Me llamo Carla, casada con Pablo, hija única de José y Viviana. Mi padre trabajó toda su vida como empleado del estado, y por esas bendiciones que tiene la vida un domingo a la noche ganó la lotería con varios millones de euros como premio. Vivíamos en un país sudamericano, los tres juntos porque aún era soltera. Mis padres decidieron por seguridad, ya que los secuestros en países como el nuestro es una industria, que nos fuéramos a vivir a Europa. En España conocí al que hoy es mi esposo, nos casamos y nos fuimos a vivir a Barcelona. Mis padres se fueron a conocer el Caribe y no regresaron más. Mi papá compró un bote grande, de 10 m de largo y pasean permanentemente por el Caribe.
El verano pasado, en una de nuestras charlas telefónicas, me invité a pasar unos días de navegación con ellos. Ellos al principio pusieron un poco de reparo -la distancia, los mareos, la comida… etc.- pero como yo tengo muchísima confianza con ellos les pregunté que les pasaba, y ellos me dijeron que se habían transformado en naturistas y les daba vergüenza que yo lo supiera y los viera así. Yo les expliqué que a mis 25 años no me importaba en lo más mínimo verlos desnudos y de echo yo hacía topless cuando iba a la playa. La cosa es que aceptaron, y en unos días nos encontramos en un puerto caribeño.
La primera tarde fue de preparativos, ya que zarpábamos al día siguiente bien temprano, Pablo y mi papá cargaban víveres, agua, gasolina y mi mamá y yo hablábamos, que más. Allí en determinado momento me volvió a sacar el tema del nudismo y yo le dije que ellos siguieran haciendo lo que a ellos les hacía feliz, que yo había venido a descansar, tomar sol y olvidarme de la vida loca de Barcelona.
Y que Pablo pensaba lo mismo y ya lo habíamos hablado y a él le parecía muy bien que Uds. hicieran lo que quisieran. Cenamos en un lindo restauran de pescados en el puerto y nos fuimos a dormir al bote, ya que salíamos al amanecer. Esa noche nos hicimos unos arrumacos con Pablo, pero nos dormimos enseguida sin amarnos ya que estábamos muy cansados.
Al amanecer escuché el ruido del motor que salíamos y me volví a dormir. Me desperté como a las 11 de la mañana sin el ruido del motor y el bote se mecía suavemente. Nos levantamos junto con Pablo, nos duchamos y nos encontramos con unas tazas de café recién hecho y nadie en la cocina. Cuando salimos estaban mis padres en cubierta y desnudos. Me chocó un poco pero traté de disimularlo. Pablo se sintió más impresionado y no podía dejar de mirarle las tetas a mi mamá, que las tiene grandes, bronceadas y duras.
Ella estaba en una tumbona en cubierta, con las piernas abiertas y mi papá en medio rasurándole el pubis. Nos saludamos y como si nada ellos siguieron en lo suyo. Mi papá estaba terminando de dejarle toda la conchita lisita, sin un pelo, a mi mamá. Me arrimé a mirar, tenía la vulva rosadita, inflamada y con jugos. Evidentemente eso la excitaba. Su clítoris sobresalía arriba como un piquito.
Les pregunté que se sentía con eso, ya que yo nunca lo hago, más que recortarme el cavado por la bikini. Mi mamá nos dijo que eso era hermoso, que se sentían más higiénicos y sexy. Entonces por primera vez le vi el pene a mi papá, lo tenía totalmente depilado, morcillón y era grande, o se veía más grande porque estaba sin pelos. Pero era hermoso, potente, bronceado. Me impactó. Lo desee por primera vez en mi vida como hombre. Mi papá tiene 45 años, y está muy bien, con el pelo entre cano, alto, musculoso y sumamente agradable, aunque no habla mucho.
Él nos explicó que una vez a la semana se rasuraban mutuamente y que era muy excitante. Cuando terminó, la limpió a mamá y se puso de pie. Su pene seguía morcillón y yo no podía sacarle los ojos de encima y Pablo, lo miraba a él con admiración, pero a mi mamá se la comía con los ojos. Pablo estaba excitado por la situación y tenía una evidente erección bajo el short de baño.
En ese instante y sin pensarlo, me desprendí la parte de arriba del bikini y lentamente me bajé la parte de abajo y me quedé desnuda ante la sorpresa de todos.
Yo soy bonita de cara, tengo 1.60 de alto, pero soy tirando a gordita, con unas tetas exageradas para mi altura pero duras y paradas, tengo pancita y piernas gruesas, pero un culo imponente y según Pablo, el más deseable del planeta.
Mi esposo me miró y de un tirón se sacó su short, quedando desnudo ante la mirada de todos, con una erección de campeonato y diciendo, espero que me disculpen, el espectáculo que dan Uds. desnudos es muy excitante. Pablo es alto, musculoso y bien formado. Tiene un culo duro y chiquitito, piernas largas, muy escaso bello en el cuerpo, excepto en su pubis y una poronga fantástica. Mide 19 cm por 6 cm. Lo sé porque soy su esposa y lo he medido, aguanta muchísimo sin terminar y es muy fogoso amando.
Ahora estábamos los 4 desnudos y nos mirábamos y nos estudiábamos. Y por nuestras caras, parece que lo que veíamos nos gustaba a todos.
Mi mamá rompió el hechizo diciendo:
-Chicos, cuando tengan deseos de hacer el amor, o de coger o masturbarse, por favor no se priven por nosotros, que nosotros no nos privaremos por Uds. En este tiempo que llevamos haciendo esta vida, hemos recuperado la pasión y a veces nos dan ganas a cualquier hora y lo hacemos, y más en este bote y en este lugar donde estamos solos. No se vos Carla si estas excitada por vernos desnudos, pero Pablo si lo está y no es bueno que se contenga durante mucho tiempo porque no va a disfrutar las vacaciones.
Dicho esto, Pablo se empezó a acariciar su pija, al menos le dio 3 o 4 tirones suavemente y exclamó un suspiro.
-Papi, por favor rasúrame como a mami, quiero experimentar lo que se siente. Dije al tiempo que me echaba sobre una de las tumbonas y abría las piernas.
-Y yo también quiero sentir lo que Uds. dicen, argumentó Pablo, acostándose en la tumbona al lado mío.
Mi papá, con una gran sonrisa, tomó los utensilios y se ubicó entre mis piernas. Mi mamá hizo lo mismo entre las piernas de Pablo, cuya pija apuntaba al cielo.
Mi papá esparció la espuma sobre mi conchita, desparramándola para abajo hasta mi ano y sus alrededores. Luego se la paso a mamá pero esta estaba con unas tijeras cortándole el bello pubiano a Pablo, que lo tenía muy largo para poder después ponerle la espuma. Como le entorpecía la visión la erección, se la agarró con una mano y se la corría mientras con la otra trabajaba con la tijera, Al correrla a un lado o al otro o arriba, abajo, la piel descapullaba y Pablo con los ojos muy abiertos, miraba y gemía. Cuando le termino de cortar con la tijera, le esparció la espuma y seguía moviéndole la pija como en una lenta masturbación.
A todo esto, mi padre con la rasuradora iba sacando con mucha delicadeza, todo mi bello. Me hizo abrir bien las piernas y con una mano tomaba mis labios vaginales y con la otra me rasuraba. Y para que no se plegaran, tenía que tomarme los labios y por ende meterme un poquito los dedos adentro. Yo estaba excitadísima y destilaba jugos, mi papá se percató e introducía cada vez más los dedos adentro y me abría la concha y al retirarlos me tocaba el clítoris y me hacía estremecer y gemir sordamente. Yo estaba muy excitada y contenía un orgasmo solo por vergüenza.
Cuando terminó la parte de arriba de mi concha y los labios, bajó con sus dedos hasta mi ano, y estiraba los cachetes para rasurarme algunos pelitos que estaban allí. Como le resultaba incómodo, me pidió que levantara las piernas y así trabajó mejor. Una vez que terminó de rasurarme, me enjuagó, me secó y me pidió que me diera vuelta en 4 patas para sacarme los últimos pelitos del ojete con una pincita de depilar.
Cuando me incorporé pude ver que papá tenía una erección impresionante. Su pija debía medir más de 22 cm, no era muy gruesa y tenía el glande afuera y muy brilloso. Lo miré y le dije: ¿vos también estas excitado no? Y como no me voy a excitar con una belleza como vos, me dijo. Yo me colgué a su cuello y le di un beso en la mejilla, mientras su pija se metía entre mis piernas.
-Bueno, bueno, date vuelta y terminemos de una vez, me dijo.
-Si es lo que quiero. ¡Terminar! Le dije mientras me ponía en 4 sobre la tumbona y levanté mi culo en pompa para que trabajara sobre mi ojete y él se ubicó atrás y con la pincita me sacaba los pelitos y con los dedos de la otra mano me hurgaba cerca del ano para levantarlos, ¡por Dios, cuanta excitación, que placer!
