Matilda y su Sobrina Estefania

heranlu

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Estefanía llamó por el móvil a una ambulancia. Matilda fue llevada al hospital y Estefanía volvió al chalé.

Serafín, el tío de Estefanía, un cuarentón, canoso y atractivo, que estaba en bata de casa, al ver entrar en la cocina a su sobrina, le preguntó:

-¿Y tu tía?

-En el hospital. Se torció un tobillo. Me voy a dar una ducha que estoy sudada.

-Así, con el coñito sudado enamorarías al mismísimo diablo.

-Sí que te importa tu mujer, sí.

-En este momento eres tú el centro de mi universo.

-Esto me empieza a oler mal, y no soy yo.

Serafín le cogio las manos y besó dulcemente las muñecas de Estefanía.

-¿Qué haces?

La besó alrededor de los ojos, en la punta de la nariz, en las mejillas, en la comisura de los labios, en el cuello, en el borde de la mandíbula, en los lóbulos de las orejaa, se los mordisqueó. La besó en los labios.

-Déjame ya, hombre, déjame ya que me estás poniendo mala y acabaré haciendo lo que no debo.

Serafín le metió la mano dentro del chandal. El coño de Estefania estaba mojado de sudor y de jugo.

-Debe estar delicioso ese coñito. Saladito por el sudor...

Estefanía hizo que se callase metiendo la punta de la lengua en la boca de su tío. Se encontraron las lenguas. Se besaron con pasión. Luego, Estefanía le dijo a su tío:

-Me gustaría hacerlo en vuestra habitación.

-¿Y eso a qué se debe?

-Morbo. Más de una vez sentí gemir y jadear a la tía mientras se corría. Ahora quiero ser yo quien se corra contigo en esa cama.

-¿Qué hacías al sentir sus gemidos y sus jadeos?

-¿Tú que crees?

-¿Una paja?

-A veces dos o tres.

Cogidos de la mano fueron para la habitación de Serafín y de Matilda. En la habitación, Estefanía se quito los calcetines, las zapatillas de deporte y la parte superior del chandal. Serafín, se quitó la bata y quedó en pelotas, Tenía una buena verga, y la tenía tiesa.

Por detrás, cogiéndole las tetas a Estefanía, con su verga metida entre sus piernas abiertas, y rozando los labios del coño mojado, Serafín la besó en la parte posterior del cuello, y en los lados, volvió a besar y morder los lóbulos de las orejas. Se volvieron a besar con lengua. Serafín echó a Estefanía boca abajo en la cama. Jugó con su verga en la entrada del coño, que se abría y se cerraba invitándola a entrar... Besó su nuca, luego bajó besando y lamiendo su espalda hasta llegar al culo. Le quitó el pantalón del chandal. Abrio las nalgas con las dos manos y lamió muy despacito el perineo y su ojete durante varios minutos, Estefanía comenzó a gemir. Un rato más tarde lamió los labios del coño, el clítoris el perineo y el ano. Cuando los gemidos de Estefanía le dijeron que se iba a correr, le dio la vuelta. Se besaron. Después, dos dedos de Serafín acariciaron los pezones. A los dedos siguió la lengua y la boca, chupando y mamando pezones y areolas. Llegó al ombligo, lo besó y lo acarició con movimientos circulares de la punta de la lengua. Luego bajó besando y lamiendo el interior de sus muslos hasta llegar a los pies. Acarició el tendón de aquiles el hueco del tobillo y acarició, besó y lamió las plantas de los pies, besó, lamió y chupó los dedos. Volvió a subir besando y lamiendo el interior de los muslos. Al lamer el coño, Estefanía, sintiendo que se iba a correr, le dijo:

-¡Para, tío, para, que si no paras me corro!

Estefanía le cogió la polla a Serafin, y despacito, como él le hiciera todo, lamió y chupó sus cojones. Lamió desde el perineo hasta el meato, lamiendo bien el prepucio y la corona y le chupó el glande. Meneando la verga siempre muy lentamete.

Ahora el que se corría era Serafín. Le preguntó a su sobrina:

-¿Tomas precauciones?

-Sí, la píldora.

