MADRES, ESPOSAS E HIJAS (PARTE 5-1)

RichardVelard

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Ene 9, 2022
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MADRES, ESPOSAS E HIJAS

PARTE 5-1

(NOTA DEL AUTOR: HE TENIDO QUE DIVIDIR ESTA PARTE 5 EN DOS, DEBIDO A QUE LA CONFIGURACIÓN DEL FORO NO ME PERMITE SUBIRLA EN UN SOLO POST, TAL PARECE QUE MI ESCRITO REBASA EL LÍMITE PERMITIDO DE PALABRAS, LO SIENTO)

Mary Paz estaba realmente asustada y no era para menos; aquel sábado y muy cerca de su casa, ella había sido testigo de eventos realmente impresionantes, tremendos, que confirmaban que lo que había escuchado unas semanas antes, directamente de los labios de la vidente conocida como Madame Kira, no era un supuesto sino una terrible realidad.

Aquella madre soltera era una de las clientes más asiduas de Madame Kira, quien vivía y despachaba en ese mismo vecindario; el cual además de ser una unidad habitacional de gran tamaño, se encontraba ubicado en una de las orillas de la ciudad. Pero el problema no era la ubicación en sí, sino el peligro potencial para todos los vecinos que según le dijo la adivina, había llegado al lugar desde hacía cierto tiempo.

En un principio tal amenaza logró con sus malas artes pasar sin ser detectada, por los amplios poderes de la vidente; pero Madame Kira finalmente le descubrió y comenzó a alertar a todos sus clientes; si bien su verdadero objetivo era el de poner en guardia a todos los vecinos, para tomar medidas extremas al respecto. Y es que había que actuar de manera rápida y contundente según ella, tomando medidas tan extremas como fuera necesario.

Según le había dicho la vidente, la terrible amenaza para el vecindario entero, había llegado en la forma de un aparentemente inofensivo nuevo habitante del lugar; quien en su modo y maneras, simulaba ser alguien como todos, es decir un ciudadano promedio que trabajaba y pagaba impuestos, con un empleo o profesión como cualquiera; incluso un tipo agradable, pero que ocultaba muy bien quién era realmente, así como sus siniestras intenciones, para con los inocentes e indefensos vecinos del lugar.

Lo cierto es que se trataba de un hechicero poderoso dijo Kira, aquel era un mago que practicaba rituales terribles y hacía sacrificios humanos a fuerzas del mal. Tan siniestro personaje había llegado hasta aquel vecindario, y había estado operando de un modo discreto y velado, haciéndose pasar por un mago blanco y ofreciendo sus servicios gratuitamente, para resolver los problemas de todo aquel que lo necesitara. Pero más tarde o más temprano con sus hechizos, tomaba posesión de algunos de entre el grupo de incautos que ya habían acudido a él, y luego los sacrificaba para incrementar sus poderes, y para decirlo más concretamente, todas las victimas de esos sacrificios a las fuerzas oscuras, habían sido mujeres de diferentes edades, todas residentes de lugar.

Para colmo, el mago era ya tan poderoso desde que recién había llegado, que nadie entre los familiares y amigos más cercanos, denunció las desapariciones de aquellas mujeres del vecindario a las que ya nunca se volvió a ver; y de hecho ya no se les iba a volver a ver, pues ya estaban todas muertas remarcó la vidente.

Kira le aclaró que de seguir así, aquel siniestro personaje acabaría por apoderarse de todo el vecindario; por eso era necesario organizarse, claro que sin darlo a notar, en todo caso si la mayoría de los vecinos no creían aquella historia, y se negaban a apoyar en conjunto. Aún así quedaba la opción de obtener la prueba de las desapariciones, de recabar datos y tomar fotos o videos, así como de acudir con todas esas pruebas a la policía.

Y Mary Paz cuando escuchó todo aquello, no supo cómo reaccionar más que con gran preocupación. Pero no dudó en tratar de apoyar a Madame Kira en el asunto, en la medida de sus posibilidades claro está. Incluso se alegró de que las reparaciones a la vía principal que conducía a aquel vecindario alejado, las mismas que tantos problemas para trasladarse a su trabajo le habían ocasionado, y que de hecho la seguían afectando, fueran para largo.

Y es que esto había ocasionado que desde hace un par de meses, sus dos hijas se trasladasen al otro lado de la ciudad prácticamente, para vivir allí con su tía de manera temporal, y de ese modo no llegar tarde a sus clases. Y de esta manera circunstancial sus hijas habían quedado protegidas, de la influencia oscura que operaba en el vecindario, donde Mary Paz aún vivía.

***​

Los días pasaron y la discreta vigilancia de parte de Mary Paz, mientras realizaba sus actividades normales dentro del vecindario, para tratar de detectar todo lo que pudiera ser anormal y registrarlo como prueba con apoyo de su teléfono celular, no habían rendido ningún fruto. Por cierto que la anciana le había dicho que si filmaba o fotografiaba algo, procurará hacerlo siempre a distancia y sin ser vista. Esto se lo remarcó puntualmente la vidente, y es que algunos vecinos parecían ser de algún modo, más susceptibles que otros a los poderes de aquel malvado hechicero, y además si la descubrían, su propia vida podía ser la siguiente en la lista de sacrificios humanos. Cosa que naturalmente Mary Paz no quería.

Pero después de dos semanas y de ver que en el vecindario todo iba como siempre, Mary Paz comenzó a creer que aquello si bien era cierto, pues no ponía en duda los poderes de su vidente de cabecera, tal vez no era un asunto tan grave. O quizá la magia blanca de la anciana Kira ya había comenzado a dar resultados contra aquel hechicero, y le había hecho incluso retirarse del lugar. Pero entonces recordó, que hacía unos dos días creía haber visto al tipo aquel, al señalado como mago negro por la vidente, y que ella le mostró en una foto, platicando animadamente con la empleada de un local de perfumes, en la entrada del negocio que la chica atendía.

