Madre dormida, Madre follada [incesto, madre/hijo]

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Feb 28, 2015
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Todo ocurrió un caluroso día de verano, por aquel entonces estábamos a principios de Septiembre y yo tendría unos 19 años más o menos.
Vivo con mis padres, aunque mi padre suele pasar mucho tiempo fuera de casa debido a su trabajo, pues es conductor de autobús y normalmente suele salir de viaje muy a menudo, por lo que mi madre y yo pasábamos mucho tiempo a solas. Mi madre en aquella época tenía 40 años y estaba estupenda con su melena oscura, sus ojos marrón azabache y sus labios carnosos y sonrosados.
Al estar en pleno verano su cuerpo estaba bastante bronceado debido a los rayos del sol, tiene un cuerpazo que sería la perdición para cualquier hombre, pues a pesar de no hacer demasiado ejercicio, siempre se ha cuidado comiendo cosas que no engordan demasiado y tiene una figura realmente deseable. Unas piernas largas y torneadas que nacen de un firme y redondo trasero, junto a unos pechos que es imposible abarcar con la mano entera, pues la naturaleza ha sido muy generosa con ella y le ha dado unas tetas que ya quisieran tener muchas mujeres de su edad. En más de una ocasión he registrado su ropa interior para ver el tipo de lencería que usa y para masturbarme con sus bragas usadas, pues aunque no esté bien decirlo, siempre me he sentido atraído sexualmente por ella, fue en una de esas ocasiones cuando mirando la etiqueta de varios de sus sujetadores, comprobé que usa una talla (110 D) de tetas.

Un día que mi padre estaba de viaje y estábamos mamá y yo con toda la casa para nosotros solos, comenzamos a discutir por algo que no consigo recordar, pero de lo que sí me acuerdo es de que aquella bronca que tuvimos fue monumental.
Volvíamos de la calle, donde imagino que allí debió empezar todo y al llegar a casa, la discusión fue cada vez a más. Ambos estábamos muy alterados y nos dijimos de todo, hasta que finalmente me encerré en mi habitación pegando voces y cerrando la puerta de un portazo, poniendo fin a nuestra disputa. Media hora más tarde me di cuenta de que me había olvidado algo en el salón y salí a recogerlo, cuando pasé por delante de la cocina vi que mi madre se estaba tomando unas pastillas para conciliar el sueño, pues muchas noches le costaba dormir y el médico le recetó unas pastillas para el insomnio. Unos minutos después volví a mi habitación y me encerré allí de nuevo frente al ordenador, para navegar un poco por internet y tratar de calmarme, poco a poco fui serenándome y tras escuchar el reconcome de mi conciencia pensé que me había pasado bastante con ella, por lo que decidí salir a pedirla perdón, pero ella ya estaba acostada así que fui a su dormitorio y abrí la puerta con la intención de disculparme. Estaba tumbada en ropa interior sobre la cama y su pecho subía hacia arriba y abajo al ritmo de su respiración, pues las pastillas ya le habían hecho efecto y dormía profundamente. No quise despertarla y pensé en volver a mi habitación con la idea de disculparme con ella al día siguiente, pero antes de salir me fijé que uno de sus pezones estaba a punto de salírsele del sostén, pues su aureola comenzaba a asomar descaradamente por la parte superior, y sin poder evitarlo me quedé allí durante unos instantes, observándola mientras ella dormía. Estaba tumbada de lado sobre la cama y en esa postura me fijé en una de sus preciosas nalgas desnudas, pues las bragas que llevaba puestas esa noche, a penas la cubrían el culo.

Poco a poco la sensación de enfado y furia, comenzó a dar paso al deseo, al deseo incontrolable de aprovecharme sexualmente de mi madre. Me acerqué sigilosamente hacia ella y me fijé en su cara por si seguía despierta, pero enseguida me di cuenta de que dormía plácidamente, con una mezcla agradable y traviesa en su rostro, mientras sus ojos permanecían cerrados. Recorrí todo su cuerpo de arriba abajo con la mirada, su escote, sus abultadas tetas y sus anchas caderas. Sus preciosas bragas blancas apenas le cubrían la entrepierna, y la fina tela marcaba perfectamente los grandes y erotizantes labios vaginales, que escondían debajo. Me quedé un buen rato contemplando la entrepierna de mi madre, cubierta por esas braguitas de algodón que llevaba puestas, pero minutos después continué mi recorrido por sus largas y torneadas piernas, por sus firmes muslos y por la perfecta redondez de su precioso culo, que no tenía ni un solo gramo de celulitis. Después volví a dirigir la mirada hacia su rostro por si en algún momento había abierto los ojos, pero mamá seguía durmiendo ajena a mis indiscretas miradas.