Serafín subió encima de Estefanía. Besándola, se la metió hasta el fondo. Después, apretando su pelvis contra el clitoris movió su culo alrededor. Estefanía sintió como su tío, con su verga enterrada en el coño, se corría dentro. Se comenzó a correr ella. Su coño apretó la verga de Serafín. Sus manos apretaron el culo contra ella y su boca le chupaba la lengua mientras la sacudía un terremoto de placer. Tuvo un orgasmo largo y muy intenso.

Al acabar, le dijo Serafín.

-Me has hecho sentir joven de nuevo.

-Es que estás hecho un chaval, tío.

Serafín se levantó de la cama.

-Bueno, me tengo que ir a trabajar, cariño.

-Y yo a la universidad, que el título de derecho no lo dan gratis.

Dos días más tarde, por la noche, Matilda, que estaba en proceso de recuperación, descansaba en su cama. Serafín iba en viaje de negocios a Londres y Estefanía estaba estudiando en su habitación. Oyó a su tía llamar.

-¡¿Puedes venir un momento, cielo?!

Estefanía, que estaba en bata de casa, fue a la habitación de su tía.

-¿Necesitas algo?

-¿Si te pregunto cosas íntimas me responderías?

Estefanía, sonriendo, le respondió:

-Claro que sí, pregunta lo que quieras.

Estefanía se sentó en el borde de la cama.

-¿Has hecho el amor con alguna mujer?

-Sí.

-¿Qué se siente?

-Los besos y las caricias son más dulces, pero el resultado es el mismo, te acabas corriendo.

-¿Y un trío? ¿Has hecho un trío?

-Sí, con dos mujeres, con dos hombres y con un hombre y una mujer.

-¿Te han penetrado anal y vaginalmente?

-Sí, y el orgasmo fue espectacular. Fue como si estuviera volando.

-¡Que suerte tienes! Yo sólo lo he hecho con tu tío.

-¿Y nunca te dió por el culo?

-No.

-Pues no sabes lo que te pierdes. ¿Quieres que te presente a unos amigos mío?

-¡No! Sólo siento curiosidad.

-También te podrías penetrar el culo con un consolador y follarte el coño con dos dos o tres dedos. ¿Quieres que te preste mi consolador?

-No, ya te dije que sólo era curiosidad.

-Pues me has puesto tan cachonda que hoy cae una paja como un mundo, o dos, o tres, ¿Cuántas vas a hacer tú?

Matilda mintió como una bellaca.

-Yo no hago esas cosas, cariño. Hasta mañana.

-Apuesto lo que sea a que esta noche nos vamos a comer las tetas, el coño y el culo.

-¡¿Vas a pensar en mí cuándo te masturbes?!

-Y tú en mí.

Estefanía se quitó la bata y su tía vio sus tetas perfectas, grandes y redondas, con sus rosadas areolas, sus grandes pezones y su coño de barbie sin un solo pelo. Luego se dio la vuelta y le enseñó su tremendo y sensual trasero. Después, se dio la vuelta, y con la bata en la mano, le dijo:

-Hasta mañama y felices pajas.

Al marchar Estefanía de la habitación. Matilda apagó la luz, quitó el camisón, cerró los ojos. Acarició las tetas. Las llevó a la boca y lamío los pezones, pezones que en su imaginación eran de Estefanía, como el coño mojado que poco después encontró la mano que se coló dentro de sus bragas.

Se estaba masturbando y sintió que alguien se metía en la cama. Era su sobrina. La besó con lengua. La destapó. Apartó su mano del coño y la masturbó con dos dedos, dedos que parecían de seda. Aún no pasaran dos minutos, y dijo Matilda:

-Me voy a correr, cielo.

Estefanía quitó los dedos. Le quitó las bragas. Se metió entre sus piernas y le folló el coño con la lengua hasta que Matilda hizo un arco con su cuerpo, y gritó:

-¡¡¡Me coooooooooorro!!!

Estefanía sintió como su boca se llenaba de jugo cada vez que el coño de Matilda le apretaba y le soltaba la lengua.

Se hartó de beber de aquella escandalosa corrida.

Cuando Matilda acabó de correrse. Estefanía le comió las tetas, le comió la boca, y después le dió la vuelta. Le abrió las nalgas con las manos, le lamió el perineo, y el ojete se lo folló con la lengua... Cuando estaba otra vez excitada, le fue metiendo el consolador en el culo, al tiempo que le besaba y le lamía la espalda.

-¡Oooooooooh que gustazo!

