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Loa Canes y Yo (Zoofilia) parte 1
A mis treinta y seis años, aún se mostraban erguidas, y se podía apreciar las rojeces dejadas alrededor de mis pezones con sus insistentes mordisquitos y lametones, para chupar la leche derramada de mis pechos.
Mi vientre se mantiene plano a pesar de mi embarazo y posterior parto y mis pechos en comparación se ven muy grandes, y son pesados, mostrando unas aureolas muy grandes mientras mis pezones se mantienen duros y tiesos siempre. Me siento incomoda cuando me los miran, ya que se notan a través de la ropa.
Estaba pellizcando y frotando los pezones entre mis dedos índice y pulgar, podía notar cómo se endurecían aún mucho más. Los seguía sintiendo doloridos por el tratamiento recibido por los perros y posteriormente al darle el pecho a mi hijito.
Noto mi vagina muy húmeda y a pesar de haberme lavado sigo manteniendo el olor dejado por los perros sobre mi cuerpo, o quizás sea mi imaginación por la excitación que sigo teniendo. No podía quitarme de la cabeza la imagen del enorme perro y su polla dentro de mí. Mientras miraba mi cuerpo desnudo y me acariciaba suavemente el clítoris, se aceleraba mi respiración, Volvía a estar al borde del orgasmo con solo el recuerdo de lo pasado.
No podía estar excitada siempre pensando en los perros de mis vecinos Amanda y José. Simplemente decidí vestirme y salir a echarles de nuevo de comer y ponerles agua. Quería hacerme fuerte y resistir la tentación.
Salí al patio y caminé por la hierba, hasta el cobertizo de la casa de al lado, podía notar los pechos llenos apretados sobre la blusa con los pezones marcados sobre la prenda. No me había puesto sujetador, porque no tenía previsto tener que salir a la calle ni cruzarme con nadie.
Al acercarme a la puerta del cobertizo, los primeros que me vieron y olieron, fueron los cachorros, que salieron corriendo a mi encuentro, dejándolos jugar y frotarse con mis piernas.
Sentía debilidad por el más oscuro, por lo que me agaché y lo cogí en brazos, enseguida se puso a frotar su hociquito sobre los bultos que formaban mis pezones sobre la prenda de vestir, haciendo que se formara unas manchas de humedad. Con su insistencia estaba consiguiendo que se derramara la leche de mis tetas, por lo que me quité la prenda de vestir y dejándolo en el suelo, me puse apoyada sobre mis manos, dejando mis pechos al alcance de su boca. Dejé mis pechos para que los seis cachorros tuvieran libre acceso a mis pezones. Se iban turnando en cogerse a mis tetas. El pardo y otro grande, se cogieron primero, aferrándose a mis pezones mamando y estirando de ellos hacía abajo, haciendo que un grato placer recorriera mis tetas al notar que me las estaban desocupando de leche. Notaba mi leche fluir y como se alimentaban los cachorros, peleándose por tener un pezón donde cogerse para mamar.
Cuando los dos primeros se saciaron, otros dos ocuparon su lugar, se les notaba hambrientos por la insistencia con que se cogían a mis pezones, suponiendo que la perra aún no les habría dado de mamar. Una vez se hubieron saciado dejaron mis pechos para irse al jardín y corretear jugando por la hierba.
Cuando me giré para salir del cobertizo, vi al perro grande en medio del patio, podía ver cómo me miraba, mientras me quedé parada sin reaccionar, con solo la falda puesta y mi blusa doblada en mi brazo. No me quitaba la vista de encima olfateando en mi dirección, Dudaba si podía olfatear mi excitación a esa distancia.
No dudé en quitarme la falda y quedarme desnuda delante de él, con mi vagina húmeda y mis pechos agitándose, libres de cualquier sujeción. Mis pechos se movían al ritmo de mi agitada respiración. Ese gran perrazo, me cortaba el paso hacía mi vivienda, plantado delante de la puerta en mitad del jardín. El animal me había olido y notado mi estado de excitación, porque su enorme polla roja asomaba de su funda cubierta de pelos.
