MADRES, ESPOSAS E HIJAS (PARTE 5-2)

RichardVelard

Virgen
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Ene 9, 2022
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MADRES, ESPOSAS E HIJAS
PARTE 5-2

(NOTA DEL AUTOR: HE TENIDO QUE DIVIDIR ESTA PARTE 5 EN DOS, DEBIDO A QUE LA CONFIGURACIÓN DEL FORO NO ME PERMITE SUBIRLA EN UN SOLO POST, TAL PARECE QUE MI ESCRITO REBASA EL LÍMITE PERMITIDO DE PALABRAS, LO SIENTO)

Un mes y medio después de haber advertido a la maestra Dora, acerca del peligro mortal que implicaba trasladarse a vivir en el vecindario en el que ella había vivido, Mary Paz volvía a su casa después de su larga jornada laboral.

Después de bajar del bus y de caminar unas cuatro manzanas para llegar finalmente a su actual dirección, la cual era una casa rentada al igual que la anterior, aunque a diferencia de la otra que era muy bonita, la presente mostraba un notable deterioro y problemas de humedad en algunas de las paredes, pero el caso es que eso era lo que ella podía pagar. Y ante la falta de los muebles que Mary Paz había abandonado en su domicilio anterior, y por los que no había querido regresar, ni mucho menos permitir que sus hijas acudieran por alguno de ellos. Sus hijas aún continuaban viviendo con su hermana, y ella por su parte les enviaba la mayor parte del dinero que ganaba.

Mary Paz ya había sido invitada a trasladarse a vivir con su hermana y su esposo de ser necesario, pero lo había rechazado porque no quería ser una carga más en una casa que aunque propia no era tan grande; y además le quedaba muy lejos de su lugar de trabajo.

La tarde era agradable y faltaban veinte minutos para las seis; y a Mary Paz le llamó la atención un auto estacionado frente a su casa, aquel era de la misma marca y modelo, incluso del mismo color que el de la Doctora Ana la odontóloga.

Por un momento la madre soltera se detuvo, y se quedó mirando desde atrás el vehículo, con la sensación de que ése era el mismo auto de la doctora, vio las placas traseras y lamentó no haberlas memorizado, pero le pareció que eran las mismas, si bien no tenía manera de corroborarlo.

Había dos mujeres platicando en el auto en esos momentos, en el asiento del conductor y el copiloto, Mary Paz siguió caminando y cuando ya las tenía a un lado y hacía como que buscaba las llaves en su bolso, aprovechó el momento para observarlas mejor, la más joven estaba frente al volante, y la otra con la que tenía gran parecido, estaba en el asiento del conductor.

Las dos que seguramente eran madre e hija, la vieron por unos instantes y ella hizo lo propio, incluso se saludaron con movimientos de cabeza. Luego de darse cuenta que sólo se había confundido con lo del auto, la madre soltera metió la llave en la cerradura y en unos pocos segundos abrió la puerta de su pequeña y deteriorada casa.

Justo cuando abría la puerta y el persistente olor a humedad que había dentro le daba de frente, fue que sintió que se mareaba, entonces como si estuviera borracha en extremo, se recargó contra el umbral de la puerta, y permaneció sosteniéndose así mientras con una sola mano, intentaba sacar la llave de la puerta. Una voz femenina detrás de ella le preguntó si se sentía bien, y de inmediato escuchó abrirse primero una puerta de un auto y luego otra. Y casi cuando ya estaba por desmayarse, sintió que dos personas la ayudaban a mantenerse de pie y le hablaban.

Todavía alcanzó a darse cuenta, que quienes la ayudaban eran las dos hembras que había visto en el auto blanco, tan parecido al de la fallecida doctora Ana la odontóloga. Luego y mientras la ayudaban a ingresar a su propio domicilio, simplemente perdió el conocimiento.

Mary Paz no supo cuánto tiempo pasó, el caso es que de repente empezó a escuchar como en sueños, una voz bastante conocida que le hablaba; y que le preguntaba si estaba bien; ella trataba de responder pero por alguna razón no podía. Pero en cuanto la madre soltera reconoció de quién era aquella voz, de inmediato abrió los ojos.