En aquel momento mi polla ya estaba bastante dura y debido a eso, mis calzoncillos marcaban un enorme bulto en ellos, hasta el extremo de que la cabeza de mi rabo comenzaba a asomar por la parte superior.
Me armé de valor y puse mis manos sobre los tobillos de mi madre sin dejar de mirarle a la cara, por si en algún momento abría los ojos, pero viendo que seguía dormida, empecé a subir mis manos lentamente por sus suaves y tersas piernas. Decidí acercarme todavía más a ella y me desplacé hacia el lateral de la cama más cercano a donde mi madre estaba tumbada, después me incliné hacia delante y comencé a acariciar sus muslos con mucha suavidad, primero por fuera y después por dentro. Continué mis caricias y comencé a subir mi mano por sus caderas hasta llegar a su nalga más expuesta, que amasé suave y lentamente, hasta el momento en el que tragué saliva y comencé a acercar mis dedos a su entrepierna. Mi madre seguía dormida como un tronco, pero aun así yo me empecé a poner nervioso por si se despertaba y me pillaba manoseándola mientras dormía, traté de calmarme un poco y seguí acariciándole la entrepierna con mucha delicadeza, primero por encima de sus bragas y después por debajo, tras levantarlas cuidadosamente para introducir mis dedos. No tardé en desplazar sus bragas hacia un lado para contemplar el precioso coño de mi madre, y cuando se lo vi casi me da un infarto allí mismo, tenía un coño precioso, completamente depilado excepto por una estrecha línea vertical de vello recortado. Enseguida comencé a pasar mis dedos por sus labios vaginales y pude notar lo húmedo y cálido que estaba.

Unos minutos más tarde volví a tapar la entrepierna de mi madre con sus finas bragas, y comencé a desplazar mis manos por su vientre hasta que llegué a sus pechos.
Le agarré las tetas por encima del sostén y las amasé con delicadeza durante unos segundos, hasta que llegué a la zona del pezón, que ya sobresalía de aquella prenda descaradamente, fue entonces cuando comencé a jugar con dos de mis dedos sobre el revoltoso pezón de mi madre.

Mientras la acariciaba no le quitaba ojo de encima por miedo a que en algún momento se despertase, pero por suerte para mí, parecía que aquellas pastillas para dormir que había tomado antes de irse a la cama, le habían hecho efecto y estaba envuelta en un sueño profundo, yo en cambio estaba cada vez más salido, y armándome de valor nuevamente comencé a empujarla con delicadeza, para que se quedase boca arriba sobre la cama. Cuando conseguí que mi madre se pusiera boca arriba, me acerqué a ella y tras meter mis dedos bajo la goma de sus bragas, comencé a deslizárselas hacia abajo con la intención de ver su precioso coño en todo su esplendor.
Totalmente desnuda de cintura para abajo, me quedé contemplando atentamente el precioso coño de mi madre durante un buen rato, después volví a tirar de sus bragas, hasta que por fin se las bajé hasta los tobillos y finalmente se las quité por completo dejándolas caer al suelo, no sin antes llevármelas a la cara para olerlas profundamente y deleitarme con su exquisito aroma. Quería verla completamente desnuda, así que armándome de valor la giré un poco hacia un lado para desabrocharle el sostén y poder quitárselo. Enseguida quedaron a la vista sus enormes y preciosas tetas, tenía los pezones sonrosados y del tamaño de un guisante, junto a unas aureolas grandes y pálidas, del tamaño de una galleta maría. No pude controlarme al ver a mi madre completamente desnuda y expuesta delante de mí, así que sin pensármelo ni un solo momento, me bajé los calzoncillos y los dejé caer al suelo junto a las bragas de mi madre, y allí delante de ella, mientras mi madre dormía comencé a acariciarme la polla descaradamente, deleitándome con el cuerpo desnudo de mi madre. Una enorme sensación de lujuria y desenfreno me recorrió todo el cuerpo, no podía dejar pasar esa oportunidad, así que pensé que ahora quedaba lo mejor, follármela.

Totalmente desnudo me subí a la cama de rodillas y me puse frente a mi madre, mientras le abría las piernas para ponerme en medio de ella. Convencido de que no se despertaría debido al sueño tan profundo que tenía en ese momento gracias a las pastillas, agaché mi cabeza y comencé a lamer y a devorar su coño con gran desesperación. Estuve durante un buen rato saboreando el coño de mi madre y deleitándome con aquel sabor tan exquisito que recibía de entre sus piernas, en más de una ocasión también restregué mi cara sobre su conejo y se lo follé con mi lengua. A pesar de que ella seguía durmiendo placenteramente, su coño pronto comenzó a humedecerse y llegué a la conclusión de había llegado el momento de meterle la polla hasta el fondo, por lo que me volví a incorporar para bajarme de la cama y de pie frente a mi madre. La sujeté por los tobillos y tiré de ella hacia mí, para llevarla hacia los pies de la cama, cuando tuve el culo de mi madre sobre el borde de la cama, la separé las piernas lo suficientemente como para poder ver la entrada a su coño, y tras apoyar sus piernas sobre mis hombros, me agarré la polla y se la empecé a restregar lentamente por el chocho. Le pasé la polla por toda la longitud de su entrepierna, rozando con ella sus labios vaginales durante unos minutos, hasta que completamente decidido, comencé a meterle la polla lentamente.