Aunque esto había sido mientras iba en el bus que la llevaba a su trabajo, y además cuando regresó por la tarde noche a su casa, volvió a ver a la joven ya fuera de su trabajo y esperando el bus que la sacaría del vecindario. De manera que no estuvo segura, si aquel era el mismo hombre o sólo se le parecía. En todo caso estuvo segura aquella madre soltera, de que la joven no había desaparecido.

***​

Mary Paz tenía libres los sábados y los domingos, de manera que en el primero de sus dos días de descanso, solía levantarse a eso de las nueve para realizar sus actividades correspondientes, se bañaba y tomaba un desayuno ligero; y después salía a la calle, ya fuera para realizar pagos o compras, o alguna otra cosa por el estilo.

Pero aquel sábado los diversos pendientes que se le había acumulado en casa, retrasaron mucho su salida de la misma, de modo que hasta las once y media de la mañana, fue que aquella mujer que se desempeñaba como secretaria, finalmente se dispuso a salir a la calle.

Mary Paz estaba ya caminando hacia la puerta que daba al exterior, cuando algo la detuvo de golpe.

La anomalía fue tan rápida como violenta, pero innegablemente real.

Durante menos de un segundo, la madre soltera había tenido una sensación apabullante, la de que algo tan grande como una avalancha, o como una ola gigantesca, había pasado por su casa a una velocidad casi supersónica. La sensación fue realmente espeluznante para ella, avasalladora, sin importar que no viera romperse los cristales o fracturarse los muros de su casa. Y la única razón por la que no lanzó un grito de pavor, fue por la tan fugaz duración del evento, sólo por eso. Pero en ningún momento tuvo dudas, de que aquel fenómeno realmente había sucedido, que no se lo había imaginado.

Y entonces y con el corazón latiéndole muy de prisa, se percató de otra cosa más. Y después de ello, a toda prisa se dispuso a llamar a Madame Kira.

***

La vidente no contesto de inmediato ni las llamadas ni los mensajes; y Mary Paz comenzó a desesperarse; ella no sabía qué hacer en ese momento, mientras en su cuello, la delgada cadena de oro que llevaba seguía emitiendo una vibración constante. Era como si la cadena hubiese cobrado vida, o como si de algún modo mediante corriente eléctrica, la cual era imposible que estuviese recibiendo, se le hubiera conseguido hacer vibrar.

Mientras Mary Paz la sostenía entre sus dedos, podía sentir con más precisión aquel movimiento propio que emitía la cadena, y también podía escuchar el muy preciso y tenue zumbido que producía. Y después de un par de minutos, la cadena simplemente dejó de hacer aquello.

Lo que más le llamó la atención a aquella crédula madre soltera, fue el hecho de que aunque llevaba en el cuello y en las muñecas, muchos otros colguijes que la vidente le había vendido en diferentes momentos, presentándoselos como supuestos amuletos, protecciones o talismanes. Solamente aquella cadena de oro, que era un regalo de terceros, que no tenían nada que ver con Madame Kira, se había comportado de esa manera tan inusual, como si fuese una especie de detector de algo… o de receptor de eso invisible, que había pasado tan rápido y tan inmenso sobre la casa pero sin derribarla.

Cuando finalmente la vidente le regresó la llamada, habían pasado ya quince minutos desde el suceso, Mary Paz seguía en su casa y de inmediato le informó a la anciana lo que había ocurrido; la adivina le dijo que se tranquilizara; que de momento no saliera de la casa y que ella le devolvería la llamada, pues no se encontraba en esos instantes en el vecindario. Después de eso simplemente cortó la llamada, dejando a Mary Paz con un palmo de narices.

Pasaron otros diez minutos más, entonces la vidente le regresó la llamada.

Según ella sus poderes de adivinación le indicaban, que algo estaba sucediendo en el vecindario en pleno día y era muy grave; el hechicero parecía haber tomado el control de una parte del mismo, o mejor dicho de un número enorme de personas en él. A pesar de no estar en el vecindario, y gracias al oportuno aviso de su clienta, ella a distancia había podido ver la situación tan difícil como estaba. Pero además había confirmado su adivinación a distancia, de una manera muy directa, y es que durante el tiempo en que había cortado la comunicación con Mary Paz; la anciana no sólo no había recibido una sola llamada de ninguno de sus otros clientes, que le avisara de sucesos raros en el vecindario. Sino que también, al intentar hablar con alguno de los clientes enterados del tema, y que ella sabía que estaban en el vecindario a esas horas; estos, que antes estuvieron tan dispuestos a ayudar, ahora la habían tildado de loca y cortado la llamada, cosa que nunca antes había pasado.

—Esto sólo puede significar una cosa, y es que todos aquellos clientes a los que he marcado, ya están bajo su poder. Por fortuna no son todos, debo colgar para seguir llamando a los demás.

—¡Esto es terrible! —exclamó la madre soltera ¡Espere Madame Kira, dígame qué debo hacer!

La anciana le pidió que esperase en la línea y guardó silencio, luego de un rato finalmente habló y le dio una serie de indicaciones, las cuales debía seguir al pie de la letra SIN FALLAR, todas eran importantes desde luego, pero la primera era que bajo ninguna circunstancia se quitara ninguno de los amuletos y talismanes que ella le había vendido… ni por supuesto tampoco la delgada cadena de oro regalada por terceros.

