Me Rompieron el Culo

heranlu

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Ago 31, 2007
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Mi nombre es Alexandra, tengo 27 años, mido 1.68 m. Soy de piel clara, tengo el cabello castaño claro, me gusta traerlo largo, me llega hasta la mitad de la espalda, soy delgada, tengo una cara bonita y ojos color café claro me gusta maquillarme y usar labiales rojos. En esta ocasión les quiero relatar una fuerte experiencia que tuve con unos albañiles cuando era una chica universitaria de 21 años.

Como se podrán imaginar a esa edad yo estaba en plena flor, tenía bonita figura ya que desde chica me ha gustado hacer ejercicio solo para tonificar mis piernas y glúteos, mis senos medianitos y redondos, mis pezones son rositas y como montañitas. La cintura definida, el abdomen plano y un culito muy bien formado sobre todo cuando uso jeans, se me marcan muy bien mis nalgas levantaditas y al juntar mis piernas se me forma un huequito apretando mi zona intima, tengo piernas estilizadas que me gusta mostrar cuando uso minifaldas pues tengo la piel muy suave. Me gusta ser muy femenina, seductora y vestir provocativa, aunque siempre procurando mantener una buena imagen ante las personas que me conocen.

En aquel entonces yo estudiaba en la universidad la licenciatura en administración, y el semestre había terminado por lo que yo estaba de vacaciones y me la pasaba todo el día en casa. Mis padres estaban divorciados y yo pasaba la mayor parte del tiempo en casa de mi mamá en Zapopan, Jalisco ya que ahí se encontraba la escuela donde estudiaba. Mi mamá trabajaba como enfermera en una clínica, y tenía un horario muy extenso, se iba desde las 7 de la mañana y regresaba aproximadamente a las 8 de la noche.

Un día escuché que mi mamá estaba hablando con un señor, se trataba de un maestro albañil que le habían recomendado para hacer una remodelación en nuestra casa. Mi mamá le dijo que si podía ir al día siguiente por la mañana ya que era sábado y ella descansaría, por lo que podría recibirlo para que le hiciera el presupuesto. Como yo siempre he sido muy vanidosa, al saber que iba a llegar gente a la casa, me levante temprano, me bañe y me peine aplicando una crema para el cabello que me lo deja fresco y con aroma a coco, me vestí muy coqueta con una blusa amarilla de tirantes que me quedaba arriba del ombligo, decidí no ponerme brasier porque quería se notaran mis pezones en la blusa, un short blanco muy pequeño que resaltaba mis nalgas y me puse mis tenis blancos. Por lo que me veía como una jovencita atractiva y fresca.

De pronto escuche que tocaron el timbre y mi mamá me pidió que abriera la puerta. Así que fui a ver quién era y al abrir la puerta vi al Maestro albañil.

—Hola, buenos días, soy Don Felipe. —Me dijo recorriendo mi cuerpo con su mirada.

—Hola buenos días soy Alexa, la hija de la señora que lo llamó. —Le contesté muy dulcemente.

Él era un hombre rudo y fuerte, moreno claro, con barba, de aproximadamente 40 años. Venía acompañado de sus 6 ayudantes, todos ellos de aproximadamente 35 a 38 años, también morenos claros, rudos, algunos tenían tatuajes en los brazos y se podía ver que sus cuerpos estaban curtidos por el trabajo duro. Pude notar que se me quedaron viendo directamente a los senos de forma lasciva, pues mis pezones estaban levantados ya que me acababa de bañar y con el frio se me ponen duritos y muy lindos.

—¿Está tu mamá? —Me preguntó mientras me miraba mis pezones duritos.

—¡Sí, pasen por favor! —Respondí con mi voz de escuincla cachonda.

Los fui guiando hasta la sala mientras caminaba muy femenina contoneando mi trasero pues yo sabía lo que tenía, mi culito se veía hermoso, muy bien formadito. Subí a la habitación de mi mamá.

—Mami ya llegaron los albañiles, los dejé pasar y están esperándote en la sala.

—Ah, está bien hija. Diles que ahorita bajo que, me esperen tantito por favor.

—Dice mi mamá que ahorita baja que, la esperen tantito por favor. —Les dije de forma dulce y coqueta.

—Sí está bien niña, aquí la esperamos. —Todos ellos me estaban cogiendo con la mirada, me puse muy nerviosa y mis pezones se me alargaron levantando la tela de la blusa.

—Hola, buenos días. —Dijo mi mamá bajando las escaleras.

—Hola, buenos días. Soy Don Felipe y ellos son mis chalanes.

—Mucho gusto, yo soy la señora Rocío. —Les dijo mi mamá a los albañiles.

—Usted me comentó que quiere le hagamos una remodelación ¿Verdad? Si gusta decirme que tipo de trabajo necesita que le hagamos, para hacerle el presupuesto. —Les cuestionó Don Felipe.

—Sí, por favor, acompáñenme al patio trasero. —Todos salimos al patio trasero para que mi mamá les explicase mejor.

—Debido a la delincuencia que se está dando en esta zona, me da miedo que alguien pueda saltarse por las bardas del patio. Entonces me gustaría que levanten la barda un metro más y que le pongan alambre de púas. También quisiera que la barda quedara con un acabado igual al que ya tiene, para que no se vaya a ver fea, y que la pinten del mismo color.

—Ah, muy bien señora. Entonces déjeme tomar unas medidas.

El maestro albañil junto con sus chalanes, comenzaron a tomar medidas con una cinta métrica. Al terminar hizo algunas llamadas desde su celular preguntando por precios de materiales. Después de unos minutos le hizo el presupuesto a mi mamá.

—Este tipo de trabajo lo podemos terminar muy rápido, aproximadamente en 4 días y quedaría muy bien. Podríamos comenzar a trabajar el día lunes. —Le propuso Don Felipe a mi mamá.

—Me parece muy bien, entonces aquí los esperamos eh.

Los acompañamos hasta la puerta, yo me fui caminando por delante de ellos disfrutando de sentirme mirada por esos hombres fuertes. Nos despedimos y les dije que los esperábamos el lunes.

Todo el fin de semana me la pasé teniendo pensamientos morbosos sobre las cosas que podría hacer con esos hombres para estarlos provocando durante esos 4 días. Yo había perdido la virginidad desde muy chica y disfrutaba mucho de masturbarme y tener pensamientos eróticos, pues por mis atributos físicos toda mi vida había sido asediada por los hombres y aprendí a disfrutarlo.

Mi mamá me pidió que de favor a partir del lunes estuviera al pendiente de la casa, por si se les ofrecía algo a los albañiles, me reí por dentro ya que yo era quien se les iba a ofrecer. Me comentó que ella dejaría algo de comida para que les ofreciera y dinero por si necesitaba comprar algo.

El día lunes, me levanté muy temprano por la mañana para arreglarme. Quería verme muy sexy, así que me peiné y maquillé. Para vestir elegí unos jeans blancos con rasgaduras al frente y una ligera rasgadura debajo de la nalga derecha, una blusa negra de tirantes escotada y unos tacones negros y altos. Estaba muy nerviosa y ansiosa por que llegaran, para que me vieran así de linda, arreglada para ellos. De pronto escuché el timbre y abrí la puerta, ahí estaban todos ellos, mis hombre fuertes y rudos a los que había elegido para seducir y sentirme muy deseada, estaba en mi casa y nadie lo sabría. Ellos se me quedaron viendo con mucho morbo, eran miradas sucias, las que recibí directo a mi culito esta vez, pues los jeans blancos y ajustados marcaban mi figura a la perfección y se podía ver mi vagina con sus labios apretados por la tela, las rasgaduras que dejaban ver la piel de mis piernas invitaban a que me tocaran, aunque aún no era momento.

Así que entraron a la casa cargando sus herramientas y yo los guie para que me fueran comiendo el culo con su mirada, pues la tela estaba tan ajustada que me separaba ligeramente las nalgas y las levantaba, llegamos al patio trasero dejaron sus herramientas y comenzaron a descargar de una camioneta algunos bultos de cemento, tabiques, arena y demás material para construcción. Yo me fui a sentar en el sofá de la sala muy sexy, bajé los tirantes de mi blusa, para mostrar un poquito mi brasier y ellos pudieran verme cada que pasaran.

Los albañiles, continuaron con sus labores y más tarde cuando ya iba a ser la hora de la comida, subí a mi habitación para retocarme el maquillaje y peinarme. Estaba muy nerviosa y excitada pues quería seducirlos mostrándoles un poco más de mi cuerpo, me miré en un espejo grande y comencé a tocar mis senos y estimulé mis pezones, frotaba mi vagina pasando mi mano sobre el pantalón ajustado, sentí como lubriqué y mojé mis jeans dejando una pequeña macha de humedad, después metí las manos en mi brasier para levantar más mis senos y que mis pezones quedaran ligeramente visibles, solamente dejé abajo un tirante para que la blusa cayera un poco y se viera mi brasier negro, era una lencería de mi marca favorita victoria´s, bajé y salí al patio para invitarles a pasar al comedor, se sentaron y comencé a servirles en sus platos. Cada que me acercaba a uno de ellos para servirles de comer, me sentía su zorra, les arrimaba mis nalgas hasta sentir mi pantalón rosando con sus brazos, un par de veces deje caer cubiertos al suelo para recogerlos, era el pretexto perfecto para inclinarme y mostrarles mi culito que ya estaba bien mojado, así como mis senos que casi se salían del brasier al inclinarme. Los albañiles no paraban de voltear a verme con miradas morbosas, como si quisieran meter su lengua en mi vagina y comérsela a lengüetadas. Miraban mis senos lascivamente, sentía como mis pezones se endurecían cada que los volteaban a ver.

Esa misma rutina estuve siguiendo los primeros 3 días, cambiando mis looks y siempre ofreciéndoles mi cuerpo en cada oportunidad. Los albañiles ya iban avanzados en su trabajo, los escuché decir que al día siguiente en la tarde terminarían. La casa es de dos pisos y mi habitación esta arriba, así que como estaba un poco aburrida me subí a descansar. En mi habitación hay una ventana en dirección al patio trasero, pude ver a los albañiles sentados platicando y escuche decían cosas muy morbosas sobre mí.

—¡Esa morrita está bien buena!

—¡Sí, dan ganas de meterle la verga bien duro!

—¿Si le viste las tetas güey?

—Sí, no mames me daban ganas de agarrárselas y mordérselas.

—Yo cuando me estaba sirviendo de comer el otro día, quería meterle la mano entre las nalgas.

—A mí me dan ganas de romperle su culito.

—Sí, yo se la metería bien duro por atrás.

Al escuchar esos comentarios, sentí miedo pues estaba sola en mi casa y ellos eran 7 hombres adultos, fuertes que estaban deseosos de cogerme, y peor aún ya estaban hablando de cogerme analmente, pues querían romperme mi culito, y en ese momento yo no estaba preparada.

Me puse muy nerviosa pero también muy excitada y comencé a tocarme los senos, mis pezones estaban muy sensibles y mi vagina muy lubricada, me ruboricé mucho y me masturbé mientras los miraba a escondidas por la ventana y seguía escuchando todo lo que les gustaría hacerme. En ese momento decidí que quería ser suya, me surgió un fuerte deseo morboso de ser penetrada por todos ellos y que saciaran sus ganas conmigo, deseaba sentirme sumisa y vulnerada.

Esa noche antes de que mi mamá regresara de trabajar, fui a comprar unas cervezas para ofrecérselas a los albañiles al día siguiente y las guardé en mi habitación, después fui a la habitación de mi mamá y busque dentro de los cajones de su recamara, ya que como es enfermera tiene acceso a medicamentos para la impotencia que se trae de la clínica para dárselos a su actual pareja. Después de hurgar en su cajón, encontré unas cajas con tabletas azules, ¡Viagra! Entonces saque 7 tabletas una para cada uno de los albañiles.

Como ya les había comentado soy una chica que ha explorado en su sexualidad muy rápidamente, por tanto, ya me había convertido en una experta practicado el sexo anal con mi novio Eduardo. Así que fui a mi recamara y busqué mi enema para limpieza anal y un plug anal con adorno de corazón que había comprado desde hace unos años. Entre a bañarme y me apliqué varias veces el enema hasta quedar limpia y me puse en el ano un lubricante intimo que siempre traigo en mi bolso, comencé a introducirme el plug en el ano muy suavemente, sentí una punzada, pero fue pasando. Me dormí desnuda con el plug anal dentro de mi ano toda la noche, para estar muy dilatada por la mañana.

Desperté muy cachonda, con las hormonas al máximo pues estaba en mis días fértiles y lubricaba mucho, cada rosé de las sábanas con mi piel era una delicia, me sentía mujer, muy femenina y tan dilatada que ya no sentía el plug en mi ano, pues me había acostumbrado a su grosor. Así que me levanté y me aplique el enema nuevamente para asegurarme de estar limpia, me depile completamente pues soy una mujer muy vanidosa, y me bañe con agua caliente enjabonándome el cuerpo muy sensualmente, me di mucho cariño, me sentía muy excitada. Me puse lubricante en el ano y coloqué de nuevo el plug.

