Soy Sofía, me dicen Sofi de cariño desde niña, nací en el seno de una familia típica, soy hija única, pues mi mamá después de mi ya no pudo tener mas hijos, así que me criaron con todas las comodidades, pues después de que tuve edad para el preescolar mi madre volvió a trabajar en su antiguo empleo, ya que se aburría de estar sola en la casa así que en nuestro hogar no había necesidades de nada, pero tampoco convivíamos mucho, y menos aun platicábamos entre nosotros, mi madre tenía cada vez mas compromisos sociales y de trabajo, igual que mi padre. Pero no obstante, ellos se amaban y siempre procuraban estar juntos y de vez en cuando, y si mis calendarios escolares lo permitían, me llevaban con ellos, pero la mayoría del tiempo se iban de viaje los dos solos, y yo me quedaba con la nana o con alguna de mis tías, hermanas de mi padre.
Crecí sin carencias materiales, pero sin una orientación familiar adecuada, y mucho menos en el aspecto sexual, pues como era de suponerse, mi madre no tenía tiempo para mí, y daba por hecho que yo aprendería todo en el colegio. Y mis tías mucho menos tenían la intención de contarme los secretos del sexo, así que lo que sabia yo, lo había aprendido por pláticas con las amigas y con alguno que otro chico que me hacia la ronda y terminábamos en noviazgos de adolescentes. Ahí empecé a conocer las reacciones de mi cuerpo, entre las primeras caricias y manoseos de los chicos, siempre he sido bonita y con suerte de ser atractiva para los hombres, pero de ese atractivo vino mi experiencia más fuerte con quien menos me lo imaginaba. Ahora me siento engañada y frustrada con la vida y no sé que pueda yo hacer. Solo quiero compartir esta experiencia esperando que a alguien le pueda ser de utilidad.
Poco después de cumplir los quince años tuve mi primera relación sexual con un chico de 18 años llamado Manuel que me gustaba mucho como hombre, pero a la vez me desagradaba su forma de comportarse, pues era muy alocado, violento y abusivo con los mas chicos o débiles, pero tenía un atractivo animal que me fascinaba, haciendo que yo le coqueteara sin reservas, y como era lógico, al ser yo de las chicas mas altas y mas desarrolladas entre las de mi edad, también había llamado su atención, así que en la primera fiesta en al que coincidimos después de mis quince años nos hicimos novios y esa misma noche me desfloró en el auto.
Todo inició en la fiesta mientras bailábamos, ya avanzada la noche y cuando las parejitas estaban definidas empezaron las melodías calmadas para bailar abrazados, yo apenas me podía contener al sentir su cuerpo duro y fuerte entre mis brazos, el era mas alto que yo a pesar de que mi estatura es alta también, destacábamos entre los demás chicos por ser los mas grandes, ese era un atractivo mas para mí y me despertaba mi cachondés, me apretaba contra él, yo creo que para sentir todo mi cuerpo contra el suyo, yo sentía mis senos hinchados y duros con los pezones irritados por la excitación, su verga dura se encajaba en mi abdomen haciendo que mi vagina fluyera como un río, mojando mi pantaletita y mi pantalón, pero eso no me importaba, solo quería sentirlo a él, sentía mi cara arder de calor y había empezado a sudar. Así que cuando me propuso salir a lo fresco de la noche yo acepté.
Estuvimos un rato abrazados sintiendo el fresco viento en nuestros cuerpos, nos besamos y el cada vez exploraba mas y mas mi cuerpo que vibraba de deseo, puso sus manos en mis nalgas y yo lo dejé hacerlo, me apretó contra él y yo también empujé mi cadera contra la suya iniciamos entonces un movimiento delicioso y exigente, prácticamente estábamos cogiendo con ropa. De manera natural me llevó hasta su auto, nos sentamos directamente en la parte de atrás y continuamos besándonos con ansiedad, me encantaba como hombre, olía su aroma y me hacia mojarme mas, me sacó la blusa sin mangas y el sostén desnudándome de la cintura parta arriba. Yo no sentía ningún recato ni temor de ser vista o descubierta por alguien. Simplemente no me importaba que eso llegara a suceder, mi lujuria era tal, que llenaba toda mi mente en ese momento. Ansiosa le ayudé a sacarse la playera, dejando su torso musculoso ante mis ojos. Lo acaricié casi con veneración, mi líbido estaba altísimo y mi vulva ardía demandante de algo. Me acostó sobre asiento recreándose con mi desnudes, me besó casi con furia la cara, la boca, el cuello, bajando a mi pecho, ya tenía mis senos aprisionados entre sus manos, estrujándolos hasta lastimarme, pero mi cachondés soportaba eso y mas. Me besaba y lamía todo el pecho mientras apretaba con sus dedos mis duros y grandes pezones, mi cuerpo temblaba de deseo, su olor invadía mi nariz y llenaba mi cerebro, yo también lamía todo lo que el dejaba a mi alcance, sus orejas, su cuello, sus hombros, pasaba mis manos por su pecho y su espalda, sentía mi sudor correr por mi frente y nuca, resbalando hacia mi espalda, su cuerpo también estaba húmedo y caliente, gemíamos y gruñíamos mientras nuestras bocas se saciaban con las pieles mojadas de sudor y saliva.
De pronto el tomó mi pezón en su boca y comenzó a mamarlo ávidamente, dándome una sensación totalmente desconocida para mi, fue tan intensa esa caricia que mi vientre estalló sin avisar, me vine en un orgasmo fuerte y rápido que me dejó sin aliento solo sentía palpitar mi vagina y la salida de ríos de fluidos vaginales que mojaban mi pantalón quedé desmadejada a su merced mientras el se saciaba con mis pezones, mamándolos y mordiéndolos con rudeza, haciéndome gemir y quejarme de dolor, mientras él parecía bestia en celo sobre mi, gruñía y resoplaba chupándome, mordiéndome y mamándome sin control, provocando que mi cachondés volviera a invadirme, calentándome de nuevo entre suspiros y jadeos. Buscó el botón de mi pantalón y bajando el cierre tiró de él hasta quitármelo dejándome solo en la mojadísima pantaleta, pero no por mucho tiempo, pues prácticamente me la arrancó. Al sentirme desnuda le pedí que me dejara desnudarlo, desbroché su pantalón y el ayudé a sacárselo con algunas dificultades, dejando ante mis sorprendidos ojos una dura y gruesa verga, me pareció enorme, jamás en mi vida había visto una verga, y menos aun tan parada y tan dura.
Me quedé como hipnotizada con ese colosal falo entre mis manos, acariciándolo todo sentí su humedad y su calor, la suavidad de su piel y su contrastante dureza, lo sentía latir en mis manos hinchándose y relajándose levemente solo para volver a inflarse de nuevo con mas fuerza, el jaló mi cabeza hacia ese fascinante pene, y yo no entendía que era lo que él quería que yo hiciera. Hasta que me dijo que se la mamara, obedecí y acercándome lo toqué con mi lengua saboreando ese gusto salado y ácido de su líquido lubricante, se lo lamí a todo lo largo disfrutando y paladeando ese excitante sabor de hombre, hasta que metí la cabezota en mi boca, abriéndola al máximo para meterme lo mas posible de esa sensual verga, chupé y mamé no se cuanto tiempo, mi cabeza subía y bajaba una y otra vez deleitándome glotonamente mientras sentía como se hundían mis mejillas al succionar con fuerza esa amoratada cabeza de piel lisa y brillante.
De pronto se levantó y me empujó con fuerza hasta acostarme boca arriba en el asiento, me separó las piernas subiéndomelas a los respaldos, me sentí sensual en esa posición y moví mi cadera en forma provocativa, el sonrió complacido de mi entrega y hundió su cara en mi vulva, chupando con destreza mis labios pasando su lengua pesada por toda mi vulva, absorbiendo todos mis jugos hasta dejarme solo húmeda de su saliva. Encontró mi clítoris y sus labios y lengua hicieron maravillas en él, hasta arrancarme otro orgasmo intenso, solo que este lo disfruté mas pues lo sentí crecer desde lo mas adentro de mi ser, estallé en forma asombrosa lanzando chorros de líquido con fuerza, como si me orinara, mojándolo en la cara y el pecho, me asusté pues lo vi enojarse, me miró con furia y me acuso de haberlo orinado, furioso se vino sobre mi y me abofeteó varias veces mientras yo trataba de cubrirme con las manos inútilmente, me pellizcó los pezones con furia hasta hacerme chillar de dolor suplicándole perdón, pero él, ciego de coraje, me empujó de nuevo boca arriba y separando mis piernas, me abrió lo mas posible apuntando su endurecida verga en la entrada de mi vagina, y de un solo empujón y gracias a lo mojada que estaba, ese ardiente falo se deslizó con violencia dentro de mi, partiéndome en dos, haciendo que yo lanzara un alarido por el dolor insoportable al recibirlo de golpe todo dentro de mi.
No dejó tiempo de reponerme bombeó y bombeó con furia en mi vagina mientras yo lloraba indefensa ante esa furiosa primera cogida de mi vida. A los pocos minutos sentí como su ritmo se aceleraba provocándome mas dolor, pero el miedo a ser golpeada de nuevo me impidió que pusiera yo algún obstáculo, solo me quejaba y chillaba pidiéndole que se detuviera, pero mis súplicas y lamentos solo lo excitaban mas y bombeaba con mas fuerza hasta que su ritmo se hizo desenfrenadamente rápido y fuerte, apretándome contra él con sus manos, enterrando esa larga y gruesa verga en su totalidad dentro de mi, descargando chorros de ardiente semen en lo mas profundo de mis entrañas, cayendo pesadamente sobre mi aplastándome con su peso por minutos que a mí me parecieron horas, estaba yo adolorida, humillada y sofocada pero sentía miedo de que se enojara de nuevo y esperé con paciencia.
Poco después él se levantó de mí aun con su pene dentro de la vagina y fue sacándolo despacio mientras me miraba a los ojos sonriendo sin ningún asomo de arrepentimiento o pena por haberme golpeado, quiero decirles a ustedes que nunca antes nadie me había golpeado jamás, ni siquiera mis padres, así que esa golpiza me hizo temerle mucho, tanto que seguimos viéndonos unas cuantas veces mas, por deseo de Manuel, seguimos teniendo relaciones por poco tiempo hasta que se me detuvo mi regla por mi embarazo.
La noticia cayó como tormenta en mi hogar, y la primera idea de mi madre fue la de casarme con Manuel, pero al decirle y suplicarle yo, que no me casaran con él, y después de contarles como me trataba optaron por que yo abortara pero el médico amigo de mis padres les aconsejó que era muy arriesgado ya un aborto pues el embarazo ya estaba muy avanzado y existía el riesgo para mi de quedar estéril, o hasta de morir, así que lo siguiente fue esperar a que naciera mi bebé, poco antes de que cumpliera yo los 16 años.
El niño nació sin complicaciones y además muy sano pues mi madre se encargó de que yo tuviera un embarazo muy saludable, desde su nacimiento el niño a quien llamé Gonzalo como mi padre, fue la adoración de su abuelo. Así que Lalito formó parte de la familia y además sirviendo de enlace entre todos, pues desde su llegada estuvimos mas unidos que nunca y realmente llegamos a convivir como una familia. De Manuel no volví a saber nada, su familia se fue a vivir a otra ciudad del país, por mejoras en el trabajo de su padre así que nunca nos volvimos a ver para nada.
Mis padres continuaron con sus viajes y a la mayoría de ellos íbamos Lalito y yo, así conocimos varios países, y paseamos mucho, hasta que la fatalidad cayó en la familia, uno de esos viajes fue el último para mis padres, esa vez Lalito y yo nos quedamos pues yo quise reanudar mis estudios y debía inscribirme en la escuela, cuando venían de regreso a casa el avión en que viajaban tuvo un accidente del cual no hubo sobrevivientes, ni que decir, no sabia que hacer se me cerró el mundo a los 21 años, con un hijo de 6 años sin estudios y sin el sustento de mis padres la vida cambio para mi.