Cuando estaba en esa posición, miré a Pablo y mi mamá había terminado de rasurarlo y tenía la pija dentro de la boca y le estaba haciendo una mamada mientras con la otra mano le acariciaba lentamente los huevos. Ante semejante espectáculo, no pude resistir más, estiré la mano hacia atrás entre mis piernas, agarré la pija de mi papá y de un solo movimiento me la encaje en la concha hasta el fondo y terminé. Tuve un orgasmo impresionante e hice presión hacia atrás. Miré a Pablo y este estaba mirándome a mí y en ese momento empezó a largar leche sobre los labios de mi mamá que se corrió y varios chijetazos le dieron en la cara y las tetas.
Mi papá, con su pija enterrada hasta los huevos en mi, ni se movía y seguía trabajando en mi ojete. A mi me dio muchísima bronca su pasividad, lo miré por arriba del hombro y sonreía sarcásticamente mientras seguía en lo suyo. Mi mamá lo masturbó un poquito a Pablo, mas que masturbada le sacaba el semen con la mano, luego se la metió nuevamente en la boca, y suavemente lo llevó a otra erección. Cuando le pareció que estaba listo, lo montó y lo empezó a cabalgar. Era una belleza verla a mi madre, a sus 44 años y con un físico hermoso, cabalgando sobre la verga de mi esposo, mi verga, mientras Pablo le chupaba las tetas y le metía un dedo en el culo.
Estuvieron en eso como 10’ y mi mamá tuvo 3 orgasmos cuando Pablo terminó nuevamente, pero ahora dentro de ella. Se quedaron abrazados y se dieron unos besos.
A todo esto mi papá seguía adentro mío, sin moverse, con una erección descomunal por lo dura y trabajando los pelitos de mi ano. Yo estaba re-caliente de nuevo y quería moverme, pero cada vez que lo hacía mi papá me decía, nena, quédate quieta que no te puedo sacar los pelitos. Cuando terminó, tomó un pote de crema, siempre con su pija enterrada en mi concha, y me lo esparció por el ojete y las nalgas para que no me irritara la rasurada y la sacada de pelitos.
Cuando estaba en esto, con un dedo me masajeaba el ano y me ponía más crema y me la empujaba para adentro, me dijo, parece que a esto ya lo estrenaron antes. – Y si, con Pablo habitualmente tenemos sexo anal y nos encanta. Él es muy dulce para hacerlo y jamás me hizo doler.
Papá seguía con su dedo en la roseta de mi ano y en una de esas me metió un dedo hasta el fondo y yo largué un gemido. Entonces no aguanté más y de un movimiento, tomé su verga, la saqué de mi concha, la apoyé en la puerta del ojete y empujé para atrás. Cuando entró la cabeza, se me escapó un gritito, pero al minuto de quedarme quieta empecé a empujar sostenidamente hasta que sus grandes bolas chocaron contra mi concha y tuve el orgasmo más grande que recuerde de mi vida, con gritos, estertores, casi convulsiones.
Cuando estaba en eso, sentí la leche de mi padre en mi culo, sus bramidos de placer y sus gemidos de felicidad. Cuando nos aquietamos un poco, me la saqué lentamente y me di vuelta. Mi mamá estaba al lado de mi papá besándolo y Pablo estaba al lado mío con una sonrisa de oreja a oreja.
Mi mamá dijo, chicos, ¿se dan cuenta por que estábamos reticentes a que vinieran? Teníamos miedo y deseo que esto pasara y no les gustara. Pero parece que si, entonces, disfrutemos estas vacaciones y disfrutémonos nosotros.
Si hoy me pongo a justificar lo que pasó en esas vacaciones, la única explicación que le encuentro es el entrañable amor que nos tenemos todos. Mis padres me aman con locura a mí y yo a ellos. Yo lo amo muchísimo a Pablo y mis padres entre ellos. Nosotros no somos swingers ni muy liberales tampoco. Y mis padres mucho menos. Son naturistas, pero en privado (hasta que llegamos nosotros), pero lo que pasó, no nos cambió la vida ni mucho menos. Seguimos siendo todos lo que éramos antes de llegar a ese barco.
¡Vamos todos al agua!, gritó mi papá y uno a uno nos fuimos zambullendo en esas cristalinas y templadas aguas. Nadamos, jugamos, nos abrazábamos, mis padres se besaban y disfrutaban de ellos y de nuestra compañía.
Luego que salimos, nos secamos, y nos tiramos al sol. Mi mamá y yo en las tumbonas y mi papá y Pablo en la cubierta delantera. Hablábamos de cualquier cosa y nos reíamos mucho.
Como a la hora, mi papá dijo: vamos a levantar anclas e ir a otro lugar más reparado para pasar la noche allí y tenemos como 3 horas de navegación.
Pablo se fue con él a ayudarlo en las maniobras de levantar el ancla y a su vez, quería aprender a conducir un bote. Desde siempre mi papá y Pablo congeniaron en todo, es como el hijo que nunca tuvo. Era divertido verlos ir y venir desnudos, con sus porongas depiladas que se sacudían para aquí y para allá. Cuando se agachaban se les veían los músculos tensarse y si apuntaban hacia nosotras, se les veía claramente su ano prieto y marrón en el caso de mi papá y rosado oscuro el de Pablo.
A mi esas visiones me excitaban mucho y se lo comenté a mamá, que me dijo que a ella le pasaba lo mismo, no solo con mi padre, sino con Pablo también, y debe ser por la novedad de ver a otro hombre desnudo a bordo. También me dijo que a veces cuando estaban solos, ella se calentaba más que papá y que ella a veces lo buscaba para follar y que era muy satisfactorio ya que tu padre es un gran amante, pero que dos o tres horas después ella tenía ganas de nuevo y a papá le costaba excitarse. A lo mejor con Uds. a bordo la cosa cambia. Son la novedad.
Por ejemplo ahora yo estoy excitada, mira, dijo mi madre y se abrió los labios de la concha y me mostró su humedad. Yo me levanté de la tumbona y me acerqué a mirarla, era hermoso y excitante verle adentro de la concha a mi madre. Yo nunca había visto una de tan cerca, excepto la mía a través de un espejo. Esto era distinto. Sentí que mi propia humedad afloraba. Estiré un dedo y le saqué un poco de juguito a mi mamá y lo olí. Ella en ese movimiento mío exhaló un suspiro y yo otro porque su olor me encantó. Era un delicioso olor a dulce, a miel.
Me tiré nuevamente en la tumbona y cerré los ojos. El bote se mecía suavemente y el motor bramaba. Estábamos en camino y yo me empecé a adormilar.
No se cuanto tiempo pasó, pero me despertó las manos de mi madre sobre mi espalda aplicándome protector solar. Te tienes que poner mucho, nena. Aquí el sol es muy fuerte y después te va a arder, me dijo. Sus manos hacían maravillas en mi espalda, mis nalgas y mis piernas. Me masajeaba con mucha dulzura por todos lados. Abrió mis cachetes y me colocó sobre mi ano también. Allí se detuvo un poco más y me decía, a este hay que mimarlo más, porque nunca le ha dado el sol y encima hace un rato lo usaste y muy bien.
Cuando terminó con las piernas, me pidió que me diera vuelta y me aplicó protector desde la frente hasta los pies, deteniéndose largo tiempo en mis pechos y mis pezones, que se habían puesto como piedras. Ella los estiraba y apretaba con una enigmática sonrisa en el rostro.
Cuando llegó a mi conchita, me hizo abrir bien las piernas y me aplicó por los bordes y los labios recién depilados e hinchados. Yo cerraba los ojos y me dejaba hacer. En determinado momento dejé de sentir sus manos y al instante era su lengua la que me acariciaba los labios vaginales. Me sorprendí y abrí los ojos. Mi madre estaba entre mis piernas y me miraba con los ojos muy abiertos comiéndome el coño con una suavidad inaudita. Algo que jamás había sentido.
Siguió así por varios minutos, con su lengua recorriendo mi interior y deteniéndose en mi clítoris que estaba muy hinchado y haciéndolo saltar con sus lengüetazos, yo me derretía de placer. Cuando ella sintió que estaba por tener un orgasmo, se detuvo y me dijo. Ahora poneme bloqueador vos a mi y se tumbó al lado mío.
A mi me temblaban las piernas, estaba muy caliente y quería terminar. Pero tomé el bloqueador y se lo esparcí por toda la espalda y piernas. Mis manos temblaban y al llegar a sus nalgas me encontré con su anito semi abierto. Mi mamá, al ser flaca, es de esas personas que tiene los cachetes abiertos permanentemente y su rosado ano se ve desde afuera. Le deposité una cantidad de crema sobre su culo y directamente le metí un dedo hasta el fondo, que entró suavemente. Mi mamá pego un respingo y me dijo: ¡Así nena, esto es la gloria!