Me puse una crema con aroma a coco que dejo mi piel deliciosamente suave, me puse una tanguita muy erótica color negra de mi marca favorita y decidí no usar brasier ya que me gustaba mucho la forma natural de mis seños, pues estaban muy firmes. Elegí un vestido blanco de tirantes delgados, estaba muy cortito me quedaba a tres dedos debajo de mis nalgas, era de una tela muy delgada y me quedaba muy ajustado mostrando mi figura perfectamente, mis pezones quedaban marcados levantando la tela, hacia lucir mi culito hermoso, y tenía un escote muy pronunciado que dejaba ver en medio de mis senos. Me puse tacones plateados y altos que tenían unos retoques de brillantes. Alacié mi cabello castaño claro y largo. Me maquillé y puse labial rojo, pestañas postizas, mis arracadas de plata 925 y además me puse un perfume muy fino, que solo usaba en fiestas. Quede hecha una princesa, lista para que esos hombres me cogieran brutalmente, pues es lo que buscaba.

Estaba tan nerviosa que no tenía ganas de desayunar, absurdamente sentía mariposas en el estómago, me temblaban las manos pues, esos albañiles me verían como los perros ven un pedazo de carne. Fui a la habitación de mi mamá y tomé una botella de vodka que tenía en su cajón. Le di un buen trago con el estómago vacío. Después de unos minutos sentí como mi cara se ponía caliente por el efecto del alcohol, me sentí muy cachonda, mi vagina lubricaba mucho. Sentía un delicioso calor y sensibilidad en mi ano con el plug anal puesto. Unos minutos después escuché el timbre, tomé las cervezas que escondí en mi cuarto y bajé con ellas para meterlas en el refrigerador, después caminé hacia la puerta dejando el aroma de mi perfume por toda la casa. Miré por la ventana y pude ver que eran los albañiles, me estremecí y sentí mucho temor, así que no abrí, fue hasta que tocaron el timbre de nuevo que tomé valor y les abrí. Al verme se quedaron callados, sentí que me estaban devorando con sus miradas morbosas, mis senos se pusieron firmes y sentí como se erizaba mi piel levantando mis pezones tras la tela del ajustado vestido, mi vagina estaba hecha un rio, casi podía sentir sus vergas atravesándome. Les pedí que pasaran y los acompañé de nuevo al patio para que fuesen detrás de mi comiéndome el culo con sus miradas. Llegamos al patio y les comenté que me gustaba mucho el trabajo que estaban haciendo y les pregunté que si ese mismo día terminarían y me dijeron que sí. Se quedarían hasta las 8 de la noche que llegara mi mamá, para entregarle la obra que hicieron y retirarse. Sali del patio para que ellos continuaran con su trabajo y me senté en el sofá de la sala a ver televisión.

Cuando vi que comenzaba a hacer un poco de calor, fui a mi habitación por las tabletas de viagra, yo quería provocar más a esos albañiles, y con esas pastillas sabía que sus vergas se pondrían mucho más duras y mantendrían la erección mucho más tiempo, que les puedo decir era una chica muy cachonda y quería ser cogida durante horas sin parar. Preparé una limonada y la vacié junto con las 7 pastillas en la licuadora, dejé remojar unos minutos para después encender la licuadora y disolverlas perfectamente. Subí mi vestido un poquito más, justamente donde comenzaban mis nalgas y bajé uno de los tirantes del vestido para descubrir un poco mis senos sin que llegaran a verse mis pezones. Servi siete vasos y se los fui llevando a cada uno de los albañiles diciéndoles que se los preparaba con mucho cariño, mientras ellos miraban mis suaves y hermosos senos. Me dieron las gracias y me retiré a mi habitación durante una hora en lo que hacían efecto las pastillas.

Cuando llegó el momento fui a la habitación de mi mamá que está al lado del mío y me llevé la botella de vodka a mi habitación, me serví en un vaso de cristal hasta la mitad, sabía que era demasiado alcohol, y que si lo tomaba se me iba a subir muy rápido ya que no había desayunado, pero yo quería alcoholizarme completamente para no poner resistencia a nada, quería que me cogieran brutalmente e hicieran con mi cuerpo cuanto quisieran esos albañiles sucios y rudos. Así que me tomé el vodka de un trago, a los 5 minutos sentí como se me adormeció la cara y me comencé a sentir muy cachonda y desinhibida, tanto que comencé a tocar mis senos y frotar mis pezones frente al espejo de mi habitación quedaron muy levantados y duros. Baje mis manos para introducir tres dedos en mi vagina lo que me hizo soltar algunos gemidos. Ya era el momento de ofrecerme completamente a esos albañiles, estaba sola en mi casa y mi mamá llegaría hasta las 8 de la noche, me sentí, desprotegida, vulnerable, a merced de esos hombres.

Saqué del refrigerador los dos six de cerveza muy fríos y los deje en mi habitación. Volteé a verme en el espejo y me levanté el vestido descubriendo la mitad de mis nalgas, para ofrecerles una hermosa vista de mi culito bien caliente y lubricado, así como de mis deliciosas piernas de jovencita universitaria. Enseguida con suavidad retiré el plug de mi ano, sentí muy rico cuando salió y vi escurrir lubricante entre mis nalgas, en ese momento creí que mi ano ya estaba listo para ser penetrado violentamente por esas vergas que estarían reventando de gruesas. Me bajé los dos tirantes del vestido, jalé la tela un poco hacia abajo para dejar mis pezones rositas completamente descubiertos, estaban muy duros y sensibles.

Saqué el lubricante vaginal de mi bolsa y lo dejé en la cama. Bajé las escaleras sintiéndome muy alcoholizada y con la vagina mojada. Salí al patio trasero con el corazón latiendo rápido, el abdomen se me contraía de los nervios, estaba frente a los albañiles, podían verme los pezones de fuera y el vestido mostrando la mitad de mi culito.

—Hola chicos ¿Les gustaría descansar tantito para tomarnos unas cervezas? — Les dije con mi voz nerviosa, dulce y cachonda de escuincla, sintiendo mis pezones excitados y descubiertos ante ellos.

—¡Sí, está bien! —Los albañiles no podían dejar de verme los pezones.

—Nada más que, me gustaría que nos las tomáramos allá arriba en mi habitación, es que ahí me voy a sentir más cómoda. —Cuando les dije eso me sentí muy sensible y femenina, estaba invitando a esos albañiles a mi habitación, era mi lugar especial, donde me sentiría cómoda para entregarme completamente a ellos.

—¡Ah! ¡Sí está bien! —Me dijeron recorriendo mi cuerpo con sus miradas.

—¡Si gustan venir, ya tengo las cervezas en mi habitación! —Mi vagina estaba muy caliente y lubricada, podía sentir mi tanguita mojada.

Me di la vuelta y comencé a caminar muy femenina con mi vestido mostrándoles la mitad de mi culito, cuando ya íbamos subiendo las escaleras fui levantando el vestido con mis manos hasta dejar completamente descubiertas mis nalgas. Casi sentía sus lenguas lamiéndome el culo. Llegamos a mi habitación y les di una cerveza a cada quien, la destaparon y comenzaron a tomar. Ya que tenía a esos hombres con su cerveza en mano, me moría de ganas por desnudarme ante ellos, así que me quité el vestido muy lentamente, quedando mis senos completamente expuestos ante ellos, mis pezones nunca los había sentido tan excitados. Me dejé puestos los tacones, me recosté en la cama boca arriba y abrí mis piernas para mostrarles mi zona íntima a esos albañiles vulgares y morbosos. Lo único que me hacía sentir protegida en ese momento era mi tanguita negra que ya estaba completamente mojada.

Entonces Don Felipe, se acercó a mí y se lanzó sobre mis senos, comenzó a lamerlos delicioso, podía sentir su lengua pasando sobre mis pezones duros, me los estaba comiendo a lengüetadas, succionaba mis pezones como si me los quisiera arrancar. Los otros seis albañiles me rodearon y comenzaron a tocar mi cuerpo, podía sentirme acariciada de pies a cabeza, no había una parte de mi cuerpo que no estuviera siendo tocada. Don Felipe terminó de lamer mis senos y sin perder tiempo tomó mi tanguita y me la quitó de un jalón, eso causó un fuerte sentimiento en mi abdomen, me sentí desprotegida, muy vulnerable y cachonda.

Entonces Don Felipe les dijo a los demás albañiles que me abrieran las piernas. Ellos disfrutaban acariciándolas y lamiéndolas desde la entrepierna hasta las pantorrillas. Otros de ellos se lanzaron sobre mis senos y comenzaron a comérselos, mientras el Maestro albañil se comía mi vagina como una bestia, metía su lengua muy rico, podía sentirla moviéndose deliciosamente en mi interior arrebatándome fuertes gemidos. Sentí como lamía y succionaba mis labios internos y externos, mientras estimulaba mi clítoris con sus dedos sucios de cemento.

—¡Cójanme! ¡Quiero que me cojan muy fuerte hasta cansarse! ¡Pueden hacer conmigo lo que quieran! No se preocupen no le diré nada a mi mamá. Esto es lo que yo quería, que me cogieran entre todos. ¡Quiero que me duela mucho…! —Yo estaba tremendamente excitada, jamás había estado con tantos hombres a la vez.

Cuando los albañiles escucharon lo que les dije, me levantaron de la cama para llevarme al suelo y me hicieron arrodillarme, se quitaron las playeras y pude ver sus cuerpos fornidos y tatuados, comenzaron a desabrochar las hebillas de sus cinturones, ese sonido del metal de sus hebillas, me hacía saber que iban a sacarse sus vergas para que se las mamara, entonces ellos se bajaron los pantalones y se los quitaron por completo, pude ver como sus vergas estaban muy ensanchadas, reventaban de gordas, yo sabía que era por las pastillas de Viagra que les disolví en la limonada, tenía frente a mi 7 vergas algunas muy gruesas, otras más largas, todas capaces de hacerme sentir mucho placer o dolor según como ellos quisieran.

Se pusieron a mi alrededor y me tomaron de mi cabello largo y castaño, de una forma muy tosca, me lastimaban al jalarlo, pues me empujaban contra sus vergas haciendo que me las tragara hasta la garganta, lo que me atragantaba y me causaba ganas de volver el estómago, pero lo soporté, me sacaban lágrimas, me sentía utilizada, y comencé a disgustarme porque me estaban tratando de una forma muy agresiva, no terminaba de mamársela a uno cuando otro ya me estaba jalando del cabello para atragantarme con su verga que entraba hasta el fondo de mi garganta, dejando mis labios rojos pegados hasta la base de su verga, así estuvieron peleándose por meter sus vergas en mi boca durante unos 15 minutos. Pude verme en el espejo y tenía el rímel escurrido por mis lágrimas de atragantamiento.

Uno de ellos me levantó jalándome del cabello y me dio una bofetada no muy fuerte, pero me dejo ardiendo la mejilla, supe que solo lo hizo para castigarme, pues yo les pedí que me causaran mucho dolor, así que me aventó a la cama.

—¡Estás bien buena mamacita! ¡Tienes un culo bien rico! ¡Empínate para metértela por el culo! —Obedecí para que no me fuera a golpear otra vez. Me excitó mucho sentirme sumisa.

Me incliné extendiendo mis brazos y dejando pegados los senos sobre el colchón, curveando mi espalda hacia abajo, dejando completamente empinado mi hermoso y suave culito con forma de corazón, mi ano rosita y lubricado estaba siendo entregado a ese albañil sucio para que me embistiera brutalmente, sentí mucho miedo porque él era quien tenía la verga más larga y gruesa de todos, estaba mucho más gruesa que el plug anal, así que mi ano nunca había recibido una verga tan grande y no estaba preparado todavía, sentí como con sus manos toscas y sucias me abrió las nalgas y coloco la punta de su verga en mi ano, me tomo muy fuerte de la cintura.

—¿Quieres que te la meta toda de golpe?

—Sí, me gusta mucho sentir que me la meten muy fuerte, ustedes cójanme, aunque me duela mucho.

—Ya métele toda la verga. Sí, ya métesela, se ve que es bien puta la morrita. —Dijeron los demás albañiles, ansiosos de ver cómo me rompían el culo.

—¡Sí, ya cógeme! ¡Cógeme! —Le rogaba por que me rompiera el culo, le arrimaba mis nalgas empinadas.

El albañil me dio un fuerte jalón contra su cuerpo al mismo tiempo que empujo su verga embistiéndome salvajemente, sentí como mi ano se abrió desgarradoramente, me provocó un tremendo ardor y una punzada horrible en mi ano, esa verga se abrió paso en mi interior brutalmente, sentí como topó a fondo en mi interior, dejando a su paso un ardor insoportable.