Por consejos de mis tías acepté rentar la casa en la que vivíamos, que era muy grande, como casa de huéspedes y como la casa estaba cerca de la universidad de mi ciudad los principales inquilinos eran estudiantes, prefiriendo rentar a chicas, pues era mas fácil el control y menos los riesgos para mi. Afortunadamente lo que cobraba de las rentas alcanzaba para que Lalito y yo viviéramos sin presiones aunque tampoco sin abundancias, nos mudamos a la casita del fondo del jardín que usaban mis padres para la servidumbre, era amplia y tenía dos recamaritas, mas que suficientes para nosotros dos.
La naturaleza fue benévola conmigo pues no mermó en nada mi belleza física, antes al contrario, decían mis tías que cada día me ponía mas bonita y mi cuerpo embarnecido se volvió mas sensual y llamativo para los hombres, tuve unos cuantos noviazgos pero nada en serio pues no me interesaba formar una familia, me sentía plena con mi hijo, a quien amo a por sobre todo. Para quienes piensan que la maldad no se hereda, les voy a decir que en mi caso parece que si sucedió ese tipo de herencia.
Lalito desde la pubertad, mostró inclinaciones a la violencia, la mentira y la trampa, aunque yo lo colmaba de amor y buenos ejemplos el prefería la otra cara de la moneda, tenía problemas en la escuela por su agresividad con sus compañeros yo era la madre a quien mas mandaban llamar por quejas de Lalito, lo expulsaron de tres escuelas por mala conducta. Hasta que lo llevé por recomendaciones de uno de sus profesores a recibir ayuda psicológica.
Para mi sorpresa empezó a cambiar su actitud y a ser menos violento, yo pensé que al fin había entendido que debía portarse mejor y ser una persona de bien, conocí a un hombre cuando tenía yo 27 años y me propuso matrimonio, afortunadamente la actitud de Lalito ya había mejorado mucho y se llevó muy bien con Mario, mi prometido, nos casamos lo antes posible y Lalito parecía estar contento de mi matrimonio, al poco tiempo después de cumplir los 32 años tuve a mi niña, y Lalito en verdad la quiere y la procura. El único defecto de Mario es que no controla la bebida, no es tomador consuetudinario, pero cuando llega a tomar no resiste mucho y termina durmiéndose casi de inmediato, para despertar hasta el día siguiente muy enfermo, prometiendo no volver a tomar mas, afortunadamente no da problemas de ningún tipo, solamente se queda dormido.
Pero dos años antes de que naciera la niña, empecé a notar algo raro en Lalito en aquel entonces de 14 años, principalmente al cambiarme de ropa o al estarme bañando, noté que me miraba y se aparecía "casualmente" encontrándome desnuda muchas veces, yo quería pensar que eran coincidencias sin importancia, pero cada vez era mas atrevido, incluso llegó a acercárseme mas de lo normal, y a tocarme por donde pudiera, se sentaba junto a mi para ver la televisión, recostando su cabeza en mis piernas y poniendo sus manos en mis muslos acariciándolos "despreocupadamente". Yo me sentía incomoda y no sabia que hacer pues si lo alejaba de mi, me imaginaba que se iba a poner celoso de Mario y no quería yo crear un conflicto similar, así que opté por tomarlo de buena voluntad por parte de él y permitirle ciertas caricias cada vez mas atrevidas, hasta que un día ya no pude mas pues me sentía acosada por mi propio hijo y decidí hablar con él, una vez que estábamos viendo la televisión, y estaba sentado a mi lado con su mano entre mis muslos tratando de subirla a mi entrepierna, yo le tomé su mano y traté de que la sacara de mis piernas pero el ya tenía bastante fuerza y en ese entonces había crecido mucho estando ya mas alto que yo.
Lalito saca la mano por favor... le dije con firmeza... no está bien que hagas eso, soy tu madre y hay caricias que no debes hacerme, ¿Si me entiendes verdad?
No sé de que me hablas mamá... dijo sin entender... ¿Hice algo malo?
Su respuesta me desconcertó... no mi amor no es que hayas hecho algo malo. Lo que pasa es que no esta bien que me toques como lo haces... le dije apenada... mira hay partes del cuerpo de las mujeres que no deben tocar los hombres, ¿Me explico?
¿Cuales son mamá?... dijo mirándome fijamente a los ojos, mientras se me imaginaba ver en ellos un destello burlón... dímelo para saber.
Ay Lalito... dije insegura... tu ya de seguro lo sabes.
¿Saber que mamá?... dijo sorprendido... no te entiendo, dímelo de una vez.
Pues mira Lalito... dije yo envalentonada y enternecida por la "inocencia" de mi hijo... no debes acariciarme las piernas, ni las pompas, ni los senos pues son lugares de la mujer muy íntimos y no deben ser tocados por los hombres.
¿Y entonces como Mario si te las agarra?... dijo sorprendido... yo los he visto muchas veces que te lo hace y tu lo dejas.
Ay Lalito... dije yo incrédula de la inocencia del niño... como voy a creer que no lo sepas a tu edad.
Saber que mamá... respondió mi hijo con cara de desconcierto... no te entiendo en verdad.
Yo no podía dar crédito a lo que mi hijo me decía, quedé callada ante la aparente "sinceridad" que reflejaba en sus respuestas, fue cuando recordé que yo a su edad tampoco sabía nada de sexo, pues nadie se había preocupado de enseñarme o de platicarme lo que era el sexo. Ahí caí en cuenta de que jamás había yo hablado tampoco de sexo con él, por lo que creí en verdad sus palabras.
Mira Lalito voy a pensar como podemos tener tu y yo una platica de sexo, y trataré de que entiendas algunas cosas... le dije con algo de pena... aunque también podrías hablar con Mario y él te podría platicar mejor, ¿Qué te parece?
No mamá... dijo decididamente... eso no, si hay que hablar lo haremos tu y yo no quiero que Mario se entere. Prométemelo.
Pero Lalito, mi amor... insistí con voz tierna... el podría decirte cosas que incluso yo no sé, ni conozco, así hablarían de hombre a hombre.
No mamá... dijo enojado... ya te dije que no, lo que debo saber me lo vas a decir tu nada mas. No quiero que le digas nada a él, o me voy a enojar mucho contigo.
Esta bien Lalito... dije cediendo esa primera vez, la primera de muchas dolorosas veces... no te enojes mi amor, te prometo que no le voy a decir nada a Mario. Pero tú prométeme que ya no me vas a tocar así.
Entonces que tampoco Mario lo haga... dijo con gesto de satisfacción... si él ya no te lo hace yo tampoco lo voy a hacer, y nada de que lo dejes hacértelo cuando yo no los vea, pues yo siempre los voy a estar viendo. Además soy tu hijo no creo que tenga nada de malo.
Ay Lalito no me pidas eso... dije angustiada... ¿No ves que es algo muy difícil para mi?
¿Y tu crees que para mi es fácil ver todo lo que te hace en las noches?... dijo Lalito casi gritando.
¿Pero nos has espiado Lalo?... exclamé asombrada... ¿Cómo has sido capaz de hacerlo?
Pues ya lo sabes o le prohíbes a el también tocarte... me dijo terminante... o me dejas a mi seguirlo haciendo.
Así pasaron poco mas de dos años sin que se hubiera repetido otro incidente igual, incluso lo llegué a olvidar y Lalito no volvió a ponerme otra exigencia similar, pero o dejó de tocarme cuando podía. Mi bebita ya había nacido, estábamos los tres muy contentos con la niña, principalmente Mario quien había ascendido en su trabajo pero ahora tenía mas responsabilidades y menos tiempo libre para la familia, ganaba mucho mejor sueldo, pero casi no estaba en casa, aun así se daba tiempo para venir a comer diario con nosotros.
Una tarde después de comer, estaba en mi cuarto viendo un programa en la televisión recostada en mi cama y la niña estaba dormida en su cuna, cuando entró Lalito y se acostó junto a mi con su cabeza sobre mis piernas, para entonces él ya tenía 16 años, y estaba mas alto y musculoso al igual que lo estaba su padre a esa edad. Yo estaba incomoda pues él había vuelto a tocarme mas seguido y a espiarme en todo momento, pero ahora sus caricias eran mucho mas descaradas y atrevidas. Él trataba como siempre de meter su mano entre mis piernas algunas veces por fastidio, le había permitido un poco de espacio, pero jamás lo dejé tocarme mas arriba de medio muslo y eso solamente cuando traía yo pantalón, y en esa ocasión yo vestía una falda corta. El forcejeaba tratando de meterme su mano debajo de mi falda y yo luchaba por impedírselo.
Ya Lalo, estate quieto saca la mano de ahí... le dije regañándolo... déjame ver el programa en paz.
Pero que te estoy haciendo yo... dijo protestando... además no seas mal pensada ni morbosa, nada mas piensa en cochinadas como las que haces con Mario, y piensas que yo soy igual.
¿Qué dices?... grite sin dar crédito a lo que me acababa de decir mi hijo... ¿quien te da derecho para juzgarme en lo que yo haga con mi vida?
Ya mamá, no es para tanto... dijo burlón insistiendo en meter su mano bajo mi falda... además es cierto no dije ninguna mentira.
Mira Lalo estoy muy enojada ahorita... dije tratando de cubrir mis senos que ya manchaban con mi leche la blusa pues era hora de alimentar a la bebé... voy a darle de comer a tu hermana, y luego seguimos hablando. Sal un momento por favor
Yo me quedo contigo quiero ver como come la bebita... dijo Lalito con voz inocente pero firme.
No Lalo, eso no... dije tratando de oírme molesta y dura... no te vas a empezar a poner así conmigo.
Pues no es nada malo, es algo natural... alegó defendiéndose... ¿O a poco no me diste de comer a mi también?
Pues si te di, pero eras un bebé también... dije defendiéndome a mi vez... y eso no me gusta que nadie me vea hacerlo, solo Mario.
Pues yo te voy a ver... me dijo terminante... lo quieras o no ¿O prefieres que le diga a Mario como te besabas con Juan José cuando nadie los veía?
Me dejó muda de la impresión, si bien era cierto que había tenido una aventura con Juan José, pero eso fue desde antes de casarme con Mario. Pero ya habíamos terminado y solo lo hicimos muy pocas veces después de casada, cuando el regresó a la ciudad años después y antes de embarazarme de la bebé, pero yo estaba segura de que nadie se había dado cuenta pues lo hicimos en las horas en que Mario estaba en su trabajo y Lalito estaba en la escuela y no había nadie mas en la casa. No sabía como Lalito pudo haberse enterado.
¿Cómo sabes tu eso?... dije levantándome y enfrentándolo cara a cara... dime como lo sabes.
Perdóname mamita... dijo Lalito derrumbándose ante mi cayendo de rodillas y abrazándose a mis piernas y llorando continuó... no quiero que te enojes conmigo, no sé que me pasa, me da coraje verte con Mario y a mi no me haces caso, no sabia que te molestaba tanto que me acercara a ti, y te acariciara. Pero si te hago enojar ya no lo voy a hacer nunca mamita. No le voy a decir nada a Mario. Pero perdóname, es que me siento muy solo, no tengo amigos, solo te tengo a ti.
Esa reacción de mi hijo me dobló por completo, me dejó desarmada y sintiéndome culpable, me hinqué junto a él y lo abracé, el puso sus manos en mi pecho empujándome para alejarme, pero yo lo sujeté con mas fuerza hasta que él colocó su rostro sobre mis senos, llorando desconsolado, yo sentía como sus manos apretaban y soltaban mis senos hasta casi lastimarme, haciendo que mi leche saliera manchando mi blusa con grandes círculos húmedos alrededor de mis senos. No quise separarlo para no volver a hacerlo sentir mal y estuvimos un rato abrazados mientras yo trataba de consolarlo. El llanto de la niña nos volvió a la realidad y suavemente lo separé de mi pecho.
Déjame levantar Lalito... le dije casi susurrando... tu hermanita quiere comer voy a verla, regresa en un ratito ¿Si mi amor?