Al rato, Estefanía, le quitó el consolador del culo, y se lo metió en el coño. Después se echó boca arriba, y le dijo:

-Ponte a cuatro patas, fóllate y cómeme el coño que ahora viene la sorpresa.

Matilda comía su primer coño y se follaba el suyo con el consolador cuando sintió que alguién más subía a la cama, le ponía una polla en la entrada del ojete y después se la iba clavando. El after shave lo delató, era su marido el que la estaba enculando.

Para Matilda, como si fuese un diablo, estaba a punto de correrse de nuevo antes de encularla y ahora la excitación que sentía era doble. Poco más tarde, Matilda, exclamaba:

-¡Voy a volar!

Un chorro de jugo salió del coño de la sobrina y fue a parar a la boca de la tía, al tiempo que le decía la sobrina:

-¡¡Hooooooostias que corridón!!

Matilda sintió como una pequeña catarata de jugo salía del coño de su sobrina y resbalaba por su lengua. Con Estefanía corriéndose en su boca, el consolador en su coño, y su marido corriéndose dentro de su culo, exclamó:

-¡¡¡Me mueeeeeeeeero!!

Y por diez minutos estuvo como muerta, ya que fue tanto el placer que sintió que perdió el conocimiento. Al despertar vio a Estefanía cabalgando a su esposo, y les dijo:

-La noche promete ser salvaje.

Estefanía estaba en pijama en la sala de su casa sentada al lado de su tío, con la cabeza apoyada en su hombro. Serafín, dormía. Fue cambiando de canal y en uno se encontró con una película de Emmanuel, era Emmanuel 2. La Antivirgen. Ya estaba terminando. Vio como una jovencita besaba al marido de Emmmanuel y después la besaba a ella... Metió una mano debajo del pijama y dentro de las bragas. Comenzó a masturbarse viendo aquella escena erotica... La película acabó. No le dio tiempo a correrse. Tenía los pezones duros como piedras y el coño mojado le latía. A su lado tenía al tío, sobando. Le abrió la cremallera y le sacó la verga, flácida. La cogió y la metió en la boca. Poco a poco la verga fue cogiendo cuerpo. Al rato estaba tiesa como un palo. Se iba a sentar sobre la verga de su tío y llegó a la sala su tía Matilda. Vestía un picardías blanco de seda, que transparentaba sus grandes tetas y la gran mata de pelo negro que rodeaba su coño. No llevaba bragas ni sujetador. Le puso el coño en la boca, al pasarle la legua sintió que estaba empapado. Le preguntó:

-¿Que has estado haciendo, tía?

-Pensado en tí. Quiero volver a correrme en tu boca.

La bocina de un auto despertó a Estefanía, que estaba echando la siesta. Se tocó el coño. Lo tenía empapado. Se metió dos dedos, y acariciándose las tetas, comenzó a masturbarse pensando en su tío y en su tía... Se sentaba sobre la verga de su tió. La verga entraba hasta el fondo de su coño. Su tía, de rodillas delante de ella lamía su clítoris. Su jugo iba bajando por la verga de su tío hasta empapar sus cojones. Su ojete se abría y se cerraba... La bocina del auto volvió a sonar y la descentró. Estefanía sabía que era su amiga Rita, pero tenía que correrse o estaría todo la tarde y toda la noche del sábado picándole el coño. Oyó la voz de su tía al otro lado de la puerta de su habitación.

-Levántate, perezosa.

-Dile a Rita que entre en casa y me espere.

-¿Qué estás haciendo?

-Una paja.

-¿Te ayudo?

-Ya estoy acabando.

Matilda entró en la habitación.

-¿Quieres correrte en mi boca?

-¿Te gustó mi jugo?

-Me encantó.

-Ven.

Estrefanía se destapó, Matilda se metió entre sus piernas. Le quitó las bragas. Pasó la lengua por su coño empapado, y le dijo:

-Dámela.

Estefanía frotó el clítoris con cuatro dedos. Matilda metió su lengua en la almeja, y al ratito, sintió como el coño de su sobrina apretaba su lengua y le iba llenando la boca de jugo mientras gemía y temblaba de placer.

Al acabar se besaron. Estefanía saboreó en la boca de su tía los restos del jugo de su corrida. Después, le dijo:

-El tío no vuelve de Bruselas hasta el lunes. ¿Quieres hacer un trío esta noche?

