia el frente en sentido a mis pies y su cabellera rubia con sus bucles deshechos y desordenados, de esta manera se veía realmente sensual su rostro cuando se giraba para mirarme, los labios abiertos y su lengua acariciándolos, deseando sentir más y más en cada momento. Mi hermana apoyo entonces sus manos en mis tobillos y sus caderas bajaron casi hasta quedar sobre mis muslos, la punta de mi

pene ahora apuntaba directamente contra sus labios vaginales. Las caderas de Dorotea se elevaron algunos centímetros y mi verga se elevó también por la posición en la que estaba. Al final el glande se enterró ligeramente entre los pliegues vaginales de mi hermana y solamente bastó un movimiento descendente de sus caderas para que la penetración se realizara.

La sensación de estar penetrando a mi hermana fue completamente satisfactoria, ella supongo que pensaba lo mismo pues sus gemidos indicaban claramente que lo estaba disfrutando al máximo.

Ella empujó las caderas hasta que finalmente estás quedaron completamente pegadas a mi vientre, la verga estaba ya enteramente dentro de su estrecha y caliente panocha. Con movimientos largos y lentos de sus caderas se inició la cogida, poco a poco los jugos de su cuerpo iban bajando por el tronco de mi verga y mojando los vellos erizados de mi vientre; era tanta la humedad que escurría de entre los labios de mi hermana que lentamente me comenzó a bajar por las bolas y mojó también mi culo. La visión de las caderas de Dorotea subiendo y bajando de esa manera y de ver mi verga bien dentro de su panocha era algo sumamente satisfactorio ¿El pecado?... Creo que el mayor pecado cometido aquí hubiera sido el no amar de esa manera a una persona que se entrega sin restricciones.

Sujeté los costados de las caderas de mi hermana para hacerla bajar un poco el ritmo de sus movimientos pues de lo contrario me vendría en su coño y eso podría traer un embarazo no deseado.

– ¡No temas venirte en mí! – gimió – Me cuido.

Después de escuchar eso de sus labios ya no hubo más restricciones para mí, seguí con las manos en sus costados, pero de ahí las moví hasta los generosos cachetes de su trasero y se los acaricié mientras qué continuaba mirando como mi verga entraba y salía de su estrecha concha. Pronto el placer se volvió irresistible y aguanté algunos minutos mi eyaculación para hacerla junto con ella. Dorotea comenzó a gemir informándome que estaba a punto para su segundo orgasmo, yo ayudé a los movimientos de su cuerpo con mis caderas y justamente en el momento de su venida comencé a soltar mi caliente y blanco esperma en lo más profundo del cuerpo de mi hermana, los siguientes chorros de mi leche siguieron llenando su vagina mientras continuaban los movimientos de entrada salida. El placer fue tan intenso que cuando el orgasmo finalizó tanto Dorotea como yo estábamos riendo como niños que acaban de cometer una travesura.

Mi verga se salió del cuerpo de mi hermana y yo entonces me recosté a su lado, la besé nuevamente en los labios y la estreché contra mi cuerpo, sentí los vellos de su vientre pegándose a los míos y mi verga atrapada entre nuestros cuerpos. Llevé las manos hasta sus nalgas y luego subí lentamente por su espalda hasta su cabellera, cogí su cabeza entre mis manos y con más intensidad deposité el beso que le daba.

Ambos jadeábamos intensamente pero el placer que experimentábamos era tan intenso que yo no perdí la erección después del orgasmo. Llevé la mano entre mis piernas y apunté la verga nuevamente contra la panocha de Dorotea, ella abrió ligeramente el compás de sus piernas para permitirme penetrarla, lentamente la verga se incrustó de nuevo en la ahora encharcada vagina. Estábamos de lado y frente a frente, mi hermana subió una de sus piernas sobre las mías y estrechamos más nuestros cuerpos. Los movimientos de ambos comenzaron nuevamente y al poco tiempo mi hermana estaba llegando a un nuevo orgasmo.