¿Por qué no me dejas ver como le das de comer a mi hermanita?... me dijo con ternura y mirándome suplicante... me voy a portar bien, te lo prometo.
Esta bien mi amor... dije sin poder poner mas argumentos, y le sonreí... te voy a dejar que veas a tu hermanita comer.
Se sentó frente a mi atento a ver mis senos, pues yo bien sabia que eso era lo que el quería, me subí la blusa de algodón hasta descubrir el sostén y saqué mi seno sin poder evitar que Lalito lo viera por completo, vi como su mirada brillo al ver el seno desnudo. Traté de meter el pezón lo mas rápido en la boquita de la bebita para no darle mas tentaciones a Lalito, pero el no se iba a conformar con eso solamente. Una vez que la niña atrapó el pezón y empezó a mamar yo ayudé a que me saliera más leche apretándome el seno exprimiéndolo. Al ver eso Lalito me preguntó por qué lo hacia, a lo que contesté tratando de explicarle sin entrar en detalles, pero el problema surgió cuando me pidió que lo dejara apretarme el seno, me opuse a dejarlo hacerme eso, pero al insistir tanto terminé por ceder y acepté. Sin darme tiempo a reaccionar se colocó detrás de mi hincado en la cama, recargando en mi espalda su pelvis, mientras me agarraba en seno y me lo apretaba suave, bombeándomelo como le había explicado, no pude evitar que se apoyara en mi, así que cuando su pene empezó a ponerse mas duro y a crecerle, lo oprimía contra mi espalda presionándolo.
Yo siempre he sido de un nivel de líbido muy alto y soy muy fácilmente excitable y ese momento era mas que cachondo para mi, sentía la sensación en mi pezón, al ser mamado por la bebita, y además la verga de mi hijo dura y gruesa frotándose en mi espalda que no resistí mas y en cuanto la niña dejo de mamar me levanté y después de acostarla en su cuna fui directo al baño a masturbarme. Justo cuando me estaba viniendo violentamente, Lalito abrió la puerta y me vio, debido a la intensidad del orgasmo y mi excitación, tardé en reaccionar unos segundos mientras me sacudía con los espasmos, dejando escapar profundos gemidos de satisfacción, casi sin aliento le pedí a mi hijo que saliera del baño. Pero en cuanto me repuse del orgasmo, la vergüenza me consumió y no deseaba enfrentar a Lalito, pues sabia que se iba a poner más cachondo e iba a quererme manosear mas atrevidamente, sin importarle que yo lo regañara, se había acostumbrado a no obedecerme y a tocarme por todos lados además de espiarme para verme desnuda. Cuando salí del baño Lalito me esperaba en mi recámara sin mas me interrogó.
¿Qué estabas haciendo en el baño mamá?... me preguntó en cuanto me vio.
Ya lo sabes, no te hagas tonto... dije molesta por su fingida inocencia...y no quiero hablar de eso.
En verdad no sé lo que te pasó... dijo sorprendido... creí que estabas sintiéndote mal por eso abrí la puerta y entré y cuando te vi sobándote pensé que te dolía tu colita.
Ay mira no te hagas el tonto... dije molesta por mi incomodidad... no me vas a engañar con que no sabes que es una masturbación.
¿Te estabas masturbando?... preguntó asombrado, pero lo que dijo a continuación me desconcertó totalmente... ¿También las mujeres se masturban?
¿En verdad no sabes?... le pregunté incrédula... No te creo que a tu edad no sepas qué es la masturbación.
Claro que lo sé... contestó ofendido... pero no sé como lo hacen las mujeres, enséñame.
¿Qué, estas loco o que te pasa?... dije escandalizada... ¿Cómo crees que te voy a enseñar como se hace? Ni que estuviera loca. Eso ya lo sabrás después.
¿Pero cómo lo voy a saber?... dijo desconcertado... ¿Qué debo hacer?
¿En verdad no lo sabes?... dije con incredulidad... no lo puedo creer.
¿Por qué no me lo platicas mamá?... me pidió... nunca me has dicho nada de eso.
Mira no te prometo nada... le dije con seriedad... Pero voy a preguntarle a Mario como te lo puedo explicar ¿Si? Y tal vez te enseñe.
Yo pensaba que las cosas se calmarían con el paso del tiempo, pero nunca me imaginé el horror que iba a vivir con el despertar sexual de Lalito, y de darme cuenta de cómo brotaba en su comportamiento su herencia cruel y malvada
Los días pasaron y la calma volvió a mi casa, la plática de sexo con Lalito no se había realizado pues me daba mucha vergüenza platicar de eso con mi hijo, a mí nunca me habló nadie de sexo y la consecuencia de ello se llama Lalito. No sabia como hacerlo y de solo pensar en ello me ponía nerviosa y me hacia sudar frío. No le comenté nada a Mario pues le había prometido a mi hijo no hacerlo, y así que yo solo cumplía con mi palabra.
Las caricias que me hacia Lalito disminuyeron pero no desaparecieron totalmente, esto me mantenía inquieta y nerviosa, pensando en como hablar con él, y hacerle ver que debía buscar como distraerse y no estar tan apegado a mi.
De un tiempo para acá Lalito le dedicaba más tiempo a su computadora, lo que me permitió un respiro de tenerlo detrás de mí abrazándome y tocándome "accidentalmente". Pero al mismo tiempo sus caricias se volvieron mas atrevidas, ahora al abrazarme me tomaba los senos con sus manos descaradamente y llegó incluso a palmearme las nalgas, a lo que yo respondía enojada regañándolo, pero él parecía no entender que eso me molestaba, él no le daba importancia, y lo seguía haciendo.
Ya había yo accedido a dejarlo que me viera amamantar a su hermana, aunque no dejaba de sentirme incomoda pero pensaba que si accedía en eso tal vez se iba a tranquilizar al permitirle verme fugazmente los senos desnudos, mientras cambiaba a la bebé de un seno al otro. Noté con alivio que Lalito no había intentado nada mas al verme amamantar. Así que lo fui tomando con más naturalidad y con menos miedo. Hasta que una vez todo se volvió a complicar. Estaba yo dándole el pecho a la niña y Lalito estaba frente a mí observándome con atención.
¿Mamá me dejas ver como sale la lechita de tus chiches?... me dijo de repente, dejándome sin habla.
¿Qué? Claro que no... dije escandalizada... ¿Cómo te atreves a pedirme eso?
¿Pero que tiene de malo mamita?... alegó Lalito... solo quiero ver como sale la leche.
Mira Lalo... dije yo tratando de ser convincente... tal vez no tenga nada de malo, pero me da pena que tu me veas.
Pero no va a pasar nada si me enseñas... argumentó Lalito... no seas así, anda enséñame.
No hijo... dije terminante... eso no, mejor ve a hacer tu tarea.
Ya la hice... respondió rápido... pero no seas así mamá, déjame ver ¿Si?
No Lalito, para que quieres ver eso... dije con firmeza... ya lo veras si quieres cuando te cases y tu mujer amamante a tus hijos.
¿Entonces Mario si ha visto como te sale la leche?... me preguntó exaltado... tu me prometiste que no lo ibas a dejar hacerte nada y yo te creí, pero me dijiste mentiras.
No Lalito... respondí apenada... no te dije mentiras. Es que comprende entre los esposos hay ese tipo de cosas.
¿Y solo entre los esposos?... me preguntó de nuevo.
Si Lalito... dije yo nerviosa... así es como debe de ser.
¿Y entonces porque Juan José también te manoseaba y se acostaba contigo en tu cama?... indagó Lalito... y a mi que soy tu hijo no me dejas verte.
Ay mi amor… dije espantada al saber que me había visto acostarme con Juan José, pero traté de cambiar el tema... no es malo, es que me da pena que tu me veas.
¿Pero si fuera Juan José quien quisiera verte, si lo dejarías verdad?... replicó Lalito... Hasta de seguro le darías de mamar a él también.
No digas eso mi amor, por favor... le supliqué sintiendo las lagrimas en mis ojos... no te portes así conmigo.
Entonces que te cuesta dejarme verte... alegó Lalito... lo que voy a hacer es irme de la casa pero antes le voy a contar a Mario todo lo que vi.
Esta bien... dije vencida y molesta con él... ven a ver.
Lalito de inmediato se acercó a mí arrodillándose en el piso, y me agarró por las piernas, mientras me descubría el otro seno, mi hijo acercó su carita a mi pezón mientras yo lo ordeñaba con mis dedos haciendo saltar múltiples chorritos de leche sobre su cara haciéndolo reír con un tono inocente y aniñado al ver su cara feliz me arrepentí de haberme negado tanto a darle ese placer a mi hijo. Pero me preocupaba la amenaza de contarle a Mario mi aventura. Pues eso seria tal vez el fin de mi matrimonio.
Ese día pasó sin más consecuencias, y sin que yo me decidiera aun a la famosa plática con mi hijo, pero a él parecía no importarle mucho que no lo hubiéramos hecho. Ya no me había vuelto a pedir nada mas, solo se contentaba con verme amamantar, pero ahora ya no lo hacia diario y cada vez lo espaciaba mas, se concentraba mas en su computadora haciendo tareas. O al menos eso creía yo.
Una tarde que llegó de la escuela se fue directamente a su cuarto y cerró su puerta, me extraño eso, pues siempre llega a la cocina mientras yo estoy preparando la comida, en busca algo de comer en el refrigerador, y se dedica a tocarme, según él sin intención pero como yo ya había notado que con eso se conformaba y ya no pedía mas, lo dejaba hacerlo y llegó el momento de que a veces yo deseaba que me hicieras sus caricias.
Pero ese día fue diferente, lo llamé para comer y me dijo que no tenía hambre, ya no pude resistir la curiosidad y llamé a su puerta.
¿Lalito, te pasa algo hijo?... dije preocupada... ¿Puedo pasar?
Estoy bien mamá... dijo con voz forzada... no te preocupes.
Déjame pasar hijo... dije alarmada por el tono de voz de mi hijo... quiero verte.
No mamá no pases... replicó Lalito... ya se ma va a pasar.
¿Qué se te va a pasar?... pregunté abriendo la puerta.
Lo que vi me dejó angustiada, ahí estaba mi hijo llorando, con claras muestras de dolor, tocándose el área de su pene, y retorciéndose en la cama.
¿Qué te pasa Lalito, te golpearon?... pregunté ansiosa.
No mamá... dijo casi sin voz por el dolor... al rato se ma va a pasar.
¿Pero como sabes que se te va a pasar?... pregunté mas preocupada al verlo... dime que te pasó, ¿Alguien te hizo daño?
No mamá nadie me lastimó... dijo apretando los dientes mientras se sobaba el bajo vientre. Yo por instinto traté de sobarlo pensando en una apendicitis.
Dime que sientes, ¿Qué te duele aquí?... dije apoyando mi mano en su vientre... Por favor Lalito no me tengas así, dime que tienes. Voy a llamar al doctor.
No mamita ya se me va a pasar... dijo pujando... no lo llames.
Entonces dime que tienes... exigí... pero mejor te llevo con el doctor ándale vamos.
No mamá... dijo Lalito... esto me pasa a veces pero se me quita, lo que pasa es que ahorita me dio en el día. Pero casi siempre me duele en la noche
¿Cómo que te duele?... pregunté intrigada... ¿donde te duele? enséñame.
Aquí mamá... dijo tocándose su sexo y el vientre... pero ya se me va a pasar, voy a hacer pipi.
Lo seguí al baño, y le exigí que me dejara verlo orinar, me sentía muy asustada por mi hijo, pues no sabia que le pasaba, sentía ganas de llorar de la impotencia, pero logré contenerme, el no quería dejarme verlo orinar pero yo insistí hasta que el obedeció, se bajó en cierre y hurgó entre su pantalón para sacarse el pene vi que batalló un poco para sacárselo pero cuando lo hizo me quedé sorprendida.
