e nuevo en mi puta habitación, pared con pared con el cuarto de mi madre y otra maldita noche escuchándola gemir contra las almohadas con el pringado de turno. Hacía casi un año que mis padres se habían divorciado y, durante unos meses, todo había ido sobre ruedas. Sin embargo, las amiguitas de mi madre decidieron que lo más sensato era que “un clavo saca otro clavo” y se la llevaron de fiesta varias noches. En sus primeras salidas parecía inhibida y tímida, temerosa de iniciar relaciones esporádicas después de haber salido de una larga relación de 12 años; pero parecía que, últimamente, se había aficionado a traer hombres a casa a altas horas de la noche cuando creía que yo estaba dormido, los cojones. Como para no oírla gritar como una fulana con cualquier cuarentón salido. Mi madre tenía 45 años pero se conservaba muy bien para su edad. Era morena con la melena casi hasta la cintura, unos ojos verdes miraban con curiosidad todo lo que se ponía ante ellos, sus pechos eran grandes pero todavía se mantenían firmes y tenía un culito respingón de hacer ejercicio todos los días que quitaba el hipo. Vamos, un pivonazo aunque estuviera mal decirlo de mi propia madre.Yo, en cambio, a mis 18 años había sacado un gran parecido a mi padre. Moreno, cerca de 1,76 ojos marrones y hubiera sido gordo como mi progenitor de no haber metido tantas horas en el gimnasio para mantener la forma. Volví a escuchar un jadeo y me levanté para cerrar la ventana. Estábamos a mitad de agosto y el calor era sofocante incluso por las noches pero si no la cerraba lo que ocurría en la habitación contigua llegaba a mis oídos más fácilmente.Me asomé a la ventana pero lo que vi me dejó helado. Podía ver con claridad a mi madre en la cama, desnuda y sudorosa a cuatro patas mientras aquel cabrón se la follaba a un ritmo frenético. Sus tetas botaban y entrechocaban produciendo un sonido muy excitante y la cara de mi madre, apoyada en unos almohadones, podía entreverse, al igual que su expresión de lujuria. No podía quitar la mirada de aquella escena y pronto mi erección fue más que considerable. Siempre había tenido una buena herramienta y estaba orgulloso de ello y ahora mismo mi polla alcanzaba los 20 cm y la punta asomaba por los boxer que llevaba puestos para dormir.Con rabia por ver a mi madre en aquella situación, me pajeé con fiereza sin quitar la vista del culito de mi madre, ese que aquel subnormal tocaba sin ninguna experiencia, parecía que ese idiota sólo sabía dar pollazos. Cuando me corrí y, después de limpiarlo todo, cerré con violencia la ventana con la esperanza de que lo escucharan y se les cortara el royo. Por fin volví a tumbarme y, tras haberme descargado y sin ruidos molestos, pude dormir con tranquilidad.A la mañana siguiente apenas dirigí la mirada a mi madre. Ella presintió que ocurría algo, ya que sus miradas eran como libro abierto para mi, pero no se atrevió a preguntar nada. El día pasó entre miradas furtivas a su trasera, dado que la imagen de él desnudo de la noche anterior no me abandonaba la cabeza o intentando disimular las erecciones al imaginar como sería bombear esa cola y cuando mis amigos me llamaron para salir con algunas tías decidí quedarme en casa para vigilar a la zorrita de mi madre.
- Luis, ¿Has quedado hoy con tus amigos?.- era ya de noche y oí gritar a mi madre desde el baño, probablemente se estaba arreglando para otra de sus salidas.
- No, hoy paso de salir, me quedaré toda la noche despierto viendo unas películas.
- Deberías salir hijo, así te despejas un poco... .- parecía nerviosa ante mi mención de quedarme toda la noche despierto y decidí presionarla un poco más.
- Hijo, ¿Qué te pasas?.- Mi madre parecía desconcertada ante mi postura de asombro.
- N..na..Nada.- Atine a acertar por tercera vez de forma patosa.
- ¿Seguro?.- Insistió acercándose a mi, para acabar dándome un abrazo, y al llevar los tacones más que ya de por si era alta, que hizo apoyar mi cabeza entre sus abundantes pechos, los que eran blandos y cálidos.
- !Quita mama¡.- Para poder separarme, por que o sino iba a notar la erección que intentaba romper mis baqueros.
- Hay que rápido pasa el tiempo, a veces olvido que ya no eres un niño, aun que siempre lo seas para mi.- Me confeso mientras se daba la vuelta.- Uy aun queda un poco de agua en el suelo.
- Mama, no te muevas, tienes una mancha muy fea en la falda, espera que te la restregó a ver si salta un poco.- Le cogí de su cintura con mi mando derecha para atraerla a mi y con la otra agarré mi polla erecta, para hacer con la punta como si fuera mi dedo gordo.
- De acuerdo cariño, que no quede nada.- Su tono despreocupado me dio más valor, ella llego a coger un pinta labios, y se miraba al espejo, mientras se pintaba esos carnosos labios, para mi suerte, no podía ver mi polla, y además, parecía que realmente estaba restregando con mi mano...