Me salí después de esta última venida de ella y la recosté boca arriba y en la clásica posición del misionero la volví a coger, ella me abrazó mientras que yo llevé las manos hacia abajo para atrapar sus nalgas, ella flexionó un poco las piernas para dejarme mas espacio. Mis caderas subían y bajaban rítmicamente haciéndome sentir nuevos puntos que no había tocado en el interior de mi hermana, ella ayudaba un poco elevando las caderas y sentí que sus manos se apoyaban en mis nalgas.

– ¿Así coges con tu novia? – me preguntó con sus labios rozando los míos.

– ¡No! – Contesté con seguridad – Tú eres mucho más intensa que ella… Nunca lo hubiera creído de una monja. – dije. – No sé si sea el

hecho de que eres mi hermana o qué… Pero te juro que nunca antes había sentido algo así.

– Lo imagino porque yo misma lo estoy sintiendo ahora con cada venida que he tenido… No creas que esta es la única vez que lo he hecho… En el convento hay muchas oportunidades para hacerlo, no creas que todo es tan santo como parece.

– ¿Hermanita?

– Dime, chiquito.

– Júrame que vamos a seguir haciendo esto luego de que te vayas de casa…

– No te puedo jurar eso. – dijo mi hermana.

– ¿Por qué? – pregunté triste suponiendo que esta sería la única vez.

– ¡No seas tonto!... No te lo puedo jurar, pero te lo voy a asegurar…

Cada que tengamos oportunidad nos vamos a entregar a esta pasión. Justamente después de decir esto mi hermana estaba llegando a un nuevo orgasmo y enredó sus piernas sobre las mías apretándome más contra su cuerpo. Nos besamos con intensidad y me quedé quieto completamente dentro de su cuerpo sintiendo como su ducto vaginal se contraía una y otra vez sobre mi tronco.

– ¡Métemelo ahora por atrás! – dijo ella.

– Eso va a ser todo un placer. – la besé.

Me retiré de su cuerpo y ella se acomodó en cuatro patas sobre la cama, su culo se veía increíblemente hermoso en esa postura. Hincado detrás de ella le apunté la verga entre las nalgas y empujé para quedar sobre su ano. El arrugado agujerito estaba ahora justamente frente a mi verga, no era necesario poner más lubricante pues mi garrote estaba completamente embarrado con los flujos vaginales de mi hermana. Empujé lentamente cada vez con más fuerza y sentí como el esfínter de mi hermana iba cediendo. El glande entró completamente dentro del estrecho y caliente agujero y poco a poco comenzó a ingresar más.

– Despacio… La tienes muy grande… Así, así despacito.

Yo miraba mi garrote como se iba perdiendo entre esos deliciosos cachetes aprovechaba para acariciar la espalda blanca y suave de mi hermana y también los senos que colgaban. La penetración total en su ano se llevó unos ocho o diez minutos, pero quedé al final completamente dentro de su culo. La forma en como esa parte de su cuerpo me aprieta es deliciosa, tengo que poner toda mi sangre fría en juego o de lo contrario terminó eyaculando a los pocos minutos. Inicié con muy lentos movimientos y bajando mi respiración lo más que pude, ella gemía con cada uno de los movimientos de mi verga dentro de su ano, de vez en cuando dejaba caer su pecho contra el colchón parando completamente el trasero y dejándome una maravillosa visión. Conforme el tiempo pasó yo fui ganando velocidad y mi bella y santa hermana alcanzó a llegar a un orgasmo más. Gimió tan intensamente que tuvo que morder una de las almohadas o nos hubiesen escuchado mis padres.

Después de su orgasmo me quedé completamente quieto pues su culo apretaba tanto que cualquier movimiento hubiera significado mi venida.

