Las Vivencias de Alicia y Ana (Madre e Hija)

heranlu

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Ya hacia días que cada mañana me costaba menos levantarme para ir a trabajar. No era que estuviera esperando la jornada laboral con especial entusiasmo, sino todo aquello que llevaba implícito consigo.

Ir a recoger a Ana, no solo significaba recibirla a ella burbujeante y encantadora, sino que además implicaba recibir las atenciones de Alicia, su madre, que para mi era como mínimo tan sexy como ella.

Durante el invierno, los tres íbamos al mismo gimnasio. Ahora en verano, Ana y yo trabajábamos juntos en una empresa que nos había contratado por recomendación de su madre. Atendíamos a los clientes que se acercaban a pedir información. Ana casi cada di se debía vestir con falditas minúsculas que hacían que la mayoría de los clientes quisieran que solo les atendiera ella. Tenia 20 años, 2 menos que yo. Era guapísima y su cabello negro muy corto resaltaba la sensualidad de su cara juvenil de grandes ojos castaños, nariz respingona, piel bronceada y labios carnosos que a menudo lamía con la punta de su lengua, en un gesto que pretendía ser gracioso pero que realmente era muy sensual. Su cuerpo era voluptuoso. Nadie le podría decir que estaba rellenita, pero tenia sin duda formas sensuales y unas curvas bien marcadas.

Alicia, su madre, salía cada mañana a despedirla y siempre cruzaba unas palabras conmigo. Si yo llegaba temprano y estaba esperando fuera del auto, me saludaba con dos besos y siempre tenia la manera de discretamente apretar su cuerpo contra el mío, pero nunca llegando a un punto excesivo. Tenia 42 años. Conservaba una figura muy deseable. Llevaba el cabello muy corto pero teñido de un color rubio claro. Su cuerpo mantenía una buena línea por el ejercicio que hacia para conservarla. Tenia unas caderas rotundas, con un culo redondo y duro que acostumbraba a enfundar en pantalones bien ajustados. Sus pechos eran grandes seguían atrayendo tanta atención como los de su hija cuando los mostraba generosa en la playa. Cuando salía a despedirnos por la mañana solía ir vestida con la ropa que hubiera usado aquella noche para dormir: pantalones o shorts muy ajustados y camisas amplias que lucían un muy generoso escote.

Con aquellos inicios de jornada yo pasaba el trayecto hacia el trabajo excitadísimo y tener las piernas de Ana junto a la mano que controlaba el cambio de marchas del coche, no ayudaba a relajarme. Mas de una vez al llegar había ido directo al servicio a aliviarme con una buena paja.

Seguro que Ana se daba cuenta de la situación porque mi erección no era fácil de disimular. No parecía molestarle y mas bien procuraba buscar contacto físico conmigo entre juegos y bromas. Mas de una vez "sin querer" mis manos habían palpado sus pechos firmes por encima de su blusa y mi pene erecto, casi a punto de romperme el pantalón, se había rozado con sus muslos o frotado sobre su falda brevemente. En lugar de retirarse, Ana parecía mas bien provocarme, como invitándome a pasar a mas. Aparte de dejar de ponerse las finas medias negras que había llevado hasta el momento, con lo cual sus piernas firmes y bronceadas quedaban completamente a mi vista, sus blusas empezaron a ser mas apretadas, con botones que amenazaban con estallar en cualquier momento y sujetadores que se transparentaban.

Una mañana yo conducía sin decir nada, solo pensando en llegar al trabajo para ir a hacerme una gran paja pensando en lo que veía mientras conducía. De repente me sobresalte. Ana acababa de colocar su mano en mi paquete. Di un frenazo y suerte que no venia nadie detrás nuestro, porque habríamos tenido un accidente. "¿No te gusta?" me pregunto con una sonrisa descarada que indicaba que ya sabia ella que si que me gustaba. Evidentemente no pude aguantar mas y le dije que hacia días que deseaba que aquello sucediera.

Reanude la marcha conduciendo lentamente y ella empezó a masajearme la polla encima del pantalón. Al cabo de un momento empezó a intentar bajarme la cremallera con alguna dificultad. "Espera, ya lo hago yo" aproveche que habíamos parado un momento en un semáforo y con el mayor disimulo posible para no atraer la atención de otros conductores, libere mi pene. La mano de Ana se cerro firmemente sobre él haciendo que casi me corriera de golpe. Se puso a masturbarme. Lo hacia con tal entusiasmo que en pocos minutos me sentí a punto de correrme. Por suerte no había mucho trafico y manteniendo el control del coche, a la velocidad mas lenta posible, empecé a sentir los espasmos de placer mientras la mano de Ana aceleraba aun mas su masturbación, su mirada alternaba rápidamente entre mi cara de placer y el chorro de semen que salia de mi polla.