Lo siguiente que hizo fue intentar levantarse de la silla en la que estaba, luego trató de gritar, pero no pudo hacer ni lo uno ni lo otro. Mary Paz no pudo más que mirar con una mezcla de miedo y estupor lo que pasaba. Ella estaba en la sala de su propia casa, muy bien amarrada a una silla; con una mordaza firmemente puesta en su boca, y frente a ella las dos mujeres que había visto en el auto, la miraban condescendientes y comprensivas, como si la conocieran de algún lado. Lo cierto es que ella no las conocía, aún no habían sido presentadas pero se trataba de Yoana y su hija Maya, y esta última sostenía un celular en su mano derecha y se lo mostraba a Mary Paz por el lado de la pantalla.

La voz conocida que le preguntaba si estaba bien, no era ni de la madre ni de la hija presentes; venía del teléfono celular, y le pertenecía a la mujer que estaba en la pantalla, en videoconferencia con ella en estos momentos. La asustada madre soltera clavó su mirada en la pantalla del móvil.

Mary Paz no podía dar crédito a lo que veía en aquella pantalla, primero el auto allá afuera, idéntico al de una mujer que ella creía asesinada en un ritual macabro, y de esto hacía ya tiempo; pero ahora la supuesta víctima estaba allí, sonriéndole y hablándole, preguntándole si estaba bien. No había posibilidad de error o impostura, no era una dama parecida, o maquillada de cierta manera para aparentar ser ella; era imposible imitar la sonrisa, que dejaba ver buena parte de la deliciosa y rosada encía superior de la mujer que le hablaba; lo cual era un rasgo habitual y distintivo de la doctora Ana, ni los dientes frontales como de una conejita, ni la mirada con esa ligera desviación en uno de sus lindos ojos negros; el cabello del mismo color, largo y ondulado, la delicia de rostro en general no podía ser imitada de tan perfecta manera…

¡Era la doctora Ana y estaba viva!

—¡Doctora es usted! —casi gritó la madre soltera, cuando la mordaza le fue retirada, claro que no sin antes hacerla prometer que permanecería lo más tranquila posible, a pesar de lo asustada que estaba.

—Sí soy yo —respondió tranquila, sonriente y con autoridad la odontóloga—, ahora necesito que me hagas un favor, yo estoy en consulta con uno de mis pacientes justo ahora, en la misma dirección que tú ya conoces. Por eso es que no puedo darte todas las explicaciones que mereces, acerca del mal entendido que te hizo huir de este vecindario. Pero las dos chicas que están contigo tienen todo el tiempo del mundo a partir de ahora, para hacerlo; por lo mismo debes escucharlas. Ellas van a mostrarte algunos videos, pero antes van a hacer conexiones en vivo como esta que tenemos ahora, eso es importantísimo para que compruebes, que todas las mujeres que tú creías muertas, yo incluida por supuesto, estamos vivas y felices de estarlo.

—¿Pero doctora, de verdad es usted?

—¡Claro que sí! —dijo la dentista alegremente, y acto seguido hizo un paneo a su propio consultorio, con todo y paciente incluido allá al fondo.

En realidad la doctora se hallaba en ese momento en la recepción de su local. Al lado del escritorio de su secretaria. Y cuando la doctora enfocó a la secretaria, Mary Paz dio un movimiento brusco por la sorpresa, si bien no pudo separarse de la silla, a la que todavía seguía atada.

—Ah por cierto, ella es mi nueva secretaria ¡Saluda Nadia! —dijo la doctora—, bueno la segunda, resulta que ahora tengo dos.

Mary Paz había reconocido de inmediato a la nueva asistente, quien ahora se presentaba ante la cámara y le saludaba amistoda; se trataba de la chica en minifalda, la de la tanga roja, la misma que había sido subida por el hombre oso totalmente desmayada e indefensa a la van de la tienda de regalos. Mary Paz no acababa de entender lo que pasaba, hasta que de las dos mujeres que tenía enfrente, la más joven le dijo.

—Todo fue mentira —dijo Maya—, absolutamente todo lo que le dijo la supuesta vidente, no hubo un solo asesinato, ni tampoco ninguna mujer desapareció, ni mucho menos hubo rituales ni ningún mago negro o hechicero ha vivido en el lugar; todo fue un fraude. Y todo porque esa señora no pudo seguir estafando a aquellos que confiaban en ella. Eso es lo que hemos venido a aclarar señora Mary Paz, solamente por eso es que hemos tenido que atarla y amordazarla. Sabemos que está muy asustada, y queremos devolverle la tranquilidad y apoyarla en lo que podamos. Y es que también usted ha resultado afectada.