Dorotea entonces fue recostándose en la cama y mi verga se salió por completo dejándome ver ese pequeño agujero ahora completamente dilatado y sediento de más garrote. Mi hermana quedó recostada boca abajo en mi cama y yo sentándome sobre sus muslos le apunté la verga entre las nalgas, empujé las caderas y la volvía a penetrar por el ano. La postura era más que deliciosa, mi verga entre esas nalgas y enterrándose profundamente en la estrecha funda que ella me ofrecía. Empujé y empujé con movimientos suaves y largos, me apoyé en su espalda y al final terminé completamente recostado sobre su cuerpo sintiendo como los cachetes de su trasero se aplastaba suavemente contra mi cuerpo. La verga viajaba bien adentro en su culo, clavándose entera y ella aventaba las nalgas para arriba tratando de que le llegara más a fondo.

Al final el placer en ambos fue tan intenso que nuevamente terminamos en otro orgasmo simultáneo, dejé mi semilla en lo más profundo del caliente y apretado ano de mi hermana y ella mojó mi sábana con el abundante flujo que escapaba de su vientre.

Desperté temprano y salí de mi cuarto rumbo al baño, al mirar hacia la sala vi la sábana con la que me había cubierto la noche anterior tirada en el suelo, corrí a recogerla y me asomé luego al cuarto de mi hermana, ella dormía profundamente y se veía hermosa.

Más tarde cuando ya desayunábamos ella salió vestida con su velo y su uniforme de novicia, nos comportamos como sin nada hubiera pasado pero cuando nos quedamos a solas nos besamos con ardor e intensidad.

– ¡Esta noche en mi cuarto! – dijo ella cuando nos separamos.

FIN.
 
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draco22

Pajillero
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muy bueno y excitante seria bueno que subas mas buenisimo felicitaciones se espera mas
 

voyeur357

Pajillero
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Saludos mis Hermanos y Hermanas. Leyendo el relato de Marcela, supe que pertenecía al gran Cazzique. Así que subo este relato integro de su autoría. Que lo disfruten. Gracias.

Mi hermana la Novicia.

Por C a z z i q u e

Material única y exclusivamente para mayores de 18 años.

Las situaciones, nombres, lugares y acontecimientos escritos en este documento son única y exclusivamente obra de la imaginación del escritor y nada de esto sucedió realmente. Realizar actos de esta índole con menores de edad está penado por las leyes y dependiendo del país en el que habite es causa de diferentes penalidades. El autor no es responsable por el uso que se le dé a este documento.

Este material contiene sexo con familiares, menores y/o personas del mismo sexo. Sino le agrada este tipo de lectura, favor de deshacerse inmediatamente del documento. Los actos aquí presentados son obra de ficción y nunca sucedieron realmente y cualquier semejanza con personas, lugares y situaciones son producto de la casualidad.


Dorotea, mi hermana mayor llegó a casa después de dos años de internado en un colegio de monjas, claro ya antes nos había visitado, pero nunca por tanto tiempo; en esta ocasión Dorotea se quedaría un par de meses en casa.

Llegó por supuesto con su traje de novicia, mis padres se alegraron de ver a su santa hija y de poder tenerla unos días en casa. Ella me abrazó y me dio un beso en la mejilla cuando se llegó mi turno de saludarla.

– ¿Pero mira nada más cómo has crecido? – dijo Dorotea.

– Si, se ha desarrollado mucho después de cumplir los dieciocho. – dijo mi madre.

– Bueno, es que ha estado haciendo mucho ejercicio en el colegio. – tercio papá.

– Qué bueno tenerte de nuevo en casa hermanita… O debería de decir superiora. – dije en tono de broma.

– Vamos, no molestes a tu hermana. – dijo mi madre.

– No, hermanito… Todavía no soy superiora, pero seguramente algún día lo seré. – dijo ella sonriéndome de buena gana por la broma.

– Bien, ya dejen de molestar a mi hija pues debe de venir cansada del viaje. – dijo mi padre.

