Las Historias de Isabel – Capítulos 001 al 009

heranlu

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Las Historias de Isabel – Capítulos 001 al 009


Las Historias de Isabel – Capítulo 001



Acababa de llegar a casa tras una intensa mañana de trabajo en el hotel y después saludar a su hijo, plantado frente al televisor viendo los Simpson, se metió en la cocina a hacer de comer.



-¡Francis! – llamó Isabel a su hijo cuando la comida fue puesta en el fuego. - Ven a la cocina y échale un ojo al sofrito mientras me ducho.




Ambos se cruzaron en el camino, Francis se puso a remover la comida mientras que su madre subía a la planta de arriba. Se metió en el cuarto de baño y comenzó a llenar la bañera de agua a la vez que se quitaba el uniforme de trabajo que año a año lo encontraba más incómodo.

Cuando quedó completamente desnuda se detuvo un momento mirándose en el espejo. El corte de pelo de la semana pasada le quedaba muy bien, y ahora que se acercaba el verano era más práctico que la melena larga que lucía el resto del año. Se escrutó el rostro buscando arrugas y estragos causados por la edad, pero sus cuarenta y cinco años la estaban tratando bien aunque no así de bien la trató el embarazo de Francis, ya que a pesar de haberle agrandado los pechos éstos se habían caído levemente y unas finas estrías habían aparecido en la parte superior de sus muslos, pero esto no le impedía estar orgullosa de sus piernas fuertes y bien formadas.

Dándose la vuelta para mirarse el culo, se lo agarró y comprobó que la celulitis se había abierto camino en él lo mismo que en la barriga. Había conseguido recuperar parte de su forma anterior, pero no toda y eso la molestaba.



Había engordado unos doce kilos tras su divorcio. Éste había sido muy traumático no sólo para ella sino también para Francis que por entonces contaba con apenas diez años. Su matrimonio derivó en varios años de infidelidad por parte de su marido, un divorcio de casi tres años de juicios por repartición de bienes, una depresión que la hizo engordar y casi perder su trabajo, todo ello en plena adolescencia de su hijo, quien en los comienzos de su desarrollo físico y mental que le haría un hombre se encontró viviendo en un ambiente turbio y sin autoridad ni guía alguna sobre él.

Con ayuda de algunos familiares y un profesor de su hijo consiguió a tiempo que su hijo no se maleara ni mezclara con los malos ambientes que empezaba a rondar en clase. Esta vigilancia sobre él también la ayudó a ella a salir de su depresión al tener un objetivo. Así se dedicó de pleno a su hijo para tratar de enmendar esos primeros años de divorcio, mimando en ocasiones a Francis de forma excesiva.

Ahora el ambiente era mucho más tranquilo, todo se había estabilizado. Ella recuperó parte de su peso y ánimo original, su hijo volvía a centrarse en los estudios y en los amigos de siempre, el trabajo iba bien. Tras la tempestad había llegado la calma.



Tras el examen anatómico cerró el grifo de la bañera y se sumergió en ella tumbándose casi completamente. Mientras se frotaba con la esponja se forzó por traer a su mente al grupo de jóvenes suecos que habían llegado esa mañana al hotel. Se trataba de un equipo juvenil de balonmano sueco que había acudido a la ciudad a disputar un pequeño torneo con varios equipos más de otros países europeos., y cuando los vio tan rubios, tan altos y tan musculados deseó que alguno de ellos le hubiera echado mano a sus dos balones.

Pensando en ellos dejó la esponja y se empezó a acariciar sus pechos y a pellizcar sus pezones que estaban semi-erectos por el agua tibia. Se imaginó a varios de ellos lamiéndole los pezones y se descubrió con ganas de tener realmente una lengua en ellos. Deseó entonces tener los pechos más grandes para poder lamérselos ella misma pero como no era su caso se conformó con rozárselos con las yemas de sus pulgares suavemente.

Abrió las piernas todo lo que podía y se colocó lo más cómoda que pudo en la bañera para acto seguido llevarse una mano a su vagina, la cual acariciaba en todo su contorno.

Con los ojos cerrados, las imágenes de muchachos jóvenes que había visto en la calle, en el hotel, en televisión, muchos acudían a su mente. Desde hace bastantes meses había descubierto que lo que más la calentaba y en los hombres en los que más se fijaba era muchachos jóvenes, estudiantes, universitarios, chicos de la misma edad de su hijo, las jóvenes promesas deportivas que aparecían en televisión, los nuevos actores. De todo esto se alimentaba y a muchos de ellos imaginaba mientras uno de sus dedos ya invadía su interior haciéndola resoplar. Un segundo dedo se unió al primero y juntos se deslizaban más rápidamente y simultáneamente su mano libre se deshacía en estrujar sus tetas.



-¡Mamá! – Francis llamaba a su madre desde la planta de abajo. - ¡Mamá!¡La comida ya está lista!


-¡Ya bajo! - le contestó Isabel sin saber si su hijo la habría oído, pero aún así no dejó de masturbarse.



Había iniciado una paja muy placentera y no iba a quedarse a medias por la interrupción de su hijo. Dejó de acariciarse los pechos para dedearse el clítoris a la vez que sus dos dedos seguían penetrándola sin descanso. Pero ahora la paja era acompañada de las imágenes de los calzoncillos de su hijo que prácticamente a diario encontraba manchados de semen en el cubo de la ropa sucia.

Francis tenía ya dieciocho años y comenzaba a ser un hombre, al menos en cuerpo, ya que su voz y sus actos le seguían traicionando en ocasiones.

Un par de veces lo había pillado masturbándose en su habitación pero no le había dado mayor importancia ya que estaba en la edad, pero ahora mientras sus hábiles dedos la hacían gozar, esas imágenes de su hijo masturbándose en la ducha o masturbándose en la cama la encendían. Tras unos minutos más en los se frotaba el clítoris con furia y sus dedos jugaban en su interior, un fuerte orgasmo alcanzó a Isabel.



Estaba Isabel sentada en el borde de su cama con una toalla envolviendo su cuerpo mientras se secaba el pelo con otra toalla. Lo bien que le había sentado esa paja en el baño no lo podríamos imaginar y en ello se regocijaba cuando notó la presencia de alguien en la puerta de su dormitorio.



-¿Se ha quemado la comida? – le preguntó a su hijo.

-No, si yo ya he comido y todo, como tardabas… Tu plato ya está servido, he venido a avisarte porque se te va a enfriar.


-Gracias hijo, me cambio y bajo. – se lió la toalla a la cabeza para que se secase el pelo. – Y tú, no te pongas con el ordenador, si tienes deberes los haces primero y luego ya te conectas o juegas.


-Qué sí, pesada. – se metió en su cuarto.



Cuando se hubo secado, Isabel se puso ropa de andar por casa y bajo a almorzar, y aunque tenía la televisión encendida no le prestaba atención, en cambio le daba vueltas al hecho de que había alcanzado un buen orgasmo recordando las pajas de su hijo e imaginando cortas escenas de como éste llegaba incluso a follársela. Y esto, que podría haber sido una simple anécdota fantasiosa la tenía muy entretenida y preocupada. Lo que le impedía saber que su hijo estaba en esos mismos momentos masturbándose en su dormitorio.



Francis, apenas escuchó que su madre bajaba por la escalera, se tumbó en la cama y se sacó la verga que comenzaba a ponerse erecta rápidamente. La imagen de su madre recién duchada, envuelta en una toalla que dejaba al aire sus muslos y parte del canalillo de sus pechos, le obligaba a una paja para desahogarse.

No era la primera vez que la veía así, de hecho cuando iban a la playa la veía más ligera de ropa, sobretodo desde que volvió a bajar de peso. Tampoco sentía una obsesión particular por su madre, posters de Jesica Alba, Adriana Lima y Scarlett Johanson decoraban su dormitorio, del mismo modo que compañeras de colegio y de clase eran amas de sus fantasías, pero el hecho de que su madre era la mujer que tenía más a mano le hacía no desperdiciar oportunidad alguna para verla desnuda y más porque a sus ojos estaba bien buena a pesar de tener más de cuarenta años.

Así, imaginando a su madre arrodillada junto a la cama chupándole la polla, se pajeaba frenéticamente, tan frenéticamente que en poco más de cinco minutos su verga escupía semen sobre su mano y vientre. Se limpió con un pañuelo y se puso a hacer los deberes del instituto.



Esa noche tanto madre como hijo se masturbaron en soledad a pesar de estar una habitación enfrente de la otra. Mientras Francis se masturbaba pensando en su compañera Vanesa, su madre Isabel se descubrió pensando en su hijo mientras se masturbaba.



Pasaban los días con cierta rutina y monotonía para ambos si no fuera porque cada vez que Isabel había empezado a masturbarse terminaba imaginándose a su hijo haciéndole el amor. Su hijo sin ser muy alto ni un guaperas de revista, tenía un buen cuerpo, y más desde que le había dado por jugar al tenis, hasta tenía un poster de Rafa Nadal entre tantas actrices y modelos. La cuestión era que sentimientos enfrentados habían ido despertando poco a poco en ella. Por un lado el deseo y las ganas de acostarse con un chico joven que la hiciera sentir joven y deseada, y su hijo estaba enfocando paulatinamente su atención. Y por otro lado, que fuera su hijo precisamente el joven en el que pensaba la hacía sentirse sucia y por qué no, loca de remate, porque esas fantasías que la ayudaban a masturbarse tenían de fondo la pederastia y el incesto.

El problema venía cada vez que Isabel encontraba los calzoncillos o las sabanas manchadas de semen, donde su parte sexual se encendía y se sobreponía a la parte racional que la alejaba de cometer cualquier locura.



A primeros de Junio Francis ya estaba estudiando más de lo que le gustaba porque empezaba la época de los exámenes finales. Su madre viendo que estaba bastante agobiado decidió llevárselo ese domingo a la playa.

Una vez allí, Francis quedó bastante decepcionado ya que a pesar de ser domingo e inicio de verano, no había mucha gente y la mayoría eran guiris viejetes que se tostaban al sol como salmonetes pero su desilusión se esfumó en cuanto vio como su madre se quitaba la camiseta y el pantalón corto para quedarse en un estupendo bikini azul.

Realizado a fondo un profundo scanner del cuerpo de su madre y despertada su polla bajo el bañador, Francis se sentó en la toalla para ocultar su erección.



-¿Vas a bañarte o prefieres que juguemos un poco a las cartas? – preguntó Isabel a su hijo.

-Juguemos un poco, yo apunto.




Con esto pensaba ganar tiempo para que su polla se calmara, pero no contaba con la visión que se le presentó. Su madre sentada frente a él con las piernas cruzadas a lo hindú le dejaba a plena vista toda su vagina que a pesar de ocultarse bajo el bikini se intuía su forma sin mucha dificultad. Esto no hizo sino incrementar la hinchazón de la verga de Francis.

Algunos minutos después Isabel notaba a su hijo como perdido, apenas había ganado alguna mano y casi siempre tenía recordarle que anotara los puntos.



-Ay Francis, hoy no estás fino, ¿dónde estás? – dijo su madre ganando otra mano.



Lo que no sabía es que Francis llevaba un rato imaginando que tenía la cabeza entre sus piernas, lamia su clítoris sin parar y follaba su coño con los dedos. Así que a la pregunta de su madre solo pudo responder con una sonrisa.

Isabel que vio esa sonrisa y la mirada de su hijo centrada en su entrepierna tuvo un primer impulso de cambiar de postura para cerrar las piernas, pero a medida que iba cambiándose decidió quedarse como estaba.



-Se me duermen los pies así, ¿a ti no? – preguntó para disimular el movimiento hecho.

-Sí, un poco. Si quieres paramos y jugamos con las paletas.


-No, luego quiero bañarme un poco, que ya estoy pasando calor.




Ahora era Isabel la que comenzaba a excitarse a sabiendas de que su hijo estaba comiéndosela viva con la mirada. Por lo que entre el sol y su calentura interior, avisó de que se iba a dar un chapuzón poco después.



-¿No vienes, cielo? - preguntó Isabel muy sugerente.

-Sí, sí, ahora voy, mamá. – contestó Francis aterrorizado por levantarse empalmado como estaba.

-No tardes que si no me aburró. – le guiñó un ojo a su hijo.



Camino al agua Isabel se sorprendió del comentario que acababa de hacerle a su hijo. ¿A qué estaba jugando? ¿Realmente se había dispuesto calentar a su hijo? ¿O era ella la que más se calentaba con la situación? Pensando en esto se detuvo en la orilla y como el agua estaba algo fría se inclinó para recoger agua con sus manos y mojarse el cuerpo poco a poco.

Así la vio su hijo mientras se dirigía al agua. Inclinada y con el culo apuntándole envuelto en su azulado bikini, y tan excitado estaba que los pensamientos de agarrarla en esa posición y follarla en mitad de la playa daban vueltas en su cabeza. Finalmente se limitó con darle una palmada en el culo justo antes de zambullirse en el agua y alejarse nadando.



-¡Pero bueno! ¡No huyas cobarde! – le gritó la madre a su hijo e inmediatamente le siguió a nado.



Cuando se habían alejado un buen trecho de la orilla y no hacían pie Francis se detuvo e Isabel, que venía algo más atrás, terminó por darle alcance.



-Estamos bastante lejos de la orilla. – dijo Francis señalando a la orilla mientras se mantenía a flote.

-Con razón estoy cansada, si no he parado de nadar. – dijo mirando a la orilla y comprobando la distancia que los separaba.



Su hijo aprovechó esto para sumergirse bajo el agua y agarrar a su madre de las piernas para darle un pequeño susto. Emergió riéndose.



-¡Vaya susto Francis! Se me había pegado un pulpo en las piernas. – rió jocosamente.



Seguían manteniéndose a flota e Isabel comenzaba a notar bastante cansancio.



-Voy a salir ya, me estoy cansando. – avisó. - ¿Si me da un calambre y me voy a ahogar tú me salvas, verdad? ¿O te parezco tan pesada que me dejarías aquí? – volvió a decir a modo de broma.

-Pues claro, mamá. Mira que dices tonterías cuando quieres, ¿y tú a mí?


-Por su puesto, eres mi hijo y por ti lo hago todo. Pero ahora haz algo por mí, anda, sálvame que estoy cansada para volver nadando a la orilla. – se colocó boca arriba flotando en el agua haciéndose el muerto. – Venga, vigilante de la playa, que me ahogo. – insistió Isabel viendo que su hijo dudaba un poco.



Así que emulando a los susodichos vigilantes de la playa, Francis se puso detrás de su madre y le paso un brazo bajo los brazos y pechos de su madre. Impulsándose con el brazo libre y con sus piernas, nadaba lentamente cargando con su madre "muerta".

El menú visual que tenía Francis frente a sus ojos era maravilloso, tenía las dos tetas de su madre al alcance de la mano, con unos pezones erectos por el frío mientras que su entrepierna apenas era ocultada por el bikini que se pegaba a su vagina. Desde el primer momento la erecta polla de Francis estaba dando involuntarios golpes bien al culo bien a la vagina de su madre y esto lo tenía entre excitado y preocupado ya que su madre debía de estar dándose cuenta de ello. Y vaya si se estaba dando cuenta, Isabel estaba mordiéndose el labio inferior cada vez que la verga de su hijo golpeaba su entrepierna. Conteniéndose por no dirigir la mano a la polla de Francis, se limitó con abrir disimuladamente un poco más las piernas para facilitar el contacto con su hijo.



-Ya podemos hacer pie. – avisó Francis a la vez que se separaba con desgana de su madre minutos después.



El agua le cubría por encima de los hombros a Isabel que era un palmo más baja que su hijo, y aunque ya estaba descansada, su respiración estaba algo agitada por la excitación.



-Bueno, voy a salir, ¿vienes? – preguntó Isabel.

-Estooo, no, me voy a quedar un poco más en el agua, pero no creo que tarde mucho en salir. – dijo mientras se tocaba el paquete por encima del bañador, ya que pensaba hacerse una paja en cuanto su madre se fuera.



Isabel se dio cuenta de las miradas que su hijo le lanzaba a través del agua limpia y cristalina y de cómo se sobaba su herramienta, y en ese momento, la razón que pudiera haber en su cabeza se apagó.

Para sorpresa de su hijo, en lugar de alejarse, su madre se acercó a él sin dejar de mirar su paquete. Echó un rápido vistazo a su alrededor con un movimiento de ojos y llevó su mano derecha a la polla de su hijo.

Francis se sobresaltó e hizo ademán de separarse pero entonces la mano de su madre se cerró con ansia en torno a su rabo.



-Ma...má. – balbuceó mientras buscaba la mirada de su madre, pero no la encontró.

-Sssshhhh. - se limitó a susurrar Isabel que ya había metido la mano dentro del bañador para aferrar la polla de su hijo.



Su mano recorría toda la longitud de ese juvenil cipote a la vez que comprobaba su grosor. Como el bañador la estaba incomodando le dijo en voz baja a su hijo que se lo quitara y Francis, cual autómata, se lo bajó hasta las rodillas.

Con mayor libertad empezó a pajear Isabel a su hijo a la vez que acariciaba sus huevos en la profundidad del agua.

El corazón de Francis latía desenfrenado mientras se dejaba hacer y veía como su madre aceleraba con ansias la masturbación. Isabel que no apartaba la vista de la sumergida polla de su hijo, subía y bajaba su mano velozmente mientras se relamía en su interior.



-Mam… má, jo… der. – susurraba el joven muchacho.

-Sssssshhh. –volvió a silenciar su madre. – Acaba ya cariño.




Dicho esto, dejó tranquilo los huevos de su hijo, tomó una de sus manos y las llevó a sus nalgas. Francis las agarró instintivamente con fuerza arrancándole leves quejidos a su madre. Harto también del bikini de ésta, metió la mano bajo el bañador y amasó su culo con pasión mientras que Isabel daba sacudidas más rápidas pero cortas en torno a la cabeza de su polla. Segundos después y sin poder evitarlo, Francis eyaculó varias ráfagas de esperma que se perdieron en el mar o se pegaron a la mano de su madre.



-Así, eso es. Ya está. – dijo Isabel cuando la verga de su hijo dejó de dar espasmos.



Se acercó a su hijo y lo besó en la mejilla. Cuando se separó, ambos, aún jadeantes, se miraron a los ojos. A Francis le costaba sostener la mirada de su madre y la desviaba al agua para volver a mirarla. No sabía como digerir lo que había pasado, ya que una cosa era fantasear con follársela, mirar su escote, su culo, pajearse pensando en ella y otra cosa era que su madre se lanzara a pajearlo. En su mirada veía el deseo de su madre y también un anhelo de perdón o una búsqueda de su aprobación por lo que acababa de hacer a su hijo.

Por su parte, la razón volvía a ganar terreno en Isabel y la palabra "enferma" pasó por su cabeza. En un acto de excitación y tras una enorme tensión sexual entre ella y su hijo se había dispuesto romperla. Después del placer veía a su hijo desconcertado, algo lógico, y se preguntaba que hacer cuando su hijo habló.



-Gracias mamá. Ha sido genial.




Isabel vio disipada su culpabilidad y nerviosismo y sonrió a su hijo con orgullo maternal.



-Salgamos y volvamos a casa, que mañana tienes un examen y aún tienes que estudiar algo más. – volvió a comportarse con normalidad.



Se colocó bien la braguita del bikini pues tras el magreo de su hijo tenía medio culo fuera. Francis también se subió el bañador y ambos salieron del agua.

De vuelta a casa la normalidad volvió rápidamente ya que ambos se comportaban como si no hubiese pasado nada extraño en la playa, Francis enfrascando en el estudio e Isabel limpiando un poco en la casa.

Esa noche Francis se masturbó visualizando con todo el detalle que podía lo sucedido, mientras que su madre se auto-convencía de que no había hecho nada malo, si no que por el contrario, había ayudado a su hijo a desfogarse sexualmente, haciéndole ver que ella se dedicaba a su hijo, porque estaba dispuesta a entregarse a su hijo completamente.



Isabel llegó a casa a mediodía con un par de bolsas de la compra que dejó en la cocina y subió al dormitorio de su hijo para comprobar si había llegado ya del instituto. Lo encontró sentado frente al ordenador y escuchando música.



-Toc, toc. – dijo mientras llamaba a la puerta. - ¿Qué tal el examen, Francis?


-Hola mamá. Bien, aunque ha sido muy largo, casi no me da tiempo a terminarlo pero creo que sacaré un notable como mínimo.

-Muy bien, pues estudia igual para los próximos exámenes y los harás igual de bien. – le animó. – Bueno, me ducho y bajo a hacer de comer. – se iba ya a su dormitorio.

-¡Espera mamá! Estoy hablando con el primo David en el Messenger y me ha preguntado si vamos a trabajar este verano en el hotel como nos dijiste.


-Dile que sí, que luego llamo a la tita y le cuento.


-Ok. – Francis comenzó a teclear rápidamente.



Esta vez ni Isabel se masturbó en la ducha ni su hijo lo hizo pensando en ella. Ambos apartaban tales deseos como podían.

Tras el almuerzo Isabel llamó a su hermana y tuvo una larga charla con ella mientras que Francis aprovechó para jugar un poco con los videojuegos. Así paso la tarde envuelta en la tediosa rutina de siempre solo rota por los incestuosos y alocados pensamientos de madre e hijo.

Tan envuelto en estos pensamientos estaba Francis que dejó el bolígrafo sobre el escritorio, buscó fotos, videos o historias porno sobre madres e hijos y se sacó la polla dispuesto a masturbarse mientras iba de web a web, pues ahora sí se consideraba obsesionado con su madre.

Isabel subía las escaleras, para que apagase la luz y se acostara, se quedó asombrada frente a la puerta, que entornada, le permitía ver a su hijo masturbándose frente al ordenador. No era la primera vez que lo había pillado así, pero si la primera vez desde que lo había masturbado ella misma. Ahora podía contemplar mucho mejor la polla de su hijo, lo que la hizo excitarse.