Ninguno de los dos habíamos pensado en como mi orgasmo iba a llenar el habitáculo del vehiculo de gotas de semen explotando desde mi polla. Yo estaba gozando demasiado como para importarme y Ana reacciono mas rápido, cubriendo con su otra mano la punta de mi capullo, intentando evitar que la leche siguiera esparciéndose por todas partes pero sin frenar ni un instante el ritmo de su mano.Finalizado aquel orgasmo que había estado imaginando de cien maneras distintas durante días, no estaba en situación de preocuparme por como se había llenado de semen el volante del auto ni por las manchas en mi ropa.

Íbamos a llegar tarde, pero de ninguna manera iba yo a acelerar. En el siguiente semáforo nos miramos con complicidad. Cuando la luz se puso verde y nos habíamos vuelto a poner en marcha, mi mano se deslizo sin mirarla del cambio de marchas a su muslo. Ana me miro con una sonrisa, invitándome a seguir. Sin perder tiempo subí mi mano rápidamente por su muslo suave y cálido y me puse a acariciarle el coño sobre unas braguitas que podía notar empapadas. Intentando no perder la concentración en la conducción, lanzaba rápidas miradas a su preciosa cara y podía ver como estaba disfrutando de mis caricias, esforzándose por mantener la compostura simplemente por no llamar la atención de la gente que nos pudiera ver desde fuera.Mis dedos se introdujeron bajo sus bragas. Sus caderas se movieron ligeramente hacia adelante, buscando sentirlos mas adentro. Su respiración se empezó a acelerar. Su cara se mantenía fija hacia el frente, pero no podía ver nada porque pese a que sus ojos no estaban completamente cerrados, estaba simplemente demasiado concentrada en el placer que estaba sintiendo abajo como para sentir nada mas.

Cuando iba a eyacular cogí entonces su clítoris entre mi pulgar y mi índice y apretándolo suavemente en movimientos circulares conseguí que estallara de placer, en un orgasmo que la hizo gritar de gusto por unos segundos. Cuando acabo de correrse apoyo la cabeza sobre el salpicadero del auto por unos instantes. Al incorporarse no dijo nada, pero su mirada fue tan dulce y sensual que habría detenido el auto allí mismo para lanzarme sobre ella.

Estábamos muy cerca de nuestro lugar de trabajo y en los pocos minutos que quedaban hasta nuestro destino, Ana se dedico a arreglar su ropa, yo volví a colocar mi pene, todavía bastante erecto, dentro de mis pantalones. La mañana transcurrió sin que nos diéramos cuenta. A la hora de comer cerramos la puerta de acceso del publico y casi no tuvimos que hablar. Por suerte nuestro jefe estaba fuera en una reunión de empresa y sabíamos que no iba a aparecer por allí. Nos atrevimos a ir a su despacho. Cerramos la puerta de golpe y Ana me abrazo con fuerza, besándome en los labios con pasión. Mi mano izquierda se cerró sobre su culo, apretándola contra mi. Con la otra mano le acariciaba los pechos, desabrochando apasionadamente sus botones. Ana devolvía mis besos con lujuria y me abrazaba por el cuello, acariciándome la espalda.Pronto sus manos buscaron desabrocharme los pantalones y las mías recorrían sus muslos y su coñito sobre las bragas, levantándole la falda hasta la cintura. La despoje de su blusa y sujetador y mi boca se cerro sobre aquellos pechos deliciosos, duros y receptivos a mis lamidas. Sus pezones oscuros se endurecían mas con cada caricia de mi lengua y podía notar su placer con mi mano que la robaba sobre las bragas. Ana me desabrocho los pantalones que cayeron al suelo. En un rápido gesto, se agacho para también despojarme de mi ropa interior. Al levantarse otra vez, dio un leve beso muy rápido a la punta de mi pene, durísimo. Imitando su gesto, le baje las bragas, mis labios besaron su coño, mi lengua introduciéndose levemente entre sus labios vaginales, humedos y con un delicioso sabor. Me volví a poner en pie rápidamente y, sin besarnos, nos miramos unos instantes con una sonrisa. Estaba muerto de ganas de follarmela. Nos besamos, recorriendo nuestras bocas con la lengua en una danza coordinada. Ana me seguia besando apasionada y sus piernas se separaban mas, facilitándome que pudiera penetrarla. Mi polla sintió la entrada de su vagina mojada. Gimió levemente, temiendo que le hubiera provocado dolor tuve intención de sacarle el pene, con su mano me apretó el culo, introduciéndosela bien hasta el fondo. Sin dejar de besarnos mis manos recorrían su cuerpo buscando acariciar tanto como me fuera posible aquella piel increíble de esa fabulosa mujer.