Quise disfrutar de aquel momento el mayor tiempo posible, por lo que en vez de meterle la polla de golpe, lo hice lentamente y tomándomelo con mucha calma, pues al fin y al cabo no tenía ninguna prisa y mi madre no se iba a ir a ningún sitio.
Poco a poco se la fui metiendo y sacando cada vez con más fuerza y energía, mis manos dejaron de agarrarle las piernas, que seguían apoyadas sobre mis hombros, y yo me aferré a sus caderas para facilitar aún más la penetración y no aminorar el ritmo. A pesar de las embestidas que comencé a darle, mi madre seguía envuelta en ese sueño tan profundo y eso me animaba a follármela con más ganas todavía, sus enormes tetas comenzaron a bambolearse descontroladamente y una de mis manos se dirigió a ellas. Comencé a manoseárselas a conciencia, disfrutando de su suavidad y carnosidad tan suculenta, pero no me quería correr tan pronto sin antes haber disfrutado de su hermoso y macizo culo, así que tras varias embestidas más, la desmonté y la giré para darle la vuelta y ponerla boca abajo, pero no sin antes haberme asegurado de doblar y colocar la almohada bajo su pelvis, pues así tendría el culo prieto de mi madre en pompa y totalmente expuesto para mi polla.

Aquella imagen fue increíble, las desnudas e indefensas nalgas de mi madre estaban frente a mí y parecía que me suplicaran que les diese un buen mordisco o un buen azote.
No tardé ni un segundo en sobarle el culo y cuando lo hice me di cuenta de lo suaves y turgentes que eran al tacto. Sin pensármelo mucho más, le abrí los cachetes del culo con mis manos y contemplé durante un instante los dos tentadores agujeros de mi madre, uno de ellos dilatado por la reciente penetración que acababa de sufrir y el otro prieto y estrecho para poder violarlo sin miramientos. Enseguida enterré mi cara en el culo de mi madre y comencé a pasar mi lengua por ese agujerito tan estrecho, que escondía entre sus firmes glúteos, le di un largo e interminable beso negro hasta que poco a poco y gracias a mi lengua, aquel precioso orificio pareció comenzar a dilatarse, fue entonces cuando abriéndole aún más las nalgas a mi madre con las manos, eché un par de escupitajos sobre su ano y comencé a penetrarlo lentamente, con mi dedo índice. Pasados un par de minutos, consideré que ya estaba lo suficientemente dilatado como para recibir a mi polla, y sin dudarlo ni un instante se la fui introduciendo con mucha delicadeza.

Me di cuenta de que mi madre o era virgen por detrás, o hacía mucho tiempo que no le habían dado por culo, ya que lo tenía realmente estrecho, y al sentir como se lo abría con mi polla se estremeció y emitió varios quejidos sonoros, pero aun así y por suerte para mí, mi madre seguía envuelta en su profundo sueño. Poco a poco seguí empujando mi polla hasta lo más profundo de su ser, y cuando conseguí metérsela entera, comencé a cabalgarla cada vez con más energía. Mamá parecía una perra en celo, dejándose montar por su macho dócilmente, y yo comencé a cabalgarla con ganas, mientras le azotaba las nalgas y le manoseaba las tetas.

No tardé mucho en correrme debido a lo estrecho que mi madre tenía el culo, y la sensación de sentir lo ajustado que estaba aquel agujero, provocó que mucho antes de lo que me esperaba, mi polla empezase a derramar numerosos chorros de esperma en su interior, mientras yo rugía como un toro ante aquel gigantesco orgasmo que acababa de tener. Caí rendido sobre mi madre y estuve tumbado sobre su espalda durante un par de minutos, mientras me recuperaba de semejante orgasmo con mi polla todavía en el interior de su culo, después la desmonté y me fui al baño a lavarme la polla. Poco después volví a su dormitorio, todavía desnudo, y me di cuenta de que mi madre seguía tal y como la había dejado, así que la giré para colocarla boca arriba y cuando lo hice me llevé un buen susto, ¡Se había despertado!. Tenía los ojos abiertos y me miraba fijamente con una pequeña sonrisa en su rostro, yo me puse blanco y no supe qué hacer ni qué decir, fue entonces cuando ella, me preguntó sin hacer el más mínimo movimiento por taparse:


· ¿Te lo has pasado bien?

Traté de pedirle disculpas pero no atiné a decir ni una sola palabra, únicamente balbuceaba con el rostro completamente colorado de la vergüenza que sentía porque me hubiera pillado, pero ella ni siquiera se inmutó, simplemente se giró sobre la cama y volvió a dormirse como si nada hubiera pasado, fue entonces cuando aproveché para recoger mi ropa del suelo y salir escopetado hacia mi habitación. Al día siguiente no supe con qué cara mirarla y cuando ella me vio, tampoco me dijo nada sobre lo sucedido la noche anterior, aunque eso sí, caminaba con las piernas bien abiertas y con expresión de dolorida en el rostro. Me pregunto si fue consciente de lo que le hice la noche anterior o de si por el contrario pensó que fue un sueño, en cualquier caso a partir de ese día fue mucho más cariñosa y tierna conmigo.



 
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