***​

A las doce y cinco de la tarde de aquel sábado, una sonriente madre soltera llamada Mary Paz, salió de su casa con su bolso colgando del hombro, para hacer algunas compras y pagos, o tal vez para ir a visitar a alguna amiga en o fuera del vecindario, y todavía se tomó su tiempo para platicar brevemente con la vecina de junto, quien estaba barriendo el frente de su casa, acerca del buen clima que hacía en esos momentos.

Después de eso salió por el lado de la calle que daba a la zona donde se encontraba el minisúper más cercano, e hizo como que iba para allá, pero justo en la entrada de aquel comercio, se entretuvo revisando su bolso. Y luego de hablar como consigo misma, miró por unos minutos hacia adentro y acro seguido se dio la vuelta, y se alejó tranquilamente cruzando el estacionamiento, mostrándose en todo momento lo más natural posible.

Los siguientes veinte minutos se los pasó aquella madre soltera, caminando por las calles de aquel vecindario, tratando de pasar desapercibida mientras lo hacía, y sin regresar por segunda vez a las mismas calles por las que ya había pasado. Mary Paz abarcó tanto como pudo sin notar nada raro o inusual; bueno, salvo por el hecho de que creía haber visto pasar a lo lejos un par de veces, la camioneta tipo van de una tienda de regalos que había en una plaza comercial, ubicada en un punto algo alejado del vecindario, a algo así como unos dos o quizá tres kilómetros.

Entonces fue que detuvo su andar y comenzó a recordar y a atar cabos.

Esa camioneta tipo van con el logo de una tienda de regalos… con las ventanas laterales y trasera polarizadas, con un tipo disfrazado de oso que entregaba chocolates o flores por encargo… parecía tener muchas entregas que hacer en el vecindario últimamente. Eso sí que le resultó curioso, si bien tampoco era nada del otro mundo.

Para cuando se dio cuenta de aquello, ya había vuelto casi al punto de partida; estaba a unos pasos del minisúper pero del lado opuesto de la calle. Tenía pensado continuar su discreta búsqueda, siguiendo por esa misma calle hacia el fondo del vecindario, aquella era la lateral por la que llegaba a su casa, de modo que siguió caminando. Pero justo cuando cruzaba a la altura por donde entraba para llegar a su domicilio e iba a seguir de largo, algo llamó poderosamente su atención.

Allá al fondo, casi en la esquina donde terminaba la cuadra donde vivía Mary Paz, estaba estacionada la camioneta de la tienda de regalos, tenía la puerta trasera abierta y también las luces encendidas. Como si su conductor se hubiera detenido intempestivamente.

Fue entonces que escuchó los tremendos gritos, eran de mujer e intercalaban la palabra ¡Auxilio!

***​

Una joven en minifalda apareció por el lado derecho de la calle, venía corriendo desde la otra manzana, y lo seguía haciendo aumentando la velocidad tanto como podía con sus zapatos de plataforma. La hermosa joven hubiera llegado a encontrarse con Mary Paz, de no haber sido porque mucho antes de llegar a la mitad de lo largo de la calle; el hombre disfrazado de oso que corría frenéticamente detrás de ella finalmente la alcanzó, chocándola por detrás y abrazándola. De modo que ambos cayeron al suelo; pero como sea, el tipo del disfraz se las ingenió para amortiguar el choque y la caída, de modo que cuando ya iban al suelo giró hacia un costado, asegurándose de recibir él la mayor parte del impacto, claro que también a él le ayudó mucho el relleno del disfraz que llevaba puesto.

Incluso en el suelo la chica no paraba de gritar y pedir auxilio, pataleaba y se esforzaba por soltarse, pero el hecho es que él la sostenía con fuerza sin permitir que se escapara, pero así como la jovencita hacía todo eso, lo cierto es que tampoco dejaba en ningún momento de sonreír y mostrar un gesto de total felicidad, como si aquel asalto le resultara a pesar de todo algo muy divertido.

A causa de los gritos y el alboroto, algunos vecinos habían comenzado a asomarse por las ventanas o salir de sus casas; y ningún auto pasaba en esos momentos por la calle, que de por sí era poco transitada. Entre los curiosos estaba Jimena la esposa y madre que vivía frente a la casa de Mary Paz. Pero curiosamente nadie intervenía en el asunto o hacía por intervenir.

Entonces Mary Paz recordó las recomendaciones y consejos de la supuesta adivina, y con toda naturalidad se acercó un poco más, a donde la sonriente joven y el tipo del disfraz seguían luchando. Pasó frente a su propia casa y cuando Jimena volteó a verla, ambas se saludaron como siempre, sonriendo y como si no pasara nada inusual; entonces siguió caminando; cerca, más cerca pero no demasiado; de modo que llegó al punto en el que se detuvo, quedando camuflajeada por decirlo así, entre los curiosos que o iban pasando por el lugar, o estaban observando desde los frentes de sus casas. Un par de autos entraron por la calle y avanzaron, y cuando se dieron cuenta sus conductores de que algo sucedía, bajaron un poco la velocidad sí, pero sin detenerse y luego siguieron su camino.

La chica ya estaba de pie, el tipo hacia por levantarse pero sin soltarla de la cintura, finalmente el oso se lograba incorporar y la llevaba casi a rastras hacia la camioneta, la chica seguía gritando y sonriendo, se le veía bastante divertida, y al patalear mientras él la llevaba caminando de espaldas, podían verse sus bien torneadas piernas, y no sólo eso, también se mostraba la diminuta tanga roja que llevaba, así como buena parte de sus deliciosas nalgas.

