Les Presento a mi Perro Thor

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
5,327
Likes Recibidos
2,367
Puntos
113
 
 
 
-
Les Presento a mi Perro Thor (Zoofilia/Gay)

Hace poco que pasé los 40. Soy hombre, hetero y, por suerte, he tenido sexo con varias mujeres. Siempre me han gustado las "curvys".Grandes pechos, prominentes traseros, piernas fuertes, boca generosa y entrepierna cuidada y abundante.

También soy un ávido consumidor de pornografía más o menos explícita. A veces más "soft" y otras algo más "hardcore". Confieso que he visto de todo y he practicado casi de todo.

Llevo tiempo sin una pareja, como se dice ahora, "seria" (ni que antes fueran de broma).

El confinamiento me sorprendió tras una corta relación más carnal que sentimental con una brasileña de armas tomar. Tanto en su silueta como en su carácter. No acabó muy bien, dado que, entre otras cosas, tuvo que viajar a su país por cuestiones familiares. Nunca más supe de ella.

Pensé poco después de que nos encerraran en casa que la compañía de una mascota sería una buena idea dado que todo hacia imaginar que aquello se alargaría en el tiempo. Contacté con una protectora canina y en cuanto vi a Thor supe que era él. Guapo a más no poder, tranquilo y cariñoso.

No le di tiempo a la duda y rápido lo adopté. Le enseñé la que sería nuestra casa y pronto se hizo a las instalaciones. Tanto tiempo confinados dio para conocernos y compartir espacio, comida, siestas, cama...

Una de esas noches, después de la cena y tras ver una película, me senté en la mesa en la que estoy escribiendo ahora con mi PC para ver un poco de ese porno que tanto me gusta.

Para estar más cómodo y gracias al calor de la calefacción que por el mes de marzo aún hacia falta, me desnudé de cintura para abajo y tener todo listo para el amor propio.

En mitad de aquel rato y con mi polla ya dura y dispuesta, Thor se acercó a mí corriendo como si algo le inquietara. Era la primera vez que él me veía en esa tesitura y extrañado admiró como me masturbaba. Después de un momento de confusión hizo el ademán de querer olfatear. Yo estaba más concentrado en los enormes pechos de la actriz que en Thor y cuando quise darme cuenta, la humeda y enorme lengua de aquel cariñoso perro ya estaba repasando mi glande de arriba a abajo.

Fue una sensación tan agradable que no tuve por menos que quitar mi mano y dejar que esa lengua surcase empapada toda mi durisima polla. Aprovechando ese favor que Thor me proporcionaba le acerqué a su boca mis grandes y duros huevos que también lamió sin rechistar.

Babeaba y movía la lengua con tanta pasión que le acerqué mi falo aún más a su boca para que siguera con ese ritmo. Tal fue la inesperada dosis de morbo y placer que me corrí a borbotones mientras seguía con su lamida imparable llevándose también la gran cantidad de semen que me incitó a eyacular.

Tal fue el orgasmo que al poco rato volví a empalmarme para que Thor pudiera seguir con ese ritual de saliba y lengua en mi polla regalándole de nuevo otra corrida esta vez menos abundante pero igual de morbosa y placentera.

Desde entonces, todo cambió entre nosotros y la experiencia se ha ido haciendo más y más intensa abriendo nuevas puertas.
Nuestras noches se convertían en momentos de puro placer. Yo desnudo y sentado en mi silla de escritorio, viendo vídeos porno de diversa temática en el PC para tener las más duras erecciones y pervertir de esa manera a Thor haciéndole deseas lamer mi miembro deseoso a su vez de aquella grande y humeda lengua canina que tantos orgasmos y eyaculaciones me procuraba.

Pronto pasaron a ser felaciones durante nuestras duchas, en la cama antes de dormir y quizá las más intensas, con mis erecciones matutinas tras el sueño.

Tengo la convicción de que Thor adoraba lamer, chupar y babear mi polla siempre que tuviera la ocasión.

No hacía falta código ni palabra de adiestramiento. Era sacar mi falo duro y su boca empezar a babear deseando saborearla.

En este momento os estareis haciendo una pregunta; ¿Aquello no fue a más?. Evidentemente la respuesta es afirmativa.

Habiendo pasado un par un mes del comienzo del confinamiento, empecé a investigar visionando vídeos de relaciones zoofílicas tanto entre hombres y perros/perras como mujeres con estos animales.

Ya había tanteado estos documentos pero por mi cabeza rondaba la morbosa y obsesiva idea de llevar nuestra relación un paso más allá del simple pero maravilloso sexo oral.

