LOLITAS: Alejandra y Angie

igfacu

Virgen
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Feb 13, 2012
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Debo aclarar que estos relatos que publicaré no son de mi autoría. Son de una persona que me contactó en esta pagina y él no ha podido hacerlo porque no le confirman su cuenta nueva en esta página. Lo hago porque me parece que son bastante eróticos y de eso se trata este aparte de la página.

LOLITAS: Alejandra y Angie​


Contaré historias eróticas con Lolitas.
LOLITAS: Alejandra y Angie


Cordial saludo a tod@s. Llevo muchos años leyendo Relatos Eróticos en las distintas páginas que hay en la red ya sea en Inglés, Francés o en Español y he llegado a la conclusión que son solo fantasías y no hechos reales, por lo menos la gran mayoría.
He decidido escribir mis experiencias y ustedes determinarán qué tan reales son.
Debo aclarar que mis relatos no son para masturbarse rápidamente y ya. Son relatos eróticos en donde se destaca el erotismo, las situaciones normales de la vida, la paciencia y sobre todo la estimulación prolongada (como siempre debe ser el sexo).
Alejandra era una niña de 12 años y su amiga Angie 13. Desde muy pequeñas habían sido amigas y vecinas. Vivian en un barrio de clase media y sus familias eran muy cercanas, eran como hermanas. Alejita era bajita, alrededor de 1,55 mts de estatura y Angie era solo un poco más alta. Las dos eran unas adolescentes muy lindas sin decir que eran las más hermosas, pero a esa edad todas las adolescentes son preciosas.
Como las dos habían crecido juntas tenían casi los mismos gustos y las mismas aficiones y fue así como que desde los 4 o 5 años practicaban el patinaje de carreras. Esto les fue dando unos cuerpos muy bien formados, fuertes y sobre todo un desarrollo de sus nalgas bastante pronunciados. Eran para su edad unas futuras deportistas de alto rendimiento.
Pertenecían a una club de patinadores y todos los sábados y domingos en la mañana tenían entrenamientos que a sus edades eran bastante extensos. Las niñas terminaban agotadas después de sus jornadas.
En época de vacaciones las jornadas eran diarias y debían hacerlo si querían el objetivo de ser las mejores y tener un buen futuro deportivo. Estaban decididas.
La madre de Alejita trabajaba todo el día. Era secretaría ejecutiva de una multinacional y casi nunca podía llevarla a sus entrenamientos pero el padre o el tío de Angie siempre estaban dispuestos a llevarlas. Muchas veces en transporte público y otras en vehículo particular. Como las dos niñas eran deportistas casi nunca tenían tiempo para las cosas normales de las adolescentes. Cosas como ir a fiestas, reuniones, ir a conciertos, ir a cine o a los centros comerciales. Claro amaban la música y siempre tenían sus auriculares puestos escuchando música y cosas así.
De alguna manera Alejita era muy inocente en cosas de sexo y de su propia sexualidad. Aunque su madre le explicaba siempre todo sobre el sexo y las relaciones, ella no le prestaba ninguna atención. Tal vez porque no lo veía como parte de su vida. No era una cuestión que la preocupara. Caso contrario a Angie pero eso lo veremos más adelante. Lo que si le preocupaba era que siempre tenía sensaciones extrañas en su sexo y algunas veces al llegar a casa después de los entrenamientos encontraba su calzoncitos algo húmedos. Pensaba que era porque sudaba mucho y como su ropa deportiva era muy ajustada al cuerpo (como es la ropa deportiva de las patinadoras), podría ser la causa. Esas sensaciones no las había definido bien, a veces le gustaba y otras veces la asustaba. Estaba descubriendo su cuerpo y sus sensaciones de eso tenía que hablar con su mamá. La madre le explicaba con paciencia y mucho amor sin ponerle ningún misterio.
Alejita nunca en su vida se había masturbado o tocado sus partes íntimas que no fuera para asearse. No había visto porno y cuando en el colegio sus amigas hablaban de temas sexuales ella simplemente no le prestaba atención porque no lo entendía bien.
Al inicio de sus vacaciones escolares de mitad de año los entrenamientos eran a diario. Su vida cambió radicalmente:
Aquél día el tío de Angie fue a recogerlas y llevarlas devuelta a casa pero debían tomar el transporte público. Como era hora de congestión vehicular tomaron el transporte público y todo el transporte estaba atestado de gente. Las chicas estaba muy cansadas y les tocaba permanecer de píe, si es que lograban entrar a uno de los vagones. El tío las protegía con su cuerpo y las fue llevando a una esquina del transporte donde estarían seguras de cualquier atrevido que las pudiera acosar. Las niñas tenían puesto su uniforme de la escuela de patinaje, las licras ceñidas al cuerpo y encima tenían sus sudaderas que eran anchas y holgadas. La estrategia siempre era que Alejita se pegaba a una de las paredes del transporte y de frente quedaba Angie y detrás de Angie el tío. Ese día alejita no llevó sus audífonos pero su amiga sí. Con los tapabocas puestos no se veían claramente las caras ni los gestos.