Un zapato de la chica acabó cayendo a unos metros de donde estaba estacionada la camioneta. Una mujer que estaba observando lo que pasaba en la acera contraria, se dio cuenta y de inmediato fue por él y lo levantó, y se lo acercó al tipo que seguía luchando con la de minifalda para subirla a la camioneta. El oso pareció darle una indicación, de modo que la mujer recorrió los pocos pasos que quedaban para llegar a la puerta trasera abierta de la van, y lanzó dentro el zapato, después de eso, la joven de unos veinticinco y que vestía de pants y sudadera, se dispuso a retirarse. Pero en eso el hombre pareció decirle algo, y ella regresó de inmediato y lo esperó a la altura de la parte trasera de la van.

Ahora los tres ya estaban detrás de la van, el oso y la chica de pants intentando hablar, y la otra joven aunque había dejado de gritar, seguía luchando por escapar con todas sus fuerzas.

Llegó un punto en el que el tipo del disfraz dijo algo al oído, a la sonriente e inquieta joven en minifalda; y de manera bastante sorprendente para Mary Paz, la chica pareció perder el sentido justo en ese momento; quedando de ese modo completamente a disposición de aquel hombre. Quien ya sin la resistencia de la hembra, pudo seguir la charla con la otra joven; y mientras al mismo tiempo, con toda calma y cuidado cargó en sus brazos a la hembra desmayada y luego la ingresó a la van, depositándola sobre un grueso colchón que había en el piso de la misma, aquel grueso colchón era tan largo y ancho como la parte trasera del vehículo, según pudo notar Mary Paz.

Aquello fue lo más asombroso hasta ese momento, de todo lo que había presenciado Mary Paz en lo que llevaba de aquel día, pero no fue lo último.

***​

Después de un rato de platicar, la mujer en ropa deportiva giró sobre su tronco como para mirar su propio trasero, ya que al parecer el tipo del disfraz le indicó que tenía polvo o alguna mancha. Pero casi de inmediato se giró de cuerpo completo, dándole así la espalda al hombre mientras apretaba los glúteos y se inclinaba un poquito, y Mary Paz pudo ver cómo el hombre la tomaba por la cintura y parecía… parecía verle el culo con más detenimiento, como si fuera un médico empezando a auscultar a una nueva paciente. Pero en eso el hombre oso se interrumpió, y es que algo pareció llamar poderosamente su atención.

Del otro lado de la calle iba caminando una pareja, ellos habían entrado por el mismo lado por el que lo había hecho Mary paz, sólo que por la acera opuesta. Ahora estaban cerca de llegar a la esquina siguiente, pero algo en aquella pareja resultó ser sumamente interesante para el hombre oso; tanto como para dejar lo que ya estaba haciendo y hacerles la señal de alto, a la que aquel hombre y aquella mujer de inmediato obedecieron, mientras al parecer saludaban al tipo del disfraz. Y Mary Paz se preguntó si acaso le conocían.

Algunos vecinos y curiosos que pasaban, habían comenzado a entrar a sus casas o a alejarse del sitio, y aquella madre soltera esperó que no todos lo hicieran, pues de lo contrario ella perdería su camuflaje. De modo que se preparó para de ser necesario, dar la vuelta y salir huyendo hacia su propia casa.

Mary Paz conocía a aquellos dos, sabía que eran marido y mujer, se los topaba muy seguido en la panadería, incluso había tenido pláticas de cortesía con ellos en el lugar; no sabía sus nombres, pero hacían bonita pareja y eran muy agradables en su trato.

No les había preguntado sus edades obviamente, pero por su apariencia ella calculaba que el totalmente canoso señor tenía ya unos sesenta años, mientras que su muy bien conservada esposa debía tener unos cincuenta. Lo cierto es que estaba casi en lo cierto; sólo que la bella mujer que aún era doña Flor, tenía 48 años cumplidos; aquella era una hembra muy alta de piel apiñonada, de espalda ancha y brazos un poco gruesos, de tronco grueso en general podría decirse, pero con una belleza exquisita para su edad.

Doña Flor llevaba como siempre un vestido muy largo, que sin embargo dejaba libres buena parte de sus hombros y de su espalda, era de color rojo y sin ser propiamente vulgar o incitador, también mostraba una sección deliciosa de su prodigo busto, y claro está que contaba con un muy buen trasero, mejorado y acentuado con los años, pero disimulado un poco por sus vestidos. Si a eso se añade que se pintaba el pelo de negro para no dejar ver ni una sola cana, aquella señora era una verdadera hermosura. Y esa era la razón por la que el hombre oso había detenido a la pareja, cosa que Mary Paz no sabía y no podía adivinar.

Después de unos momentos de parecer un tanto confundido, y mientras turnaba la miraba entre la joven y la señora, el oso corrió a la parte delantera de la van, abrió la puerta del lado del conductor e ingresó, luego de unos quince segundos cuando mucho, salió de allí apuradamente y cerró la puerta de la van de golpe.

Llevaba dos bolsas de las más grandes de aquella tienda, evidentemente repletas de regalos.

Mary Paz pudo ver la expresión de alegría de la joven cuando recibió una de las dos bolsas, y la reacción de la pareja debió ser la misma, aunque a ellos los tenía casi de espaldas; justamente en ese momento el oso le dio a toda prisa algunas indicaciones a la sonriente joven, que asentía mientras se mostraba agradecida. Y luego de ello la mujer sin dejar de agradecer y de sonreír se alejó del sitio. Mary Paz casi lamentó no poder acercarse más, para escuchar de qué iba aquella conversación.

