Los Veranos con Nuestras Madres 003

heranlu

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El señor O’Brien corrió para colocarse tras su mujer. Se agachó un poco para llevar su polla al dilatado ano. Magdalena veía a pocos centímetros como Charlie intentaba clavar su polla en el culo de su mujer sin éxito. Ella agarró con una mano la polla y la dirigió al ano. Cuando Charlie sintió en la punta de su polla el tacto del ano de su mujer, empujó con fuerza y la penetró por completo. Padre e hijo se movían y llenaban por completo con sus pollas los dos agujeros de Poppy.

- ¡¿Preparada para gozar?¡ - le dijo Roberto a Magdalena.

No dijo nada, lo miró con la cara más sensual que nunca había tenido y levantó su culo para prepararse a recibir las embestidas de su joven amante. Los movimientos de la enorme polla comenzaron suavemente a arrancar el placer en aquel dormido coño. Magdalena podía ver delante de su cara como el marido y el hijo de Poppy le daban placer hundiendo sus pollas a lo unísono en ella que no dejaba de lanzar gemido. Pronto se unió Magdalena al canto de su compañera de orgía. En la habitación se escuchaban los gemidos estremecedores de las mujeres y los alaridos de placer de los hombres que clavaban sus pollas sin piedad en los coños hambrientos de sexo de las dos.

- Fuck yeah, stick your cocks in me! – gritaba Poppy mientras sus hombres la embestían sin piedad - More, more, I'm cumming! – todo su cuerpo temblaba al sentir el enorme orgasmo.

- ¡Sí, sí, más fuerte! – gritaba Magdalena al sentir como aquella polla llegaba a lo más profundo de su vagina. Los espasmos de placer hacían que sus piernas temblaran y no podían sostenerla - ¡No pares hijo, no pares! – le gritó a Roberto.

Las manos del joven empleado agarraron a su amante por la cintura y la penetró con todas sus fuerzas. Nunca había follado a una mujer tan mayor, pero gozaba sintiendo la presión que la vagina hacía en su gruesa polla, parecía que las convulsiones de las paredes del coño de aquella mujer quisieran devorar su polla.

La situación llegó al clímax. Kyle y su padre no podían más. El joven clavó su polla en el coño de su madre y empezó a lanzar semen mientras su padre lo miraba desde arriba y aún penetraba el destrozado culo de Poppy. Ver a su hijo correrse y los chillidos de su mujer, consiguieron que se corriera. Clavó su polla en ella y soltó todo su semen. Poppy cayó sobre su hijo, extenuada por el placer y permaneció quieta con involuntarias convulsiones mientras sentía dentro de ella brotar el semen de sus dos machos.

Magdalena se sentía en volandas, sujeta por su fuerte amante. Roberto la embestía sin piedad y su vagina hacía movimientos involuntarios que ella nunca había sentido por el placer que le daba aquella polla. Y llegó el éxtasis cuando , con más fuerza de lo que ninguna mujer hubiera soportado, Roberto se clavó en su coño y la llenó de su blanco semen.

Todos quedaron exhaustos por el placer. Charlie sacó su polla del culo de su mujer y Magdalena pudo ver como el semen brotaba y formaba un hilo que bajaba hasta la dilatada raja de su coño y se mezclaba con el semen de su hijo que rebosaba de la vagina de Poppy. Madre e hijo quedaron abrazados mientras descansaban, Charlie acariciaba amorosamente a su mujer mientras agradecía a su hijo el placer que habían conseguido los tres.

Roberto sujetaba a Magdalena que no controlaba los movimientos espasmódicos de su cuerpo. Ella se retorcía y sus manos lo empujaban y lo atraían hacia ella como si no supiera qué le daría más placer. Miró el redondo culo de aquella mujer y sacó de golpe su polla. Magdalena se retorció de placer sobre la cama y sus piernas se abrían y cerraban. De su vagina salía la ingente cantidad de semen que su joven amante había arrojado dentro de su coño. Roberto la acariciaba recostado junto a ella y ella no podía controlar sus movimientos. Los cinco descansaron para reponerse del placer de aquella orgía.

En la habitación de Bethany.


Tenía la oportunidad de follar con la impresionante Bethany, pero por algún motivo, no estaba a gusto entrado en aquella habitación con mi madre y nuestros nuevos amigos. Envidié a mi primo por tener tan claro que quería follar con su madre, y seguramente lo estaría haciendo mientras yo me sentía excitado por nuestra amiga y enfadado porque su hijo metiera mano a mi madre. No sabía qué pensar.