—¡Aaaaaaahhhhhhhhh! ¡Aaaaaaaahhhhhhh! ¡Aaaaaaaaahhhhhhhhh! —Grité muy fuertemente, estoy segura que se escucho hasta la calle.

Mi ano estaba punzando, fue una sensación muy dolorosa, como si tuviese fuego por dentro. Rompí en llanto del que no te deja hablar, tenía mucho sentimiento y contrastantemente el saberme tan lastimada me causo un placer que superaba por mucho el dolor causado. Aquella sensación de estar siendo vulnerada y lastimada tan fuertemente me causó un placer delicioso digno de una masoquista.

—¡¿Te duele mucho morrita?! —Me preguntó morbosamente el albañil, mientras me restregaba su verga hasta el fondo, como si quisiera llegar más adentro.

—¡Sí, me duele! —Le dije con mi llanto entrecortado, haciéndole señas con la mano para que continuara—. ¡No te detengas! ¡Sigue!

El albañil sacó su verga por completo, para ensartarla nuevamente de forma muy violenta, hasta el fondo de mi culo. Sentí como mi ano se abrió de forma intempestiva provocándome un fuerte ardor y la punzada se volvió más dolorosa, pues mi culo estaba siendo penetrado brutalmente. Pude escuchar el sonido del impacto de su cuerpo contra mis nalgas.

—¡Aaaaaaahhhhhhhhh! ¡Aaaaaaaahhhhhhh! —Yo estaba sufriendo mucho, pero el placer por el dolor era una delicia.

El hombre continuó sacando su verga por completo y ensartándola profunda y violentamente. Mi ano estaba siendo forzado a recibir esa verga que entraba a empujones, desgarrando mi ano con cada embestida que me daba. Así transcurrieron aproximadamente 5 minutos de tormento. Paulatinamente el dolor fue despidiéndose, para dar llegada al placer absoluto.

—¡Ayyy! ¡Que ricooo! ¡Cógeme! ¡Más rápido! ¡Más duro! —Yo estaba gozando muchísimo—. ¡Aaaahhhh! ¡Aaaahhhh! ¡Mmmmjjj! ¡Aaaayyy! ¡Aaaahhh!

Sentía un calor delicioso en mi ano, era ya una necesidad de sentir su verga entrando hasta el fondo y saliendo de mi interior, cada que la sacaba deseaba mucho que me la volviera a ensartar.

—¡Aaaahhh! ¡Que rica verga tienes! ¡Aaaayyyy! ¡Me lastimaste! ¡Aaaahhh! —El albañil me lastimaba al impactar dentro de mi culo con la punta de su verga.

—Pero bien que te gusta putita, se ve que disfrutas mucho que te la meta bien duro. — Yo le apretaba la verga con mi esfínter anal, como si se la mordiera con el ano.

—¡Cógeme más duro! ¡Aaaayyy! ¡Que ricoooo! ¡Así, más rápido! ¡Se siente bien rico! ¡Ay que rico! ¡Me arde muy rico! ¡Fuck me! ¡Fuck me! —Yo aventaba mis nalgas contra el albañil, quería que me la ensartara más adentro, sentía delicioso.

Dicho esto, el albañil me tomó de la cintura muy fuerte y me jaló contra su verga violentamente, comenzó una penetración frenética. Sentía mi culo adolorido y cansado, podía escuchar el sonido del impacto de nuestros cuerpos al estar piel con piel. Me jalaba del cabello hacia atrás y me dolía, así que yo aventaba mis nalgas contra su verga para atenuar el dolor. Continuó penetrándome analmente aproximadamente 15 minutos hasta que escuché los jadeos del albañil que se estaba corriendo, unos chorros de semen caliente, estaban llenándome por dentro, me sentí muy excitada, pues ese hombre acababa de eyacular en mi interior, haciéndome su zorra.

Entonces saco su verga de mi ano y sentí como su semen salía de mi ano y se derramaba en las sábanas.

—¡Ay güey, se le quedó abierto el ano! ¡Se puede ver adentro de su culo! ¡No mames, le abriste el culo! —Dijeron los demás albañiles, al ver mi ano dilatado.

—Sí, esta morrita está bien buena, se siente bien chingón meterle la verga. Tiene el culo bien caliente por dentro, aprieta bien rico y esta bien limpia, se ve que ya se la habían cogido por atrás.

Entonces introduje los dedos en mi ano y pude sentir que estaba totalmente abierto, perdí la fuerza en el esfínter anal y quedó dilatado listo para seguir recibiendo más vergas, al mirar mis dedos mojados de semen pude ver que también había sangre y eso me excitó mucho pues fue el resultado de una penetración anal violenta, que me hizo sentir mucho dolor y ser vulnerada por ese hombre. Los otros 6 albañiles continuaron turnándose para penetrarme analmente hasta eyacular todos en mi interior. Mientras esperaban su turno para penetrarme, me tocaban los senos y me atragantaban con sus vergas. Así lo hicimos aproximadamente durante una hora.

Tomé la botella de vodka y le di un buen trago, que me dejó rendida, y mi entrega hacia esos hombres se volvió mayor.

—Me gustaría que me penetren anal y vaginalmente al mismo tiempo. —Les propuse muy ebria y cachonda, con mi voz de escuincla ninfómana.

—Te cogemos como quieras mamacita. Quien se iba a imaginar que, fueras tan puta, se ve que te encanta la verga ¿Verdad?

—Sí, me gusta mucho que me cojan, se siente muy rico. Quiero que me sigan cogiendo muy fuerte.

—Esta morrita me pone bien dura la verga. A mi ya se me puso bien dura otra vez. También a mí, ya la tengo bien pinche dura otra vez. —Se comentaban sorprendidos entre ellos.

Yo sabía que el viagra estaba haciendo efecto y que en consecuencia me iban a seguir disfrutando mucho. Entonces uno de ellos se acostó en la cama boca arriba con su verga bien ensanchada, erecta, descubierta y babosa de semen. Me monté sobre aquel hombre puse la punta de su deliciosa y jugosa verga en mi vagina y simplemente, me dejé caer rendida ensartándome ese miembro viril venoso. Yo no tenía fuerzas en mis piernas, su verga se abrió paso en mi interior, a través de mis paredes vaginales, sentía como mi cuerpo se complementaba era como si mi vagina hubiese estado esperando desde hace tiempo una verga gorda y larga que la llenara, el albañil me tomó de las nalgas y me llevaba hacia arriba y hacia abajo cogiéndome a su antojo, puso sus manos en mis senos, los frotaba y pellizcaba mis pezones, me excitaba mucho, tenía los pezones muy duros y me castigaba pellizcándolos muy fuerte y jalándolos, cuando de pronto sentí otro hombre detrás de mí que se colocó pegado a mis espaldas y me inclino, sentí como coloco su verga gruesa en la entrada de mi ano y me lo fue ensartando hasta el fondo, en ese momento ya tenía dos vergas dentro de mí, era delicioso sentir una verga en la vagina y otra en el ano, podía sentir como esas dos vergas entraban hasta el fondo topando en mi interior muy fuertemente. Cada verga iba a su ritmo, mi vientre se sentía muy cálido, constantemente sentía contracciones en mi abdomen, mis senos estaban muy sensibles y excitados ya que el albañil que estaba atrás de mi penetrándome analmente, me abrazaba y acariciaba los senos mientras me lamía el cuello.

—¡Ay que rico! ¡Aaahhhhh! ¡Aaayyyyy! ¡Sí! ¡Aaahhaaa! ¡Aaayyy, que rico! ¡Sí! ¡Cójanme ricooo! ¡Más fuerte! ¡Más! ¡Más! ¡No se detengan! ¡Aaayyy, que ricooo! —Me estaba sintiendo muy querida y gozada por esos hombres.

Súbitamente un sentimiento de vulnerabilidad me invadió y me erizó la piel. No tenía fuerza en las piernas, las sentía entumidas, un calor en mi vagina me estaba avisando que venía un orgasmo que, sería fuerte pues estaba experimentando una doble penetración.

—¡Aaaahhh! ¡Aaaahhhh! ¡Me voy a venir! ¡Aaayyy que ricooo! ¡Que ricooo! ¡Aaahhh! —Mis pezones rositas se me endurecieron mas y se me alargaron como montañitas.

Mis hombres comenzaron a trabajar más fuerte para mí, sentí que yo era suya y ellos míos, tanto haberles calentado la verga había valido la pena. Todo el dolor que sentí estaba siendo compensado con placer, de pronto sentí un calor delicioso en mi vientre, estaba teniendo un tremendo orgasmo; quedé rendida.

—¡Aaaaahhhh! ¡Aaaahhhh! ¡Aaaahhhh! ¡Aaahhhaaa! ¡Mmmmjjjj! ¡Aaaahhh! —El hombre que estaba debajo de mí penetrándome vaginalmente, me acariciaba los senos y pellizcaba los pezones. Y el albañil que estaba detrás de mi penetrándome analmente me abrazaba y metía su lengua en mi oído.

Yo estaba en clímax, mientras ellos continuaban cogiéndome muy duro hasta que sentí como comenzaron a dispararme chorros de semen caliente en mí vagina y en el ano, fue algo delicioso. Cuando sacaron sus vergas de mi interior sentí como si me faltara algo, tal como si me hubiesen quitado una golosina. Yo necesitaba que otras vergas me cogieran, quería volver a sentir esos chorros de semen dentro. Mi ninfomanía me pedía más, tan solo tenía 21 años, me veía tan hermosa y cachonda pidiéndoles más a esos albañiles. Ellos se turnaron para satisfacerme durante horas, cambiándome de posiciones en la cama, llevándome contra el espejo grande que había en mi habitación para cogerme de pie, me hicieron cuanto quisieron, eyacularon en mi boca varios de ellos y yo me tragué hasta la última gota de su semen.

Cuando ya se habían cansado de penetrarme, habiéndome usado a su antojo, quise experimentar algo más que, ni si quiera con mi papá había intentado, ya que me daba un poco de vergüenza pedírselo aún. Estaba tan ebria que dejé salir por completo lo putita que soy, al fin que jamás volvería a ver a esos hombres. Así que tomé el lubricante femenino que había dejado en la cama.

—Don Felipe hay algo que tengo curiosidad de hacer, pero, me da vergüenza —Le dije con voz cachonda.

—¿Por qué preciosa? ¿Qué es lo que quieres hacer? —Me preguntó mientras miraba mi cuerpo muy morbosamente.

—Es que he visto videos porno en internet y hay algo que se llama “fisting”, se trata de que usted meta su mano dentro de mí, y me gustaría que me haga eso en el ano pero, si no quiere pues no —Le dije nerviosa y muriendo de vergüenza por lo puta y enferma que me sentí al pedir eso.

—¡Sí! ¡Sí te lo hago! Ya lo he visto también y me han dado muchas ganas de hacerle eso a una mujer, pero pues no he tenido a una mujer con quien pueda hacer eso. Y si tu quieres pues lo intentamos. —Me contestó muy emocionado y con la cara roja de lujuria.

—Sí, hágalo por favor —Le contesté muy excitada—. Acérquese para ponerle lubricante en su mano

—A ver preciosa. —Él extendió su mano derecha y le apliqué lubricante en toda la mano que, por cierto, estaba sucia de cemento, lo que me excitó más.

—Tiene que estar muy lubricada para que no me lastime tanto y entre más fácil. —Le dije muy nerviosa y temerosa mientras observaba sus dedos toscos y gruesos.

—No te preocupes preciosa, lo voy a hacer con cuidado. Te voy a ir dedeando hasta que veamos que ya entra completamente y tú me vas diciendo.

Me incliné en la cama con mis senos bien pegados al colchón y la espalda curveada hacia abajo, dejando muy bien empinado mi culo y le pedí que metiera toda su mano hasta la muñeca dentro de mi ano. Entonces él comenzó a dedearme.

—A ver preciosa, te voy a meter tres dedos por que veo que ya los aguantas ¿verdad? —Me dijo mientras introducía sus tres dedos en mi ano—. Sí, preciosa te entran bien rico ¿verdad?

—Sí, ¡Aaaahhh! ¡Aaaahhh! Se siente bien rico, a ver métame cuatro. —Fue algo muy lindo sentir los dedos de un hombre dentro de mi ano.

—Ya te están entrando, tienes mis cuatro dedos adentro ¿Como te sientes?

—Se siente muy rico, me duele un poquito ¡Aaaahhh! ¡Aaaayyy! Ya métame la mano completa, suavecito, con mucho cuidado.

—Ya está entrando mi mano, pero te siento muy apretada, tu me dices si te duele. —Yo sentí como mi ano se estaba desgarrando, jamás lo había sometido a tal estiramiento, sentía mucho ardor, como si se me fuera a reventar y me dio miedo, pero la excitación me rebasaba.

—¡Aaayyyyy! ¡Aaaahhh! ¡Me duele mucho! ¡Aaaayy! ¡Aaaayyy! ¡Ya hagalo! ¡Más Fuerte! —Mi ano se estaba estirando, estaba abriéndose más y más. Me ardía alrededor del ano, pero era placentero.