Todavía no se perdía de vista aquella joven vestida en ropa deportiva, dando la vuelta por la esquina siguiente que estaba a unos pocos pasos; cuando Mary Paz vio al hombre disfrazado de oso, colocarse a toda prisa detrás de doña Flor, que junto con su marido estaban completamente absortos en revisar y comentar todas las cosas que había en la enorme bolsa, y entonces el oso le levantó el vestido tanto como fue posible, revelando todos los encantos de aquella esposa y madre, aquello lo hizo con un solo movimiento y sin dudar, descarada y ansiosamente, y con ello dejó totalmente expuesto el cuerpo de doña flor en toda su madura belleza.

Aquel culo de doña flor, que nunca hubiese sido posible que ella mostrará así en pleno día y en plena calle, apareció enorme, riquísimo, ¡excitante! Tan exquisito como obsceno y retador.

La señora llevaba unas bragas rojas casi de tipo tradicional, que le cubrían el noventa por ciento de sus imponentes nalgas, pero que por la edad y el tamaño del bello trasero de la señora, no desmerecían en nada por no ser tanga; al contrario acentuaban su madura y maternal sexualidad, y el sostén era rojo también. El hombre oso contempló extasiado por varios segundos, todo el conjunto de encantos que tenía el cuerpo de doña Flor visto desde atrás, sin dejar de sujetar muy bien y hasta arriba su vestido, pues no quería dejar de apreciar todas aquellas delicias de la distraída de doña Flor.

Hubo un momento en que el esposo primero y luego doña Flor, voltearon a ver muy brevemente lo que hacía el hombre oso detrás de ellos, pero ninguno de los dos se molestó por ello, de hecho era imposible que no se hubiesen percatado desde antes, tomando en cuenta que el vestido de la señora había sido levantado desde atrás, pero dejando expuesto desde ese mismo momento todo el contorno de la señora.

Lo más que pasó fue, que la pareja decidió de común acuerdo, avanzar hacia la van para usar el colchón que había en la parta trasera, como una especie de mesa donde pudieron ir poniendo el contenido de la bolsa, para ver qué mas regalos había al fondo.

El hombre oso no se los impidió, simplemente fue siguiendo a la pareja, mientras sin dejar que el vestido bajara, sujetaba a la señora por las axilas, y a la vez se iba frotando contra ella libidinosamente. Ya para ese momento Mary Paz se hallaba completamente en shock.

Para colmo, el único momento en el que el vestido bajó, fue cuando el hombre sin dejar de frotarse contra el culo de la señora, que seguía conversando con su marido como si nada, se quitó los guantes que eran parte del disfraz que llevaba, para poder acariciar directamente el culo y las tetas de la señora, cosa que pareció excitarlo todavía más. Y no tardaron en separarse del cuerpo de la hermosa doña Flor, tanto las bragas como el sostén, los cuales el tipo lanzó hacia dentro de la van, y acabaron cayendo encima de la desmayada joven en minifalda, la cual desde que aquella pareja la vio, no despertó en ellos ninguna preocupación ni resquemor. Como si también fuese natural que estuviese allí en el colchón de la van, con la minifalda casi haciendo de cinturón, y por ende dejando poco o nada a la imaginación, incluso las bragas al ser lanzadas, había acabado cayéndole en el rostro a la jovencita.

De repente el tipo dijo algo breve sin dejar de acariciar y frotarse contra la señora, y entonces marido y mujer se apresuraron a guardar las cosas; cuando ya habían terminado la mujer pasó la bolsa a su marido y parecieron despedirse. Justo en ese momento el oso finalmente dejó que el vestido volviese a ocultar todos los encantos sexuales de la señora; y cuando la pareja ya iba a despedirse con un beso, fueron interrumpidos por el oso, quien de manera abrupta y sin avisar, cargó en sus brazos a la señora y se dispuso a depositarla sobre el colchón de la van.

No obstante aquel arrebato totalmente falto de tacto, ninguno de los dos protestó, los esposos siguieron hablando mientras el oso veía en que sección del colchón, iba a colocar a la segunda hembra, y luego como si lo hubiera pensado mejor y como una última deferencia hacia la pareja, el hombre oso dejó que mientras tenía cargando a la esposa, el anciano se despidiera de ella con un beso, luego de ello con un movimiento de vaivén algo brusco, el hombre oso lanzó a aquella hembra madura y casada hacía el colchón de a van, como si ahora fuese de su propiedad.

La hembra cayó sobre el grueso colchón de mala manera, y pareció lanzar un quejido, pero después de eso y sin que ni ella ni su marido reclamaran, se puso cómoda sobre el mismo mientras se abría de piernas y las levanta incitadoramente, procediendo a quitarse los zapatos. Luego de ello el tipo del disfraz simplemente bajó la puerta trasera de la van.

Justo en aquel momento Mary Paz quien seguía en estado de shock, tuvo algo así como una reacción instintiva de supervivencia, se dio la vuelta y se largó corriendo a su casa, esperando ser capaz de llegar a ella, y sin importar también que su loca y frenética carrera llamara la atención de nadie, pero todavía más la de aquel terrible hechicero.

***​

Pasaron cinco minutos, cinco minutos desde que había conseguido entrar a su casa y cerrado con llave y cerrojo la puerta. Fueron cinco minutos que se el hicieron una eternidad a aquella asustada madre soltera.

Mary Paz esperaba que la van y el tipo que la conducía ya se hubieran retirado, pero no se atrevía a mirar; pensó en llamar a Madame Kira pero entonces recordó que no había tomado ninguna prueba ni fotográfica ni de video de todo lo que había sucedido, y casi se maldijo por ello.

Después de un rato se armó de valor y decidió abrir la puerta para ver si el hombre aún estaba allí, pero debía asomarse muy discretamente, para no ser descubierta; se acercó a la puerta de la entrada de su casa, quitó el seguro y el cerrojo, pero antes de abrir se le ocurrió levantar un poquito la cortina, recordando que su vecina Jimena aún estaba allí cuando ella había entrado corriendo a su casa. Cuando miró por aquel pequeño resquicio casi se desmaya.

