Mi des dotado hijo y yo

primoned

Virgen
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A mi correo llego este relato que los quiero compartir



Era una calurosa noche de verano, es la segunda vez que me despertaba. Imposible dormir de un tirón con ese calor, imposible para mi porque mi marido sÃ* dormÃ*a profundamente a mi lado, no me extraña, tiene un trabajo agotador y casi siempre llega a casa muy cansado, cuando se acuesta siempre duerme de un tirón hasta el dÃ*a siguiente.

Traté de conciliar el sueño de nuevo, pero era imposible. "Quizás en el patio haga algo de brisa y pueda aliviarme un poco" -pensé-. Me levanté con cuidado y fui hacia el patio. Estaba todo muy oscuro y debÃ*a tener cuidado de no tropezar con nada aunque la luz de las farolas de la calle que se colaba por las ventanas abiertas iluminaba débilmente mi recorrido.

Vivimos en una casa grande, con un gran patio interior. Mi familia está compuesta por mi marido, mi hija Eva, de 14 años y mi hijo Roberto, de 18 años. Mi habitación y la de mi hija están en la planta alta, pero la de mi hijo está en la planta baja dando al patio por una ventana.

Cuando llegué al patio un detalle llamó poderosamente mi atención. Una tenue luz salÃ*a de la habitación de mi hijo. "Es la lamparita que tiene en su mesita de noche" -deduje-."Pero es extraño, son las cinco de la mañana,¿qué hace encendida?" -me dije a mi misma-.

La ventana estaba totalmente abierta y la persiana levantada, pero tenÃ*a echadas las cortinas, unas blancas y finas cortinas que llegaban a ras de la ventana. Me acerqué sigilosamente y miré con cuidado a través de las cortinas. Lo que vi me dejó helada, además de producirme sentimientos encontrados. Mi hijo se estaba masturbando sentado al borde de su cama. Pero lo que de verdad me llamó la atención fue el tamaño de su polla. Era enorme, descomunal.

A estas alturas del relato tengo que contaros que soy una mujer muy caliente, me encanta el sexo, me vuelve loca. Ya desde muy temprana edad, me llamó la atención, primero fueron las revistas y vÃ*deos porno de mi hermano mayor.

Cada vez que tenÃ*a ocasión los veÃ*a y me encantaban. Con ellos es como aprendÃ* a masturbarme y desde entonces no he parado. Después fueron los rollos de instituto, los amigos del barrio y algún que otro ligue de discoteca. Hasta que un dÃ*a me enamoré y me casé. ¿Y ahÃ* se acabó todo? Por supuesto que no.

Ahora tengo a mi marido, un hombre muy, pero que muy, habilidoso en la cama. A pesar de no tener una gran polla no está nada mal el tamaño que tiene, pero lo mejor es que sabe sacarle partido a la perfección. Él sabe lo aficionada que soy al sexo, pero por el ritmo de vida que llevamos no follamos todo lo que a mi me gustarÃ*a.

Por eso tengo tres consoladores, uno de los cuales me lo regaló él por mi 30 cumpleaños, fue de broma, claro, pero el consolador me lo quedé igual, je, je. AsÃ* voy tirando poco a poco y pese a lo narrado hasta ahora debo decir que jamás lo he engañado con nadie.

En cuanto a mi fÃ*sico, buen esa sensación... ¿Violenta? de ver a un hijo ahÃ*, dale que te pego. Pero por otro lado la sensación que tenÃ*a era de placer, me gustaba lo que estaba viendo, no podÃ*a quitar los ojos de esa polla enorme ni de esos testÃ*culos, grandes y redondos,

moviéndose al ritmo de la espléndida paja que se estaba haciendo mi hijo. Para una persona como yo, a la que el sexo le gusta tanto una escena como aquella no podÃ*a dejarle indiferente.

