Marga y Rocky (Zoo)

heranlu

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Margarita, Agustina, Carmen, Ignacia de todos los santos y... Marga, o Tina, para sus amigos, era una veinteañera, hija de papá y huérfana de madre, que tenía de todo lo que se puede comprar con dinero, además era alta, rubia, de ojos azules, estilizada y guapa, lo que hacía que tuviera un ego desmedido.

Un viernes por la noche se bajó de su Lesux ES. Estaba bastante perjudicada y se tambaleó.

-Creo que me pasé con los cocteles.

Luego de bajar la puerta de garaje, entró en el palacete por una puerta blindada que tenía una combinación como la de una caja fuerte. Entró y se fue a la sala de estar. Allí, Marga, vio a su padre sentado en un sofá, con un gran danés a su lado, sentado sobre la alfombra. Era un gran danés blanco, con pintas negras y las orejas de punta. Le preguntó a su padre:

-¡¿Qué hace ese perro aquí?!

-Me lo dejó una amiga para que se lo cuide el fin de semana.

Sentándose en un sofá, le dijo:

-Tú y tus amiguitas...

-Tú y tus cócteles. Ya vienes otra vez borracha.

-¿Tanto se me nota?

-Tanto, es poco.

A Gregorio le sonó el móvil. En la pantalla solo le aparecieron unos números y unas letras. Era un mensaje que solo él y la persona que se lo había enviado sabían el significado. Le dijo a su hija:

-Me tengo que ir, probablemente no vuelva hasta mañana por la mañana.

-¿Quién te llama a las doce de la noche?

-No son cosas tuyas.

-Alguna amiguita que le pica el chichi, seguro.

-Ya te he dicho que no son cosas tuyas.

Marga miró para el perro, que se había echado y la miraba con atención.

-Llévate ese bicho contigo.

-A donde voy no lo puedo llevar.

-Pues tienes un problema. Yo no estoy para cuidar bichos.

-¿No querías aquellos pendientes y aquella gargantilla...?

-Muy buena debe estar la muchacha. ¿Cómo se llama?

-Ya te he dicho...

-El perro, no esa que te vas a tirar.

-Rocky, y es muy cariñoso.

Marga había cambiado de idea.

-Ven aquí, Rocky.

El perro se arrastró, le puso la cabeza en el regazo y la miró. Marga le acarició la cabeza. El perro le dio al rabo.

Gregorio andaba con prisa.

-Me voy.

-Te tengo que decir algo antes de que te vayas.

-Suéltalo.

-Si Rocky deja un paquete en la alfombra, lo recoges tú cuando regreses, que el servicio no viene hasta el lunes.

-No va a defecar ni a orinar, orina y defeca cuando lo sacan a pasear.

-Más te vale.

-Me voy. Solo una cosa más, si por la mañana te viene con el cacharro de la comida en la boca, su comida está en la alacena.

Gregorio se fue. Marga encendió la televisión con el mando a distancia y le dijo al perro:

-Voy a ducharme y luego a dormir. Te dejo la tele encendida para que te entretengas.

Al perro le debió oler su coño porque empujó con su hocico hasta que lo tocó.

-¡¿Qué haces?!

El perro metió su cabeza debajo del vestido rojo, un vestido de seda con una abertura lateral y le la lamió el coño, ya que las bragas le habían quedado en un reservado.

-¡Quita, pervertido!

Abrió más las piernas para que el perro quitara la cabeza, pero Rocky siguió lamiendo.

-¡Qué asco!

Lo cogió por las orejas y se lo quitó de encima.

El perro puso las patas en el respaldo del sofá y con la lengua fuera y babeando sobre el vestido, le puso en la boca su polla gruesa y colorada. Marga lo agarró por la polla y tirando de ella lo volvió a quitar de encima. Se levantó del sofá y se quiso ir. El perro le puso las piernas en los hombros y Marga acabó boca arriba sobre la alfombra.

-¡Serás animal!

Rocky, con las piernas a ambos lados de su cuerpo y con la polla colorada apuntando hacia delante, bajó la cabeza y le lamió la boca.

-Asqueroso.

Cuando dejó de lamer con aquella inmensa lengua, Marga, limpiado las babas de su mentón y de su boca, le dijo:

-Me vas a hacer vomitar.

Le lamió las tetas por encima del vestido y se lo dejó lleno de babas. Luego le lamió el coño.

-¡Hijo de perra!

Marga se puso a cuatro patas con el vestido levantado para escapar de allí, pero no le dio tiempo, el perro, sin levantar las patas del piso, le metió la polla en todo el coño y luego la folló a mil por hora. Sintiendo como la taladraba, y como la hacía sentir una perra callejera, le dijo:

-¡Déjame, asqueroso!

Quiso caminar a cuatro patas, pero aquella polla era como una ametralladora, y la ametralladora hizo que comenzara a venirle.