No había escuchado ningún ruido de un motor de auto que se estacionara cerca, de modo que de inmediato supo que la van seguía en el mismo sitio, y esto último lo sabía muy bien no porque fuese adivina; sino porque justo frente a su casa el hombre disfrazado de oso, estaba hablando animadamente con su vecina Jimena, esposa y madre de familia.

Jimena no era alta como doña Flor, era de estatura media tirando a baja, de piel morena y aparentaba treinta y tantos, llevaba parte de su cabello negro teñido de un tono amarillo ocre y recogido hacia atrás, solía usar vestidos que le llegaban hasta arriba de la rodilla, y que dejaban ver sus maravillosas piernas; sus tetas, caderas y culo se insinuaban muy bien en ese tipo de atuendo amarillo como el que llevaba. Aquella hembra vestida así era una tentación, pero era fiel a su marido, tanto como celosa, y sin decir que ella fuera la que mandara en la relación, lo cierto es que no le permitía a su marido ni putas ni amantes, y si no en otras cosas en esto último su marido doblaba las manos. Y es que con una hembra como aquella no parecía necesario ninguna otra.

No pasó mucho tiempo para que Mary Paz observara como Jimena, a instancias de aquel tipo levantaba los brazos, y se dejaba después levantar aquel lindo vestido, mostrando todo aquello de lo que sólo podía disponer su marido… por lo menos hasta ese día.

Jimena no llevaba bragas, y cuando el oso le quitó el vestido y lo lanzó al suelo no protestó para nada, sólo se dejó llevar, de inmediato el tipo le quitó también el sostén dejándola solamente con los zapatos puestos. Jimena sonrió y se mostró un tanto apenada mientras el hombre se arrodillaba ante ella y le tomaba de las manos, como para simbolizar que su belleza le dominaba.

Después él la hizo dar una vuelta completa lentamente, entonces Mary Paz confirmó lo que ya creía haber visto de perfil, su vecina llevaba el coño totalmente depilado, su raja se mostraba perfectamente delimitada entre sus piernas. El oso ya teniéndola de frente le abrió bruscamente las piernas y la mantuvo así, luego con sus dedos pareció que le separaba los labios vaginales, y continuó metiendo más los dedos y separando las paredes de la vulva de Jimena, admirando cuán profunda era su cueva amorosa. Ella parecía divertida, se dejaba hacer complaciente, aunque no dejaba de notarse cohibida por momentos, sobre todo cuando alguna gente pasaba y les saludaba o los veía.

Ahora el tipo la había girado y le había abierto las nalgas, y a una orden suya Jimena se había inclinado obediente, y había mantenido la posición para que el oso pudiera disponer de su cola a gusto. Mary Paz quedó horrorizada cuando aquel hombre comenzó a estirar aún más la piel que rodeaba el ano de la mujer y el ano mismo, para después y sin ningún lubricante, ni tampoco la más mínima consideración, meter una buena parte de su dedo índice en la apretada entrada trasera de su vecina.

Jimena dio un brinco y se quejó, pero no se negó en ningún momento a seguir siendo dedeada, de aquella manera tan brusca y desconsiderada por el culito. El oso por su parte siguió con su labor, y luego de un rato con ambas manos estrujó y sopesó aquel par de nalgas, disfrutando a mares al hacerlo, después miró la hora en su reloj, pareció meditar unos segundos y luego se levantó y desde atrás le estrujó las tetas a la mujer, quien volvió a saltar cuando sintió aquel manoseo violento, combinado por los empellones que el tipo le daba por detrás mientras se frotaba impúdicamente contra ella.

Luego de un rato y sin avisar, la levantó violentamente en brazos y Jimena dio un grito de sorpresa, no tan fuerte como los de la joven en minifalda, pero que Mary Paz escuchó perfectamente. Entonces la vecina comenzó a intentar soltarse y a patalear, y comenzó a suplicarle al oso que no la llevara a la van; para sorpresa de Mary Paz, el oso en vez de empezar a caminar, puso atención en lo que aquella hermosa y totalmente desnuda madre le decía. Y todavía más sorprendente fue cuando el tipo disfrazado la depositó de nuevo en el piso, con bastante delicadeza de hecho. Y después de eso el oso se alejó dirigiéndose a la van, la cual seguramente seguía estacionada en el mismo lugar.

Una vez que se quedó sola, de inmediato se acordó Jimena que estaba completamente desnuda, y sin intentar levantar el sostén, fue directamente por el vestido y se lo puso a toda prisa. Y luego de allí recogió el sostén y lo revisó y sacudió un poco; para después empezar a hacer la limpieza con el vestido que ya tenía puesto, sacudiéndoselo y dándose palmadas y tallones.

Mary paz que seguía atenta a lo que pasaba, y que al estar dentro de la casa había logrado tranquilizarse un poco; vio aparecer la parte trasera de la van, y luego vio al hombre oso que había bajado del vehículo después de haberlo conducido de reversa; ahora la van estaba casi frente a su casa; pero afortunadamente no le impedía seguir espiando lo que sucedía.

El oso le entregó un paquete rojo en forma de corazón a la señora Jimena, y le dio algunas indicaciones más; la mujer miró el paquete aquel que ya tenía entre sus manos, mientras escuchaba hablar al hombre del disfraz, y ya para terminar el hombre se despidió de ella abrazándola cariñosamente, y mientras lo hacía bajó sus manos hasta sus nalgas y apretó muy fuerte. Provocando otro gritito y también otro brinco de Jimena, quien entre risas le reclamó aquel excesivo y lujurioso apretón. Después de eso finalmente subió a la van, la arrancó y se retiró.