Determinada noche y con la complicidad que aportan un par de cockteles caseros, empezamos nuestra sesión de sexo. A la vez que Thor lamía mis rasurados testículos, perineo y ano, yo me dispuse a acariciar su cola parándome en su entrada anal. Thor lamía con ritmo suave pero sin pausa. Moje uno de mis dedos e hice el ademán de introducirlo poco a poco en él.

Thor empezó entonces a chupar a un ritmo frenético y noté como su culo latía a la vez que su pene salía de su escondite adquiriendo un tono rosaceo característico. Le estaba gustando. Quizá quería más. Como yo.

Le llevé a nuestra cama y levantando su cola acerque mi glande a ese ano que ya pedía ser explorado.

No hará falta que os relate lo tremendamente excitado que estaba. El morbo corría por cada centímetro de las sábanas que eran testigo de aquella penetración. Poco a poco fui adentrándome en él. ¡Qué delicia!. ¡Qué sensación de calor intenso!. ¡Cómo latía ese ano en mi durísimo capullo!.

La polla de Thor eyaculaba casi en cada embestida empapando su cojín preferido. Yo, inundado por el morbo de estar follanándomelo, hice lo propio dentro de aquel culo que poseí esa primera vez.

Aquella experiencia fue un punto de inflexión en nuestra relación e hizo que el sexo entre nosotros fuera realmente especial.
Para Thor y yo, la convivencia era cada día más amena. Nuestros ratos de cama y ducha, orgasmos en diversas posturas. Sus mamadas eran impresionantes y cada vez que me adentraba en su estrecho pero ámplio culo el estallido de placer era digno de película porno. Él no se quedaba atrás. Tenía su cojín favorito lleno de su líquido semen y no reparaba en corridas cada vez que le llenaba su agujerito.

Tal era nuestro vicio que solo hacía falta que yo le mostrase mi polla dura para que babease y quisiera su dosis de biberón humano que gustoso yo le permitía sin miramientos. Nuestro sexo era tal que probabamos en la ducha, nuestra cama, sillones... a 4 patas, tumbados, yo cojiéndole en vilo para penetrarle...

Meses después del confinamiento, intenté ampliar mis contactos en alguna red social. Conocí chicas de varias ciudades y compartí con ellas conversaciones y momentos de relax y confesiones. Una de ellas, llamémosle Ana, me reconoció entre ratos de confidencias que alguna vez había fantaseado con tener algún roce con el perro de su madre, pero que nunca llegó a atreverse y a posteriori, dicho perro se fue.

Vi en ese, un instante perfecto para confesarle algo que hasta ese momento nadie más que Thor y yo sabíamos. Nuestro secreto de sexo poco convencional pero exquisitamente placentero.

Intenté decírselo de un modo que no fuera demasiado brusco pero sin ocultarle nada ni enmascararlo en demasía. Si quería llegar a algo con ella, debía ser sincero y no me sale ser de otra manera.

Como puede parecer lógico, ella al principio dudó de mis palabras y pensó que solo lo decía para aprovecharme de la coyuntura por aquella confesión que me hizo anteriormente. Aceptando aquella duda, no dudé yo en enviarle alguna foto y vídeo de ciertos polvazos que Thor y yo disfrutamos.

Ya no había excusa. Lo vió con sus propios ojos. Comprobó que no era fruto de un aprovechamiento y a juzgar por sus palabras y comportamiento posteriores, fue la mejor idea que pude tener. Admitió que en ese mismo momento su vagina se lleno de flujo libidinoso y que su vulba quemaba de morbo al ver esas instantaneas. Me narró con pocos pelos y muchas señales como se masturbó debido a ello y ella también lo hizo gráfico con un corto vídeo que Thor y yo visionamos deseosos.

No fue difícil llegar a un acuerdo para poder vernos y llevar a buen puerto nuestras conversaciones. El único inconveniente era la cierta lejanía entre nosotros pero el tren cumplió ese trámite.

Cuando Ana llegó estaba nerviosa pero deseosa y Thor y yo no lo estábamos menos. Tras un corto paseo para romper el hielo nos dirigimos a nuestra casa. Thor no estaba acostumbrado a tener visitas. Durante el confinamiento las únicas personas que se acercaron fueron los repartidores y algún vecino pedigüeño. Pero ella era especial. No llegaba a los 40 años pero sí a tener una estatura por encima de la media. Medias no llevaba, solo un pantalón vaquero roto y una camiseta que se ajustaba en su pecho de no más talla que una 100 pero de generosa copa. Pelo castaño recogido y sonrisa ámplia. Nos gustaba.

