Los Veranos con Nuestras Madres 002

heranlu

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En los sillones.

Los demás huéspedes se habían distribuido por toda la sala. Muchos yacían sentados en los sofás y sillones, otros estaban bailando en la pista al ritmo de la música. Marta observaba como la familia O’Brien disfrutaba de la música y de la libertad que daba aquel maravilloso lugar. La señora O’Brien bailaba con su hijo, ella le daba la espalda mientras sus brazos en alto acariciaba su joven cabeza; el hijo besaba su cuello y acariciaba las curvas del cuerpo de su madre que se contoneaba al ritmo de la música. El señor O’Brien estaba sentado sin quitar ojo de lo que hacían madre e hijo, frotándose la polla de vez en cuando, excitado por la escena que le ofrecían. Marta estaba sentada en el regazo de su hijo mientras Bethany estaba sobre Oliver.

- Marta, would you like to exchange our children? - dijo Bethany.

- Of course! I was waiting since we were in the pool! - respondió Marta.

- Enrique, prepárate a sentir el tremendo culo de mi madre. - dijo Oliver y cogió descolocado a Enrique.

- ¿Qué pasa? - Enrique no entendía el inglés.

- ¡Qué me voy a sentar sobre ti! - Bethany esperó que Marta dejara libre a su hijo y ella ocupó su lugar - ¿Te gusta? - le preguntó a Enrique que sólo pudo mover la cabeza para afirmar.

Enrique se sintió excitado al tener el cuerpo de Bethany sobre él, pero ver a su madre sobre otro, le produjo una sensación de excitación e ira que no lograba comprender.

En el oscuro reservado.

María y Eduardo estaban abrazados y tumbados en el sofá. Se besaban, se acariciaban y gimoteaban excitados por cumplir por fin con sus fantasías más lujuriosas.

- ¡Te quiero hijo!

- ¡Y yo a ti mamá!

La mano de María buscó un lugar entre sus cuerpos por el que llegar hasta la polla de su hijo. Pasó su mano por encima y la sintió dura e inflada bajo el pantalón. Con dificultad, consiguió deshacerse del cinturón y desabrochar los botones, metió la mano y encontró el glande de la polla de su hijo que sobresalía del filo de sus calzoncillos.

- ¡Qué grande la tienes!

- ¡Es por ti mamá!

Sus lenguas se agitaban en sus bocas mientras la mano de María acarició suavemente toda la longitud de la polla de su hijo.

- ¡No, no, no! - empezó a decir Eduardo.

- ¡¿Qué te pasa?!

María comprendió todo cuando sintió en su mano los cálidos chorros de semen de su hijo que no podía evitar vaciarse con las caricias de su madre.

- ¡Tranquilo mi niño! - ella siguió acariciando su polla para que soltara todo su semen - ¡Dale todo a mamá! - lo miraba a los ojos mientras su cuerpo daba espasmos de placer - ¡Sí, córrete hijo!

Eduardo acabó de lanzar todo lo que contenían sus huevos en la mano de su madre. La miró a los ojos y ella sonreía feliz por el regalo que le había hecho. Sacó la mano y se la mostró a su hijo. Estaba empapada del blanquecino semen. María deseaba tanto a su hijo, le provocaba tanta lujuria que sacó la lengua y lamió el semen delante de los ojos de su hijo para que supiera que estaba dispuesta a todo por él. Eduardo sintió que su polla empezaba a ponerse dura de nuevo.

- ¡Mamá, vamos a la habitación para limpiarme!

- ¡Sí hijo, allí te limpiaré por completo y no te dejaré nada de semen!

En los sillones.

Las dos madres y sus hijos hablaban. Las manos de Oliver acariciaban suavemente el cuerpo de Marta, por su cintura y subiendo para rozar descuidadamente su pecho. Enrique lo veía y se excitaba, haciendo que su polla se pusiera dura bajo la presión del hermoso culo de Bethany, pero por algo no le gustaba que aquel tipo metiera mano a su madre.

- ¡Marta! - apareció María y le habló al oído.

- ¡Ah, vale! ¡Toma! - le entregó la llave de la habitación y los cuatro vieron pasar a paso ligero a madre e hijo para dirigirse a la habitación.

- Tal vez estaríamos más tranquilos en nuestra habitación. – dijo Bethany.

