MADRES, ESPOSAS E HIJAS

RichardVelard

Virgen
Registrado
Ene 9, 2022
Mensajes
25
Likes Recibidos
41
Puntos
13
MADRES, ESPOSAS E HIJAS

PARTE 1

¡Ya vienen, ya vienen! —gritó Marlene saltando de alegría; acto seguido corrió a abrir la puerta principal, después de ver aquel automóvil aparcar frente a su casa.

Ella había estado atisbando por la ventana de la sala, mientras esperaba nerviosa y alterada, sentada en uno de los mullidos sillones. En la pequeña pero confortable casa en la que vivía junto con sus padres. Y salió tan rápido de allí, que no alcanzó a escuchar la respuesta de su madre, quien asomándose desde la planta alta le decía:

—¿Cómo, tan pronto? Yo pensé que llegarían por la noche, ¡dios, que bueno que nos apresuramos a dejar todo listo! O casi todo.

Desde hacía casi cuatro meses, los cristales de todas las ventanas de la casa, habían sido modificados para mostrar efecto espejo, y por lo mismo las cortinas, aunque no se habían removido siempre se hallaban levantadas. De esa manera la hermosa esposa y madre de 37 años, pudo ver desde dentro de la casa lo que sucedía cuando bajaba el último tramo de escaleras. También ella estaba encantada con aquella visita, y si no bajó corriendo como una chiquilla, fue sólo porque lo consideró impropio. Pero al hablar, su voz sonó igual de trémula y emocionada que la de su hija cuando llamó a su esposo, para decirle… no, para ordenarle que saliera de inmediato de donde estuviera; para recibir a los invitados tal como ellos lo merecían. Denisse temblaba, se estremecía, pero no de frío.

La sensación que Denisse estaba experimentando en ese momento, era extraordinariamente agradable, realmente deliciosa.

—¡Maravilloso! —respondió el esposo desde dentro del baño—, ¡atiéndanlos tú y Marlene, en un momento salgo!

Y con el tono de voz de aquel hombre, quedó claro que aquella visita, era algo sumamente anhelado por todos. La familia con sus tres integrantes, estaba verdaderamente eufórica.

Marlene de 18 años, y que no era menos bella y agradable que su madre, atravesó a toda prisa, el espacio de estacionamiento que mediaba entre la reja de la propiedad y la entrada de la casa, y con el llavero que tenía desde hace mucho rato en sus manos, de inmediato abrió la pequeña puerta adosada a la reja, para dejar entrar a su prima Betzy y a su ahora esposo, de nombre Pablo. Después de un mes entero de no verlos; ya que se encontraban de luna de miel.

Tanto la hija como la madre tenían cuerpos ligeramente gruesos; pero esto sólo las hacía ver más hermosas y deseables, pues resaltaba sus cuerpos de hembras, remarcando sus piernas, sus caderas, sus culos y también las tetas. Marlene era más ancha de espaldas eso sí, pero a su favor tenía el hecho de que sus senos eran enormes, y en esto superaba a Denisse, de cuya vagina había salido. Si bien la madre también tenía un par de buen tamaño.

***

Marlene nos saludó efusivamente, abrazándonos y estrechándonos cariñosamente como si no nos hubiéramos visto en años, y Betzy y yo le correspondimos de la misma manera; después de los saludos y los besos en las mejillas, cruzamos la reja encantados de volver a estar allí; mi ahora prima política había dejado caer las llaves al piso de lo emocionada que estaba; pero las levantó del suelo de inmediato, y volvió a cerrar la reja con el seguro. Luego nos tomó a cada uno de la mano, y nos condujo casi tirando de nosotros hacia el interior de su domicilio, mientras ni paraba de hablarnos. Algunos vecinos atestiguaron el hecho, pero sin darle la mayor importancia. Para ellos era sólo una visita familiar en aquella víspera de fin de semana, en una tarde cualquiera, en un tranquilo barrio de clase media.

Pero el asunto cambió drásticamente de tono, una vez que entramos en la casa, y después de dejar yo las enormes bolsas de viaje que llevaba, colgando una de cada hombro. Las cuales contenían no todos, pero sí los regalos más importantes para nuestros adorables anfitriones y parientes.

Apenas había dejado ambas maletas sobre una pequeña mesa, ubicada a un lado del umbral de la puerta; cuando Marlene, quien nos soltó las manos justo en el umbral y entró detrás de nosotros; cerró la puerta con estrépito, y de inmediato se dio la vuelta y se lanzó hacia mí.