Estaba dudando si interrumpirlo o no, pero sobre todo estaba dudando si entregarse a él o no. Sabía que si lo hacía todo cambiaría radicalmente con su hijo, si es que no había cambiado ya.



-Toc, toc. – volvió a llamar y abrió la puerta lentamente para darle tiempo a su hijo a enfundarse el pene y quitar la película porno.

-¿Eh?¿Qué pasa, mamá? – preguntó Francis agitado pues apenas le dio tiempo de guardarse la polla en el pantalón y menos a quitar la película. Su madre debía de haberla visto en la pantalla antes de que cerrara la web.

-Sólo quería decirte que deberías acostarte ya, es tarde. – dijo. – Pero también me gustaría hablar contigo. – dijo mientras se sentaba en la cama de su hijo.



Francis sospechó en el acto que lo había descubierto pajeándose y le iba a echar una regañina o bien sería por lo del día anterior en la playa, o por ambas cosas. La cuestión es que estaba a punto de pedir perdón, solicitar clemencia y jurar que no lo volvería a hacer cuando su madre habló.



-Lo que pasó ayer en la playa… No estuvo bien, no debí hacer algo así, no debí obligarte pues eres mi hijo y eres menor de edad. Quiero pedirte perdón por lo que pasó, yo soy la adulta y debí de actuar con muchísima más responsabilidad.




Francis quedó más desconcertado aún en ese momento que tras la paja de su madre, ¿qué le pedía perdón? Pero si estaba deseando que lo volviera a hacer. Sí, es cierto que era su madre, que eso ponía la situación muy delicada, y ya había oído hablar del mito y el complejo de Edipo pero si de tener un orgasmo se trataba, fuera su madre, su compañera de clase, Angelina Jolie o una prostituta rumana la que se lo proporcionara, por él perfecto. Además, su madre estaba muy bien y como madre suya que era sabía que ésta lo quería y lo mimaba, mayor confianza que en ella no iba a encontrar a nadie.



-Mamá, no tienes nada de lo que disculparte. Yo… Vamos, lo que pasó ayer, a mí me gustó, fue una flipada. – dijo Francis entusiasta. – Aunque no me lo esperaba.


-Yo tampoco me esperaba que te pusiera caliente tu madre. – Francis se ruborizó al oír esto. – Pero también me gustó.




Tras el divorcio Isabel sintió que había malgastado muchos años de su juventud y ahora el deseo de sentirse joven sólo lo hallaba en los jóvenes que se fijaban en ella y en los jóvenes con los que fantaseaba, pero el morbo prohibido que su hijo había despertado en ella le había supuesto una grata sorpresa, y hambrienta como estaba de sexo juvenil cruzó la frontera de lo prohibido una vez más para llegar mucho más lejos.



-¿Recuerdas lo que te dije ayer, que soy tu madre y te quiero, que haría cualquier cosa por ti? – Francis asintió. – Pues déjame hacer algo por ti que en realidad quiero hacer por mí.




Se levantó de la cama y fue hasta su hijo, lo cogió de las manos haciendo que se levantase y lo guió hasta la cama. Luego apago la luz y también fue a la cama.



-Espero que me perdones por lo que voy a hacer. – dijo mientras Francis escuchaba como la cremallera del pantalón corto de su madre se abría.

-Lo estoy deseando mamá. – dijo mientras también él se desnudaba pero a la velocidad del rayo. Le pareció ver a su madre sonreír en la oscuridad.



Francis estaba ya desnudo y recostado en su cama con su cipote totalmente tieso cual mástil de un galeón español. Su madre se sentó en la cama, vestida sólo con unas bragas y el sujetador, y en la oscuridad de la noche guió su mano a dicho mástil. Lo pajeaba muy despacio, se detenía para acariciar sus huevos y lo volvía a pajear. Con su otra mano acariciaba el abdomen y la cara interna de los muslos de su hijo, dibujando la silueta de sus músculos con sus manos. El simple contacto con esa piel joven, a medio camino de la plena hombría, la hizo humedecer en su entrepierna.

Dejándose envolver por las caricias de su madre, Francis comenzó a acariciar los muslos de ella también. Su madre apenas usaba el coche e iba andando a casi todos lados y eso lo pudo comprobar tocando sus piernas que eran fuertes. Su otra mano buscó los pechos que colgaban sobre él y los estrujó.



-Espera un momento. - dijo Isabel, que paró sus caricias y se desabrochó el sujetador para dejarlo en el suelo junto al resto de su ropa. – Así mejor, ¿no crees?




Entonces ambas manos de su hijo amasaban y sopesaban sus tetas. Pellizcaba sus pezones con ansia y la hacía dar algunos quejidos, pero sobretodo la excitaba.

Los pezones ya estaban tiesos y Francis lo aprovechó para incorporarse un poco y comenzar a lamerlos. Los chupaba y los mordía con suavidad, iba de uno a otro con rapidez haciendo que su madre jadeara más rápidamente.



-Joder qué tetas, joder que tetas. – repetía Francis cuando no tenía un pecho en la boca. Su madre, se limitaba a jadear de placer.



Isabel notaba que su hijo estaba muy caliente y temía que tuviera un orgasmo antes de poder disfrutarlo totalmente, así que se apartó un poco de su hijo que se quejó y se quitó las bragas. Lo tenía más que decidido, iba a follarse a su hijo y ya nada la haría cambiar de opinión. Desnuda al fin hizo tumbar a Francis totalmente, que nervioso respiraba agitadamente. Se puso a horcajadas sobre él y agarró su verga con una mano.



-Mamá. Soy virgen. - Se confesó Francis con una voz muy débil.

-No te preocupes, cariño. Tú déjame hacer a mí y disfruta. – pajeaba su verga suavemente. – Sólo avísame cuando vayas a correrte, no lo vayas a hacer dentro, ¿vale?


-Vale.




Siguió dando un par más de sacudidas a la vez que se frotaba su vagina para humedecerse aún más. Cuando lo estimó oportuno dirigió aquel cipote adolescente a su coño y fue descendiendo sobre su hijo lentamente. Ambos dejaban escapar suspiros de placer. Subió y bajo sobre aquella verga varias veces profundizando más en cada una de ellas a la vez que la polla se iba haciendo hueco entre las paredes vaginales de Isabel.



-Ooooh, sí. –susurró Francis.

-¿Te gusta esto, verdad? – Isabel comenzaba a cabalgar sobre él ya que la polla se deslizaba de maravilla en su interior. - ¿Verdad que te gusta lo que haces con mamá?


-Sí, sí, sí. – Confesaba Francis que agarraba a su madre de los muslos y las caderas a la vez que comenzaba a bombear también.

-Muy bien, hijo. Muévete tú también. Aaahhh. Sí, así. Sssíííííí. Mmmmmm.




Viendo que Francis se acoplaba bien a sus movimientos, Isabel se recostó sobre su hijo dejándole a él darle envites muy secos y profundos.



-Toma mi amor… abre la boca. – pidió.



Isabel cogiéndose una teta se la metió a su hijo en la boca. Éste, en cuanto sintió que el pezón rozaba sus labios lo engulló ferozmente. Agarró el culo de su madre y aceleró las embestidas mientras succionaba aquel melón mamario.



-¡Aaahh!¡Aaah!¡Aaaahhh!¡Ssíííí!¡Aahh! – Isabel estaba ya loca de placer, le sacó la teta de la boca algo dolorida y le metió la otra. – Sigue, mi amor. Mmmmm. ¡Síííí!¡Síí!¡Sí!¡Sí!




Francis, se estaba follando a su madre, no sabía cómo había llegado a eso exactamente, pero hacía unos minutos era virgen y ahora tenía la polla metida en el coño de su madre, una teta metida en su boca y estrujaba y magreaba su culo sin descanso. Todo eso eran muchas sensaciones nuevas de golpe para él por lo que mucho más pronto de lo que deseaba comenzaba a sentir una corrida inminente. Así que dejó libre la teta de su madre para avisarla como había prometido mientras ella no paraba de jadear y resoplar.



-Mamá… me voy a correr.


-¿Eh? – salió Isabel del trance de placer en el que estaba metida. – Aguanta un poco más cariño. Un poco más. – pidió a su hijo porque ella sentía que podía alcanzar un orgasmo en breve si seguía follando a ese ritmo.

-No, me voy a correr.




Isabel entonces se incorporó sobre su hijo para volver a controlar el ritmo de la follada y volvió a ese lento y cadencioso sube y baja sobre su niño. Con esto ganó escasos momento de placer ya que instintivamente tanto madre como hijo buscaban el orgasmo con desespero y por ello aumentaban la velocidad del mete-saca.



-¡Qué me corro, me corro! – aulló Francis.



Isabel, molesta y frustrada por no haber alcanzado un orgasmo aún, alzó su culo para sacarse la verga de Francis de su entrepierna, mientras éste descargó varias ráfagas de semen. Algunas cayeron sobre sí mismo, otras mancharon las sábanas y otras impactaron en el culo de su madre. Isabel sin pensárselo se metió un par de dedos en su coño velozmente pues quería desahogarse también. Así, mientras la corrida de su hijo le caía desde su culo a sus muslos, ella terminaba de saciarse con ayuda de sus dedos que finalmente consiguieron su objetivo.



-¡Mmmmmmm aaaaaaahhhhhhh! – se corrió y de desplomó junto a su hijo entre jadeos y profundos suspiros.



Cuando se hubo recuperado un poco besó a su hijo en la mejilla y acarició su pecho.



-Siento no haber aguantado más, mamá. – se disculpó Francis.

-¿Pero qué dices tonto? Quería que aguantaras más para poder corrernos juntos. – volvió a besarlo. – Además, es tú primera vez y es normal, pero ha sido genial. ¿Lo has disfrutado?


-¡Joder! Ya lo creo. Ha sido magnífico.


-Sí que lo ha sido, sí. No sabes como necesitaba esto. – dio un largo suspiro y se quedó mirando la nada en la oscuridad.



Francis empezó a acariciar a su madre, centrándose en su torso principalmente, iba desde su estomago a sus pechos, sus brazos, hombros, la estaba recorriendo entera, pero cada vez se entretenía más y más en sus tetas, esas tetas que había saboreado y succionado golosamente. Ambos estaban en silencio y la polla de Francis estaba empinada de nuevo, ya que no había llegado a perder la erección totalmente.



-Tengo el culo pringoso. – dijo su madre de repente. – Lo has tenido que poner todo perdido. Voy a traer algo para limpiarnos.




Francis vio como esa hembra que le había dado tanto placer salía de la habitación y entraba en el cuarto de baño. Al instante regresó con un rollo de papel higiénico en su mano mientras se limpiaba el culo y el muslo con la otra.



-Anda, déjame que te limpie. ¿Dónde estás manchado? – Francis señaló su vientre y su madre procedió a limpiárselo.



-Mamá, quiero hacerlo otra vez. – dijo tímidamente cuando su madre hubo terminado.

-Es tarde y mañana tienes clase, Francis. – dijo ella sin mucho ánimo.

-Dijiste que harías todo por mí. – dijo Francis tratando de chantajear emocionalmente a su madre, algo no muy difícil porque ella estaba en disposición de hacerlo.

-¿Y qué quieres hacer, hijo?


-Quiero hacer el amor contigo otra vez. Quiero follarte. - respondió decidió.



Isabel dejó el rollo de papel en la mesita de noche y se tumbó boca arriba junto a su hijo. Flexionó y abrió un poco las piernas.



-Pues entonces hazlo y no me hagas esperar más. – se ofreció deseosa.



Francis se colocó rápidamente entre las piernas de su madre y verla desnuda y entregada a él le encantó, se recostó sobre su madre y se apoyó en la cama. Con movimientos de cintura trató de ensartar el coño que lo vio nacer sin mucho tino. Su madre le agarró la polla dura nuevamente y lo guió a su entrada.



-Por aquí. – dijo.



Nada más sentir el calor de aquella vagina introdujo su verga en su interior de un golpe duro y profundo como los que había visto muchas veces en las películas porno.



-¡Aaaaaaaaaarrrrrgghhhh! – gimió Isabel que no esperaba esa embestida. - ¡Ssííííí!




No tardó mucho Francis en coger un ritmo fuerte y rápido. Su polla entraba plenamente en su madre, ya que ésta estaba ayudando a ello al sujetarse las piernas para mantenerlas bien abiertas.

El mete-saca era constante y madre e hijo jadeaban y sudaban con cada penetración. Esta vez, Isabel veía que el orgasmo le iba a llegar con más prontitud.



-¡Aaah!¡Aahh!¡Ahh!¿Te gustan darle duro a tu madre? – preguntó excitada a su hijo. - ¡Oooohhh!¡Sí!¡Sí!¡Aaahh!


-Síí. ¡Qué buena estás mama!




De improviso cerró las piernas en torno a su hijo y aferró las manos en su culo haciéndole profundizar más en cada embestida mientras movía su cintura para facilitarle el trabajo.



-Así, así… ya vien… ¡Mmmmmm sííííí! ¡Aaaaaahhhhhh!




Isabel abrazó a su hijo pues se había corrido esta vez con su polla perforándole el coño. Pero Francis, a pesar del ritmo de cadera y de la presión que habían ejercido las paredes vaginales de su madre sobre su cipote al correrse, seguía dando un envite tras otro sin dar muestras de correrse para mayor goce de su madre. De improviso paró su mete-saca para reanudarlo a mayor velocidad que antes haciendo que los gemidos de su madre fuesen más prolongados.



-¡Aaaahh!¡Sí!¡Aaah!¡Aaah!¡Aaaaahh!¡Así!¡Aaaaahh!¡Aaaahh!¡Así!¡Aaaahhh!


-Mama, me corro. – gruñó Francis que se salió rápidamente del coño de su madre para lanzar dos pequeños chorros de leche sobre su vientre.

-Muy bien, mi niño, muy bien. Mmmmmm. – dijo mientras acariciaba la cabeza de su hijo. Y lo besaba en la frente.



Se puso a un lado de su madre para descansar y ella tomó el papel otra vez para limpiarse. Una vez terminó se tumbó junto a su hijo y ambos se quedaron mirándose en la oscuridad mientras sus respiraciones se normalizaban.



-Ahora si vas a dormirte, ¿o me vas a decir que quieres más? Por esta noche ya está bien, ¿no crees? – le preguntó la madre a su hijo.

-Sí, será mejor dormir ya. - dijo cansado. – Duerme conmigo esta noche.




Su madre lo miró tiernamente.



-Está bien, pero ahora vuelvo, un momento. – salió de la habitación y en un momento volvió a pasó ligero. Traía su despertador. – Venga, ahora durmamos que mañana tienes clase y yo tengo que trabajar.

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heranlu

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Las Historias de Isabel – Capítulo 002


Ya había pasado una semana desde que madre e hijo acabaran haciendo el amor y ante todo pronóstico no lo habían vuelto a repetir, no por falta de ganas de Isabel y muchísimo menos por parte de Francis que ahora sólo pensaba en follarse a su madre a cada momento, si no por las obligaciones de cada uno. En el hotel dónde trabajaba Isabel había comenzado la temporada alta del verano y tenía que coordinar a muchos empleados y procurar que todo estuviera listo para afrontar la avalancha de clientes que llegaban cada verano al hotel. Por esto llegaba bastante cansada a casa y no quería afrontar también el desgaste físico que supondría noches y noches de sexo.

También estaban los exámenes finales de Francis, el problema era que Francis había descubierto el placer del sexo que sumado a su edad y vitalidad adolescente le dotaban de energía suficiente para insistir duramente con tal de conseguir su objetivo.

Fue la asombrosa tozudez que Francis mostraba, llegando incluso a enfadarse e indignarse con su madre, que ésta comenzó a arrepentirse de los actos tomados días atrás. Sin embargo ella quería mantener abierta la nueva relación emprendida con su hijo, pero de una manera más esporádica y esto era lo que él no entendía. No entendía que pudiendo estar fornicando siempre que quisieran no lo hicieran, por eso su madre trataba de hacerle entender que primero debían de cumplir con sus obligaciones antes de entregarse a cualquier tipo de libertinaje.



-¿No querías y harías todo por mí? Parece que olvidas muy pronto. – recriminó Francis su madre.

-Francis, tienes que entender que no se puede hacer siempre lo que uno quiera y si continuas comportándote así lo único que vas a conseguir es que me arrepienta de lo que hemos hecho y que no pase nunca más. – trataba de razonar Isabel.



Parecía que había mimado en exceso a su hijo ya que pocas veces le había negado algo, sobretodo desde su divorcio, pero ahora él estaba dispuesto a usar eso a su favor por conseguir el exquisito premio de hacerle el amor a su madre a su antojo. Algo que Isabel deseaba que ocurriera en el fondo, pero eso sí, con un cierto control.



-Pues a lo mejor o también me arrepiento y se lo digo a mis profesores del instituto. – amenazó Francis de la manera más estúpida e infantil que sabía.

-Pero… pero… Francisco, ¿Acaso te has oído? – Isabel estaba impactada. - ¿No sabes que si alguien se entera de lo que he hecho, de lo que hemos hecho, iría a la cárcel? ¿No sabes que una madre que se acueste con su hijo es ilegal? – se detuvo dándole un poco de tiempo a su hijo para recapacitar. - ¿Eso es lo que quieres? ¿Qué vaya a la cárcel y tú con tu padre o a un centro de acogida? – ahora era ella la que metía el miedo en el cuerpo de su hijo.

-No, claro que no, mamá, pero es que… me gustó mucho y quiero repetirlo una y otra vez, quiero hacerte el amor siempre. Y si, ya sé que está prohibido, pero tengo muchas ganas de ti.


-Claro hijo, pero hay que tomárselo con algo más de calma. A mí también me gustó, pero precisamente porque está prohibido hay que ser cuidadoso y responsable, ¿sabes? – su hijo parecía calmarse y entrar en razón poco a poco. – Yo no puedo desatender el trabajo y tú no puedes desatender tus estudios ni tus amigos. Además, el día de mañana te enamorarás de una chica y no querrás saber nada de tu madre, por eso no puedes obsesionarte tanto.


-Pero ahora yo sólo pienso en ti. – se apresuró a decir Francis.

-Créeme que lo sé. –sonrió. – Pero se te pasará y si quieres disfrutarlo más, tienes que calmarte y no ser tan testarudo.




Francis parecía estar asimilando de una vez por todas las palabras de su madre a pesar de las muchas ganas que tenía de terminar la charla y follársela al instante. Comenzaba a suponer que lo mejor sería dejar que su madre guiara la nueva relación surgida entre ellos, al fin y al cabo, había sido ella la que la había iniciado y se dijo que lo mejor sería dejarse llevar por la experiencia y veteranía de su madre. A ello le daba cábalas cuando su madre habló de nuevo.



-Hagamos un trato. Al menos por este mes en el que ambos estamos atareados en el trabajo y el instituto, ¿quieres? – propuso.

-Ok, ¿qué propones?


-A final de curso siempre te he comprado un juguete o algún videojuego si sacabas buenas notas, ¿verdad? Pues si sacas buenas notas este año, digamos que el premio va a ser otro.


-Pero hasta final de mes no me dan el boletín de notas. – dijo Francis llevándose las manos a la cabeza pues sabía cual era el premio.

-Bueno, pues por cada examen por encima de un ocho. – propuso Isabel a la que tampoco le hacía ilusión esperar tanto tiempo para repetir experiencia.

-Vale, no es un mal trato. – se frotaba las manos, pues aunque tuviera que romperse la cabeza estudiando se veía con posibilidades de sacar más de un ocho en los exámenes que le restaban por hacer.

-Pues entonces ya puedes ponerte a estudiar que has perdido una semana.


-Mamá. –se volvió Francis antes de subir a su dormitorio. – No iba a contárselo a nadie, es sólo que estaba enfadado. – dijo y se fue.



Bueno, Isabel consideró que había conseguido manejar la situación a pesar de la cabezonería de su niño y con ese trato le daría un propósito para estudiar y un modo de controlar el deseo desfogado de su hijo. Pues había advertido que éste se había dedicado a consumir material pornográfico en demasía durante la semana en lugar de estudiar o jugar con los amigos. Así se convertía nuevamente en la persona que tomara las riendas de la relación. Y pensaba esto pues creía que había perdido el timón al hacer el amor con Francis por segunda vez aquella noche de la semana pasada accediendo tan rápido a sus deseos.



A pesar del tratado sexual que tenían acordado ninguno de los dos dejó el sexo de lado. Varias veces se había masturbado Isabel imaginando nuevas situaciones, se había informado en la farmacia sobre las píldoras anticonceptivas y había comprado una caja de condones en previsión de lo que pasaría. En cambio, su hijo, había tratado de espiarla con mayor o menor éxito mientras ésta se cambiaba o bañaba, para luego festejarlo con una gozosa paja. Todo ello sin dejar de obtener información de internet sobre posturas y formas de obtener más placer.



Francis se estaba mosqueando bastante ya que había sacado dos notables y su madre no parecía estar por la labor de cumplir con su parte del trato, pero esto se debía a que le había tocado el turno de tarde, por lo que apenas habían coincidido en casa. Así que se acostó otra noche más "sin mojar en caliente" como decían él y su primo, y ya iban cuatro noches desde que aprobará los exámenes.

Pero llevaba dormido escasamente una hora cuando sintió algo en su pelo y en su hombro, así que tras dar un par de manotazos a lo que creyó que podía ser un mosquito abrió los ojos y lo que vio lo sorprendió gratamente.

Su madre volvía a estar sentada en el borde de la cama vestida nuevamente con bragas y sujetador. Esto lo hizo despejarse instantáneamente y se echó a un lado de su estrecha cama para hacerle sitio.



-Mañana es sábado y tengo el día libre. Pensé que te gustaría que pasáramos juntos esta noche.