Entramos en la casa pues todos estábamos en el jardín del frente, yo me encargué de subir las pocas cosas que traía Dorotea a su habitación, cuando llegué ella estaba sentada en la cama. Me sonrió dulcemente cuando me vio entrar y me dio las gracias cuando ya iba de salida.

Durante la tarde comimos todos juntos y mi hermana nos comentó durante largo tiempo de las cosas que le tocaba hacer en el convento. Se dieron pronto las ocho de la noche y nos levantamos. Mis padres subieron a su habitación para comenzar a preparar las cosas del día siguiente mientras que mi hermana y yo nos quedamos conversando algunos minutos más en la sala.

– ¿Y ya tienes novia? – preguntó ella.

– Esas no son cosas que debería de saber una monja. – le dije sonrojado.

– Veo que ya tienes una… Je, je… Pero no temas que te pregunte esas cosas, solamente quería saber si te estás cuidando cuando…
Cuando… Tú sabes.

– ¡Hermanita!... Para ser una hija de Dios eres demasiado curiosa… - dije riéndome.

– No seas malvado… Solamente lo pregunto porque no quiero que te vayas a embarcar con un chiquillo. Estás muy joven como para desperdiciar tu juventud en esas cosas. Tú sabes, cuidar un niño, tener que mantener una casa… Todavía debes de estudiar y prepararte para después cuando tu hermanita esté vieja la cuides.

– ¡Ha, ya salió el peine! - dije riendo. – ¿No crees que las monjas se vuelven viejas en su convento junto con sus compañeras?

– No todas, hermanito… No todas.

– Bueno, entonces no me casaré y esperaré a que termines de vieja amargada y enojona.

– No creas que por ser monja se vuelve una así, no.

En esa plática con mi hermana nos dieron las nueve y media, ella que ya se notaba un poco cansada me dijo que era momento de acostarse, me levanté y la ayudé a que hiciera lo mismo, juntos caminamos por el pasillo y nos detuvimos en la entrada de su habitación, me dio un beso en la mejilla y se metió en su habitación qué estaba primero que la mía. Me fui hasta mi cuarto y me desnudé para luego recostarme.

Durante la madrugada me levanté para beber un poco de agua, salí de mi cuarto con rumbo a la cocina solamente enredado en la sábana y me serví un vaso de agua. En esas me encontraba cuando escuché que alguien más se acercaba. Era mi hermana que venía con un camisón largo hasta los tobillos de tela gruesa y en color blanco. Yo estaba sentado en la sala bebiendo mi agua en esos momentos y cuando me vio se asustó un poco.

Ya repuesta del susto se sirvió también un poco de agua y se sentó a mi lado, me dijo que no podía dormir y comenzamos a conversar en voz baja.

Como no traía puesto el velo pude ver su cabello de color claro completamente suelto, se veía linda con sus cabellos sueltos. Su rostro de finas líneas se perfilaba a través de la semi oscuridad de la sala.

Hubo un momento de prolongado silencio, ella se acercó más a mí y recostó su cabeza en mi hombro. Me llegó el olor de su cabello y por la cercanía de su cuerpo sentí que uno de sus senos rozaba mi brazo.

Involuntariamente la situación se me hacía un poco morbosa y abracé a mi hermana sintiendo como mi respiración se iba agitando lentamente.

Supongo que ella no debió de percibir nada de esto, pero lo que a continuación sucedió hizo que las cosas dieran un completo vuelco, tan

inesperado como in imaginado.

Bien, como les digo yo tenía el brazo sobre los hombros de mi hermana y mi respiración estaba un poco agitada supongo que por las hormonas y la edad. Sentí al poco rato que mi herramienta comenzaba a crecer y pensé en retirarme pues sería muy vergonzoso que mi hermana me descubriera en esa situación, pero supuse que debido a la oscuridad y a la posición de ella no podría notar el bulto que se estaba formando debajo de la sábana que cubría mi desnudez.

