Los dos minutos

jofrecrema

Virgen
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Ese dÃ*a llegué más temprano de lo habitual a casa, y saludé como siempre lo hacia : ¡mama! ¡papá!, pero esta vez no hubo respuesta. Extrañado un poco, fui directo a mi cuarto donde dejé mis libros, y después caminé hacia el cuarto de mis padres, donde la puerta estaba entreabierta. Lo que vi, cambió para siempre mi vida. Bueno, no es que un muchacho soltero de 17 años hubiera vivido mucho, pero aquello era increÃ*ble : ¡Mis padres estaban desnudos y en ese momento mi padre se disponÃ*a a clavar a mi madre!
Me restregué los ojos, como para ver si era cierto, y me acomodé al lado de la puerta, para poder ver sin ser visto, en caso de que alguno de ellos volviera a ver hacia donde yo me encontraba. Mi padre le chupaba las tetas con frenesÃ*, y mi madre le decÃ*a, vamos por favor, clávamela ya, ¡no me hagas esperar!
Yo estaba en shock, ver a mi madre desnuda por vez primera (antes la habÃ*a visto, pero no en una situación como esa), y segundo, verla como una cualquiera, suplicando por una verga, eso era demasiado. Sin embargo, el morbo era demasiado, a mis 17 años, no se tiene la oportunidad todos los dÃ*as de ver sexo en vivo y en directo, y a sólo unos pasos de distancia, incluso aunque se tratara de mis padres, la situación era demasiado morbosa para cualquiera. El caso es que decidÃ* quedarme a ver el espectáculo. Después de que mi madre le habÃ*a pedido a mi padre que la clavara, él la complació. Sin ningún miramiento la ensarto completamente, los ojos de mi madre se abrieron como platos y empezó a gemir mas fuerte, entonces rodeó a mi padre con sus piernas y se acompasaron en el ritmo de las embestidas (era obvio que los años de follar los hacÃ*a compenetrarse de inmediato), todo iba muy bien, hasta que al cabo de no más de 2 minutos, mi padre empezó a resoplar más fuerte, sus embestidas se hicieron más rápidas y más enérgicas, y de pronto todo terminó.
Él se desplomó encima de mi madre, y ella le decÃ*a : no, no, no, por qué siempre es asÃ*, siempre me dejas caliente, ¡sólo piensas en ti! A lo que mi padre respondió : lo siento, estoy muy cansado, ¿qué quieres que haga?
Mi madre entonces, lo empujó hacia un lado y se levantó rápidamente, en ese momento, yo salÃ* disparado para la parte de enfrente de la casa, y haciendo como que estaba entrando en ese momento, grité mis habituales saludos. Mamá me respondió desde su cuarto, ¡ya vamos! Yo me dirigÃ* hacia mi cuarto y no salÃ* hasta que me llamaron para cenar. TenÃ*a demasiado en mi cabeza.
A esas alturas, las pocas experiencias sexuales que habÃ*a tenido no habÃ*an sido todo lo placenteras que hubiera querido, además el problema de papá, parecÃ*a hereditario. Me propuse entonces vengarme de los dos: de papá por haberme heredado esa inutilidad en el sexo, y de mamá por todas las veces que me habÃ*a reñido. Ya tenÃ*a un plan y lo pensaba poner en practica esa misma semana.
Papá trabajaba los sábados en la mañana en la oficina, y regresaba hasta las 2 o 3 de la tarde, por lo cual tenÃ*a suficiente tiempo para completar mi meta : ¡FOLLARME A MI MADRE !.
A pesar de que acostumbramos desayunar juntos el sábado, ese dÃ*a no me levanté de la cama. Esperé que papá se fuera y cuando oÃ* el ruido del coche alejarse, me desnudé por completo y me cubrÃ* sólo con la sabana, y esperé.
Como a los veinte minutos (tal y como lo habÃ*a imaginado), se apareció mi madre, recién bañada y perfumada y una bata sencilla que usa ella para andar más cómoda en la casa. Me preguntó que si estaba bien, que por qué no habÃ*a ido a desayunar con ellos. Yo le dije que me sentÃ*a muy mal, pero que no podÃ*a decirle de qué se trataba, pues me daba mucha vergüenza.
-Vamos, soy tu madre y siempre nos hemos hablado con franqueza, dime qué tienes. -Pero, prométeme que no te vas a reÃ*r. -¡Prometido! dijo, alzando su mano derecha. -Bueno, lo que pasa es que (hice una pausa, respiré hondo) lo que pasa es que yo (volvÃ* a suspirar, ¡qué hijueputa que soy!) y se lo solté de una sola vez : mamá, creo que tengo problemas con el sexo, pues las veces que lo he hecho, he durado tanto para correrme, que mi pareja se corre varias veces, y a veces no me da tiempo de terminar, pues todavÃ*a estoy empalmado y mi pareja dice que eso no es natural, tu qué crees, mama, ¿crees que soy alguna clase de bicho raro? ( y al decir bicho, gemÃ* un poco, como queriendo llorar).