—Te la voy a meter un poquito más fuerte. —Cuando dijo eso me sentí muy excitada y el deseo de sentir esa gruesa, sucia y tosca mano dentro de mí. Me hizo aventar mis nalgas, entregándoselas para que su mano entrara completamente hasta la muñeca.

—¡Aaaaaaahhhhhhhh! ¡Aaaaahhhh! ¡Aaaaayyyy! ¡Me duele muchísimo! ¡Aaaaahhhhh! ¡Me dueleee! ¡Aaaayyyy! —Sentí mi ano desgarrado y el culo muy abierto. Ya no pude contenerme y rompí en llanto, lagrimas negras y saladas escurrían el rímel de mis pestañas, rodando por mis mejillas.

—Ya te entró preciosa, tengo toda mi mano adentro de tu culito, se siente muy rico, está muy caliente. ¿Te duele mucho verdad? ¿Quieres que te la saque? —La mano de aquel hombre me tenia destrozada, sentí como mi ano intentaba contraerse y apretaba la mano del albañil.

—No, no me la saque, déjela un rato ahí adentro. Quiero disfrutarla, siento mucho dolor, pero es muy lindo, siento bonito.

—Está bien preciosa, entonces te la dejo adentro un rato. —Así la dejó durante 5 minutos.

Yo me sentía desbordando de lujuria y excitación, esa mezcla de dolor y placer, me hacía sentir plena. El saber que un hombre tenía su mano adentro de mi causándome tal sufrimiento, fue el alimento perfecto para mi masoquismo.

—A ver ahora intente cerrar su puño adentro de mí —Le pedí sabiendo que eso me dolería más—. ¡Aaaahhh! ¡Aaaahhh! ¡Me duele mucho! ¡Aaaahhhh! ¡Me gusta! Ahora, saque su mano con mucho cuidado por favor, muy suavemente.

Cuando Don Felipe, sacó su mano de mi culito por completo, todos pudieron ver como mi ano quedo abierto, mostrándoles a todos el interior de mi culito, como si pidiera más, eso me hizo sentir mucha vergüenza, ya que perdí la fuerza en el esfínter y se me quedó abierto durante algunos segundos. Le pedí a Don Felipe, que la volviera a meter, así lo hizo y comenzó a meter y sacar toda su mano con facilidad. Después le pedí que sacara su mano y me penetrara con el puño cerrado en repetidas ocasiones. Cuando lo hizo sentí como mi ano se abría más por dentro provocándome un poco de dolor, pero era muy excitante saber que tenía esa mano tosca adentro de mí. Los demás albañiles al ver eso, se excitaron mucho y se peleaban por meter su mano también. Al verlos tan excitados y deseosos de meter su mano en mi culo, los fui llamando para ponerles lubricante y dejar que me hicieran “fisting”, así lo hicieron con el puño cerrado entrando y saliendo de mi ano durante media hora aproximadamente.

Después de haber recibido ese “fisting” delicioso, y teniendo los albañiles sus vergas muy erectas nuevamente por el efecto del viagra. Me recosté en la cama y les pedí que eyacularan sobre todo mi cuerpo, así que se masturbaron y me bañaron con chorros de semen. Me quedé rendida en la cama, no habíamos visto el reloj, ya era muy tarde casi las 7 de la noche, faltaba poco para que llegara mi mamá, así que los albañiles se bajaron para terminar de enjarrar la barda con cemento. Recogieron sus cosas justo cuando mi mamá iba llegando, le entregaron la obra bien hecha y se retiraron. Entre tanto, yo me bañé y me vestí con mi pijama. Cambie las sábanas pues estaban mojadas y olían a fluidos sexuales.

Cuando sentí que se me bajo un poco el efecto del alcohol, bajé a la cocina por algo de cenar, pues no había comido nada. Mis piernas estaban temblorosas, mi vagina sensible y mis ojos brillosos por el placer recibido. Saludé a mi mamá y me senté junto con ella, a ver la televisión con mi culo completamente roto.
 

heranlu

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Recientemente trabajo como auxiliar administrativa en una empresa de publicidad, y para llegar a mi trabajo debo tomar transporte público, ya que mi camioneta se averió. El microbús me deja a cuatro cuadras de mi trabajo, las primeras calles son un camino algo solitario pues casi no hay casas solo son terrenos, algunas construcciones abandonadas y hay una bodega de una empresa constructora, y necesariamente debo caminar frente a ese lugar para llegar a mi trabajo. Desde el primer día que tuve qué pasar por esa bodega pude ver que había seis albañiles todos ellos de entre 40 y 50 años, me llamó la atención que no usaban camisa solo vestían pantalón de mezclilla con cinturones de cuero y botas de trabajo desgastados, algunos traían paliacates en la frente para secar el sudor y sus cuerpos polveados con cemento pues iban cargando bultos para subirlos a un camión. Al verlos decidí cambiarme de banqueta y pasar lo más alejada de ahí para que no me fuera a ensuciar pues había polvo así que seguro pasé desapercibida para ellos.

Mas tarde al salir de mi trabajo eran como las siete ya cayendo el sol, al pasar frente a la bodega pude ver que ya habían terminado de trabajar y estaban sentados en unos bultos de cemento ahí adentro y tomando cervezas, lo que me dio un poco de miedo pues esa calle está sola y es un tramo muy largo, en la banqueta de enfrente hay un terreno muy extenso sin ninguna construcción en toda la cuadra, y a los lados de la bodega solamente hay otras bodegas abandonadas con portones viejos y un terreno muy grande en la esquina y las primeras casas comienzan casi al final de la siguiente cuadra o sea que ahí nadie podría ayudarme ni oírme aunque gritara, así que caminé un poco más de prisa para evitar que me vieran pero de pronto escuché que me comenzaron a silbar a modo de piropo y yo solo camine ignorándolos y sin mirarlos, y ellos comenzaron a decirme cosas muy sucias.

—¡Que buena estas mamacita! ¡Que ganas de meterte la verga en tu culito! ¡No corras que no muerdo nomas te cojo chiquita! —y otras cosas que no alcance a escuchar.

Típico que ven a una chica sola, desprotegida y le dicen vulgaridades, eso me puso muy nerviosa en ese momento el camino se me hizo eterno hasta que por fin salí de esa calle y di vuelta en la esquina para llegar a la parada del camión, lo abordé y llegué a casa.

Esa noche no podía dormir por estar pensando que diario tendría que estar pasando por ese lugar y que estarían ellos, lo que me daba algo de miedo, pero al mismo tiempo recordando las cosas que me dijeron, me hicieron sentir deseada, que un grupo de hombres quisieran hacerme suya, eso que escuché sobre meterme la verga en mi culito, cada que recordaba eso sentía una sensación en mi parte íntima que me ponía húmeda, solo pensar que esos hombres cuando me vieron pasar se imaginaron penetrándome y disfrutando de mi cuerpo. Todos los días al bañarme toco mi cuerpo pensando en gustarle a alguien desde que me separé de mi pareja porque me fue infiel, y a decir verdad en mi trabajo y con mis amistades he conocido hombres que me pretenden, pero ellos no me causan atracción, a mí siempre me han gustado los hombres rudos. Así que se me ocurrió que en lugar de tener miedo y evitarlos, trataría de disfrutar de esas vulgaridades que me dirían y sentirme deseada por esos hombres fuertes y sucios, que me veían con tantas ganas de cogerme.

Al día siguiente decidí ponerme una blusa negra de tirantes ajustada, unos jeans a la cadera que me quedaban muy entallados con rasgaduras que dejaban ver la suave piel de mis piernas, y que apretaban mi zona íntima marcando mi vagina y levantando mis nalgas, también me puse unos tacones negros. Así que yo sabía que si quería correr no podría, y tendría que caminar con seguridad. Les juro que mientras me vestía no dejaba de pensar en que esos hombres me verían pasar, prácticamente estaba arreglándome para ellos. Me maquillé como siempre y me puse perfume con aroma a frutas exóticas.

Caminé rumbo a mi trabajo y cuando faltaban unos 30 metros para pasar por la bodega pude ver que uno de ellos me miró y les aviso a sus compañeros mientras cargaban unas cubetas con arena, así que me preparé para pasar por ahí, pero esta vez decidí pasar junto a ellos para confrontarlos e interrumpirlos en sus labores. Al llegar ahí se me quedaron viendo con una mirada lujuriosa directamente a mis senos pues estaba escotada y a mi entrepierna la miraron como si quisieran meter su lengua en mi parte íntima, de inmediato sentí como me temblaron las piernas y un vacío en el estómago de los nervios.

—Adiós, señorita. —Me dijo uno de ellos. Lo que me hizo sentir un tanto aliviada pues hubo un poco de respeto.

—Adiós, buenos días. —Le conteste amablemente.

—Adiós, que le vaya muy bien. —Replicaron los demás.

Continué caminando unos cuantos metros, cuando de pronto escuché:

—Mamacita que ganas de comerte tu colita

—Sí yo sí me la cogía.

—Que ganas de enterrarle mi verga hasta el fondo. —Los escuche decir entre ellos de forma muy morbosa.

Después de oír eso supe que definitivamente esos hombres querían cogerme y hacerme de todo y que cada que pasara seria lo mismo y me excitó muchísimo todo el día en la oficina no deje de pensar en eso y solo miraba el reloj esperando fuera mi hora de salida.

Cuando salí de trabajar ya sabía que estarían tomado cerveza viendo a la calle así que decidí hacer algo que nunca había hecho, provocar a seis hombres a propósito, mostrándoles más de lo normal. Para ello antes de pasar por la bodega, me oculté detrás de un arbusto de esos que crecen en los terrenos por capricho de la naturaleza, para quitarme el brasier, me toqué los senos suavemente y pellizqué poquito mis pezones para excitarme, también me toqué el clítoris durante unos dos minutos pues necesitaba sentirme muy cachonda para lo que iba a hacer, por lo que mis pezones se pusieron duros y se marcaban en la blusa como dos montañitas, también jalé un poco hacia abajo mi blusa para mostrar más mis senos, justo antes de que se vieran mis pezones. Estando tan excitada y nerviosa caminé de forma muy femenina, y cuando iba a llegar a la entrada de la bodega, me sentí tan cachonda y ruborizada que estúpidamente en el último momento bajé uno de los tirantes del hombro para verme sexy lo que dejo ver ligeramente uno de mis pezones, de inmediato me arrepentí e iba a subirlo de nuevo pero entonces uno de los albañiles se asomó a la calle y se me quedo viendo, su cara reflejaba un morbo evidente pues no dejaba de verme los senos, ya no supe cómo reaccionar y deje el tirante abajo, vi que les hizo una señal con la mano para que salieran y en unos segundos ya los seis albañiles estaban afuera obstruyendo la banqueta y con sus cervezas en la mano listos para ver el espectáculo.

—Hola señorita ¿Cómo está? —Me dijeron mientras se comían mis senos con su mirada, eso me hizo ponerme húmeda.

—¿Hace poco que pasa por aquí verdad?

—Sí, recientemente comencé a trabajar cerca de aquí, por cierto, me llamo Alexandra, pero para mis amigos soy Alexa.

—Yo me llamo Carlos.

—Yo Jorge.

—Y yo Samael.

No recuerdo los nombres de los otros tres albañiles, los saludé de beso en la mejilla y por el movimiento mi blusa se bajó más y mi pezón rosita quedo completamente descubierto, pude ver como uno de ellos Carlos el más grande de edad se tocó el pene sobre su pantalón como excitándose, eso me puso nerviosa.

—Bueno, ya me voy, porque se pone oscuro y me da miedo.

—No te preocupes, nosotros aquí te protegemos, a ver qué día nos aceptas una cerveza. —Me propusieron mirándome fijamente a mi pezón descubierto.

—¿En dónde nos la tomaríamos? —Les pregunté coqueteándoles.

—Pues aquí si quieres, o tu dirás. —Me sugirió amablemente.

—¿Y su patrón no se enoja?

—No porque el anda ahorita de vacaciones, y además él casi no viene, siempre estamos solamente nosotros, como esta es la bodega de la constructora él nada más nos habla por teléfono para preguntar cuanto material hay.

Yo me excité mucho y me puse nerviosa, de inmediato paso por mi mente la posibilidad de estar ahí, yo sola, con esos hombres tomando una cerveza, me pareció excitante

—Ah está bien. Entonces ¿Que les parece si mañana vengo a esta misma hora? —Les pregunté con mi voz dulce y cachonda.

—¡Sí! Entonces mañana aquí te esperamos Alexa.