Lo tenía totalmente erecto, me sorprendió su tamaño para un niño de 16 años, lo tenía muy grande para su edad pero también pensé que debería ser por la erección, con esfuerzo de su parte para apuntar a la taza, se dobló casi todo sobre su cintura bajando con su mano el duro pene, sin poder bajarlo bien. Le propuse que orinara sentado, y así lo hizo mas fácil, oí el fuerte chorro de orina rebotar sobre la taza por largo rato, hasta que terminó, antes de jalar la palanca revisé la orina sin encontrar nada anormal. Pude evitar ver como Lalito guardaba su aun erecto pene dentro de su pantalón pero todavía se quejaba del dolor.
Dime que te pasó Lalo... dije preocupada en serio... ¿esto ya te ha pasado antes?
Si mamá... dijo con muecas de dolor todavía... pero no sé por que me pasa esto.
¿Pero que te pasa en las noches?... indagué mortificada... ¿Qué es lo que sientes?
Es que me da pena decírtelo... me explicó mi hijo... Me he dado cuenta de que me empieza a doler debajo de la panza, cuando se me para mi pito, y cuando se me pone mas duro, es cuando me duele.
¿Y que haces tu para que no te duela?... le pregunté dándome cuenta de su problema... ¿haces algo?
¿Algo de qué mamá?... me preguntó... de veras que no hago nada. Solito me empieza el dolor.
¿Y, cuándo se te para tu pito?... le pregunté con cierta morbosidad, pero al momento me arrepentí de haberlo hecho, sin embargo el no se dio cuenta o eso creí.
En las noches cuando estoy dormido... me dijo sonrojándose... a veces estoy soñando cosas y me despierta el dolor de la panza, y es cuando me lo siento muy duro y parado.
Bueno pues eso es normal en los muchachos, a todos les pasa lo mismo... le expliqué... por eso entran al baño muchas veces.
¿Y para que entran al baño muchas veces?... me preguntó... yo nada mas entro cuando tengo ganas de hacer.
¿Y ahorita por qué se te paró?... indagué... ¿También se te para en la escuela?
Casi no mamá... me dijo apenado... pero ahora la maestra de educación física me dijo que ayudara a Marcela con los balones para guardarlos y cuando estábamos en el depósito Marcela me abrazó, me besó en la boca y me dejó tocarla. Y ella me agarró mi pito, y desde esa hora se me paró y todavía no se me puede bajar.
Pero como se te ha bajado las otras veces... pregunté de nuevo.
Pues solito casi siempre… me dijo... pero otras veces se me baja mas rápido cuando hago poquita pipi, nada mas que no me sale como agua, esas veces me sale como una babita, y así se me baja mas rápido, pero ahorita no me quiere salir la babita y ya me duele mas.
¿Y no te has masturbado Lalito?... le pregunté decidida a ayudarle.
No sé como hacerlo mamá... me dijo apenado... una vez me dijeron unos amigos como hacerlo pero no supe. Me dieron muchas ganas de hacer pipi y me asusté de hacerme en mi cama. Y ya no lo he vuelto a hacer.
¿Entonces no te sabes masturbar?... dije extrañada en serio... ¿Cómo te dijeron tus amigos que lo hicieras?
Que me lo agarrara con una mano y subiera y bajara la piel muchas veces hasta terminar... me dijo... pero no se cuando terminar
Yo no podía creer lo que oía, mi hijo con todo y su carácter, no sabia absolutamente nada de sexo, me sentí incomoda por todo lo que había pensado de él, y ni siquiera sabía masturbarse, me sentí mal y con una gran ternura por ese muchachote mas alto que yo, pero que era un niño inocente, y que necesitaba ser guiado con mucho cuidado y amor. Ahora lo importante era que mi hijo dejara de sentir esos dolores, y empezara a conocer su cuerpo.
Me reproché mi mojigatería al no hablar con él de lo que estaba siendo un problema de salud para él al sentir esos dolores y no saber cómo evitarlos. Pero aun sentía yo mucha vergüenza con él. Pero al verlo quejarse con paciencia, esperando que el dolor desapareciera por si solo, sentí una profunda lástima por mi hijito, necesitaba tanto de mí y yo solo había tratado de mantenerlo a distancia. En ese momento me propuse ayudarlo y a informarlo de todo lo que yo supiera del sexo. Me armé de valor y decidí dar el primer paso en ese mismo momento.
Mira Lalito, yo te voy a ayudar esta vez... dije sintiendo que me enrojecía el rostro por la vergüenza… pero que quede bien claro que solo lo voy a hacer esta única vez, prométeme que nadie lo va a saber y que nunca me vas a pedir que lo repitamos ¿Si?
Si mamita te lo prometo... dijo Lalito... dime que hago.
Sácate el pene... dije con un hilo de voz casi arrepintiéndome y queriendo echar a correr, pero al ver la mueca de dolor en la cara de mi hijito tomé valor de la vergüenza y respirando hondo proseguí mientras el batallaba por sacar su pene... mira mejor bájate el pantalón y tu calzón.
Si mamita es mejor yo creo... me obedeció desabrochándose el pantalón y bajándoselo junto con la truza, pero quitándose las dos prendas por completo quedando solo con su camiseta y sus calcetines.
Mis ojos se abrieron al ver las dimensiones de pene que tiene Lalito, solo había visto un pene igual hacia mucho tiempo cuando quedé embarazada de él. Si, era igual a su padre hasta en eso. No era exageradamente grande pero su muy ancho y con un largo poco mas del promedio, pero cuando terminara su desarrollo probablemente lo iría a tener mas grande aun. Traté de no demostrar ninguna reacción ante su pene, pero de reojo alcancé a ver que parecía que sonreía extrañamente mientras yo le miraba.
Le pedí que hiciera lo que sus amigos le habían dicho, él tomó su pene con la mano derecha casi sin poder cerrar su puño por lo grueso del pene, empezó a mover su mano de arriba-abajo rápidamente pero se quejó mas de dolor.
No puedo mamita me duelen mas mis huevitos y aquí arriba... exclamó desesperado de dolor y jadeando me dijo... mejor dejamos que se me pase solo ¿Si?
A ver déjame intentar ayudarte... le ofrecí, y el soltando su pene subió sus brazos a su cara tapándosela para ocultar sus lagrimas, supuse yo, sintiéndome mas angustiada por mi niño... tal vez si lo hacemos mas despacito. Déjame intentarlo.
Yo tomé su gorda verga entre mis manos y a pesar de que son grandes y mis dedos largos no pude unir las puntas del medio y del pulgar, era mucho más ancho que el de Mario, eso me provocó una involuntaria lujuria. Al sentir en mi mano la verga de mi hijo erecta a mas no poder y dura como metal, sin poderlo evitar sentí que mi vagina segregaba mis excitados fluidos. Traté de no pensar en mi excitación pero esta podía mas que yo y mi respiración se comenzó a acelerar, sin darme cuenta ya había yo empezado a masajear la verga de Lalito, haciéndolo gemir todavía mas, mi mano se dejó llevar por mi instinto y empezó a acariciar esa dura barra a todo lo largo desde los testículos hasta la punta del glande. La voz de mi hijo me trajo de nuevo a la realidad al quejarse más lastimeramente.
Ay mamita me esta doliendo mas y lo siento mas hinchado... me dijo llorando y retorciéndose.
Es que ya casi te vas a venir y así se te va a pasar el dolor ya verás... le dije mortificada... mira te voy a hacer algo mas suave, pero si te lastima me lo dices.
No quise pensar en ello para no arrepentirme y dejar a mi hijo sufriendo. Así que sin pensarlo dos veces me agaché sobre el vientre de mi hijo tomando en mi mano firmemente el hinchadísimo pene, y abriendo mi boca lo mas posible metí en ella el poderoso glande duro y caliente, lo mamé con suavidad y delicadeza tal como le gusta a Mario que se lo haga cuando quiero que se venga rápido, mi hijo lanzó un profundo gemido y levantó su cadera hacia mi cara, tratando por instinto creo yo, de meter mas su pene en mi boca, yo se lo permití procurando meterme lo mas posible de su verga mientras con mi mano subía y bajaba la piel de la otra mitad del pene que no alcanzaba a entrar en mi boca, para ese momento yo ya estaba fuera de mis cabales y me dejaba llevar por mi cachondés dando a mi hijo una deliciosa mamada, entre ternura, amor y lujuria no quise pensar en lo que estaba haciendo, simplemente me dejé llevar por el deseo sexual, me vi a mi misma mamando con avidez a mi propio hijo, cometiendo el mas grave pecado, pero en ese momento no me importaba.
La lujuria se había apoderado de mi voluntad mientras mamaba, y sorbía los jugos que salían de esa deliciosa verga juvenil. No supe cuando apoyó sus manos en mi cabeza empujando su cadera con un ritmo acelerado, al darme cuenta de ello traté de sacarme la verga de la boca, pero me lo impidió mientras bombeaba en mi boca cada vez mas rápido, decidí no poner resistencia y gozar de ese inesperado placer, cuando lo oí gritar excitado, al tiempo que lanzaba en mi garganta todo un torrente de semen que me hizo casi ahogarme al tragar una parte de semen pero otra gran cantidad me cayó en la cara y el pelo, aun vi salir dos potentes chorros todavía, y el resto salió escurriendo por el meato, derramándose por todo el tronco, aun no sé porque en un arranque me puse a chupar y lamer todo el pene bañado de semen hasta sorberlo todo dejándolo limpio completamente ante la mirada de satisfacción de mi hijo que me sonreía con un gesto indescifrable, mientras yo lo veía directamente a los ojos, al chuparle los restos de sus testículos.
Cuando terminé mis ojos se llenaron de llanto, recuperando la conciencia y dándome cuenta de la magnitud del pecado que había cometido con mi hijito sometiéndolo a mis instintos degenerados, no sabía que había pasado conmigo, jamás me imaginé siquiera algo similar, no soy una santa pero mi sexualidad jamás había llegado ni de lejos a esos límites. Me levanté de la cama de Lalito y salí corriendo de su habitación.
Llegué a mi cuarto y me dejé caer en mi cama llorando llena de vergüenza y coraje contra mi misma arrepentida, queriendo desaparecer o borrar lo ocurrido, me insultaba yo misma, diciéndome mil maldiciones. Pensaba que era la peor de las madres y de las mujeres, nunca pensé caer tan bajo como mujer, sentí ganas de terminar con mi vida, no sabía como iba a mirar de nuevo a mi hijo ni a mi marido. Sabía que ya estaba en lo más bajo de lo que nadie podría estar jamás, pero lamentablemente para mí estaba muy equivocada, no me imaginaba todo lo que me esperaba todavía por hacer y por descubrir.
Lalito entró a mi recámara completamente vestido, se sentó a mi lado y me acarició la cabeza, yo no tenía ni fuerzas para pedirle que me dejara sola, no podía parar de llorar mientras sentía su mano acariciarme la cabeza y la espalda descendiendo cada vez mas. Oí su voz que me decía.
Gracias mamita, ya se me quitó el dolor… me dijo con voz alegre... y eso de que no lo vamos a volver a hacer no me parece buena idea. Me gustó mucho y quiero que me lo hagas otras veces más.
¿Qué dices?... exclamé con la cara llena de llanto y de semen de mi hijo... esto no se va a volver a repetir jamás, perdóname por abusar de ti, no sé que me pasó pero te prometo que no te lo volveré a hacer.
No mamita. Yo quiero que lo vuelvas a hacer muchas veces mas... dijo con calma... así que va a ser nuestro secreto, por mi no se lo voy a decir a nadie. Puedes estar tranquila. Y déjame limpiarte la cara y el pelo lo tienes lleno de mi babita.
No déjame, te equivocas Lalo... dije sollozando... no va a volver a pasar. Y ahora déjame sola me voy a bañar, para después darte de comer, y por favor perdóname.
Esta bien mamita... sonrió extrañamente tranquilo... te dejo.