Y sólo hasta que la van ya había tomado bastante distancia, fue que Mary Paz sin dejar de seguir asombrada de todo lo que había presenciado, vio a la vecina, esposa y madre que vivía enfrente de su casa, ingresar tranquilamente a su morada, como si todo aquello que el hombre le había hecho, fuera algo bastante natural para ella.

Después de eso de inmediato llamó a Madame Kira y le rendió su informe.

***​

Madame Kira escuchó sin interrumpirla todo lo que Mary Paz tenía que contarle, de aquellos asombrosos y aterradores hechos que ella había presenciado. Sorprendentemente la vidente no le recriminó su mal proceder, al olvidar que debía no sólo vigilar disimuladamente sino también tomar evidencias, ya fueran fotográficas o en video. En todo caso le dio nuevas instrucciones, pero la principal era no salir de casa, más de lo estrictamente necesario; o de preferencia no hacerlo. Pues ahora su objetivo principal, debía ser grabar o fotografiar con su móvil lo que pasaba en la casa frente a la suya, donde vivía Jimena, la mujer a la que el hombre oso había permitido volver a entra a su propia casa; aquel era el único eslabón fuerte de aquella cadena de misterios, que Mary paz había presenciado con horror. Madame Kira consideró que fue bueno que no intentara seguir a la van, primero porque incluso si paraba un taxi y lograba ver su ruta, la cual seguramente sería dentro del vecindario, ella se arriesgaba a ser reconocida, y es que tal vez al huir como lo había hecho para entrar a su casa, había llamado la atención de hombre.

Lo mejor era estar pendiente de lo que pasaba frente a su propia casa, desde la comodidad y la oculta privacidad que le daban las cortinas de su ventana principal.

Mary Paz no disponía de una cámara de video como tal, que le permitiera dejarla grabando por muchas horas, después de posicionarla correctamente, pero de haberla tenido no sabría cómo usarla correctamente, de modo que después de prepararse a toda prisa unos emparedados, se dispuso a mantenerse en espera y a levantar cada determinado tiempo levemente la cortina, o a también hacerlo ante cualquier indicio de ruidos en la casa de enfrente; para esto le ayudó mucho lo poco transitada que era aquella calle. Y así se mantuvo con el celular cargado y listo para tomar evidencias.

A eso de las dos de la tarde llegó la hija y abrió con su propia llave, a las tres llegaron juntos su esposo y su hijo, y todo esto que no era nada anormal lo grabó en video por si algo sucedía. Pero nada pasó. Y entonces a la cinco, un automóvil que Mary Paz reconoció de inmediato se estacionó frente a la casa de su vecino, desde antes de que la conductora descendiera, Mary paz ya sabía quién era ella.

Una mujer con un elegante y pulcro vestido azul bajó del mismo, y lo primero que resaltaba en ella al verla, eran un culo y unas caderas descomunales. Tan descomunales que ningún tipo de atuendo el que fuera, sería capaz de ocultarlas, y ni siquiera de disimularlas, aquella hembra era de estatura media; y aunque sus tetas eran promedio, sus otros dos encantos ya mencionados, eran superiores a los de Jimena y a los de doña Flor, que no por ello dejaban de ser deseables naturalmente. Pero es que la doctora Ana Vargas Jerez de 33 años, la misma dentista a la que acudía Mary Paz desde que vivía en aquel vecindario, era simplemente una diosa obscena con aquel inigualable trasero suyo, al que ningún hombre podía evitar voltear a mirar con lascivia, y es que aquel culazo era simplemente maravilloso, único.

La dentista no tuvo que tocar a la puerta, esta se abrió mucho antes y una hermosa hembra, esposa y madre de familia, con un corto vestido de color morado y medias y zapatos blancos, muy bien peinada y maquillada, salió de inmediato de la casa, como no queriendo hacer esperar a la doctora, detrás y desde el umbral de la casa su familia la observaba irse aprisa y encontrar y saludar con un beso a la doctora; los tres integrantes de aquella familia de cuatro, saludaron de lejos a la doctora y con ademanes y sonrisas despidieron a Jimena, quien al igual que la doctora parecía ir vestida como para algún evento social importante, que no incluía a los otros miembros de la familia.

A Mary Paz no le tomó mucho esfuerzo entender, que si todo aquello se hacía de esa manera, era para no quitar tiempo a la madre de familia y esposa, a quien ya seguramente esperaban con ansia en algún otro punto del vecindario. Y además la familia estaba totalmente de acuerdo, con que Jimena fuera sola al lugar al que se dirigía.

Mary Paz vio a las dos mujeres subir al coche y retirarse del lugar, y aunque había filmado todo se sintió insatisfecha consigo misma; pues en todo lo que llevaba filmado no había nada tan asombroso y tremendo como lo que ella había visto pasar por la mañana; y no obstante conservó aquellos videos, tal como Madame Kira le había dicho que lo hiciera. Después de eso nada relevante pasó, pero aun así ella siguió pendiente y alerta. Y durante lo que quedaba de aquella tarde, habló en dos ocasiones con la vidente, entregó su reporte y recibió nuevas instrucciones.

***​

Al día siguiente que era domingo, la madre soltera armándose de valor, tocó a eso de las doce del mediodía, la puerta de la casa de Jimena, con el pretexto de que quería información acerca de las tandas que su vecina organizaba; cosa que antes nunca le había interesado. El esposo muy amable le atendió y le dijo que la señora de la casa se encontraba fuera de la ciudad, que había acudido a… algún tipo evento de retiro y relajación con algunas de sus amigas, y que tardaría varios días en volver. En cuanto a lo de las tandas su esposa había dejado de realizarlas.