Cuando volvimos del trabajo encontramos a Alicia que llegaba al mismo tiempo que nosotros. Volvía cargada con cosas de la compra y salí a ayudarla. Cuando lo acabamos de introducir todo en su casa, Alicia nos dijo "¿por qué no vais a la piscina un rato? Todavía hace mucho calor"

Eran mas de las siete de la tarde y la temperatura había bajado un poco, pero nuestros sofocos no. La idea de un baño en la piscina de su casa me atraía por mas de un motivo. El agua fresca sin duda era una buena razón. Pasar mas rato con Ana y buscar la oportunidad de devolverle lo que me acababa de hacer o de repetir lo que habíamos hecho antes durante el día, también. El recuerdo del comportamiento de Alicia durante los últimos días, especialmente aquella mañana, y la posibilidad de que también se uniera a nosotros en la piscina, fue otra razón para decidirme. Fui a buscar un bañador y una camiseta que tenia en el coche y pronto regrese al jardín. No era muy grande pero estaba muy bien cuidado. A Alicia le gustaba la decoración y la jardinería y el resultado era muy agradable. La piscina no era grande, pero tenia un enlosado azul claro brillante que contrastaba con el verde de las plantas que la rodeaban y el blanco de las losas que la bordeaban, formando una pequeña terraza.

Yo fui el primero en meterme en el agua. Ana y Alicia se acostaron un momento en las tumbonas que tenían junto a la piscina, gozando de los últimos rayos de sol y sus bebidas frías. "¿No quieres tomar nada?" me pregunto Alicia. Le pedí una cerveza. Mientras ella se sentaba en el borde de la piscina junto a mi, vi como Ana se quitaba la parte de arriba del bikini. Mis ojos escaparon en su dirección y Alicia se percato. Sin perder la sonrisa y sin decir una palabra, paso a imitar a su hija y súbitamente pude contemplar ante mi sus pechos enormes y bronceados, con unos pezones grandes, rosados y duros. No me dio tiempo a reaccionar y me fui al agua. Alicia empezó a jugar conmigo, frotándose contra mi. Su culo me volvía loco y ella lo sabia. Yo empecé discretamente a rozarle los pechos. Ana no miraba, pero seguro que sabia lo que estaba pasando. Verla semidesnuda mientras su madre se frotaba contra mi, mientras yo la estaba sobando por todas partes. Finalmente mi mirada se encontró con la de Ana y pude ver en ella existía una sonrisa de aprobación. Mis manos bajaron la parte inferior del bikini de Alicia y seguidamente mi bañador. Las dos prendas quedaron flotando unos instantes en la piscina, hasta que Alicia las lanzo fuera, lejos de nuestro alcance. Entonces se puso frente a mi y comenzó a besarme. Sus labios eran carnosos, su lengua blanda y ambiciosa, y devoraba mi boca casi sin darme tiempo a reaccionar. Su mano experta, me empezó a masturbar. Sobaba mi polla de arriba a abajo, extendiendo sus dedos para acariciar mis huevos y jugueteando hasta entrar por un instante en mi ano.

Mi mirada empezaba a apartarse de Ana, que ahora se estaba masturbando mientras nos miraba. Los pechos de Alicia en mis manos me transmitían una sensación fantástica. Mi boca busco sus pezones y me puse a morderlos apasionadamente. Alicia acelero los movimientos de su mano mientras con la otra levantaba mi cabeza de sus pechos y buscaba mi boca con su lengua. Nos lamimos mientras me masturbaba y lentamente se coloco de espaldas a mi, agarrando el borde de la piscina con sus manos y apretando firmemente su culo contra mi polla. Mis manos se colocaron sobre sus caderas y comencé a frotar mi polla bajo el agua contra sus nalgas. Mis manos buscaban sus pechos mientras mi pene se situó sobre su vagina. En el momento en que la localice, introduje mi polla, penetrándola con inmenso placer. Alicia recibió mi rabo con gusto y el movimiento de su culo golpeando contra mis huevos debajo del agua, me hizo llegar al orgasmo en poco tiempo.