Poco a poco se fue acercando hasta la puerta, con las orejas tiesas y su ojos fijos en mí, cuando llegó hasta la entrada, reculé hacia el interior, dejando espacio para que entrara, era preferible que lo que pasara, fuera en el interior del cobertizo a cubierto de indiscretas miradas. Una vez dentro se quedó quieto cortando el paso hacia la puerta e impidiendo que pudiera salir. Así quieto y tenso, esperaba a ver mi reacción. Con las piernas temblando entre excitada y nerviosa me senté en el suelo, quieta mirando hipnotizada su polla roja y su larga lengua colgando fuera de la boca. Recordaba el placer que me había dado con esa lengua lamiendo mi coño y mis pezones, pensando en si quería hacer eso de nuevo conmigo, para lo que me dejé caer de espaldas y abrí mis piernas mostrando mi mojada vagina completamente depilada, levantando mis caderas y ofreciendo mi vagina al apetito del animal.
Nunca me había sentido tan caliente, ofreciendo mi coño con los labios brillantes por la humedad a un perro para que me lo lamiera. Con mis manos me pellizcaba los pezones, notando la humedad de la leche al brotar, debió oler la leche, porque se acercó y empezó a lamer mis pechos, aunque eso no era lo que yo pretendía y sujetando su cabeza, se la guié hasta mi vagina donde justo empezó a lamer cuando tuve el primer orgasmo, ya no hice nada para que siguiera lamiendo mis flujos. Una vez los probó, siguió lamiendo de4sde mi culo hasta el clítoris, insistiendo con la lengua en mis labios interiores. En esa postura no era fácil que pudiera penetrarme, para lo que decidí darme la vuelta y levantar el culo, ofreciendo mi coño igual que una perra en celo. Ya no fue necesario hacer nada más, él solo se montó encima con sus patas en mi espalda y puso su roja polla en la entrada de mi coño, empujando y metiéndola con inusitada maestría, yo me mordía los labios de gusto mientras él metía y sacaba la polla a un ritmo frenético. Ahora demostraba lo aprendido y me estaba dando un intenso placer. Seguía metiéndola hasta llegar al fondo de mí, llenando completamente mi vagina con esa enormidad de polla.
Estaba completamente lubricada, con los flujos de mi anterior orgasmo y gracias a eso su enorme polla entraba y salía con cierta facilidad, movía mi culo acompasando al ritmo de él, ya había pasado por eso y esperaba de un momento a otro a que se le hiciera el nudo dentro de mí, llenando mi vagina mucho más que cualquier polla humana y estaba claro que después de eso, no iba a quedar satisfecha con ninguna otra que no fuera de un perro.
Notaba su enorme polla dentro de mí con el nudo impidiendo que se saliera, notaba cono si estuviera teniendo un parto, con la cabeza pequeña de un bebé intentando salir de mi coño.
Cuando se dio la vuelta e intentó separarse, parecía como si me fueran a arrancar el coño, no me atrevía a gritar por no asustarlo y que tirara de golpe, mejor que se fuera relajando y la sacara poco a poco conforme se fuera reduciendo el tamaño.
Me vinieron dos orgasmos mientras esperaba a que saliera de mi interior y quizás debido a esa nueva lubricación o a que ya se le había reducido el tamaño, pudo salir y pude ponerme de nuevo boca arriba. Ahora volvía a lamer mi vagina limpiando todo lo que salía de ella, por lo visto le gustaba mi flujo. Mientras tanto yo me seguía apretando los pezones, proporcionándome placer y extrayendo leche que cubrían mis tetas y resbalaba por mi vientre.
El animal debió olfatear la leche, porque la fue lamiendo conforme yo me la iba extrayendo, llegando un momento que ya lamía directamente mi pezón. Pude ver que le gustó, porque empezó a chupar el pezón. El perro ese tan grande estaba mamando de mi pecho como si se tratara de un cachorro, su forma de mamar era mucho más potente que la de sus crias, podía notar como rozaba el pezón con los dientes, no eran tan afilados como los de sus cachorros y aunque apretaba, no me laceraban los tiernos pezones. Mi pezón estaba completamente dentro de su boca y me lo lamía con esa enorme lengua, haciendo que salieran chorritos de leche hacia su ávida boca.
