Marta en el autobús

roman74

Pajillero
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Marta se havia dormido esa mañana y su padre apresuradamente la acercó a la facultad. Ella era animadora y su equipo participaba al dÃ*a siguiente en los nacionales. Su autobús salÃ*a a las 9.30h y cuando llegó ya habÃ*a partido. Por suerte, todavÃ*a pudo subirse al de los chicos, que ya cerraba las puertas.

Hasta el lunes, papá! –gritó des de la puerta.
Mucha suerte, cariño! –respondió su padre.

Marta se sentó en un asiento que estaba vacÃ*o, junto a la ventana. Llevaba su uniforme de animadora en una mochila, junto con algo de ropa para el fin de semana. Que rabia haber perdido el autobús de sus compañeras! Ahora tendrÃ*a que viajar sola las 5 horas que duraba el viaje. ConocÃ*a a algunos de los jugadores que ocupaban el autobús con ella, incluso habÃ*a salido con uno de ellos, Manuel, pero de eso ya hacia casi un año.

Estaba sumida en sus pensamientos cuando alguien se sentó a su lado.

Hola, tu eres Marta, verdad?
SÃ* –respondió ella
Me llamo LuÃ*s, soy defensa. Te he visto animando en algún partido. Que pasó? Cómo es que vienes en nuestro autobús?
Me he dormido, y cuando he llegado al parking de la facultad el autobús de las animadoras ya no estaba. Por suerte he podido coger este. Sino me pierdo el evento!!
Y no te da miedo viajar 5 horas entre tanto chico?

Marta se asustó. Miedo, porqué? No entendÃ*a.

Lo digo porque como eres asÃ* tan linda... no sé, quizás a alguien se le puede ocurrir meterte mano –dijo él con descaro.
Déjame en paz, vuelve a tu asiento –se enfadó Marta.
Mira, hacemos una cosa... tu me dejas acariciarte estas tetitas que tienes y yo me marcho a mi asiento –le dice, mientras le acaricia el pelo y se lo coloca detrás de la oreja- venga, Martita, pórtate bien.
Que me dejes en paz! –grita ella.

Pero LuÃ*s hace el intento meterle la mano bajo la blusa, ella le propina un bofetón y le aparta con las manos. Los compañeros del asiento de delante, que se percatan de la situación, se dan la vuelta.

Que pasa LuÃ*s? –pregunta uno.
Es esta jodida puta, que no me deja tocarle las tetas. Con lo grandes que son! –responde él.

Ellos se echan a reÃ*r, el resto de compañeros empiezan ha hacer coro al lado de los asientos donde se encuentran LuÃ*s y Marta. Se oyen gritos: -Venga, LuÃ*s, duro con ella, que te las enseñe!. Marta está ya muy nerviosa, la situación se está poniendo tensa y no le gusta nada el camino que lleva. LuÃ*s intenta acariciarla de nuevo, pero ella se resiste y lucha con fuerza, grita, piensa que si la oye el conductor quizás logre frenar a esos chicos, pero nadie sale en su ayuda.

Que alguien me ayude a sujetarla, la muy zorra me está arañando! –grita LuÃ*s.
Traedla aquÃ* atrás –grita alguien desde el fondo del autobús. En la última fila hay cinco asientos, y el del centro está libre. –Si nos tiene que enseñar las tetas, que podamos verla todos!- Eso, eso! Traedla aquÃ*! –responde otro.
Corred las cortinas de las ventanas! Que no nos vean desde la carretera! Venga, ayudadme, vamos a llevarla atrás –grita LuÃ*s, mientras levanta a Marta de un tirón.

Al cerrar las cortinas el autobús se ha quedado medio a oscuras... Pero sorprendentemente el conductor, que estuvo observando por el retrovisor delantero, enciende las luces. Se oyen gritos de victoria entre los chicos. Esa señal es el consentimiento del conductor. Más de ocho manos cogen a Marta violentamente, unas de los pelos, las otras de los brazos, la arrastran por el pasillo. Marta está histérica: -soltadme, soltadme! –grita entre llantos- pero es en vano, el ambiente está muy caldeado. Logran sentarla en el asiento central trasero. Alguien le ha puesto un calcetÃ*n en la boca para que no grite, y le atan un jersey alrededor de la cabeza para que se mantenga calladita. Su cara está bañada en lágrimas y sus ojos parecen salirse de la orbita. Siente vergüenza, miedo, rabia... está indefensa. Que van a hacerle esos animales!