Apenas tuve tiempo de recibirla con los brazos abiertos y de amortiguar un poco la fuerza del impacto de su cuerpo contra el mío.

—¡Hija, que modales son esos! —le recriminó su madre con indignación, mientras daba un golpe en el suelo, con uno de esos elegantes zapatos de plataforma que traía puestos.

La hija no respondió y yo sólo hice un ademán para darle a entender a mi ahora tía Dennise que no había ningún problema. La acción de su hija había sido excesiva y tal vez carente de modales, pero de antemano estaba totalmente disculpada.

Marlene se abalanzó hacia mí con la misma rapidez con la que había cerrado la puerta; y ahora estaba abrazándome, de una manera muy distinta a como lo había hecho afuera de la casa. Ya no había vecinos mirones de por medio, con los cuales era necesario e importante disimular y guardar las apariencias. Y todo por el bien de nuestra nueva relación familiar.

De manera que aquella hermosura de pelo largo y negro, de apenas 18 años, ahora me besaba con desesperación, ávidamente, con verdadera pasión erótica y excitación sexual. Incluso metía ya su lengua dentro de mi boca, y con ello lograba que yo le respondiera de la misma manera; al sentirla entregada y dispuesta a todo. Yo la abrazaba y apretaba con fuerza, mientras nuestras lenguas se enlazaban lascivamente, podía sentir sus tetas grandes y macizas pegadas a mí cuerpo. Y no tardé en bajar mis manos hasta sus nalgas y le estrujé el culo con violencia, obscenamente; y casi de inmediato le levanté la larga falda que llevaba; para de ese modo poder manosearla mejor. De manera que su culo exquisito quedó expuesto y dejó ver unas bragas transparentes con encaje. Aquello lo hice sin importarme la presencia de su prima y de su madre, quienes seguramente nos observaban, a menos de medio metro de distancia. Todo lo contrario, sabía que ellas estaban allí y que consentían lo que estaba pasando, sin escandalizarse ni protestar; lo cual dicho sea de paso era maravilloso.

—Por eso la prisa por entrar —escuché decir a Betzy en tono irónico—, pero queda disculpada por Pablo y por mí. No se preocupe tía.

Después de aquel comentario, ahora fue mi esposa la que se disculpó con Denisse, por no haberla saludado aún, y ambas se abrazaron tierna y cariñosamente; aquel primer contacto entre las dos hembras no tuvo connotación sexual; fue un abrazo cariñoso como ya dije, estrictamente de tía a sobrina, que mantenían un aprecio mutuo de muchos años.

—¿Cómo han estado Betzy? Dijo la tía después de aquel largo y rico abrazo, el cual ambas necesitaban y disfrutaron, y mientras preguntaba miraba con gran aprecio a su querida sobrina. A la vez que sostenía entre sus manos las mejillas de Betzy, tal como cuando ella era una niña.

—Estupendamente tía Denisse —respondió su sobrina sonriendo, y devolviéndole la misma mirada—. Tengo tantas cosas que contarte… no te imaginas lo bien que la hemos pasado Pablo y yo en nuestra luna de miel. ¡Fue maravillosa!

—Pero nos han dejado tanto tiempo abandonados —le recriminó su tía con un mohín de desencanto. Y aquella expresión era un reclamo real y contundente, lo cual Betzy entendió de inmediato.

—Lo sé tía —dijo ella con tono de consuelo y actitud conciliadora, mientras tomaba las manos de su tía con las suyas y las acariciaba dulcemente—, pero era necesario y además vamos a compensarlos al doscientos por ciento te lo aseguro. Vamos a compensarlos a los tres. Ya lo verás…

Yo había tenido oportunidad de ver lo que sucedía con tía y sobrina después su abrazo, porque después de aquellos apasionados y calientes besos de lengua con Marlene. Ella me había desabrochado el cinturón y abierto el pantalón, y ahora de rodillas mamaba mi miembro erecto con la misma devoción con la que me había besado. Sus ojos cerrados confirmaban su concentración y entrega de mujer al chuparme. Aquella jovencita mamaba tan rico y como toda una experta, que me había hecho comenzar a gemir de placer.