Salvo por el hecho de que el señor pareció dudar un poco, en el momento en que especificaba el tipo de lugar al que había ido su esposa, aquella breve conversación fue bastante cordial, transcurrió amena y sin que ninguno de los dos se mostrara sospechoso; claro que de parte de Mary Paz aquello fue realmente una proeza, pero la situación extrema a la que se enfrentaba, así como seguramente los amuletos de Madame Kira, la había hecho tomar el valor suficiente.

En días posteriores la madre soltera siguió con sus rutinas y actividades normales, incluidas las de su trabajo por supuesto; pero siempre atenta a todo lo que mientras estaba en el vecindario pudiera pasar. Pero curiosamente nada igual a los tremendos incidentes del sábado se presentó. Claro que ella no podía estar allí todo el tiempo, pues pasaba casi diez horas invertidas en su trabajo, entre su jornada en sí y el traslado y la vuelta. Y por otra parte tampoco podía estar paseándose sin verdadero motivo, en las calles de su propio vecindario, pues se arriesgaba a despertar sospechas, de parte de todos aquellos que ahora eran sirvientes de aquel hechicero, y además ella no sabía cuántos y quiénes eran tales entre sus vecinos. Claro con excepción de la familia viviendo frente a su casa, y de todos los que vio directamente implicados con el hombre oso aquel día.

Como sea ella se dio tiempo para hacer unas compras en el minisúper, y esto lo hizo el día martes de la semana posterior inmediata a los incidentes. Y luego de allí con las bolsas de las compras, se propuso visitar el consultorio de la doctora Ana, para preguntar por el precio actual de algún tipo de servicio dental que necesitaba.

Cuando se detuvo frente al consultorio de la doctora se llevó un chasco; ya desde lejos era obvio que estaba cerrado; y ella casi quiso creer que el anuncio que había repetido en las ventanas del local de la doctora, era sólo para informar su cambio de domicilio y avisar de su nueva ubicación y teléfonos. Pero no; el aviso decía que por causas de fuerza mayor la doctora suspendía de manera indefinida y hasta nuevo aviso las consultas; y que todos aquellos pacientes suyos que tuvieren tratamientos ya iniciados y pendientes de terminar, podía acudir con un colega suyo muy confiable; y que a todos se les haría un cincuenta por ciento de descuento por las molestias ocasionadas.

Mary Paz de inmediato pensó en lo que le había dicho la vidente, y estuvo segura de que ya para esos momentos, tanto su vecina Jimena como la doctora Ana estaban muertas. Y lo mismo debía de haberles sucedido a la chica de la minifalda, y por supuesto también a doña Flor; y lo peor de todo es que nadie entre sus familiares ni conocidos denunciaría su desaparición. Debido a sus terribles poderes, aquel malvado hechicero había procedido tal como ya lo había venido haciendo; primero de manera velada, y ahora con un descaro total a pleno día; todo estaba sucediendo tal como Madame Kira lo había predicho si no se hacía nada al respecto.

Los días siguieron pasando, y aunque Mary Paz en público tanto dentro como fuera del vecindario, seguía mostrándose tan normal y natural como siempre, su angustia y miedo interiores seguían en aumento; esto a pesar de que ella sabía, que mientras conservara todos los colguijes que llevaba, el poder del mago negro no podría dominarla; y es que esto era lo que la había mantenido consciente de todo lo que pasaba en el lugar, y que había presenciado el pasado fin de semana.

La comunicación entre ella y la vidente continuaba; Mary Paz quería que la anciana tomara acciones más drásticas con su magia, y se desesperaba cuando ella le decía que no era el momento; y que ella debía seguir vigilando y contando los días que acumulaban las mujeres que habían desaparecido; para de ser necesario, declararlo a la policía.

El siguiente sábado llegó; y cuando Mary Paz estaba en la panadería, y vio al anciano esposo de doña Flor entrando solo al establecimiento; para realizar sus compras sin su alta y bien conservada esposa, cosa que nunca había pasado; entonces fue que aquella madre soltera tomó una decisión, la de actuar por cuenta propia, ya sin coordinarse con Madame Kira.

Después de dejar su bolsa de pan en casa, la mujer volvió a salir y se dirigió a un teléfono público a unas dos cuadras de su casa; después de asegurarse de que no había nadie en las cercanías que fuera a llamar después de ella. Tomó el auricular y marcó el número de la policía.

Cuando le contestaron, le dijo a su interlocutor que tomara pluma y papel pues necesitaba hacer una denuncia anónima, la de por lo menos tres mujeres desaparecidas; luego de ello esperó unos segundos y, evitando hablar de hechicería y magia negra, así como de poderes ocultos operando en su vecindario, se soltó a hablar dando todos los datos que sabía acerca de las tres mujeres, y aclarando que la policía podría confirmar el tiempo que llevaban desaparecidas sin dejar rastro. Y también aclaró que había más mujeres desaparecidas, no sólo el mismo sábado anterior sino desde varias semanas atrás. Pero que eso deberían investigarlo ellos.

Por si fuera poco también dio los datos de una tal Madame Kira, quien tenía fotos y datos concretos del hombre que las había asesinado a todas ellas…

Después de declarar todo aquello, Mary Paz colgó rápido y sin despedirse el teléfono.

Luego de allí regresó a su casa, y se dispuso a alistar todas las cosas que pudiera llevarse consigo y subir a un taxi en una huida rápida.

Y para cuando llegó el domingo Mary Paz ya no estaba en el vecindario.

(SIGUE Y TERMINA EN LA PARTE 5-2)
 
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