Todo ese día me sentí aturdida, Mario vio las huellas del llanto en mi rostro y me preguntó que había sucedido, yo le mentí y le dije que me dolía muy fuerte la cabeza y que me sentía mal por un resfriado, pero que no había llorado. El volvió a su trabajo después de comer y regresaría hasta avanzada la noche. El resto del día fue un tormento de reproches y dudas en mi mente, me sentía confundida y muy enojada. Al día siguiente me levanté como siempre para preparar el desayuno y esperar la salida de Mario y Lalito, me puse a limpiar y muy a mi pesar tuve que entrar a la recámara de Lalito, al ver la cama donde había abusado de mi hijo sentí nauseas, y dolor por él, había acudido a mi pidiendo mi consejo y yo en lugar de eso me aproveché para saciar mi enferma sexualidad.
Crecí sin carencias materiales, pero sin una orientación familiar adecuada, y mucho menos en el aspecto sexual, pues como era de suponerse, mi madre no tenía tiempo para mí, y daba por hecho que yo aprendería todo en el colegio. Y mis tías mucho menos tenían la intención de contarme los secretos del sexo, así que lo que sabia yo, lo había aprendido por pláticas con las amigas y con alguno que otro chico que me hacia la ronda y terminábamos en noviazgos de adolescentes. Ahí empecé a conocer las reacciones de mi cuerpo, entre las primeras caricias y manoseos de los chicos, siempre he sido bonita y con suerte de ser atractiva para los hombres, pero de ese atractivo vino mi experiencia más fuerte con quien menos me lo imaginaba. Ahora me siento engañada y frustrada con la vida y no sé que pueda yo hacer. Solo quiero compartir esta experiencia esperando que a alguien le pueda ser de utilidad.
Poco después de cumplir los quince años tuve mi primera relación sexual con un chico de 18 años llamado Manuel que me gustaba mucho como hombre, pero a la vez me desagradaba su forma de comportarse, pues era muy alocado, violento y abusivo con los mas chicos o débiles, pero tenía un atractivo animal que me fascinaba, haciendo que yo le coqueteara sin reservas, y como era lógico, al ser yo de las chicas mas altas y mas desarrolladas entre las de mi edad, también había llamado su atención, así que en la primera fiesta en al que coincidimos después de mis quince años nos hicimos novios y esa misma noche me desfloró en el auto.
Todo inició en la fiesta mientras bailábamos, ya avanzada la noche y cuando las parejitas estaban definidas empezaron las melodías calmadas para bailar abrazados, yo apenas me podía contener al sentir su cuerpo duro y fuerte entre mis brazos, el era mas alto que yo a pesar de que mi estatura es alta también, destacábamos entre los demás chicos por ser los mas grandes, ese era un atractivo mas para mí y me despertaba mi cachondés, me apretaba contra él, yo creo que para sentir todo mi cuerpo contra el suyo, yo sentía mis senos hinchados y duros con los pezones irritados por la excitación, su verga dura se encajaba en mi abdomen haciendo que mi vagina fluyera como un río, mojando mi pantaletita y mi pantalón, pero eso no me importaba, solo quería sentirlo a él, sentía mi cara arder de calor y había empezado a sudar. Así que cuando me propuso salir a lo fresco de la noche yo acepté.
Estuvimos un rato abrazados sintiendo el fresco viento en nuestros cuerpos, nos besamos y el cada vez exploraba mas y mas mi cuerpo que vibraba de deseo, puso sus manos en mis nalgas y yo lo dejé hacerlo, me apretó contra él y yo también empujé mi cadera contra la suya iniciamos entonces un movimiento delicioso y exigente, prácticamente estábamos cogiendo con ropa. De manera natural me llevó hasta su auto, nos sentamos directamente en la parte de atrás y continuamos besándonos con ansiedad, me encantaba como hombre, olía su aroma y me hacia mojarme mas, me sacó la blusa sin mangas y el sostén desnudándome de la cintura parta arriba. Yo no sentía ningún recato ni temor de ser vista o descubierta por alguien. Simplemente no me importaba que eso llegara a suceder, mi lujuria era tal, que llenaba toda mi mente en ese momento. Ansiosa le ayudé a sacarse la playera, dejando su torso musculoso ante mis ojos. Lo acaricié casi con veneración, mi líbido estaba altísimo y mi vulva ardía demandante de algo. Me acostó sobre asiento recreándose con mi desnudes, me besó casi con furia la cara, la boca, el cuello, bajando a mi pecho, ya tenía mis senos aprisionados entre sus manos, estrujándolos hasta lastimarme, pero mi cachondés soportaba eso y mas. Me besaba y lamía todo el pecho mientras apretaba con sus dedos mis duros y grandes pezones, mi cuerpo temblaba de deseo, su olor invadía mi nariz y llenaba mi cerebro, yo también lamía todo lo que el dejaba a mi alcance, sus orejas, su cuello, sus hombros, pasaba mis manos por su pecho y su espalda, sentía mi sudor correr por mi frente y nuca, resbalando hacia mi espalda, su cuerpo también estaba húmedo y caliente, gemíamos y gruñíamos mientras nuestras bocas se saciaban con las pieles mojadas de sudor y saliva.
De pronto el tomó mi pezón en su boca y comenzó a mamarlo ávidamente, dándome una sensación totalmente desconocida para mi, fue tan intensa esa caricia que mi vientre estalló sin avisar, me vine en un orgasmo fuerte y rápido que me dejó sin aliento solo sentía palpitar mi vagina y la salida de ríos de fluidos vaginales que mojaban mi pantalón quedé desmadejada a su merced mientras el se saciaba con mis pezones, mamándolos y mordiéndolos con rudeza, haciéndome gemir y quejarme de dolor, mientras él parecía bestia en celo sobre mi, gruñía y resoplaba chupándome, mordiéndome y mamándome sin control, provocando que mi cachondés volviera a invadirme, calentándome de nuevo entre suspiros y jadeos. Buscó el botón de mi pantalón y bajando el cierre tiró de él hasta quitármelo dejándome solo en la mojadísima pantaleta, pero no por mucho tiempo, pues prácticamente me la arrancó. Al sentirme desnuda le pedí que me dejara desnudarlo, desbroché su pantalón y el ayudé a sacárselo con algunas dificultades, dejando ante mis sorprendidos ojos una dura y gruesa verga, me pareció enorme, jamás en mi vida había visto una verga, y menos aun tan parada y tan dura.
Me quedé como hipnotizada con ese colosal falo entre mis manos, acariciándolo todo sentí su humedad y su calor, la suavidad de su piel y su contrastante dureza, lo sentía latir en mis manos hinchándose y relajándose levemente solo para volver a inflarse de nuevo con mas fuerza, el jaló mi cabeza hacia ese fascinante pene, y yo no entendía que era lo que él quería que yo hiciera. Hasta que me dijo que se la mamara, obedecí y acercándome lo toqué con mi lengua saboreando ese gusto salado y ácido de su líquido lubricante, se lo lamí a todo lo largo disfrutando y paladeando ese excitante sabor de hombre, hasta que metí la cabezota en mi boca, abriéndola al máximo para meterme lo mas posible de esa sensual verga, chupé y mamé no se cuanto tiempo, mi cabeza subía y bajaba una y otra vez deleitándome glotonamente mientras sentía como se hundían mis mejillas al succionar con fuerza esa amoratada cabeza de piel lisa y brillante.
De pronto se levantó y me empujó con fuerza hasta acostarme boca arriba en el asiento, me separó las piernas subiéndomelas a los respaldos, me sentí sensual en esa posición y moví mi cadera en forma provocativa, el sonrió complacido de mi entrega y hundió su cara en mi vulva, chupando con destreza mis labios pasando su lengua pesada por toda mi vulva, absorbiendo todos mis jugos hasta dejarme solo húmeda de su saliva. Encontró mi clítoris y sus labios y lengua hicieron maravillas en él, hasta arrancarme otro orgasmo intenso, solo que este lo disfruté mas pues lo sentí crecer desde lo mas adentro de mi ser, estallé en forma asombrosa lanzando chorros de líquido con fuerza, como si me orinara, mojándolo en la cara y el pecho, me asusté pues lo vi enojarse, me miró con furia y me acuso de haberlo orinado, furioso se vino sobre mi y me abofeteó varias veces mientras yo trataba de cubrirme con las manos inútilmente, me pellizcó los pezones con furia hasta hacerme chillar de dolor suplicándole perdón, pero él, ciego de coraje, me empujó de nuevo boca arriba y separando mis piernas, me abrió lo mas posible apuntando su endurecida verga en la entrada de mi vagina, y de un solo empujón y gracias a lo mojada que estaba, ese ardiente falo se deslizó con violencia dentro de mi, partiéndome en dos, haciendo que yo lanzara un alarido por el dolor insoportable al recibirlo de golpe todo dentro de mi.
No dejó tiempo de reponerme bombeó y bombeó con furia en mi vagina mientras yo lloraba indefensa ante esa furiosa primera cogida de mi vida. A los pocos minutos sentí como su ritmo se aceleraba provocándome mas dolor, pero el miedo a ser golpeada de nuevo me impidió que pusiera yo algún obstáculo, solo me quejaba y chillaba pidiéndole que se detuviera, pero mis súplicas y lamentos solo lo excitaban mas y bombeaba con mas fuerza hasta que su ritmo se hizo desenfrenadamente rápido y fuerte, apretándome contra él con sus manos, enterrando esa larga y gruesa verga en su totalidad dentro de mi, descargando chorros de ardiente semen en lo mas profundo de mis entrañas, cayendo pesadamente sobre mi aplastándome con su peso por minutos que a mí me parecieron horas, estaba yo adolorida, humillada y sofocada pero sentía miedo de que se enojara de nuevo y esperé con paciencia.
Poco después él se levantó de mí aun con su pene dentro de la vagina y fue sacándolo despacio mientras me miraba a los ojos sonriendo sin ningún asomo de arrepentimiento o pena por haberme golpeado, quiero decirles a ustedes que nunca antes nadie me había golpeado jamás, ni siquiera mis padres, así que esa golpiza me hizo temerle mucho, tanto que seguimos viéndonos unas cuantas veces mas, por deseo de Manuel, seguimos teniendo relaciones por poco tiempo hasta que se me detuvo mi regla por mi embarazo.
La noticia cayó como tormenta en mi hogar, y la primera idea de mi madre fue la de casarme con Manuel, pero al decirle y suplicarle yo, que no me casaran con él, y después de contarles como me trataba optaron por que yo abortara pero el médico amigo de mis padres les aconsejó que era muy arriesgado ya un aborto pues el embarazo ya estaba muy avanzado y existía el riesgo para mi de quedar estéril, o hasta de morir, así que lo siguiente fue esperar a que naciera mi bebé, poco antes de que cumpliera yo los 16 años.
El niño nació sin complicaciones y además muy sano pues mi madre se encargó de que yo tuviera un embarazo muy saludable, desde su nacimiento el niño a quien llamé Gonzalo como mi padre, fue la adoración de su abuelo. Así que Lalito formó parte de la familia y además sirviendo de enlace entre todos, pues desde su llegada estuvimos mas unidos que nunca y realmente llegamos a convivir como una familia. De Manuel no volví a saber nada, su familia se fue a vivir a otra ciudad del país, por mejoras en el trabajo de su padre así que nunca nos volvimos a ver para nada.
Mis padres continuaron con sus viajes y a la mayoría de ellos íbamos Lalito y yo, así conocimos varios países, y paseamos mucho, hasta que la fatalidad cayó en la familia, uno de esos viajes fue el último para mis padres, esa vez Lalito y yo nos quedamos pues yo quise reanudar mis estudios y debía inscribirme en la escuela, cuando venían de regreso a casa el avión en que viajaban tuvo un accidente del cual no hubo sobrevivientes, ni que decir, no sabia que hacer se me cerró el mundo a los 21 años, con un hijo de 6 años sin estudios y sin el sustento de mis padres la vida cambio para mi.
Por consejos de mis tías acepté rentar la casa en la que vivíamos, que era muy grande, como casa de huéspedes y como la casa estaba cerca de la universidad de mi ciudad los principales inquilinos eran estudiantes, prefiriendo rentar a chicas, pues era mas fácil el control y menos los riesgos para mi. Afortunadamente lo que cobraba de las rentas alcanzaba para que Lalito y yo viviéramos sin presiones aunque tampoco sin abundancias, nos mudamos a la casita del fondo del jardín que usaban mis padres para la servidumbre, era amplia y tenía dos recamaritas, mas que suficientes para nosotros dos.