Dorotea seguía recargada en mi hombro mirando hacia el frente y yo seguía sintiendo su seno rozándome el brazo, pero entonces noté que ella también estaba respirando algo agitadamente y esto todavía echó a volar más mi imaginación, la erección creció entonces al máximo y yo podía sentir que se apretaba con fuerza contra la sábana.

Mi hermana levantó la cabeza y entonces pensé que ya había jodido las cosas, solamente que lejos estaba de imaginar que en lugar de eso Dorotea llevara una de sus manos hasta el bulto duro que se marcaba debajo de la sábana.

– Oye hermanito… ¡Esto no está bien! – sus dedos se estaban en esos momento enredando en mi tronco por encima de la sábana.

– Es qué… Es qué… – decía yo torpemente sintiendo que la erección se hacía en cada instante mucho más intensa.

– No debería una monja estar haciendo estás cosas con su hermano, ¿sabes que eso es un pecado?

Ya para esos momentos Dorotea estaba buscando la abertura de la sábana y me agarró finalmente la verga desnuda que ahora estaba ya palpitando por la emoción. Aun perplejo por la acción de mi santa hermana pregunté torpemente:

– ¿Pero qué estás haciendo?

– No preguntes cosas que son obvias hermanito… - dijo ella acerándome sus labios a la boca, y ahora rozando mis labios continuó. – Si me prometes no decir nada, yo tampoco lo diré.

Dorotea me besó abiertamente metiéndome la lengua bien adentro de la boca y ya completamente excitado le respondí como ella quería. La abracé con más fuerza estrechándola más contra mi cuerpo. Mi lengua jugó con la suya mientras que el roce de los labios se hacía mucho más intenso en cada momento. Con una de las manos comencé a recorrer la espalda de mi hermana mayor y prontamente llegué hasta las nalgas, las acaricié por encima del grueso camisón blanco y de pronto Dorotea jadeando se separó de mí.

– ¡Será mejor que vayamos a otro lado!... Aquí nos pueden ver.

– Sí, tienes razón.

Al levantarme la sábana se desenredó de mi cuerpo y cayó a mis pies, la verga completamente erecta fue el centro de las miradas de mi santa

hermana.

– ¡Vaya que tienes un instrumento encantador! – gimió ella.

– Ven, vamos.

Llevándola de la mano me encaminé hasta mi habitación que era la que más lejos se encontraba de la de nuestros padres. Cerré con seguro y ella se quedó de pie al lado de mi cama.

Me paré justamente frente a y le desabotoné el camisón sin ninguna resistencia por su parte, poco a poco fui descubriendo la blanca piel de Dorotea que no dejaba de sorprenderme. Terminé de desabotonar el largo camisón después de algunos minutos, me encontraba ahora hincado en el suelo, abrí la prenda y pude ver que Dorotea solamente traía puestas unas pantaletas, los senos se dibujaron hermosos con la poca luz que los iluminaba. Eran grandes, de pezones puntiagudos que ahora se encontraban completamente erectos. Colocando mis manos a los costados de la pantaletas también la deslicé lentamente por sus muslos y al final se la saqué completamente. Me levanté y deslicé por sus hombros el camisón, la prenda lentamente se fue deslizando por sus brazos y al final cayó a los pies de mi hermana. Ya en esos momentos yo tenía los grandes senos de Dorotea en mis manos, los acariciaba con desesperación y ternura a la vez.

Mi hermana me pidió que se los mamara y allí de pie me dediqué a la deliciosa labor de chuparle los pezones, en ningún momento dejé de amasar esas grandes bolas que me estaban haciendo delirar. Ella también lo estaba disfrutando con intensidad y logré arrancar de su boca algunos gemidos mientras me metía y sacaba uno de sus pezones de los labios. Repetí la deliciosa operación con cada uno de los pechos de mi hermana y ella lo disfrutó enteramente en cada momento.