Mis gemidos de placer despertaron a Ana de su ensoñación y nuestras miradas se encontraron brevemente mientras yo me moría de gusto dentro del coño de su madre. Yo estaba agotado. Ana se debía haber corrido durante los instantes en que Alicia y yo habíamos alcanzado el orgasmo. Ana ahora miraba hacia nosotros, con la respiración ligeramente acelerada y su fabuloso cuerpo, ahora despojado incluso de la parte inferior de su bikini, cubierto por una ligera capa de sudor.

Alicia, moviéndose lenta y perezosamente, me hizo cambiar de posición. Ahora era yo el que estaba agarrado al borde de la piscina y ella abrazándome por detrás. Sus manos acariciaron mi pecho, jugando con mis pezones. Después bajaron lentamente hasta mi pene. Yo seguía mirando a Ana, que ahora me miraba con una sonrisa entre burlona y desafiante que yo no conseguía interpretar. Las manos de Alicia volvían a masturbar mi polla bajo el agua lanzaban un mensaje mucho mas claro y mi respuesta, en forma de erección, también fue clara. Yo quería que Ana se sumara a nosotros. Le hice señas con la mano. Alicia desapareció bajo el agua y en unos instantes note como la humedad que rodeaba mi polla se volvía mas cálida, cuando los labios de Alicia la introdujeron en su boca y su lengua se puso a juguetear con mi capullo. Ana vio lo que acababa de pasar y se acerco al borde de la piscina. Alicia reapareció, agotado su oxigeno, pero sus manos no paraban de estimularme. Me pajeaba con una mano mientras la otra acariciaba mi culo. La sensación de su dedo introduciéndose en mi ano me producía un poco de dolor y placer al mismo tiempo. Madre e hija cruzaron miradas que no pude entender del todo. Yo quería hacerlo con las dos a la vez y disfrutar viéndolas hacer el amor entre ellas. La mirada de Ana indicaba una cierta resistencia. Alicia desapareció bajo el agua para chuparme la polla otra vez mientras sus manos no dejaban de acariciarme los huevos y su dedo se introducía levemente una y otra vez en mi culo.

Conseguí hacer que Ana se sentara al borde de la piscina. Desnuda y con los pies colgando dentro del agua comencé a lamer sus muslos en busca de su coño mientras seguía sintiendo como su madre me la estaba comiendo debajo del agua. Ana tumbo hacia atrás y separo mas sus piernas para hacer mas fácil la exploración de su coñito por mi lengua. Mis manos disfrutaban masajeando sus pechos firmes. Alicia volvió a salir de debajo del agua. Su boca acababa de abandonar mi polla, pero su mano no dejaba de estimularla. Nos besamos apasionadamente un instante, antes de que mi atención se volviera a dirigir a comer el coño de su hija.

Hacerme correr con la boca le iba a resultar difícil a Alicia porque el tiempo que podía resistir bajo el agua era limitado. Mientras yo seguía besando el clítoris de Ana, haciendo que sus caderas golpearan con fuerza mi cara, mientras ella se corría y mis manos la mantenían pegada contra mi cara, Alicia coloco su cuerpo entre los dos haciendo que mi polla volviera a quedar colocada entre sus nalgas. Las manos de Alicia se apoyaban en los muslos de Ana. Mi polla estaba clavándose a la entrada del culo de Alicia. Inicie mi presión y el culo de Alicia respondió de nuevo apretándose contra mi para sentirme mas adentro. Yo apreté la cabeza de Alicia dirigiéndola hacia el coño de Ana mientras con la mirada buscaba su complicidad. Mi polla estaba fuera de control y pese a aquella situación, no pude separarme de ella. Con mi mano masturbando su coño, los dos culeamos con pasión hasta hacer que nos corriéramos de placer. Alicia se apretaba contra mi para sentir mi pene erecto lo más adentro posible y mis dedos buscaban llegar lo mas al fondo posible de la húmeda vagina de Alicia. mientras ella se estremecía de placer.​
 
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