—Así es querida —dijo Yoana—, hemos venido a quitarte un peso de encima, por las preocupaciones y molestias que has tenido desde que la tal Kira te metió ideas tontas en la cabeza; y tienes que saber, que a partir de ahora tu vida cambiará para bien; hay un grupo de mujeres en tu antiguo vecindario, que saben tu historia y por lo que has pasado, y entre todas hemos decidido apoyarte. Tú sólo conoces a una parte de ellas, pero el grupo es más grande, más amplio. Y entre todas hemos cooperado, y todo para ayudarte.

Por su parte Maya, quien parecía haber cortado la comunicación con la odontóloga sin alzar mucho la voz, y ahora seguía manipulando el celular añadió:

—Nuestra visita tiene tres motivos principales señora, mostrarle vivas a todas las mujeres que usted creyó muertas en horas del día sábado… apoyarla para que mejore su situación, pues a raíz del asunto usted perdió muchas de sus pertenencias y objetos de valor. Y el que viva en una casa como está demuestra que aún no se recupera, y también dejarle claro para su tranquilidad, qué fue lo que pasó en el vecindario en esos días, y también cómo fue que pasó.

Mientras Maya hablaba, su madre Yoana sin dejar de mostrarse cordial se había levantado de su silla, y desde la parte posterior de la silla en que estaba Mary Paz, había comenzado a desatar las fuertes correas que mantenían bien sujeta a aquella madre soltera, desde la parte alta de su cuerpo hasta sus pies. Y en ese mismo lapso escuchó hablar brevemente a Maya, con alguien por el celular.

—¿Listos por allá? Okey nosotros también… mire Mary Paz quién está en la pantalla, es la misma persona que vivía y aún vive frente a la casa que usted desocupó.

—Hola Mary Paz —dijo Jimena mientras sonreía pero manteniendo el talante un tanto serio, el cual por lo regular le caracterizaba.

—Hola Jimena —fue lo único que dijo Mary Paz, y es que a partir de allí se había dado perfecta cuenta, lo tonta que había sido por creer al pie de la letra todo lo que la tal Kira le había dicho. E incluso sintió vergüenza por llevar aún encima, todas las baratijas que aquella estafadora le había vendido a muy buen precio.

Entonces Maya aprovechó aquel silencio y le pidió a Jimena mostrar, que era lo que estaba haciendo ella en ese momento y dónde se encontraba. Y aquella madre de familia al mover su celular con la video cámara transmitiendo, demostró y explicó que estaba cómodamente sentada, en un sillón en su casa viendo la tv; y en eso su hija, quien ya había cumplido dieciocho años e iba pasando por la sala se detuvo y mandó besos a la cámara, mientras sonreía con su clásica expresión de diablilla.

—Como puedes ver, mi hija se ha pintado el pelo, ahora es pelirroja —dijo Jimena con orgullo.

***​

Después de mostrarle a Jimena y lo que hacía en esos momentos, Maya hizo otras dos conexiones más, la siguiente fue muy rápida y cortaron la comunicación casi de inmediato, y fue con Sara una chica de veinticinco años, la misma que había recogido el zapato caído de Nadia y lo había lanzado dentro de la van, a petición del hombre oso. Al igual que la vez anterior iba enfundada en ropa deportiva, tal como lo comprobó con el veloz y abrupto paneo que hizo sobre sí misma, mientras iba trotando por las calles del vecindario; actividad que hacía muy a menudo como deporte y para mantenerse saludable. De hecho esa fue la razón por la que la comunicación entre ella y Maya fue tan fugaz; y sin embargo fue más que suficiente para demostrar que también ella estaba viva, y haciendo lo que le gustaba.

Después de eso la última conexión fue a casa de una pareja, a quien Mary Paz solía encontrarse muy a menudo en la panadería cercana a su casa. La primera en aparecer en la pantalla del móvil y saludar a Mary Paz, fue doña Flor quien se dejó ver sacudiendo soberbia y sensualmente, su larga y leonina cabellera rizada, que le caía hasta los hombros descubiertos; la mujer parecía recién bañada, y ahora aparentemente estaba acabando de arreglarse para salir; pero aún así tomó la video llamada.