Notaba que me estaba poniendo excitadÃ*sima. En ese momento mi única prenda de ropa eran unas braguitas blancas, en verano, con el calor es lo único que suelo llevar puesto para dormir aunque a veces también duermo desnuda. Casi sin pensarlo me acaricié con una mano mi vulva por encima de mis braguitas mientras con la otra acariciaba suavemente uno de mis pezones, que se endurecÃ*an por momentos. El corazón iba a salÃ*rseme del pecho.

De pronto mi hijo empezó a gemir un poco más fuerte y el movimiento de su mano se hizo más rápido, deduje que estaba a punto de correrse. Efectivamente, instantes después tres enormes chorros de semen salÃ*an disparados de su magnÃ*fica polla. Mi hijo se recostó en la cama recuperándose del pedazo de paja que se habÃ*a hecho.

Me retiré de la ventana tan sigilosamente como habÃ*a venido y me fui a mi habitación. Me tumbé en la cama sin poder quitarme de la cabeza lo que acababa de ver. Si antes no podÃ*a dormir ahora menos. Me levanté de nuevo y fui al cuarto de baño a darme una ducha, y a hacerme un dedo, por supuesto, aunque no necesariamente en ese orden.

Los dÃ*as siguientes fueron un suplicio para mÃ*. El torbellino de confusos pensamientos que invadÃ*an mi mente me tenÃ*an todo el dÃ*a distraÃ*da, desconcentrada, atontada. Incluso mi familia notó mi estado, y cuando me preguntaban que me pasaba yo me ponÃ*a roja como un tomate y se lo achacaba al tremendo calor que hacÃ*a. Pero lo peor era cuando estaba con mi hijo.

Mis ojos se me iban solos a mirar su tremendo paquete y de ahÃ* al duro suelo. Antes de la experiencia de la otra noche casi no me fijaba en el cuerpo de mi hijo, por lo menos no como ahora.

Últimamente me decÃ*a a mi misma, "hay que ver el cuerpo tan bonito que tiene mi niño", pero como algo natural, siempre desde el punto de vista de madre. La verdad es que Roberto se habÃ*a desarrollando muy rápido, parecÃ*a un poco mayor de lo que en realidad era, en poco tiempo habÃ*a pasado de ser un delgado niño a un guapo y robusto joven.

Pero lo que a mi me tenÃ*a más confusa es que yo ahora lo miraba desde el punto de vista de mujer, de hembra. Miraba la sutil definición de sus músculos, su negro cabello, su ancha espalda, su culito prieto y respingón, sus poderosas piernas y como no la razón de mis desvelos, el insinuante bulto indicador del gran tamaño de sus genitales. Y cuando habÃ*a terminado de bebérmelo con la mirada una voz cruel y diáfana gritaba dentro de mi cabeza diciéndome: ¡Es tu hijo!, ¡No puedes!, ¡Prohibido! Pero la experiencia vivida la otra noche volvÃ*a a mi cabeza una y otra vez y cada vez que me acordaba me excitaba más. Y me imaginaba nuevas fantasÃ*as en las que mi hijo me penetraba, me hacÃ*a suya, me metÃ*a aquella enorme polla por mi coño y me hacÃ*a gozar hasta correrme. Las noches que me despertaba bajaba al patio con la ilusión de que se volviera a repetir la escena de hace dÃ*as y si la luz de su cuarto estaba apagada me sentaba en alguna de las sillas que tengo en el patio a esperar para ver si habÃ*a suerte y podÃ*a ver a quitó el slip, quedándose desnudo, y se volvió a sentar.

Y allÃ* estaba otra vez, su polla, su enorme polla, grande, larga, gruesa, llena de venas, preciosa, espectacular. Mi hijo estaba recreándose viéndola mientras ganaba tamaño y verticalidad. Empezó a masturbarse muy lentamente, disfrutando del placer que le proporcionaba cada movimiento. Mis pezones se endurecieron más de lo que ya estaban y mi vagina empezó a lubricar. Pero esta vez no querÃ*a ser solo una espectadora, querÃ*a participar, querÃ*a comerme ese rabo, metérmelo en el coño, vaciar esos huevos de leche hasta que no les quedara ni una sola gota.