Seguí con mi dedo adentro y hasta me animé a meterle un segundo dedo que recibió con mucha complacencia. Ella gemía y fuerte, mientras con la otra mano le acariciaba el nacimiento de sus senos por el costado y le pellizcaba los pezones cuando ella arqueaba la espalda y se despegaba de la tumbona.
Me acerqué a su oído y le dije: esto es además que con placer, con amor. Ella giró la cabeza y me dio un hermoso beso en la boca. Nuestras lenguas se acariciaban intensamente mientras yo seguía con dos dedos en su ano y mi otra mano acariciándole la espalda.
Ella con mucha delicadeza se desprendió de mi y suavemente se giro quedando boca arriba. Mis dedos se habían salido de su culo y mi mano ahora acariciaba su vagina y pellizcaba dulcemente su clítoris.
Vení, me dijo. Acostate en la tumbona. Al ponernos de pie, aún abrazadas y dándonos besos en la boca, alcancé a mirar a mi papá y Pablo en la cabina de mandos. Ellos nos estaban mirando y tenían unas fuertes erecciones. Pablo se acariciaba lentamente su pija, papá solo nos miraba. Estaban uno al lado del otro, y me sentí importante al ver sus porongas paradas por nosotros.
Mi mamá me guio a la tumbona, me acosté boca arriba y ella se puso sobre mí, en sentido inverso y empezó a besar mi concha. Yo tenía la de ella frente a mis ojos, y su delicioso olor me impregnaba la nariz. Ese olor que minutos antes había degustado y que me parecía magnífico.
Cerré mis ojos, estiré mi lengua y le acaricié el clítoris directamente. Ella dejo escapar un ¡Ahhh!, y continuó dándome placer en mi conchita. Estoy seguro que para ella, yo era su primera vez con una mujer y para mí también. Estábamos debutando juntas y era glorioso.
De su clítoris pasé a su vagina que estaba muy mojada y metía la lengua lo más que podía. Cuando habría mis ojos, veía su ano muy dilatado por mis dedos anteriores y eso me tentaba. Levanté mi cara para pasarle la lengua por allí y no me gustó. El gusto a la crema bloqueadora era desagradable, seguí con su conchita que me gustaba más su sabor. No sé, la verdad, que me gustaba más, si que ella me comiera el chocho a mi o yo a ella. En su conjunto era glorioso. Lo que si se, y con certeza, es que me encaminaba al punto de no retorno en mi culminación sexual.
Yo soy multi-orgásmica, y Pablo lo sabe muy bien, y saca provecho de eso. Me hace terminar varias veces en un solo polvo.
Pero cada vez que estaba a punto de terminar, mi mamá sacaba su cara de entre mis piernas, y me acariciaba los pies, se giraba y me amasaba las tetas, y volvía a su dulce manjar en mi vagina.
En uno de esos parates, giré la cabeza hacia la cabina de mando y mi papá y Pablo no estaban. Giré la cabeza hacia el otro lado y Pablo estaba tras mi cabeza y mi papá a su lado. Ambos tenían sus manos en las pijas, pero cambiadas. Mi papá le empuñaba la poronga a Pablo y este a su suegro. Se acariciaban lentamente sin perder detalle de lo que nosotros hacíamos. No sé como empezó ese intercambio de caricias entre ellos, pero el verlos me excitó mucho más de lo que ya estaba.
Mi mamá continuaba con sus besos en mi abierta y rosada concha y mi papá levantó la poronga de Pablo y suavemente la dirigió al ano de mi mamá, la apoyó sobré la rosada roseta semi abierta y Pablo empujó suavemente. Mamá ni despegó la cabeza de mi entre pierna, mas aún, parece que me comía con mayor intensidad. La pija fue entrando lentamente pero sin pausa hasta que los huevos sin pelos de Pablo quedaron sobre mi frente. En ese instante exploté en un orgasmo violento. Tan violento que el contacto de la lengua de mi mamá me molestaba.
Al sentir esto, ella estiró los brazos hacia atrás, aprisionó las caderas de Pablo y empujó hacia ella y tuvo un orgasmo con gritos y convulsiones. Como el mío en la mañana con la pija de papá en mi culo.
Cuando mamá se calmó un poco, se salió de la postura que estaba y la pija de Pablo quedó balanceándose en el aire, a cm. de mis ojos. Pablo no había acabado.
La tomé con la mano, se la acaricié unos instantes y le dije: Vení cosita, ahora tengo ganas de vos, pero a solas.
Con su pija en mi mano, lo llevé al baño, se la lavé, me la metí 30 segundos en la boca y nos metimos en nuestro camarote a coger como conejos.
No sé qué habrá sido de mis padres, papá no había terminado tampoco. Eso es cuestión de mi mamá.
Cuando nos despertamos en la mañana el sol estaba alto y el silencio total. El bote se mecía suavemente, pero se notaba que estaba anclado.
Le dije a Pablo que nos levantáramos a disfrutar el día. ¡Y de tus padres! Agregó él, acariciándose la natural erección matutina.
–Mirá Pablo, le dije, lo que está pasando sexualmente con mis padres es una cosa que ni vos ni yo buscamos, se está dando por que nos amamos como te amo yo a vos.
–Si, si –dijo el- pero es divertido y excitante.
Nos levantamos y luego de ducharnos y sacarnos nuestros olores y fluidos secos después de esa maravillosa noche de amor que pasamos encerrados, fuimos a la cocina donde estaban las consabidas tazas de café. Aunque no recién hechas como el día anterior.
–¡He, mamá, hace mucho que desayunaron! –grité. Nada como respuesta. Nos miramos con Pablo y salimos desnudos como desde hace 24 horas a cubierta. No había nadie.
Miramos derredor y estábamos a 200 m. de una playa de arenas blanquísimas en una cala preciosa. Cerca de la playa, pero dentro del agua, estaban mis padres, nadando y chapoteando. Parecían dos críos como jugaban y se divertían. Nos miramos con Pablo y nos sonreímos. Ojalá dentro de 25 años de matrimonio, nosotros seamos así, le dije.
–Puedes apostarlo, bomboncito me dijo él, acariciando mi depilada vagina Yo me voy a encargar que así sea. Ya tengo el ejemplo de cómo se debe hacer.
–¡He chicos!, saludó mi madre al vernos. Vengan hasta aquí que está hermoso.
Terminamos nuestras tazas de café horrible y nos tiramos al agua. La primera fui yo, que afortunadamente me lancé de pie, porque la profundidad no era más de 1,20 m. Y flor de porrazo me pegué. Pablo al verme despatarrada, se bajó por la escalerilla y juntos nadamos y caminamos hasta donde estaban mis padres que seguían jugando y correteándose uno al otro, con revolcones entre las pequeñísimas olas. Al acercarme, pude ver que mi padre tenía una erección imponente, mientras la apretaba y soltaba a mamá.
–Sáquenme a este viejo verde de encima, bromeó mamá. Desde que llegaron Uds. está siempre alzado y me quiere follar a cada rato.
–Y a vos te encanta, le contesté yo. Si pero que no se entere porque si no, no me la saca de adentro en todo el día, reía ella.
La confianza que habíamos alcanzado en estas 36 horas juntos, como naturistas, era increíble. Yo me sentía de maravillas. Es lo que siempre había soñado de una relación. Estaba encantada que mis padres hubieran cambiado en ese rumbo, y compartieran sus vivencias y nueva forma de ser con nosotros. Y encima, estaba excitada todo el tiempo.
Y Pablo también, que después de su baño matutino, su pija había vuelto a la normalidad, y ahora, al lado de mis padres, estaba con la pija parada de nuevo.
–¿Como la pasaron ayer? Preguntó papá, al tiempo que abrazado a Pablo se encaminaban hacia la playa.
Verlos a los dos caminando con sus pijas apuntando hacia delante, hizo que mis juguitos empezaran a fluir. Los seguía mi mamá a un metro de distancia y yo los observaba desde atrás. Verla a mamá, con su flaco cuerpo tan bronceado, y sus nalgas abiertas que dejaban ver su anito aunque caminara, me hizo apretar las piernas con urgente necesidad de pija.
Estuvimos un rato sentados en la playa, con las piernas en el agua. Yo no lo podía creer, Pablo y papá seguían con sus porongas paradas. Y era lógico, el espectáculo que dábamos las damas se notaba excitante, con nuestras conchitas abiertas por la posición de nuestras piernas cruzadas tipo yoga y nuestras tetas, de aureolas pequeñas y pezones puntiagudos. Le sonreí a mamá mientras se lo señalaba con los ojos y ella se sonrió y dijo:
–Bueno, volvamos al bote que el sol está muy fuerte y no trajimos bloqueador solar, al tiempo que lo tironeaba a Pablo de un brazo y lo puso de pie. Lo abrazó de la cintura y se encaminaron hacia el bote.