Flor de inmediato le pasó el celular a su esposo, para que ella pudiera modelar con calma a la cámara; mostrando un vestido y unos zapatos rojos bellísimos, muy parecidos a los que llevaba el día en que fue subida a la van por el hombre oso. Sólo que el vestido, aunque igual de largo hasta los tobillos como todos los que solía usar, dejaban mostrar mucho más su espalda que el anterior, de hecho por detrás la amplia abertura le llegaba casi hasta el culo, de modo que podía verse que no llevaba sostén. Y luego cuando aún sin acabar de presumir su modelito, Flor se subió levemente el vestido, pudieron verse mejor unas medias de malla, del mismo color que todo el conjunto que llevaba.

Después de lo anterior la mujer tomó un cepillo y lo pasó por su cabello, con el mismo aire de sensualidad con el que ya se estaba comportando, mientras le platicaba a su audiencia, que si acaso les llamaba la atención haber visto a su marido en silla de ruedas, y con una pierna enyesada, bueno pues esto se debía a que recientemente su querido esposo, había rodado por las escaleras de su propia casa, y lamentablemente se había roto una pierna; pero por fortuna Pablo, el tipo que la había subido en la van aquel sábado, había pagado todos los gastos de hospitalización, medicinas y hasta enfermera en casa.

—Por cierto —dijo Flor con cierta preocupación en su rostro—, espero que la enfermera no demore mucho; la sirvienta que nos asignó el bueno de Pablo, para apoyarnos en tanto mi marido vuelve a caminar, ya casi está por retirarse; sólo está en la cocina acabando de preparar lo que comeremos en la cena, pero ya casi termina su turno. Y yo no quiero dejar solo a Felipe, pero… tengo cosas que hacer en la planta alta.

—No se preocupe doña Flor, le aseguró que la enfermera llegará a tiempo, confíe en mí —la tranquilizó Maya.

—Espero que sí mi niña —le respondió la hermosura de señora—, la casa es bastante segura, con todos los implementos que Pablo ha mandado añadir para nuestra protección; pero aún así no quiero dejar solo a mi esposo en la planta baja, saben, él duerme de momento en una habitación aquí mismo, para no hacerlo subir al piso superior y molestar su pierna.

—Sí claro —dijo Maya.

***​

La hora de entablar video conferencias en vivo finalmente había terminado, para de allí pasar a la de las explicaciones y aclaraciones habladas en persona. De manera breve pero a la vez muy clara, la joven Maya le habló a Mary Paz de cómo, hacía cosa de unos cinco años, un tipo adinerado había conseguido de manera fortuita y circunstancial, unos tremendos poderes mentales. Lo cierto es que en el proceso había estado muy grave, realmente cerca de la muerte pero se recuperó; y después de un tiempo, y de atar cabos con respecto a ciertos incidentes que le comenzaron a suceder, no tardó en notar que de algún modo había obtenido cierto tipo de capacidades mentales extras.

Y así la situación que le hubiera costado la vida, acabó por mejorársela. Y ya para entonces tenía curiosidad por ver, para qué tantas cosas podrían servirle sus nuevos poderes mentales… claro que primero debía saber cómo funcionaban, y si acaso eran algo que se podía mejorar. Y esto llevaría tiempo, eso lo tuvo claro desde el principio.

Lo que Mary Paz había sentido en su casa aquel sábado, había sido un nuevo recurso implementado por Pablo, y que él aún estaba probando; se trataba de una onda de choque mental, que se había desplazado desde el punto en que se encontraba Pablo y en un radio que abarcaba todo el vecindario, e incluso un poco más allá. Se supone que nadie debía percibirlo, pero el oro en forma de cadena que llevaba al cuello Mary Paz, le había hecho ser capaz de notarlo. Y además esa misma cadena de oro, era la que la había protegido de caer bajo la influencia de los poderes de Pablo. Pero no se trataba de magia negra, sino simple y llanamente de poder mental, dijo Yoana interviniendo.

—¿Pero para que quería ese señor tener bajo su poder mental a todo el vecindario? —preguntó Mary Paz con inocencia.

Yoana quien en ese momento estaba de pie, mientras las otras dos hembras seguían sentadas, se acercó con una sonrisa y expresión compasivas y tomándola por las mejillas con sus manos, le dio un beso cariñoso en la frente y le dijo:

—¡Ay querida, eso ya lo sabes!