La naturaleza fue benévola conmigo pues no mermó en nada mi belleza física, antes al contrario, decían mis tías que cada día me ponía mas bonita y mi cuerpo embarnecido se volvió mas sensual y llamativo para los hombres, tuve unos cuantos noviazgos pero nada en serio pues no me interesaba formar una familia, me sentía plena con mi hijo, a quien amo a por sobre todo. Para quienes piensan que la maldad no se hereda, les voy a decir que en mi caso parece que si sucedió ese tipo de herencia.
Lalito desde la pubertad, mostró inclinaciones a la violencia, la mentira y la trampa, aunque yo lo colmaba de amor y buenos ejemplos el prefería la otra cara de la moneda, tenía problemas en la escuela por su agresividad con sus compañeros yo era la madre a quien mas mandaban llamar por quejas de Lalito, lo expulsaron de tres escuelas por mala conducta. Hasta que lo llevé por recomendaciones de uno de sus profesores a recibir ayuda psicológica.
Para mi sorpresa empezó a cambiar su actitud y a ser menos violento, yo pensé que al fin había entendido que debía portarse mejor y ser una persona de bien, conocí a un hombre cuando tenía yo 27 años y me propuso matrimonio, afortunadamente la actitud de Lalito ya había mejorado mucho y se llevó muy bien con Mario, mi prometido, nos casamos lo antes posible y Lalito parecía estar contento de mi matrimonio, al poco tiempo después de cumplir los 32 años tuve a mi niña, y Lalito en verdad la quiere y la procura. El único defecto de Mario es que no controla la bebida, no es tomador consuetudinario, pero cuando llega a tomar no resiste mucho y termina durmiéndose casi de inmediato, para despertar hasta el día siguiente muy enfermo, prometiendo no volver a tomar mas, afortunadamente no da problemas de ningún tipo, solamente se queda dormido.
Pero dos años antes de que naciera la niña, empecé a notar algo raro en Lalito en aquel entonces de 14 años, principalmente al cambiarme de ropa o al estarme bañando, noté que me miraba y se aparecía "casualmente" encontrándome desnuda muchas veces, yo quería pensar que eran coincidencias sin importancia, pero cada vez era mas atrevido, incluso llegó a acercárseme mas de lo normal, y a tocarme por donde pudiera, se sentaba junto a mi para ver la televisión, recostando su cabeza en mis piernas y poniendo sus manos en mis muslos acariciándolos "despreocupadamente". Yo me sentía incomoda y no sabia que hacer pues si lo alejaba de mi, me imaginaba que se iba a poner celoso de Mario y no quería yo crear un conflicto similar, así que opté por tomarlo de buena voluntad por parte de él y permitirle ciertas caricias cada vez mas atrevidas, hasta que un día ya no pude mas pues me sentía acosada por mi propio hijo y decidí hablar con él, una vez que estábamos viendo la televisión, y estaba sentado a mi lado con su mano entre mis muslos tratando de subirla a mi entrepierna, yo le tomé su mano y traté de que la sacara de mis piernas pero el ya tenía bastante fuerza y en ese entonces había crecido mucho estando ya mas alto que yo.
Lalito saca la mano por favor... le dije con firmeza... no está bien que hagas eso, soy tu madre y hay caricias que no debes hacerme, ¿Si me entiendes verdad?
No sé de que me hablas mamá... dijo sin entender... ¿Hice algo malo?
Su respuesta me desconcertó... no mi amor no es que hayas hecho algo malo. Lo que pasa es que no esta bien que me toques como lo haces... le dije apenada... mira hay partes del cuerpo de las mujeres que no deben tocar los hombres, ¿Me explico?
¿Cuales son mamá?... dijo mirándome fijamente a los ojos, mientras se me imaginaba ver en ellos un destello burlón... dímelo para saber.
Ay Lalito... dije insegura... tu ya de seguro lo sabes.
¿Saber que mamá?... dijo sorprendido... no te entiendo, dímelo de una vez.
Pues mira Lalito... dije yo envalentonada y enternecida por la "inocencia" de mi hijo... no debes acariciarme las piernas, ni las pompas, ni los senos pues son lugares de la mujer muy íntimos y no deben ser tocados por los hombres.
¿Y entonces como Mario si te las agarra?... dijo sorprendido... yo los he visto muchas veces que te lo hace y tu lo dejas.
Ay Lalito... dije yo incrédula de la inocencia del niño... como voy a creer que no lo sepas a tu edad.
Saber que mamá... respondió mi hijo con cara de desconcierto... no te entiendo en verdad.
Yo no podía dar crédito a lo que mi hijo me decía, quedé callada ante la aparente "sinceridad" que reflejaba en sus respuestas, fue cuando recordé que yo a su edad tampoco sabía nada de sexo, pues nadie se había preocupado de enseñarme o de platicarme lo que era el sexo. Ahí caí en cuenta de que jamás había yo hablado tampoco de sexo con él, por lo que creí en verdad sus palabras.
Mira Lalito voy a pensar como podemos tener tu y yo una platica de sexo, y trataré de que entiendas algunas cosas... le dije con algo de pena... aunque también podrías hablar con Mario y él te podría platicar mejor, ¿Qué te parece?
No mamá... dijo decididamente... eso no, si hay que hablar lo haremos tu y yo no quiero que Mario se entere. Prométemelo.
Pero Lalito, mi amor... insistí con voz tierna... el podría decirte cosas que incluso yo no sé, ni conozco, así hablarían de hombre a hombre.
No mamá... dijo enojado... ya te dije que no, lo que debo saber me lo vas a decir tu nada mas. No quiero que le digas nada a él, o me voy a enojar mucho contigo.
Esta bien Lalito... dije cediendo esa primera vez, la primera de muchas dolorosas veces... no te enojes mi amor, te prometo que no le voy a decir nada a Mario. Pero tú prométeme que ya no me vas a tocar así.
Entonces que tampoco Mario lo haga... dijo con gesto de satisfacción... si él ya no te lo hace yo tampoco lo voy a hacer, y nada de que lo dejes hacértelo cuando yo no los vea, pues yo siempre los voy a estar viendo. Además soy tu hijo no creo que tenga nada de malo.
Ay Lalito no me pidas eso... dije angustiada... ¿No ves que es algo muy difícil para mi?
¿Y tu crees que para mi es fácil ver todo lo que te hace en las noches?... dijo Lalito casi gritando.
¿Pero nos has espiado Lalo?... exclamé asombrada... ¿Cómo has sido capaz de hacerlo?
Pues ya lo sabes o le prohíbes a el también tocarte... me dijo terminante... o me dejas a mi seguirlo haciendo.
Así pasaron poco mas de dos años sin que se hubiera repetido otro incidente igual, incluso lo llegué a olvidar y Lalito no volvió a ponerme otra exigencia similar, pero o dejó de tocarme cuando podía. Mi bebita ya había nacido, estábamos los tres muy contentos con la niña, principalmente Mario quien había ascendido en su trabajo pero ahora tenía mas responsabilidades y menos tiempo libre para la familia, ganaba mucho mejor sueldo, pero casi no estaba en casa, aun así se daba tiempo para venir a comer diario con nosotros.
Una tarde después de comer, estaba en mi cuarto viendo un programa en la televisión recostada en mi cama y la niña estaba dormida en su cuna, cuando entró Lalito y se acostó junto a mi con su cabeza sobre mis piernas, para entonces él ya tenía 16 años, y estaba mas alto y musculoso al igual que lo estaba su padre a esa edad. Yo estaba incomoda pues él había vuelto a tocarme mas seguido y a espiarme en todo momento, pero ahora sus caricias eran mucho mas descaradas y atrevidas. Él trataba como siempre de meter su mano entre mis piernas algunas veces por fastidio, le había permitido un poco de espacio, pero jamás lo dejé tocarme mas arriba de medio muslo y eso solamente cuando traía yo pantalón, y en esa ocasión yo vestía una falda corta. El forcejeaba tratando de meterme su mano debajo de mi falda y yo luchaba por impedírselo.
Ya Lalo, estate quieto saca la mano de ahí... le dije regañándolo... déjame ver el programa en paz.
Pero que te estoy haciendo yo... dijo protestando... además no seas mal pensada ni morbosa, nada mas piensa en cochinadas como las que haces con Mario, y piensas que yo soy igual.
¿Qué dices?... grite sin dar crédito a lo que me acababa de decir mi hijo... ¿quien te da derecho para juzgarme en lo que yo haga con mi vida?
Ya mamá, no es para tanto... dijo burlón insistiendo en meter su mano bajo mi falda... además es cierto no dije ninguna mentira.
Mira Lalo estoy muy enojada ahorita... dije tratando de cubrir mis senos que ya manchaban con mi leche la blusa pues era hora de alimentar a la bebé... voy a darle de comer a tu hermana, y luego seguimos hablando. Sal un momento por favor
Yo me quedo contigo quiero ver como come la bebita... dijo Lalito con voz inocente pero firme.
No Lalo, eso no... dije tratando de oírme molesta y dura... no te vas a empezar a poner así conmigo.
Pues no es nada malo, es algo natural... alegó defendiéndose... ¿O a poco no me diste de comer a mi también?
Pues si te di, pero eras un bebé también... dije defendiéndome a mi vez... y eso no me gusta que nadie me vea hacerlo, solo Mario.
Pues yo te voy a ver... me dijo terminante... lo quieras o no ¿O prefieres que le diga a Mario como te besabas con Juan José cuando nadie los veía?
Me dejó muda de la impresión, si bien era cierto que había tenido una aventura con Juan José, pero eso fue desde antes de casarme con Mario. Pero ya habíamos terminado y solo lo hicimos muy pocas veces después de casada, cuando el regresó a la ciudad años después y antes de embarazarme de la bebé, pero yo estaba segura de que nadie se había dado cuenta pues lo hicimos en las horas en que Mario estaba en su trabajo y Lalito estaba en la escuela y no había nadie mas en la casa. No sabía como Lalito pudo haberse enterado.
¿Cómo sabes tu eso?... dije levantándome y enfrentándolo cara a cara... dime como lo sabes.
Perdóname mamita... dijo Lalito derrumbándose ante mi cayendo de rodillas y abrazándose a mis piernas y llorando continuó... no quiero que te enojes conmigo, no sé que me pasa, me da coraje verte con Mario y a mi no me haces caso, no sabia que te molestaba tanto que me acercara a ti, y te acariciara. Pero si te hago enojar ya no lo voy a hacer nunca mamita. No le voy a decir nada a Mario. Pero perdóname, es que me siento muy solo, no tengo amigos, solo te tengo a ti.
Esa reacción de mi hijo me dobló por completo, me dejó desarmada y sintiéndome culpable, me hinqué junto a él y lo abracé, el puso sus manos en mi pecho empujándome para alejarme, pero yo lo sujeté con mas fuerza hasta que él colocó su rostro sobre mis senos, llorando desconsolado, yo sentía como sus manos apretaban y soltaban mis senos hasta casi lastimarme, haciendo que mi leche saliera manchando mi blusa con grandes círculos húmedos alrededor de mis senos. No quise separarlo para no volver a hacerlo sentir mal y estuvimos un rato abrazados mientras yo trataba de consolarlo. El llanto de la niña nos volvió a la realidad y suavemente lo separé de mi pecho.
Déjame levantar Lalito... le dije casi susurrando... tu hermanita quiere comer voy a verla, regresa en un ratito ¿Si mi amor?
¿Por qué no me dejas ver como le das de comer a mi hermanita?... me dijo con ternura y mirándome suplicante... me voy a portar bien, te lo prometo.
Esta bien mi amor... dije sin poder poner mas argumentos, y le sonreí... te voy a dejar que veas a tu hermanita comer.