Yo me acomodé el cabello y subí el tirante de mi blusa, intentando hacer ver como que no fue apropósito y se había bajado solo, pero mis pezones estaban duros, excitados y yo toda nerviosa, creo que lo hice más evidente, así que me despedí de beso en la mejilla comenzando por Carlos, el que se atrevió a tocarse su verga frente a mí. Me retiré y seguí caminando muy femenina sintiendo mucha excitación en mi vagina, pues esos jeans se metían entre mi zona íntima de lo ajustados que estaban. Mientras me alejaba toqué sensualmente mis nalgas sobre mi pantalón y pude escuchar que los albañiles decían cosas sobre mí.

—Se ve que ese culo quiere verga.

—Al chile se ve que es bien puta.

—No mames ¿Sí viste como se le salió la teta?

—Sí güey, nomás quería levantarnos la verga.

Estuve a punto de regresarme pues tenía tantas ganas de que me cogieran, pero yo quería que fuera algo especial, así que decidí esperarme.

Al día siguiente en la mañana preferí no ir a trabajar, en lugar de eso, fui directamente a la estética para que me depilaran y me pusieran uñas. También pasé al centro comercial, me compre un brasier y una tanguita negros muy eróticos marca Victoria´s. Quería que fuese un encuentro que marcara mi vida, pues en esa ocasión seria yo la que visitaría a 6 albañiles para seducirlos y provocar que me follaran en esa bodega sucia, sin nadie que pudiese ayudarme. Esos hombres eran fuertes y rudos por el trabajo que hacían, y estarían ardiendo de lujuria por disfrutarme todos a la vez. Yo sabía lo que me podía pasar y aun así quería hacerlo, estuve muy nerviosa todo el día. Cuando regresé del salón de belleza pasé por un centro comercial en donde hay una sexshop, tenía mucho tiempo sin entrar a una, le pedí a la chica que me atendió que me vendiera un enema para limpieza anal, un lubricante con anestésico y un plug anal con adorno de corazón brillante que estaba hermoso, me recordó al que tenía cuando más joven. Me fui a mi casa y me apliqué los lavados anales, quede muy limpia y eso me dio mucha más confianza para practicarlo, hice un calentamiento con el plug anal que me vendió para ir dilatando mi ano y que estuviera relajado, lo que me ayudaría a estar dilatada por si esos hombres querían hacerlo así no me fueran a lastimar, eso creía yo….

Faltando unas horas me bañé con un shampoo y jabón aromáticos que dejó mi piel muy suave e hidratada, me puse una crema Victoria´s que olía frutal, me depile completamente, planche mi cabello, me maquillé usando labial rojo y me puse mis arracadas grandes de plata 925 que tanto me gustan, además me puse la tanguita y el brasier negros muy eróticos, un vestido negro muy ajustado que se adaptaba perfectamente a mi figura, tenía un escote abierto que permitía ver entre mis senos y mostrarlos según cuanto yo quisiera bajarlo o subirlo, era un vestido de tela muy corto y flexible como licra, por lo que podía bajarlo a la mitad de mis piernas o subirlo a tres dedos debajo de mis nalgas según yo quisiese, sin que se notara arrugas o que yo lo hubiera forzado por lo que era ideal para salir de casa como una dama y llegar a la bodega con el vestido más levantado como una puta con tacones negros altos de correas. Me puse perfume como si fuera al encuentro de mi vida. Moria de los nervios, sabía lo que podía pasar, pero no dejaba de excitarme, imaginaba cómo me lo harían, si me dolería, bueno mil cosas pasaron por mi cabeza…

Llegando el atardecer, antes de salir de casa dilate mi ano con el plug anal, metiéndolo y sacándolo suavemente de mi ano pues era muy doloroso, sentía una punzada, pero después de rato solo era placer, cuando sentí que ya estaba lista lo deje dentro de mi ano y acomodé el vestido jalándolo un poco para que me llegara a media pierna, algo decente por así decirlo, aborde el microbús y todos los hombres me miraron con ganas de cogerme, el chofer no dejaba de voltear por el espejo, tomé asiento junto a un joven que no dejaba de verme las piernas de reojo, y yo sentía un poco de dolor pues traía el plug anal puesto y me lastimaba cada que el camión pasaba un tope, llegado el momento me baje del camión y me dirigí a la bodega caminando muy femenina y sintiendo como el plug anal entre mis nalgas me lastimaba un poquito a cada paso, podía sentir mi vagina caliente y lubricada durante todo ese largo camino que de nuevo estaba completamente solo, y como ya se me estaba haciendo costumbre antes de llegar levanté un poco el vestido para dejarlo a tres dedos por debajo de mis nalgas para mostrar mis hermosas piernas y dar una forma más sexy a mi trasero, me veía guapísima. En ese momento decidí no mostrar más mis senos pues eso lo quería dejar para cuando estuviéramos platicando.

Ya estaba ocultándose el sol, y el alumbrado público en esa zona es muy tenue, cuando llegué a la entrada de la bodega ellos ya estaban tomando, apestaba a humo de cigarro y se les veía cubiertos de polvo de arena y cemento, ya relajados de jornada de trabajo y eso me gustó pues yo quería un encuentro con hombres rudos. Entonces Carlos el más grande, se acercó para recibirme y lo saludé de beso en la mejilla mientras sentí como me tomó la cintura con su mano derecha y me habló al oído.

—Te ves guapísima Alexa.

—¡Gracias! ¡Que lindo! —Le conteste sonrojada.

Fuimos a donde estaban sus amigos y me saludaron también de beso en la mejilla, mirándome de pies a cabeza casi babeando con una cara de lujuria que no podían con ella, me llovieron halagos sobre lo hermosa que me veía.

—Que guapa te ves Alexa.

—Sí te ves muy hermosa.

—Sí te ves preciosa.

—¡Gracias chicos! ¡Que lindos! —Les dije ruborizada.

—¿Gustas una cerveza Alexa? — Me preguntó uno de ellos.

—Sí, por favor.

—Aquí tienes hermosa.

—Me la podrías abrir por favor, es que no quiero se e vayan a romper la uña.

—Ah, sí. —El albañil me abrió la lata de cerveza muy amablemente.

—Aquí tienes Alexa.

—¡Gracias!

Me acercaron una silla, mientras ellos estaban sentados enfrente sobre unos bultos de cemento, comenzamos a platicar sobre nuestros trabajos, la rutina hasta que habíamos bebido unas tres cervezas.

—¿Cómo ven, saco el tequila? —Dijo uno de ellos.

—Sí güey tráetelo —Contestaron sus amigos.

—¿A ti te gusta el tequila Alexa?

—¡Sí, me encanta! —Yo sabía que lo que buscaban era alcoholizarme.

Comenzaron a servir en vasos desechables y lo tomaron solo, así que decidí seguirles el juego y lo tomé igual, pude sentir rápido el efecto, me sentí muy cachonda y desinhibida, pues tenía el plug anal puesto y es como ser penetrada por el ano todo ese tiempo. Así que decidí tomar la iniciativa.

—¿Qué es lo que más les gusta de mí? porque el primer día que pasé escuche que me silbaron ¡Eh! y me dijeron cosas sobre mi cuerpo, traviesos. —Les dije con voz cachonda y tierna.

—Ah, pues es que tienes unos ojos muy bonitos. —Me dijo uno un poco avergonzado.

—¡Que lindo! Pero aparte de eso, ya díganme la verdad. ¿Qué mas les gusta de mí? Díganmelo sin pena no me voy a enojar, al contrario, tengo curiosidad. —Les insistí muy desinhibida por el efecto del tequila.

—Pues la verdad sí estas muy guapa Alexa, esperamos no haberte ofendido, pero si quieres que te digamos pues es que tienes unas tetas muy ricas. —Me dijo Jorge.

—Tienes un culo bien sabroso, la verdad que estas bien buena. —Me dijo Samael.

Al escuchar tales declaraciones, se me estremeció el abdomen, no podía creer que estaba frente a esos hombres escuchando halagos tan descarados sobre mis atributos femeninos y observé que uno de ellos Carlos, el más grande de edad tenía un tatuaje en el brazo y ahí fue cuando supe como comenzaríamos a coger. Yo tenía que dar el primer paso, pues como estábamos platicando en muy buen plan estaban siendo muy respetuosos.

—Oye Carlos está muy bonito tu tatuaje ¿puedo verlo? —Le pregunté con curiosidad.

—Sí, mira. —Me dijo gustoso de mostrarme su tatuaje mientras se levantaba de su lugar.

—No, espera yo voy, me quiero sentar junto a ustedes, es que me siento muy alejada.

Entonces yo me levanté de la silla y me fui a sentar justo en medio de todos ellos, sabía que me iba a ensuciar de polvo de cemento pero eso no me importó, así que lo hice, solo que los costales de cemento me quedaban un poco altos, así que di un saltito para caer de sentón sobre los costales, en ese instante olvidé que traía puesto el plug anal y pude sentir como al caer bruscamente me lastimó, pero me excitó mucho sentir eso junto a todos ellos, así que comencé a tocar el tatuaje de Carlos, acariciándolo con mis dedos y jugando en su brazo con mis uñas. Le di un besito en el brazo para mancharlo con mi labial rojo.

—¿En verdad les parezco bonita? —Les pregunté con voz tierna.

—Sí, estás muy guapa.

—Sí, eres muy hermosa Alexa. —Me decían mientras me miraban morbosamente.

—¿Les parece que tengo unos senos bonitos? —Les pregunté tocando y apretándome los senos.

—Sí, tienes unos senos bien sabrosos —Respondieron con lujuria.

—¿Les gustaría verlos?

—Sí hermosa, déjanos ver tus senos. —Me dijeron muy ansiosos.

Fue cuando sentí nuevamente un dolor en el ano por causa del sentón que me di en el costal.

—Bueno, pero antes ¿podría pasar a su baño?

—Sí hermosa, esta atrás a la izquierda. —Me dijeron muy amablemente.

Acto seguido me levanté y fui caminando muy femenina, sintiendo el plug lastimándome por dentro, mientras ellos me comían el culo con su mirada.

Llegué al baño, el que por ende olía a orines, estaba muy sucio, pero yo tenía que orinar las tres cervezas que me había tomado, pensé en orinar sin tocar la tasa, ya saben de aguilita, pero estaba tan cachonda que preferí sentarme y tocar con mis nalgas la tasa sucia de orines, fue algo sucio que me éxito mucho, enseguida fue cuando retiré el plug anal de mi ano y lo limpié con papel y noté que tenía poquita sangre, lo que consideré normal pues me había estado lastimando poquito al caminar, saqué el lubricante anal con anestésico y me lo apliqué, también puse un poco de lubricante en mi vagina era de olor a sandía, estaba en mis días fértiles lubricando mucho y no había tomado anticonceptivos y menos comprado condones, estúpidamente no se me ocurrió. Mi vestido que ya estaba muy corto lo levanté más hasta la mitad de mis nalgas, me quité el brasier y lo puse en mi bolso, retoqué mis labios con labial rojo, me froté mis pezones y los pellizqué un poco para ponerlos duros y se me marcaron como montañitas. Una de las cosas que me gustan de mí son mis pezones rositas, pues me excité mucho sabiendo que mis senos serian lo primero que les mostraría. Desde ahí alcancé a escuchar comentarios entre ellos.

—No mames güey está bien buena.

—Hay que cogérnosla.

—Pues dile tu güey.

—No mames, si le digo se vaya a ir y le llama a la poli güey.

—Yo se la quiero meter por el culo bien duro.

Entonces confirmé que, sucedería lo que yo esperaba, me iban a coger entre todos ellos, pero yo tendría que dar el primer paso.

Sali del baño y me voltearon a ver con mucho morbo, se veía la lujuria en sus caras, al ver mi vestido descubriendo la mitad de mis nalgas, fui a sentarme de nuevo junto a ellos, sintiendo como mis nalgas tocaron el sucio bulto de cemento, y les pregunté por mi tequila, me lo dieron y lo tomé de un solo trago, para tomar valor.

—¿En qué nos quedamos? ¡Ah, sí! Les iba a mostrar mis senos ¿verdad? —Les dije muy nerviosa, hacia un poco de frio y mis pezones estaban muy alargaditos y duros.

—¡Sí, a verlos!

—Muéstranoslos —Ellos tenían sus caras rojas de lujuria.

Estaba muy nerviosa y las manos me temblaban, sentía mariposas en el estómago, iba a bajar el vestido descubriéndome por completo los senos, me quedaría desnuda de los hombros hasta la cintura.

—¿Carlos, me ayudas por favor a bajar el zíper del vestido de la parte de la espalda? —Se voltearon a ver entre ellos con mucha morbosidad.

—Vengan acérquense para que vean. —Les dije invitándolos a que me vieran desnuda.

Entonces se levantaron y ya estando a mi alrededor comencé a bajar los tirantes del vestido. Lo fui deslizando muy lentamente hacia abajo y ellos se quedaron callados no podían ni hablar de lo que estaban viendo, y yo con mis senos firmes y los pezones duros y alargados por la tremenda excitación que me provocó el quedar expuesta ante aquellos albañiles rudos, seguí bajando el vestido sintiendo como mi piel se erizaba al ir quedando desnuda hasta la cintura. Yo permanecí con el vestido abajo, no tenia intenciones de cubrirme de nuevo, quería que ellos me siguieran disfrutando.