Me acerqué a papá, le tendí una mano para ponerlo de pie, pero me hizo una maniobra que me hizo caer de bruces sobre la arena entre sus piernas. A centímetros de su pijota.
Cuando levanté la vista, ante las risotadas de mi padre, y vi ese pedazo de pito frente a mi, lo tomé con la mano y de un solo bocado me lo metí en la boca hasta la garganta. Estaba salado y delicioso, con el gustito al agua de mar y sus propios jugos.
Era la primera vez que le comía la verga a mi padre y de solo pensarlo casi tengo un orgasmo. A él se le pasó la risa y lo único que dijo fue:
–¡Nena, te amo!
Yo me lo empecé a coger con la boca, casi con desesperación. Quería sentir su acabada en mi boca. A mí nunca me gustó el semen, pero esta vez era distinto. Tenía necesidad, de satisfacerlo y satisfacerme.
Y cuando estaba a punto de eyacular en mi boca, con mucha suavidad me apartó, me besó ardientemente en la boca y me dijo:
–Alcancemos a mamá y Pablo.
Me dejó re caliente, pero Dios, como amaba a ese hombre.
Se puso de pie, me ayudó a levantarme, me abrazó nuevamente encajando su pija entre los depilados labios de mi concha y me dijo:
–Hija, te amo como a nadie y más tarde te prometo que te voy a dar mi leche donde vos quieras, pero le juré a tu madre que jamás cogería sin ella presente, y lo voy a cumplir. Porque a ella también la amo.
Dicho esto, me agarró de mis nalgas, casi metiendo un dedo en mi ano, y me llevó así hasta el bote.
Cuando estaba trepando por la escalerilla, con mi padre atrás, me paralicé un segundo porque él desde abajo metió su boca entre mis nalgas y me dio un delicioso beso en mi chuchita y anito que estaban a su disposición por mi posición.
–Ahh!! Papi, le dije. No me dejas enfriarme nunca, me tienes caliente todo el tiempo.
–Ese es el objetivo, mijita. Que disfrutes tu estadía con nosotros.
Al asomarme por la barandilla, vi que Pablo le estaba colocando bloqueador a mamá que estaba boca abajo sobre una toalla en cubierta. Pablo tenía la pija al palo como mi papá. Que lindo tenerlos excitados todo el tiempo a los hombres que amamos, pensé.
Me senté atrás de Pablo que estaba en 4 patas masajeándole las nalgas y las piernas a su suegra, que estaba con las piernas abiertas y su depilada conchita a la vista desde arriba.
El panorama era muy excitante, tomé la poronga de Pablo y se la empecé a acariciar, él se giró y me sonrió y arqueó la espalda. Yo sabía que quería, lo conozco. Acerqué mi lengua a su ojete y se lo empecé a lamer. Ahora era distinto que otras veces por que no tenía pelos. Pablo gemía y ya le tenía dos dedos en la concha a mamá, que al oír el gemido de Pablo despegó su cabeza de la toalla y nos miró.
Papá se puso al lado de su cabeza y mamá le empezó a chupar su pija con mucha suavidad. Luego se la sacó y le dijo:
–¿No te hizo terminar Carla?
–No –dijo mi papá, yo respeto los juramentos. Mi mamá sonrió y volvió a meterse el pito de papá en la boca y ahora con más empeño.
Mamá arqueó la espalda, ante los embates de Pablo con los dedos y se puso en 4 patas. Pablo ahora le empezó a comer su chochito desde atrás, mientras yo le continuaba lamiendo el culo y acariciándole la pija con la mano.
Papá empezó a bramar y yo creía que terminaba en la boca de mamá pero ella, conocedora de su esposo, se sacó la pija de la boca y mientras le chupaba los huevos le dijo, José acostate aquí al lado mío.
Papá se acostó como le pidió mamá y ella me tomó de una mano y me guio para que lo montara.
–¿Estas lista? me dijo, más que lista le contesté. Lo deseo.
Y suavemente fui bajando sobre la pija de papá y me la fui metiendo hasta los huevos.
Sentía que me llenaba toda, mi vagina se amoldaba perfectamente a su miembro. Y eso que era más grande que el de mi esposo. Estaba tan mojada que mis jugos se derramaban sobre él. Mi instinto me llevó a empezar a cabalgarlo violentamente, pero después de 3 o 4 empellones, mi mamá puso una mano sobre mi espalda y me pidió calma, que esto recién empezaba y que había que hacerlo durar.
Seguido a esto, se colocó entre las piernas de su esposo y me empezó a lamer el ano, mientras yo me movía suavemente sobre mi padre. Me chupaba el culo con mucho esmero y trataba de meter la lengua adentro. Para mi era muy excitante y caliente, ya que nunca me habían chupado mientras me penetraban.
En determinado momento se detuvo y exhaló un gemido largo y profundo. Pablo la había penetrado desde atrás por su conchita abierta y deseosa y se movía cadencialmente.
Cuando se acostumbró al movimiento, siguió con su lengua en mi ojete y yo no aguanté más y tuve un orgasmo fantástico. Mi papá, conocedor de las mujeres, se quedó quieto unos instantes, besándome en la boca y metiendo su lengua en mi oído.
Como ya les dije, soy multiorgásmica y a los pocos segundos quería más. Y mis padres siguieron, papá volvió a moverse suavemente dentro de mí y mamá a lamerme el culo, que ya estaba dilatado y no solo aceptaba su lengua sino dos dedos adentro.
Mamá retiró sus dedos cuando tuve mi segundo orgasmo y al sacarlos escupió en mi culo dos veces y dijo:
–Pablo, ahora vos, y se corrió a un costado.
Pablo se ubicó atrás mío y con su pija guiada por su mano, apretó mi esfínter y metió la cabeza.
¡Huy como me dolió! Se quedó quieto unos instantes y continuó empujando. Su pija estaba bien lubricada por los jugos de mamá y mi ojete por su saliva. Y hasta que no la enterró hasta el fondo no paró de empujar. Yo me sentía colmada con 2 penes adentro y muy feliz. Pablo, al ver que yo no me quejaba empezó un vaivén furioso que me hizo terminar con alaridos de placer y convulsiones como cada orgasmo por el culo.
Mi papá me abrazó fuertemente y al oído me dijo. “Ahora tu mamá”.
Cuando me calmé de mi explosivo orgasmo, me desprendí de Pablo y mi papá, que se puso de pie. Abracé a Pablo que me miraba con amor y lo tendí sobre la toalla. Mientras mi papá la besaba a su esposa a centímetros de nosotros. Y tomándola de una mano la depositó sobre Pablo que la esperaba con la pija al cielo.
Ella se empaló de un solo golpe y puso los ojos en blanco, se movió 2 o 3 veces y lo llamó a papá. Este con el bloqueador en la mano, le puso una buena cantidad en el ano y otro tanto en su pito y se arrodillo entre las piernas de mi marido.
Con mucha delicadeza se la fue metiendo. Yo, como principal espectadora, veía como se iba abriendo ese anito rosado y se engullía la depilada poronga de papá hasta los huevos. Mi mamá apretaba los ojos mientras Pablo le mordía las hermosas tetas con pezones de casi 1 cm. de largo. Papá se empezó a mover cada vez más rápido y mi madre y Pablo terminaron a la vez con gritos y besos entre ambos. Papá se quedó quieto mientras eso pasaba y cuando se calmaron, se retiró lentamente.
Yo tampoco me perdí ese espectáculo mientras salía de adentro de ella y su ano estaba abierto como de 5 cm. de diámetro. Papá se agacho sobre ese ensanchado culo y le pasó la lengua con mucho amor mientras se iba cerrando. Papá no había terminado.
Todos nos mirábamos con una felicidad y ternura conmovedores. Mi padre se puso de pie, tomo jabón y agua, se lavó su pito y sentándose en el borde de una tumbona me dijo:
–Como te prometí antes, ahora mi semen es para vos.
Yo gateé hasta el medio de sus piernas y le tomé el pito con la mano. Su erección había disminuido en dureza. Estaba decidida a probar el semen por primera vez y que fuera el de mi padre.
Le di unos besos en la punta, me la restregué por la cara y mientras se la movía lentamente, le empecé a chupar los huevos. Eran grandes y duros, al no tener pelos se sentían muy suaves y calientes. Se puso al palo nuevamente. Su ano se abría y cerraba con cada beso mío sobre sus testículos. Me mojé con saliva el dedo mayor de mi mano izquierda y al engullirme su falo hasta la garganta penetré su esfínter.
El bramó y dijo: ¡Nena! Y un potente chorro de leche se incrustó en mi garganta. A este le siguieron como 4 más mientras yo me la iba sacando de la boca. Su sabor no era delicioso ni nada que se le parezca, pero era el semen de mi padre y para mi era la culminación de un deseo.
Se desplomó de espaldas en la tumbona con los ojos cerrados y la misma sonrisa de satisfacción que le vi tantas veces cuando yo tenía algún éxito en mi vida.