-Ya lo creo, llevo días que me muero por ello, mamá.




Francis se despojó rápidamente de su pijama de verano y sin perder tiempo se lanzó a desabrochar el sostén de su madre con bastante dificultad mientras ella se quitaba las bragas y las hacía a un lado.



-No pierdes el tiempo, ¿eh? – dijo Isabel muy socarrona. - ¿Te has pajeado mucho pensando en mí? – preguntó mientras comenzaba a masturbar a su joven hijo.



Él se limitó a asentir pues ya estaba entregado a mamar y lamer esos pechos que tanto saboreó la última vez. Como aquella noche, se esmeró por engullirlos hasta donde su boca le permitía, para luego mordisquear sus pezones haciendo que su madre se agitara entre quejidos de placentero dolor. Su mano mientras tanto buscaba en su entrepierna la entrada a su coño peludito provocando un leve respingo en su fantástica madre.

Isabel ya sentía como los dedos de su hijo se deslizaban en torno a su raja y como un dedo iba perforándola despacio mientras que sus pezones, algo doloridos a esas alturas, seguían creciendo en la boca de su niño. Así que decidió que era hora de empalarse y matar la calentura que llevaba acumulada en todos esos días. Tomó la caja de preservativos que había traído consigo antes de despertar a su hijo y la volvió a colocar en la mesita de noche. Abrió uno de los fálicos impermeables y se lo colocó a su hijo en su más que tiesa polla.

Una vez vestido con el dichoso plástico, se subió sobre él y se clavó su cipote en su coño sintiendo como le separaba las paredes vaginales a su paso.



-Ssíííííííííííííííííí. ¡Joder! – gimió Isabel.



Antes de que ella comenzara a cabalgar sobre él, Francis ya había aferrado sus manos al culo de su madre y había empezado a bombear bajo ella. Isabel se excitó pues sentía las ganas de su hijo, así que también ella se esforzó por montarlo para que éste tuviera un temprano orgasmo. Esta vez no le importaría pues sabía que al ser joven se repondría pronto, así que lo animó a acelerar el ritmo.



-Vamos… más… aaahh, ahhh… más rápido, amor. – le urgía como podía.



Y caliente y cachondo como estaba, más rápido embistió Francis a su madre, que con está petición le hizo pensar que su madre, a pesar de lo maternal y exigente que podía ser con él, resultaba ser una auténtica puta en la cama.



-¡Toma!¡Toma! – golpeaba con su polla mientras sus manos trataban de atrapar las bamboleantes tetas de su madre.

-¡Aaaah!¡Aaaahhh!¡Aaaahh!¡Sí!¡Sí!¡Aaaahh!¡Así!¡Aaaahhh!¡Aaahh! – gozaba Isabel, que pensaba que su hijo ya se debería de haber corrido.



En cambio, Francis, notaba que a pesar del placer que estaba sintiendo, el preservativo por muy fino que fuese le había quitado algo de sensibilidad, lo que estaba haciendo que durase más de lo que creía y más teniendo en cuenta las enormes ganas que acumulaba en su polla.



-¡Aaahh!¡Aah!¡Aaah!¡Aaahh!¡Más!¡Mmm!¡Más!¡Oooohhh!¡Sssíííííí!¡Aaahhh! – aulló Isabel que acababa de correrse.



Se dejó caer sobre su hijo y le besó el pecho, los hombros, la frente y la cara. Esperaba que su hijo se detuviera pero no lo hizo. Francis siguió dándole un envite tras otro a su humedecida vagina que Francis ayudaba a mantener bien abierta con sus manos.



-¡Aaaah!¡Aaahhh!¡Aaahh!¡Hijo!¡Aaahh!¡Sííííí!¡Aaahh!¡Aaahh!¡Sí!¡Sí!¡Aaaahh! - se volvió a correr un par de minutos después del primer orgasmo.



Entonces recibió varios pollazos muy rápidos y sintió como la verga de su querido hombretón se endurecía en su interior mientras el preservativo contenía las ráfagas de esperma.

Cuando se hubo descargado del todo detuvo sus movimientos y se abrazó a su madre. Había disfrutado mucho más al no tener que estar pendiente de si se iba a correr o no y su madre parecía que también disfrutó más que la primera vez ya que se había corrido dos veces.



-Qué bien lo has hecho, mi niño. – felicitó a su hijo.



Isabel lo desmontó y le quitó el preservativo reteniendo toda la corrida en su interior. Se fue a tirarlo a la papelera del baño y volvió con el rollo de papel para limpiar a su hijo los escasos restos de semen que seguían pegados en su polla. Comprobó también con agrado que aún mantenía la erección así que a pesar de estar sudorosa y cansada llevó su boca hasta la verga de su amado.



-Espero que esto también te guste.




Dicho esto, Isabel comenzó a lamer todo el glande terminando de limpiarlo. No era una experta ni mucho menos, ya que no habían sido muchas las ocasiones en las que se la había mamado a su ex marido, pero trató de hacerlo lo mejor que pudo. Ensalivaba bien todo ese mástil y lo recorría con la punta de la lengua, le daba lametones como si de un helado se tratara hasta que decidió meterse aquel cipote en lo más profundo de su garganta.



-Aaaaaahh. Joder, qué bueno, mamá. – se deshacía Francis de placer.



Pensaba que no debía de hacerlo muy mal dada las palabras de su hijo, pero también es cierto de que el pobre tampoco podía comprarla con nadie más. Así que siguió tragándose la verga hasta que casi le dan arcadas, por lo que se dedicó a succionar y lamer la cabeza de aquel cipote adolescente mientras sus manos jugaba con los testículos peludos.

Francis estaba por eyacular en breve pues los labios de su madre lo estaban excitando sobremanera, así que pensó que sería bueno hacerlo en la boca de su madre, del mismo modo que había visto en algunas películas porno. Por eso con sus manos acarició los hombros de ella y poco a poco subió sus manos hasta enredarlas en sus cabellos, así le sujetaría la cabeza en caso de que su madre quisiera retirarse. Y todo esto le hubiera resultado de maravilla, habría cogido a su madre desprevenida y le habría llenado la boca de leche juvenil si sus gemidos y movimientos no la hubiesen alertado.

Isabel, pese a no ser su gran pasión, estaba disfrutando mamando aquel rabo y las caricias sobre los testículos parecía que también excitaban a su niño. Éste había empezado a mover su cintura como queriendo follarse su boca mientras acariciaba su cabeza, lo cual no le pareció mal ya que así no era ella la que tenía que estar moviendo su cuello arriba y abajo, pero entonces su respiración se volvió mucho más agitada y de sus labios escapaban muchos gemidos.



-Sí, sí, sí. Mamá, sí, sí, oh sí. – susurraba.



Quiso entonces sacarse el cipote de la boca pues no estaba dispuesta a tragarse la corrida por muy hijo suyo que fuera y cuando lo intentó su hijo se lo impidió. Detuvo totalmente la mamada para tratar de separarse pero su hijo la tenía bien sujetada y seguía embistiendo su boca.



-Trágatelo, mamá. – suplicó Francis.



Pero para su disgustó su madre le dio un pellizco en la ingle justo cuando se iba a correr, lo que le hizo soltarla y llevarse las manos al lugar dolorido. Sin embargo el orgasmo era tan inminente que Isabel no pudo evitar que el primer lechazo de esperma le impactara en la barbilla.



-Joder, me has hecho daño, mamá. – se quejó Francis dolorido mientras el esperma le caía polla abajo a sus testículos.

-¿Pero qué pretendías hacer? – quiso saber Isabel.

-Auuu. – seguía quejándose. – Nada, sólo quería correrme.


-Claro, y que yo me lo tragara, ¿no? – dijo molesta mientras se limpiaba la cara con el papel higiénico.

-Sí. Lo podrías haber hecho, ¿no? Ya que me estabas comiendo la polla.


-Pero si querías que lo hiciera, ¿por qué no me lo has dicho? Puede que entonces lo hubiera hecho.


-Perdona, es que no sabrías si querrías. ¿Estás enfadada?


-No, pero no quiero que trates de forzarme. – dijo para calmar a su hijo. – Quiero que me avises de cosas así y ya veremos que hacemos, ¿de acuerdo?


-Vale.




Isabel se levantó para vestirse. Ya se había puesto las bragas cuando su hijo le preguntó si se quedaría a dormir en su cama con él.



-No debería de hacerlo como castigo. – se indignó falsamente mientras su hijo le suplicaba que lo hiciera. – Pero como mañana es sábado lo haré. Además, que te has portado como todo un hombre. – besó a Francis en la frente.



Se colocó el sujetador y se acostó junto a su hijo por otra noche mientras que éste sólo se puso los calzoncillos y el pantalón corto del pijama. Se quedó dormida antes que él, que terminó por dormirse abrazado a ella.



La luz del sol se filtraba por la persiana del dormitorio de Francis y éste comenzaba a desperezarse paulatinamente. Cuando se hubo quitado las legañas de los ojos se fijó en su madre que dormía de espaldas a él a un lado de la cama. Viéndola a la luz del día sintió un tremendo orgullo, felicidad, suerte o un sentimiento que englobara a estos, ya que él había podido follársela.

Centró la vista en las bragas a rayas que tapaban su culo y sintió unas ganas tremendas de cogérsela otra vez. Encima su polla estaba recta por el empalme matutino, por lo que con mucho cuidado para no despertarla se desnudó y acto seguido empezó a magrear su culo con delicadeza.

No se entretuvo mucho en ello y acarició su coño por encima de las bragas, ya que al tener las piernas flexionadas, se podía acceder a él con facilidad. Su madre se movió pero él no se detuvo.

Isabel dormía hasta que sintió las caricias en su entrepierna. Inmediatamente supo que su hijo estaba haciendo de las suyas. Parecía que no había aprendido nada de la noche anterior y pretendía hacerle el amor sin despertarla siquiera. Sabía que debería regañarle para que no sirviera de precedente en el futuro, pero el condenado había conseguido calentarla además de despertarla. Aún así, se hizo la dormida y le dejó hacer para ver hasta dónde era capaz de llegar.

Sintió como Francis se pegaba más a su espalda y como hizo amago de quitarle las bragas, pero como para ello tendría que despertarla, las dejó en su sitio. Cuando creía que se había dado por vencido y que se contentaría con hacerse una paja, escuchó como manipulaba la caja de condones para acercarse a ella nuevamente. Pero esta vez metió un dedo bajo su braga y las deslizó hacia un lado dejando al descubierto su chocho peludo. Tanteó un par de veces con su polla buscando la gruta del placer y cuando la hubo encontrado soltó las bragas para separar los cachetes de su culo. La verga de su hijo mimado comenzó a deslizarse en su interior pero dada la postura su vagina permanecía muy estrecha y por eso mismo Francis se decidió a dar un par de fuertes empellones que le abrieran el camino, sin importar ya si su madre se despertaba o no.



-¡Aaaaaaaaaaahhhhhhh!¡Aaaaaaaaaahhhhhhhh!¡Aaaaaaaaaahhhhhh! – se quejó Isabel sin poder simular más que se hacía la dormida. - ¿Pero qué me haces hijo? ¡Aaaahhhhh! – volvió a gemir ante otro envite.

-¿Te gusta mamá?¿Te gusta cómo te follo? – preguntaba a cada lento mete-saca.

-Sííííííííí.


-Pues perdóname y disfruta como yo.




Sin pensarlo mucho, Isabel se llevó una de sus manos a su culo para mantenerlo bien abierto a la vez que se sujetaba las bragas a aun lado. Esto permitió a Francis asirse a las caderas de ella para ayudarse a embestir con más fuerza.

Las penetraciones se estaban haciendo cada vez más rápidas pues Isabel también comenzó a moverse al ritmo de los vaivenes que le daba su hijo. Y en uno de estos vaivenes el cipote de Francis abandonó su coño.



-Un momento. – pidió Isabel.



No dudó un instante en quitarse las bragas de una vez. Se volvió a acostar de lado y con una pierna estirada y la otra flexionada volvió a separarse las nalgas.



-Vamos, dame ahora. – instó a su hijo impacientemente.



Éste no la decepcionó y volvió a embestir con fuerza su vagina hambrienta de polla. Entraba y salida casi en su totalidad mientras su madre oprimía su verga con las paredes de su vagina. Ambos sentían mucho placer y se correrían de un momento a otro.



-¡Toma mamá, toma! – jadeaba su hijo a la guarra de su madre. - ¡Te follo mamá, te follo, te follo!


-¡Sí, dame!¡Fóllame!¡Aaaaahh!¡Aaaahh!¡Ya, acaba ya hijo!¡Aaahhh!




Pero Francis no pudo más y comenzó a correrse placenteramente. Cuatro, cinco, seis empellones y acabó por vaciar sus huevos de leche deteniendo todo movimiento.



-No te pares, sigue que ya casi estoy. – suplicó Isabel a su hijo pues no quería quedarse a medías. Por lo que Francis siguió embistiendo a pesar de haber llenado el condón evitando que su polla se desinflara. - ¡Síííííí! Por tu madre, sigue. ¡Más!¡Más!¡Más!¡Aaahh!¡Aahh!¡Aaah!¡Aaaahh!¡Aaaaahhhh!¡Aaaaaaaaaahhhhhh! – se corrió en ese gemido final.



Francis se separó de su madre y quedó boca arriba en la cama mientras su madre seguía de lado acariciándose el culo y la entrada de su vagina. Finalmente se dio la vuelta y se abrazó a su hijo mientras lo acariciaba de arriba abajo.



-Aaayy, gracias, gracias, mi niño. Mmmmm, qué bueno, Dios. ¿Qué me has hecho? – pregunto retóricamente.

-Mamá, te he follado con todas mis ganas.


-Vaya que lo has hecho, ya lo creo.


-Mamá. Hoy vamos a seguir follando como locos, ¿verdad? – preguntó sabiendo que era sábado y podían estar todo el día juntos.

-No abuses cielo. Creo que los notables están más que pagados, ¿no crees?


-Sí, pero hoy podemos estar mucho tiempo. – insistió Francis.

-Francis, tenemos un trato así que no abuses, ¿quieres? – sentenció Isabel.



Una vez hubieron descansado fueron a ducharse, él en el baño de la planta baja y ella en la bañera de la planta de arriba. Luego desayunaron y comenzaron lo que a juicio de Francis iba a ser un desperdicio de sábado, pero que no se quería atrever a forzar pues ya lo había hecho bastante y de momento su madre cumplía con lo prometido.



Francis se encerró en su cuarto para estudiar pues tras el almuerzo iba a salir al cine con varios compañeros de clase mientras que su madre se dedicó a hacer algunas compras para irse a la playa más tarde.

Estando bronceándose en la playa estuvo dando vueltas a lo sucedido con su hijo hasta el momento. No sabía hasta cuando duraría pero tras superar la barrera moral que su conciencia le imponía, tenía clarísimo que iba a continuar con ello pues hasta ahora el sexo con su hijo había sido muy placentero y muy excitante.



Entre todas estas cábalas, Isabel recordó que no a mucho tardar debía de bajarle la regla y en esto su cuerpo era bastante regular. Le preocupaba no seguir cumpliendo con su hijo esos días, pues aunque ella era la autoridad en casa, no quería provocar situaciones tensas con él. Quería evitar todos esos chantajes y amenazas pueriles por si acaso, pues algo le hacía desconfiar de su hijo. Por eso envió un SMS a su hijo citándolo en casa sobre las 20:30 con la excusa de que necesitaba que la ayudara en unas tareas de la casa. Al final, había sucumbido a los deseos de su hijo y no desperdiciaría ese día.



Cuando salió del cine, los amigos de Francis y éste mismo estaban planteándose ir a casa de uno de ellos a jugar con la Playstation o ver otra película. Como las cosas no estaban claras, Francis encendió su móvil y se topó con el SMS de su madre.

Con los ojos como platos y con un vuelco al corazón le faltaba tiempo para volver a casa.



-Lo siento colegas pero he de volver a casa, mi madre quiere que la ayude en casa. Está de limpieza general. – mintió Francis.



Él sabía que sólo tocaba limpieza general por las mañanas pues a su madre le gustaba aprovechar la luz del día. Así que ya se imaginaba que su madre le esperaba con alguna sorpresa, buena o mala, eso no lo sabía, pero confiaba ciegamente en ser recibido con las piernas abiertas.

Tomó el autobús que le dejaba más cerca de casa por lo que llegó a casa con tiempo de sobra.

Allí encontró a su madre revisando unos papeles del trabajo que guardó inmediatamente para hablar con su hijo.



-Ven Francis que tenemos que hablar.


-Tú dirás, mamá. Espero no haber vuelto para nada. – dijo dándose importancia.

-Te puedo asegurar que no. – pensó Isabel. – Pensando en nuestro trato, creo que en el futuro cercano no va a poder cumplirse. – le dijo.

-¡¿Qué?! Eso no es justo, yo me estoy partiendo los cuernos estudiando. – se quejó.

-Espera. Déjame terminar. – calmó al adolescente. – Por esa razón he pensado que podríamos aprovechar lo que queda del día de hoy. Esta semana me bajará la regla y no íbamos a hacer nada. Así que para que veas lo buena que es tu madre contigo, te puedo adelantar un premio. ¡Y sin saber si vas a aprobar más exámenes!


-¡Bien! – se entusiasmó Francis que ya se estaba empalmando. – Además, los dos que me quedan los llevo muy bien. Sólo es cuestión de tiempo.


-A ver si es verdad. Aún así lo haré con una condición.




Esto ya no le hacía gracia a Francis, a pesar de que su madre se portaba genial con él, ella era quién iba a "romper" el pacto y no él, sus hormonas juveniles se estaban cansando de tantos tratos, pactos, clausulas y otras tonterías del estilo.



-Con lo fácil que era follar y punto. – pensó. – Está bien, ¿cuál es?


-Me gustaría cumplir una fantasía que tengo. – dijo. - Puede que sea algo estúpida pero me gustaría cumplirla.


-Por supuesto mamá, lo que quieras. ¿Y qué fantasía es? – preguntó caliente e intrigado.

-Pues verás… Me gustaría que pusiéramos una película porno e imitar todo lo que hagan en ella. Que sea la película la que nos guíe.


-Oh. Vale.




La verdad era que Francis esperaba algo distinto, tal vez tener que disfrazarse de algo, simular que eran un doctor y una paciente, practicar sexo anal, algo por el estilo, pero la idea de su madre tampoco le pareció mala.



-Bueno, yo tengo varias películas porno en el ordenador. – dijo orgulloso.

-¿Ah sí?¿Y desde cuándo, hijo? – preguntó de forma lasciva.

-Bueno, la verdad es que estos días atrás he estado descargándome muchas películas. –se confesó. – Pero no las he visto todas.




Ambos fueron al dormitorio de Francis y buscando entre las películas que éste había descargado, encontraron una titulada "Estudiando con mamá". Isabel preguntó a su hijo por ella y este confesó que las últimas películas que había descargado trataban de polvos entre madres e hijos, aunque reconoció que él dudaba que en realidad lo fueran. Su madre se lo confirmó, salvo a lo mejor en videos de sexo casero.



Mientras la película se grababa en un DVD regrabable, Francis hizo a un lado la mesita que estaba en el salón entre el televisor y el sofá y corrió las cortinas del salón. Encendió la luz y fue a por el DVD. Bajó de nuevo al salón y teniendo todo listo esperó a que su madre bajara.

Isabel apareció bajando las escaleras vestida con una camiseta negra de finos tirantes y un tanga de igual color. No se adivinaba sostén bajo la camiseta. También traía consigo una toalla, el rollo de papel higiénico y la caja de preservativos. Inmediatamente Francis se despojó de la ropa que llevaba lanzándola sobre uno de los sofás y quedando sólo con los calzoncillos.

Al ver llegar a su madre pensó que iba a ser esa tarde-noche cuando realmente iba a verla desnuda pues las otras noches que habían hecho el amor estaban a oscuras y esa misma mañana, poco después de hacer el amor, su madre fue a ducharse sin apenas fijarse en ella.



-¿Listo? – preguntó ella mientras se sentaba en el sofá frente al televisor.

-Listo. – se sentó a su lado y presionó el "play" del mando a distancia.



Comenzó la película tras el logotipo de la productora. Al instante aparece un joven imberbe que simulaba tener quince o dieciséis años, estaba sentado en la mesa del comedor con un montón de papeles y libros en la mesa. Parecía muy aplicado estudiando.

Francis que ya estaba empalmado, pues toda la preparación previa lo había excitado sobremanera, deslizó su mano sobre los muslos de su madre y está se dejó gustosa.

De vuelta a la película, al fin apareció la "madre" del estudiante. Una rubia cuarentona de pechos claramente operados a lo Pamela Anderson. Comenzaron a hablar en un idioma que ninguno entendía, Isabel, que al trabajar en el mundo del turismo tenía buen oído para los idiomas creyó que se trataba de búlgaro o yugoslavo (serbio o croata). La cuestión era que el chico no se enteraba de lo que estaba estudiando y la madre parecía querer ayudarle. ¿Y qué estudiaba? Pues el aparato reproductor.

Aparecieron en pantalla varias páginas del libro que miraba el chico y se veían los croquis del pene y la vagina.

A estás alturas Isabel también acariciaba los muslos de su hijo y éste quería meter su mano en su coño, pero no se lo permitió. En ese momento, la madre de la película se quedó con el pecho descubierto y animaba a su hijo a tocarle las tetas que se mantenían erguidas contra la ley de la gravedad. Así que Isabel se puso en pie y quedó sólo con el tanga. Su hijo volvió a saborear sus pechos con ansia, tal y como ya hacían en pantalla.



-Mmmmm, así. Qué bien. – susurraba Isabel.