- ¡Sí, vayamos! – dijo Oliver y le habló a Marta al oído – Allí te mostraré todo el amor que guardo para ti…

En el oscuro reservado.

Poppy observó cómo la pareja que ocupaba el reservado se marcharon rápidamente. Tomó a su hijo de la mano y lo llevó hasta el lugar. De pie, abrazó a Kyle y miró a su marido que se acercaba hasta donde estaban. Ella se sentó en el filo del sofá y puso a su hijo delante de ella.

El señor O’Brien supo qué quería su mujer. Se aproximó y se colocó junto a su hijo. Poppy bajó la cremallera de su hijo y sacó su polla. Estaba medio erecta y ya mostraba un buen volumen.

Charlie dejó en el sofá el bolso de su mujer y liberó su polla. Apenas tenía una erección. Poppy acariciaba la polla de su hijo que poco a poco tomaba más volumen y dureza. Charlie los miraba y la escena conseguía que su polla despertara levemente.

- ¡Buenas noches! – se escuchó la voz de una mujer que se acercaba a donde estaban.

Era Magdalena, una viuda de unos setenta años que todos los años pasaba julio en el lugar, y que otras veces se había unido a la familia O’Brien para disfrutar del espectáculo que ofrecían madre e hijo.

- ¿Puedo unirme? – preguntó. Con la mano, Poppy le indicó que se sentará junto a ella.

Magdalena y Charlie miraban como Poppy jugaba con la polla de su hijo, la acariciaba y acercó su boca al endurecido pene, sin dejar de mirar a sus dos espectadores su lengua comenzó a acariciar toda la longitud de la polla.

Magdalena buscó en su bolso y sacó un pequeño objeto. Subió su falda hasta dejar su sexo cubierto por las bragas al aire. Puso el objeto sobre las bragas y el zumbido dio paso al placer de sentir el vibrador sobre su clítoris.

Charlie levantó la mano e hizo una señal a uno de los camareros que por allí pululaban. Roberto, un fornido joven que trabajaba allí durante el verano para sacar dinero para sus estudios, llegó hasta ellos.

- ¿Sí señor O’Brien?

- ¿Cuánto? – preguntó Charlie.

- Son cuatro personas… - quedó el joven Roberto pensando – cuatrocientos.

Charlie miró a su mujer que, agarrada a la polla de su hijo le devolvía la mirada. Ella movió la cabeza en señal de afirmación. Charlie sacó la cartera y le dio el dinero al joven.

- Sí me siguen, por favor, los llevaré a un lugar más cómodo. – Roberto esperó que todos se levantarán y los siguieran.

En la habitación.

María y Eduardo llegaron lo más rápido posible a la habitación. Estaban muy excitados en aquella situación y nada más entrar, en el salón, María se detuvo, se colocó en cuclillas delante de su hijo. Vio el bulto que formaba su polla bajo el pantalón. Lo desabrochó rápido y lo bajó, liberando la presión que sentía su hijo. La endurecida polla botaba delante de los ojos de María. Un torrente de flujos brotó de su coño al imaginarse esa polla incrustada en su vagina. Los espasmos de aquella polla que tenía vida propia, le indicaba a la madre que estaba a punto de estallar otra vez.

No lo pensó, su boca se tragó casi por completa el endurecido mástil de su hijo para darle fuertes succione que provocaron que temblaran las piernas de Eduardo. María sintió en su cabeza las fuertes manos de su hijo. Sus caderas se agitaron y la polla empezó a follar frenéticamente su boca. Estaba enloquecido y ella casi no podía respirar.

María, desesperada, consiguió agarrar la polla con una mano y controló la cantidad de polla que su hijo metía en su boca. Eduardo se tensó, su cuerpo se contrajo e intentó meter su polla entera. María sentía la presión que las manos le hacían en la cabeza y con su mano controló la penetración. El cuerpo de su hijo dio un espasmo y un gran chorro de semen entró directo a su garganta. Lo tragó y siguió esperando más. Colocó la lengua delante del glande y sintió cada fuerte chorro que su hijo le lanzaba.

- ¡Perdona mamá! – dijo tras acabar de correrse y, tambaleándose, se dejó caer sobre un sofá.