Mi madre no sabÃ*a qué decir, pero al rato reaccionó y me preguntó: oye hijo, y como cuánto duras tú, ya sabes, haciéndolo. Yo le traté de responder con la mayor naturalidad del mundo (como quien cuenta las noticias): mamá, duro en promedio 2 horas. A veces he durado menos, pero en promedio 2 horas.
-2 ¡HORAS ! preguntó mi madre, y se llevó una mano a la boca, como tapándosela. -SÃ*, mamá, es eso malo. -¡Hijo, no creo que tengas nada de que preocuparte! En ese momento advertÃ* que habÃ*a un cierto brillo en sus ojos, que nunca habÃ*a visto antes, y al bajar la vista, me fijé en que sus pezones se marcaban totalmente en su bata, ¡mi mama estaba excitada! ¡y era por mi! DecidÃ* ir al todo por el todo y agregué:
-SÃ*, mamá, incluso eso me trae problemas, pues a veces cuando me levanto estoy empalmado y como duro tanto, tengo que esperarme mucho rato para poder bajar con ustedes. -Ahora mismo..., ¿estás excitado? me dijo con una mezcla de turbación y excitación que me terminó de decidir. -SÃ*, mamá, mÃ*rame! Al decir esto, aparté la sabana que me cubrÃ*a y dejé al descubierto mi pene que estaba excitado al máximo, imponente, majestuoso, incluso tenÃ*a el glande humedecido con lÃ*quido preseminal. Cuando volvÃ* a ver a mi madre, ella se acariciaba uno de sus pechos. Suavemente dirigÃ* su mano libre hacia mi pene, ella no se opuso, creo que la excitaba la idea de pasar 2 horas haciendo el amor, aunque fuera con su hijo.
Lentamente empezó a subir y bajar su mano a lo largo de mi pene, lo miraba fijamente, con placer. Yo por mi parte, en un dos por tres le quité la bata que tenÃ*a puesta, y sin darle tiempo a reaccionar le empecé a chupar las tetas. ¡Qué tetas mas ricas las de mi madre! Y ella empezó a gemir, yo le apretaba las tetas, se las sobaba, se las chupaba, y al mordérselas un poco, me di cuenta que eso la ponÃ*a a mil.
Pero no querÃ*a entretenerme más en preliminares, debÃ*a poseer a mi madre de una buena vez, no querÃ*a dejarla pensar y jugarme el riesgo de que se arrepintiera. Bajé mi cabeza aún más y le besé el vientre, mientras que al bajar mi cuerpo le separé las piernas, volvÃ* a acomodarme arriba, como para seguir chupandole las tetas, pero en realidad lo que estaba haciendo era acomodándome mejor para penetrarla, mientras chupaba sus pechos con más fuerza y le daba pequeños mordiscos, con las manos le separé las piernas, ella no se dio cuenta de este movimiento (o no se quiso dar cuenta) y con mi mano derecha guié la punta de mi glande hacia esa fuente de calor que me llamaba, que pedÃ*a ser llenada, y cuando dejé de jugar con sus pechos, la miré fijamente a sus ojos, ella abrió sus ojos y me miró, extrañada, de por qué me habÃ*a detenido, y en ese momento empujé con fuerza, hasta el fondo, como si la vida se me fuera en ese esfuerzo. Ella abrió más sus ojos (igual que lo vi hacerlo con papá) y me abrazó, y empezó a darme besos en toda la cara.
Al fin estaba adentro de su cálida y húmeda cueva, ¡cuánto tiempo habÃ*a esperado por este maravilloso momento! HabÃ*a fuego en la mirada de mi madre, se pasaba la lengua por los labios, pensando en el banquete que se iba a dar. Por fin podrÃ*a dar rienda suelta a todos sus deseos reprimidos y sentirse libre, al fin.
Yo aproveché y empecé el metesaca, primero muy rápido (estaba muy excitado) y después un poco más lento, tratando de controlar y alargar al máximo el placer de la penetración.
Al cabo de dos minutos, (incluso creo que no llegaron ni a cumplirse), le di dos violentas embestidas, y derramé toda mi leche en su interior. Ella, que estaba comenzando a disfrutar, me miró extrañada, y me reclamó : ¿Qué es esto? ¿No es que durabas 2 horas? a lo que contesté mientras sacaba mi pene chorreante de su acogedora gruta:
- Lo siento mama, creo que es un problema de herencia. Y a menos que quieras que papá se de cuenta de esto, creo que no te queda más remedio que aceptarme como tu amante, ¡aunque el que goce sea sólo yo! ¡Te amo, mama!
- Eres un hijueputa, dijo resignada.
autor : Ernesto [email protected]
 

epale62

Virgen
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La eyaculacion precoz tiene cura, mediante técnicas especiales. En cuanto al relato ese es un verdadero Hijoéputa. jajaja Muy buen relato
 
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