- ¡Marta, ven un momento a mi dormitorio! – dijo Bethany y las dos entraron en ella mientras Oliver y yo permanecimos en el salón.

En el dormitorio.

Bethany se sentó en el filo de la cama y le pidió a Marta que se sentará junto a ella para hablarle.

- Marta, ¿estás segura de querer hacer esto? – Marta la miró dubitativa – Sí no lo tienes claro, mejor no lo hagas.

- Es que me resulta raro tener sexo junto a mi hijo.

- ¡Ya, la primera vez es raro! – la tranquilizó Bethany – Hacerlo con otros y hacerlo con tu propio hijo…

Entonces Marta se imaginó teniendo sexo con Enrique. Si no se sentía tranquila con la idea de follar con Oliver mientras Bethany follaba con su hijo, al imaginarse tener sexo con Enrique su coño empezó a mojarse. Su amiga hablaba y ella ya no la escuchaba. Una sonrisa de comprensión se dibujó en la boca de Marta. Bethany cayó y la miró, soló le dijo una cosa…

- ¡Sí Marta! – le dio un pequeño empujón en la espalda - ¡Tu hijo también te desea! ¡Corre, no lo dejes escapar!


Intentaba hablar con Oliver, pero me resultaba muy difícil. Aquella situación no me gustaba, pero no sabía bien por qué.

- ¡Tenemos que irnos! – mi madre salió de la habitación.

Casi me tira la bebida cuando me agarró del brazo y tiró de mí para salir de allí.

- ¿Qué pasa mamá? – le pregunté nervioso.

- ¡Tenemos que hablar en la habitación! – casi habíamos llegado a nuestra puerta y quedó paralizada - ¡Mierda, le di la llave a tu tía! No podemos entrar.

- ¡Espera mamá! – me acerqué a la puerta - ¡Mira! La han dejado puesta…

Abrimos y entramos en la habitación. Mi madre cerró rápido y sin hacer ruido al escuchar los fuertes gemidos que daban María y Edu. Sin duda no habían perdido el tiempo. Con cuidado y sigilo, caminamos para ver qué nos encontrábamos. Miramos a l dormitorio de ellas y no pude resistir excitarme al ver a los dos desnudos, ella bocarriba y abierta de piernas mientras él, entre sus ellas, movía su culo arriba y abajo para clavar su polla entera en el coño de su madre. Estaríamos a unos cinco metros de ellos. Gemían mientras podíamos ver como la polla de Edu se perdía dentro del mojado coño de su madre.

- ¡Vamos! – dijo mi madre en voz baja y entramos en mi dormitorio.

Ella cerró la puerta y echó el pestillo. Me pidió que me sentará en la cama e intentaba hablarme mientras se movía de un lado para otro nerviosa. Me levanté, la paré y tomé sus manos.

- ¡¿Qué te pasa mamá?! – miré sus hermosos y preocupados ojos.

- Hijo… - no sabía qué decir – Yo… Verás… Nos hemos ido de allí…

- ¡Yo también te deseo! – le solté de golpe y ella me miró como asustada – De entre todas las mujeres que hay en este mundo, no puedo querer a otra más que a mi madre… ¡Y no sólo como madre! – besé sus labios suavemente - ¡También como mujer!

Nos abrazamos y nuestras bocas se juntaron en un lascivo e incestuoso beso. Por unos minutos nos acariciábamos y nos besábamos mientras a nuestros oídos, a pesar de estar la puerta cerrada, los gemidos de la otra pareja que no cesaban de follar en la otra habitación.

Excitado, me arrodillé delante de mi madre. Mis manos recorrieron su cuerpo hasta llegar al filo de su falda. Metí mis manos por debajo y acariciaba sus muslos mientas besaba su barriga como muestra de amor. Le levanté la falda hasta que apareció ante mis ojos el triángulo de tela de sus bragas que cubría su coño. Me lancé a besarlo desesperadamente. El olor al sexo de mi madre inundó mi mente y la excitación me volvió loco.

Ella levantó una pierna y la apoyó en el filo de la cama, me ofrecía todo su coño.

- ¡Sí cariño, besa mis labios más íntimos!

