LOLITAS: Alejandra y Angie 3
Las dos adolescentes y Don Javier iban camino al páramo. Alejita no tuvo tiempo de llevar ropa suficiente para el frio. Iba vestida con un jean, una blusa y una chaqueta gruesa para el frio. Solo alcanzó a llevar una muda de ropa interior por si acaso.
Supuestamente solo iban a pasar la noche y regresaría al día siguiente. Las dos estaban contentas de ir al campo y hacer algo diferente a lo normal. Solo iban del entrenamiento a la casa y así transcurrían sus vacaciones.
Se sentaron en la parte de atrás de la camioneta y se fueron conversando. En secreto Angie le preguntó si estaba lista.
- ¿Lista para qué? Se estaba haciendo la que no pensaba en nada malo.
- Boba, tú sabes. Creo que mi papá te tiene muchas ganas.
- Pues no creo que pase nada, tu papá no se atreverá hacerme nada porque tú estás.
- Ah, quieres que mi papá te haga cositas
- Yo no te voy ayudar. Y soltó una carcajada.
- ¿En serio?
- Ay amiga, las dos sabemos que tu estás que te mueres de las ganas de saber cómo es. No te hagas la tonta. Si mi papá empieza a molestarte yo me hago la loca y te dejo sola.
- No. Angie no, no me dejes sola con tu papá, te lo pido por favor.
- Tranquila, no te preocupes, no pasa nada. Bueno si tu quieres seguro que sí.
Pararon en el camino a tomar algo y para que las niñas entraran al baño. Todavía restaba un buen trayecto. Don Javier ayudo a bajar a Alejandra y sintió que le acariciaba las nalgas, suavemente, sin prisa. Recorrió su culito y se lo apretó. Le dio una nalgada y dijo:
Buenos mis culoncitas no se demoren. Las espero en la cafetería.
Las niñas salieron corriendo y en el baño Angie le dijo:
- Ves, ves Alejita. Mi papá ya te está calentando.
- ¿Te diste cuenta? Ay no Angie, no sé.
- Pero a ti te gusta, no me digas que no. ¿Dime no te gusta?
- Me vuelve loca, me derrito. Ya estoy mojando. No puedo evitarlo, Ayúdame Angie!
- ¿Y cómo te voy ayudar? Y volvió a reírse.
- No te burles tonta, yo no tengo experiencia en estas cosas y tú sí. ¿Qué debo hacer?
- Relajarte amiga, relajarte. Igual mi papá no te va hacer daño, al contrario te lo aseguro.
- ¿Y tú cómo sabes? ¿Ya te lo hizo a ti?
- Solo lo sé. Hmmmm
- Angie, dime, esa sonrisa me dice que ya lo hiciste con él. Eres una perra.
Al volver a la camioneta Don Javier ayudo a subir a su hija y Alejita se dio cuenta que le picaba el ojo como su fueran cómplices. Al mismo tiempo también se dio cuenta que la acarició la cola también. Cuando le tocó el turno a Alejita Don Javier como pudo puso su mano en la vagina y ahí sintió que se moría. No fue brusco. Solo sintió una caricia deliciosa y aunque pasaron solo dos segundos pudo sentir la caricia que inmediatamente hizo que se le erizara la piel y aumentara el deseo.
Angie también se dio cuenta y le mostro una sonrisa que la tranquilizó, pero igual estaba avergonzada. En voz baja le dijo:
- Boba, has debido venir en faldita, eso hubiera enloquecido a mi papá. Apenas lleguemos te pones una.
- Pero yo no traje ropa.
- No importa yo te presto, en la cabaña tengo ropa.
- Oye, me di cuenta que a ti también te tocó.
- Si. Con una sonrisa en la cara.
- Pendeja! ¿Te acuestas con tu papá?
- Adivina…
- ¿Todos los días?
- No, boba, tampoco.
- ¿Y a ti también te va hacer cosas?
- No creo. Te quiere culiar a ti.
- ¿Y no te pones celosa?
- Nos seas boba. Pero si quiero que tú sientas lo que yo siento cuando lo hago con mi tío y así seremos las más locas. Aleja, debes ser más atrevida. Pon esa carita de inocente que tú sabes hacer.
- Pero es que ni siquiera me he masturbado. No sé qué hacer.
- Solo haz la cara de niña buena y deja que te haga lo que sea.
- ¿Y será capaz de hacerlo contigo ahí?
- Si lo hace, yo solo miraré y haré mis cositas…
Mi amocito, estás divina. Qué rica que estás. Te voy a comer todita.