Como siempre mi mamá rompió el hechizo del momento diciendo:
–Chicos, hay que preparar el almuerzo, vos Pablo, sacá el pescado del freezer, vos Carla poné el sartén al fuego, pero con poco aceite. Y vos viejo, deja de estar tirado ahí y anda a lavarte.
Y… padres ante todo.
El verano pasado, en una de nuestras charlas telefónicas, me invité a pasar unos días de navegación con ellos. Ellos al principio pusieron un poco de reparo -la distancia, los mareos, la comida… etc.- pero como yo tengo muchísima confianza con ellos les pregunté que les pasaba, y ellos me dijeron que se habían transformado en naturistas y les daba vergüenza que yo lo supiera y los viera así. Yo les expliqué que a mis 25 años no me importaba en lo más mínimo verlos desnudos y de echo yo hacía topless cuando iba a la playa. La cosa es que aceptaron, y en unos días nos encontramos en un puerto caribeño.
La primera tarde fue de preparativos, ya que zarpábamos al día siguiente bien temprano, Pablo y mi papá cargaban víveres, agua, gasolina y mi mamá y yo hablábamos, que más. Allí en determinado momento me volvió a sacar el tema del nudismo y yo le dije que ellos siguieran haciendo lo que a ellos les hacía feliz, que yo había venido a descansar, tomar sol y olvidarme de la vida loca de Barcelona.
Y que Pablo pensaba lo mismo y ya lo habíamos hablado y a él le parecía muy bien que Uds. hicieran lo que quisieran. Cenamos en un lindo restauran de pescados en el puerto y nos fuimos a dormir al bote, ya que salíamos al amanecer. Esa noche nos hicimos unos arrumacos con Pablo, pero nos dormimos enseguida sin amarnos ya que estábamos muy cansados.
Al amanecer escuché el ruido del motor que salíamos y me volví a dormir. Me desperté como a las 11 de la mañana sin el ruido del motor y el bote se mecía suavemente. Nos levantamos junto con Pablo, nos duchamos y nos encontramos con unas tazas de café recién hecho y nadie en la cocina. Cuando salimos estaban mis padres en cubierta y desnudos. Me chocó un poco pero traté de disimularlo. Pablo se sintió más impresionado y no podía dejar de mirarle las tetas a mi mamá, que las tiene grandes, bronceadas y duras.
Ella estaba en una tumbona en cubierta, con las piernas abiertas y mi papá en medio rasurándole el pubis. Nos saludamos y como si nada ellos siguieron en lo suyo. Mi papá estaba terminando de dejarle toda la conchita lisita, sin un pelo, a mi mamá. Me arrimé a mirar, tenía la vulva rosadita, inflamada y con jugos. Evidentemente eso la excitaba. Su clítoris sobresalía arriba como un piquito.
Les pregunté que se sentía con eso, ya que yo nunca lo hago, más que recortarme el cavado por la bikini. Mi mamá nos dijo que eso era hermoso, que se sentían más higiénicos y sexy. Entonces por primera vez le vi el pene a mi papá, lo tenía totalmente depilado, morcillón y era grande, o se veía más grande porque estaba sin pelos. Pero era hermoso, potente, bronceado. Me impactó. Lo desee por primera vez en mi vida como hombre. Mi papá tiene 45 años, y está muy bien, con el pelo entre cano, alto, musculoso y sumamente agradable, aunque no habla mucho.
Él nos explicó que una vez a la semana se rasuraban mutuamente y que era muy excitante. Cuando terminó, la limpió a mamá y se puso de pie. Su pene seguía morcillón y yo no podía sacarle los ojos de encima y Pablo, lo miraba a él con admiración, pero a mi mamá se la comía con los ojos. Pablo estaba excitado por la situación y tenía una evidente erección bajo el short de baño.
En ese instante y sin pensarlo, me desprendí la parte de arriba del bikini y lentamente me bajé la parte de abajo y me quedé desnuda ante la sorpresa de todos.
Yo soy bonita de cara, tengo 1.60 de alto, pero soy tirando a gordita, con unas tetas exageradas para mi altura pero duras y paradas, tengo pancita y piernas gruesas, pero un culo imponente y según Pablo, el más deseable del planeta.
Mi esposo me miró y de un tirón se sacó su short, quedando desnudo ante la mirada de todos, con una erección de campeonato y diciendo, espero que me disculpen, el espectáculo que dan Uds. desnudos es muy excitante. Pablo es alto, musculoso y bien formado. Tiene un culo duro y chiquitito, piernas largas, muy escaso bello en el cuerpo, excepto en su pubis y una poronga fantástica. Mide 19 cm por 6 cm. Lo sé porque soy su esposa y lo he medido, aguanta muchísimo sin terminar y es muy fogoso amando.
Ahora estábamos los 4 desnudos y nos mirábamos y nos estudiábamos. Y por nuestras caras, parece que lo que veíamos nos gustaba a todos.
Mi mamá rompió el hechizo diciendo:
-Chicos, cuando tengan deseos de hacer el amor, o de coger o masturbarse, por favor no se priven por nosotros, que nosotros no nos privaremos por Uds. En este tiempo que llevamos haciendo esta vida, hemos recuperado la pasión y a veces nos dan ganas a cualquier hora y lo hacemos, y más en este bote y en este lugar donde estamos solos. No se vos Carla si estas excitada por vernos desnudos, pero Pablo si lo está y no es bueno que se contenga durante mucho tiempo porque no va a disfrutar las vacaciones.
Dicho esto, Pablo se empezó a acariciar su pija, al menos le dio 3 o 4 tirones suavemente y exclamó un suspiro.
-Papi, por favor rasúrame como a mami, quiero experimentar lo que se siente. Dije al tiempo que me echaba sobre una de las tumbonas y abría las piernas.
-Y yo también quiero sentir lo que Uds. dicen, argumentó Pablo, acostándose en la tumbona al lado mío.
Mi papá, con una gran sonrisa, tomó los utensilios y se ubicó entre mis piernas. Mi mamá hizo lo mismo entre las piernas de Pablo, cuya pija apuntaba al cielo.
Mi papá esparció la espuma sobre mi conchita, desparramándola para abajo hasta mi ano y sus alrededores. Luego se la paso a mamá pero esta estaba con unas tijeras cortándole el bello pubiano a Pablo, que lo tenía muy largo para poder después ponerle la espuma. Como le entorpecía la visión la erección, se la agarró con una mano y se la corría mientras con la otra trabajaba con la tijera, Al correrla a un lado o al otro o arriba, abajo, la piel descapullaba y Pablo con los ojos muy abiertos, miraba y gemía. Cuando le termino de cortar con la tijera, le esparció la espuma y seguía moviéndole la pija como en una lenta masturbación.
A todo esto, mi padre con la rasuradora iba sacando con mucha delicadeza, todo mi bello. Me hizo abrir bien las piernas y con una mano tomaba mis labios vaginales y con la otra me rasuraba. Y para que no se plegaran, tenía que tomarme los labios y por ende meterme un poquito los dedos adentro. Yo estaba excitadísima y destilaba jugos, mi papá se percató e introducía cada vez más los dedos adentro y me abría la concha y al retirarlos me tocaba el clítoris y me hacía estremecer y gemir sordamente. Yo estaba muy excitada y contenía un orgasmo solo por vergüenza.
Cuando terminó la parte de arriba de mi concha y los labios, bajó con sus dedos hasta mi ano, y estiraba los cachetes para rasurarme algunos pelitos que estaban allí. Como le resultaba incómodo, me pidió que levantara las piernas y así trabajó mejor. Una vez que terminó de rasurarme, me enjuagó, me secó y me pidió que me diera vuelta en 4 patas para sacarme los últimos pelitos del ojete con una pincita de depilar.
Cuando me incorporé pude ver que papá tenía una erección impresionante. Su pija debía medir más de 22 cm, no era muy gruesa y tenía el glande afuera y muy brilloso. Lo miré y le dije: ¿vos también estas excitado no? Y como no me voy a excitar con una belleza como vos, me dijo. Yo me colgué a su cuello y le di un beso en la mejilla, mientras su pija se metía entre mis piernas.
-Bueno, bueno, date vuelta y terminemos de una vez, me dijo.
-Si es lo que quiero. ¡Terminar! Le dije mientras me ponía en 4 sobre la tumbona y levanté mi culo en pompa para que trabajara sobre mi ojete y él se ubicó atrás y con la pincita me sacaba los pelitos y con los dedos de la otra mano me hurgaba cerca del ano para levantarlos, ¡por Dios, cuanta excitación, que placer!