-Estiradle los brazos! –grita LuÃ*s a los chicos que estaban sentados a su lado. –Bien tensos, que los abra en forma de cruz.- Los chicos obedecen y le aguantan los brazos en esa posición. Marta todavÃ*a patalea. Pero alguien tiene la brillante idea de atarle los pies a las patas de los asientos laterales con otros jerséis. –AsÃ*, asÃ*, abridle las piernas! Que nos enseñé también el chochito! –gritan des de adelante. El conductor, excitado, apenas puede mirar la carretera. Marta está ahora indefensa, inmovilizada de pies y manos y con la boca obstruida por el calcetÃ*n, ya no puede hacer nada más que llorar. Sus lágrimas se deslizan por las mejillas. Busca con la mirada a Manuel, su antiguo novio, para que haga algo, pero Manuel está todavÃ*a más excitado que LuÃ*s.

Ves que ha pasado, Martita, por no portarte bien conmigo? Ahora vas a tener que mostrarle tus pechos a todo el quipo! –rÃ*e- Vamos a ver, vamos a ver, que se esconde debajo de esta blusita tan mona... –LuÃ*s le está desabrochando los botones de la blusa, uno a uno, mientras le acaricia las mejillas y le seca las lágrimas –No llores, mujer, que lo vamos a pasar muy bien contigo- Tras desabrocharle el último botón separa los dos bordes de la blusa –Mirad, mirad, que sujetadores más tiernos.. son de encaje! La muy zorrona se ha vestido para la ocasión... –Sacadle la blusa!- grita LuÃ*s, y los compañeros que le sujetaban los brazos consiguen retirársela, no sin romperla por dos o tres sitios. Ahora LuÃ*s saca una navaja de su mochila –LuÃ*s, no te pases, qué vas ha hacer? –se oye a lo lejos. Pero LuÃ*s no hace caso y sigue hablándole a Marta: -Mira que me he traÃ*do, putita, vamos a cortar por aquÃ* –mientras corta los sujetadores por el centro- y asÃ* liberamos este par de tetitas, que ya tienen ganas de que las veamos. Y asÃ* sucede, Marta ya se encuentra desnuda de cintura para arriba, y un montón de manos están empezando a tocarla. Le pellizcan los pezones, se los estiran, le están haciendo daño pero no puede hacer nada. –Déjame a mÃ*- grita uno. –Maldita guarra! Quiero chuparle ese par de tetas, abridme paso- dice otro.

De repente el autobús se detiene. Alguien mira por la ventana y ve que se ha estacionado en un área de descanso de la carretera. El chofer se levanta y camina por el pasillo hacia el grupo de chicos, que se van retirando para dejarle paso. Finalmente llega a la parte trasera donde se encuentra Marta atada y medio desnuda.