María tenía la boca repleta de semen. Se lo tragó todo y saboreó a su hijo. Se colocó de rodilla delante de su hijo y, delicadamente, acabó de limpiar su polla con la boca.


Caminaba por el pasillo con mi madre y nuestros amigos Bethany y Oliver. Me sentía raro y como en una nube de ensueño. Había fantaseado mucho con mi tía María y con mi madre, pero que mi primo y su madre comenzarán una especie de relación incestuosa y, peor aún, que mi madre y yo fuéramos a practicar intercambio con otros, eso me nublaba el sentido y me tenía totalmente excitado.

Caminábamos por el pasillo hacia la habitación de nuestros amigos, de frente apareció un joven trabajador del hotel seguido de la familia O’Brien y otra mujer.

Antes de llegar a ellos, el joven abrió una puerta y todos entraron. Cuando pasamos por la puerta, pude leer en la puerta un pequeño letrero: habitaciones auxiliares. Quedé con la duda de para qué serían esas habitaciones en la que habían entrado la familia O’Brien.

Oliver iba delante de nosotros. Mi madre y Bethany hablaban en inglés mientras caminábamos. Yo iba detrás contemplando los cuerpos de aquellas dos maduras madres. Oliver abrió la puerta de la habitación y entramos. Nos sentamos en el salón y Bethany sacó unas botellas y unos vasos por si nos apetecía tomar algo mientras hablábamos.

En la habitación de María.

María terminaba de limpiar la polla de su hijo. En su boca sentía el sabor del denso semen. Su coño estaba empapado por los fluidos que había lanzado de forma incontrolada mientras mamaba a su querido hijo. Levantó la vista y miró la cara de cansado que tenía, le sonrió mientras su mano acariciaba suavemente su polla que empezaba a menguar. Eduardo movió las piernas y se deshizo de la ropa que le molestaba para moverse. Después se quitó la camisa y quedó totalmente desnudo, sentado y con su madre entre las piernas.

- ¡¿Cansado cariño?! – le preguntó María.

Eduardo no contestó, la miró fijamente a los ojos. De golpe se levantó, cogió a su madre por un brazo y la hizo levantar. María lo miraba extrañada. La llevó en volandas hasta la habitación y la arrojó contra la cama. María quedó tirada sobre el mullido colchón, bocarriba y excitada por la explosiva violencia en el trato de su hijo.

Eduardo miraba a su madre que se mostraba indefensa y excitada. Cogió las piernas de su madre y las elevó para después apartarlas una a cada lado. Estaba desnudo, delante de su madre que no se resistía a que le mantuviera las piernas bien abiertas, mostrándole su coño tapado por las empapadas bragas.

- ¡Oh sí, sí!

Fue lo único que pudo decir María cuando su hijo se agachó para lazar su boca contra el maduro coño. Podía sentir sobre la tela de sus mojadas bragas la boca de su hijo. Sus labios se agitaba sobre los labios vaginales y en poco tiempo empezó a correrse mientras sujetaba la cabeza de Eduardo contra su coño.

Su madre no quería que apartara su boca. Apartó a un lado la tela y su lengua exploró la entrada al placer de su madre. Cuando la lengua de su hijo frotó con ganas su clítoris, otro torbellino de placer nubló su mente. Se agarró con las dos manos a su hijo y su cadera se agitaba incontrolada. De su vagina brotaban chorros de flujos que él tragaba con placer. Los gemidos de María llenaban toda la habitación. Tenía un orgasmo y se lo mostraba a su hijo.

Eduardo se levantó con la boca brillante por todos los líquidos que había saboreado en el coño de su madre. Cogió el filo de las bragas y se las quitó. Las piernas se abrieron y el depilado coño de su madre apareció ante su vista. Ella aún estaba sintiendo los últimos espasmos de placer cuando sintió en su coño la presión de la polla de Eduardo. Estaba tan mojada, con tantas ganas de recibir a su hijo en su vagina, que la polla entró por completo en ella, arrancándole chillidos de placer cuando comenzó a darle embestidas para follarla, clavando tan endurecido miembro hasta lo más hondo de su vagina.

