Mari la chupa penes

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Mari necesito que trates bien a tu padrastro—dijo mi madre antes de irse de viaje.
Era una buena noticia, significaba que podía traer novios a mi casa o manarle la verga al
vecino cuando su mujer no estuviera.


Mi padrastro Marco lopez y su hija que era dos año menor que yo estaríamos solos.
No hablaba mucho con él era muy cariñoso con Melanie y envidiaba que mi padre no lo fuera.


Siempre he tenido curiosidad, pues, mi madre grita como loca cuando cogen.


¿Me pregunto por el tamaño de su verga?


Melanie dice que se la ha visto y es grande.


Melanie es algo diorita pero esta más desarrollada que yo.


—Quiero ver como juegas con tu papá—le dije a Melanie, sabia que había algo extraño en su relación.
Minutos después de irme mi madre, ella me dijo que me ayudaría a divertirme y su padre tiene un buen juguete.






Era un hombre alto y fuerte. Tenia vello en todo el cuerpo.


Y siempre he tenido curiosidad de verle la verga, y si molesta hermanastra lo puede disfrutar ¿A quién daño con verla un poco?.
Estoy cansada de tener que esperar al recreo y chupar penes pequeños de mis compañeros.


Ademas, mi vecino no la tiene tan grande.

Subimos al cuarto de mi hermanastra, una habitación amplia al igual que la cama de ella.
Marcos apareció poco después.


Se veía turbado por que yo estaba allí, pero Melanie se tiro en la cama, se levanto la falda y lo llamó.


---Era cuestión de tiempo que te quisieras sumar...--dijo Marco.
dirigiéndose a mí.


Luego se arrodilló, le tomo las piernas a Melanie y se coloco su cara sobre los pechos de ella.


Yo me senté en la cabecera de la cama y vi como ella ponía los ojos en blanco.
---Ya veras---le dije---, yo también te haré cosas.


Él desendio a sus piernas y empezó a besar sus muslos.


Sus pechos me entusiasmaron ante la visión de sus tetas, pechuga. Tenia un par de tetas tan grandes,
pero, no le colgaban, sino que eran firmes y duras como dos calabazas, y tenía los pezones pequeños y rosados.


Por mucho que uno las apretara y estrujara, volvían a levantarse como si fueran elásticos.
Empecé a sobarlas con ambas manos y finalmente le chupé los pezones.
Melanina gemía con mis apretujares y levantaba el culo mientras Marco le lamía el coño.


Se dispuso entonces a estirarse sobre Melanie, quien exclamó:
—¡Fíjate en su Verga!
Me acerqué a Marco, que, echado ya encima de Melanie, se incorporó lo
suficiente para que yo pudiera vérsela cómodamente. Era la verga más larga que
nunca había visto, y tan curva como una salchicha.

Tan admirada me sentí que se la cogí y no pude resistir la tentación de tratar ese espárrago del mismo modo que se
tratan los espárragos, es decir, metiéndome la punta en la boca.


ÉL jugueteaba con las tetas de Melanie sin hacer caso de mis
manipulaciones.


Le di golpecitos con la lengua, le froté con la mano el resto de la verga,
asombrándome cada vez del largo camino que había recorrido desde el glande hasta
la raíz.


Nunca pensé que mi padrastro tendría tanto que ofrecerme.


Melanie dijo entonces:
—Déjale coger ahora, hermanita.
Tuve que soltarle, y entonces examiné con envidia el coño de Melanie. Los
gruesos y blancos muslos terminaban en un gran culo redondo, y la almeja
descansaba como una rosa negra entre la mata de pelos. La tenía abierta y los bordes
relucían de humedad, y cada vez que contraía la vulva, brotaba una gota blanca que
quedaba colgada de los pelos oscuros como una perla.


—Mari, Mari —exclamó—, fíjate ahora si entra entera, si es que aún no te lo
crees…
Mirar no podía, pero sí palpar con la mano, de modo que la aproximé y noté que
la verga de Marco se hundía cada vez más en aquella cueva, hasta que en la mano
no me quedó más que el par de huevos a los que iba sujeta.

Melanie profería largos
chillidos:
—¡Ah…, ah…, aaah! —Entonces recuperó el aliento y dijo—: Sólo grito de esa
manera con mi papá…, porque siempre, siempre, me corro… ¡Ah…, ah!…
Marco follaba como una máquina, meneando el culo arriba y abajo.

Como Melanie le mantenía sujeto con las piernas, ella también se levantaba con cada
empujón, y la cama entera temblaba bajo aquellas sacudidas. Volví a acurrucarme
junto a ellos en la cabecera de la cama, sentada encima de la almohada.

Y vi a Marco estrujarle las tetas a Melanie de tal modo que los pezones quedaron juntos,
restregándose el uno contra el otro. Luego él se los metió en la boca.


Me levanté la falda, pensando que yo también quería mi parte. Melanie se dio
cuenta y le dijo:


—Chúpaselo a ella…
Mi padrastro volvió la cara hacia mí y yo le ofrecí mi almeja abierta. Enseguida
empezó a golpearme el clítoris con la lengua, y sentí tal placer que me recosté.


Marco era todo un artista. Podía endurecer la lengua de la misma manera que su
espárrago, y me fue chupando al mismo ritmo que follaba en el coño de Melanie.


Tanto placer sentía que no sabía qué hacer, así que me quedé inmóvil hasta que nos
corrimos los tres a la vez.

Continuara...

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