La excitación me subÃ*a por momentos, mis bragas estaban mojadas y mi respiración se hacÃ*a más fuerte. ¿Entraba? ¿No entraba? ¡No podÃ*a perder esta oportunidad! ¡Era ahora o nunca! La mitad de mis pensamientos me empujaban dentro de la habitación mientras la otra mitad me retenÃ*a en la puerta. ¡Maldita sea!, ¡A la mierda todo! Y entré.

- Hola... ¿qué haces? - ¡Mamá!...Yo... Estoy...

- Tranquilo -le dije mientras cerraba la puerta con sigilo-. Trató de taparse los genitales con las manos. Me senté a su lado y le di un beso en la mejilla.

- Ya sé lo que estás haciendo. TranquilÃ*zate. No me voy a enfadar. Es normal hacer esto. No es malo, no pasa nada - Ah....SÃ* -balbuceó- - ¿Sabes qué?, esta noche mamá te va a ayudar...

- ... ¿Eh? Me puse de pie delante de él y le cogÃ* las manos suavemente tirando de él hacia delante hasta que se puso en pie. Lo separé unos treinta centÃ*metros de la cama. Me miraba de arriba a abajo con los ojos y la boca totalmente abiertos sin creerse del todo lo que le estaba pasando. Yo iba con mi atuendo normal de las noches veraniegas, o sea, tan solo con unas pequeñas braguitas blancas y unas zapatillas sport de tela a modo de chanclas, también blancas.

Le sonreÃ* y me arrodillé delante de él. Le puse sus manos una a cada lado de su cuerpo y le acaricié los muslos con las mÃ*as de arriba a abajo un par de veces. Seguidamente las subÃ* hacia arriba dejándolas justamente debajo de sus nalgas.

Con la sorpresa y el susto la erección de la polla habÃ*a bajado. Ahora estaba completamente perpendicular a su cuerpo, apuntándome directamente a la cara. Me la metÃ* en la boca y empecé a chuparla suave y lentamente, disfrutando cada centÃ*metro. Inmediatamente ganó grosor y verticalidad. Me la saqué de la boca y la miré. Por fin la tenÃ*a delante, traté de acordarme de si habÃ*a visto alguna asÃ* de grande en mi extenso historial sexual. Resultado: ninguna.

La polla más grande que habÃ*a visto en mi vida era la de mi hijo. Y por un momento me sentÃ* orgullosa de aquella polla, tenÃ*a que enseñar a mi hijo a sacarle partido, que aprovechara bien lo que la naturaleza habÃ*a puesto entre sus piernas. Si mi hijo habÃ*a heredado mi gusto por el sexo, un gran paso ya lo tenÃ*a dado.

VolvÃ* a meterme la polla en la boca y empecé a chuparla con fruición. Su gran tamaño casi llenaba mi boca, la ensalivaba lo más posible para que se deslizara con facilidad. La lamÃ*a y me la volvÃ*a a meter en la boca, jugaba con la lengua en el frenillo, la recorrÃ*a entera tratando de extender la saliva por toda su longitud. Creo que nunca habÃ*a disfrutado tanto chupando una polla.

Estaba extasiada. ExcitadÃ*sima. TenÃ*a el coño totalmente mojado por mis jugos vaginales y mis pezones estaban duros y erectos, una calentura poderosÃ*sima recorrÃ*a mi cuerpo de la cabeza a los pies. Miré a mi hijo. TenÃ*a los ojos cerrados disfrutando el momento, hasta que se corrió en mi boca.