María se retorcía de placer. Cada embestida de su hijo le arrancaba un alarido de placer. Se sentía totalmente llena de su hijo. Lo miraba y disfrutaba al ver a su niño que se había convertido en todo un hombre, un hombre que le daba el amor que ella necesitaba. Se agarró a su cuerpo con fuerza, sentía sus jóvenes músculos tensarse mientras la follaba. Estaba a punto de tener otro orgasmo, sus uñas se clavaron en la piel del hijo mientras sus maduras piernas empezaban a temblar por el placer. No podía más, se iba a desmayar con el frenético follar de Eduardo. Una profunda e intensa penetración la hizo desfallecer. En lo más profundo de su vagina sintió el cálido semen de su amado hijo. Se convulsionaba mientras su coño rebosaba de semen. El placer la tenía rendida. Su hijo cayó sobre ella, su polla aún se agitaba en el interior. Quedaron rendidos de placer.

En las habitaciones auxiliares.

Roberto llevó a sus clientes por el pasillo hasta llegar a una puerta con un pequeño cartel: habitaciones auxiliares. Tras aquella puerta había otro pasillo, corto y con dos puertas a cada lado. Sobre la puerta, una luz verde indicaba cuál estaba libre. Todas las puertas estaban cerradas con llave y sólo los empleados tenían la llave para usarlas en momentos especiales.

Entraron los cinco y Roberto puso la luz en rojo y cerró con la llave. Encendió unas luces indirectas que mantenían la intimidad, pero podían verse perfectamente.

- ¿Alguien quiere una copa? – preguntó Roberto.

- Yo tomaría un poco de champán… - dijo Magdalena.

- ¡Por supuesto señora! – respondió el joven - ¡Vamos Poppy, desnude a su hijo!

Poppy miró a su marido y este le indicó que hiciera lo que el joven le había dicho. Ella, un poco dubitativa, le quitó la ropa.

- ¡Venga joven! – Roberto llamó al joven – Suba a la barra y póngase de rodillas mirando hacia ellas - ¡Acérquense señoras! ¡Poppy, mama un poco la polla de tu hijo! – ella lo obedeció - ¡Vale! Magdalena, ponte aquí y prepárate a beber…

Poppy entendió. Sostuvo la polla apuntando hacia abajo, Magdalena se puso delante y abrió la boca debajo del glande de Kyle. Roberto abrió una pequeña botella de champán y la empezó a derramar por lo alto de la polla de Kyle. Magdalena disfrutaba de aquel tragó.

- Ahora vamos a la cama…

A un lado había una cama. Kyle se tumbó esperando que su madre subiera y le comiera la polla.

- ¡Ustedes dos quietas… - dijo Roberto agarrándolas con suavidad del pelo - ¡Ahora sois mis putitas! ¡Para eso ha pagado Charlie! – el señor O’Brien tenía una sonrisa de placer al ver a su mujer con otro y tratada como una esclava - ¡Ven aquí Charlie! Frente a mí… - el marido se colocó y Roberto hizo que las dos mujeres se arrodillaran – Magdalena, saca su polla. – obedeció y una flácida polla colgaba – Poppy, saca la mía… - ella también obedeció.

- ¡Dios, es enorme! – dijo Magdalena.

- ¡Juega con mi polla y mira a tu marido! – ordenó el joven Roberto.

Poppy se acercó a la gruesa polla y pasó su lengua por toda la longitud de aquel hermoso miembro. Charlie la miraba y sentía excitación al verla allí debajo, de rodillas, obedeciendo las órdenes de aquel joven. Su polla empezó a crecer.

- ¡Magdalena, acércate a Kyle! – la madura obedeció y se colocó de pie delante del otro joven – Inclínate y deja tu culo en pompa… - lo hizo y la polla de Kyle quedó al alcance de su boca - ¡Mámalo!

Magdalena empezó a trabajar la polla del hijo de Poppy mientras la madre lamía los huevos de Roberto y miraba a su marido.

- Thank you young man, you made me get up! – Charlie le agradeció que hubiera conseguido una erección.

- ¡De nada! – respondió y Roberto siguió ordenando – Ahora bájele las bragas a Magdalena y aproveché esa erección para follársela… Poppy, you give me a good blowjob!

El señor O’Brien se puso detrás de Magdalena, levantó su falda y bajó sus bragas hasta las rodillas. Poppy intentaba tragarse la polla de Roberto, nunca había tenido una tan grande para ella y tenía que aprovecharla.