Matilda, ya sentada en en el borde de la cama. le respondió:

-No, una cosa son las fantasías y otra la realidad.

Estefanía acaricio el cabello de su tía.

-Te lo ibas a pasar muy bien.

-¿Contigo y con una amiga tuya?

-Sí, y con dos amigos míos.

-¡Ni harta de vino!

-Pues te ibas a correr como nunca te corriste en tu vida.

-Ya no será la cosa para tanto.

-No es para tanto, no, es para más. Anímate, mujer.

Matilda comenzó a ceder.

-Me da un no sé que, que que se yo.

-Cuando tengas las dos vergas dentro de ti ya no te lo dará.

-¿Tienen las pollas grandes?

-Grandes y gordas.

-¿Quién sería la otra chica?

-Rita.

-¿Es de confianza?

-Es como una tumba.

-¿Y ellos?

-Dos tumbas más.

-Nunca engañé a tu tío, bueno, contigo, pero eso ya lo sabe.

Volvió a sonar la bocina del auto de Rita.

-¿Pasamos una noche loca o no?

-Pasamos.

Quince minutos mas tarde, iba Rita conduciendo su Fiat 500 Barbie, y le dijo a Estefanía:

-Estás muy guapa, con esa minifalda roja y esa camiseta blanca, pero cada día tardas más en arreglarte, chica.

-Me vestí y maquillé en diez minutos.

-¿Y cómo tardaste tanto?

-Me pillaste haciendo una paja. Vino mi tía...

-¡¿Te pilló tu tía masturbándote?!

-Si, y me ayudó a correrme.

-¡¿Cómo?!

-Como va a ser, como me haces tú, comiéndomela.

-Tú y tú tía. ¡Qué fuerte! ¿Está buena?

-Buenísima. Sólo la polla de mi tío entró en su coño.

-¡Quién la pillara!

-La pillarás está noche.

-Me acabas de poner cachonda, pero cachonda cachonda. Hazme una paja,

-La última vez casi nos matamos.

Rita puso voz de niña mimada.

-Anda, házmela, cuando me vaya a correr paro en un lado de la carretera.

Estefanía le levantó la blusa blanca y le comió sus pequeñas tetas. Rita abrió las piernas. Su minifalda verde ya la tenía subida. Le metió la mano dentro de las bragas y comenzó a masturbarla con dos dedos. Rita, le dijo:

-Bésame.

Estefanía besó a Rita en el cuello y en los labios. Los coches que venían de frente y las veían besarse flipaban en colores.

Un cuarto de hora más tarde. Rita ya no podía más. Paró el auto en el arcén, y le dijo:

-Acaba.

Estefanía, morreando a Rita, movió los dedos dentro de su coño y en un par de minutos hizo que se corriera como si fuese un río.

Estaban besándose cuando un guardia civil de tráfico acompañado de una agente les tocó en la ventanillla. Después de que Rita les abriera la ventanilla, las saludó y les dijo:

-Este no es sitio para besarse, señoritas, pueden causar un accidente.

Estefanía, mostrándoles el jugo de la corrida de Rita que tenía en la palma de su mano, le respondió.

-Ya acabó, señor agente.

El guardia civil y la pareja, una joven morena, de veinte y pocos años, vieron como Estefanía lamía la palma de su mano y la multitud de hilillos de flujo que iban de dedo a dedo hasta dejarla limpia. Le preguntó ella:

-¿Eso es lo que me imagino?

-Es mujer, sabe que sí. ¿Hemos cometido alguna infracción?

La agente, colorada, le respondió:

-Nada que se pueda demostrar, circulen.

A las doce y cuarto de la noche...

Rita, que era morenita, alta, delgadita, de pequeñas tetas, largas piernas y muy hermosa, estaba en la cama besándose con Estefanía. Las dos estaban desnudas.

Los amigos de Estefanía, Blas y Braulio, que también estaban en pelotas, eran como dos armarios empotrados. Con más musculos que el mismísimo Hércules. Llenos de tatuajes. De un metro ochenta y algo de estatura. Unos treinta años de edad. Tenían la cabeza rapada. Estaban de pie al lado de la cama, Blas detrás de Matilda, agachado pasándole la lengua por el periné y el ano, Braulio, comiéndole las tetas y metiéndole dos dedos en el coño. Al rato, Braulio, le metió la verga en la boca. Matilda, en cuclillas, chupó con ganas. Blas le metió dos dedos en el coño, le buscó el punto G, y metiendo y sacando los dedos a toda hostia hizo que se corriera. El jugo de la corrida le empapó la mano y dejó un pequeño charcó en la alfombra... Después, Matilda, chupó las dos vergas. Masturbó una y chupó la otra... Mas tarde se inclinó y mientras chupaba la verga de Blas, Blaulio, le folló el coño.