Le enseñé la casa y pronto se empezó a notar el calor. Yo no quise ir muy a saco pero cuando llegamos a nuestra habitación ella señaló la cama e hizó un comentario esclarecedor; ¡Este es el lugar de los hechos!. Yo seguí con una leve carcajada y Thor ya se subió a la cama con ánimo juguetón.

- ¡A ver, enséñame eso de que solo con sacártela ya te la chupa!. Me espetó como un gancho de derechas.

Dicho y hecho. Desabroché mi pantalon. Lo bajé junto a mi boxer y mi polla salió amorcillonándose ya. Thor empezó su ritual de babeo no sin antes mirar a Ana algo desconcertado pero sin importarle su presencia. Se acercó le acaricié la cabeza y su lengua comenzó a repasar cada centímetro de mi falo ya más duro.

Ella no dejaba de mirar y de acariciar sus marcadísimos pezones. Se mordía el labio inferior de una boca en la que se podía leer imaginariamente M O R B O.

No creo que tardara ni 10 segundos en desnudarse por completo y abrir sus piernas para dejarnos ver un coñito recién depilado y ya empapado. Thor dudó un segundo. El olor de aquella limpia vagina le hizo plantearse si tenía que probar ese manjar o seguir con mi polla. Yo le ayudé en su decisión y le marqué con la mano el clítoris de aquella mujer que temblaba entre miedo y deseo. Cada repaso de la lengua de Thor por sus labios era una ola caliente de placer que Ana recogía entre mirándome a mí, a Thor y echando su cabeza hacia atrás en claro signo de placer intenso.

No podía dejar escapar ese momento y me acerqué con mi polla tremendamente dura a su boca para que la succionase mientras mi perro le hacía uno de los mejores cunnilingus de su vida. Ella mamaba mi polla con ansia y Thor le comía ese dulce coño sin pausa ni descanso. El orgasmo estaba cerca y se palpaba en las chupadas que Ana me procuraba entre gemidos y vaivenes. Confieso que yo fui el primero en correrme. Inundé su boca con mi esperma que caía también por sus comisuras. Ella poco después llegó al clímax con solo la ayuda de la lengua de un Thor que también estaba probando las mieles de un coñito delicioso.

Había que aprovechar ese momento de morbo máximo y no dejar pasar la ocasión de disfrutarnos.

Desnudos los tres en la cama, Thor y yo volvimos a las andadas con Ana y nos encaprichamos de sus pechos, no muy voluminosos pero si apetecibles. Yo los acariciaba hasta hacer que los pezones se endurecieran para que posteriormete Thor los lamiera a su gusto y albedrío.

Ni que decir tiene que aquella visión y sensaciones hicieron que no tardase en tener una erección a no mucho tiempo de la anterior.

Ya sabemos lo que pasa con mis erecciones y Thor. En cuanto ve que mi polla está dura lame con ansia y en esta ocasión no iba a ser menos. Dejó por un momento de encargarse de los pezones rosados de Ana y pasó a encargarse de lo rosado de mi glande en perfecta erección.

Ella seguía admirando aquello como si de una película se tratara pero también quiso ser actriz protagonista y decidió que una ayudita no vendría mal. ¡Por supuesto que no vino nada mal!. Entre Ana y Thor lamían mi falo de una manera que jamás podré olvidar. Ella lo agarraba y se lo ofrecía a él para que chupara, siendo después ella quien lo metía en la boca mirándome a la vez que follaba su garganta profunda con sumo gusto.

La alternancia entre la humeda lengua de Thor y la caliente boca y labios de Ana hicieron que tuviera que parar para no correrme tan pronto del sumo gozo que aquel morbo me procuraba.

Al pasar la mano por su coñito noté ipsofacto que su humedad pedía a gritos ser follada. A 4 patas me dispuse a penetrarla cuando a las pocas embestidas Thor acercó su hocico al lugar de los hechos. Se le notaba realmente inquieto queriendo abarcarlo todo; mi polla humeda con el flujo de Ana, su coñito empapado, mi ano...

Poco antes de que el orgasmo de Ana llegase, decidí rizar el rizo y terminar aquella fiesta de la manera más morbosa que se me ocurrió.

Sin que ella se moviera, puse a Thor entre ambos para que saciara su hambre lamiendo ese delicioso coño y yo mis ganas de llegar al climax follando el estrecho culo de Thor que ya estaba hecho a mi gorda polla. Entré despacio en él y la visión de cómo le follaba mientras lamía el coño de Ana hizo que la corrida fuera absolutamente enmarcable dentro de mi novio canino.





-
 
Arriba Pie