- ¡Oh sí señor O’Brien, fólleme! – gemía Magdalena mientras Charlie la follaba agarrado a su cadera.

- ¡No dejes de mamar a Kyle! – le ordenó Roberto y ella aquella noche tenía dos pollas dentro de su cuerpo.

El joven empleado levantó a Poppy y la llevó por la habitación para que viera como su marido y su hijo hacían gozar a la otra mujer. La detuvo junto a su hijo.

- ¿Te pone caliente verlos? – le susurró Roberto al oído mientras una de sus manos se colaba por sus bragas y comprobaba que su coño estaba bien mojado - ¡¡Sí, ya estás lista para tu hijo!

Roberto le quitó la falda y las bragas. La hizo subirse en la cama.

- ¡Vamos Poppy, frota tu coño contra la boca de tu hijo! – ella obedeció al joven y al momento Kyle estaba saboreando el coño de su madre - ¿Te gusta Charlie?

- ¡Sí, sí, la tengo bien dura! – embestía a Magdalena que gemía suavemente.

- ¡Vamos Poppy, clávate a tu hijo en el coño! – ella obedeció y Charlie podía ver la polla de su hijo entrando y saliendo del coño de su mujer - ¡Vamos Charlie, sube a la cama y dale tu polla a tu mujer!

Charlie sacó la polla aún erecta de Magdalena y se subió a la cama, colocándose frente a su mujer que botaba para clavarse a su hijo. Poppy sentía entrar las dos pollas de los hombres de su familia en su cuerpo, su hijo en su coño, su marido en su boca. Hacía tiempo que no veía en Charlie tal erección.

Magdalena quedó con el culo en pompa después de que Charlie la abandonará para subir a la cama. Estaba quieta, hipnotizada por el constante movimiento de la joven polla de Kyle que dilataba los labios vaginales de su madre. Veía como Poppy gimoteaba al tener para ella esas dos pollas, quería una, la necesitaba.

Sin previo aviso, Magdalena sintió las fuertes manos de Roberto que separaban los flácidos cachetes de su culo. Miró hacia él y le sonrió con un poco de miedo al ver su erecto falo amenazándola. El joven le sonrió mientras sus manos empezaron a untar un lubricante sobre toda su polla. Magdalena observó el redondo y grueso glande que había liberado de su envoltura y su vagina se estremeció ante la inminente invasión.

- ¡Despacio por favor! – le suplicó al joven.

Roberto se inclinó y besó dulcemente la espalda de aquella mujer que a sus cerca de setenta años, iba a probar a ser follada por una enorme polla.

Magdalena sintió los labios de su amante que subían por su espalda poco a poco. Se sentía indefensa ante él en aquella postura. Su pecho sobre la cama, su falda levantada, sus bragas por las rodillas, el cuerpo de aquel joven aprisionándola… sabía que no podía escapar. Sintió el grueso glande colocarse entre sus cachetes, ya no podía volver atrás, ya no quería. Sintió como se deslizó entre sus carnes y chocó contra su ano. Dio un respingo y lo miró asustada. Él le lanzó un beso para tranquilizarla y su mano movió la polla.

Magdalena sentía como su vagina se iba humedeciendo cada vez más, aquel glande se deslizó hacia abajo desde su ano y se restregó por sus labios vaginales. La entrada de su vagina se dilató levemente para que él entrará. Tenía miedo del daño que le pudiera hacer una polla tan grande, pero a la vez deseaba sentirse completamente llena. Aquel glande separó sus labios vaginales y estrujó su clítoris produciéndole tal placer que sus piernas perdieron fuerza. Las manos de Roberto, agarrado a su cadera, la colocaron y sujetaron para que el grueso glande empezara a empujar para entrar en su vagina.

Mientras los ojos de Magdalena veían la polla de Kyle que entraba y salía del coño de su madre, el suyo recibía el ataque de la polla de Roberto. Una placentera presión empezó a forzar la dilatación de su vagina. Había follado con muchos jóvenes, pero nunca con uno que tuviera tal tamaño ni tal delicadeza al penetrarla.

- ¿Te sientes bien Magdalena? – le preguntó Roberto.

- ¡Me siento completamente llena! – dijo ella al se penetrada.

- ¡Sólo te he metido un poco! – le susurró al oído - ¡Ahí va más polla!