—¡Oh Pablo, yo también te necesito! —dijo de pronto Denisse con desesperación, en cuanto mis gemidos, provocados por la felación que su hija me daba le recordaron mi presencia— y también ella se abalanzó hacia mí levantando los brazos, en un gesto de total entrega y sumisión.

Giré la cintura tanto como pude, y la recibí en mis brazos como había hecho con su hija. Repetimos casi el mismo procedimiento, sólo que después del efusivo y prolongado beso inicial, fui yo quien metió la lengua dentro de su boca, y ella me lo permitió sin chistar, Denisse quien llevaba su cabello castaño recogido en chongo alto, estaba lista para el amor, y lo demostraba con total sinceridad, sin resquemores al igual que su hija. Y succionó mi lengua que la penetraba mientras yo le estrujaba las nalgas levantándole en su caso, el entallado minivestido que llevaba puesto.

Habíamos dejado de besarnos, y ahora nos veíamos cara a cara, nuestra expresión era la misma, tanto ella como yo estábamos encantados de volver a vernos; Dennise sonreía y sus ojos se tornaban casi vidriosos, era obvio que estaba tan emocionada y excitada por la situación y por lo que se avecinaba, no sólo en los próximos minutos sino todo el fin de semana, que estaba casi al borde de las lágrimas. Aquella elegante y educada esposa y madre estaba a punto de llorar sí, pero de felicidad. Más tardé me confesaría en privado, que ni siquiera en el día de su boda, se había emocionado tanto como aquel en que Betzy y yo volvimos a su casa, para volver a copular todos juntos.

Naturalmente amaba a su esposo. Y lo seguía amando. Sólo que la situación tan inusual y portentosa, en la que Betzy y yo les habíamos hecho caer desde hace meses, era simplemente algo que lo superaba todo. La vorágine de placer, de amor filial y de delicias y juegos sexuales que Betzy y yo dirigíamos y en los que madre, padre e hija estaban felizmente atrapados, era algo totalmente inesperado, inigualable. Simplemente exquisito.

—¿Bueno y mi tío? —dijo Betzy de repente, mientras su tía y yo volvíamos a besarnos, esta vez tiernamente. Un poco antes de eso yo le había ordenado a Marlene que dejara de mamarme y se pusiera de pie. Cosa que la hija obedeció de inmediato.

Después de que Betzy preguntó por su tío escuchamos una puerta abrirse, era la del baño al otro extremo de la habitación, Y Betzy vio aparecer a su querido tío Ramiro, el cual había sido casi un padre para ella. Ramiro era un hombre de 53 años cumplidos, algo obeso pero bien conservado para su edad.

—Aquí estoy sobrina —dijo sonriente, mientras salía del baño caminando despacio, el tipo estaba completamente desnudo; y feliz de estarlo a juzgar por la expresión de su rostro, Ramiro también estaba pleno de alegría, él también tenía los brazos levantados, pero en este caso en dirección a su querida sobrina de 19 años, el tío de Betzy estaba con el pene completamente erecto. Y con el apuntaba directamente a su sobrina.

Betzy tenía la piel tan blanca como la de su tía Denisse, a diferencia de su prima Marlene que había sacado el tono ligeramente moreno de su padre. Y en comparación con su tía y prima, mi esposa era de una figura más esbelta, con unas tetas y un culo muy bien definidos. Pero era un hecho que las tres eran hembras maravillosas, con unas nalgas y unos senos adorables. Yo no me había equivocado en elegirlas.

—¡Hola tío! —dijo Betzy sin ocultar su emoción, y esta vez fue ella la que corrió como una chiquilla, para ir al encuentro de Ramiro.

Pero antes de hacerlo, mi esposa se despojó de una prenda a todas luces innecesaria, tomando en cuenta el clima agradable que hacia aquella tarde. Se trataba de un saco largo que llevaba puesto, cubriéndole casi hasta las rodillas; no era una prenda gruesa, era bastante ligera de hecho; pero por lo que ya mencioné no parecía un atuendo que Betzy debiese usar en ese momento. Sin embargo, la razón de que ella usara aquel saco mientras llegábamos allí, quedo revelada en cuanto Betzy se lo quitó.