Tendida boca arriba, con el perro echado encima de mí, le empecé a acariciar la polla, mientras se comía mi teta, notaba como se le estaba poniendo de nuevo erecta la polla. Ya tenía un tamaño considerable otra vez, cuando se la coloqué en la entrada de mi vagina, pero esta vez estaba boca arriba con el perro echado encima y era yo la que me estaba moviendo follando su polla. Tenía el pezón muy dolorido y le ofrecí el otro pecho, mientras, no dejaba de moverme con su polla profundamente introducida en mí. El perro se estaba comiendo mi otro pezón, mientras yo me lo estaba follando. Podía ver como mi pezón desaparecía en su boca, entre sus largos colmillos, me excitaba el pensar que pudiera clavar esos afilados colmillos en mi pecho. Su lengua se movía lamiendo mi pezón y provocando que chorritos de leche salieran hacia su boca, Volvía a estar con el nudo de su polla dilatando mi vagina y aunque era doloroso, se podía sentir muy excitante al ser algo diferente a follar con mi marido.
Estaba otra vez a punto de sentir otro intenso orgasmo, su enorme polla llenando mi vagina y disparando esperma en el fondo de mí, mientras su nudo impedía que se saliera, sus lametones en mi pezón degustando mi leche, con todo estaba a punto de desvanecerme de placer. Me estaba vaciando el otro pecho al mismo tiempo que consiguió salirse y llegar yo al orgasmo con un intenso estremecimiento de mis piernas. Solo había tenido estos orgasmos con el perro. Sabía que me consideraba su hembra y que me iba a follar cada vez que tuviera ocasión, Para él yo era su perra.
Con el perro es con quien más a gusto había quedado después de tener sexo, sabía que ahora era adicta a ser follada por ese imponente animal.
Después de relajarnos pude apreciar el charco de fluidos que había en el suelo, entre mis corridas y su semen, seguro que de no limpiarlo se podría notar lo que había pasado ahí y pensando en la enorme cantidad que se encontraba dentro de mi vagina.
El perro seguía en el suelo, lamiéndose la polla y limpiándosela. Mi coño seguía destilando flujos y oliendo a sexo, con un trozo de papel higiénico me limpié y dejé la puerta abierta para que saliera al patio, mientras que les llenaba los recipientes de comida y agua.
Al día siguiente regresaban Amanda y José y dejé todo en orden para que no se notara nada, mientras pensaba en pedirle que me regalara o vendiera al cachorro de color pardo y poder tenerlo en casa como perro de compañía, para terminarlo de criar con mis pechos y cuando fuera adulto, comprobar si sexualmente había heredado las cualidades y tamaño de la polla de su padre.
Continua
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Loa Canes y Yo (Zoofilia) parte 1
A mis treinta y seis años, aún se mostraban erguidas, y se podía apreciar las rojeces dejadas alrededor de mis pezones con sus insistentes mordisquitos y lametones, para chupar la leche derramada de mis pechos.
Mi vientre se mantiene plano a pesar de mi embarazo y posterior parto y mis pechos en comparación se ven muy grandes, y son pesados, mostrando unas aureolas muy grandes mientras mis pezones se mantienen duros y tiesos siempre. Me siento incomoda cuando me los miran, ya que se notan a través de la ropa.
Estaba pellizcando y frotando los pezones entre mis dedos índice y pulgar, podía notar cómo se endurecían aún mucho más. Los seguía sintiendo doloridos por el tratamiento recibido por los perros y posteriormente al darle el pecho a mi hijito.
Noto mi vagina muy húmeda y a pesar de haberme lavado sigo manteniendo el olor dejado por los perros sobre mi cuerpo, o quizás sea mi imaginación por la excitación que sigo teniendo. No podía quitarme de la cabeza la imagen del enorme perro y su polla dentro de mí. Mientras miraba mi cuerpo desnudo y me acariciaba suavemente el clítoris, se aceleraba mi respiración, Volvía a estar al borde del orgasmo con solo el recuerdo de lo pasado.
No podía estar excitada siempre pensando en los perros de mis vecinos Amanda y José. Simplemente decidí vestirme y salir a echarles de nuevo de comer y ponerles agua. Quería hacerme fuerte y resistir la tentación.
Salí al patio y caminé por la hierba, hasta el cobertizo de la casa de al lado, podía notar los pechos llenos apretados sobre la blusa con los pezones marcados sobre la prenda. No me había puesto sujetador, porque no tenía previsto tener que salir a la calle ni cruzarme con nadie.
Al acercarme a la puerta del cobertizo, los primeros que me vieron y olieron, fueron los cachorros, que salieron corriendo a mi encuentro, dejándolos jugar y frotarse con mis piernas.