Cuando estaba en esa posición, miré a Pablo y mi mamá había terminado de rasurarlo y tenía la pija dentro de la boca y le estaba haciendo una mamada mientras con la otra mano le acariciaba lentamente los huevos. Ante semejante espectáculo, no pude resistir más, estiré la mano hacia atrás entre mis piernas, agarré la pija de mi papá y de un solo movimiento me la encaje en la concha hasta el fondo y terminé. Tuve un orgasmo impresionante e hice presión hacia atrás. Miré a Pablo y este estaba mirándome a mí y en ese momento empezó a largar leche sobre los labios de mi mamá que se corrió y varios chijetazos le dieron en la cara y las tetas.
Mi papá, con su pija enterrada hasta los huevos en mi, ni se movía y seguía trabajando en mi ojete. A mi me dio muchísima bronca su pasividad, lo miré por arriba del hombro y sonreía sarcásticamente mientras seguía en lo suyo. Mi mamá lo masturbó un poquito a Pablo, mas que masturbada le sacaba el semen con la mano, luego se la metió nuevamente en la boca, y suavemente lo llevó a otra erección. Cuando le pareció que estaba listo, lo montó y lo empezó a cabalgar. Era una belleza verla a mi madre, a sus 44 años y con un físico hermoso, cabalgando sobre la verga de mi esposo, mi verga, mientras Pablo le chupaba las tetas y le metía un dedo en el culo.
Estuvieron en eso como 10’ y mi mamá tuvo 3 orgasmos cuando Pablo terminó nuevamente, pero ahora dentro de ella. Se quedaron abrazados y se dieron unos besos.
A todo esto mi papá seguía adentro mío, sin moverse, con una erección descomunal por lo dura y trabajando los pelitos de mi ano. Yo estaba re-caliente de nuevo y quería moverme, pero cada vez que lo hacía mi papá me decía, nena, quédate quieta que no te puedo sacar los pelitos. Cuando terminó, tomó un pote de crema, siempre con su pija enterrada en mi concha, y me lo esparció por el ojete y las nalgas para que no me irritara la rasurada y la sacada de pelitos.
Cuando estaba en esto, con un dedo me masajeaba el ano y me ponía más crema y me la empujaba para adentro, me dijo, parece que a esto ya lo estrenaron antes. – Y si, con Pablo habitualmente tenemos sexo anal y nos encanta. Él es muy dulce para hacerlo y jamás me hizo doler.
Papá seguía con su dedo en la roseta de mi ano y en una de esas me metió un dedo hasta el fondo y yo largué un gemido. Entonces no aguanté más y de un movimiento, tomé su verga, la saqué de mi concha, la apoyé en la puerta del ojete y empujé para atrás. Cuando entró la cabeza, se me escapó un gritito, pero al minuto de quedarme quieta empecé a empujar sostenidamente hasta que sus grandes bolas chocaron contra mi concha y tuve el orgasmo más grande que recuerde de mi vida, con gritos, estertores, casi convulsiones.
Cuando estaba en eso, sentí la leche de mi padre en mi culo, sus bramidos de placer y sus gemidos de felicidad. Cuando nos aquietamos un poco, me la saqué lentamente y me di vuelta. Mi mamá estaba al lado de mi papá besándolo y Pablo estaba al lado mío con una sonrisa de oreja a oreja.
Mi mamá dijo, chicos, ¿se dan cuenta por que estábamos reticentes a que vinieran? Teníamos miedo y deseo que esto pasara y no les gustara. Pero parece que si, entonces, disfrutemos estas vacaciones y disfrutémonos nosotros.
Si hoy me pongo a justificar lo que pasó en esas vacaciones, la única explicación que le encuentro es el entrañable amor que nos tenemos todos. Mis padres me aman con locura a mí y yo a ellos. Yo lo amo muchísimo a Pablo y mis padres entre ellos. Nosotros no somos swingers ni muy liberales tampoco. Y mis padres mucho menos. Son naturistas, pero en privado (hasta que llegamos nosotros), pero lo que pasó, no nos cambió la vida ni mucho menos. Seguimos siendo todos lo que éramos antes de llegar a ese barco.
¡Vamos todos al agua!, gritó mi papá y uno a uno nos fuimos zambullendo en esas cristalinas y templadas aguas. Nadamos, jugamos, nos abrazábamos, mis padres se besaban y disfrutaban de ellos y de nuestra compañía.
Luego que salimos, nos secamos, y nos tiramos al sol. Mi mamá y yo en las tumbonas y mi papá y Pablo en la cubierta delantera. Hablábamos de cualquier cosa y nos reíamos mucho.
Como a la hora, mi papá dijo: vamos a levantar anclas e ir a otro lugar más reparado para pasar la noche allí y tenemos como 3 horas de navegación.
Pablo se fue con él a ayudarlo en las maniobras de levantar el ancla y a su vez, quería aprender a conducir un bote. Desde siempre mi papá y Pablo congeniaron en todo, es como el hijo que nunca tuvo. Era divertido verlos ir y venir desnudos, con sus porongas depiladas que se sacudían para aquí y para allá. Cuando se agachaban se les veían los músculos tensarse y si apuntaban hacia nosotras, se les veía claramente su ano prieto y marrón en el caso de mi papá y rosado oscuro el de Pablo.
A mi esas visiones me excitaban mucho y se lo comenté a mamá, que me dijo que a ella le pasaba lo mismo, no solo con mi padre, sino con Pablo también, y debe ser por la novedad de ver a otro hombre desnudo a bordo. También me dijo que a veces cuando estaban solos, ella se calentaba más que papá y que ella a veces lo buscaba para follar y que era muy satisfactorio ya que tu padre es un gran amante, pero que dos o tres horas después ella tenía ganas de nuevo y a papá le costaba excitarse. A lo mejor con Uds. a bordo la cosa cambia. Son la novedad.
Por ejemplo ahora yo estoy excitada, mira, dijo mi madre y se abrió los labios de la concha y me mostró su humedad. Yo me levanté de la tumbona y me acerqué a mirarla, era hermoso y excitante verle adentro de la concha a mi madre. Yo nunca había visto una de tan cerca, excepto la mía a través de un espejo. Esto era distinto. Sentí que mi propia humedad afloraba. Estiré un dedo y le saqué un poco de juguito a mi mamá y lo olí. Ella en ese movimiento mío exhaló un suspiro y yo otro porque su olor me encantó. Era un delicioso olor a dulce, a miel.
Me tiré nuevamente en la tumbona y cerré los ojos. El bote se mecía suavemente y el motor bramaba. Estábamos en camino y yo me empecé a adormilar.
No se cuanto tiempo pasó, pero me despertó las manos de mi madre sobre mi espalda aplicándome protector solar. Te tienes que poner mucho, nena. Aquí el sol es muy fuerte y después te va a arder, me dijo. Sus manos hacían maravillas en mi espalda, mis nalgas y mis piernas. Me masajeaba con mucha dulzura por todos lados. Abrió mis cachetes y me colocó sobre mi ano también. Allí se detuvo un poco más y me decía, a este hay que mimarlo más, porque nunca le ha dado el sol y encima hace un rato lo usaste y muy bien.
Cuando terminó con las piernas, me pidió que me diera vuelta y me aplicó protector desde la frente hasta los pies, deteniéndose largo tiempo en mis pechos y mis pezones, que se habían puesto como piedras. Ella los estiraba y apretaba con una enigmática sonrisa en el rostro.
Cuando llegó a mi conchita, me hizo abrir bien las piernas y me aplicó por los bordes y los labios recién depilados e hinchados. Yo cerraba los ojos y me dejaba hacer. En determinado momento dejé de sentir sus manos y al instante era su lengua la que me acariciaba los labios vaginales. Me sorprendí y abrí los ojos. Mi madre estaba entre mis piernas y me miraba con los ojos muy abiertos comiéndome el coño con una suavidad inaudita. Algo que jamás había sentido.
Siguió así por varios minutos, con su lengua recorriendo mi interior y deteniéndose en mi clítoris que estaba muy hinchado y haciéndolo saltar con sus lengüetazos, yo me derretía de placer. Cuando ella sintió que estaba por tener un orgasmo, se detuvo y me dijo. Ahora poneme bloqueador vos a mi y se tumbó al lado mío.
A mi me temblaban las piernas, estaba muy caliente y quería terminar. Pero tomé el bloqueador y se lo esparcí por toda la espalda y piernas. Mis manos temblaban y al llegar a sus nalgas me encontré con su anito semi abierto. Mi mamá, al ser flaca, es de esas personas que tiene los cachetes abiertos permanentemente y su rosado ano se ve desde afuera. Le deposité una cantidad de crema sobre su culo y directamente le metí un dedo hasta el fondo, que entró suavemente. Mi mamá pego un respingo y me dijo: ¡Así nena, esto es la gloria!
Seguí con mi dedo adentro y hasta me animé a meterle un segundo dedo que recibió con mucha complacencia. Ella gemía y fuerte, mientras con la otra mano le acariciaba el nacimiento de sus senos por el costado y le pellizcaba los pezones cuando ella arqueaba la espalda y se despegaba de la tumbona.