—Pero…

—Escuche Mary Paz, voy a mostrarle extractos de un video mucho más grande, que tengo guardados en mi celular, por cuestión de tiempo no voy a mostrárselos todos, pero los segmentos que usted verá, son del mismo sábado en que a usted le hicieron creer que mataron a todas esas mujeres, permítame… ¡Ah, pero un momento! Antes hay algo más que debo explicarle, pero primero dígame como se siente en este momento, ¿Aún está asustada como al principio, cree que vamos a hacerle daño?

Mary Paz sólo necesito pensar unos tres segundos a lo mucho, para responder.

—¡No, para nada! ¡Es como si ustedes me hubieran quitado un peso de encima, al decirme la verdad de lo que pasó! —dijo ella, mostrando por primera vez una sonrisa, cosa que no había hecho desde que había llegado al frente de su casa aquella tarde.

—¡Perfecto! —dijo Yoana—, eso significa que ya ha funcionado.

—¿Qué? —dijo Mary Paz sin alcanzar a entender.

—Déjeme explicarle, los poderes de Pablo no funcionan en ninguna de sus formas, a la distancia en que nos encontramos de él ahora; pero como mi mamá y yo estamos bajo su control mental; bueno en ese caso él puede usarnos como retransmisoras; de sus poderes claro, porque nosotras no tenemos esas capacidades; pero como ya le dije mediante cierto procedimiento que Pablo nos hace, podemos retransmitir influjos mentales de él.

—Que mi hija no te enrede querida —dijo Yoana—, lo que ella quiere decir es que desde que estábamos afuera de tu casa, has estado expuesta a los poderes de Pablo como si él estuviera aquí, pero de una manera gradual, él no pudo venir porque tiene un asunto importante que atender, pero nos ha enviado a nosotras.

—Así es, tal como lo dice mi mamá, el único inconveniente es que, los poderes de Pablo usándonos como retransmisoras, no funcionan de inmediato ni con la misma potencia o utilidad que busca Pablo; por lo menos hasta después de cierto tiempo. Para lo que sí sirven es para provocar un mareo, o el pequeño desmaño que usted sufrió, y que nos dio tiempo para meterla a su casa y atarla.

—Así es —dijo Yoana sonriendo, mientras ponía en su rostro una expresión de niña traviesa— pero con el tiempo que ya llevamos hablando, has estado expuesta el tiempo suficiente como para que ya seas una de las nuestras, ahora eres tan incondicional a Pablo como cualquiera de nosotras.

—¿De verdad? —preguntó Mary Paz muy sorprendida, pero sin dejar de sonreír.

Yoana respondió asintiendo con la cabeza, y luego se le acercó lo suficiente como para poner su nariz contra la suya, y se frotó cariñosamente contra ella, mientras aquella madre de familia antes horrorizada y asustada, respondía a aquello abrazando a su interlocutora y ahora nueva amiga, quien también la abrazaba; como si fuesen dos hermanas que se reencontraban después de mucho de no verse.

—Bien, ahora el video —dijo Maya, quien había movido su silla para pasar de estar de frente a quedar al lado derecho de Mary Paz, y de inmediato Yoana su madre hizo exactamente lo mismo.

***​

—Un total de siete mujeres —dijo Maya con voz muy segura—, de entre las más hermosas madres, esposas e hijas del vecindario, fueron recolectadas por Pablo mientras estaba disfrazado de Oso y subidas a la van con el logo de la tienda de regalos de su propiedad; la onda de choque mental que no la afectó a usted, afectó a todos los que estaban en el vecindario; bueno, es posible que haya habido más gente que al llevar encima algún objeto de oro, tampoco se hubiese visto afectada. Y que les llamase la atención el experimentar lo mismo que usted; pero el caso es que ninguno de ellos estuvo cerca de donde Pablo tomó a las chicas, usted fue la excepción puede decirse.

—¡Oh, y entonces él las quería para… eso! —dijo Mary Paz viendo con atención el video.

—Así es —dijo Yoana dándole un rápido pero ligero codazo en las costillas—, como puedes ver las tiene a todas en esa base inflable enorme, y bastante firme y cómoda, y las está matando una a una… pero de felicidad.