—¿Cuántos segundos aguantan tomando tequila directo de la botella? Yo puedo tomar hasta 15 segundos ¿Quién me lo quiere dar? — Les pregunté sintiéndome muy cachonda al ser observada por esos hombres morbosos.

—Yo te doy tequila mamacita. —Me dijo Carlos apresuradamente.

Se puso atrás de mí y tomó la botella. En ese momento mi corazón comenzó a latir muy fuerte y me puse muy nerviosa por lo que iba a hacer, recogí mi cabello llevándolo hacia atrás para poder sujetarlo con una mano, al hacer eso me sentí muy excitada

—Samael ¿Podrías sujetar mi cabello por favor? —Le pedí con voz sensual.

Entonces Samael se levantó y fue atrás de mí para sujetar mi cabello, en ese momento los otros cuatro hombres fueron a bajar la cortina de la bodega para quedar encerrados.

Me dio un poco de miedo, sabía que estaba a su merced y harían conmigo lo que quisieran. La bodega se oscureció, y encendieron unas luces algo tenues.

—Samael, Cuando yo te diga me vas a jalar del cabello hacia atrás para que mi boca quede hacia arriba y que Carlos me comience a dar tequila.

—Y tú Carlos, me vas a dar tequila directo de la botella durante 15 segundos ¿Ok?

Recordé que los otros cuatro albañiles, habían dicho que les gustaban mis senos y mi culito.

—Y ustedes chicos quiero que me chupen los senos, me acaricien las piernas y me toquen la vagina ¿Les agrada la idea?

—Sí mamacita, te chupamos lo que quieras.

Entonces abrí mis piernas para ellos y le dije a Samael que estaba lista y el jaló de mi cabello, yo quedé con mi boca hacia arriba, con mis senos levantados como montañas y mis arracadas de plata luciendo hermosas y brillantes, mientras Carlos me daba ese chorro de tequila, de pronto sentí como los otros hombres me sujetaron y se lanzaron sobre mis senos. Comenzaron a lamerlos y succionarlos, mientras los otros me acariciaban las piernas y hacían a un lado mi tanguita negra para meter sus dedos en mi vagina fue algo tan delicioso y excitante estar rendida e indefensa, expuesta ante esos hombres. Me sentí tan vulnerable, hasta que terminaron los 15 segundos, cuando los albañiles me soltaron me puse de pie y me sentí muy ruborizada por el alcohol.

Estaba muy cachonda con los senos descubiertos frente a esos hombres.

—¿Les gusta lo que ven? —Pregunté muy excitada.

—Sí mamacita tienes unas tetas bien ricas

Me sentí deseada por esos albañiles sucios, bajé mi vestido hasta quedar desnuda, solamente conservé mi tanguita y tacones negros. Mi vagina estaba hecha un rio, caminé sensualmente hacia ellos para acariciarles sus vergas por encima del pantalón, ellos comenzaron a acariciarme el culo, metían sus manos en mi entrepierna y me dedeaban la vagina, al mismo tiempo me lamian las tetas.

—Quiero que me cojan entre todos, cójanme con todas sus fuerzas hasta cansarse, quiero ser su hermosa, hagan conmigo lo que quieran solo no me golpeen. —Les dije con voz dulce y cachonda.

No terminé de decirles cuando fueron a la parte de atrás de la bodega y sacaron un colchón viejo y mugroso, y lo dejaron en el suelo a la mitad de la bodega y me cargaron para recostarme ahí, Samael me quito la tanguita de un tirón y me sentí tan vulnerable, tan excitada y desprotegida.

Estaba completamente desnuda ante esos albañiles que olían a sudor, tequila y tabaco solo tenía puestos los tacones que por cierto me dejaron porque les gustaba como me veía. Se desabrocharon los cinturones, cuando vi eso sabía que era cuestión de segundos para que estuviera siendo penetrada por uno de esos albañiles. Se veía que tenían un morbo y lujuria tremenda, quedaron totalmente desnudos con sus vergas morenas erectas, tenían mucho vello púbico se veía que jamás se lo rasuraban, pues eran albañiles rudos. Samael se lanzó hacia mí y me abrió las piernas e introdujo su lengua en mi vagina depilada y comenzó a comérsela a lengüetadas, no paraba mientras los demás abrían mis piernas y las acariciaban, otros me comían los senos dejándome chupetones y mordisqueaban mis pezones duros, lo que me dolía y excitaba a la vez, de pronto Samael me arrodilló, me jaló del cabello y metió su verga en mi boca. Me atragantaba pues lo hacía hasta el fondo, mis labios rojos llegaban hasta la base de su verga sentía como me abría la garganta y así se turnaron para que les diera la mamada de su vida.

—Ahora sí hermosa te voy a meter la verga bien duro. —Me dijo Samael, quien tenía la verga más grande.

—Cójanme a su antojo, úsenme, solamente no me golpeen, cójanme con todas sus fuerzas, no le diré nada a nadie.

Samael, me puso en cuatro y me empinó dejando mis senos y brazos sobre el colchón sucio, mi espalda quedo curveada hacia abajo y mis nalgas sobresalían empinadas como un corazón bien formadito, mi piel tan suave y perfumada, mi vagina y ano rosas, estaban siendo entregados a ese hombre, me sentí tremendamente excitada, en unos segundos tendría una verga gruesa y morena dentro de mí después de meses sin hacerlo. Samael se puso atrás de mí y colocó la punta de su verga en la entrada de mi vagina, con sus manos grandes y toscas me tomó con fuerza de la cintura y de un fuerte empujón, me penetró violentamente hasta el fondo, mi vagina no pudo poner resistencia estaba tan lubricada que entró completamente, me la metió muy fuerte y rápidamente, tal como yo lo quería, cada que me penetraba podía sentir un golpe dentro de mi vientre, así continuó cerca de veinte minutos, hasta que de pronto sentí que iba a tener un orgasmo me estaba viniendo.

—¡Aaah! ¡Sí! ¡Aaah! ¡Que rico! ¡Sí! ¡Mmjjj! ¡Sigue así, no te detengas! ¡Ay, que rico! ¡Que rica verga! ¡Cógeme duro! ¡Más rápido! —Le dije gimiendo.

Él aceleró el ritmo y me penetró frenéticamente, pude sentir como eyaculaba disparándome chorros de semen caliente dentro de mí, a la vez que yo me estaba viniendo fue algo muy excitante sentir su semen dentro de mí junto con mis fluidos, mientras sentía mi piel sensible, los pezones durísimos, me temblaban las piernas y el abdomen se me contraía. Me sentí plena en ese momento, un hombre desconocido se había corrido en mi interior y me hizo sentir tan vulnerable, como es que yo estaba encerrada en una bodega para ser cogida por esos hombres, aun no lo podía creer, nadie que me conociera podía imaginar que estaba siendo una puta sumisa con esos albañiles.

Continuaron cogiéndome todos en mi posición de cuatro, como bestias insaciables solo buscando su propia satisfacción, disfrutando de mi cuerpo a su antojo, atragantándome con sus vergas y apretándome los senos, sentía sus manos tocando todo mi cuerpo. Como ya estaba muy rendida y sentía semen escurriendo por mis piernas, mojé mis dedos con los fluidos y me los llevé a la boca para saborear su semen. Eso era algo que antes con mi pareja me daba asco, pero con ellos en ese momento de excitación, me gustó el sabor dulce del semen, volví a mojar mis dedos en mi vagina y metí un dedo en mi ano. Sentí que estaba muy caliente y era placentero lo que me hizo soltar algunos gemidos.

—¡Aaaah! ¡Aah! ¡Mmmjj! —Al verme tan excitada dedeándome el ano, me levantaron jalándome del cabello.

Samael me llevo caminando hasta unos costales de cemento y los acomodo aproximadamente a un metro de altura.

—Inclínate para metértela por el culo hermosa. —Cuando me dijo eso sentí que mi abdomen se estremeció, me sentí nerviosa al saber que todos ellos me penetrarían analmente.

—¡Sí! métemela por el culo muy fuerte, me encanta el sexo anal. —Le dije a tono de ruego.

—¿O sea que ya te la han metido por el culo hermosa? —Me preguntó con lujuria.

—¡Sí, me encanta! Me gusta que me duela. Quiero que me cojan muy fuerte entre todos. —Yo quería que esos hombres me cogieran sin piedad.

—¡Enserio! Pues te la voy a meter bien duro como te gusta.

—Quiero que me cojan con todas sus fuerzas hasta saciarse y que se vengan dentro de mí culo. Y no me vayan a soltar, aunque llore.

Yo sabía que estaba sola en esa bodega con esos albañiles y nadie me podría ayudar, y peor aún les acababa de dar indicaciones de que me penetraran cuanto ellos quisieran.

—Pero antes de comenzar quiero tomar más tequila.

Carlos fue por la botella y me dio tequila. Mi corazón comenzó a latir y mi estomago se me contraía y sentía un fuerte vacío, una sensación de mucho miedo y excitación.

Estando yo de pie con mis tacones negros y altos de correas aun puestos, frente a los bultos de cemento, Samael quien tenía la verga más gruesa y larga de todos, me inclinó curveando mi espalda hacia abajo y reposando mis senos sobre la barricada de costales, que rosaban mis pezones. Abrió mis piernas dejando expuesto y abierto mi culo y coloco la punta de su verga en la entrada de mi ano que estaba muy lubricado, me tomó de la cintura muy fuerte y me jaló hacia atrás contra su verga al tiempo que el de un solo empujón me penetro analmente hasta el fondo, pude sentir la sensación de que una verga entrara por mi culo abriéndose paso en mi interior, sentí una fuerte punzada, un dolor desgarrador que nunca había sentido en mi vida, cuando su verga topó en mi interior sentí que me rompía, todo era dolor por dentro en ese momento y grité mucho quise zafarme pero ellos no me dejaban ya que me sujetaban de los brazos, Carlos que estaba enfrente de mi podía ver mi cara de dolor y mis lágrimas escurriendo el rímel, y lo que hizo fue masturbarse disfrutando de mi dolor mientras el tocaba mis senos y pellizcaba mis pezones para causarme más dolor. Comencé a arañar los bultos de cemento con mis uñas, y quería patalear, pero no podía porque ellos estaban siguiendo mis ordenes de no soltarme, me sujetaban las piernas. Samael siguió penetrándome analmente muy duro, cada que me la metía sentía como topaba hasta el fondo, empujándome contra los costales yo estaba llorando y gritando sin parar, mi llanto resonaba haciendo eco dentro de la bodega rogándoles que ya me soltaran, pero no lo hicieron en ese momento me arrepentí, deseaba no haberles pedido eso, mi corazón latía muy fuerte y sentía reventado el culo, me ardía y punzaba mucho. Hasta que perdí las fuerzas, sentía que me desmayaba, mis piernas estaban entumecidas no podía seguir de pie, estaba rendida con mis senos sobre la barricada de costales.

Samael siguió ensartándome su verga sin piedad, lo hacía brutalmente como si yo no valiera nada, era un objeto de placer para él, con el que estaba satisfaciéndose como un animal. Samael era un hombre que aguantaba mucho con la verga erecta, después de media hora por fin escuché los jadeos de Samael y sentí como saco su verga ensangrentada para darme un último empujón hasta el fondo, Samael disparaba chorros de semen caliente dentro de mí, apretándome fuerte contra él durante unos diez segundos, lo que me lastimó mucho por dentro, pues el seguía moviéndose restregándome su verga y abriéndome las nalgas muy fuertemente como si quisiera llegar más adentro para destruirme. Me sentía violentada con la punta de su verga topando en mi interior.

—Que buena estás mamacita, se siente bien rico venirme adentro de ti.

—Sí, échamelos adentro amor.

—Estas bien rica puta. —Él seguía restregándome su verga.

—¡Aaay! Me duele.

El albañil estaba lastimándome y pellizcando mis pezones, me beso el cuello, en ese momento comencé a llorar entre dolor y de sentimiento femenino, sentía mucho calor en mi vientre y mi piel erizada y sensible pues ese hombre duro mucho penetrándome y me sentí muy violentada eso fue algo que estúpidamente me hizo sentir querida, ese hombre había gozado de mi culo, me había cogido con todas sus fuerzas desquitando sus ganas conmigo. En ese momento me sentí un poco aliviada, pensé que había terminado ese sufrimiento indescriptible, pues él era muy fuerte y con esa verga enorme me había destrozado el culo.

Cuando Samael retiro su verga aun erecta, sentí como se escurrió entre mis piernas su semen, y yo estaba descansando un poco del dolor.

—No mames güey le rompiste el culo.

—Está escurriéndole sangre.

—Le dejaste abierto el culo. —Decían ellos con mucho morbo.