Siempre echando un vistazo que otro a la película Isabel guió a su hijo, mucho más entregado al desmadre que ella que quería disfrutar su fantasía. Y siguiendo la tutela del video porno Isabel desnudo a su niño y sentada en el sofá comenzó a lamer los huevos para terminar metiéndose su cipote en la boca.

El hijo no sólo estaba disfrutando de lo que le hacía su madre, si no de cómo lo hacía, pues la mamá de la tele se estaba comportando como una guarra y su madre también la imitaba en ello. Así con una calentura y una fogosidad nueva para él, dejó que su madre se alimentara de su polla durante un rato. Pues con fuertes succiones y un buen masaje de pelotas lo estaba volviendo loco.

Cuando creía que iba a correrse ella paró y se sentó con el culo en el borde del sofá y las piernas bien abiertas.



-Ahora te toca cenar a ti, mi niño.




Francis nunca había comido un coño, aunque lo había visto de hacer muchas veces en las películas. Así que se arrodilló para deshacerse del tanga que ocultaba aquel chocho materno y dio un lametazo que casi iba desde el culo de su madre hasta la mata de pelo que bordeaba su conejito. Esto hizo que su madre diera un respingo de placer.



-Mmmmmmmmmm.




Aunque el olor no le agradaba especialmente, notar esa carne tan caliente y "beber" de ese jugo cada vez más abundante le instaba a devorarla. Lametazo tras lametazo le iba cogiendo más ganas al asunto, deteniéndose sólo para quitarse algunos pelitos de la boca, su lengua no paró de moverse.

Se entretuvo en su clítoris, el cual chupó fuertemente mientras se atrevía a meter un par de dedos en el coño de su divina madre.



-¡Mmmm!¡Mmm!¡Aaaaahhhhh!¡Sííííííí!¡Sííííí!¡Sí!¡Sí! - gemía Isabel que sostenía la cabeza de su hijo para obligarlo a seguir chupando hasta que tuvo si primer orgasmo. - ¡Mmmmmmmmmm!¡Síííííííííí!¡Aaaaaaahhh!¡Sííí!¡Mmm!




Mientras su madre se reponía Francis esperaba poder penetrarla pues el tipo de la película ya follaba a su falsa madre. Isabel colocó la toalla en el sofá, le dio un condón a su hijo y se puso en la misma postura que antes.



-Pero en la peli no lo están usando. - se quejó Francis.

-Ya, pero nosotros sí hemos de usarlo, así que póntelo.




Se lo puso y penetró a su madre. Lo hizo de forma brusca, no porque ya estuviera lubricada tras su comida, si no como protesta por tener que usar el condón. Para ayudarse a bombear con más fuerza, separó las piernas de su madre y está, con las piernas alzadas en forma de uve tubo que agarrarse al respaldar del sofá para contener tremenda acometida.



-¡Aaaauuu!¡Aaaaahhh!¡Aaaahhhh!¡Despacio!¡Aaaahhh! - se quejó su madre que aunque disfrutaba del sexo duro como la que más, esto le parecía demasiado. - ¡Aaahhh!¡Aaaarrrggh!¡Aaaaaahh!¡Aaahhh!




Para su desgracia, su querubín mantuvo el endiablado ritmo un poco más, pero no mucho pues Francis no quería cansarse tan pronto. Así que atendió las súplicas de su madre y comenzó a bombearla con un suave mete-saca en el que de vez en cuando daba un sorpresivo y violento envite.

De este modo Isabel comenzó a disfrutar nuevamente del polvazo que estaban echando hasta que hizo cambiar a su hijo de postura. Imitando siempre la película, aunque con retraso, lo hizo sentar en el sofá y fue ella la que se sentó sobre su dura herramienta. Francis tardó poco en ir lamiendo aquellos melones que botaban frente a su cara mientras que sus manos estrujaban, abriendo y cerrando, el prieto culo de su madre.



-Joder, qué tetas, mamá. Pero que tetas. – le decía tratando de atrapar sus pezones con los dientes. – Mmmm. – los engulló.



Isabel no podía creer que pudiera estar disfrutando de una buena ración de sexo, y el hecho de que fuera su hijo el que se lo estaba dando, la ponía a mil. Bajaba y subía apretándose bien contra la polla de su hijo mientras le rodeaba la cabeza con sus manos haciéndole devorar sus pechos. Su orgasmo estaba próximo.



-Aaaaahh. Mamá… voy aaaahhh… me corro. – avisó Francis echando la cabeza hacia atrás y dándole un descanso a los pezones de su madre.

-Sí. Hazlo conmigo, campeón.




Para acelerar el orgasmo de ambos, Isabel comenzó a botar a más velocidad pero sin engullirse por entero el cipote de Francis, sólo recibiendo la gorda cabeza de su pene.



-Yaaa. ¡Aaahhhhh!




Francis comenzó a escupir lechazos que se estrellaban en el preservativo. Y en uno de esos lechazos comenzó a correrse su madre, que en sus espasmos genitales abrazaban y soltaban su polla provocándole un último instante de placer antes de vaciarse del todo.



-Mmmmmmmmm. Aaaaaaaaahhhhh. ¡Mmm!¡Mmmm! – gruñó Isabel.



Dejó en libertad a su hijo y se desparramó a su lado en el sofá. Ambos agitados, cansados y bien corridos se miraban preguntándose si el otro quería seguir inmediatamente. Miraron la película y vieron que el estudiante no se había corrido aún y se follaba a la tetona de su pornográfica madre, que recibía rabo a cuatro patas sobre el sofá.



-¿Paramos un poco? – preguntó Isabel.

-Sí, mejor. – contestó mientras normalizaba su respiración.



Francis se despojó del condón y se limpió mientras que su madre se acariciaba muy lentamente sus ingles y la cara interna de sus muslos sin despegar ojo de la televisión. Se centró también en la película y vio como la señora se arrodillaba en el suelo y volvió a meterse la polla del "niño" en la boca. Pensó que la película debía de estar por terminar pues casi todas empezaban y terminaban con una mamada. Se fijó también en la tranca que gastaba el actor y ya la quisiera él. Sabía que su pene no era pequeño ni mucho menos, pero el pollón de aquel tipo debía de reventar coños literalmente.

Empezó una lenta paja para mantenerse en erección esperando que su madre quisiera dar el paso de reanudar la follada. Entonces el actor se corrió, pero lo hizo en la boca de la rubia tetona. Trató de poner cara de poker para ocultar su euforia, lo que no había conseguido la noche anterior lo iba a conseguir ese día. Sólo esperaba que su madre no cambiara de planes como con el preservativo.



Comenzaron los escasos créditos finales de la película e Isabel se puso en cuatro encima del sofá, sosteniéndose al respaldar del mismo, no sin antes pasarle un concón a su hijo.

Con él puesto, Francis estaba listo para follar, pero ante la visión de esas nalgas se arrodilló y dio un par de lengüetazos el coño de su hembra, se levantó, le dio un par de cachetadas en el culo haciéndolo vibrar y se situó tras ella. Su madre guió velozmente el mástil a la entrada de su cueva y esperó.

Sin prisas fue penetrando la gruta carnosa. Lo hizo así sabiendo que podía eyacular con prontitud, pues a pesar de llevar un orgasmo en su cuenta, estaba muy caliente. Poco a poco fue incrementando las penetraciones pues su madre y él mismo se pedía más.



-¡Más rápido, cielo!¡Más! – pedía ella.

-¡Síí!¡Toma!


-Mmmmmm!¡Síí!¡Mmmmm!¡Aaaahh!¡Síííí! – volvió a su retahíla de gemidos de puro gozo.



Isabel queriendo disfrutar más aún se entretuvo en dedearse el clítoris a pesar de que estaba recibiendo una buena dosis de verga adolescente. Pero sin olvidarse de su niño también acariciaba las bolas colgantes de éste, que la golpeaban a cada embestida que Francis le propinaba.

Francis en cambio se entretenía toqueteando su culo, excepto cuando quería imprimir dureza en sus penetraciones, que se aferraba a las caderas de su madre.



-¡Aaah!¡Aaaahh!¡Aaaahhh!¡Aah!¡Aaah!¡Aaaahhh!¡Aaahh!¡Aahh! – jadeaban al unísono.



En un momento Francis quiso agarrar las tetas de su madre, que se bamboleaban a cada envite recibido, pero en esa postura no podía follársela tan rápido como quería así que volvió a sujetar sus caderas y penetrarla con feroz ímpetu.

Isabel, excitada y caliente como estaba, con su mano desgastándole el clítoris y una verga taladrándola no pudo evitar correrse de nuevo, pero esta vez sus gemidos y aullidos quedaron amortiguados por el sofá.

Cuando hubo recibido el último espasmo, trató de apartarse de Francis y tras la reticencia de éste lo consiguió. Se volvió a tumbar en el sofá y se quedó contemplando a su hijo, hijo que se había convertido en todo un hombre, al menos sexualmente hablando. Aún estaba empalmado y el condón vacio, así que se arrodilló frente a él, le quitó el impermeable fálico y comenzó a pajearlo a la vez que lamía su glande con ansias de auténtica guarra.



-Oooohhh sííí. – se derritió Francis. - Chupa, mamá, chupa.




Isabel bajó la piel de la verga lo máximo posible, al borde del dolor para Francis, y así, lamió y chupó con ganas aquel glande descubierto. Repitió esa operación varias veces intercaladas con rápidos pajeos y alguna succión de huevos. En menos de veinticuatro horas, Isabel se había convertido en una gran mamadora de pollas o tal vez siempre lo fue, pero lo practicó poco, ni siquiera ella lo sabía, pero su hijo advirtió que estaba por correrse.



-Venga, córrete. – animó Isabel mientras lo pajeaba con velocidad.



Éste acercó su cipote a la boca de su madre esperando que ella lo engullera otra vez dispuesta a tragar sus lechadas, pero ella no estaba muy por la labor.



-Vamos mamá, chúpamela como en la peli. – pidió Francis que volvía a sostener los hombros de su madre a la vez que contenía su orgasmo



Ella alzaba la vista hasta su hijo y retornaba a su polla mientras proseguía masturbándolo lentamente pues no le hacía ninguna ilusión tener que tragarse todo el esperma de su hijo. Sabía que él se había molestado por tener que follar con preservativo, pero no se iba a arriesgar a embarazarse de su hijo, eso estaba claro. Por lo demás había cumplido su fantasía y llenarse la boca de semen era el punto y final.

No podía evitar sentir asco pero decidió hacerlo, se tragó el rabo de su niño y sujetándolo del culo comenzó un rápido vaivén con la cabeza tragándose casi en su totalidad el cipote emitiendo leves y ahogados gemidos.

Cuando notó que la verga de su mozo se hinchaba en un primer espasmo descendió y ascendió con su boca desde la punta hasta la mitad del joven rabo esperando la descarga. Francis por si acaso agarró la cabeza de su madre pero la dejó moverse a su aire.

-Ooooohhh. Mmmmmm. Sííí. Mmm. – gimió entre convulsiones el aprendiz de hombre.



La primera descarga había impactado en el paladar de Isabel y la siguieron una segunda y una tercera, pero ninguna más. Isabel siguió mamando un poco más a la vez que masturbaba el cipote para terminar de sacar todo el esperma que no hubiera salido con tanta fuerza.

Sin sacar la verga de la boca de su madre notó que ésta tragaba varias veces terminando en una última succión.



-Eres la ostia, mamá. Ha sido… ¡Pffff! Joder que gusto.


-No te quejarás, ¿eh? – dijo pajeando aún a Francis.



Isabel se alegró por contentar a su hijo y pensó que iba a ser más que verdad lo que le dijo en la playa, aquello de que ella haría todo por él. Había accedido a tragarse la corrida por cumplir con su fantasía y por agradar a su hijo y aunque no le había supuesto algo desagradable, a pesar del leve sabor amargo de su semen, no pensaba convertirlo en una costumbre. Definitivamente lo mimaba demasiado, pero ella se resistía a abandonar esta nueva relación con su hijo, sólo tenía que ser más cuidadosa y más firme.

Se levantó y fue al cuarto de baño que había junto al salón. Aún notaba como tenía algo pegado al paladar, así que hizo algunas gárgaras hasta que se quitó esa sensación. Entonces Francis apareció en la puerta del baño aún desnudo y con la verga en estado de semi-erección.



-Mamá, estaba pensando… Ya que estamos podríamos cumplir también una fantasía mía. – sugirió con la carita más dulce que podía poner.



A Isabel se le volvió a acelerar el corazón, pues aunque intrigada estaba temerosa de lo que podría pedirle su hijo.



-Bueno, ¿de qué se trata? – preguntó mientras lo miraba a través del espejo del baño.

-Verás, me gustaría… - se acercó a su madre y comenzó a sobarle el culo. – Ya sabes, hacerlo por el culo.


-No, eso no. – sentenció automáticamente.

-¿Pero por qué?


-Pues porque eso debe doler y no vamos a hacernos daño. Con lo que hemos hecho hoy ya está bien.


-Entonces se puede cumplir tu fantasía pero la mía no. Pues vaya mierda. – se enfadó Francis.

-Pero Francis, mi fantasía era algo, a ver, algo "light" pero lo que tú pides, nos podemos hacer daño, me puedo hacer daño.


-Pero mamá, yo no quiero hacerte daño, si te duele paramos.




Le sorprendió esa disposición de su hijo, así que tras mirarlo un rato, siempre a través del espejo, tras alimentarse del deseo de experimentar algo nuevo y tras los manoseos que éste le daba a su culo y su raja, consintió una vez más a los deseos de su hijo.



-Vale. – dijo ante la creciente euforia de Francis. – Pero se hace como yo diga y si digo de parar se para, ¿de acuerdo?


-Qué sí, que sí. Lo que tú digas.




Buscó Isabel algo que hiciera de lubricante en el baño, a pesar de que casi todas sus cremas y cosméticos se encontraban en el cuarto de baño de arriba, halló un tubo de crema hidratante para las manos. Salieron ambos del baño y volvieron al sofá, recolocaron la toalla para evitar que se manchara nada y le dio el recipiente de crema a su hijo.



-Úntate un dedo y me lo vas metiendo poco a poco. Y si te digo de parar, ya sabes.




Se puso a cuatro patas apoyada en uno de los brazos del sofá, hundió la cabeza y con ambas manos se separó los cachetes del culo dejando bien a la vista su orificio anal. Estaba muy nerviosa y Francis no menos que ella, pero debido a la excitación.

Con el dedo índice ya untado se dispuso a penetrar el agujero negro, pero Isabel en cuanto notó como entraba el dedo, contrajo los músculos impidiendo que aquel dedo la invadiera más profundamente.



-Si haces eso, no puedo, mamá. – dijo. - Tranquila. – la calmó y besó sus nalgas.



Isabel nunca se había dejado dar por el culo, ni siquiera había llegado lo lejos que estaba llegando con su hijo. Se había informado en varias ocasiones sobre cómo hacerlo, pero eso no le impidió estar intranquila. Relajó los músculos y su hijo prosiguió con aquella invasión. Éste iba parando, metiendo o sacando el dedo muy obediente según su madre le guiaba.

Se sentía muy extraña con el dedo hurgando su trasero, pero de momento no sentía dolor, sólo incomodidad. Por eso, ordenó a su hijo hacer movimientos circulares y de mete-saca más rápidos con su dedo.



-¿Estás bien?¿Te duele? – preguntó Francis sin dejar de obedecer a su madre.

-No, no me duele. Ahora sácalo y méteme otro dedo, pero úntalos bien.




Cuando Francis sacó su índice, el ano de Isabel se relajó y se achicó levemente. Se limpió el dedo con el papel y se untó el índice y el corazón en abundancia. Avisó a su madre cuando estuvo listo. Ella se volvió a separar las nalgas y espero de nuevo a los dos invasores. Él, repitió el mismo proceso que antes pero llegando a introducir los dedos hasta los nudillos.



-Aauuu, Cuidado, Francis. – se quejó. – No tan adentro.


-Perdón. ¿Vas bien?




Su madre asintió y poco después dispuso que era el momento de pasar a mayores aunque hasta el momento no estaba disfrutando. Le dijo a Francis que se pusiera un condón, lo cual hizo tras limpiarse los dedos, y lo sentó en el sofá. Lo hizo así para poder ser ella quien controlara el ritmo y la profundidad de las penetraciones, pues en la postura del perrito debería de resignarse a aguantar las embestidas de Francis.

Untó bien la polla que iba a desvirgarle el culo aunque no sabía si la crema sería suficiente lubricante o si se secaría pronto en contacto con el látex del preservativo.

Francis empalmado y excitado vio como su madre se subía al sofá y empezó a sentarse sobre él dándole la espalda. Buscó un apoyo en el respaldar del sofá y con la otra mano asió su verga para centrarla en el agujero de su culo. Separó ambos cachetes a un ruego de su madre y espero con la polla palpitante.

Isabel hacía leves movimientos de sube y baja sobre el rabo de su niño tratando de abrirle un hueco en su culo pero aquella cabeza se negaba a entrar.



-Vamos mamá. – instó Francis. – Un poco más, ya mismo entra.




La besó en la espalda sudorosa y separó y estrujo sus nalgas con ansias mientras se contenía en dar un empelló hacía arriba que enculara a su madre de una vez por todas.



-Ya casi. Auu. Nnnn. Auu. No sé si va a entrar. – se quejaba Isabel, que temerosa temía hacerse algún desgarro.



Finalmente se dejó caer más y la cabeza de aquella barra de carne se abrió camino en su interior.



-¡Aaaaauuu!¡Aaaaaahhh! Joder. ¡Aaaahhh!


-Ya está, mamá. Ya entró, sigue más. – la animó sintiendo como se cerraba el culo sobre su polla.

-Nnnoo. Duele. Ufff. – se quejaba entre bufidos teniendo tan solo el glande de su hijo en sus entrañas.



Francis soltó sus nalgas y agarró sus caderas pues no quería que su madre se levantara en ese momento, cuando lo más difícil se había hecho. Sin embargo, no hizo movimiento alguno de penetrarla, tan sólo se mantuvo en su interior.

La sensación de dolor se suavizó en el culo de Isabel, pero no despareció. Y sintiéndose una puta masoquista continuó descendiendo poco a poco sobre el cipote de su hijo, que a pesar de su tamaño normal, lo sentía gigantesco en esos momentos.



-Aaaaahhh. Aaaauu, Nooo. Vamos a parar. – dijo con medio rabo en su culo.

-No mamá, sigue así. Muévete, vamos. – gozó Francis, siendo él quien empezara con un lento mete-saca.

-¡Aaahhh!¡Aaarrghh!¡Aaauu! Nnnooo, Francis. Para. ¡Aaauu! – se quejaba con palabras y negaba con la cabeza. – Noo. ¡Aaauu!




Francis se detuvo e Isabel pudo respirar con calma. Quiso desmontarse pero su hijo no la dejó aunque su ano pedía algo de libertad.



-Suéltame Francis, que me duele. Venga. – rogó.

-Sigue, lo estás haciendo muy bien, mamá. – dijo Francis que era el único que estaba disfrutando de aquella estrechez sobre su polla. – Por favor, sigue.




Muy a su pesar, no pudo negarse a ese "por favor", por lo que la complaciente mamá empezó a cabalgar lentamente sobre su hijo soportando como los dolores de su culo le iban subiendo por la espalda.



-¡Aaaarrrrgh!¡Aaarrrgh!¡Aaauuu!Dueeee…le.¡Aaauuu!¡Aaarrgghhh!¡Aaaauu!




Tras un par de minutos desmontó a su hijo, pese a su resistencia, y se desplomó dolorida sobre el sofá ante la estupefacción de su hijo. No más de cinco minutos de ardiente dolor soportó Isabel en su culo antes de desistir. Le hubiera gustado complacer a su hijo y sobretodo le hubiera gustado disfrutarlo a ella, pero no lo había conseguido, tal vez hubiera necesitado dilatar más el ano o tendría que haberse masturbado simultáneamente, pero con los nervios no lo intentó.



-Lo siento, cariño, pero me dolía. – dijo resoplando mientras se palpaba el culo con sus manos.

-Jooo-der. – dijo en un primer momento. - ¿Te ha dolido mucho? No quise hacerte daño pero estaba muy excitado y me costaba controlarme.


-Lo sé, yo también hubiera querido seguir pero dolía bastante. – dijo.

Cuando vio que su hijo aún estaba empalmado lo animó a terminar.



-Vamos, mastúrbate, cielo.




Francis se quitó el condón con cuidado pues tenía algún resto de heces y se masturbó mirando a su madre desnuda, lo hizo muy rápidamente y cuando eyaculó el poco esperma que guardaban sus testículos, lo hizo sobre su muslo y ella se dejó.



Tras esto Isabel pidió a su hijo que hiciera la cena mientras ella se duchaba y el accedió sin rechistar lo cual la complació entrando luego Francis a asearse.

Recogieron todo y durante la cena Francis estaba muy animado y contento, le dijo a su madre lo que había disfrutado desde la noche anterior y propuso intentar de nuevo el sexo anal, cosa que Isabel decidió pasar por alto pues aunque menos dolorido tras la ducha, su culo aún estaba resentido. No le negó que había disfrutado una barbaridad esos días y le agradeció cumplir su fantasía, pero también le recordó que pasaría un tiempo hasta que volvieran a fornicar juntos.



-Lo sé, mamá. Pero eso no impide que tenga ganas de repetirlo.


-Ya, Francis, pero recuerda lo que te dijo. Esto debes tomártelo con calma y más esporádicamente para que no te obsesiones.
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heranlu

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Las Historias de Isabel – Capítulo 003


No hubo insistencia suficiente por parte de Francis que hiciera que su madre se acostara con él mientras ella estuvo con la menstruación, y eso que habiendo terminado el curso disponía de mucho tiempo. Por supuesto él pensaba volver a encular a su madre o recibir alguna mamada, pero su madre se negó en redondo explicándole que muchas mujeres durante la menstruación estaban muy incómodas y sentían el cuerpo cansado y dolorido. Y por supuesto era ella una de ellas. No obstante, eso no evitó que éste aprovechara cualquier ocasión para tocarle el culo, restregarse contra ella, espiarla y masturbarse sin temor a ser descubierto. No con mucho éxito, su madre trataba de hacer que se relajara pero Francis tenía las hormonas a cien por hora.