Dorotea en cada momento me acariciaba la cabeza pero luego buscó con sus manos el largo y grueso instrumento que se balanceaba al frente de mi cuerpo, con suaves movimientos mi hermana comenzó a mover la piel de mi falo adelante y atrás, era tanta la maestría que tenía al hacerlo que poco faltó para hacerme eyacular así sin más.

– ¡Deja ya mis tetas y déjame disfrutar de esto!

Mi hermana me hizo recostar en la cama y ella se trepó sobre mi cuerpo ofreciéndome su entrepierna. Vi como lentamente su vulva se acercaba a mi cara y sus manos me sujetaban nuevamente de la verga. A los pocos segundos una boca completamente húmeda y caliente alojaba mi miembro y lo felaba de una deliciosa manera. Obviamente que yo no pensaba dejar en mal el nombre de la familia así que pegué en el acto mi boca a esos gruesos labios vaginales y ella al sentirme soltó el palo para dejar escapar un gemido de satisfacción.

Yo hurgué con mi lengua en toda la rajada desde la parte de arriba hasta la parte de abajo y metí la lengua lo más profundamente que pude, dibujé círculos al interior tocando todas las paredes de esa caliente y suave concha, mi hermana en poco tiempo comenzó a llegar a su primer orgasmo.

– Así, así que rico. – decía ella soltando mi garrote – Así, no pares… ¡Ahhh!

Los fluidos de su orgasmo pronto llegaron a mi boca y los bebí completamente disfrutando del suave sabor de mi hermana.

Dorotea levantó el torso sin separar de mi cara su vagina en lo que terminaba de lamérsela, después lentamente su cuerpo se deslizo encima del mío y sentí por primera vez su rajada acariciando mi palo. El tronco de mi verga se anidó entre los calientes labios vaginales de mi hermana, a lo largo. Ella se meneó unos cuantos minutos así sobre el palo haciéndome sentir delicioso.

Desde mi perspectiva yo solamente veía en primer plano las hermosas nalgas de Dorotea, su espalda reclinada hacia el frente en sentido a mis pies y su cabellera rubia con sus bucles deshechos y desordenados, de esta manera se veía realmente sensual su rostro cuando se giraba para mirarme, los labios abiertos y su lengua acariciándolos, deseando sentir más y más en cada momento. Mi hermana apoyo entonces sus manos en mis tobillos y sus caderas bajaron casi hasta quedar sobre mis muslos, la punta de mi

pene ahora apuntaba directamente contra sus labios vaginales. Las caderas de Dorotea se elevaron algunos centímetros y mi verga se elevó también por la posición en la que estaba. Al final el glande se enterró ligeramente entre los pliegues vaginales de mi hermana y solamente bastó un movimiento descendente de sus caderas para que la penetración se realizara.

La sensación de estar penetrando a mi hermana fue completamente satisfactoria, ella supongo que pensaba lo mismo pues sus gemidos indicaban claramente que lo estaba disfrutando al máximo.

Ella empujó las caderas hasta que finalmente estás quedaron completamente pegadas a mi vientre, la verga estaba ya enteramente dentro de su estrecha y caliente panocha. Con movimientos largos y lentos de sus caderas se inició la cogida, poco a poco los jugos de su cuerpo iban bajando por el tronco de mi verga y mojando los vellos erizados de mi vientre; era tanta la humedad que escurría de entre los labios de mi hermana que lentamente me comenzó a bajar por las bolas y mojó también mi culo. La visión de las caderas de Dorotea subiendo y bajando de esa manera y de ver mi verga bien dentro de su panocha era algo sumamente satisfactorio ¿El pecado?... Creo que el mayor pecado cometido aquí hubiera sido el no amar de esa manera a una persona que se entrega sin restricciones.

Sujeté los costados de las caderas de mi hermana para hacerla bajar un poco el ritmo de sus movimientos pues de lo contrario me vendría en su coño y eso podría traer un embarazo no deseado.