Sentía debilidad por el más oscuro, por lo que me agaché y lo cogí en brazos, enseguida se puso a frotar su hociquito sobre los bultos que formaban mis pezones sobre la prenda de vestir, haciendo que se formara unas manchas de humedad. Con su insistencia estaba consiguiendo que se derramara la leche de mis tetas, por lo que me quité la prenda de vestir y dejándolo en el suelo, me puse apoyada sobre mis manos, dejando mis pechos al alcance de su boca. Dejé mis pechos para que los seis cachorros tuvieran libre acceso a mis pezones. Se iban turnando en cogerse a mis tetas. El pardo y otro grande, se cogieron primero, aferrándose a mis pezones mamando y estirando de ellos hacía abajo, haciendo que un grato placer recorriera mis tetas al notar que me las estaban desocupando de leche. Notaba mi leche fluir y como se alimentaban los cachorros, peleándose por tener un pezón donde cogerse para mamar.
Cuando los dos primeros se saciaron, otros dos ocuparon su lugar, se les notaba hambrientos por la insistencia con que se cogían a mis pezones, suponiendo que la perra aún no les habría dado de mamar. Una vez se hubieron saciado dejaron mis pechos para irse al jardín y corretear jugando por la hierba.
Cuando me giré para salir del cobertizo, vi al perro grande en medio del patio, podía ver cómo me miraba, mientras me quedé parada sin reaccionar, con solo la falda puesta y mi blusa doblada en mi brazo. No me quitaba la vista de encima olfateando en mi dirección, Dudaba si podía olfatear mi excitación a esa distancia.
No dudé en quitarme la falda y quedarme desnuda delante de él, con mi vagina húmeda y mis pechos agitándose, libres de cualquier sujeción. Mis pechos se movían al ritmo de mi agitada respiración. Ese gran perrazo, me cortaba el paso hacía mi vivienda, plantado delante de la puerta en mitad del jardín. El animal me había olido y notado mi estado de excitación, porque su enorme polla roja asomaba de su funda cubierta de pelos.
Poco a poco se fue acercando hasta la puerta, con las orejas tiesas y su ojos fijos en mí, cuando llegó hasta la entrada, reculé hacia el interior, dejando espacio para que entrara, era preferible que lo que pasara, fuera en el interior del cobertizo a cubierto de indiscretas miradas. Una vez dentro se quedó quieto cortando el paso hacia la puerta e impidiendo que pudiera salir. Así quieto y tenso, esperaba a ver mi reacción. Con las piernas temblando entre excitada y nerviosa me senté en el suelo, quieta mirando hipnotizada su polla roja y su larga lengua colgando fuera de la boca. Recordaba el placer que me había dado con esa lengua lamiendo mi coño y mis pezones, pensando en si quería hacer eso de nuevo conmigo, para lo que me dejé caer de espaldas y abrí mis piernas mostrando mi mojada vagina completamente depilada, levantando mis caderas y ofreciendo mi vagina al apetito del animal.
Nunca me había sentido tan caliente, ofreciendo mi coño con los labios brillantes por la humedad a un perro para que me lo lamiera. Con mis manos me pellizcaba los pezones, notando la humedad de la leche al brotar, debió oler la leche, porque se acercó y empezó a lamer mis pechos, aunque eso no era lo que yo pretendía y sujetando su cabeza, se la guié hasta mi vagina donde justo empezó a lamer cuando tuve el primer orgasmo, ya no hice nada para que siguiera lamiendo mis flujos. Una vez los probó, siguió lamiendo de4sde mi culo hasta el clítoris, insistiendo con la lengua en mis labios interiores. En esa postura no era fácil que pudiera penetrarme, para lo que decidí darme la vuelta y levantar el culo, ofreciendo mi coño igual que una perra en celo. Ya no fue necesario hacer nada más, él solo se montó encima con sus patas en mi espalda y puso su roja polla en la entrada de mi coño, empujando y metiéndola con inusitada maestría, yo me mordía los labios de gusto mientras él metía y sacaba la polla a un ritmo frenético. Ahora demostraba lo aprendido y me estaba dando un intenso placer. Seguía metiéndola hasta llegar al fondo de mí, llenando completamente mi vagina con esa enormidad de polla.
Estaba completamente lubricada, con los flujos de mi anterior orgasmo y gracias a eso su enorme polla entraba y salía con cierta facilidad, movía mi culo acompasando al ritmo de él, ya había pasado por eso y esperaba de un momento a otro a que se le hiciera el nudo dentro de mí, llenando mi vagina mucho más que cualquier polla humana y estaba claro que después de eso, no iba a quedar satisfecha con ninguna otra que no fuera de un perro.