Por su parte, Isabel había empezado a tomar la píldora, así tanto ella como su hijo podrían estar tranquilos si alguna vez no disponían de condones.



Contando los días para que su madre estuviese disponible nuevamente, Francis no recordó que su primo llegaría en los últimos días de Julio a pasar el verano. Ni siquiera lo recordó Isabel hasta que su hermana llamó a casa por la mañana diciendo que irían después de comer.

David, su sobrino y primo de Francis, era de la misma edad que él, de hecho unos tres meses mayor. Era hijo de su hermana y vivía a hora y media en coche de ello, en un pueblo del interior, pero vendría a vivir con ellos durante los meses de Julio y Agosto, ya que Isabel les había conseguido un trabajo a su hijo y su sobrino en el buffet del hotel donde trabajaba. Su hermana y ella consideraban que ya era hora de que supieran lo que era la responsabilidad del trabajo.

Ante la inminente llegada de David, madre e hijo bajaron desde la pequeña buhardilla de la terraza y con esfuerzos titánicos un colchón que guardaban para los invitados. Lo llevaron al dormitorio de Francis y preparó las sábanas. También le hizo un hueco en el armario del dormitorio y se dispuso a aleccionar a su hijo para la nueva situación.



-Francis, lo de las últimas semanas es como si no hubiese pasado. Así que ni una palabra y ni un gesto. – Isabel advertía seriamente. – Mientras tú primo esté aquí no va a pasar nada, ni tú vas a hacer nada raro, ¿entiendes? No vamos a dar el espectáculo delante de tu primo.


-¡Pero si no se va hasta septiembre! – se quejó.

-Francis, no seas crío. Has estado dieciséis años sin saber lo que es el sexo, podrás aguantar dos meses.


-Me cago en la puta.


-¡Esas palabrotas! – riñó Isabel. – Mira, te prometo que siempre que haya una oportunidad te daré una sorpresa. No creas que yo no quiero, pero lo que hemos hecho no está bien visto por la sociedad, así que ambos hemos de contenernos. Además, puedes que tengas un ligue de verano.


-Joder, vaya tostón. – miró a su madre. – Me fió de ti, mamá. Me portaré bien, pero seguro que me va a costar. – dijo haciéndose un poco la víctima.

-No te creas, entre el trabajo y los ratos que pasarás con tu primo y tus amigos, al final ni te acordarás.


-Bueno, ya veremos.




Dejó instrucciones a su hijo pues ella volvía a tener el turno de tarde y no podría recibirlo. Y como estaba previsto, David llegó a la casa de sus familiares.

Él y Francis se llevaban muy bien, al ser de la misma edad, y de pequeños vivían más en la misma ciudad y se veían más. Era algo más grandón y gordito que Francis pero conservaba rasgos de la familia de su madre.

Apenas la madre de David se hubo marchado, los dos adolescentes ya estaban de cachondeo como buenos colegas. Dejaron el equipaje en el cuarto que sería de ambos ese par de meses y salieron a dar una vuelta por ahí.

En la noche con la llegada de Isabel a casa, ambos seguían despiertos, pero no fue hasta la mañana siguiente que se sentaron a hablar los tres juntos. Tras las típicas preguntas sobre los estudios, la familia y demás, se dedicó a explicarles a los dos las tareas que realizarían en el trabajo. Entrarían a las 10:00 y saldrían a las 17:00 y ayudarían en el buffet a servir y retirar platos. Con este horario no tenían que madrugar mucho y dispondrían de toda la tarde libre, además de un día de descanso rotativo.



Durante la primera semana Isabel se sorprendió con el comportamiento de su hijo, pues quitando algún toqueteo de culo no había hecho nada extraño, aunque notaba sus ganas en algunas miradas a sus escotes o a su entrepierna. Ella también tenía ganas de retornar a esas noches locas, pero como su hijo apenas pasaba tiempo en casa con la llegada de su primo, se conformaba con masturbarse cuando su deseo era insostenible. Lo que no sabía es que exactamente once días tras la llegada de su sobrino, su hijo se fue de la lengua.



Estaban Francis y David en la playa tras el día de trabajo mirando y babeando a las mujeres y chicas que había en la playa, haciendo comentarios sobre sus culos, sus tetas, sus piernas, preguntándose como de putas serían en la cama cuando David le contó orgulloso a su primo como una chica del pueblo le había hecho varias mamadas.



-Si me prometes guardar el secreto, te cuento una cosa que no te vas a creer. – dijo Francis de pronto.

-Ya está prometido y ya estás tardando en hablar.


-Pero no puedes decir nada o se me cae el pelo. – insistió.

-Qué sí, cojones. Qué no digo nada. Habla. – ordenó intrigado mientras se aseguraba de que no había nadie cercad e ellos que pudiera oírlos. – Venga, dime.


-Yo ya he follado varias veces. – dijo tras un silencio.

-No jodas, ¿con quién? Ya está, Carolina, tu compi de clase, ¿no?


-No, con mi madre. – dijo muy serio.

-Jajajajajajjajaja. –rió David. – Qué fantasma eres, primo. Ostias que bueno. Jajajajaja. Ay que me parto de risa. Jejejeje.


-Qué es verdad, tonto.




La cara de poker que David vio en su primo le hizo detener su carcajada paulatinamente. Pero, ¿cómo iba a ser eso cierto?¿quién en su juicio iba a follarse a su propia madre? En cambio la actitud que mantenía su primo le hacia pensar en la veracidad de su palabras.



-Pero…pero… ¿Cómo?¿Qué te has acostado con tu ma… con mi ti…? Estás de coña, ¿verdad? – dijo tratando de superar el shock.

-Te dije que no te lo ibas a creer. – dijo y comenzó a relatar como empezó todo, desde la partida de cartas, la paja en la playa, la primera noche con ella, el pacto… todo.



Mientras iba escuchando todo el relato e iba exigiendo detalles para tratar de imaginar y comprender todo lo sucedido. David visualizaba a su tía y de hecho llegó a la conclusión de que estaba buena. Bien es cierto que nunca se había fijado en ella desde el punto de vista sexual por ser familiar suyo, pero la consideraba la mujer de su familia más guapa y con mejor cuerpo. Así se lo hizo saber a su primo.



-La verdad es que la tita está bien buenorra. Tiene su morbazo, no me extraña que te la tiraras. – se calló un momento. – Qué suerte tienes, primo.


-El problema es que con tú llegada no lo voy a poder repetir hasta que termine el verano y te vuelvas al pueblo.




David ya ponía cara de que él no tenía la culpa pues no sabía nada, incluso se rió de él diciéndole que si se hubiera buscado una chica de su edad no le hubiera pasado eso.



-Claro, pero lo que pretendo es que nos follemos los dos a mi madre.




Estás palabras silenciaron a su primo y lo dejó pensando en lo que acababa de oír. Poder estar todo un verano follando con una mujer de buen culo y buenas tetas como lo era su tía, eso era algo más que interesante, era como si le hubiese tocado la lotería, pero del dicho al hecho había mucho trecho.

Durante un buen rato siguieron hablando de cómo podrían hacerlo, pues dudaban que la madura madre y tía consintiera abrir la relación a otro jovenzuelo.



En los días posteriores a esa charla, David vio a su tía con otros ojos, unos ojos más lascivos y hambrientos de sexo y Francis por supuesto, acompañó a su primo en el festín de miradas que se pegaban a costa de su madre. Varias películas porno vieron sobre tríos y orgias para ir memorizando posturas aunque no sabían cómo harían para montárselo con ella.



Isabel comprobó como los dos adolescentes andaban muy ligeros de ropa cuando estaban en casa, lo que ciertamente la ponían a tono, ver los cuerpo juveniles volvían a despertar su deseo sexual como ya hiciera su hijo. Incluso advirtió que ambos aprovechaban cualquier descuido suyo para verla ligera de ropa o en posturas descuidadas que daban mejor imagen de su culo o sus pechos.

Llegó a pensar que su hijo había hablado con su primo sobre lo que había sucedido entre ellos, pero desechó la idea. Creía que si así hubiese sido, y dada la impetuosidad de su hijo, ambos se habrían abalanzado sobre ella días atrás.

La idea comenzó a no disgustarle, incluso soñó que se acostaba con dos hombres a los que no pudo poner rostro. Pero todas estás ideas fueron apartadas de su mente cuando su hermana volvió a llamar a casa.

Al parecer su sobrino Pedro, el hermano de David, estaba enfadado y aburrido, pues sus amigos estaban de vacaciones y él se había quedado sólo en el pueblo. Entonces quería saber si podía ir a su casa a pasar unos días con su hermano y su primo Francis. A pesar de lo precipitado, Isabel no puso pega alguna. Pidió librar en el trabajo los cinco días que su sobrino pequeño, tenía trece años, estaría en casa. Así podría estar con él y llevarlo a la playa mientras su hijo y sobrino mayor estuviesen trabajando.



Esta noticia cayó como un jarro de agua fría a los calenturientos primos que maldijeron al pequeño Pedro. Si ambos tenían pocas posibilidades de consumar su nuevo sueño, con él en casa era ya imposible.

Por su parte, Isabel tenía un problema, no había más camas en su casa, a pesar de ser un dúplex, este no era muy grande y sólo tenía dos habitaciones aunque amplias, la suya y la de su hijo. Aunque bien podría dormir en la misma cama que su hermano o con su primo.



-Ni de coña. – respondieron ambos ante esta idea.



Finalmente decidió que dormiría en su cama, pues al fin y al cabo Pedro era un niño y sólo serían cinco días, en los cuales no iba hacerlo dormir en el sofá.



Pedro llegó y fue recibido cálidamente por su tía aunque no tanto por su hermano y su primo. El niño, ya daba muestras de desarrollo, pues se le veía algo larguirucho y algunos pelos morenos se dejaban ver en su bigote. Cuando se enteró de que dormiría con su tía, casi se desmaya pues desde pequeño admiraba a su tía.



Ya ese primer día, Isabel y Pedro fueron a la playa. Pedro fuera de sí, no dejaba de mirar a todas las chicas de los alrededores aunque con disimulo, pero gran parte de las miradas iban hacía su tita. Ella siempre le había comprado los juguetes más chulos de su niñez y le consolaba cuando su hermano y su primo se reían a su costa. Y ahora con trece años y viéndola en bikini descubrió que su tía estaba buenísima.



-Tita, vamos a jugar con las raquetas, anda. – dijo sonriente.

-Claro, vamos a la orilla.




Empezaron a jugar y aunque les costó coger el ritmo, pues siempre se les caía la pelota, consiguieron mantear peloteos más largos. En estos peloteos Pedro veía como botaban las tetas de su tía de un lado a otro exhibiendo un gran espectáculo para él y para varios jóvenes y padres que estaban en las cercanías. Pedro terminó jugando bastante empalmado.



De vuelta a casa encontraron a los adolescentes jugando con el ordenador Y Francis advirtió a su madre que el aire acondicionado de los dormitorios no funcionaba.



-¿Has llamado al servicio técnico?


-Sí, pero dicen que ahora están muy ocupados montando aires acondicionados, como muy pronto en tres días se pasa a arreglarlo, pero no promete nada. Llamaría para confirmar.


-Pues vaya gracia. – protestó Isabel. - Ahora que vienen los días calurosos se estropea. Bueno, voy a hacer unas croquetas para la cena.




Pedro se duchó rápidamente y se unió a los adolescentes para jugar con el ordenador, aunque estos le ignoraban por hacerle rabiar un poco.



-¿Qué tal en la playa, canijo? – le preguntó su hermano.

-No veas qué tías. Estaban todas buenísimas. – contestó ilusionado. – Y las guiris también. Qué suerte tienes, Francis.


-Claro, es lo bueno de vivir en la costa, no como tú, catetillo.


-Ya ves. Y la tita, cómo le botaban las tetas. – dijo sin maldad alguna.



Instantáneamente Francis y Pedro dejaron de jugar. Francis pausó el videojuego y ambos se volvieron hacía el pequeñajo. Eso de que le botaban las tetas a su madre/tía era una información suculenta.



-¿Por qué dices eso? – preguntó Francis.

-Nada, perdón. – se calló tapándose la boca como si hubiese dicho algo malo.

-Habla, Pedro. Que no pasa nada. – le tranquilizó su hermano.

-Es que estuvimos jugando con las paletas y de moverse de un lado a otro las tetas le estuvieron botando casi todo el rato, como en los Vigilantes de la playa cuando corren, pues igual.


-¿Te gusta la tita o qué? – preguntó David.

-Es guapa y está buena. – dijo. – A mí se me puso tiesa en la playa al verla. – se sinceró.

-Pues aprovecha, tonto. Qué tu vas a dormir con ella estos días. – animó Francis.



Ambos jóvenes pensaron que si finalmente no podían follarse a su madre/tía, podían reírse de Pedro y con mucha suerte la cosa podía desembocar en buen lugar.



Esa noche no hizo calor y mientras Francis y David veían una peli porno antes de acostarse, Isabel fue a su cama donde ya estaba Pedro. Cada uno en un lado de la ancha cama de matrimonio se dispuso a dormir. Isabel lo hizo muy rápido, pero Pedro estaba excitado. Era la primera vez que dormía con una mujer y está era su tía, cuyos pechos había visto bambolearse esa misma tarde. No pudo evitar empalmarse y aunque en principio se acostó dándole la espalda, se giró de cara a ella.

Dormía de espaldas a él, vestida con un moteado pijama corto. Recordando las palabras de su primo, reunió valor y le tocó la espalda muy suavemente. Como no se despertó le toco el culo y lo siguió haciendo hasta que su tía se movió, por lo que retiró la mano rápidamente. Asustado, no se atrevió a más y se durmió con sueños calientes en los que follaba con su tía.



A la mañana siguiente, cuando Pedro despertó estaba sólo en la cama. En el dormitorio de su primo tampoco había nadie así que bajó a la cocina. Allí los encontró a todos. Sus primos estaban sentados a la mesa desayunando y su tía de pie preparando un sándwich. Lo primero en lo que se fijó fue en el culo de su tía, el pantaloncito se pegaba a su culo dándole una forma muy apetecible.



-¿Te mola el culo de mi madre? –le susurró Francis que se había dado cuenta de cómo lo miraba.



Pedro asintió. Isabel que oyó algo se giró y vio a Pedro, entonces lo animó a sentarse mientras le servía el desayuno.

Los adolescentes se fueron a trabajar y tras hacer unas compras, Isabel llevaría a Pedro a la playa nuevamente.



En la playa, Pedro disfrutó nuevamente de las vistas que le ofrecían su tía y las demás mujeres que allí estaban. Esta vez habían llevado una colchoneta hinchable de plástico y tras volver a jugar un rato con las paletas de playa, para alegría de Pedro, Isabel cogió la colchoneta y se metió en el mar, pues estaba acalorada del ejercicio.

Pedro guardó las raquetas y rápidamente se lanzó al agua para ir tras su tía. Ésta se había alejado a zonas donde no se hacía pie, por lo que cuando vio que su sobrino venía nadando hacia ella se detuvo y fue a su encuentro.



-Te pillé. – dijo él agarrándose a la colchoneta.

-¿Haces pie, Pedro?


-Un poco. – dijo con el agua al cuello.

-Súbete, que cómo eres delgadito, lo mismo cabemos los dos. – le invitó Isabel.



Isabel comenzó a hacer un sitio en la inestable colchoneta pero para su asombro Pedro no se subió por ese lado, si no que, desde la parte de atrás se subió sobre ella que estaba boca abajo.

Pedro tras escanear el culo de su tía mientras subía, se tumbó sobre ella reposando la cabeza sobre su espalda y su verga peligrosamente en la parte baja de su culo.

Se hizo un inquieto silencio que Isabel no se atrevió a responder. En cambio, Pedro si lo hizo.



-¿Peso mucho, tita?


-No, tranquilo. – respondió nerviosa.



Sobre aquella piel suave y húmeda, Pedro, en plena revolución hormonal, no pudo contener una creciente erección que dada su posición sobre su tía, hizo que una vez tiesa su polla, esta quedara encajada casi con perfección entre las nalgas de su tía. Su corazón se había lanzado, mezcla de la excitación y de la posible regañina de Isabel.

Su tía notó claramente como la verga de su sobrino se abría hueco entre los cachetes de su culo producto de la excitación de estar en contacto con una mujer. Esto la inquietó y la excitó, sabía que lo mejor hubiera sido separarse con alguna excusa, pero no se le ocurrió ninguna. En cambió, confirmó lo que sospechó la noche anterior, que su sobrino, al que creía un niño aún, le había estado tocando el culo.

De improviso, Pedro acarició tímidamente su hombro y acto seguido dio un espasmo con su rabo, más bien pequeño. Ante su impasibilidad dio otro, incluso hizo un leve movimiento de penetrarla. Esto ya era demasiado para ella y antes de excitarse más quería ponerle fin.



-Pedro, cielo. Vamos a salir para que te ponga crema en la espalda que te vas a quemar. – consiguió decir.

-Vale.




Dando unas brazadas Isabel guió la colchoneta a la orilla. Salieron del agua y le untó crema solar como había dicho. Se fijó en la cara de su sobrino y era de puro gozo. No quiso alargar el momento, pues tenía muchas dudas y cosas en que pensar con estos nuevos hechos, así que terminó rápido.



Esa tarde los primos se fueron juntos a pasear y ver a otros amigos de Francis. Pero cuando estuvieron solos y tras varias preguntas cotillas de David y Francis, Pedro les dijo como le había tocado el culo y como se subió sobre ella en la playa.

Los adolescentes estaban entre cachondos y cabreados. Cachondos de imaginar la situación vivida por el "canijo" y cabreados por ser él y no ellos. Pero ambos siguieron el juego y lo animaron a seguir metiéndole mano por las noches cuando ella dormía.



A pesar de las dudas que tuvo, esa noche Isabel permitió a su sobrino dormir con ella nuevamente, lo hizo para aparentar normalidad a lo ocurrido en la playa. Pero Pedro, inquieto y salido como estaba, volvió a las andadas. En cuanto creyó que su tita estaba dormida volvió a tocarla pero esta vez directamente el culo.

Isabel, adormilada, sintió que las caricias eran cada vez más notorias y se preguntó como es que de repente llamaba la atención de todos los jóvenes. Cierto que tenían las hormonas inquietas, pero tanto su hijo como sus sobrinos la comían con la vista a pesar de ser su madre y su tía. Lo de Francis era comprensible dado lo vivido semanas atrás, pero lo de sus sobrinos era muy nuevo.

Mientras tanto, Pedro seguía tocándole el culo, por lo que volvió a moverse como si estuviese dormida. Se giró y se puso cara a él, pensando que así se detendría. Así fue por unos instantes, pero armándose de valor llevo una de sus manos a su muslo. Isabel no se lo creía, estaba muy envalentonado y no le gustó donde podía llegar, así que volvió a moverse retornando a la posición anterior. Pasaron minutos y no volvió a sentir roce alguno, algo más tranquila consiguió dormirse.



Al día siguiente, todos los primos se iban con unos amigos de Francis a pasar el día a una playa algo más lejana, pues era el día que Francis y David descansaban. Al disponer de la casa para ella sola, Isabel hizo algo de limpieza y reflexionó en lo que se había excitado con su joven sobrino. No sabía si podría resistir más noches así si Pedro iba a más cada noche, pues ella también comenzaba a notar la falta de sexo que su hijo le había proporcionado. No llegó a ninguna conclusión pero se hizo una fabulosa paja en el sofá.



Cuando los chicos regresaron estaba muy avanzada la tarde y lo peor es que el tiempo había cambiado. El aire se había vuelto muy cálido, haciendo que cada movimiento fuera un suplicio. No había casi nadie en la calle pues se estaba mejor en casa, con las ventanas cerradas y el aire acondicionado puesto. Por eso en cuanto llegaron los tres jovenzuelos se pelearon por ser los primeros en ducharse. Finalmente Francis y Pedro ocuparon los baños. David para pasar el rato se fue con su tía.

La encontró en el lavadero junto a la cocina, llevaba una amplia camiseta negra a modo de camisón y estaba agachada sacando ropa de la lavadora. Tenía todo el culo en pompa apuntándole directamente pero lo mejor era ver como al agacharse se le había subido la camiseta y le veía el culo casi desnudo pues debajo llevaba solamente un tanga blanco.

Isabel notó una presencia detrás de ella y se giró, vio a su sobrino David mirándole directamente el culo. Se incorporó rápidamente y se bajó la camiseta.



-Vaya calor, ¿eh?


-Ya ves, el aire está que arde y todo. A ver quién duerme esta noche con el aire acondicionado roto.


-Pues sí, esperemos que cambié el tiempo durante la noche. – dijo trivialmente, pues sabía que su sobrino la estaba desnudando con la mirada.

-¡Baño libre, David! –gritó Francis desde el piso de arriba.



David subió a bañarse y en el camino le contó a Francis como había visto a Isabel en el lavadero. Esto hizo que Francis bajara a la cocina y con la escusa de beber agua, vio a su madre en pompa mientras recogía la ropa.

Empalmado en el acto se acercó a su madre y le dio un empellón en el culo cogiéndola por sorpresa.



-Mamá, tengo ganas de follarte. Aprovechemos ahora.


-¿Pero que dices, Francis? – se incorporó. – Tus primos nos podrían oír.


-Pero se están duchando. Ni se van a enterar. – dijo mientras le acariciaba el muslo.