Se apoyó en mi hombro, su polla perdÃ*a poco a poco la erección, aún asÃ* seguÃ*a siendo grande, y le volvÃ* a mamar la polla que como resorte se puso otra vez como un mástil, no perdió tiempo, me abrió de piernas y me metió su polla hasta él fondo, loca de placer me movÃ*a, un placer indescriptible me invadió entera. RepetÃ* el movimiento varias veces. Me erguÃ* de nuevo sobre mis rodillas sin sacar la polla de mi coño.

Empecé a subir y bajar mi cuerpo con rapidez. El pene de mi hijo se frotaba por completo con las paredes de mi vagina proporcionándome un placer difÃ*cil de explicar. Mis gemidos y jadeos se entremezclaban con los de mi hijo, los dos en un goce incomparable. Mis jugos vaginales repartidos por toda la zona hacÃ*an que el pene se deslizara con facilidad. Mi hijo movÃ*a sus caderas arriba y abajo siguiendo mis movimientos instintivamente. Realmente estábamos bien compenetrados.

A cada embestida me clavaba su polla entera dándome una sensación de gusto y de placer como no habÃ*a sentido nunca.

Pero mi joven e inexperto hijo no podÃ*a soportar una follada como aquella por mucho tiempo. Su cuerpo empezó a temblar y su respiración se hizo más fuerte y jadeante.

- ¡Mamá! me corro. Paré y me saqué su polla inmediatamente.

- Aguanta mi niño, aguanta... Me puse de pie.

- Ven -le dije- Le agarré la mano y lo puse de pie en el mismo sitio y en la misma posición en la que le habÃ*a hecho la mamada. E igualmente como antes, me arrodillé delante de él.

- Quiero que te corras en mi boca cariño, dale toda tu leche a mami... Empezó a hacerse una paja apuntando a mi boca. Comenzó a temblarle todo el cuerpo otra vez y su respiración se volvió a hacer fuerte, rápida y jadeante. Y un enorme chorro de semen salió de su polla y fue a parar dentro de mi boca, y otro... y otro... y otro... ¡y otro!... ¡IncreÃ*ble!

TenÃ*a la boca completamente llena del semen de mi hijo. Me lo tragué poco a poco. Saboreándolo. Estaba rico, caliente. Me relamÃ* los labios.

No dejé escapar ni una sola gota.

Me puse de pie, le acaricié la cara y le di un fuerte beso en la mejilla.

- Ven, siéntate a mi lado -le dije-. Nos sentamos los dos en la cama.

- ¿Te ha gustado? -le dije mientras le acariciaba el pelo, los hombros, la espalda- - SÃ*... me ha gustado mucho -contestó- - A mi también me ha gustado mucho.

¿HabÃ*as estado alguna vez con alguna chica? - No - Ok, esta ha sido tu primera vez. Ahora ya sabes lo que se siente cuando se está con una mujer. Tal vez algún dÃ*a lo repitamos. Pero ahora tienes que hacerme un favor. No debes contarle esto absolutamente a nadie ¿de acuerdo?

- SÃ* - Me puse de pie y le ayudé a recostarse en su cama. Me puse las braguitas y me calcé las zapatillas. Me acerqué a él, le di un beso y apagué la luz de su lamparita.

- Buenas noches cariño.

- Buenas noches mamá Y salÃ* de su habitación rumbo a la mÃ*a. HabÃ*a sido increÃ*ble.

Me alegré de haber sido yo la que estrenara esa gran polla. Decidido, enseñarÃ*a a mi hijo a usarla, y asÃ* de paso la disfrutarÃ*a yo también.

Me acosté y dormÃ* de un tirón hasta la mañana siguiente.
 

La-Liga

Virgen
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hece pibe no es dotado yo soy re dotado 24 x7,5
 

adrianchino

Virgen
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io tambien kiero a una mami k me kuide asi, gracias por el aporte
 

belmont

Virgen
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Buen relato... aunque sería bueno un poco mas de trama y drama....
 
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