Me acerqué a su oído y le dije: esto es además que con placer, con amor. Ella giró la cabeza y me dio un hermoso beso en la boca. Nuestras lenguas se acariciaban intensamente mientras yo seguía con dos dedos en su ano y mi otra mano acariciándole la espalda.
Ella con mucha delicadeza se desprendió de mi y suavemente se giro quedando boca arriba. Mis dedos se habían salido de su culo y mi mano ahora acariciaba su vagina y pellizcaba dulcemente su clítoris.
Vení, me dijo. Acostate en la tumbona. Al ponernos de pie, aún abrazadas y dándonos besos en la boca, alcancé a mirar a mi papá y Pablo en la cabina de mandos. Ellos nos estaban mirando y tenían unas fuertes erecciones. Pablo se acariciaba lentamente su pija, papá solo nos miraba. Estaban uno al lado del otro, y me sentí importante al ver sus porongas paradas por nosotros.
Mi mamá me guio a la tumbona, me acosté boca arriba y ella se puso sobre mí, en sentido inverso y empezó a besar mi concha. Yo tenía la de ella frente a mis ojos, y su delicioso olor me impregnaba la nariz. Ese olor que minutos antes había degustado y que me parecía magnífico.
Cerré mis ojos, estiré mi lengua y le acaricié el clítoris directamente. Ella dejo escapar un ¡Ahhh!, y continuó dándome placer en mi conchita. Estoy seguro que para ella, yo era su primera vez con una mujer y para mí también. Estábamos debutando juntas y era glorioso.
De su clítoris pasé a su vagina que estaba muy mojada y metía la lengua lo más que podía. Cuando habría mis ojos, veía su ano muy dilatado por mis dedos anteriores y eso me tentaba. Levanté mi cara para pasarle la lengua por allí y no me gustó. El gusto a la crema bloqueadora era desagradable, seguí con su conchita que me gustaba más su sabor. No sé, la verdad, que me gustaba más, si que ella me comiera el chocho a mi o yo a ella. En su conjunto era glorioso. Lo que si se, y con certeza, es que me encaminaba al punto de no retorno en mi culminación sexual.
Yo soy multi-orgásmica, y Pablo lo sabe muy bien, y saca provecho de eso. Me hace terminar varias veces en un solo polvo.
Pero cada vez que estaba a punto de terminar, mi mamá sacaba su cara de entre mis piernas, y me acariciaba los pies, se giraba y me amasaba las tetas, y volvía a su dulce manjar en mi vagina.
En uno de esos parates, giré la cabeza hacia la cabina de mando y mi papá y Pablo no estaban. Giré la cabeza hacia el otro lado y Pablo estaba tras mi cabeza y mi papá a su lado. Ambos tenían sus manos en las pijas, pero cambiadas. Mi papá le empuñaba la poronga a Pablo y este a su suegro. Se acariciaban lentamente sin perder detalle de lo que nosotros hacíamos. No sé como empezó ese intercambio de caricias entre ellos, pero el verlos me excitó mucho más de lo que ya estaba.
Mi mamá continuaba con sus besos en mi abierta y rosada concha y mi papá levantó la poronga de Pablo y suavemente la dirigió al ano de mi mamá, la apoyó sobré la rosada roseta semi abierta y Pablo empujó suavemente. Mamá ni despegó la cabeza de mi entre pierna, mas aún, parece que me comía con mayor intensidad. La pija fue entrando lentamente pero sin pausa hasta que los huevos sin pelos de Pablo quedaron sobre mi frente. En ese instante exploté en un orgasmo violento. Tan violento que el contacto de la lengua de mi mamá me molestaba.
Al sentir esto, ella estiró los brazos hacia atrás, aprisionó las caderas de Pablo y empujó hacia ella y tuvo un orgasmo con gritos y convulsiones. Como el mío en la mañana con la pija de papá en mi culo.
Cuando mamá se calmó un poco, se salió de la postura que estaba y la pija de Pablo quedó balanceándose en el aire, a cm. de mis ojos. Pablo no había acabado.
La tomé con la mano, se la acaricié unos instantes y le dije: Vení cosita, ahora tengo ganas de vos, pero a solas.
Con su pija en mi mano, lo llevé al baño, se la lavé, me la metí 30 segundos en la boca y nos metimos en nuestro camarote a coger como conejos.
No sé qué habrá sido de mis padres, papá no había terminado tampoco. Eso es cuestión de mi mamá.
Cuando nos despertamos en la mañana el sol estaba alto y el silencio total. El bote se mecía suavemente, pero se notaba que estaba anclado.
Le dije a Pablo que nos levantáramos a disfrutar el día. ¡Y de tus padres! Agregó él, acariciándose la natural erección matutina.
–Mirá Pablo, le dije, lo que está pasando sexualmente con mis padres es una cosa que ni vos ni yo buscamos, se está dando por que nos amamos como te amo yo a vos.
–Si, si –dijo el- pero es divertido y excitante.
Nos levantamos y luego de ducharnos y sacarnos nuestros olores y fluidos secos después de esa maravillosa noche de amor que pasamos encerrados, fuimos a la cocina donde estaban las consabidas tazas de café. Aunque no recién hechas como el día anterior.
–¡He, mamá, hace mucho que desayunaron! –grité. Nada como respuesta. Nos miramos con Pablo y salimos desnudos como desde hace 24 horas a cubierta. No había nadie.
Miramos derredor y estábamos a 200 m. de una playa de arenas blanquísimas en una cala preciosa. Cerca de la playa, pero dentro del agua, estaban mis padres, nadando y chapoteando. Parecían dos críos como jugaban y se divertían. Nos miramos con Pablo y nos sonreímos. Ojalá dentro de 25 años de matrimonio, nosotros seamos así, le dije.
–Puedes apostarlo, bomboncito me dijo él, acariciando mi depilada vagina Yo me voy a encargar que así sea. Ya tengo el ejemplo de cómo se debe hacer.
–¡He chicos!, saludó mi madre al vernos. Vengan hasta aquí que está hermoso.
Terminamos nuestras tazas de café horrible y nos tiramos al agua. La primera fui yo, que afortunadamente me lancé de pie, porque la profundidad no era más de 1,20 m. Y flor de porrazo me pegué. Pablo al verme despatarrada, se bajó por la escalerilla y juntos nadamos y caminamos hasta donde estaban mis padres que seguían jugando y correteándose uno al otro, con revolcones entre las pequeñísimas olas. Al acercarme, pude ver que mi padre tenía una erección imponente, mientras la apretaba y soltaba a mamá.
–Sáquenme a este viejo verde de encima, bromeó mamá. Desde que llegaron Uds. está siempre alzado y me quiere follar a cada rato.
–Y a vos te encanta, le contesté yo. Si pero que no se entere porque si no, no me la saca de adentro en todo el día, reía ella.
La confianza que habíamos alcanzado en estas 36 horas juntos, como naturistas, era increíble. Yo me sentía de maravillas. Es lo que siempre había soñado de una relación. Estaba encantada que mis padres hubieran cambiado en ese rumbo, y compartieran sus vivencias y nueva forma de ser con nosotros. Y encima, estaba excitada todo el tiempo.
Y Pablo también, que después de su baño matutino, su pija había vuelto a la normalidad, y ahora, al lado de mis padres, estaba con la pija parada de nuevo.
–¿Como la pasaron ayer? Preguntó papá, al tiempo que abrazado a Pablo se encaminaban hacia la playa.
Verlos a los dos caminando con sus pijas apuntando hacia delante, hizo que mis juguitos empezaran a fluir. Los seguía mi mamá a un metro de distancia y yo los observaba desde atrás. Verla a mamá, con su flaco cuerpo tan bronceado, y sus nalgas abiertas que dejaban ver su anito aunque caminara, me hizo apretar las piernas con urgente necesidad de pija.
Estuvimos un rato sentados en la playa, con las piernas en el agua. Yo no lo podía creer, Pablo y papá seguían con sus porongas paradas. Y era lógico, el espectáculo que dábamos las damas se notaba excitante, con nuestras conchitas abiertas por la posición de nuestras piernas cruzadas tipo yoga y nuestras tetas, de aureolas pequeñas y pezones puntiagudos. Le sonreí a mamá mientras se lo señalaba con los ojos y ella se sonrió y dijo:
–Bueno, volvamos al bote que el sol está muy fuerte y no trajimos bloqueador solar, al tiempo que lo tironeaba a Pablo de un brazo y lo puso de pie. Lo abrazó de la cintura y se encaminaron hacia el bote.
Me acerqué a papá, le tendí una mano para ponerlo de pie, pero me hizo una maniobra que me hizo caer de bruces sobre la arena entre sus piernas. A centímetros de su pijota.
Cuando levanté la vista, ante las risotadas de mi padre, y vi ese pedazo de pito frente a mi, lo tomé con la mano y de un solo bocado me lo metí en la boca hasta la garganta. Estaba salado y delicioso, con el gustito al agua de mar y sus propios jugos.