– ¡No temas venirte en mí! – gimió – Me cuido.

Después de escuchar eso de sus labios ya no hubo más restricciones para mí, seguí con las manos en sus costados, pero de ahí las moví hasta los generosos cachetes de su trasero y se los acaricié mientras qué continuaba mirando como mi verga entraba y salía de su estrecha concha. Pronto el placer se volvió irresistible y aguanté algunos minutos mi eyaculación para hacerla junto con ella. Dorotea comenzó a gemir informándome que estaba a punto para su segundo orgasmo, yo ayudé a los movimientos de su cuerpo con mis caderas y justamente en el momento de su venida comencé a soltar mi caliente y blanco esperma en lo más profundo del cuerpo de mi hermana, los siguientes chorros de mi leche siguieron llenando su vagina mientras continuaban los movimientos de entrada salida. El placer fue tan intenso que cuando el orgasmo finalizó tanto Dorotea como yo estábamos riendo como niños que acaban de cometer una travesura.

Mi verga se salió del cuerpo de mi hermana y yo entonces me recosté a su lado, la besé nuevamente en los labios y la estreché contra mi cuerpo, sentí los vellos de su vientre pegándose a los míos y mi verga atrapada entre nuestros cuerpos. Llevé las manos hasta sus nalgas y luego subí lentamente por su espalda hasta su cabellera, cogí su cabeza entre mis manos y con más intensidad deposité el beso que le daba.

Ambos jadeábamos intensamente pero el placer que experimentábamos era tan intenso que yo no perdí la erección después del orgasmo. Llevé la mano entre mis piernas y apunté la verga nuevamente contra la panocha de Dorotea, ella abrió ligeramente el compás de sus piernas para permitirme penetrarla, lentamente la verga se incrustó de nuevo en la ahora encharcada vagina. Estábamos de lado y frente a frente, mi hermana subió una de sus piernas sobre las mías y estrechamos más nuestros cuerpos. Los movimientos de ambos comenzaron nuevamente y al poco tiempo mi hermana estaba llegando a un nuevo orgasmo.

Me salí después de esta última venida de ella y la recosté boca arriba y en la clásica posición del misionero la volví a coger, ella me abrazó mientras que yo llevé las manos hacia abajo para atrapar sus nalgas, ella flexionó un poco las piernas para dejarme mas espacio. Mis caderas subían y bajaban rítmicamente haciéndome sentir nuevos puntos que no había tocado en el interior de mi hermana, ella ayudaba un poco elevando las caderas y sentí que sus manos se apoyaban en mis nalgas.

– ¿Así coges con tu novia? – me preguntó con sus labios rozando los míos.

– ¡No! – Contesté con seguridad – Tú eres mucho más intensa que ella… Nunca lo hubiera creído de una monja. – dije. – No sé si sea el

hecho de que eres mi hermana o qué… Pero te juro que nunca antes había sentido algo así.

– Lo imagino porque yo misma lo estoy sintiendo ahora con cada venida que he tenido… No creas que esta es la única vez que lo he hecho… En el convento hay muchas oportunidades para hacerlo, no creas que todo es tan santo como parece.

– ¿Hermanita?

– Dime, chiquito.

– Júrame que vamos a seguir haciendo esto luego de que te vayas de casa…

– No te puedo jurar eso. – dijo mi hermana.

– ¿Por qué? – pregunté triste suponiendo que esta sería la única vez.

– ¡No seas tonto!... No te lo puedo jurar, pero te lo voy a asegurar…

Cada que tengamos oportunidad nos vamos a entregar a esta pasión. Justamente después de decir esto mi hermana estaba llegando a un nuevo orgasmo y enredó sus piernas sobre las mías apretándome más contra su cuerpo. Nos besamos con intensidad y me quedé quieto completamente dentro de su cuerpo sintiendo como su ducto vaginal se contraía una y otra vez sobre mi tronco.