-Estate quieto, Francis. No la vayamos a liar ahora, ¿quieres? – se negó y apartó su mano. –No me hagas esto, anda.




En ese momento irrumpió el pequeño Pedro diciendo que iba a acostar, que estaba cansado y tenía sueño. Se dieron las buenas noches y madre e hijo volvieron a quedar solos.



-Anda, haz la cena mientras yo tiendo la ropa. – pidió su madre.



Cenaron los tres juntos, Isabel, Francis y David mientras veían una película. Pero hacía tanto calor que no estaban muy a gusto. A Isabel la camiseta se le pegaba del sudor haciendo que sus pechos sobresalieran y los adolescentes, duchados apenas unas horas estaban acalorados.

Terminada la película todos se fueron a dormir o al menos a tratar de dormir.



Una media hora llevaría Isabel acostada cuando se despertó sudando y acalorada, no tener aire acondicionado era un inconveniente, pero no poder desnudarse como le hubiera gustado, era peor. En una noche como esa, hubiera dormido desnuda, pero teniendo a su sobrino a su lado no se lo podía permitir. Lo que si hizo fue quitarse el sujetador pues le estaba dando mucho calor. Intentó entonces dormir ataviada sólo con la camiseta ancha y el tanga.

Apenas había conseguido coger el sueño cuando algo la despertó. Era nuevamente su sobrino que le acariciaba las nalgas, pero el muy pillo le había subido la camiseta o tal vez se le subió mientras se movía buscando la postura para dormirse. La cuestión es que Pedro, su niño, le estaba tocando el culo desnudo y no sólo eso, pues notó su respiración agitada muy cerca de su nuca. Debían de estar separados por escasos centímetros. Aquella mano pequeña y delgada comenzó a acariciar no sólo su culo si no su vagina por encima de su diminuto tanga y a pesar del primer sofoco notó como se humedecía. Tenía que parar a su sobrino.



-Pedro, duérmete. – dijo a la vez que detuvo la mano de él con la suya.

-Pero tita, no puedo dormir y me gustas mucho.




Isabel no podía creer lo que había oído. Así que volvió decirle que se durmiera pero el joven Pedro siguió acariciando la vagina de su tía con la otra mano.



-Por favor, Pedro. No hagas eso y duérmete. – dijo calentándose y excitándose. – No hagas… No.


-Tita, déjame hacer el amor contigo. – dijo parando sus caricias pero pegándose completamente a su tía y abrazándose a ella.



Eso no podía permitirlo, pensaba Isabel, pues una cosa era lo ocurrido con su hijo de dieciséis años, que ya era casi un adulto. Pero Pedro era un niño aún, eso si que era pederastia. No podía hacerle eso a su sobrino, aunque curiosamente era él quien se lo estaba pidiendo. Pues pegando a su espalda se abrazaba a sus caderas como bien podía y hacía movimientos de mete-saca con su picha.



-Vamos, tita. Déjame. – seguía insistiendo.

-¡No me pidas eso Pedro! – alzó la voz a la vez que conseguía separarlo de ella. – Eso no está bien, Pedro. Yo no puedo hacer eso. – dijo luchando consigo misma pues tenía ciertas ganas.

-Pero yo quiero mucho, me gustaría hacerlo contigo por primera vez. ¿Tú no me quieres?




Se volvió cara a él y lo vio tumbado, tenía solo los calzoncillos puestos y bajo ellos se intuía su verga en erección, lo que le despertó el hambre de polla juvenil.



-Claro que te quiero, Pedro. Pero no está bien lo que me pides.



Metió una mano bajo los calzoncillos de su sobrino y agarró el cipote ante el asombro de éste. Era más pequeño que el de su hijo, pero era normal, pues era tres años más pequeño y ya se terminaría de desarrollar. Con el pequeño rabo en sus manos comenzó a masturbarlo.



-Te voy a pajear hasta que te corras y ya está, ¿eh? Pero no me pidas nada más.


-Síííí. – jadeaba Pedro.



Para mayor comodidad, Isabel le bajo los calzoncillos hasta las rodillas y lo pajeaba velozmente para terminar pronto. Entonces la luz de su dormitorio se encendió.



La noche era muy calurosa y Francis se despertó a beber agua. Para no tener que bajar más veces se subió una botella pero cuando iba entrar a su cuarto escucho hablar a su madre en voz alta. Se detuvo en el umbral del dormitorio de su madre a escuchar y tratar de ver algo.

Al parecer Pedro con esos tocamientos de los que les había hablado había despertado a su madre y está le había regañado. Espero un poco más y quedó perplejo con lo que vio en la oscuridad. Su madre metía su mano en la entrepierna de su primo. Esta era la oportunidad que llevaba esperando todas esas semanas, así que despertó con rapidez a su primo, que tampoco estaba durmiendo bien, y lo arrastró al cuarto de su madre. Cuando estaban los dos en el umbral vieron como Isabel bajaba los calzoncillos de Pedro para pajearlo con comodidad. David quedó impactado ante lo que vio y más aún cuando su primo encendió la luz.



En cuanto se hizo la luz Isabel miró a la puerta del cuarto y allí vio a su hijo y a su sobrino, ambos en calzoncillos y empalmados mirando como le hacía un pajote al pequeño de Pedro. Éste se subió los calzoncillos con rapidez temeroso de una represalia de su hermano y su primo.

Isabel no sabía como reaccionar. Finalmente su calentura la había traicionado y ahora estaba al descubierto. Trataba de ordenar sus ideas para salir de la situación tan incómoda que se había metido. Pero no hizo falta pues su hijo actuó más rápido. Se acercó a ella y se sentó en la cama para comenzar a acariciarla acto seguido. David lo imitó poco después y tan sólo Pedro estaba a un lado de la cama, tratando de averiguar que estaba pasando.

Ya no había nada que hacer, no quería seguir luchando contra ella misma, luego compraría silencios, amenazaría o haría lo que fuese necesario para mantener callados a aquellos jóvenes, pero esa noche al menos iba a rendirse a los deseos de ellos y suyos.



Francis y David llevaron sus caricias hasta el coño y las tetas de Isabel y cuando les molestó la camiseta se deshicieron de ella. Antes los tres adolescentes quedaron un par de estupendos melones de piel blanca. Pedro estaba flipando ante aquellos melones y se acercó también a meterle mano a su tía. Pero como estaban estorbándose unos a otros, Isabel puso algo de orden.

Dejó que sus sobrinos se amamantaran con sus tetas mientras que su hijo la terminó de desnudar y se preparó para lamerle el cocho peludo. Ella acariciaba sus cuerpos como podía pero siempre tratando de buscar sus vergas.



-Ay tita, qué tetas. – dijo David.

-Sí, qué tetones. – añadió Pedro.

-Aaaaahhhh. Ahhhhh. Aaaahhh. Mmmmm. – gemía ella cuando su hijo la penetró con su lengua.



Francis dejó de comer coño y se puso a buscar la caja de condones que guardaba su madre. Su lugar en la vagina lo ocupó David.

Cuando la halló y vio que sólo quedaba uno, se asustó pues pensó que su madre no accedería a follar con ellos sin los preservativos.



-Mamá, sólo queda uno.


-No importa, estoy tomando la píldora. – dijo. – Ven, vamos.




Llevaban apenas cinco minutos y estaban empapados en sudor pero eso no le importó a Francis, que hizo a un lado a su primo y se arrodilló entre las piernas de su madre. Pedro paró de comer teta para ver como su primo penetraba a su tía. Francis consiguió poner su polla en el coño de su madre sin su ayuda y empezó a embestir.



-¡Aaaahhhh!¡Aaaaahhh!¡Aaaahhh!¡Aaaahhh!¡Aaaaahhh!¡Aaaaahh!¡Aaaahhh! – gemía Isabel producto de los intensos envites de su hijo.

-Fóllatela, Francis. - Animaba David.



Se estaba follando a su hijo frente a sus sobrinos, se lo estaba follando a pelo. Notaba como su verga entraba y salía sin descanso en su coño, estaba cerca del orgasmo pero su hijo se le adelantó. Sus ráfagas de leche caliente salían proyectadas a su interior con cada penetración hasta que la verga que le acababa de vomitar semen se quedó quieta en su interior.

Francis se hizo a un lado dejando que su primo David ocupara su lugar. Colocó las piernas de su tía sobre sus hombros y ayudado por su tía le introdujo su cipote en el coño.



-Qué buenas estás, tita. – dijo en cuento empezó a bombear. – Qué ganas de follarte.


-¿Sííí? Pues fóllame que estoy aaaalhh… aaahh… borde del orgasmo.




David notó la vagina de su tía muy húmeda, principalmente porque estaba llena con la corrida de su primo pero no le importó. Por la postura en la que tenía a su tía la penetraba fuerte y profundamente. Eufórico como estaba por perder la virginidad con una mujer buenorra embestía con dureza. Aunque su tía también movía la cintura buscando su verga.



-¡Aaaahhh!¡Aaaahh!¡Aaahh!¡Aaahh!¡Aaaaahh!¡Sí!¡Aaaah!¡Aaaahhh!¡Sí!¡Sí! – jadeaba y gemía por los mete-saca de David hasta que se corrió.



David sintió presión en su polla y un arañazo en la espalda. Su tía se estaba corriendo con su bombeo pero como él seguía estando como un toro, así que no se detuvo ni disminuyó el ímpetu de sus pollazos.

Isabel, ante el fracaso de quitarse a su sobrino de encima para descansar y reponerse un instante del orgasmo, tuvo que limitarse a seguir gimiendo como una cerda.



-¡Aaaahh!¡Aaaahhh!¡Mmmmm!¡Aaaahhh!¡Aaahh!¡Aaahhhh!¡Sí!¡Aaahhh!




Entonces, volvió a sentir los lechazos en su cueva. Su sobrino había acabado dentro de ella imitando a su hijo y lo había gozado, el pillo le había arrancado el orgasmo que casi le arranca su hijo.

Cuando el rabo abandonó su chocho sintió resbalar parte de las descargas de semen que la habían llenado hasta entonces.

Como Pedro no se animaba a imitar a los mayores, Isabel tuvo unos momentos de descanso hasta que su gula fálica la hizo buscar su joven polla con la que alimentarse. Se incorporó y miró a su sobrino que la miraba excitado.



-Pedro, ¿no decías que tenías ganas de follarme? ¿A qué esperas? – preguntó acercándose a él que estaba arrinconado en un lado de la cama.



Él sólo asentía.



-Está bien. Túmbate y déjame a mí, ¿vale?




Fue a subirse sobre su pequeña picha cuando su coño expulsaba esperma que le chorreaba por la cara interna del muslo. Se detuvo y se metió un par de dedos ante la mirada de sus amantes adolescentes. Salió algo más de semen y luego se limpió con la misma sábana. Entonces fue cuando se subió sobre su pequeño sobrino y se introdujo su verga lentamente. Comenzó un sube y baja suave.



-¿Te gusta? ¿Es lo que querías, cielo? – preguntó lasciva llevando las manos de su sobrino a sus pechos que empezaban a botar según incrementaba la velocidad.

-Sííí, tita. Me gusta, sííí. Me gus… aaahhh, sí.




Isabel pensó que definitivamente debía de estar enferma, acostarse con su hijo y con sus sobrinos, con Pedro que aún era un niño. ¿Lo estaría violando? No le importó, a esas alturas sólo le importaba tener una polla a mano que saciara su hambre.



Pedro estuvo pellizcándole los pezones un buen rato haciendo que su tía gimiera alguna vez de dolor en lugar de placer. Llevó las manos al culo que golpeaba sus muslos con cada sube y baja pues prefería ver las tetas botar en libertad. También ganó más confianza y empezó a embestir a su tía aunque ésta siguiera con su trote.



Como el cipote de Pedro era más pequeño que el de su primo y su hermano, Isabel tuvo que empezar a masturbarse el clítoris mientras cabalgaba a su sobrinito para alcanzar más placer. Al conocer bien su cuerpo no tardó en correrse y las paredes de su vagina se contrajeron en espasmos provocando el orgasmo de Pedro.



-Sí, tita. ¡Aaahh!¡Aaahhh! – gimió cuando su esperma fue escupido dentro de su adorable tía.

-Lo has hecho muy bien, Pedro. – le felicitó Isabel.



Y así era, pues todos, hasta el propio Pedro creyeron que iba a correrse mucho antes. Su hermano le guiñó un ojo a modo de aprobación.



Isabel se tumbó boca arriba en la cama, dejando a un lado a Pedro, mientras que Los dos mayores estaban sentados al borde y al pie de la cama. Contrajo varias veces los músculos de su vagina y David y Francis vieron como el semen de Pedro, y algunos restos de los suyos propios, abandonaban la cálida gruta maternal.

Cuando Francis comenzaba a colocarse nuevamente sobre su madre está le pidió paciencia.



-Espera. Necesito descansar y beber algo. Estoy sedienta con este calor.




Todos estaban sedientos y sudorosos. El aire caliente, el calor que despedía la lámpara encendida, los cuatro cuerpos moviéndose activamente y el olor a sexo que impregnaba la habitación alimentaban un ambiente muy sofocante. Francis fue entonces a su cuarto a por la botella que había subido de la cocina. Todos se refrescaron y descansaron un poco, excepto sus pollas, pues las tres estaban tiesas y pidiendo más faena, sobre todo las de David y Francis que llevaban más tiempo descansando.



Francis, dispuesto a recuperar el tiempo perdido, volvió a tomar la iniciativa. Se arrodilló junto a su madre y mientras le masajeaba una de sus gordas tetas le acercó su polla a la boca.



-Chúpamela. –ordenó más que pidió.



Acostándose de lado, obedeció a su hijo sin rechistar. Su lengua jugueteaba con el glande descubierto cuando unas manos separaron y alzaron una de sus piernas. Sin dejar de chupar vio como David, de rodillas, se preparaba para empitonarle el chocho nuevamente.

Aunque la postura era algo incómoda para la penetración, se las apañaron para gozar entre todos. Pues mientras que Francis disfrutaba de la mamada y estrujándole un pecho y David follaba con suavidad su coño, Pedro tomó una de sus manos para que le pajeara mientras él estrujaba la teta que le quedaba libre.

A veces le costaba mantener el ritmo de la mamada y la paja pues se dejaba llevar por las penetraciones de David, pero tanto Pedro como Francis no tardaban en recordarle aquella placentera labor.



Francis iba a correrse, pues la excitación que le producía la lengua de su madre y la visión de verla a merced de tres jovenzuelos que eran sus sobrinos y su hijo, pudieron con él, pero esta vez no dejaría el final su orgasmo en manos de su madre. Le sostuvo la cabeza con ambas manos y empezó a correrse en su boca mientras se convulsionaba de placer.



-Traga, cerda. Así. Trágatelo, mamá. – dijo cuando notó su resistencia.



Extasiada estaba con la orgía que Isabel no se esperó la eyaculación de su hijo. Apenas le había soltado la teta y agarrado la cabeza, las ráfagas de esperma llenaron su boca. En el acto dejó de pajear a Pedro y trató de sacarse la verga de su hijo de la boca, pero éste la sujetaba con fuerza de la cabeza impidiéndoselo. Pensaba escupir el semen cuando su hijo sacara la tranca, pero éste le estaba follando la boca suavemente aunque ya había terminado de eyacular. Sin desearlo, se tragó el semen de su hijo.

Cuando Francis sintió acabar los movimientos de succión de la boca de su madre la soltó y sacó su cipote, echándose a un lado para beber agua y descansar.



-¡Joder, Francis! ¿Qué te había dicho? – se quejó Isabel indignada con su hijo pero esté no le contestó.



David que había dejado de embestir cuando vio que madre e hijo luchaban dio un fuerte empellón al que siguieron muchos más. Haciendo que Isabel parara de quejarse para seguir gimiendo.



-¡Aaauuu!¡Aaaaahhh!¡Aaahhhh!¡Aaarrrghh!¡Aau!¡Aaaahhhh!¡Aaaaahhh!




David no sólo se había desvirgado con su tía, se había corrido por segunda vez en una noche dentro de ella.



Isabel vio como Francis y David salían de la habitación con sus falos flácidos para refrescarse un poco la cara y para mear. Eso volvió a darle un respiro a su chochete, el cual empezaba a estar algo dolorido de tanta fricción con aquellas pollas. Bebió agua otra vez.



-Tita. Quisiera que me la chuparas a mí también como al primo. – pidió Pedro cuando estuvo a solas con su tía, pues su polla seguía dura.

-Está bien. – accedió pues su sobrino parecía el más sumiso de los tres adolescentes. – Pero avísame cuando vayas a eyacular.

-Como tú digas.




Ella se quedó sentada en la cama mientras que a él lo hizo ponerse de pié a su lado. Como había hecho con su hijo, engulló, lamió y succionó esa polla a la vez que masajeaba sus pelotas colgantes. También acarició su joven culo y sus muslos, sacándose la verga de la boca sólo para tomar algo de aire o para lamerla por fuera con la lengua.



En el cuarto de baño estaban Francis echándose algo de agua en la cara y en su pelo corto, pues estaba acalorado, mientras que de pié a su lado, su primo hacía una corta meada.



-Qué pasote, primo. Estoy que me muero, pero hasta que no me muera no voy a parar de follarme a la tita.


-Joder, ya ves. Ha salido mejor de lo que hubiéramos pensando. - dijo. – Al final tendremos que agradecérselo al salido tu hermano.


-Sí, jejje. Vaya con el canijo. – rió.



Cuando terminó de mear, David imitó a su primo y se refrescó. Francis mientras rebuscaba en los cajones.



-¿Qué buscas?


-Alguna crema. – dijo sin más sin dejar de buscar. – Como la última vez apenas estuve un par de minutos dándole por culo a mi madre, quiero volver a intentarlo.


-No creo que te deje y menos después de correrte en su boca sin permiso. – agregó a la vez que tomó un bote de aceite para bronceado solar que había en una estrecha estantería. - ¿Y este?


-Bueno, pues me ayudas a sujetarla si acaso, así podemos hacerle un sandwich. ¿A ver? Sí, creo que éste valdrá.


-Lo de hacer el sándwich me mola, pero yo también quiero probar follar por el culo.




En el dormitorio Pedro estaba a punto de correrse y como prometió avisó a su tía. Ésta dejó de chupársela para masturbarlo.



-Sigue chupando, tita. Por fa. – rogó Pedro.



Isabel, tras un breve momento de duda, lo hizo. También se tragaría el semen de su sobrino, total, ya se había tragado el de su hijo, se había dejado follar por aquellos tres diablos. Además, el pequeño al menos la había avisado como ella había pedido, así que le daría ese gusto.

Se volvió a meter el pequeño mástil en la boca y en cuanto lo hizo, el semen empezó a abarcar su boca mientras que Pedro se retorcía de gusto. Se saco la verga de la boca y entonces se tragó la amarga corrida. Volvió a beber agua para apagar su sed y para arrastrar cualquier resto de semen que quedara en su garganta. Se cruzó con David y Francis en la puerta del dormitorio pues ella también iba refrescarse.



Francis escondió envuelto entre las sábanas el bote de aceite en una esquina de la cama junto con el preservativo que quedaba en la caja. David le hizo una seña a su hermano para que callara pues éste no entendía que estaban tramando.



En el cuarto de baño, Isabel se miró al espejo donde se hiciera aquel scanner anatómico que evaluaba su edad. Tenía la cara y el cuerpo completamente empapado en sudor, el peló revuelto, los pechos algo enrojecidos, especialmente en torno a las aureolas y los pezones, y su entrepierna tenía manchas de semen y flujo vaginal eco. Tenía el aspecto de una auténtica puta, pues se había convertido en la puta de tres pequeños degenerados.

Analizando los pros y contras había merecido la pena, pero por esa noche era suficiente. Hacía demasiado calor y todos necesitaban dormir y descansar.

Cuando volvió a su dormitorio después de refrescarse y secarse el sudor con una toalla, vio a los tres muchachos sentados en la cama y hablando. Se sentó junto a ellos y habló.



-Bueno, chicos. Es hora de acostarse ya. Mañana hablaremos con calma de lo que ha pasado hoy.


-No tía. Sigamos un poco más. –dijo David masajeando sus muslos. – Francis y yo aún podemos seguir. Mira.




En efecto, ambos mostraban una erección entre sus piernas a pesar de haberse corrido ya en dos ocasiones. Eran los privilegios de la divina juventud. Pedro en cambio, a pesar de la energía que había mostrado para estar despierto y follarse a su tía, dijo que estaba cansado y tenía sueño.



-Veis, es mejor acostarse ya. Pedro tiene sueño. – dijo Isabel cuando su hijo también se decidió acariciarle la espalda.

-Pues que se acueste él si quiere o que mire. –dijo David. –Además tú apenas te has corrido un par de veces.




Eso era verdad. A pesar de las penetraciones que había recibido sólo se había corrido dos veces y una de ellas masturbándose ella misma.

Ante su pasividad Francis comenzó a lamer sus pezones suavemente mientras que David le masturbaba y metía la punta de un dedo en su coño.



-Ooohhh sí. Sí. Si es que podéis conmigo. – se dejaba hacer. – Follad… Ooohhh. Folladme. Síí.




Se habían ganado a su madre/tía melosamente y tras un rato lamiéndola por entero, la colocaron de rodillas a cuatro patas en la cama. Pedro se hizo a un lado de la cama para dejarles sitio a David y Francis. Francis se colocó detrás su madre y tras brochearle el coño con su mástil se lo metió en la cueva peludita. David le puso la polla a su tía a un palmo de la boca.



-Vamos, tía. Que ya sólo falta que me la comas a mí.




Y mientras era empalada desde atrás, Isabel engulló la verga que le quedaba por saborear. Tras ella su hijo la sometía a un buen ritmo de perforaciones, aumentando y disminuyendo la velocidad de las embestidas aleatoriamente. La verga de su sobrino, más gruesa que la de su hijo, era lamida con ganas a pesar del cansancio acumulado. Sus gemidos eran ahogados por la barra de carne que degustaba y el sudor volvía a recorrer su espalda.