Literalmente yo podía sentir como mi ano estaba abierto, pues era algo que desde muy chica había experimentado y sentía como si tuviera mi ano muy relajado en ese momento, trataba de contraerlo, pero no podía hacer fuerza estaba tan adolorida que era mejor seguir relajando mi ano. Alcancé a ver la verga de Samael estaba manchada de mi sangre. Me sentí muy dañada, entre en llanto de nuevo y sentí miedo pues no me soltaban, escuchaba como se peleaban como perros por ver quien era el siguiente en romperme el culo.

Tan solo después de unos segundos siguió Jorge.

—No, ya no por favor, ya déjenme, me duele mucho, me están haciendo daño, se los ruego ya no. —Pero ellos no hicieron caso.

—Esto es lo que querías ¿No? —Me dijeron recordándome lo que les pedí.

Entonces entendí que no había nada que yo pudiera hacer y que me seguirían cogiendo por el culo así que intenté relajarme y entregarle mi culo sin resistirme, entonces él se puso atrás de mí y sin preguntarme solo coloco su verga en la entrada de mi ano, me tomó de la cintura y me jaló muy fuertemente contra él, me penetró hasta topar en mi interior, sacándome uno gritos desgarradores.

—¡Aaaah! —Me quede afónica.

Se me doblaron las piernas, sentí un fuerte ardor de nuevo en mi culo, inevitablemente rompí en llanto, Jorge también tenía la verga muy gorda, y me jalaba de las cintura para ensartarme con fuerza, solo escuchaba el sonido de nuestros cuerpos chocando, me sentía tan lastimada en ese momento sin poder hacer nada, las piernas me temblaban y se me doblaban, perdí la fuerza en todo mi cuerpo, Jorge me jalaba del cabello cada que me embestía era un sentimiento de vulnerabilidad, pero poco a poco fue pasando y sentí como mi ano estaba más relajado lubricado por mi sangre que escurría entre mis piernas, seguía doliendo cada impacto por dentro pero ya estaba comenzando a disfrutar, cada vez que me la metía sentía más cálido y quería lo volviera a meter, Jorge duró aproximadamente 15 minutos, hasta que comenzó a cogerme más duro y fuerte, sentía un ardor acompañado de placer, supe que Jorge estaba por eyacular dentro de mí lo que me causo mucha excitación de nuevo, pues lo escuchaba jadear del placer que sentía de estar por venirse, yo solamente me relajé y disfruté lo que estaba por pasar, después de unos segundos sentí un delicioso calor dentro de mi culo, eran los chorros de semen caliente que Jorge estaba eyaculando, él permaneció dentro de mi durante unos segundos y después retiró su verga de mi culo. En ese momento sentí como la sangre y el semen se escurrían por mis piernas.

—No mames güey, se lo dejó bien abierto.

—No se le cierra el culo.

—Ya le dejo su culito bien abierto.

Jorge volvió a meter su verga unas cuantas veces para que vieran como la podía meter y sacar ya que mi ano estaba muy dilatado y no se cerraba.

Yo sabía que eso no había terminado, pues faltaban cuatro albañiles. Me seguían sujetando y rompiendo el culo hasta saciar sus ganas, podía ver como disfrutaban con morbosidad al verme el culo reventado y mi cara bañada en lágrimas pidiéndoles que se detuvieran. Cuando ya solo faltaban dos hombres, comencé a sentir que el dolor se estaba terminando y daba paso al placer, pues cada que sacaban su verga de mi culo, sentía un fuerte deseo de que me la ensartaran de nuevo.

—Ya no es necesario que me sujeten, ya pueden soltarme. Lo estoy disfrutando.

Yo ya estaba muy relajada y tomé más tequila para alcoholizarme, solo me incliné sobre los costales y empiné mi culo para que lo siguieran disfrutando, ya no dolía solo sentía el ir y venir de sus vergas y lo disfruté mucho, me sentí tan plena y cogida por esos albañiles.

Después les pedí que me llevaran al colchón por que no podía mantener el equilibrio, y ya acostada con mi culo y piernas escurridos de sangre les pedí que continuaran y que me siguieran cogiendo que todo estaba bien.

—¿y si nos la cogemos por los dos lados al mismo tiempo? —Les preguntó uno de ellos a los demás.

—Sí güeyes, hay que cogérnosla entre todos —Respondió uno de los albañiles.

—Sí, cójanme a su antojo, quiero que me usen. —Les suplique desbordando de lujuria.

Uno de los albañiles se acostó y me montó sobre el penetrándome por la vagina, yo no tenía fuerza en las piernas y mi cuerpo caía por su propio peso ensartándome por completo la verga de aquel hombre y Samael se puso atrás de mí y me inclino sobre el otro hombre. Samael me penetro por el culo de forma que comenzaron a cogerme entre los dos vaginal y analmente, tenía dos vergas entrando y saliendo de mí, fuerte y profundamente, me sentía destruida por dentro, cada que me penetraban me estaban matando de dolor y placer, los demás me mordían y lengüeteaban las tetas, me hacían chupetones por todo el cuerpo y me atragantaban con sus vergas. De pronto sentí como disparaban chorros de semen caliente dentro de mí, fue algo que me hizo sentir tan plena, me sentí suya y comencé a llorar de sentimiento femenino, mis piernas se entumecieron y mi abdomen se estremeció, sentí un fuerte orgasmo erizando mi piel y levantándome los pezones, me vine completamente y mis fluidos vaginales mojaron los cuerpos de esos albañiles sucios. Lloraba como escuincla entregándome a esos albañiles que se turnaron para disfrutarme durante horas.

Cuando por fin se cansaron, me dejaron tirada en el colchón, yo estaba tan alcoholizada que todo me daba vueltas. No supe en qué momento me quedé dormida, pero desperté como a las 2:30 de la madrugada. Samael era el único que se había quedado pues le tocaba hacer guardia esa noche en la bodega. Me levanté y fui al baño para limpiarme la sangre del cuerpo con unas toallas húmedas que siempre traigo en mi bolsa. Me peiné y retoqué mi maquillaje tratando de ocultar todos los chupetones, desde las pantorrillas, las piernas, la entrepierna, los senos y hasta el cuello. Todos los albañiles me habían dejado esos recuerdos que llevaría conmigo durante días. Salí del baño y me acerqué a Samael que estaba sentado en una silla fumándose un cigarro, tomamos un poco de tequila directo de la botella le pedí que se bajara de nuevo el pantalón, el permaneció sentado mientras yo me agache para mamarle su deliciosa verga y ponérsela durísima. Cuando su verga gruesa estaba bien ensanchada me senté sobre el de frente ensartándome su verga deliciosamente, él me tomaba de las nalgas levándome de arriba para abajo mientras se comía mis senos durante un buen rato, cuando ya estaba a punto de eyacular se puso de pie y me arrodillé ante él para mamársela y tragarme hasta la última gota de su semen mientras él metía su verga hasta el fondo de mi garganta. Me puse el vestido y mi tanguita, lo abracé y me despedí…

Cuando salí de la bodega, me sentía muy adolorida, excitada, cogida y sobre todo muy desinhibida por el alcohol, sentía que podía hacer lo que fuera, y como el alumbrado público era muy tenue, la calle sola y faltaba un tramo muy largo como de unos 10 minutos en esa zona industrial, quise hacer algo que me excitara, así que en plena calle me desnudé quedando solo en tacones, me coloqué el plug anal de nuevo para sentir la sensación morbosa de estar desnuda en una zona publica, expuesta a que si por alguna razón alguien pasara por ahí me podría ver, así que me bajé de la banqueta y camine a la mitad de la calle hasta la esquina sintiendo como el plug anal me lastimaba a cada paso que daba, yo seguía muy cachonda y alcoholizada, ya me habían cogido seis hombres vaginal y analmente, se las había mamado y disfrutaron cada parte de mi cuerpo, así que yo me sentía una mujer capaz de satisfacer no a uno sino a los hombres que fueran, pues yo me había minusvalorado porque mi pareja me dejo, pero la realidad es que soy una chica muy guapa y que cualquiera se excita con verme.

Cuando llegué a la esquina vi pasar un camión de carga, que sonó el claxon al verme, eso me excito mucho y me hizo descubrir mi lado exhibicionista. Volví a ponerme el vestido y mi tanguita y dejé el vestido muy corto mostrando ligeramente mis nalgas y bajé el escote dejando ver la mitad de mis pezones rosas, pues como ya era de madrugada no pasaban camiones y sabía que tendría que tomar un taxi, después de unos minutos abordé uno y me senté en el asiento trasero, el chofer se veía de unos 52 años y con un poco de canas, fornido pero no era gordo, tenía barba con canas y cumplía con mi perfil de hombre rudo, pues el taxi olía a gasolina, aceite de coche y grasa, así que le di instrucciones de llevarme a mi casa, el taxista no dejaba de verme las piernas, fui coqueteando con él en el trayecto, platicándole que había ido con unas amigas a tomar unos tragos y haciendo evidente que estaba ebria y podría hacerme cualquier cosa si él quisiera, ya que quería me siguieran cogiendo más hombres.

Yo estaba muy excitada y quería provocarlo para que me cogiera así que muy discretamente bajé los tirantes del vestido y casi sin mover las manos jalaba un poquito de mi vestido simulando que me estaba acomodando en el asiento trasero, hasta que vi que mis pezones rosas ya eran visibles.

—Disculpe, me quiero acostar tantito porque se me pasaron las copas y pues tengo mucho sueño y me siento mareada. —Le dije para hacerle evidente mi vulnerabilidad.

—Sí, está bien. Acuéstate y yo te despierto cuando lleguemos. —El chofer volteó y pudo ver mis senos que estaban ya más descubiertos, con mis pezones rositas completamente de fuera.

Así me quedé dormitando esperando que algo pasara, hasta que escuché que se estacionó y apagó el coche, abrió su puerta y se salió del vehículo, en ese momento de reojo pude ver que estábamos en una calle sin luz pues el alumbrado público estaba apagado y se veía como camino de terracería, de nuevo sentí miedo y mucha excitación al mismo tiempo pues ahora estaba a merced de otro hombre desconocido, y yo aun podía sentirme adolorida por la cogida que me habían dado.

Entonces escuché que estaba hablando con alguien por teléfono, pero no logre entender lo que decía. Se aproximó a mi puerta y fingí estar dormida, de pronto sentí como se me acercó.

—Levántate, ¿estás dormida?

—¡Yaaa! ¡Déjame dormir! ¡Mmm! —Le conteste fingiendo estar soñolienta.

En ese momento fue cuando él comenzó tocar mis piernas pasando su mano ligeramente sobre mi piel, al parecer él pensaba que yo iba a reaccionar y a gritar o algo así, pero en lugar de eso guardé silencio y eso le dio a el más confianza, y acaricio mis piernas con más ganas y cada vez se acercaba más a mi entrepierna, y yo apenas podía evitar agitar mi respiración, él puso su mano en mi vagina, y al tocar la tanguita que traía, me la comenzó a quitar tratando de no ser muy brusco para no despertarme, yo sentía como me iba despojando de mi tanguita, y me sentí muy excitada comencé a lubricar pues otro hombre me estaba mirando desnuda y era cuestión de minutos para que me penetrara.

Yo estaba recostada boca arriba en el asiento, cuando ya había retirado mi tanguita por completo, el hombre abrió mis piernas y pudo ver el plug anal, intentó retirármelo, pero me quejé un poquito, así que me lo dejo puesto y empezó a frotar mi clítoris y acariciaba mi culo muy rico, cuando de pronto se escuchó otro vehículo que se estaciono junto a nosotros, escuche que era otro hombre, seguramente al que le había hablado por teléfono, quien resultó ser otro taxista.

—Oye y ¿quién es esa chica? —Le preguntó su amigo.

—Pues es una pasajera, que anda muy alcoholizada. ¿Está bien buena verdad?

—Sí, está bien buena ¿La conoces de algún lado?

—No, la acabo de levantar en la calle, o sea que no hay problema, nadie sabe. —Le dijo mi chofer.

—¡Ah! Pues está muy buena la chica, ya se me puso dura la reata nada mas de verla. —Comento su amigo muy lujuriosamente.

Yo me sentí muy cachonda al escuchar eso, ya sabía lo que me esperaba, así que el amigo se acercó hacia la puerta del otro lado y la abrió, comenzó a frotar mis senos sobre el vestido, y después con cuidado me bajo un poco el vestido hasta que mis senos quedaron expuestos totalmente, eso despertó esa sensación tan excitante en mi pues ahora un octavo hombre estaba desnudándome, sentí como se me acercó y comenzó a lamer mis senos, lo hacía muy rico, y succionaba mis pezones, de pronto mi chofer que estaba en la otra puerta abrió de nuevo mis piernas y me lamia la entrepierna lo que sentí delicioso, e introdujo sus dedos en mi vagina y fue inevitable en ese momento empecé a gemir y él se dio cuenta que yo lo estaba disfrutando y continúo haciéndolo, yo gemía con más fuerza me estaba poniendo muy cachonda hasta que llego el momento en que decidí abrir los ojos, yo seguía tan desinhibida por el alcohol que me sentía libre de hacer cualquier cosa, así que abrí mis ojos.