Al rato, Blas, echó a Matilda boca arriba en la cama. Estefanía y Rita la besaron en la boca con lengua, ahora juntas, ahora por separado...

Blas le mamó y magreó una teta y la masturbó, Braulio jugó con la otra teta. Luego, Estefanía la siguió besando. Rita, se metió entre sus piernas, y le comió el coño, muy suavemente. Su lengua rozó los labios, el periné, chupó y lamió el clítoris... Poco después, Matilda, entre gemidos, dijo:

-Me corro, me corro, me corro. ¡¡¡Me cooooorro!!!

Al acabar de correrse Matilda y de apartarse Rita, Blas se la clavó en el coño empapado por la inmensa corrida. Con los besos de Estefanía, el magreo y las mamadas en sus tetas de Braulio y Rita y los chupinazos de la tremenda verga de Blas en su coño, Matilda, al ratito, se se volvió a correr, diciendo:

-¡¡¡Me voy al paraíso!!!

Cuando Matilda acabó de sacudirse con el placer. Quedó media muerta. Los dos bichos se fueron a por Estefanía y Rita. Las besaron en la boca. Bajaron a las tetas y se las comieron bien comidas. Luego les comieron el coño. Tenían unas lenguas el doble de grandes que sus coños. Cada lametada cubría el culo y el coño. Al rato, Braulio, hizo que Estefanía se pusiese mirando a los pies de la cama, luego se echó boca arriba y la invitó a que subiese, Blas hizo lo mismo con Rita. Las jóvenes comenzaron a meter aquellas vergas. Les entraron apretadísimas. Al rato, Rita miraba como la verga de Braulio entraba y salía mojada del coño de Estefanía y Estefanía miraba como la verga de Blas entraba y salía mojada del coño de Rita. Ver el mete y saca de la otra las excitó aún más. Se volvieron amazonas cabalgando al trote, movieron cada vez más y más rápido sus culos hasta que, Estefanía, desplomándose sobre Braulio, exclamó:

-¡¡¡Dioooooooooos!!

A la corrida de Estefanía le siguió la de Rita.

-¡¡¡Me vooooooooy!!

Matilda, que se estuviera tocando viendo como follaban, ya estaba otra vez caliente como una perra. Cuando Estefanía descabalgó a Braulio y vio salir de su coño el jugo de la corrida, ya no aguantó más, subió ella encima de Braulio y lo cabalgó a lo bestia, buscando su orgasmo. Sintió una mano que la empujaba hacia delante, era la de Blas, lo siguiente que sintió fue una lengua lamiendo su culo, y después entrando y saliendo de él. No tardó la cabeza de la verga de Blas en acariciar el ojete del culo de Matilda. Hizo círculos sobre él. El ojete comenzó a abrirse y cerrarse pidiendo verga, Blas se la dio. Se la dio muy despacito. Estefanía, por un lado, y Rita por el otro, le magreaban las tetas, Blas le lamía la espalda mientras se la metía. A Matilda, que no paraba de gemir, le encantaba.

-¡Es una sensación maravillosa!

Estefanía, le dijo:

-Lo sé, y ya verás cuando te corras.

Un rato más tarde, dijo Matilda:

-¡Ay qué me muero, ay que me muero! ¡¡Ay qué me muero!! ¡¡¡Me mueeeeeeeeeeero!!!

El culo y el coño de Matilda, al correrse, apretaron las vergas de Blas y de Braulio. Era como si les estuvieran pidiendo leche, y le dieron lo que pedían. Matilda, con el coño y el culo lleno de leche, sintió tanto placer que se babeaba. Acabó de correrse y le dio al culo a toda mecha para volverse a correr, en pocos segundos se corrió. Siguió y se volvió a correr, y no siguió por que en su sexto orgasmo de la noche sintió tanto gusto que se quedó sin fuerzas ni para mover el culo.
 
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