Mi joven esposa llevaba debajo un minivestido rojo que dejaba muy poco a la imaginación; más bien era un microvestido. El cual resaltaba sus encantos, dicha prenda dejaba descubiertos los hombros, casi la totalidad de la espalda, y también buena parte de sus senos; sus tetas parecían a punto de salirse por el pronunciado y descarado escote. De hecho por lo abierto, apenas alcanzaban a cubrirse los pezones; era obvio que no llevaba sostén. Y para colmo, por la parte de abajo era tan corto, que la mitad de sus riquísimas nalgas podían verse sin necesidad de que mi esposa se agachara. De manera que tanto por detrás como por delante, se podía observar una tanga del mismo color que el vestido, tan diminuta como excitante.

Los tres miramos como Betzy y su tío se abrazaron, primero efusivamente, con mucha ternura y alegría de verse, era como si la sobrina no se hubiese dado cuenta de la desnudez y erección totales de su tío. Pero casi de inmediato los besos, arrumacos y caricias, pasaron de lo dulce a lo sexual, y luego de ello a una mezcla de ambos tipos, es decir a una dulzura sexual.

—Me extrañaste tío —preguntó Betzy con una expresión y un tono mimosos.

—Mucho hijita —respondió Ramiro, mientras acariciaba el culo de su sobrina, tal y como había hecho yo con su esposa y su hija no hace mucho. La diferencia es que Ramiro la manoseaba con mucha delicadeza. Pues a pesar de todo la seguía viendo como su sobrina preferida, y le gustaba tener ese tipo de detalles románticos para con ella. Cosa que ambos disfrutaban en pareja. Y yo por mi parte no tenía inconveniente de que esto fuera así.

—Mi papá no pierde el tiempo. ¡Ya está completamente en pelotas y con el pito bien parado! —dijo Marlene riendo divertida. Su madre no pudo evitar sonreír con aquel comentario.

—Ustedes se están tardando hija, tú y tu madre ya deberían estar así, completamente desnudas para Pablo —le reviró de inmediato su padre, volteándonos a ver, sin embargo también sonreía, era obvio que aquel jocoso comentario también le había gustado.

—No amor —le respondió su esposa con tono amable— Pablo quiere desnudarnos con sus propias manos. De hecho, fue él quien nos pidió estar vestidas así, tal vez no lo recuerdes Ramiro, pero estas son las mismas ropas que tu hija y yo teníamos puestas la primera vez que Pablo y Betzy… la primera vez que vinieron aquí y nos…

—¿Nos qué mamá? ¡Anda completa la frase! —dijo la hija sonriendo, con una expresión morbosa en su rostro.

Los tres estábamos mirando hacía donde se encontraban Betzy y su tío, yo tenía a madre e hija tomadas por sus turgentes culos con cada mano. Ya no las manoseaba, simplemente las sujetaba de momento, como para que no olvidaran que eran mis hembras de aquella tarde y noche. Y a su vez madre e hija apretaban cada quien, con una de sus manos mi pene, y lo masajeaban lo necesario para mantener mi erección. Bueno, en realidad la que lo acariciaba principalmente era Denisse, ya que su hija mayormente me sopesaba las bolas, o las rascaba con cuidado con sus largas uñas.

—La primera vez que nos hicieron felices. —dijo finalmente la madre bajando la mirada, y yo la atraje hacia mí, tomando su cabeza con cuidado, y la besé cariñosamente en la frente.

—¡Ay mamá pudiste haberlo dicho con palabras más excitantes! Pero eres una romántica y moralina, recuerda la importancia del lenguaje obsceno durante la cópula, que ya nos explicaron Betzy… mmmm…

Interrumpí a Marlene metiendo el dedo índice en su boca. Era el dedo de la misma mano con la que había estado estrujando y manoseando el culo de su madre. Y ella de inmediato comenzó a chuparlo con lascivia. Y se olvidó de seguir molestando a Denisse, si bien todos sabíamos que aquella actitud de Marlene, era parte del juego sexual que todos estábamos disfrutando. Denisse por cierto me tenía rodeado por la cintura con uno de sus brazos.

—¡Sí, soy una romántica niña boba! Pero así soy yo —acabó por admitir la madre, sin dejar de seguir descansando una de sus mejillas contra mi pecho.

—¡Esa es mi esposa, por eso me enamoré de ti y te llevé al altar! —dijo Ramiro con orgullo. Mientras Betzy le acariciaba el pene muy lentamente.