- ¡Aaaah! – protestó con placer al sentir el empuje de aquella polla en el interior de su vagina - ¡Sigue, así, así! – su coño siguió lanzando flujos para recibir toda aquella polla.

Roberto siguió empujando e iba introduciendo cada vez más polla en el coño de Magdalena. Ella lo recibía con gemidos de placer, chillando de gusto cuando con una fuerte embestida, Roberto clavaba su polla hasta el fondo. Entre gemidos y temblores, ella tuvo el primer orgasmo. Roberto sacó su polla y le ordenó que no se moviera. Ella lo miró y reconoció lo que había cogido del cajón: un dilatador anal. Hacía tiempo que le daban por el culo, y deseaba esa erecta polla partiendo el suyo, su viejo culo. Su mano acariciaba su clítoris, estaba muy cachonda con las cosas que les ordenaba aquel joven. Delante de ella madre, padre e hijo tenían sexo, guiados por las ideas del hombre que en breve le partiría el culo. Él se acercó por detrás, ella puso su culo más en pompa para ofrecerle su ano. De un solo golpe sintió como la polla de Roberto llenaba por completo su vagina. La penetró varias veces y quedó completamente hundido en ella.

Roberto empujaba su polla para mantener a Magdalena totalmente penetrada, cogió el dilatador y lo embadurnó con lubricante. Con una mano frenó el culo de Poppy que botaba sobre su hijo. La polla de Kyle se salió de la vagina de su madre.

- ¡Mámala Magdalena! – ordenó a ella que seguía totalmente penetrada, pero sin follarla.

Separó los cachetes del culo de Poppy y el oscuro ano se agitaba por la excitación que le producía follar con su hijo y su marido a la vez. La cabeza de Magdalena empezó a subir y bajar mientras mamaba la polla de Kyle. Roberto acercó el lubricado dilatador al ano de Poppy.

- No, not the ass! – protestó Poppy - My ass has never been penetrated!

- Yes, great whore! Today is the day your ass gets busted for the first time! – dijo Charlie sujetando el culo de su mujer -¡Vamos chaval – animó a Roberto - ¡Métele eso y después tu polla!

Roberto empezó a empujar con el objeto en el ano de Poppy. Ella gruñía protestando por lo que su marido le obligaba a hacer. Un poco del dilatador entró y Roberto lo movió suavemente.

- You like? – preguntó Charlie a su mujer.

- It hurts a little, but I’m starting to like it … - el ano de Poppy se dilataba y Roberto le metía más aquel objeto.

- Suck me while Roberto dilates your anus! – Charlie le metió su polla en la boca y su mujer siguió mamándolo mientras su esfínter se hacía más y más ancho.

Kyle podía ver como su madre se tragaba toda la polla de su padre. Hacía mucho tiempo que Charlie no conseguía una erección y hoy la estaba aprovechando. También podía ver, bajo el castigado culo de su madre, como la anciana Magdalena tragaba su polla arduamente. Su amo Roberto le ordenaba y ella obedecía sin cuestionar.

- ¡Magdalena! – dijo Roberto - ¡Devuelve la polla de Kyle al coño de su madre! – ella sacó la polla de su boca y la dirigió a la dilatada entrada de la vagina de Poppy.

- Oh my God! What a great pleasure! – dijo Poppy en un gemido cuando las manos de Roberto empujaron su culo para que la polla de su hijo entrará mientras el dilatador aún estaba dentro de ella - Yes son! Fuck your mother!

Kyle metía su polla con ganas mientras su madre daba grandes succiones a la polla de su marido.

- Don’t take it out of me now! I want more in the ass! – protestó Poppy cuando Roberto sacó el dilatador.

- ¡Venga Charlie! – dijo Roberto - ¡Su culo está listo para tu polla!

El señor O’Brien corrió para colocarse tras su mujer. Se agachó un poco para llevar su polla al dilatado ano. Magdalena veía a pocos centímetros como Charlie intentaba clavar su polla en el culo de su mujer sin éxito. Ella agarró con una mano la polla y la dirigió al ano. Cuando Charlie sintió en la punta de su polla el tacto del ano de su mujer, empujó con fuerza y la penetró por completo. Padre e hijo se movían y llenaban por completo con sus pollas los dos agujeros de Poppy.
 
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