Se sentó frente a mi atento a ver mis senos, pues yo bien sabia que eso era lo que el quería, me subí la blusa de algodón hasta descubrir el sostén y saqué mi seno sin poder evitar que Lalito lo viera por completo, vi como su mirada brillo al ver el seno desnudo. Traté de meter el pezón lo mas rápido en la boquita de la bebita para no darle mas tentaciones a Lalito, pero el no se iba a conformar con eso solamente. Una vez que la niña atrapó el pezón y empezó a mamar yo ayudé a que me saliera más leche apretándome el seno exprimiéndolo. Al ver eso Lalito me preguntó por qué lo hacia, a lo que contesté tratando de explicarle sin entrar en detalles, pero el problema surgió cuando me pidió que lo dejara apretarme el seno, me opuse a dejarlo hacerme eso, pero al insistir tanto terminé por ceder y acepté. Sin darme tiempo a reaccionar se colocó detrás de mi hincado en la cama, recargando en mi espalda su pelvis, mientras me agarraba en seno y me lo apretaba suave, bombeándomelo como le había explicado, no pude evitar que se apoyara en mi, así que cuando su pene empezó a ponerse mas duro y a crecerle, lo oprimía contra mi espalda presionándolo.
Yo siempre he sido de un nivel de líbido muy alto y soy muy fácilmente excitable y ese momento era mas que cachondo para mi, sentía la sensación en mi pezón, al ser mamado por la bebita, y además la verga de mi hijo dura y gruesa frotándose en mi espalda que no resistí mas y en cuanto la niña dejo de mamar me levanté y después de acostarla en su cuna fui directo al baño a masturbarme. Justo cuando me estaba viniendo violentamente, Lalito abrió la puerta y me vio, debido a la intensidad del orgasmo y mi excitación, tardé en reaccionar unos segundos mientras me sacudía con los espasmos, dejando escapar profundos gemidos de satisfacción, casi sin aliento le pedí a mi hijo que saliera del baño. Pero en cuanto me repuse del orgasmo, la vergüenza me consumió y no deseaba enfrentar a Lalito, pues sabia que se iba a poner más cachondo e iba a quererme manosear mas atrevidamente, sin importarle que yo lo regañara, se había acostumbrado a no obedecerme y a tocarme por todos lados además de espiarme para verme desnuda. Cuando salí del baño Lalito me esperaba en mi recámara sin mas me interrogó.
¿Qué estabas haciendo en el baño mamá?... me preguntó en cuanto me vio.
Ya lo sabes, no te hagas tonto... dije molesta por su fingida inocencia...y no quiero hablar de eso.
En verdad no sé lo que te pasó... dijo sorprendido... creí que estabas sintiéndote mal por eso abrí la puerta y entré y cuando te vi sobándote pensé que te dolía tu colita.
Ay mira no te hagas el tonto... dije molesta por mi incomodidad... no me vas a engañar con que no sabes que es una masturbación.
¿Te estabas masturbando?... preguntó asombrado, pero lo que dijo a continuación me desconcertó totalmente... ¿También las mujeres se masturban?
¿En verdad no sabes?... le pregunté incrédula... No te creo que a tu edad no sepas qué es la masturbación.
Claro que lo sé... contestó ofendido... pero no sé como lo hacen las mujeres, enséñame.
¿Qué, estas loco o que te pasa?... dije escandalizada... ¿Cómo crees que te voy a enseñar como se hace? Ni que estuviera loca. Eso ya lo sabrás después.
¿Pero cómo lo voy a saber?... dijo desconcertado... ¿Qué debo hacer?
¿En verdad no lo sabes?... dije con incredulidad... no lo puedo creer.
¿Por qué no me lo platicas mamá?... me pidió... nunca me has dicho nada de eso.
Mira no te prometo nada... le dije con seriedad... Pero voy a preguntarle a Mario como te lo puedo explicar ¿Si? Y tal vez te enseñe.
Yo pensaba que las cosas se calmarían con el paso del tiempo, pero nunca me imaginé el horror que iba a vivir con el despertar sexual de Lalito, y de darme cuenta de cómo brotaba en su comportamiento su herencia cruel y malvada
Los días pasaron y la calma volvió a mi casa, la plática de sexo con Lalito no se había realizado pues me daba mucha vergüenza platicar de eso con mi hijo, a mí nunca me habló nadie de sexo y la consecuencia de ello se llama Lalito. No sabia como hacerlo y de solo pensar en ello me ponía nerviosa y me hacia sudar frío. No le comenté nada a Mario pues le había prometido a mi hijo no hacerlo, y así que yo solo cumplía con mi palabra.
Las caricias que me hacia Lalito disminuyeron pero no desaparecieron totalmente, esto me mantenía inquieta y nerviosa, pensando en como hablar con él, y hacerle ver que debía buscar como distraerse y no estar tan apegado a mi.
De un tiempo para acá Lalito le dedicaba más tiempo a su computadora, lo que me permitió un respiro de tenerlo detrás de mí abrazándome y tocándome "accidentalmente". Pero al mismo tiempo sus caricias se volvieron mas atrevidas, ahora al abrazarme me tomaba los senos con sus manos descaradamente y llegó incluso a palmearme las nalgas, a lo que yo respondía enojada regañándolo, pero él parecía no entender que eso me molestaba, él no le daba importancia, y lo seguía haciendo.
Ya había yo accedido a dejarlo que me viera amamantar a su hermana, aunque no dejaba de sentirme incomoda pero pensaba que si accedía en eso tal vez se iba a tranquilizar al permitirle verme fugazmente los senos desnudos, mientras cambiaba a la bebé de un seno al otro. Noté con alivio que Lalito no había intentado nada mas al verme amamantar. Así que lo fui tomando con más naturalidad y con menos miedo. Hasta que una vez todo se volvió a complicar. Estaba yo dándole el pecho a la niña y Lalito estaba frente a mí observándome con atención.
¿Mamá me dejas ver como sale la lechita de tus chiches?... me dijo de repente, dejándome sin habla.
¿Qué? Claro que no... dije escandalizada... ¿Cómo te atreves a pedirme eso?
¿Pero que tiene de malo mamita?... alegó Lalito... solo quiero ver como sale la leche.
Mira Lalo... dije yo tratando de ser convincente... tal vez no tenga nada de malo, pero me da pena que tu me veas.
Pero no va a pasar nada si me enseñas... argumentó Lalito... no seas así, anda enséñame.
No hijo... dije terminante... eso no, mejor ve a hacer tu tarea.
Ya la hice... respondió rápido... pero no seas así mamá, déjame ver ¿Si?
No Lalito, para que quieres ver eso... dije con firmeza... ya lo veras si quieres cuando te cases y tu mujer amamante a tus hijos.
¿Entonces Mario si ha visto como te sale la leche?... me preguntó exaltado... tu me prometiste que no lo ibas a dejar hacerte nada y yo te creí, pero me dijiste mentiras.
No Lalito... respondí apenada... no te dije mentiras. Es que comprende entre los esposos hay ese tipo de cosas.
¿Y solo entre los esposos?... me preguntó de nuevo.
Si Lalito... dije yo nerviosa... así es como debe de ser.
¿Y entonces porque Juan José también te manoseaba y se acostaba contigo en tu cama?... indagó Lalito... y a mi que soy tu hijo no me dejas verte.
Ay mi amor… dije espantada al saber que me había visto acostarme con Juan José, pero traté de cambiar el tema... no es malo, es que me da pena que tu me veas.
¿Pero si fuera Juan José quien quisiera verte, si lo dejarías verdad?... replicó Lalito... Hasta de seguro le darías de mamar a él también.
No digas eso mi amor, por favor... le supliqué sintiendo las lagrimas en mis ojos... no te portes así conmigo.
Entonces que te cuesta dejarme verte... alegó Lalito... lo que voy a hacer es irme de la casa pero antes le voy a contar a Mario todo lo que vi.
Esta bien... dije vencida y molesta con él... ven a ver.
Lalito de inmediato se acercó a mí arrodillándose en el piso, y me agarró por las piernas, mientras me descubría el otro seno, mi hijo acercó su carita a mi pezón mientras yo lo ordeñaba con mis dedos haciendo saltar múltiples chorritos de leche sobre su cara haciéndolo reír con un tono inocente y aniñado al ver su cara feliz me arrepentí de haberme negado tanto a darle ese placer a mi hijo. Pero me preocupaba la amenaza de contarle a Mario mi aventura. Pues eso seria tal vez el fin de mi matrimonio.
Ese día pasó sin más consecuencias, y sin que yo me decidiera aun a la famosa plática con mi hijo, pero a él parecía no importarle mucho que no lo hubiéramos hecho. Ya no me había vuelto a pedir nada mas, solo se contentaba con verme amamantar, pero ahora ya no lo hacia diario y cada vez lo espaciaba mas, se concentraba mas en su computadora haciendo tareas. O al menos eso creía yo.
Una tarde que llegó de la escuela se fue directamente a su cuarto y cerró su puerta, me extraño eso, pues siempre llega a la cocina mientras yo estoy preparando la comida, en busca algo de comer en el refrigerador, y se dedica a tocarme, según él sin intención pero como yo ya había notado que con eso se conformaba y ya no pedía mas, lo dejaba hacerlo y llegó el momento de que a veces yo deseaba que me hicieras sus caricias.
Pero ese día fue diferente, lo llamé para comer y me dijo que no tenía hambre, ya no pude resistir la curiosidad y llamé a su puerta.
¿Lalito, te pasa algo hijo?... dije preocupada... ¿Puedo pasar?
Estoy bien mamá... dijo con voz forzada... no te preocupes.
Déjame pasar hijo... dije alarmada por el tono de voz de mi hijo... quiero verte.
No mamá no pases... replicó Lalito... ya se ma va a pasar.
¿Qué se te va a pasar?... pregunté abriendo la puerta.
Lo que vi me dejó angustiada, ahí estaba mi hijo llorando, con claras muestras de dolor, tocándose el área de su pene, y retorciéndose en la cama.
¿Qué te pasa Lalito, te golpearon?... pregunté ansiosa.
No mamá... dijo casi sin voz por el dolor... al rato se ma va a pasar.
¿Pero como sabes que se te va a pasar?... pregunté mas preocupada al verlo... dime que te pasó, ¿Alguien te hizo daño?
No mamá nadie me lastimó... dijo apretando los dientes mientras se sobaba el bajo vientre. Yo por instinto traté de sobarlo pensando en una apendicitis.
Dime que sientes, ¿Qué te duele aquí?... dije apoyando mi mano en su vientre... Por favor Lalito no me tengas así, dime que tienes. Voy a llamar al doctor.
No mamita ya se me va a pasar... dijo pujando... no lo llames.
Entonces dime que tienes... exigí... pero mejor te llevo con el doctor ándale vamos.
No mamá... dijo Lalito... esto me pasa a veces pero se me quita, lo que pasa es que ahorita me dio en el día. Pero casi siempre me duele en la noche
¿Cómo que te duele?... pregunté intrigada... ¿donde te duele? enséñame.
Aquí mamá... dijo tocándose su sexo y el vientre... pero ya se me va a pasar, voy a hacer pipi.
Lo seguí al baño, y le exigí que me dejara verlo orinar, me sentía muy asustada por mi hijo, pues no sabia que le pasaba, sentía ganas de llorar de la impotencia, pero logré contenerme, el no quería dejarme verlo orinar pero yo insistí hasta que el obedeció, se bajó en cierre y hurgó entre su pantalón para sacarse el pene vi que batalló un poco para sacárselo pero cuando lo hizo me quedé sorprendida.
Lo tenía totalmente erecto, me sorprendió su tamaño para un niño de 16 años, lo tenía muy grande para su edad pero también pensé que debería ser por la erección, con esfuerzo de su parte para apuntar a la taza, se dobló casi todo sobre su cintura bajando con su mano el duro pene, sin poder bajarlo bien. Le propuse que orinara sentado, y así lo hizo mas fácil, oí el fuerte chorro de orina rebotar sobre la taza por largo rato, hasta que terminó, antes de jalar la palanca revisé la orina sin encontrar nada anormal. Pude evitar ver como Lalito guardaba su aun erecto pene dentro de su pantalón pero todavía se quejaba del dolor.