Notaba su enorme polla dentro de mí con el nudo impidiendo que se saliera, notaba cono si estuviera teniendo un parto, con la cabeza pequeña de un bebé intentando salir de mi coño.
Cuando se dio la vuelta e intentó separarse, parecía como si me fueran a arrancar el coño, no me atrevía a gritar por no asustarlo y que tirara de golpe, mejor que se fuera relajando y la sacara poco a poco conforme se fuera reduciendo el tamaño.
Me vinieron dos orgasmos mientras esperaba a que saliera de mi interior y quizás debido a esa nueva lubricación o a que ya se le había reducido el tamaño, pudo salir y pude ponerme de nuevo boca arriba. Ahora volvía a lamer mi vagina limpiando todo lo que salía de ella, por lo visto le gustaba mi flujo. Mientras tanto yo me seguía apretando los pezones, proporcionándome placer y extrayendo leche que cubrían mis tetas y resbalaba por mi vientre.
El animal debió olfatear la leche, porque la fue lamiendo conforme yo me la iba extrayendo, llegando un momento que ya lamía directamente mi pezón. Pude ver que le gustó, porque empezó a chupar el pezón. El perro ese tan grande estaba mamando de mi pecho como si se tratara de un cachorro, su forma de mamar era mucho más potente que la de sus crias, podía notar como rozaba el pezón con los dientes, no eran tan afilados como los de sus cachorros y aunque apretaba, no me laceraban los tiernos pezones. Mi pezón estaba completamente dentro de su boca y me lo lamía con esa enorme lengua, haciendo que salieran chorritos de leche hacia su ávida boca.
Tendida boca arriba, con el perro echado encima de mí, le empecé a acariciar la polla, mientras se comía mi teta, notaba como se le estaba poniendo de nuevo erecta la polla. Ya tenía un tamaño considerable otra vez, cuando se la coloqué en la entrada de mi vagina, pero esta vez estaba boca arriba con el perro echado encima y era yo la que me estaba moviendo follando su polla. Tenía el pezón muy dolorido y le ofrecí el otro pecho, mientras, no dejaba de moverme con su polla profundamente introducida en mí. El perro se estaba comiendo mi otro pezón, mientras yo me lo estaba follando. Podía ver como mi pezón desaparecía en su boca, entre sus largos colmillos, me excitaba el pensar que pudiera clavar esos afilados colmillos en mi pecho. Su lengua se movía lamiendo mi pezón y provocando que chorritos de leche salieran hacia su boca, Volvía a estar con el nudo de su polla dilatando mi vagina y aunque era doloroso, se podía sentir muy excitante al ser algo diferente a follar con mi marido.
Estaba otra vez a punto de sentir otro intenso orgasmo, su enorme polla llenando mi vagina y disparando esperma en el fondo de mí, mientras su nudo impedía que se saliera, sus lametones en mi pezón degustando mi leche, con todo estaba a punto de desvanecerme de placer. Me estaba vaciando el otro pecho al mismo tiempo que consiguió salirse y llegar yo al orgasmo con un intenso estremecimiento de mis piernas. Solo había tenido estos orgasmos con el perro. Sabía que me consideraba su hembra y que me iba a follar cada vez que tuviera ocasión, Para él yo era su perra.
Con el perro es con quien más a gusto había quedado después de tener sexo, sabía que ahora era adicta a ser follada por ese imponente animal.
Después de relajarnos pude apreciar el charco de fluidos que había en el suelo, entre mis corridas y su semen, seguro que de no limpiarlo se podría notar lo que había pasado ahí y pensando en la enorme cantidad que se encontraba dentro de mi vagina.
El perro seguía en el suelo, lamiéndose la polla y limpiándosela. Mi coño seguía destilando flujos y oliendo a sexo, con un trozo de papel higiénico me limpié y dejé la puerta abierta para que saliera al patio, mientras que les llenaba los recipientes de comida y agua.
Al día siguiente regresaban Amanda y José y dejé todo en orden para que no se notara nada, mientras pensaba en pedirle que me regalara o vendiera al cachorro de color pardo y poder tenerlo en casa como perro de compañía, para terminarlo de criar con mis pechos y cuando fuera adulto, comprobar si sexualmente había heredado las cualidades y tamaño de la polla de su padre.
Continua
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