– ¡Métemelo ahora por atrás! – dijo ella.

– Eso va a ser todo un placer. – la besé.

Me retiré de su cuerpo y ella se acomodó en cuatro patas sobre la cama, su culo se veía increíblemente hermoso en esa postura. Hincado detrás de ella le apunté la verga entre las nalgas y empujé para quedar sobre su ano. El arrugado agujerito estaba ahora justamente frente a mi verga, no era necesario poner más lubricante pues mi garrote estaba completamente embarrado con los flujos vaginales de mi hermana. Empujé lentamente cada vez con más fuerza y sentí como el esfínter de mi hermana iba cediendo. El glande entró completamente dentro del estrecho y caliente agujero y poco a poco comenzó a ingresar más.

– Despacio… La tienes muy grande… Así, así despacito.

Yo miraba mi garrote como se iba perdiendo entre esos deliciosos cachetes aprovechaba para acariciar la espalda blanca y suave de mi hermana y también los senos que colgaban. La penetración total en su ano se llevó unos ocho o diez minutos, pero quedé al final completamente dentro de su culo. La forma en como esa parte de su cuerpo me aprieta es deliciosa, tengo que poner toda mi sangre fría en juego o de lo contrario terminó eyaculando a los pocos minutos. Inicié con muy lentos movimientos y bajando mi respiración lo más que pude, ella gemía con cada uno de los movimientos de mi verga dentro de su ano, de vez en cuando dejaba caer su pecho contra el colchón parando completamente el trasero y dejándome una maravillosa visión. Conforme el tiempo pasó yo fui ganando velocidad y mi bella y santa hermana alcanzó a llegar a un orgasmo más. Gimió tan intensamente que tuvo que morder una de las almohadas o nos hubiesen escuchado mis padres.

Después de su orgasmo me quedé completamente quieto pues su culo apretaba tanto que cualquier movimiento hubiera significado mi venida.

Dorotea entonces fue recostándose en la cama y mi verga se salió por completo dejándome ver ese pequeño agujero ahora completamente dilatado y sediento de más garrote. Mi hermana quedó recostada boca abajo en mi cama y yo sentándome sobre sus muslos le apunté la verga entre las nalgas, empujé las caderas y la volvía a penetrar por el ano. La postura era más que deliciosa, mi verga entre esas nalgas y enterrándose profundamente en la estrecha funda que ella me ofrecía. Empujé y empujé con movimientos suaves y largos, me apoyé en su espalda y al final terminé completamente recostado sobre su cuerpo sintiendo como los cachetes de su trasero se aplastaba suavemente contra mi cuerpo. La verga viajaba bien adentro en su culo, clavándose entera y ella aventaba las nalgas para arriba tratando de que le llegara más a fondo.

Al final el placer en ambos fue tan intenso que nuevamente terminamos en otro orgasmo simultáneo, dejé mi semilla en lo más profundo del caliente y apretado ano de mi hermana y ella mojó mi sábana con el abundante flujo que escapaba de su vientre.

Desperté temprano y salí de mi cuarto rumbo al baño, al mirar hacia la sala vi la sábana con la que me había cubierto la noche anterior tirada en el suelo, corrí a recogerla y me asomé luego al cuarto de mi hermana, ella dormía profundamente y se veía hermosa.

Más tarde cuando ya desayunábamos ella salió vestida con su velo y su uniforme de novicia, nos comportamos como sin nada hubiera pasado pero cuando nos quedamos a solas nos besamos con ardor e intensidad.

– ¡Esta noche en mi cuarto! – dijo ella cuando nos separamos.

FIN.
 

voyeur357

Pajillero
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excelente material el tuyo

bien, muy bien. me quedo en espera de nuevos relatos

saludos
 

cyrus666

Pajillero
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las inocentes son las mas lujuriosas
 

Jugodevida

Estrella Porno
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Cuantas cosas ignoramos de las religiones.
 
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