—¡Aaaah! ¡Que ricooo! Esperen, mejor vamos afuera del coche. —Les propuse con voz cachonda.

—Sí a ver bájate. —Me dijeron sorprendidos por mi disponibilidad.

Ya estando fuera del vehículo, le pedí a su amigo que me bajara el zíper del vestido, y le pedí a mi chofer que me desnudara ya que me excitaba mucho la idea de que un hombre me despojara de mi vestido, entonces él se acercó y me bajo el vestido hasta el suelo dejándome desnuda por segunda vez en vía pública, ahora con mis pezones muy duros y levantados en un camino de terracería y al aire libre. A pesar del maquillaje los chupetones se notaban por todo mi cuerpo, camine con mis tacones y pude ver que estábamos en una zona despoblada y oscura solo se veían a lo lejos pasar vehículos en una carretera, deslicé mis manos sensualmente sobre la lámina del coche y pude sentir que el cofre estaba ardiendo de caliente, abrí mis piernas mostrándoles mi culo y me retire el plug anal soltando un gemido, al retirarlo sentí como escurrió un poco de sangre y lubricante de mi ano que ya estaba muy lastimado, yo seguía tan cachonda que abrí fuertemente mis nalgas y me senté sobre la lámina caliente del cofre para calentar mi ano, de inmediato sentí como mi ano se quemaba, el calor de la lámina entro por mi ano dilatado y me calentó el interior del culo, lo mismo pude sentir en mis labios vaginales, solté gemidos de placer y dolor.

—¡Aaay! ¡Aaah!

Soporté el dolor quizá por el alcohol y la tremenda excitación de tener mi cuerpo desnudo al aire libre, esa noche yo solo quería ser violentada. Permanecí sentada en el cofre caliente y me abrí de piernas, les pedí que me penetraran mientras abría mi vagina rosa para mostrárselas y no se hicieron esperar, mi chofer sería el primero, se desabrocharon los cinturones y se bajaron el pantalón, se puso enfrente de mí y le pedí me cogiera con todas sus fuerzas, y así lo hizo tenía una verga muy gruesa, pero yo ya estaba muy dilatada y todo era placer, sentí como me penetraba muy rápido y fuerte, hasta que iba a eyacular y le dije que me los quería comer, así que me bajé del cofre y se la mamé hasta que eyaculó y me tragué todo su semen, era tan dulce y blanco, me sentí feliz haciéndolo.

Ahora había llegado el momento de que mi ano recibiera placer de nuevo.

—¿Te gustaría cogerme analmente? —Le pregunté muy excitada.

—Sí, eso me gusta mucho. Por ahí se siente mas apretado. — Me respondió muy libidinosamente.

Caminé hasta estar enfrente de la llanta delantera derecha y me incliné sobre el cofre para que mi culo quedara empinado, abrí mis piernas y puse mis senos sobre la lámina caliente del cofre, sentí como mis senos se quemaban con la lámina sensibilizando mis pezones, me dolía y me sentía herida de mis zonas erógenas, lo que sentí muy rico. Entonces le pedí me ensartara su verga en el culo de un empujón, este hombre tenía la verga gruesa y larga como mi querido Samael, el de la bodega, y tal como se lo pedí, me penetró muy profundo hasta sentí como se movió el coche, sentí nuevamente ese impacto dentro de mí, era la punta de su gruesa verga que se abría paso en mi interior, este hombre era más alto y pesado así que cada que me penetraba sentía como me empujaba y aplastaba contra la lámina del coche, así me penetró fuerte y profundo durante un buen rato.

—Te lo voy a hacer lento para que sientas mi reata un buen rato.

—¡Sí! ¡Así! ¡Cógeme muy lento y rico!

—¿Te gusta arto la reata verdad?

—¡Sí! ¡Me encanta! ¡Se siente rico papi! —Yo estaba muy sensibilizada de mi zona íntima

Estoy segura de que me cogió aproximadamente media hora por el ano, hasta que sentí ese chorro de semen caliente dentro de mi culo, le pedí que no me la sacara y se quedara dentro de mí un par de minutos, yo quería seguir sintiendo esa verga dentro de mí, hasta que perdió la erección y retiro su verga manchada de mi sangre.

Justo cuando había terminado de cogerme el amigo de mi chofer, pensé que habíamos terminado pero mi chofer se aproximó y antes de que me despegara del cofre, me ensarto su verga y me cogió, muy fuerte también por el ano, podía sentir de nuevo esa sensación de estar muy dilatada pues cada que la sacaba y la metía, podía sentir que mi ano se quedaba abierto.

—Se ve que vienes de coger ¿Verdad? —Me preguntó muy curioso.

—Sí, acabo de estar con unos albañiles. —Le dije muy cachonda.

—Ah, pues con razón ya vienes bien cogida, te entra bien sabroso. —Me hizo sentir muy excitada confesarle mi reciente encuentro.

—Me cogieron entre todos ellos analmente y me gustó mucho.

—Pues por eso estás manchada de sangre, se ve que eres bien puta.

—Sí, me gusta mucho me cojan por atrás.

—Ya tienes el culo bien lastimado, estas sangrando como perra en celo, puedo ver que se te queda bien abierto.

—Sí, pero se siente rico, me gusta mucho. —Le confese.

—¿Te gustaría sentir algo más grueso? —Yo seguía tan cachonda y ebria que no ponía resistencia a nada. Mi ninfomanía me estaba llevando a superar mis límites.

El amigo de mi chofer caminó a su vehículo, y abrió la cajuela, de donde saco un bate de beisbol, de aluminio. Me estremecí cuando lo vi, quería decir no, pero algo en mi quería ver si podía resistir algo así de grueso, así que le pedí me pasara mi bolso y me puse lubricante con anestésico en el ano, y le apliqué un poco de lubricante al bate de beisbol, me dispuse a poner mis senos sobre el cofre caliente de nuevo y abrí mis piernas dejando mi culo empinado, estaba muy nerviosa pues no era una verga lo que me iban a meter sino un bate de beisbol, cuando le puse lubricante traté de cerrar mi mano alrededor de él y vi que era muy grueso no tenía nada que ver con una verga, así que en esta ocasión sentí mucho temor.

—Ayúdame a abrirle las nalgas para que le pueda entrar mejor. —Le dijo su amigo a mi chofer.

Entonces el abrió mis nalgas y sentí la piel y mi ano estirarse y eso dolía un poco pero me gusto así que le pedí que me las abriera con más fuerza me sentí tan cachonda ahora con el culo abierto totalmente esperando que me metieran ese bate.

Mi chofer me estaba abriendo fuertemente las nalgas, yo me sentí muy vulnerable y excitada.

—Ya amor, méteme el bate, solamente hazlo con cuidado, poco a poco. —Le dije al amigo de mi chofer.

Como les comenté era un hombre más grande y pesado. Entonces puso el bate en mi ano y fue empujándolo con su peso poco a poco, sentí una punzada como la primera vez, ahí supe que me iba a volver a doler pues mi ano no estaba acostumbrado a ese grosor todavía, sentí como se iba abriendo mi ano, la punzada era fuerte otra vez volví a derramar lágrimas, pero no me resistí solamente relajé mi cuerpo pues quería tener eso dentro de mí, el hombre me comenzó a decir cosas lascivas.

—Hay mamacita te voy romper el culo mi amor, prepárate te la voy a meter hasta donde te quepa.

—Sí, ya métele el bate eso es lo que quiere.

Al oír esas cosas me sentí de nuevo cachonda, quería darles un buen espectáculo a esos hombres pues podía notar el morbo con el que lo estaban haciendo.

—Ábreme más las nalgas, ábreme mi culo más fuerte con tus manos. —Le suplique a mi chofer.

Él las abrió más fuerte y sentí mi piel estirada y adolorida, yo quería sentir placer en todo mi cuerpo así que me toqué los senos, estimulé y pellizqué mis pezones, y al sentirme muy cachonda, con el plug anal que aun traía en mi mano me penetré la vagina para sentirme totalmente cogida, así que lo dejé puesto.

—¡Ya mi amor rómpeme el culo!

Apenas le dije eso, sentí como empujo el bate con su peso, y mi ano se abrió tanto que pude sentir una fuerte punzada, un desgarro y ardor mayor a lo que antes había experimentado, sentí como el bate entro hasta el fondo y topo en mi interior, hasta el vehículo se movió en ese instante grité, y comencé a llorar teniendo el bate dentro, y el hombre dijo ya estas bien abierta mi amor era lo que me pediste, entonces sentí que me lo iba a sacar y le hice una señal con mis manos temblorosas, para que no lo moviera, porque no podía hablar del dolor. Me sentía una escuincla ahogada en su propio llanto.

—Déjamelo adentro, no lo saques. —Le dijo llorando entrecortadamente.

—¿Te gusta mamacita?

—Sí, me duelo mucho, pero sí me gusta. A ver, comienza a cogerme con el bate suavemente.

Él comenzó a cogerme con el bate suavemente, lo hacía muy profundamente.

—A ver sáquenmelo y díganme como se me ve el ano.

—Estas sangrando mucha mamacita. —Me dijo mi chofer.

—Se te ve bien abierto. Me dijo el amigo de mi chofer.

—Ábranme las nalgas y comiencen a cogerme de nuevo con el bate, pero sacándolo por completo y metiéndolo a fondo varias veces.

—Se ve que te gusta arto sentirte cogida. —Me dijo el chofer mientras metía el bate por mi ano.

—¡Aaay! ¡Aah! ¡Me duele mucho! —Yo me sentía muy lastimada y cogida, fue hermoso. Mi masoquismo estaba siendo satisfecho. Mi ninfomanía se avivaba.

Me cogieron a si durante una media hora y yo quede sobre el cofre rendida y gozando de ser cogida analmente con ese bate tan grueso.

Al sentir mi culo tan abierto y sensible, la excitación que sentía era desbordante, estaba tan alcoholizada, desinhibida, cachonda y llena de morbosidad por violentar mi cuerpo que le pedí al amigo de mi chofer que dejara el bate y me penetrara con su puño cerrado. El taxista se humedeció la mano con mis fluidos y cerró su puño para comenzar a empujarlo contra mi ano, sentía como mi esfínter anal trataba de abrirse para recibir ese puño, yo trate de relajarme, pero estaba muy nerviosa mis piernas temblaban y el abdomen se me contraía del miedo. Le pedí que lo hiciera con más fuerza y su puño comenzó a entrar en mi culo. Yo sentía como se me desgarraba el esfínter, era deliciosamente doloroso, mis gemidos se ahogaban con mi llanto.

—¡Aaay! ¡Aah! ¡Ah!

—¿Así te gusta?

—¡Ya lo métemela por completo!

Entonces el taxista empujo con fuerza, sentí como si me hubiera golpeado con el puño cerrado en mi culo, su puño entro completamente, sentí como mi culo estaba completamente roto, el reloj metálico que el hombre tenía en su muñeca, me raspo el ano, así que el taxista saco su puño y se quitó el reloj, arremangó su camisa y comenzó a meter su puño dentro de mi culo una y otra vez, era como si me estuviera golpeando, me sentí muy agredida, humillada y violentada, justo lo que quería, había excedido mi limite. Estaba sufriendo más de lo que podía soportar, empecé a llorar y vi como mis lagrimas caían sobre el cofre.

—¡Gracias amor! ¡Gracias! ¡Ya fue suficiente! —Él retiró su puño manchado de sangre.

—Mira como sangraste. —Me dijo sorprendido y con una mirada muy morbosa.

—Mete tus dedos en mi boca. —Le dije con voz dulce y cachonda.

Entonces hice una de las cosas más perversas que he llegado a hacer. Le chupé cada uno de sus dedos, y continué lamiendo mi sangre anal por el resto de su mano, hasta dejarla completamente limpia.

Unos minutos después ellos ya se habían recuperado, así que me arrodille y se las mamé hasta que se vinieron en mi boca, me trague todo su semen y les sonreí con mi cara toda escurrida de rímel por mis lágrimas. Nos despedimos de su amigo, me vestí y mi chofer me llevo hasta mi casa, no me cobró por el servicio, me pidió mi número de teléfono y nos despedimos. Bajé del taxi y caminé hasta entrar en mi casa totalmente cansada con las piernas escurridas de semen y sangre, quedé rendida de inmediato en mi cama y desperté hasta las 2:30 de la tarde.

Al día siguiente amanecí muy adolorida, con mi cuerpo muy maltratado y chupeteado, el culo ya no me sangraba, pero ardía. Me sentí sexualmente plena, satisfecha, absurdamente querida y deseada por los hombres, disfruté de mi cuerpo entre las sábanas, pues aún sentía el placer del semen que esos 8 hombres habían eyaculado en mi interior
 
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