Era la primera vez que le comía la verga a mi padre y de solo pensarlo casi tengo un orgasmo. A él se le pasó la risa y lo único que dijo fue:
–¡Nena, te amo!
Yo me lo empecé a coger con la boca, casi con desesperación. Quería sentir su acabada en mi boca. A mí nunca me gustó el semen, pero esta vez era distinto. Tenía necesidad, de satisfacerlo y satisfacerme.
Y cuando estaba a punto de eyacular en mi boca, con mucha suavidad me apartó, me besó ardientemente en la boca y me dijo:
–Alcancemos a mamá y Pablo.
Me dejó re caliente, pero Dios, como amaba a ese hombre.
Se puso de pie, me ayudó a levantarme, me abrazó nuevamente encajando su pija entre los depilados labios de mi concha y me dijo:
–Hija, te amo como a nadie y más tarde te prometo que te voy a dar mi leche donde vos quieras, pero le juré a tu madre que jamás cogería sin ella presente, y lo voy a cumplir. Porque a ella también la amo.
Dicho esto, me agarró de mis nalgas, casi metiendo un dedo en mi ano, y me llevó así hasta el bote.
Cuando estaba trepando por la escalerilla, con mi padre atrás, me paralicé un segundo porque él desde abajo metió su boca entre mis nalgas y me dio un delicioso beso en mi chuchita y anito que estaban a su disposición por mi posición.
–Ahh!! Papi, le dije. No me dejas enfriarme nunca, me tienes caliente todo el tiempo.
–Ese es el objetivo, mijita. Que disfrutes tu estadía con nosotros.
Al asomarme por la barandilla, vi que Pablo le estaba colocando bloqueador a mamá que estaba boca abajo sobre una toalla en cubierta. Pablo tenía la pija al palo como mi papá. Que lindo tenerlos excitados todo el tiempo a los hombres que amamos, pensé.
Me senté atrás de Pablo que estaba en 4 patas masajeándole las nalgas y las piernas a su suegra, que estaba con las piernas abiertas y su depilada conchita a la vista desde arriba.
El panorama era muy excitante, tomé la poronga de Pablo y se la empecé a acariciar, él se giró y me sonrió y arqueó la espalda. Yo sabía que quería, lo conozco. Acerqué mi lengua a su ojete y se lo empecé a lamer. Ahora era distinto que otras veces por que no tenía pelos. Pablo gemía y ya le tenía dos dedos en la concha a mamá, que al oír el gemido de Pablo despegó su cabeza de la toalla y nos miró.
Papá se puso al lado de su cabeza y mamá le empezó a chupar su pija con mucha suavidad. Luego se la sacó y le dijo:
–¿No te hizo terminar Carla?
–No –dijo mi papá, yo respeto los juramentos. Mi mamá sonrió y volvió a meterse el pito de papá en la boca y ahora con más empeño.
Mamá arqueó la espalda, ante los embates de Pablo con los dedos y se puso en 4 patas. Pablo ahora le empezó a comer su chochito desde atrás, mientras yo le continuaba lamiendo el culo y acariciándole la pija con la mano.
Papá empezó a bramar y yo creía que terminaba en la boca de mamá pero ella, conocedora de su esposo, se sacó la pija de la boca y mientras le chupaba los huevos le dijo, José acostate aquí al lado mío.
Papá se acostó como le pidió mamá y ella me tomó de una mano y me guio para que lo montara.
–¿Estas lista? me dijo, más que lista le contesté. Lo deseo.
Y suavemente fui bajando sobre la pija de papá y me la fui metiendo hasta los huevos.
Sentía que me llenaba toda, mi vagina se amoldaba perfectamente a su miembro. Y eso que era más grande que el de mi esposo. Estaba tan mojada que mis jugos se derramaban sobre él. Mi instinto me llevó a empezar a cabalgarlo violentamente, pero después de 3 o 4 empellones, mi mamá puso una mano sobre mi espalda y me pidió calma, que esto recién empezaba y que había que hacerlo durar.
Seguido a esto, se colocó entre las piernas de su esposo y me empezó a lamer el ano, mientras yo me movía suavemente sobre mi padre. Me chupaba el culo con mucho esmero y trataba de meter la lengua adentro. Para mi era muy excitante y caliente, ya que nunca me habían chupado mientras me penetraban.
En determinado momento se detuvo y exhaló un gemido largo y profundo. Pablo la había penetrado desde atrás por su conchita abierta y deseosa y se movía cadencialmente.
Cuando se acostumbró al movimiento, siguió con su lengua en mi ojete y yo no aguanté más y tuve un orgasmo fantástico. Mi papá, conocedor de las mujeres, se quedó quieto unos instantes, besándome en la boca y metiendo su lengua en mi oído.
Como ya les dije, soy multiorgásmica y a los pocos segundos quería más. Y mis padres siguieron, papá volvió a moverse suavemente dentro de mí y mamá a lamerme el culo, que ya estaba dilatado y no solo aceptaba su lengua sino dos dedos adentro.
Mamá retiró sus dedos cuando tuve mi segundo orgasmo y al sacarlos escupió en mi culo dos veces y dijo:
–Pablo, ahora vos, y se corrió a un costado.
Pablo se ubicó atrás mío y con su pija guiada por su mano, apretó mi esfínter y metió la cabeza.
¡Huy como me dolió! Se quedó quieto unos instantes y continuó empujando. Su pija estaba bien lubricada por los jugos de mamá y mi ojete por su saliva. Y hasta que no la enterró hasta el fondo no paró de empujar. Yo me sentía colmada con 2 penes adentro y muy feliz. Pablo, al ver que yo no me quejaba empezó un vaivén furioso que me hizo terminar con alaridos de placer y convulsiones como cada orgasmo por el culo.
Mi papá me abrazó fuertemente y al oído me dijo. “Ahora tu mamá”.
Cuando me calmé de mi explosivo orgasmo, me desprendí de Pablo y mi papá, que se puso de pie. Abracé a Pablo que me miraba con amor y lo tendí sobre la toalla. Mientras mi papá la besaba a su esposa a centímetros de nosotros. Y tomándola de una mano la depositó sobre Pablo que la esperaba con la pija al cielo.
Ella se empaló de un solo golpe y puso los ojos en blanco, se movió 2 o 3 veces y lo llamó a papá. Este con el bloqueador en la mano, le puso una buena cantidad en el ano y otro tanto en su pito y se arrodillo entre las piernas de mi marido.
Con mucha delicadeza se la fue metiendo. Yo, como principal espectadora, veía como se iba abriendo ese anito rosado y se engullía la depilada poronga de papá hasta los huevos. Mi mamá apretaba los ojos mientras Pablo le mordía las hermosas tetas con pezones de casi 1 cm. de largo. Papá se empezó a mover cada vez más rápido y mi madre y Pablo terminaron a la vez con gritos y besos entre ambos. Papá se quedó quieto mientras eso pasaba y cuando se calmaron, se retiró lentamente.
Yo tampoco me perdí ese espectáculo mientras salía de adentro de ella y su ano estaba abierto como de 5 cm. de diámetro. Papá se agacho sobre ese ensanchado culo y le pasó la lengua con mucho amor mientras se iba cerrando. Papá no había terminado.
Todos nos mirábamos con una felicidad y ternura conmovedores. Mi padre se puso de pie, tomo jabón y agua, se lavó su pito y sentándose en el borde de una tumbona me dijo:
–Como te prometí antes, ahora mi semen es para vos.
Yo gateé hasta el medio de sus piernas y le tomé el pito con la mano. Su erección había disminuido en dureza. Estaba decidida a probar el semen por primera vez y que fuera el de mi padre.
Le di unos besos en la punta, me la restregué por la cara y mientras se la movía lentamente, le empecé a chupar los huevos. Eran grandes y duros, al no tener pelos se sentían muy suaves y calientes. Se puso al palo nuevamente. Su ano se abría y cerraba con cada beso mío sobre sus testículos. Me mojé con saliva el dedo mayor de mi mano izquierda y al engullirme su falo hasta la garganta penetré su esfínter.
El bramó y dijo: ¡Nena! Y un potente chorro de leche se incrustó en mi garganta. A este le siguieron como 4 más mientras yo me la iba sacando de la boca. Su sabor no era delicioso ni nada que se le parezca, pero era el semen de mi padre y para mi era la culminación de un deseo.
Se desplomó de espaldas en la tumbona con los ojos cerrados y la misma sonrisa de satisfacción que le vi tantas veces cuando yo tenía algún éxito en mi vida.
Como siempre mi mamá rompió el hechizo del momento diciendo:
–Chicos, hay que preparar el almuerzo, vos Pablo, sacá el pescado del freezer, vos Carla poné el sartén al fuego, pero con poco aceite. Y vos viejo, deja de estar tirado ahí y anda a lavarte.
Y… padres ante todo.