Mary Paz se llevó una mano a la boca, una vez más estaba shockeada, pero ya no sentía horrorizada, al contrario el mismo video, tan caliente como era, le tranquilizaba todavía más. Y por lo mismo aunque en shock y todo, ahora se sentía muy feliz y liberada de culpas y preocupaciones; tan feliz y liberada como hacía mucho que no lo estaba. Incluso pensaba en sus hijas, y en la felicidad que le provocaba el saber que volverían a vivir juntas.

Justo en esos momentos la doctora Ana con su tremendo culo, obsceno, gigantesco y bien torneado, yacía en cuatro patas, y estaba siendo clavada analmente y hasta las bolas por Pablo, quien aún tenía el traje de oso puesto, aunque claro seguía sin ponerse los guantes del disfraz, y además se había abierto el cierre oculto que llevaba a la altura de la entrepierna; Pablo con una mano sostenía a la doctora, mientras que con la otra hacía ademanes de triunfo y de victoria, por estar montando a la doctora por su túnel trasero tan apretado y profundo. Mary Paz pudo ver como el oso rebotaba con ahínco contra las nalgas encantadoras y monumentales de Ana, mientras la doctora disfrutaba y levantaba el culo para facilitar la monta; las otras seis mujeres estaban igual que ella totalmente desnudas, y reunidas alrededor viendo la escena, aplaudían o animaban con gritos o palabras obscenas la penetración, mientras se les veía bastante divertidas y sonrientes.

Mary Paz pudo reconocer y ubicar de inmediato los rostros de su vecina Jimena y de Doña Flor, ambas esposas y madres de familia; y también estaban allí Nadia la chica de la minifalda y Sara la deportista; y hubo por lo menos una mujer más a la que también conocía por nombre; en cuanto a las restantes, estaba segura de haberlas visto por lo menos una vez en el vecindario.

Tanto Jimena como doña Flor parecían las más gritonas y entusiastas de todo el grupo, y a ninguna de las siete parecía importarle mucho estar siendo grabada, Flor incluso levantaba el puño en alto y lo agitaba con fuerza; fue precisamente esa hermosa hembra casada, alta y madura de 48 años, la que comenzó a gritar y repetir con fuerza una palabra obscena, que acabó por hacerse eco en todas las bocas femeninas que allí había.

—¡Enculada! ¡Enculada! ¡Enculada! —gritaba doña Flor a todo pulmón.

—¡Enculada! ¡Enculada! ¡Enculada! —no tardaron en gritar todas en coro y lo más alto posible.

Jimena no pudo evitar soltar una carcajada al repetir con su boquita aquella palabra, y en ese momento casi todas, incluida la doctora Ana se veían sonrientes.

Mary Paz escuchó entonces la voz de Maya que le hablaba, pero sin apartar a vista de aquel video.

—Aquel sábado, Pablo reunió a siete mujeres del vecindario en su casa, una de las varias que tiene en el vecindario, aprovechando que es el heredero de una importante inmobiliaria que fundó su padre. Y las tuvo con él durante unos diez días. Hubieran sido dos semanas completas, pero la señora Kira llegó con la policía.

—¡Oh por dios, creo que yo tuve la culpa de eso!

—No te preocupes querida —el tipo de onda de choque mental que Pablo usó en ese momento en el sábado en que tú le viste, seguía aun activa y le protegió; los protegió a todos, además por fortuna ningún policía llevaba nada de oro encima, la tal Kira en sus prisas por desprestigiarlo, olvidó el detalle del oro, que en ese momento solo ella portaba; de modo que todo le salió en contra.

Justo en ese momento se daba un relevo en el video, la doctora Ana de manera sumisa y sin protestar se movía hacia un lado y quedaba tendida boca arriba y con las piernas flexionadas y abiertas, y Jimena ocupaba su lugar, poniéndose de inmediato en cuatro patas; y nada más hacerlo el oso que ya estaba impaciente, la sujetaba y de inmediato la clavaba por la vagina sin piedad.

Entonces el griterío de aquellas hembras comenzaba de nuevo. Era obvio que más allá de los poderes de Pablo, todas se estaban divirtiendo de lo lindo.

Y cuando Mary Paz se dio cuenta de lo que había estado afectando a aquel hombre, al repetir los infundios de la estafadora Kira, sintió que la cara se le caía de la vergüenza.

FIN DE LA PARTE 5 COMO TAL
(CONTINUARÁ)
 
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