-No puede pasarme esto a mí, pero me está pasando y me voy a correr con un perro, me corro, me corro. ¡Me corro!

Corriéndose, la bola del perro entró dentro de su coño, después, Rocky, se dio la vuelta y quedaron pegados culo con culo.

Marga se había quedado muda. Tenía miedo de que Rocky tirara y le desgarrara el coño. Rocky se quedó con la lengua fuera, jadeando y babeando, pero no tiró, lo que hizo fue correrse dentro de su coño un par de veces. Marga casi se corre de nuevo cuando, despacito, le sacó la bola del coño.

Rocky, que no tenía conciencia de haber hecho nada malo, dado que su ama lo había entrenado para hacer lo que había hecho, se echó de lado y lamió su tremenda polla. Marga, viendo como la lamía, dijo:

-Hoy no es mi jodido día, primero al jodido capullo que no se le levanta la polla, luego Rosi que anda con el jodido mes, y ahora un jodido perro me viola, pero bueno, por lo menos me he corrido un par de veces.

Se fue al cuarto de baño, se desnudó y bajo la ducha se quitó el olor a perro y parte del pedo. Recordado como la había follado, se calentó.

-Acabo de descubrir que tenía una perra dentro de mí.

Con las manos pringadas de gel, agarró las tetas y las magreó. Sintió pasos y luego vio a Rocky mirándola. Siguió magreando las tetas y mirando al perro, que se había echado en las baldosas y que volvía a lamer su polla, aunque ahora tenía fuera solo la mitad.

-Soy una jodida guarra, me estoy masturbando delante de un perro, y me mojo como una perra.

A medida que se magreaba las tetas y se daba dedos, al perro, que la miraba, le iba creciendo la polla. Mirando para él, sus dedos volaron dentro y fuera del coño. Poco más tarde, dijo:

-¡Me voy a correr, me voy a correr, me voy a correr...!

Rocky lamió su polla, y Marga, viendo como la lamía, se corrió como una cerda.

Luego, en la cocina, un café solo le quitó lo poco que le quedaba del pedo.

Regresó a la sala vestida con una bata roja y sin nada por debajo. Rocky seguía lamiendo la polla, pero ahora tenía solo la punta fuera del capuchón

-¡Qué suerte tienes, Rocky! Si yo le llegara también me lamería el coño!

El perro se levantó y le volvió a poner la cabeza en el regazo. Marga sabía lo que quería el perro y se lo iba a dar. Se quitó el cinturón de la bata, se puso en pie, la quitó, se volvió a sentar y abrió las piernas de par en par. Rocky se lanzó a por el coño. Marga le acarició la cabeza y notó que cuanto más rápido se la acariciaba, más rápido Rocky le lamía el coño.

Le llevó la cabeza a las tetas, unas tetas grandes con hermosas areolas color carne y gruesos pezones. De nuevo notó que cuanto más rápido le acariciaba la cabeza, más rápido lamía sus pezones y sus areolas.

-Eres una máquina de dar placer, campeón. Ahora bésame.

Sacó la lengua y llevó la boca del perro a la suya. Aquello era lujuria pura y dura, pues fue ella la que le lamió y le chupó al perro su tremenda lengua. Para acabar le llevó la cabeza a su coño empapado. Acariciando su cabeza sintió que se iba a correr.

-¡Me vas a hacer correr, Rocky, me vas a hacer correr! ¡Me corro!!

Al acabar de correrse, aun con los ojos cerrados, sintió la polla del perro chocando con su cara. Abrió los ojos y vio que Rocky había puesto las patas en el respaldo del sofá y le daba al culo. Le cogió la polla, se la meneó, se la lamió y se la chupo, y al rato el perro se corrió en su cara.

Rocky, al acabar de correrse, se echó sobre la alfombra y volvió a lamer la polla.

Marga se había quedado con ganas de más. Era algo nuevo. Inmoral, pero la moralidad no iba con ella en aquel omento. Se puso a cuatro patas y le dijo:

-Ven, Rocky.

Rocky se puso en pie y le lamió el culo y el coño. Luego la montó sin volver a quitar las cuatro patas del piso. Marga le echó una mano a la polla, para que no le metiera la bola, y se la puso delante del ojete. La folló a mil por hora y se corrió dentro de su culo. Luego le llevó la polla al coño y quitó la mano. La volvió a follar a mil por hora, y en nada se corrió, diciendo:

-¡Me vas a mata de placer!

Marga acabó de nuevo con la bola dentro del coño, y con el perro babeando sobre su espalda, pero esta vez frotó el clítoris y se corrió dos veces. Rocky derramó dentro de su coño tres veces.

Al acabar se duchó y luego se fue para cama. Rocky, al lado de la cama, echado sobre una alfombra, estuvo esperando toda la noche a que Marga lo llamara, pero no lo llamó.
 
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