-Que está pasando aquÃ*? –pregunta- Qué le estáis haciendo a esta chiquilla indefensa? El chofer mira a Marta a los ojos, ella parece aliviada al ver que alguien esta deteniendo esa aberración pero aprecia algo raro en sus ojos. El chofer está excitadÃ*simo. Puede notar su paquete a punto de estallar bajo el pantalón. –No podéis pretender que yo siga conduciendo como si nada, que uno no es de piedra, joder! –prosigue el conductor- Ahora vais a hacer todos lo que yo os diga, si no queréis que explique lo que ha pasado a la policÃ*a. Venga, echaros para atrás y dejadme espacio. Quiero disfrutar de esta zorrita, jua jua jua! –rÃ*e. El conductor se acerca a Marta y le acaricia el cabello con ternura –tranquila, Martita, tranquila... solo quiero acariciarte estas tetitas tan lindas. Mira que pezoncitos tan juveniles, cuanto tiempo hacia que yo no veÃ*a nada igual! Y seguro que tu chochito será igual de dulce... –el conductor va deslizando su mano por su vientre, por sus muslos, y la mete bajo su falta, que levanta un poco, y busca el contacto con el bello por entre las braguitas. –mira, mira... ya lo tenemos aquÃ*... esta seco, Martita, no te gusta lo que te estoy haciendo? Vamos a meterte un dedito, a ver si reaccionas... todavÃ*a no, sigue seco... voy a probar con dos dedos, quizás uno no sea suficiente para ti... sigue seco... Dadme esa navaja! -grita a LuÃ*s mientras le extiende la mano para recogerla- tendremos que cortarle esta faldita a pedazos, para poder apreciar mejor su chumino, a ver si conseguimos que se humedezca! –el conductor le rompe la falda en dos trozos y la tira al suelo, a Marta ya solo le quedan puestas las braguitas. Pero el conductor las corta por la cintura izquierda, luego por la derecha, y se las desprende de un tirón. Todos gritan entusiasmados. Marta ya está completamente desnuda. Vuelve a meterle la mano en la entrepierna, y a acariciarle los labios, mientras busca introducirle de nuevo los dedos. Ahora todos pueden contemplar la escena, pues ya no hay ropa de por medio. Marta sigue seca. Se siente humillada, avergonzada, sucia, y no puede dejar de llorar. –Que vamos a hacer, putita? Para humedecerte este coñito? Mmm... déjame pensar... quizás si te doy lengua... Quieres, Martita, que pruebe a introducirte la lengua en el agujero? –el conductos se arrodilla frente a Marta y empieza a lamerle los labios, mientras con las manos sigue acariciándola. Lame, y chupa, y le da pequeños mordiscos por todas sus partes Ã*ntimas. Deja caer su saliva y la esparce con los dedos –esto ya está mejor, vamos a ver que tal respondes, zorrona! – el conductor se desabrocha el cinturón, los ojos de Marta están abiertos como platos... qué va a hacer ahora? Se atreverá a tomarla aquÃ*, delante de todos? Y nadie hará nada para impedÃ*rselo? –en efecto, el conductor saca su verga del pantalón, está dura y hinchada, a punto de estallar. Puede ver sus venas marcadas en el glande, cierra los ojos, No! No! por favor! – piensa- pero ya puede notar la punta de la polla entre sus piernas, y de un solo golpe se la introduce hasta el fondo! Marta cierra los ojos con fuerza, nota como algo se le rompe por dentro, y el conductor empieza a moverse a un ritmo frenético, adelante y atrás, con fuerza, sin miramientos... la está follando delante de todos! Y nadie dice nada, solo contemplan atónitos! El conductor esta a punto de correrse, pero coge aire y se levanta. Esta tan excitado que quiere que esto termine aquÃ*. –Quiero correrme en su cara, que se beba mi leche! –el conductor se aproxima a Marta y se coloca entre sus piernas abiertas, de manera que el glande casi llega a su boca. –Sacadle ese calcetÃ*n de la boca, quiero que esta jovencita me de la mamada de mi vida! –les ordena a los muchachos que estaban sujetándole los brazos. Estos obedecen y cogiendo a Marta por la cabeza le desatan el jersey y le sacan el calcetÃ*n de la boca. –Muy bien Martita, ahora vas a chuparme la polla con esmero, y sin hacer tonterÃ*as, eh? Como se te ocurra morderme te parto la cara a ostias! Me has entendido? –Marta no responde- y el conductor de da una bofetada de advertencia. –Me has entendido o no? Marta asiente con la cabeza y el conductor le mete el glande en la boca –Chupa, maldita, chupa! Con la lengua... como si fuera un rico helado! Marta hace lo que le dicen, pero parece que no es del agrado del conductor, pues acogiéndole la cabeza entre las manos la obliga a ir más y más de prisa. Marta siente náuseas, se ahoga. Pero la fuerza con la que esas manos la empujan es superior a ella. –Me voy, me voy! –grita el conductor- no puedo más! Dios que gozada! Que gozada! La leche empieza a esparcirse por dentro de la boca de Marta, el conductor saca la polla y le llena toda la cara de leche. –Te gusta, Martita? Te gusta? Venga lame, no dejes ni una gota, bébetela toda!

Marta se siente humillada, con la cara llena de leche y con ese sabor asqueroso en la garganta. Ahora que puede gritar ya no tiene fuerzas. Además, de que servirÃ*a. Esta dentro de un autobús y con las cortinas corridas. Nadie puede oÃ*rla. Y ya no tiene fuerzas.

Menudo viajito! –dice el conductor. Quién me lo hubiera contado esta mañana! Mira alrededor y los ocupantes del autobús le devuelven miradas y risas cómplices. Todos han disfrutado del espectáculo, alguno que otro se ha hecho hasta una paja contemplando la escena.