Alejita no supo qué contestar, las sensaciones eran extremas y deliciosas. Don Javier le tomó una manito y se la puso encima de su verga. Claro, por encima del pantalón. Nunca había tocado una verga. Era demasiado grande. Pensaba. Solamente la pasó por encima y la trato de agarrar un poco pero la posición y las circunstancias no eran las mejores. Mirando para todos lados acercó su boca a la de la niña y le dio un beso pero Alejita tampoco sabía besar. Le dijo:
Alejita, ¿me vas a dejar hacerte de todo?
La niña solo asintió con la cabeza.
En ese momento Angie que había entrado ya a la cabaña la llamó y como pudo Alejita se escapó de Don Javier y salió corriendo donde su amiga.
Era apenas medio día y aunque estaban en el páramo no estaba haciendo demasiado frio. Entraron al único cuarto que había en la cabaña e inmediatamente Angie le mostró las faldita que debía ponerse. Alejita se bajó el jean y Angie le dijo:
Mira estás remojada, qué rico. Yo también estoy emocionada. Quiero ver cómo te hacen de todo. ¿Te presto calzoncitos? Ven ponte estos.
Alejita siempre había usado calzoncitos estilo cacheteros, no tangas o hilos. La mamá le comparaba su ropa interior y o era nada sexi, solamente cómoda para sus ejercicios. Le prestó unos calzoncitos blancos. Se los puso y le quedaban un poco grande. Angie era una talla más grande, pero no impostaba.
No era la primera vez que Alejita iba a la cabaña de su amiga. También tenían una amiga que vivía en el páramo con sus padres así que decidieron ir a la casa de ella. Angie también se puso una faldita y salieron a buscar a su amiga Juliana, July, así le decían. July era un año mayor que Angie, pero no era más alta. También es una lolita hermosa.
Cuando llegaron a la casa de July les abrió la madre y las hizo pasar. En la sala de la casa estaba el padre de July. Las saludó y Angie le dijo que su papá lo estaba esperando en su cabaña para hablar negocios.
Al pasar al lado de Angie, Alejita notó que el señor le acarició la colita a Angie y esta solo se sonrió. Pensó que su amiga era toda una loquita y ella nunca se había dado cuenta de nada.
Cuando apareció su amiga July, se saludaron y salieron al campo y fueron a dar un paseo a una laguna que había cerca.
Empezó a llover y hacer mucho frio así que corrieron a la cabaña. No era el clima ideal para andar en faldita.
Llegaron a la cabaña las tres y entraron al cuarto. No había nadie en la cabaña. Así que se sentaron a conversar de cosas de amigas. Alejita estaba cansada y como no había dormido bien las últimas noches se fue quedando dormida. Las amigas le pusieron encima una cobija grande y pesada. No tardó mucho en quedar profundamente dormida.
Las amigas la dejaron durmiendo en el cuarto y salieron hacer otras cosas mientras Alejita descansaba.
Pasaron dos horas y Alejita seguía en su profundo sueño.
Volvió Don Javier y el padre de July y se sentaron a tomarse unas cervezas. Pidió prestado el baño y entró al cuarto porque ahí mismo estaba el baño. Cuando entró al cuarto se dio cuenta de una de las niñas estaba dormida. El cuadro era espectacular, la niña estaba acostada de lado y se había abierto un espacio en la cobija que mostraba sus muslos gruesos, su hermoso culito y su calzoncito blanco que le queda algo grande. Sobresalía su cuquita hermosa con algunos vellitos, no muchos. El señor cerró la puerta y se dirigió directamente a la niña, se agachó y quiso mirar más cerca ese tremendo espectáculo. También era amante de las lolitas.
Se abstuvo de hacer cualquier cosa. Se metería en problemas, pensó. Pero si le tomó un par de fotos a la niña en esa posición.
Entró al baño sin hacer ruido y de la misma manera salió. Alejita seguía profundamente dormida.
Después de despedirse de su amigo, Don Javier entró al cuarto y el espectáculo era aún mejor. Alejita acostada de lado pero una pierna estirada y la otra encima. En esta posición quedaba expuesta la linda vaginita. Sabía que Angie había dejado dormir a su amiga y además se había alejado para que él pudiera estar con ella.
Se quitó el pantalón y quedó en boxers y lentamente se fue acostando al lado. Su verga ya estaba que reventaba de solo tenerla a su disposición. Se acostó al lado y se colocó en la misma posición que estaba la niña. Le acarició los muslos, sintió que todo ese cuerpo emitía calor. Agarró la cobija y la pasó encima para que los cubriera a los dos.
Mientras tanto Angie y July se habían escondido y estaban mirando desde arriba en la cabaña. Había una especia de cuarto de “checheres” en la parte superior. Las dos niñas estaban pendientes de lo que pasaba. No respiraban. No hablaban, solo miraban.