Apartó las bragas a un lado y tenía sólo para mí el depilado coño de mi madre. Sus labios vaginales estaban hechos un gurruño. Con mis labios los besé y tiré suavemente de ellos.

- ¡Sí hijo, bésame!

Mis labios jugaron con sus íntimos labios, como si besara su boca. Ella agitaba sus caderas por el placer. Lancé mi lengua para explorar la desconocida entrada de su vagina.

- ¡Dios, qué bien mueves tu lengua!

Conseguí separar los labios y mi lengua recibió el sabor más oculto de mi madre. Su vagina me regalaba el líquido sagrado de su feminidad.

- ¡Sí hijo, sí! – me levanté y besé su boca.

Estábamos desesperados por amarnos. Nos desnudamos impacientes por acariciar el desnudo cuerpo del otro. Nuestras ropas fueron arrojadas sin preocuparnos más que de quitarlas. Nos miramos. Su hermoso cuerpo, sus redondas tetas con aquellos oscuros pezones, su cuidado pubis con aquel pequeño triángulo de pelos que parecía indicar el camino hacia el placer. Mi polla estaba erecta, muy erecta, casi me dolía por la excitación que sentía. Mi madre se acercó a mí, su mano tomó mi polla y empezó a acariciarla. Nos besamos apasionadamente y mis manos agarraron su culo.

- ¡Hijo, échate en la cama!

La obedecí al momento, no podía esperar. Ella subió en la cama desde mis pies, gateando, sensual… sus tetas se bamboleaban con cada movimiento que hacía. Mi polla apuntaba al techo, esperando deseosa que su cuerpo se frotara con ella. Sus manos abrieron mis piernas y se echó entre ellas. Mi erección quedó delante de su boca, botando incontroladamente por el deseo de ser tocada por mi madre. Me sonrió sensualmente y acercó su boca a mi glande. Sopló ligeramente y mi polla dio un bote, chocando contra sus labios.

- ¡Vaya, está polla quiere meterse en mi boca! – sus dedos acariciaron mis testículos – Hijo ¿qué crees que quiere que haga?

- ¡No sé mamá! – le dije jugando con ella - ¡Pero mira lo caliente que tengo esto! – con una mano bajé la piel que cubría mi glande e incliné mi polla hacía ella. Acercó sus labios para tocarlo.

- ¡¡Vaya! Está muy caliente… ¡Tal vez sea bueno que lo enfríe con mi saliva!

Su boca se abrió y se tragó parte de mi polla. Su lengua jugueteaba con mi glande y sentía sus caricias. Le dio un beso en la punta.

- ¡Aún está caliente!

Su boca se abrió y de nuevo se la tragaba. Unas fuertes mamadas hicieron que fuera irresistible mi necesidad de correrme.

- ¡Mamá, para o me correré!

Ella parecía no escucharme y sus mamadas se hicieron más intensas. No le pude decir nada, aunque parecía saber lo que iba a ocurrir. Mi cuerpo se tensó y mis huevos empezaron a mandar semen a mi polla. Ella podía sentirlo en su boca. Dejó su boca cerrada sobre mi polla, con una succión constante que no me permitía retener mi semen. Me convulsioné con cada chorro de leche que lanzaba en su boca. Intentaba contener dentro toda la eyaculación, pero parte del blanquecino líquido se escapaba por las comisuras de su boca. Mi polla botaba dentro de su boca regalándole aquel líquido que ella parecía adorar. Cuando dejé de soltar semen, ella abrió un poco su boca y un torrente de semen cayó por mi polla hasta llenar mis huevos y la cama.

- ¡Qué corrida más rica me ha dado mi niño! – dijo moviéndose hacía lo alto de mi cuerpo - ¿Quiere mi niño comer el coño de su mamá?

Se puso de rodilla, con una pierna a cada lado de mi cuerpo, se movía para acercar su coño a mi boca. Pasé mis brazos por debajo de sus piernas y la forcé a moverse hasta que su caliente coño estuvo encima de mi boca. Puse mis manos sobre su culo y mi lengua empezó a jugar con sus labios vaginales.

Ella restregaba su mojado coño contra mi boca, una y otra vez. De su vagina brotaba un río de líquido que inundaba mi boca y cuyo sabor me volvía loco.

- ¡Mamá, siéntate sobre mi polla!