- Luis, sino salta creo que en aquel cajón hay una botella que viene muy bien para las manchas difíciles.- Me informó a la vez que señalaba al cajón.
- Vale mama.- Me metí la polla dentro, para que no la viera al moverme, al coger el bote lo abrí para que escuchará el tapón, pero lo deje a un lado en suelo. Y una vez que me puse detrás de mi madre, la cual ahora estaba apoyándose con las manos en el lavabo, tenía el culo algo sacado para fuera, lo que facilitaba lo que iba a hacer, ya que no podría verme, me saque de nuevo mi polla, y empece a pajearme.- Mama, esta atascado, no sale.- Dije excusando la tardanza.
- Pues hijo date prisa, mis amigas vendrán dentro de poco, escúrrelo bien fuerte.- Dijo animándome, sin saber que tenia entre las manos, lo que me dio mucho morbo, y al rato salio un gran chorro de esperma que fue todo a parar a su culo, “ahora si que tienes manchado el culo, manchado de mi leche”.
- Ya está mama.- Le avisé mientras me guardaba mi polla, y luego le pase la toalla que había dejado en el suelo del agua, quite lo mas gordo, apretando con fuerza ese culo, palpando cada centímetro, lo que otra vez me dio una erección pero no podía dejar que me la viera, así que tuve que decirle adios a ese culito...- Mama ya esta, me voy a ver que películas voy a ver esta noche.
- ¿Hay algún problema?.- Cogí a mi madre del brazo y la arrastré hacia mí, apartándola de aquel baboso.
- No cariño, Jaime ya se iba.- me miró desesperada y avergonzada y yo la metí en casa.
- Más vale que no vuelva a verte por aquí.- dije mirando al tal Jaime, antes de cerrarle la puerta en las narices y girarme para mirar a mi madre furioso.
- ¿Piensas que soy tonto? Te oigo todas las noches con los tipos que traes a casa, eres una perra, solo sales a por pollas y luego me las traes a mi propia casa.- Solté fuera de control.
- No tienes derecho a hablarme así soy tu madre y una tiene sus necesidades. Además es mi vida y puedo hacer lo que me de la gana.- Se excusó intentando quitarle importancia al asunto, como si fuera normal.
- ¿Tienes necesidades?.- Dije sin dar crédito a lo que me acababa de decir mi madre.
- SI¡¡.- Me grito.- Aun que parezca que no, soy mujer, y necesito un hombre en mi lecho, y no al marica de tu padre, que tuve que dejarlo, por no darme lo que queria.
- ¿Esto es lo que necesitas?.- dije quitándole el sujetador y pellizcando con fuerza sus pezones. Ella trató de alejarse pero se topó con la pared.- ¿O tal vez lo necesitas más duro?.- continué un rato pellizcando con fuerza y estirando esos pezones, luego le di la vuelta y le subí la corta minifalda para manosearle el culo.
- Luis por favor para, soy tu madre, ¿qué haces? Suéltame me estás haciendo daño.- unas lágrimas se derramaron por sus mejillas pero hice caso omiso de ellas.
- No decías que eras mujer, y que necesitabas una polla, pos la mía te sirve, y sera la unica que comas de ahora en adelante, guarra.
- Por favor Luis para... suéltame.- aunque lo decía con menos intensidad y su mano comenzó a estrujar mi polla con timidez.
- Cállate y cómeme la polla. Y sacia tus necesidades de mujer.- dicho esto me baje los pantalones junto a los calzoncillos, para llevarme su hermosa cara a mi polla erecta.
- ¿Esto es lo que quieres zorra? ¿Que te la metan por detrás mientras gritas como una perra? Pues tranquila, que te voy a dar lo tuyo y más.- de una sola embestida penetré a mi madre haciéndola gritar, en parte de dolor, en parte de placer, y sin darle siquiera un segundo seguí arremetiendo contra ella hasta que pronto la tuve gritando de placer con mi polla en sus entrañas. Estaba a punto de correrse cuando saqué mi pene de su vagina.
- No por favor... no pares ahora, estoy a punto de correrme, sigue.- se lamentó mi madre acercando su culo a mi polla.
- ¿También le suplicabas a esos cerdos mamá? .-Pregunté al acordarme de las noches que la escuchaba gemir desde su cuarto.- Seguro que también dejaste que te la metieran por el culo, eres una guarra. Ahora verás, voy a romperte ese culo respingón que tienes hasta que se te quiten las ganas de usarlo más.
- ¡No no Luis! Por favor nunca he tenido sexo anal, de verdad, no me metas ese pollón o me vas a dejar dos semanas en la cama sin poder moverme... .- volvía a llorar pero no creía ni una de las palabras que salían por su boca, en verdad era una hembra en celo, pero tenía miedo de mi herramienta.
- No soy idiota, no intentes engañarme, y si te quedas dos semanas en la cama mejor, así no traerás más capullos a casa y podré dormir de una puta vez.