En un momento su hijo se recostó un poco sobre ella que sin dejar de moverse suavemente acarició sus labios vaginales y su botón del placer mientras que su pulgar, húmedo, se movía en círculos en la entrada de su ano haciendo tímidas perforaciones.

Esta combinación que le aplicaba su hijo la hizo detener la mamada a su sobrino para poder retorcerse de placer. Tan sólo unos minutos más aguantó su cuerpo antes de correrse.



-Sigue, Francis que me voy. Oooooohh. ¡Sigueeee! Sí. ¡Sí!¡Sí!¡Asííí!¡Aaaaaaaaaaahhhhh!¡Sííííí! – se contrajo su cuerpo por el orgasmo.



Francis siguió con ese ritmo lento y magreando a su madre con sus hábiles e inquietas manos. Su pulgar avanzaba poco a poco en su culo y su primo reclama la boca de su tía cuando ésta hubo recuperado un poco el aliento. Francis volvió a erguirse para follar a su madre con velocidad. Sacó el bote de aceite de su escondite y sin dejar de follar se untó bien el pulgar, confiado lo introdujo de golpe en aquel pequeño agujero.

Isabel se sobresaltó y emitía un quejido ahogado por la polla de David.



-¡Uuuuhhhmmmmm!




Trató de apartar esa mano invasora de su culo pero su hijo sacó el dedo anticipándose, pero a poco que se calmó lo volvió a introducir.



-Haz lo de antes, pero eso no, Francis. – dijo Isabel para volver a meterse el rabo de su sobrino hasta la campanilla.



Su hijo le hizo caso pero cuando menos se lo esperaba ella volvía a ser penetrada por su pulgar. Tras un rato en esta situación y sintiéndose terriblemente cansada deseo acelerar el orgasmo de los muchachos pues no podía estar toda la noche follando.



-Vamos chicos, correrse ya que no puedo más. – dijo entre jadeados con la cara y el cuerpo sudoroso.



Oyó a su hijo resoplar profundamente y abandonar su chocho poco después, pensó que estaba agotado de estar tanto tiempo bombeándole el coño. Lo que no sabía es que el resoplido era porque no aguantaba más y quería darle por el culo ya. Mientras ella se concentraba más tranquila en el cipote de David, no sabía que su niño se había enfundado el preservativo y lo había untado en abundante aceite.

David que no estaba disfrutando mucho la mamada, pues a su tía le costaba realizarla con su hijo dándole por detrás, vio prepararse a su primo para encular a su madre así que se preparó para sujetarla si fuese necesario.

En pie sobre la cama pero con las piernas algo flexionadas, Francis apuntó su polla al culo de su madre para acto seguido dejarse caer con fuerza sobre ella.



-¡Aaaaaaaaarrrrrggggghhhhhh! – chilló Isabel mientras se sacaba el pene de David de la boca en el acto.



A pesar de no haber dilatado el ano lo suficiente, la verga de su hijo se abrió paso entre las paredes de su esfínter llegando a introducirle todo el glande de una sola vez. Las manos de su hijo se aferraron a sus caderas con fuerzas para evitar su fuga mientras que su sobrino le agarró de los hombros con fuerza empujándole hacía el colchón.



-Nooooo, Francis. Por ahí nooo que duele. – suplicó viéndose inmovilizada por los jóvenes pervertidos. - ¡Sácala!




Así lo hizo pero sólo para volver a meter su verga más profundamente que antes, repitiendo el proceso hasta que sus huevos hicieron tope y su cipote quedó completamente incrustado en su culo sin que sus desordenados manotazos a su hijo y sobrino consiguieran liberarla.



-¡Aaaaaaaaaarrrrgggghhhhh!¡Noooooo!¡Hijo eso noooo!¡Aaaaarrrrggghhhhh!




Francis se quedó llenándole el culo un rato para que el ano de su madre se amoldara y para evitar correrse con prontitud debido a la presión que el culo de su madre ejercía sobre su tranca.



-Francis. – balbuceó Isabel. - Hijo, sácala. No hagas eso. Sácala, por favor.


-Mamá, tengo ganas de follarte el culo. – dijo mientras empezaba a bombear su ano.

-¡Noooo!¡Hijo, me dueeeeleee!¡Aaaaaaauuuuu!¡Aaaaaarrrrgggghhhhhh!




Pero Francis no tuvo piedad y le estaba follando el culo a su madre. Sólo se detuvo para ponerse de rodillas y proseguir con lo suyo. Gracias al abundante aceite su cipote se movía sin más dificultad que los movimientos anales de su madre tratando de expulsar el miembro de su interior.



Pedro que había estado inactivo todo el tiempo se levantó a ver como su primo enculaba a su madre y éste lo hacía cada vez con mayor intensidad.



-¡Aaaaarggghhh!¡Aaaarrrgggh!¡Nooo sigaaaaas!¡Paaaara!¡Aaaaaaarrggghh! – seguía quejándose Isabel a su hijo. – Me duele, Francis. ¡Paaara!¡Aaaarrrrgggh!




El rostro de Isabel era un ejemplo de dolor y resignación. El pelo se le pegaba a la frente por el sudor y su espalda brillaba sudorosa. A pesar de que David la había soltado para ver también como era taladrada por su hijo, ella ya no hacía gestos de resistencia. Los músculos de su cuerpo estaban tensos y sus manos se agarraban a las sábanas con fuerza mientras que el interior de su culo ardía de dolor con cada acometida que soportaba. Los ojos cerrados y los dientes apretados con fuerza para apagar sus aullidos y alaridos de dolor, aunque muchos se escapaban roncos de su garganta amortiguados sólo por la cama cuando decidió hundir la cabeza en el colchón esperando que su hijo terminara de violar el negro agujero de su culo.



-Joder, que culazo, coño. – dijo Francis eufórico. - ¡Toma!¡Te follo el culo, mamá!¡Toma!


-Dale duro, dale duro, primo. – animó David.



Al escuchar esas palabras locas de excitación de sus niños dejó escapar algunas lágrimas. Sabía que no tendría que haber hecho lo que había hecho y ahora por no controlar su calentura su hijo la violaba con la dureza y rapidez propias de su juventud.



-Nnnoooo. Aaaaarrrgggh. Aaaarrrggghh. – gruñó entre las sábanas.



Con el corazón a mil por hora, el cuerpo cansado y dolorido, sudando al límite de la deshidratación y sus entrañas ardiendo ante aquellos pasmosos mete-sacas sintió como sus fuerzas le abandonaban hasta que se desvaneció.

Abrió los ojos al sentir un violento empujón sobre su culo. Su hijo continuaba abriéndole el ano a base de un pollazo tras otro. Durante un minuto había perdido la consciencia y para su suplicio había despertado sin que nada hubiese cambiado. Pues aquella verga que había adorado momentos y días atrás ahora era cruel con ella.



-¡Aaaaaaaaaaaarrrrggggghhhh! – gritó ronca cuando despertó. – Nooooo, por favoooorrrr, noooo. ¡Bastaaaahhhh… aaaahhh!


-Primo, déjame a mí, ¿no? – pidió David.



Francis que no se había corrido pero sacó su verga para dejarle sitio a su primo que llevaba un rato embadurnándose el cipote con el aceite solar pese a no usar condón. Este intercambio le permitió a Isabel respirar aliviada creyendo que al fin iban a dejarla en paz por lo que se tumbó en la cama con dificultad.

De un tirón de las piernas, David, grandón como era, la arrastró al borde de la cama, le alzó el culo y la embistió con cuidado.



-¡Aaaaaarrrrrgggghhhh! – volvió a gritar Isabel.



A pesar de que su hijo le había dejado el ojete bien abierto, notó la diferencia en el grosor de las pollas y supo que era su sobrino quien la enculaba en esos momentos. Éste la fornicaba sin piedad desde el primer momento mientras la humillaba con sus comentarios.



-Joo, tita. Qué puta eres, te hemos dado por el culo.




De improvisó terminó la enculada y sacó su cipote.



-Vamos a hacer el sándwich, Francis. – propuso David.



Francis que ya se había quitado el concón manchado de algo heces y sangre se tumbó junto a su madre boca arriba, con los pies en el suelo y la polla dolorida y hambrienta de un orgasmo. Entre ambos primos consiguieron tumbarla sobre él para que su verga desnuda volviera a incrustarse en el coño.



-Nooo, ya basta. No puedo más. – suplicó su madre.



Espero a que su primo la llenara por el culo y empezaron a moverse con torpeza hasta que alcanzaron un ritmo decente para ambos. Su madre, un saco muerto de bellas carnes, mordía su hombro cuando era embestida por su primo.



-Perdóname mamá. Estás muy buena y quería follarte por todos lados. – dijo Francis al oído de su madre.



Si no había tenido bastante hasta entonces, sentirse llena de aquellas dos trancas, sentir como violaban su coño y su culo simultáneamente la acabaron por reventar. Ya no sólo por el ardor que había prendido en su culo cuando éste fue taladrado, sino que el dolor de su débil anillo anal y de sus entrañas se había extendido hasta la zona lumbar de su espalda. Y las caricias que su hijo le propinaba en su espalda sudada no conseguían mitigarla.

Más de una vez había soñado con ser empalada en un sándwich y disfrutar de tener sendas pollas dándole placer y llenándola de semen caliente, pero en ese momento lo que fuera un sueño estaba siendo una tortura. No podía soportar más aquellas dos barras de carne joven en su interior.



-Basta ya, por favor. Parad. Parad. Nnnoo puedo más. – le susurró a su hijo con la cara envuelta en dolor.

-Un poco más, mamá. Aguanta un poco más. – consoló su hijo mientras le besaba el cuello, la frente y los hombros.



Instantes después Francis comenzó a llenar el coño de su madre una vez más con las escasas ráfagas de semen que pudo escupir su cipote. Pero David aguantaba aún y no permitió que su primo sacara su verga de donde estaba. Le gustaba sentir aquella polla cuando perforaba ese magnífico culo.



-Ay, tita, qué culazo.




Aferró sus nalgas con fuerza como si quisiera amasarlas y le propinó una serie de secas e intensas acometidas en el desgarrado culo que le hizo correrse con los últimos quejidos de su tía.



-¡Aaaaaaaarrrrrrggggghhhhh!¡Aaaaaaaarrrrgggghh!¡Aaaaaaarrrrrgggghhh! – aulló tensando todo su dolorido cuerpo de una vez.



Su sobrino se desplomó sobre ella aplastándola contra su hijo. La habían follado, lo habían hecho con ganas y con fuerza, se había comido sus pollas y tragado su semen, le habían dado por culo, de hecho se lo habían roto, la habían violado entre los dos, en definitiva, la habían dejado molida y su interior aún era invadido por los jóvenes cipotes.

Cuando su sobrino y su hijo abandonaron su cuerpo sintió descargas de dolor recorrerle el cuerpo desde su culo y por toda la espalda.

Su hijo estaba a su lado acariciándola y besándola pues sabía que su madre lo había pasado bastante mal y quería consolarla de algún modo. David en cambio fue al cuarto de baño a limpiarse la verga y advirtió de que en algún momento sin que se dieran cuenta su hermano había abandonado la habitación.

Isabel se arrastró como pudo por la cama para alcanzar la almohada y se quedó tumbada boca abajo notando un profundo ardor en el interior de su culo.



-Mamá, ¿quieres… - Francis no pudo terminar la pregunta.

-No. Alcánzame la botella de agua y déjame. – dijo mientras seguía haciendo muecas de dolor.



De vuelta a su dormitorio Francis encontró a su primo Pedro desnudo en la cama de David, el cual regresó poco después. Juntos hablaron un poco de lo sucedido, de lo gozado y de cómo se pasaron en la parte final, pues eran conscientes de que habían reventado a Isabel desde que empezaron a perforarle el culo. Finalmente se durmieron, Francis en su cama y David compartiendo cama con su hermano.



En la oscuridad de la noche, Isabel, por fin a solas, apenas se podía mover. Estaba dolorida, agotada, extenuada y encharcada en sudor. Como pudo bebió un par de tragos de agua descubriendo que cada mínimo movimiento de su cintura y sus piernas era un suplicio.

Se llevó lentamente una mano a la entrada de su culo y comenzó a palpárselo con mucha suavidad, pero aún así sentía las descargas de dolor. Su agujero negro, pequeño en condiciones normales estaba bien abierto. Con mucho cuidado comprobó que le cabían dos dedos de su mano sin mucha dificultad dentro de su esfínter y allí notó algo de humedad en su ardiente ano. Se sacó los dedos y estos estaban manchados de semen y como intuía de algo de sangre. Habían conseguido hacerle un pequeño desgarro en sus entrañas. En esos momento quería morirse y quiso culpar a su hijo y sobrinos por lo que habían hecho, pero en el fondo sabía que toda la culpa y responsabilidad habían sido suya. Guiada por un hambre sexual había estado jugando con fuego a un juego que no había sabido controlar y se había terminado quemando. Sin poder aguantar más, cayó rendida en un pesado sueño esperando que la llegada de la mañana mitigara el dolor de su cuerpo.​
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heranlu

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Las Historias de Isabel – Capítulo 004

Era bien entrada la mañana cuando Isabel despertó. Seguía desnuda en la misma postura en la que se acostara en la madrugada y cuando quiso levantarse comprendió porque no se había inmutado en toda la noche. Un dolor agudo sacudió su culo recordando en el acto todo lo sucedido a lo largo de la noche, además de sentirse como si hubiese recibido una paliza. Se sentía tremendamente agotada.

Despacio y con gestos de dolor consiguió recostarse de lado en la cama y vio una mancha de sangre en la sábana y aunque ésta no era grande, la sangre alarmante y escandalosa como es, consiguió asustarla. Como hiciera antes de dormir, volvió a palparse la entrada de su ano y aunque mucho más cerrado aún estaba levemente dilatado.

Con más dificultad aún consiguió ponerse en pie, entonces reparó en el bote de aceite solar que tan efectivo les había resultado a su hijo y a su sobrino para profanarle el culo. Lo recogió y con andar dificultoso consiguió llegar al cuarto de baño donde se encerró. Al mirarse al espejo vio el resultado de una noche de auténtica locura por lo que evitó mirarse en él.

Dejó el bote de aceite en un estante y se metió en la bañera dispuesta a ducharse. Bajó el agua mucho del cansancio, del dolor y de su malestar pareció irse, pero una y otra vez se preguntaba cómo había permitido que la situación llegara a ese punto. Su apetito sexual y su depravación la habían traicionado y su culo había pagado por ello. Hasta esa noche todo había ido bien a pesar de algunas cabezonerías de Francis y había disfrutado plenamente de lo ocurrido pero el nuevo paso dado había puesto todo patas arriba. Se había acostado con sus sobrinos y debía de encontrar el modo de primero, hacerlos callar por lo sucedido y segundo, conseguir que no se volviera a repetir, pues comprendía perfectamente que al ser jóvenes y traviesos podrían irse de la lengua por fanfarronear ante sus amigos. A su hijo podría controlarlo, pero a sus sobrinos, viviendo en otra ciudad no los podría tener bajo vigilancia y esto le preocupaba.

Salió de la bañera y tras secarse volvió al dormitorio para ponerse algo de ropa, pero cuando vio que agacharse para ponerse unas bragas era aún demasiado doloroso, se limitó a ponerse un camisón largo de verano.

Recogió las sábanas manchadas de sudor, esperma, flujos y sangre para bajarlas hasta la lavadora, algo que resultó toda una hazaña, pues bajar las escaleras fue para ella igual de doloroso que los polvazos recibidos en su agujero negro la noche anterior.

Ya en el lavadero y con una punzada de dolor que la hizo erguirse sin conseguir introducir las sábanas en la lavadora, vio como su sobrino Pedro la observaba desde la cocina.

-Pedro. – lo llamó. -Ayúdame a meter esto en la lavadora, ¿quieres?


Pedro, nervioso fue hasta ella y metió todo en la lavadora. Se había pasado toda la mañana solo encerrado en el dormitorio de Francis porque éste y su hermano se habían ido a trabajar y él tenía miedo de estar a solas con su tía cuando ésta despertara. Había disfrutado como el que más en la orgía pero también había visto sufrir a su tía, y para él su tía era como una diosa.

-Tita, ¿estás bien? – se atrevió a preguntar.

-Sí, cielo. Es sólo que… es sólo que estoy muy cansada. – le respondió tras mirarlo durante un rato.

-Yo... tita, anoche. Siento si te hicieron daño. Todo fue por mi culpa, si yo no te hubiera tocado por la noche no hubiera pasado nada. – Pedro empezó a gimotear.

-Vamos, cariño. No te pongas así. – Lo abrazó para tranquilizarlo. – No ha sido culpa tuya, Pedro. No me hicieron daño. – mintió descaradamente, pues su culo gritaba lo contrario. – Vamos, no llores. ¿Acaso no te gustó lo que pasó?


-Sí. – respondió más calmado. – Pero tú querías parar y ellos no…


-Ellos estaban disfrutando, lo mismo que hiciste tú. - Isabel se sorprendió a sí misma justificando y disculpando a Francis y a David. - ¿Pero sabes una cosa Pedro? No puedes contar a nadie lo que pasó anoche. Si se lo contarás a algún amigo, a tu madre o a tu padre, vendría la policía porque es ilegal y no podríamos vernos más.


-Yo no quiero eso, tita. De verdad que no. No diré nada a nadie, te lo prometo. Haré y diré lo que me digas. Te lo juro.


-Y tampoco lo podemos volver a hacer.


-Está bien, tita, como tú digas.


Esto último ya no le gustaba tanto, había subido el cielo y bajar de él no iba a ser fácil pero admiraba y quería tanto a su tía que seguiría siendo el sobrino obediente que gustaba a Isabel aunque se muriera por follársela otra vez.

Isabel dio por convencido a su sobrino Pedro, aunque más tarde le volvería a recordar su silencio, pues sus padres vendrían a buscarlo al día siguiente. El problema vendría con su hermano David, que se demostró más cabezón y bruto si cabe que Francis. Al menos con él tendría todavía un mes para abordarlo y convencerlo. Y por su puesto tendría que hablar con su hijo nuevamente, pues los impulsos de Francis eran difíciles de controlar y tenía que poner remedio a eso como fuera si no quería que la situación se escapara a su control definitivamente.

Cuando los jóvenes adolescentes llegaron de trabajar hicieron un profundo interrogatorio a Pedro sobre lo sucedido en su ausencia y éste le explico su conversación con Isabel y como ésta había pasado la mayor parte del día en su dormitorio descansando. De paso aprovecharon para dejarle bien claro de que no debía decir una palabra de lo sucedido.

Temeroso, Francis quiso comprobar en persona cómo se encontraba su madre, pero ésta lo despachó rápido alegando mucho cansancio. Los primos no vieron a Isabel salir de la habitación en todo el día.

Al día siguiente, cuando Francis y David ya se encontraban de nuevo en el trabajo, la hermana de Isabel y madre de Pedro llegó para recogerlo. Isabel trató de aparentar normalidad aunque estaba muy nerviosa de tener a su hermana frente a ella después de haberse follado a sus hijos. Finalmente y tras charlas triviales Pedro y su madre volvieron al pueblo e Isabel pudo estar más tranquila.

-Bueno, un problema menos, al menos por el momento. Ahora a ver qué hago con los otros dos. – se dijo a si misma recostándose en el sofá con dificultad y dolor anal.

Lo siguiente que hizo fue llamar al hotel para pedir algunos días libres aquejando dolor de lumbago. Aún sentía ardiente dolor cuando se sentaba, agachaba o al subir y bajar escaleras. Después se preparó para la charla que tendría con su hijo y su sobrino, donde les dejaría bien claro de que todo había acabado, incluso las relaciones con su hijo. Era algo que a ella misma le disgustaba pero no podía arriesgarse a cometer más locuras. Con esta determinación se preparó para afrontar a los chicos que en esos momentos regresaban del trabajo.

-Francis, David, cuando terminéis de ducharos, bajad, que quiero hablar con vosotros. – dijo Isabel seriamente.

Los muchachos sabían que tarde o temprano debían encarar la charla de Isabel y por eso se habían preparado a fondo. Tras darles muchas vueltas al coco, estaban totalmente convencidos de que tenían todos los ases de la baraja, por eso fueron a ducharse más tranquilos de lo que Isabel hubiera deseado. Al terminar se sentaron frente a Isabel.

-Una vez. – dijo Isabel alzando el dedo índice.- Una vez ha ocurrido y no va a volver a pasar, ¿entendéis? Lo de la otra noche fue algo que nunca debió pasar y por eso no se va a repetir más. Se acabaron vuestras miradas lascivas, los toqueteos y por supuesto no volveréis a acostaros conmigo. – continuó autoritaria. Se estaba gustando en esa faceta. – Fue un error, yo admito toda la culpa pues soy la adulta y vosotros dos jóvenes con las hormonas revueltas, pero quiero vuestro respeto y por supuesto nada de lo que ha ocurrido debe saberse nunca.


-Pero mamá, ¡qué dices!¿No empezaste tú todo esto porque te gustaba? – repuso Francis.

-Por eso mismo, yo lo empecé y lo voy a terminar. Así que metéoslo ambos en la cabeza.


-Mita, tita, sé que nos pasamos un poco y que te hicimos algo de daño. Pero no niegues que te gustó y disfrutaste de nosotros toda la noche. – argumentaba David.

-¡Algo de daño! David, he tenido que pedir más días libres porque aún tengo el culo dolorido. Me hicisteis algo más que daño, la sábana estaba manchada de sangre.


-No fue nuestra intención hacerte daño, mamá. Lo sentimos de verdad, pero estábamos muy calientes y nos dejamos llevar, queríamos probarlo todo.