Ese día había demasiada gente y casi que las dos niñas estaban pegadas la una de la otra, frente a frente y el tío atrás. Alejita estaba pensando en cualquier cosa cuando se dio cuenta que Angie emitía unos pequeños quejidos como gimiendo, al principio pensó que estaría tarareando alguna canción que estuviera escuchando pero como quedaban muy cerca se dio cuenta que solo tenía puestos los audífonos más no música. También se dio cuenta que ella se sacudía un poco hacia adelante y se estrechaba más hacia ella. No comprendía qué pasaba.
Alguien la estaba apoyando desde atrás. Y entonces cayó en cuenta, su mismo tío la estaba apoyando y ella se dejaba. Miró hacía otro lado para hacerse la desentendida pero notó que algo le estaba rozando su vagina, poco pero algo la rozaba. Bajó la mirada un poco y vio que la mano del tío estaba acariciando la vaginita de su amiga por encima de la ropa, al mismo tiempo que lograba tocar la suya un poco. No sabía qué hacer ni qué decir, sentía como si no pudiese respirar, en su garganta sentía que tenía algo atorado.
Un corrientazo agradable cada vez que los nudillos de la mano del tío tenían contacto con su entrepierna. Como no tenía para dónde correrse cada vez sentía más y más los nudillos de la mano. Su respiración estaba agitada pero trataba de disimularlo. Levantó la mirada hacia su amiga pero ella inclinaba la cabeza a un lado y tenía cerrados los ojos. Lo estaba disfrutando. Miró hacia arriba y vio la cara del tío de su amiga que le guiño el ojo como gesto de silencio. Ella no sabía qué hacer, si gritar, salir corriendo aunque no había forma de salirse de ahí. Cada segundo los movimientos de los dos la acercaban más a la mano invasora. Casi no había lugar entre ellos y fue ahí cuando sintió la mano, la mano enorme en su lugar sagrado. El tío había puesto esa mano grande en su pubis y su vaginita, sintió que esa gran mano la podía cubrir toda. Era tan grande esa mano invasora que inconscientemente abrió las piernas dándole permiso. Sintió un nudo en la garganta. La sensación a pesar de ella, era muy agradable. Aquella mano no le hacía daño.
Alejita temblaba y sentía que sus piernas podían fallarle en cualquier momento, parecía que aquella mano la sostenía suavemente. La acariciaba con pequeños masajes de abajo hacia arriba. Nunca había tenido esas sensaciones y como reflejo colocó una de sus manitas encima de la del tío de su amiga, como queriendo hacer para que la quitara de ahí. No tenía fuerza para eso. Por más fuerza que hizo, la mano no se quitaba y solo logró presionar esa mano para hacer que el tío entendiera que podía seguir, como si su manita lo estuviera guiando. Esa mano sabía como acariciar y manosear esa parte de las mujeres.
Se le escapó un pequeño gemido y Angie, su amiga, la miró y sintió que la muy tonta sabía lo que estaba pasando y no hacía nada.
Nadie la había tocado ahí. Tampoco le había pasado por la cabeza esa situación. Algunas veces si la habían apoyado en el transporte público pero siempre fue algo casual, por lo menos para ella.
Esa mano la seguía acariciando suavemente, los segundos eran eternos y las sensaciones iban en aumento, aunque no sabía qué iba a pasar. Movía suavemente las caderas hacia adelante, al ritmo de la mano invasora. No podía respirar por la nariz así que solo trataba de encontrar aire por su boca. Los ojos medio cerrados y su amiga ya la miraba atentamente.
No sabe cómo pero su amiga le cedió el lugar y ahora ella estaba apoyada por el tío de su amiga. Pero esa gran mano seguía ahí. Ahora eran dos sensaciones distintas y nunca vividas. Una mano en su vaginita y la verga del tío en su culito. Era demasiado. Las caricias y el manoseo no se incrementaba, solo era constante. Se sentía muy bien esas sensaciones aunque le daba vergüenza que alguien se pudiera dar cuenta de lo que le estaba sucediendo. Trataba de moverse y apartarse pero solo lograba sentir más esa verga que para ella era grandísima en su culito. Se sentía atrapada entre su amiga y el tío. Se preguntaba porqué le estaba gustando esa situación. Al tiempo que quería escapar quería que fuera eterno.
La mano acariciaba toda su parte sagrada. Sentía que su vulva estaba más grande y había lugares que esa mano acariciaban que le agradaban más que otros. Los dedos recorrían los labios incipientes de su vaginita. Sin embargo, notaba que se abrían al recorrerlos. Los dedos se concentraron en el pequeño clítoris de la niña y en ese momento casi pierde el control y se le escapó un gemido fuerte. Vio a su amiga y noto que sus ojos mostraban una sonrisa cómplice. Pero para ella fue la catástrofe, no entendía por qué se había orinado.

Hasta aquí la primera parte.
Si quieren escribirme con criticas está muy bien mi correo es efebolicomaduro60 con Gmail
 
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