Los albañiles - 4

Jugodevida

Estrella Porno
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LOS ALBAÑILES# 4🔥💦

A lo lejos se escuchaba que los otros dos albañiles ya trabajaban mientras el muchacho y yo seguíamos cogiendo delicioso; él entraba y salía de mí mientras yo le agarraba las nalgas y me seguía chupando las tetas. Ambos nos movíamos con un ritmo salvaje, con fuerza metía y sacaba su miembro de mi vagina acostumbrada a sus embates. Era increíble como este chico humilde me daba más placer que mi novio o alguno de mis amigos con derechos; lo hacía mejor que ellos, tanto así que después de un rato de estármelo metiendo me provocó otro orgasmo; me agarré de la cabecera de mi cama y me agité gritando de placer: “¡¡¡¡AAAAAAHHHH SSSSSIIIIIII PAPÁAAAAAA, QUE RICOOOOOO!!!!”

Él seguía con su mete-saca sin parar, yo le pregunté si no se había cansado y me dijo que no, entonces le dije: “¿quieres que te monte?” y él dijo que sí; así que sacó su pene que ya escurría y lo hice acostarse en la cama; al ver su pene erecto se me antojó chuparlo un poco, así que me incliné sobre él y empecé a mamarlo, lo lamí por todos lados, incluyendo sus huevos; lo metí en mi boca, me llegó hasta la garganta y aun así no entraba todo. Él había colocado sus manos atrás de su cabeza y se dedicaba a ver y a gozar la mamada que yo le daba.

Me dediqué a mamarlo un buen rato, suponiendo que con eso él terminaría en mi boca, pero el chico seguís firme y con los ojos cerrados se dedicaba a gozarlo. Entonces dejé d chuparlo, me encaramé abriendo las piernas y me clavé en su largo pene que parecía tronco de lo duro que estaba.

Empecé a brincar sobre él, montándolo como hice con su tío, el chico me tomó de las caderas y me ayudó a subir y bajar; no decía nada, solo me veía y daba unos ligeros gemidos: “¡ah, ah!”; después de un buen rato del me dijo: “clávatela en el culo”; me sorprendió, pues aún se me hacía un chico tímido; sonriendo, me volteé para que ´le pudiera apreciar mejor mis nalgas y la penetración entre ellas; despacio comencé a clavarme su gran pene en mi apretado ano; como ya se había cerrado, me dolió un poco, pero me fui acostumbrando y unos segundo después ya estaba totalmente empalada por el chico

Después de un buen rato del me dijo: “clávatela en el culo”; me sorprendió, pues aún se me hacía un chico tímido; sonriendo, me volteé para que ´le pudiera apreciar mejor mis nalgas y la penetración entre ellas; despacio comencé a clavarme su gran pene en mi apretado ano; como ya se había cerrado, me dolió un poco, pero me fui acostumbrando y unos segundo después ya estaba totalmente empalada por el chico.

Empecé a brincar de nuevo, yo me separaba las algas con las manos, dándole mucha satisfacción a él, que ahora decía: “¡UUUUHHHH, AAAHHHH, OOOOHHH, SSSSSSSS!” Colocó sus manos en mis nalgas para apoyarme y controlar la velocidad con la que me metía casi todo su miembro. Me Llegaba hasta el fondo, haciéndome sentir como que me iba a partir en dos.

Todavía duramos unos veinte minutos cogiendo en esa posición; empezaba a dolerme el ano cuando él se vino con una tremenda descarga de leche dentro de mis entrañas. Lo escuché gritar: “¡AAAAAAHHHHHH, AAAAAAAHHHHH, QUE RICOOOOOO, AAAAAHHHH!”. La explosión fue fenomenal, parecía que le salían litros y litros de semen que escurría por todo mi culo.

Me dejé caer sobre la cama y ahí quedamos ambos, sudorosos, agotados y extasiados; de repente el chico se paró, recogió su ropa, se vistió y salió de la recámara sin decir nada, como apenado por lo que acababa de hacer.

Dormité un rato, pero ya tenía mucha hambre, vi que ya eran las 12:43 p.m. entonces me levanté por mi cereal, me lo comí sentada en la cama, recargada sobre la cabecera. Vi el desastre que había en mi cuarto, pero no me importó, había gozado como loca con los tres albañiles.

Un rato después recogí mi cuarto, me bañé y me arreglé. Tardé como dos horas. Quien me hubiera visto o hubiera visto mi recámara en ese momento no se hubiera imaginado lo que había ocurrido ahí.

Quedé despampanante, con un pantalón muy apretado que dejaba apreciar mis redondas nalgas y mis largas piernas torneadas, una playerita blanca también muy pegada y con escote.

Tomé mi bolsa y bajé las escaleras; los albañiles comían unos tacos con su refresco; pasé cerca de ellos, les sonreí y me despedí con voz cantora: “adiós”. Los dos mayores levantaron la mano sonrientes, aun masticando su comida; el muchacho apenas volteó a verme y bajó la vista apenado.

Al salir a la calle me fui caminando contoneándome mientras pensaba: “apenas es martes, tengo dos semanas de vacaciones y los albañiles estarán cuando menos una…”.

Pensando en eso me fui con mis amigas a divertirme. Ya vería que pasaba después.

Fin.
 
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