Ella me obedeció y encontró mi polla erecta de nuevo, empapada de mi anterior corrida, pero lista para darle placer. De rodillas se colocó de forma que su coño estaba sobre mi polla. Sus manos abrieron su coño y lo colocó sobre la polla, sí metérsela. Agitó suavemente su cadera y si clítoris se frotaba contra mi endurecida carne, provocando que su vagina volviera a lanzar flujos para facilitar la penetración. Miré como mi polla se cubría de una espuma blanca, fruto de la mezcla de mi semen con sus flujos. Nos miramos y sonreímos al escuchar de nuevo los gemidos de nuestros parientes que follaban en la otra habitación.

- ¡Qué escandalosa es tu tía cuando se corre! – dijo mi madre y lanzó un leve gemido cuando mi glande chocó con su clítoris.

Ella buscó la mejor postura para hacer más intenso el contacto de nuestros sexos, de mi glande con su clítoris. Se agitaba cada vez más rápido, con más intensidad. Yo acerqué mi boca a una de sus tetas que agarraba con una mano y mamé su pezón. Sus gemidos se hicieron más fuertes y empezó a sentir Un nuevo orgasmo.

- ¡Sí, sí, qué bueno! – empezaba a gritar cada vez más.

Se agitó y un gran gemido brotó de su boca al tener un orgasmo al masturbarse con mi polla. Escuchamos que intentaron abrir la puerta, sin duda mi tía no había notado que habíamos llegado y estaría asustada al escuchar a mi madre.

- ¡Aquí también estamos follando! – le gritó mi madre.

Movió con habilidad su cadera y sentí en la punta de mi polla el calor de la entrada de su vagina. Me miró a los ojos y, moviendo su culo, sentí como su caliente vagina iba envolviendo mi polla.

- ¡Oh hijo, qué bueno es esto!

Se agitaba y cada movimiento hacía que mi polla entrará más en su coño.

- ¡Mamá, me gusta follarte! – la besé.

Levantó su torso y quedó sentada, empalada con mi polla. Miré su coño y tenía la mezcla de nuestros fluidos impregnado por toda su raja. Su cadera se agitó de forma que mi polla se movía dentro de su vagina.

- ¡Ouf, me encanta sentirte dentro de mí!

Puse una mano en su culo y otra en su barriga de forma que mi dedo gordo tocaba el principio de su raja, acariciando su clítoris. La sujeté con fuerza y la moví de forma que su coño se restregaba contra mí, mientras mi dedo machacaba su clítoris. En poco tiempo empezaba a chillar al sentir otro orgasmo.

- ¡Sí hijo, sí! ¡Folla a tu madre! ¡Me corro! ¡Me corro!

Seguí moviéndola aunque ella ya se había corrido y me suplicaba que parara.

- ¡Dios hijo, acaba! ¡Me voy a desmayar de tanto placer!

La empujé para que se retirara de mí. De pie en el suelo intentaba ponerla en la posición que yo quería, pero ella se giraba con la boca abierta, creyendo que me iba a correr y esperando mi leche en su boca.

- ¡Para ya y ven aquí! – le dije agarrándola del pelo.

La giré y la puse a cuatro patas, agarrando su culo con mis manos la puse al filo de la cama.

- ¡Cariño, dime qué quieres follar a mamá por detrás!

No le dije nada. Separé sus nalgas y apunté mi polla a su vagina. Se la clavé entera de un solo golpe y le arranque un gritó de placer.

- ¡Sí macho mío! ¡Dale fuerte a tu mami! – la follaba enloquecido por correrme - ¡Vamos cariño, mi vagina está preparada para recibir tu semilla! – nunca había pensado que tal vez podría dejarla embarazada si me corría dentro, me excitó la idea - ¡Venga, mamá quiere tú semen dentro para tener otro niño tan cariñoso cómo tú!

Ver el culo redondo de mi madre, mi polla que se perdía dentro de su coño y aquellas palabras de mi madre, hicieron que el placer llegará. Clavé mi polla en su coño y solté todo mi semen. Perdí las fuerzas y caí sobre ella. Los dos quedamos bocabajo, yo encima y con mi polla incrustada y lanzando semen dentro de su vagina. Unos pocos minutos después nos separamos y, abrazados, dormimos toda la noche, untados nuestros sexos con nuestros fluidos. A la mañana siguiente ya daríamos todas las explicaciones y compartiríamos lo vivido aquella noche con mi primo y mi tía.
 
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