Don Javier acariciaba el muslo, subía y bajaba suavemente, cuando llegaba al borde del calzoncito se detenía. Al parecer Alejita no sentía nada porque no se despertaba. Las caricias no se detenían y cada vez que subía o bajaba los dedos tocaban un milímetro más cerca de la vagina. Esa partecita estaba calientica y empezaba a abultarse un poco. Metió un par de dedos para poder acariciar esa cuquita hermosa e inocente. Suavemente empezó a recorrer con los dedos, el calzoncito se lo permitía. Hacía círculos suavemente alrededor de los labios vaginales. Varias veces lo hizo hasta que empezó a sentir que Alejita respiraba un poco agitada. Con esas caricias los dedos empezaron a mojarse con los fluidos que emanaban. Los dedos ya no estaban alrededor sino que se habían introducido entre los labios de la pequeña vagina que se iba agrandando con cada pasar de una dedo o el otro. Un dedo se detenía alrededor de su pequeño clítoris evitando tocarlo directamente y hacía unos círculos alrededor y volvía otra vez a seguir el surco que dejaba los labios vaginales ya abiertos en flor.
Alejita ya estaba despierta y con la mejor sensación del mundo, esta vez no colocó su manita encima de la de su invasor. Solo abrió más el espacio entre sus piernas para dejarse acariciar. Se sentía completamente invadida pero feliz. Preguntó:
- Dónde están Angie y July.
- Tranquila Alejita no están, seguro en un rato vuelven.
Los dedos del experto seguían haciendo sus mejores movimientos sin apresurarse. Cada vez había más fluido vaginal. Los círculos alrededor seguían y también en su clítoris. Los gemidos a veces parecían gritos.
No quería apresurar nada, quería que ella gozara al máximo su experiencia. Le dijo:
Alejita quítate los calzoncitos.
Una parte en ella decía que no, que saliera corriendo, pero la otra estaba como si no tuviera voluntad. Esas caricias la tenían amarrada.
Levantó la cobija que los cubría y como pudo se fue quitando los calzoncitos. Don Javier la fue ayudando. Cuando lo lograron él mismo le empezó a quitar la camiseta y quedó al descubierto el top deportivo que la niña solía usar. Le pidió que se lo quitara. Quería verla totalmente desnuda. Ahora Alejita solo tenía puestas las medias.
La acostó nuevamente y empezó a darle besos desde el ombligo hasta llegar a sus pequeñas téticas. Las téticas eran pequeñas pero se notaban algo ya. Con cada pasada de lengua en sus téticas gemía más y más. No sabía que es parte de su cuerpo era tan sensible. Don Javier no solo besaba sino que chupaba esos pezoncitos que poco a poco se fueron levantando y los gemidos eran más fuertes. Mientras esa parte del cuerpo era explorada por primera vez los dedos en la vagina volvieron a proporcionar el placer más intenso. Ahora con más revoluciones, los círculos eran cada vez más rápidos…
- Por favor, pare, pare, pare
- ¿Pero por qué quieres que pare?
- Siento que me voy a morir.
- Tranquila mi niña hermosa, no pasa nada.
- No, en serio. Me da pena. Pero me puedo orinar.
- Orínate
- No, en serio, me puedo orinar y dejar la cama mojada.
Pararon las caricias, los besos. Don Javier separó las piernas de la niña. Bajo la cabeza y empezó a recorrer los muslos, desde la rodilla hasta el limite de la vagina.
Eso nunca se le había pasado por la cabeza. Nunca lo imaginó. Con tantos besos y caricias de pronto sintió algo suave en su vagina, algo recorría toda su vagina. Esas caricias eran diferentes, su vaginita se abría y se abría, lo mismo que sus piernas que estaban totalmente abiertas como lo que podrían hacerlo…
Esa lengua recorría los mismos lugares que antes lo hacían sus dedos. Se metían entre los pliegues de esa hermosa vaginita, era más suave, mas tierno, tal vez menos intenso, pero igual era maravilloso. El clítoris era ahora atacado con suavidad.
Sus caderas se movían al ritmo de las caricias, subían y bajaban como queriendo que se la coman toda, quería que se la comieran, que la enloquecieran. Sin saber que decir, solo pedía más y más. Lanzó un grito y no pudo controlar nada. Sus movimientos voluntarios cesaron, ahora eran espasmos incontrolables y se orinó, muchos líquidos salieron al mismo tiempo. Había tenido el orgasmo más intenso de su vida. Hasta ahora.
Don Javier recibió toda la descarga…
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Creo que me extendí demasiado, pero todavía falta mucho. Hasta las próxima entrega…
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