—Sí mi amor, yo también te amo, dijo Denisse levantando la cabeza, e hizo una mueca con los labios mandándole un beso, unos segundos después Ramiro entrecerraba los ojos. Dejándose llevar por el placer de ser masturbado por su adorable sobrina. Betzy sonreía al ver a su tío totalmente dominado por ella con una de sus manos, y unos segundos después le susurraba algo al oído. Luego volteaba a vernos con una expresión de niña traviesa en el rostro sin dejar de sonreír.

—Vamos todos arriba —me imploró con seriedad sexual la madre de familia de aquella casa— les tenemos preparadas muchas sorpresas, pueden usar la habitación que ustedes quieran ¡Vamos ya!

Denisse había comenzado a frotarme el miembro con un ritmo más enérgico y me apretaba con fuerza. Yo estaba completamente excitado, y a la distancia podía ver el culo de Betzy, quien ahora me pertenecía por completo, y a quien le debía haber conocido a aquellas hermosuras que eran su tía y su sobrina. Las que por un curioso giro del destino, y sin que esto implicara fragmentar una familia, ahora me pertenecían tanto como mi propia esposa.

—¡No, será aquí mismo! ¡No hay tiempo para subir! —le respondí a Denisse, y de inmediato la sujete con brusquedad por los brazos, haciendo que quedara delante de mí, y luego la moví a mi antojo, para que quedara contra la parte posterior del sofá que teníamos cerca.

—¡Va a cogernos en la planta baja igual que la primera vez! —casi gritó la hija, totalmente encantada y jubilosa. Mientras yo le ordenaba a su madre que pusiera las manos contra la parte alta del sillón y se pusiera en posición para ser penetrada.

—¡Siiiiii! —Alcanzó a responder la madre, quien con la brusquedad con la que había sido tratada por mi parte, solamente se excitó más de lo que ya estaba.

Aquella madre de familia anhelaba ser penetrada ya. Y cuando le levanté el minivestido negro que llevaba sin quitárselo, gimió de placer anticipado. Denisse ya en posición, inclinada hacia adelante con las palmas de las manos en el respaldo del sillón, y con el culo levantado. Giró tanto la cabeza como pudo y dirigió su mirada hacía el punto exacto, su rostro estaba descompuesto de placer y ansiedad. Yo moví sus bragas a un lado con una mano, y así la entrada de su encharcada vagina quedó completamente expuesta. Ya no había ninguna barrera entre nosotros.

Por mi parte, y como a manera de un delicioso castigo, en vez de penetrar comencé a frotar mi glande contra los labios de aquella jugosa vulva.

¡Ooooohhh por favor, entra ya Pablo! —suplicó Denisse, temblando de placer.

Marlene sonreía y nos veía expectante, la hija por iniciativa propia había tomado la misma posición que tenía su madre, justo a un lado de ella. Mi prima política seguía con la ropa puesta, pero se había levantado el vestido por detrás; enrollándolo o sosteniéndolo de algún modo contra su blusa.

Betzy y su tío se nos acercaron, sonrientes excitados y alegres, mi esposa ya no llevaba nada de ropa encima, su tío se la había quitado y ahora olfateaba las bragas de su sobrina, completamente extasiado. En aquel momento no había una familia más feliz en todo el mundo que nosotros en aquella casa.

—¡Esto va a ser maravilloso! —dijo el padre de familia de aquella casa

Por única respuesta a lo que Ramiro había dicho, empujé de golpe mi pene durísimo contra la vagina su esposa, penetrándola hasta los cojones en un solo movimiento, la tía de Betzy mi esposa, la madre de Marlene a quien la ensartada Denisse tenía a un lado, y a quien también iba a poseer sin miramientos.

Denisse lanzó un grito de placer supremo, y yo de inmediato comencé un bombeo rápido, feroz, dentro de aquella vulva deliciosa.

Mientras tenía a aquella hermosa hembra madura bien sujeta por la cintura, y la hacía gemir de placer. Vi a su hija mirar con total satisfacción como penetraba a su madre. Pero no solo ella, sino que también Betzy y su tío tenían esa misma mirada.

Mis embestidas eran ahora brutales, pero aquella deliciosa madre de familia no pedía tregua, al contrario gritaba por más. De manera que seguí bombeando. Marlene sin deshacer su posición se masturbaba frenéticamente. Mientras Betzy mi esposa, se disponía a darle una sorpresa a su tío. La primera de muchas, en aquel fin de semana caliente y familiar.

CONTINUARÁ...
 
Arriba Pie