Su glande se encuentra ahora flácido, pero el conductor no puede quitarle la vista de encima a Marta. Una oportunidad como aquella no se le volverá a aparecer en su vida!

Martita, estás cansada? Porque yo todavÃ*a tengo ganas de marcha. Déjame que piense... que voy a hacer contigo ahora... Ya sé, ya sé... y si le damos la vuelta? Me apuesto lo que queráis a que este culito sigue virgen...

Al oÃ*r esto Marta se puso a gritar: -no, por favor, dejadme en paz! No habéis tenido bastante? Es que nadie va a detener a este cabrón? Dejadme, por favor, soltadme! –pero la seguÃ*an sujetando de los brazos y estaba inmovilizada. Alguien le volvió a poner el calcetÃ*n en la boca, y le ataron el jersey de nuevo.

No te asustes Martita, tranquila, que lo haremos poquito a poco... te juro que no te harñe daño. Vale? Lo haremos despacito... poquito a poco...

Le desataron los pies de los asientos y con dificultades, pues Marta no dejaba de patalear, consiguieron darle la vuelta. Le ataron los pies de nuevo a las patas de los asientos. Y volvió a estar inmovilizada, esta vez en posición inversa.

-A ver, aver este culito... -decÃ*a el conductor mientras le separaba las nalgas con las manos- No me equivoco, no! Seguro que es estrechito y virgen. Intentó meterle un dedo por el orificio, y a duras penas lo consiguió. Acercó su lengua y lamió su raja de arriba abajo, una y otra vez, deteniéndose en el ano para echarle saliva. –Vamos Martita, no me lo pongas difÃ*cil- intentó con dos dedos. Marta gritaba, pero sus gritos eran ahogados por el calcetÃ*n. –Esto es más difÃ*cil de lo que me imaginaba, Martita, si te meto mi glande ahÃ* seguro que te parto en dos. Este agujero es estrechito. Tendremos que mirar de agrandarlo. Vamos a ver, vamos a ver... El conductor caminó por el pasillo del autobús hacia la parte delantera, abrió la portilla del guardamaletas y hurgó dentro, sacó algo de una bolsa. Una linterna, y un bote de lubricante para el motor. Caminó de nuevo hacia Marta y le dijo. –Mira putita que traigo, vamos a ver si podemos con esto. Metió dos dedos dentro del pote de lubricante y los sacó chorreando, los pasó por la raja del culito de Marta y los sumergió en el agujerito. Frotó y untó bien el orificio, metiéndole dos dedos dentro, que esta vez se abrieron paso sin dificultad. –Ves, como esto ya va mejor? Jua jua! Vamos a desvirgarte este culito. Le atizó una zurra en la nalga derecha. Pero primero con la linterna, deja que me recupere, que mi polla está todavÃ*a cansada!- Cogió la linterna por la parte delantera y unto el mango con aceite lubricante. Le insertó la puntita del mango en el orificio, poco a poco, y parecÃ*a que se abrÃ*a paso. Marta apretaba los dientes y mordÃ*a el calcetÃ*n. SentÃ*a un dolor nunca antes percibido. No podÃ*a dejar de llorar, de rabia, de vergüenza, y de humillación. No podÃ*a creerse lo que le estaba ocurriendo. Y el dolor era tan fuerte que creÃ*a que se iba a desmayar. El conductor continuaba introduciendo el mango en su culo, y lo hacia tan lentamente que los chicos del autobús se estaban impacientando! –Venga, dale fuerte! Métesela ya! Sin compasión! Hasta el fondo! Dale linterna, dale!- El conductor con los gritos se envalentonó y empezó a hundirla con fuerza. A meterla y sacarla violentamente. El orificio de Marta empezó a sangrar. Y eso hizo que su verga reaccionara al instante, se puso dura y grande. PodÃ*a sentir como palpitaba deseosa de sustituir a la linterna. El conductor la agarró con la mano y retirando la linterna de un tirón le metió la poya hasta el fondo, de un solo golpe! Esta vez se corrió enseguida dentro de Marta, y permaneció ahÃ* dentro unos minutos. Hasta que pudo recuperar el aliento y subiéndose la cremallera del pantalón, caminó hasta su asiento, arrancó el autobús y prosiguió el viaje, mirando de vez en cuando por el espejo retrovisor.
 
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