Dime que te pasó Lalo... dije preocupada en serio... ¿esto ya te ha pasado antes?
Si mamá... dijo con muecas de dolor todavía... pero no sé por que me pasa esto.
¿Pero que te pasa en las noches?... indagué mortificada... ¿Qué es lo que sientes?
Es que me da pena decírtelo... me explicó mi hijo... Me he dado cuenta de que me empieza a doler debajo de la panza, cuando se me para mi pito, y cuando se me pone mas duro, es cuando me duele.
¿Y que haces tu para que no te duela?... le pregunté dándome cuenta de su problema... ¿haces algo?
¿Algo de qué mamá?... me preguntó... de veras que no hago nada. Solito me empieza el dolor.
¿Y, cuándo se te para tu pito?... le pregunté con cierta morbosidad, pero al momento me arrepentí de haberlo hecho, sin embargo el no se dio cuenta o eso creí.
En las noches cuando estoy dormido... me dijo sonrojándose... a veces estoy soñando cosas y me despierta el dolor de la panza, y es cuando me lo siento muy duro y parado.
Bueno pues eso es normal en los muchachos, a todos les pasa lo mismo... le expliqué... por eso entran al baño muchas veces.
¿Y para que entran al baño muchas veces?... me preguntó... yo nada mas entro cuando tengo ganas de hacer.
¿Y ahorita por qué se te paró?... indagué... ¿También se te para en la escuela?
Casi no mamá... me dijo apenado... pero ahora la maestra de educación física me dijo que ayudara a Marcela con los balones para guardarlos y cuando estábamos en el depósito Marcela me abrazó, me besó en la boca y me dejó tocarla. Y ella me agarró mi pito, y desde esa hora se me paró y todavía no se me puede bajar.
Pero como se te ha bajado las otras veces... pregunté de nuevo.
Pues solito casi siempre… me dijo... pero otras veces se me baja mas rápido cuando hago poquita pipi, nada mas que no me sale como agua, esas veces me sale como una babita, y así se me baja mas rápido, pero ahorita no me quiere salir la babita y ya me duele mas.
¿Y no te has masturbado Lalito?... le pregunté decidida a ayudarle.
No sé como hacerlo mamá... me dijo apenado... una vez me dijeron unos amigos como hacerlo pero no supe. Me dieron muchas ganas de hacer pipi y me asusté de hacerme en mi cama. Y ya no lo he vuelto a hacer.
¿Entonces no te sabes masturbar?... dije extrañada en serio... ¿Cómo te dijeron tus amigos que lo hicieras?
Que me lo agarrara con una mano y subiera y bajara la piel muchas veces hasta terminar... me dijo... pero no se cuando terminar
Yo no podía creer lo que oía, mi hijo con todo y su carácter, no sabia absolutamente nada de sexo, me sentí incomoda por todo lo que había pensado de él, y ni siquiera sabía masturbarse, me sentí mal y con una gran ternura por ese muchachote mas alto que yo, pero que era un niño inocente, y que necesitaba ser guiado con mucho cuidado y amor. Ahora lo importante era que mi hijo dejara de sentir esos dolores, y empezara a conocer su cuerpo.
Me reproché mi mojigatería al no hablar con él de lo que estaba siendo un problema de salud para él al sentir esos dolores y no saber cómo evitarlos. Pero aun sentía yo mucha vergüenza con él. Pero al verlo quejarse con paciencia, esperando que el dolor desapareciera por si solo, sentí una profunda lástima por mi hijito, necesitaba tanto de mí y yo solo había tratado de mantenerlo a distancia. En ese momento me propuse ayudarlo y a informarlo de todo lo que yo supiera del sexo. Me armé de valor y decidí dar el primer paso en ese mismo momento.
Mira Lalito, yo te voy a ayudar esta vez... dije sintiendo que me enrojecía el rostro por la vergüenza… pero que quede bien claro que solo lo voy a hacer esta única vez, prométeme que nadie lo va a saber y que nunca me vas a pedir que lo repitamos ¿Si?
Si mamita te lo prometo... dijo Lalito... dime que hago.
Sácate el pene... dije con un hilo de voz casi arrepintiéndome y queriendo echar a correr, pero al ver la mueca de dolor en la cara de mi hijito tomé valor de la vergüenza y respirando hondo proseguí mientras el batallaba por sacar su pene... mira mejor bájate el pantalón y tu calzón.
Si mamita es mejor yo creo... me obedeció desabrochándose el pantalón y bajándoselo junto con la truza, pero quitándose las dos prendas por completo quedando solo con su camiseta y sus calcetines.
Mis ojos se abrieron al ver las dimensiones de pene que tiene Lalito, solo había visto un pene igual hacia mucho tiempo cuando quedé embarazada de él. Si, era igual a su padre hasta en eso. No era exageradamente grande pero su muy ancho y con un largo poco mas del promedio, pero cuando terminara su desarrollo probablemente lo iría a tener mas grande aun. Traté de no demostrar ninguna reacción ante su pene, pero de reojo alcancé a ver que parecía que sonreía extrañamente mientras yo le miraba.
Le pedí que hiciera lo que sus amigos le habían dicho, él tomó su pene con la mano derecha casi sin poder cerrar su puño por lo grueso del pene, empezó a mover su mano de arriba-abajo rápidamente pero se quejó mas de dolor.
No puedo mamita me duelen mas mis huevitos y aquí arriba... exclamó desesperado de dolor y jadeando me dijo... mejor dejamos que se me pase solo ¿Si?
A ver déjame intentar ayudarte... le ofrecí, y el soltando su pene subió sus brazos a su cara tapándosela para ocultar sus lagrimas, supuse yo, sintiéndome mas angustiada por mi niño... tal vez si lo hacemos mas despacito. Déjame intentarlo.
Yo tomé su gorda verga entre mis manos y a pesar de que son grandes y mis dedos largos no pude unir las puntas del medio y del pulgar, era mucho más ancho que el de Mario, eso me provocó una involuntaria lujuria. Al sentir en mi mano la verga de mi hijo erecta a mas no poder y dura como metal, sin poderlo evitar sentí que mi vagina segregaba mis excitados fluidos. Traté de no pensar en mi excitación pero esta podía mas que yo y mi respiración se comenzó a acelerar, sin darme cuenta ya había yo empezado a masajear la verga de Lalito, haciéndolo gemir todavía mas, mi mano se dejó llevar por mi instinto y empezó a acariciar esa dura barra a todo lo largo desde los testículos hasta la punta del glande. La voz de mi hijo me trajo de nuevo a la realidad al quejarse más lastimeramente.
Ay mamita me esta doliendo mas y lo siento mas hinchado... me dijo llorando y retorciéndose.
Es que ya casi te vas a venir y así se te va a pasar el dolor ya verás... le dije mortificada... mira te voy a hacer algo mas suave, pero si te lastima me lo dices.
No quise pensar en ello para no arrepentirme y dejar a mi hijo sufriendo. Así que sin pensarlo dos veces me agaché sobre el vientre de mi hijo tomando en mi mano firmemente el hinchadísimo pene, y abriendo mi boca lo mas posible metí en ella el poderoso glande duro y caliente, lo mamé con suavidad y delicadeza tal como le gusta a Mario que se lo haga cuando quiero que se venga rápido, mi hijo lanzó un profundo gemido y levantó su cadera hacia mi cara, tratando por instinto creo yo, de meter mas su pene en mi boca, yo se lo permití procurando meterme lo mas posible de su verga mientras con mi mano subía y bajaba la piel de la otra mitad del pene que no alcanzaba a entrar en mi boca, para ese momento yo ya estaba fuera de mis cabales y me dejaba llevar por mi cachondés dando a mi hijo una deliciosa mamada, entre ternura, amor y lujuria no quise pensar en lo que estaba haciendo, simplemente me dejé llevar por el deseo sexual, me vi a mi misma mamando con avidez a mi propio hijo, cometiendo el mas grave pecado, pero en ese momento no me importaba.
La lujuria se había apoderado de mi voluntad mientras mamaba, y sorbía los jugos que salían de esa deliciosa verga juvenil. No supe cuando apoyó sus manos en mi cabeza empujando su cadera con un ritmo acelerado, al darme cuenta de ello traté de sacarme la verga de la boca, pero me lo impidió mientras bombeaba en mi boca cada vez mas rápido, decidí no poner resistencia y gozar de ese inesperado placer, cuando lo oí gritar excitado, al tiempo que lanzaba en mi garganta todo un torrente de semen que me hizo casi ahogarme al tragar una parte de semen pero otra gran cantidad me cayó en la cara y el pelo, aun vi salir dos potentes chorros todavía, y el resto salió escurriendo por el meato, derramándose por todo el tronco, aun no sé porque en un arranque me puse a chupar y lamer todo el pene bañado de semen hasta sorberlo todo dejándolo limpio completamente ante la mirada de satisfacción de mi hijo que me sonreía con un gesto indescifrable, mientras yo lo veía directamente a los ojos, al chuparle los restos de sus testículos.
Cuando terminé mis ojos se llenaron de llanto, recuperando la conciencia y dándome cuenta de la magnitud del pecado que había cometido con mi hijito sometiéndolo a mis instintos degenerados, no sabía que había pasado conmigo, jamás me imaginé siquiera algo similar, no soy una santa pero mi sexualidad jamás había llegado ni de lejos a esos límites. Me levanté de la cama de Lalito y salí corriendo de su habitación.
Llegué a mi cuarto y me dejé caer en mi cama llorando llena de vergüenza y coraje contra mi misma arrepentida, queriendo desaparecer o borrar lo ocurrido, me insultaba yo misma, diciéndome mil maldiciones. Pensaba que era la peor de las madres y de las mujeres, nunca pensé caer tan bajo como mujer, sentí ganas de terminar con mi vida, no sabía como iba a mirar de nuevo a mi hijo ni a mi marido. Sabía que ya estaba en lo más bajo de lo que nadie podría estar jamás, pero lamentablemente para mí estaba muy equivocada, no me imaginaba todo lo que me esperaba todavía por hacer y por descubrir.
Lalito entró a mi recámara completamente vestido, se sentó a mi lado y me acarició la cabeza, yo no tenía ni fuerzas para pedirle que me dejara sola, no podía parar de llorar mientras sentía su mano acariciarme la cabeza y la espalda descendiendo cada vez mas. Oí su voz que me decía.
Gracias mamita, ya se me quitó el dolor… me dijo con voz alegre... y eso de que no lo vamos a volver a hacer no me parece buena idea. Me gustó mucho y quiero que me lo hagas otras veces más.
¿Qué dices?... exclamé con la cara llena de llanto y de semen de mi hijo... esto no se va a volver a repetir jamás, perdóname por abusar de ti, no sé que me pasó pero te prometo que no te lo volveré a hacer.
No mamita. Yo quiero que lo vuelvas a hacer muchas veces mas... dijo con calma... así que va a ser nuestro secreto, por mi no se lo voy a decir a nadie. Puedes estar tranquila. Y déjame limpiarte la cara y el pelo lo tienes lleno de mi babita.
No déjame, te equivocas Lalo... dije sollozando... no va a volver a pasar. Y ahora déjame sola me voy a bañar, para después darte de comer, y por favor perdóname.
Esta bien mamita... sonrió extrañamente tranquilo... te dejo.
Todo ese día me sentí aturdida, Mario vio las huellas del llanto en mi rostro y me preguntó que había sucedido, yo le mentí y le dije que me dolía muy fuerte la cabeza y que me sentía mal por un resfriado, pero que no había llorado. El volvió a su trabajo después de comer y regresaría hasta avanzada la noche. El resto del día fue un tormento de reproches y dudas en mi mente, me sentía confundida y muy enojada. Al día siguiente me levanté como siempre para preparar el desayuno y esperar la salida de Mario y Lalito, me puse a limpiar y muy a mi pesar tuve que entrar a la recámara de Lalito, al ver la cama donde había abusado de mi hijo sentí nauseas, y dolor por él, había acudido a mi pidiendo mi consejo y yo en lugar de eso me aproveché para saciar mi enferma sexualidad.