-Eso no es lo importante, lo importante es que no me hicisteis caso, os dije… os rogué que pararais y no lo hicisteis. – se detuvo y los miró. – Es como si me hubieseis violado, chicos, ¿es qué no os disteis cuenta?


-No lo volveremos a hacer, de verdad. – intervino David. - Te haremos caso, la próxima vez.


-Es que no habrá próxima vez. No supisteis aprovechar algo que sucedió por las buenas y ahora, por las malas, lo habéis perdido.


Todos quedaron en silencio e Isabel se sabía triunfadora, le gustaba esa sensación de autoridad que apenas había mostrado a lo largo de su vida, aunque una parte de ella se lamentaba por perder esas jóvenes y traviesas vergas.

-¿Qué pasaría si contáramos a la tita Marga (Margarita, la hermana de Isabel) que has abusado de nosotros? – preguntó Francis maliciosamente.

-¿De qué hablas? No digas tonterías, hijo. Eso es falso. – Isabel comenzó a asustarse pues no estaba segura de hasta qué punto sería falso ni hasta dónde estarían dispuestos a llegar los dos adolescentes. – No juguéis con eso, sabéis que nadie se puede enterar de esto. ¿No veis el escándalo que se formaría aquí y en el pueblo? Esto destrozaría a toda la familia si llega a saberse. Así que no lo mencionéis ni en broma.


-Bien, entonces quizá deba plantearlo de otro modo. – intervino David igual de malicioso que Francis. - ¿Qué estarías dispuesta a hacer para que digamos nada?


Isabel sintió como si la golpearan en la boca del estómago y se quedara sin aire durante un instante antes de poder responder.

-Pero, pero… ¿Os estáis oyendo?¿Es qué me estáis chantajeando?¿Acaso queréis que compre vuestro silencio permitiendo que os acostéis conmigo nuevamente?


-No, queremos que te acuestes con nosotros siempre que queramos. – dijo su hijo. – Queríamos que aceptaras por las buenas, pues hemos disfrutado mucho contigo y sabemos que tú con nosotros, pero parece ser que has optado hacerlo por las malas.


-¡Estáis locos! – les gritó queriendo levantarse del sofá, pero una punzada de dolor le advirtió que hiciera movimientos más lentos. – Salid de mi vista ahora mismo. Espero que penséis bien lo que habéis dicho y no hagáis una estupidez que paguemos todos. – dijo tratando de aparentar firmeza aunque estaba completamente aterrada.

-En tus manos esta seguir gozando como una perra o arruinar nuestras vidas. – sentenció David de forma arrogante y soberbia.

Francis y David salieron de casa dejando sola a Isabel en el sofá tratando de controlar el llanto inminente. Deseó dormir y olvidar todo, volver atrás y que nada de lo ocurrido hubiera pasado, maldijo el día que masturbó a su hijo en la playa y todo lo que ello desencadenó. Subió a su dormitorio y se encerró nuevamente en él, se tumbó boca abajo para que su dañado culo no sufriera y hundió la cabeza en la almohada para ocultar sus lágrimas.

"No se atreverían" se decía una y otra vez pero la duda insana que sus miradas habían provocado en ella, la carcomían, pues conocía lo cabezones y tercos que podían llegar a ser ambos y como había sospechado y comprobado, también podían ser muy perversos.

Dejó de llorar y abrió el cajón de su mesita de noche. Los había llamado locos, pero sabía que en el fondo la loca y la enferma era ella, pues a pesar de sentirse asustada, dolida e incluso traicionada, temblaba levemente de excitación. Así, tomo del cajón la caja con las píldoras anticonceptivas. No la había tomado el día anterior, pero esperaba que el tratamiento siguiera haciendo efecto. Engulló una de las pastillas y de ese modo, con una mezcla de temor y morbosidad, consintió al chantaje de Francis y David.

Durante los días siguientes, Isabel apenas cruzó un par de palabras con los chicos y sintiéndose algo mejor se reincorporó al trabajo para de paso pasar menos horas en casa y evitar encontrarse con su hijo y su sobrino. También esperaba que en cualquier momento se abalanzaran sobre ella para volver a follarla pero esto no sucedía y no sabía por qué. El por qué no era otro que la recuperación de Isabel, pues tanto David como Francis sabían que le habían causado un daño en su ano y esperaban ansiosos a que su hembra madura se recuperara lo antes posible, aunque en la espera tuvieran que pajearse a destajo.

Ellos se habían mostrado muy duros pero realmente querían que Isabel cooperara de buena gana para que todos pudieran gozar y disfrutar, pero siendo dos jóvenes con las hormonas cachondas no iban a dejar escapar la oportunidad de tener a una mujer que complaciera sus deseos más morbosos quisiera ella o no.

Ocho días dejaron pasar los dos pervertidos, ocho días en los que Isabel estaba no sólo recuperada sino también expectante.

Estaba atardeciendo cuando Isabel se acababa de meter en la bañera tras otro día de duro trabajo cuando los chicos volvieron de la playa predispuestos a acostarse con Isabel esa misma noche.

-¡Mamá, ya hemos llegado! – anunció Francis en cuanto entraron.

Subieron las escaleras dispuestos a ducharse para quitarse la arena y la sal de la playa cuando vieron bajo la puerta del baño que la luz estaba encendida y oyeron un poco de agua.

-¡Hey, mira! Tu madre se está bañando. – señaló David.

-Entonces vamos a hacerlo ahora, hay que aprovechar. Total, nosotros también nos tenemos que bañar.


Entraron en el dormitorio y se desnudaron con rapidez.

-Joder, ¿ya estás empalmado? Jejejejjeje. – dijo Francis mirando a su primo.

-¿Qué quieres? Tengo muchas ganas y no puedo perder el tiempo que cuando termine el mes me voy.


Isabel oyó el alarido de su hijo anunciando su llegada y los oyó entrar en el dormitorio, para jugar con los videojuegos, supuso. Y fue por esta suposición por la que se sobresaltó cuando vio que la puerta del baño se abría y entraban en él su sobrino y su hijo, ambos desnudos, uno con la verga totalmente erecta y el otro semi-erecta. Se tapó con una mano su pubis y con la otra sus pechos aunque inmediatamente pensó que era estúpido pues podía leerse en sus miradas y en sus duras pollas (Francis terminó por empalmarse cuando vio desnuda a su madre otra vez) que la iban a follar sí o sí.

-Por favor, no lo hagáis. Esto no puede seguir así. – dijo Isabel aunque en su foro interno anhelaba el reencuentro con las jóvenes pollas.

Se acercaron en silencio y Francis se arrodilló junto a la bañera para comenzar a acariciar los muslos de su madre mientras su primo permanecía en pie a su lado.

-No, Francis. No sigas. – se quejó su madre.

Pero no hizo movimiento alguno de rechazo, de hecho, Francis la notó temblar aunque no sabía si por temor o por excitación. Mientras lo averiguaba llevó su mano hasta la vagina de su madre, le apartó la mano y acarició sus pelos hasta que dio con su raja, la cual empezó a frotar al instante.

-Aaaahhh. Para hijo, por el amor de Dios, no siiii.. aahhh. – comenzó a gemir.

Cerró los ojos y se agarró como pudo a los bordes de la bañera mientras se decía que efectivamente estaba enferma, tenía hambre de sexo pero no con cualquiera, quería follarse a esos dos diablos. Incluso se preguntó cómo pudo haber pensado en dejar de acostarse si estaba claro que su cuerpo y su mente calenturienta lo deseaban. Sin más, se abrió de piernas para facilitar la acción de su hijo y se dejó llevar.

Francis aprovechó esto para comenzar a meter un par de dedos en la cueva de su madre, aunque no muy profundos, quería que se corriera primero, pues era su madre y la quería… a su modo, pero la quería. A la vez, David agarró uno de los pechos semi-sumergidos de su tía y se entretuvo en masajearlo con suavidad pero sin pausa para luego aplicar igual tratamiento al otro. Isabel no sé quedaba atrás y movía su cadera al son de las penetraciones que su hijo ejercía con sus dedos mientras se dedeaba el clítoris.

-Mmmmmm. Sssííííííí. Mmmm. – se esforzaba por callar y contener sus gemidos. – Ya casi, ya casi estoy. Mmmmmmmm.


-Vamos mamá, córrete a gusto. – animaba Francis a su madre mientras movía los dedos con viveza en su coño.

-Sssííííí, así, así. Mmmmmm. Aaaaahhhh. – gemía Isabel. – Ssíí. ¡Sí!¡Sí!¡Aaaaahhhhhh!¡Aaaahhh!¡Sí! Ssííí.


Entre estertores de placer Isabel termino por correrse. Apartó las manos de sus amantes y se encogió como pudo dentro de la bañera toda agitada mientras las manos de su hijo y su sobrino seguían acariciándola. Abrió los ojos y sus chicos seguían acariciándola y con sus cipotes bien armados. Sabía lo que ellos esperaban de ella, pero lo peor, lo que la hacía sentirse como una auténtica guarra era que tenía hambre de verga joven. Se arrodillo sin salir de la bañera y Francis y David se pusieron de pie de inmediato, dejando sus herramientas bien cerca de la boca de su madre/tía. Ella agarró ambos rabos como si de dos joystick se tratasen y se pudo a menearlos.

-Qué bien, tita. Qué bien lo haces, joder. Eres genial. – animaba David a su tía.

Con su mano derecha masturbaba a su sobrino a buen ritmo, mientras que con la izquierda sacudía la verga de Francis de un modo más intermitente pues era su mano mala, pero lo solucionó dándole los primeros lengüetazos a la polla de su hijo.

-Ooohhh. Joder, mamá. Chúpamela, eso es. – dijo mientras sujetaba su cabeza para que terminara de engullir su cipote. – Vamos, así, sí, eso es. Mmmmmm.


Como quería su hijo, se tragó su verga para chuparla como sabía sin dejar de pajear a su sobrino pero tras unos minutos, dejó a su hijo y empezó a mamar el mástil de David dejando que Francis se masturbara solo. Poco a poco iba cambiando de uno a otro lamiéndolos y acariciando sus bolas hasta que David anunció que se corría.

-Córrete. Y tú también cariño. Vamos, correos en mí. – dijo sacándose la polla de David.

Se acariciaba los melones y los ofrecía a sus vástagos para que se corrieran en ellos. Francis entonces se masturbó rápidamente pues no estaba tan cerca del orgasmo como su primo. De hecho no llegó a tiempo y David comenzó a verter semen en los pechos de su tía mientras ésta se relamía y se pellizcaba los pezones. Isabel cogió su verga y la estrujó sobre su pecho para asegurarse que no escupía más semen cuando su hijo lanzó sendas descargas de leche sobre sus tetas.

Ambos jóvenes habían terminado de correrse pero Isabel seguía estrujando sus duras pollas y las meneaba lentamente sobre sus pechos.

-Esperadme en el dormitorio mientras me limpio y me seco un poco. – dijo Isabel a su hijo y sobrino.

-No hace falta mamá, si nosotros también tenemos que bañarnos.


Ambos llevaban muchos días esperando follarse a Isabel y sus ganas e ímpetu eran inmensos, así que sacaron a su hembra cachonda de la bañera y Francis la colocó de pie inclinada sobre la bañera. Sin ningún preámbulo más dirigió su cipote al coño de su madre y la embistió.

-¡Aaaaaaaahhhhh! – chilló Isabel pero de gusto.

Rápidamente Francis se dispuso a coger buen ritmo en la añorada raja de su madre mientras que David se masturbaba despacio a la vez que veía como las tetas de su tía se bamboleaban con cada pollazo que le propinaba su primo.

-¡Aaaahh!¡Aaaahhh!¡Ahh!¡Aaaaah!¡Mmmm!¡Sí!¡Aaaahhh! – jadeaba Isabel mientras sentía como las corridas calientes de sus dos pervertidos chorreaban por sus pechos. – Más, sí. ¡Ssííí!¡Aaaahhh! – seguía gimiendo cuando la polla de Francis salió de su interior. - ¿Qué pasa? - preguntó disgustada pues sentía cercano otro orgasmo.

-Ponte de rodillas mamá, que así no estoy muy cómodo.


Isabel obedeció a su hijo y se puso de rodillas frente a la bañera sujetándose a ésta. En cuanto estuvo colocada volvió a notar como el cipote de Francis la llenaba a la vez que sus nalgas eran estrujadas con dureza.

-Así mejor, síí. ¡Aaahh! ¿Verdad que sí, zorrita? – dijo Francis a la vez que le daba un tortazo en el culo y la perforaba a gran velocidad.

-¡Ssííí!¡Sí, joder, sí! Más rápido. ¡Aaaaahhh!¡Aaaaahhh!¡Aaaahhh!¡Aaaaahhh! ¡Más! Que yaaaahhh. Mmmmm. ¡Aaaaahhhh!¡Aaaahhh!¡Joder!¡Sí!¡Aaaaaaaahhhhh!


-Yo también, mamá. Me corro. ¡Vamos!¡Ssííí!¡Aaaahhh!


-¡Sssíííí! Mi niño, sí. ¡Aaaaahhh!¡Mmmm!¡Aaaahhhh! Córrete, vamos. Yo me vengo yaaaaaa… ¡Aaaaaaahhh!¡Aaaaaahhhh!¡Sssíííííí!¡Aaaaaahhhhh!


El orgasmo de Isabel fue largo e intenso y cuando acabó, apoyó la cabeza en el borde de la bañera buscando descanso, pero su hijo aún no se había corrido y siguió perforando su coño durante un minuto más antes que una explosión de semen la llenara por dentro.

Francis dejó libre la vagina de su madre y vio como se escurría hacia fuera parte de su semen. Se sentó en el váter para ver como su primo, que había estado de espectador todo el tiempo, le echaba un polvo a su madre. Y fue apartarse Francis y David, impaciente, se colocó detrás de su tía con la polla terriblemente dura de la excitación y se preparó para penetrarla con ansia. Sin embargo, nada más Isabel sintió el rabo de su sobrino se hizo a un lado y se sentó contra la bañera.

-¡Uff!¡Espera! Dame un momento, por favor. – dijo Isabel que aparte de recuperarse se frotaba las rodillas, algo doloridas de estar arrodilla en el suelo.

-¿Te duelen? Voy a traerte un cojín. – se ofreció Francis que salió en su busca.

Mientras tanto, David, que seguía caliente e impaciente seguía pajeándose para mantener la rigidez de su verga. Aunque era difícil que se le bajara la erección teniendo a su tía en pelotas frente a él y viendo como algo del semen de su primo se escapaba de su coño.

-Anda, acércate David. – dijo Isabel a su sobrino.

Éste se acercó e inmediatamente Isabel se llevó la polla a la boca y le dio un par de lametones para seguidamente empezar a chupar y mamar todo el glande.

Así los encontró Francis cuando regresó con el cojín y se lo pasó a su primo que se deleitaba con la mamada recibida.

-Vamos, tita, ponte a cuatro patas que ahora me toca a mí. – le dijo a su tía sacándole la verga de la boca y dándole el cojín.

Isabel se colocó en idéntica postura que antes pero ahora sí, con el cojín amortiguando su peso en las rodillas y nuevamente, apenas estuvo colocada, su sobrino se situó tras ella, la agarró de las caderas y guiando su cipote se lo introdujo hasta el fondo.

-¡Aaaaaaaaahhhhhhh! – volvió a gemir de placer Isabel volviendo a notar la diferencia de grosor con la polla de su hijo.

David estaba ansioso y desde el principio aplicó un rápido mete-saca. Con las manos en sus caderas se ayudaba a embestir con más fuerza, pero también su tía ponía de su parte en muchos momentos en los que echaba su culo atrás para recibir el pollazo con más ímpetu.

-¡Aaaaahh!¡Aaaahhh!¡Aaahh!¡Aaahh!¡Síííí!¡Joder!¡Aaaahhh!¡Aaaaahhhh! – gemía sin parar Isabel al son de las embestidas de su sobrino. -¡Aaaaaahhh!¡Aaaaahh!¡Ssííí!


Francis, excitado y contento, veía follar a su madre porque finalmente se había entregado a ellos como él tanto quería, pues sus gemidos y sus movimientos eran claro ejemplo de que estaba disfrutando con la cogida. De este modo, pensaba, no tendrían que usar la fuerza con ella y podrían ver cuán zorra era su madre. Pensó también en ponerse frente a su madre para recibir otra mamada, pero dado la velocidad a la que su primo la follaba dudaba que pudiera hacerlo, así que siguió mirando cómo era embestida una y otra vez.

-¡Aaaaaaaaaaahhhhhh!¡Aaaaaaahhhh!¡Sííí!¡Yaaaa!¡Aaaaaahhh!¡Síííí! – gemía ante el inminente orgasmo, por lo que Isabel se puso a masturbarse a la vez que el mástil de su sobrino seguía taladrándola y por tercera se corrió. - ¡Aaaaaahhh!¡Aaaaaaaaaahhhhh!¡Aaaaaaaaahhh!¡Mmmmm!¡Aaaaaahhhh!


Ente bufidos y resoplidos David seguía dándole verga a su tía mientras ella tenía un nuevo orgasmo y las contracciones de su vagina sobre su polla fueron la gota que colmó el vaso para que él también se corriera.

-¡Aaaaaaaaaaagghhh!¡Aaaaaahhhhhh!¡Aaaaaaaaaahhhhhh! – aulló Isabel ante las tres duras sacudidas de su sobrino y tres chorros de leche se perdieron en su interior.

Sin terminar de correrse, David saco su herramienta y soltó el resquicio de semen que le quedaba en sus huevos sobre el culo de su tía.

Aún de rodillas Isabel jadeaba y resoplaba mientras su coño volvía a expulsar algo del semen que previamente la había llenado.

-Joder, qué gustazo. – indicó David. - ¡Ufff! Qué ganas tenía de follarte otra vez, tita.


-¡Y que lo digas, primo!¡Vaya polvazo más bueno! Si es que mi madre es la ostia cuando quiere. Da miedo de le bien que folla, ¿o no?


-Jejejejejeje, tú lo has dicho. Cuando quiere es la ostia. – puntualizó.

Isabel que se sentaba de nuevo apoyada en la bañera no podía creer los comentarios que su hijo y su primo hacían sobre ella. Definitivamente le habían perdido todo el respeto y la trataban como una cualquiera, pero lo peor de todo (o lo mejor) es que le gustaba, le había gustado el modo en que los dos pipiolos le habían hecho el amor y prueba de ello eran sus orgasmos.

-¿Tú qué dices, mamá?¿Te ha gustado o no?


-¿Es que no se ha notado? – contestó tras un breve silencio y sus amantes se rieron. – Vamos a lavarnos un poco, ¿no creeis?


-Sí, vamos rápido que me ha entrado hambre, podemos pedir algo de pizza, hamburguesa o shawarma y que lo traigan a casa. – propuso David.

Estuvieron de acuerdo y los tres se ducharon juntos dentro de la bañera, dónde Francis aprovecho para seguir acariciando a su madre y darle varios besos a sus pechos y en su espalda.

Isabel pensó, que en el fondo todo podía ir bien, ya que se habían portado muy bien con ella y la habían hecho gozar al máximo a pesar de su reticencia inicial. Sí las cosas se mantenían así, todos podrían obtener lo que querían, que no era otra cosa que disfrutar del sexo fogoso y prohibido manteniendo el secreto. Pero lo que Isabel no sabía es que sus amantes, aparte de ser muy pervertidos y salidos, eran muy dominantes y autoritarios, algo que ella había demostrado y demostraría que no era.

Días después de la sesión de sexo en el baño, habían vuelto a follar un par de veces más, algo que a Isabel le sorprendió, pues parecía que los dos adolescentes no querían abusar de su poder. Sin embargo, un día en la que ella se encontraba haciendo de comer, mandó a Francis al supermercado a comprar algo que necesitaba para el almuerzo, pero David se quedó y pronto supo por qué.

Ni cinco minutos llevaba Francis fuera cuando David hambriento de sexo entró en la cocina. Allí vio a su tía con uno de sus camisones de verano, las chanclas y el pelo recogido mientras se afanaba por preparar el almuerzo y tan atareada estaba que no se enteró de la presencia de su sobrino hasta que no estuvo tras ella.

-¡Por Dios, qué susto! – dijo girándose cuando David la agarró por las caderas. - ¿Qué quieres?


-Quiero follarte un rato. – le contestó mientras subía sus manos hasta sus pechos.

-Ahora no. ¿No ves que estoy cocinando? – dijo Isabel tratando de apartarle las manos. – Deja que prepare esto tranquila y ponte a ver la tele un rato.


-Venga, tita, que tengo muchas ganas y se me ha puesto como un burro.


David pegó el cuerpo de su tía al suyo y restregó su abultada verga por el culo de Isabel a la vez que comenzaba a remangar el camisón.

-¡Ay, no! Déjame, de verdad. Ahora no, que estoy liada. – seguía oponiéndose.

Entonces, en un arranque de furia, pasión o de ambos, el grandote de David tomó a su tía por la fuerza y la llevó hasta la mesa de la cocina dónde la apoyó usando bastante fuerza pues ella se resistía.

-¿Pero qué haces, David?¡Suéltame! Deja de hacer el tonto y no seas bruto. – decía asustada.

Pero David se apoyó sobre Isabel para inmovilizarla con su peso y envergadura mientras que una de sus manos ya había bajado su corto pantalón y dejado a plena vista su cipote. Isabel lo notó al instante y seguía luchando por librarse pero no lo estaba consiguiendo, de hecho se sentía cada vez más paralizada y para colmo David había conseguido subirle el camisón dejando sus bragas verdes al descubierto.

-Vamos, David, suéltame. – le pidió. – Déjame que no me apetece y tengo cosas que hacer.


-Tita, si es sólo un casquete rápido y seguro que te gusta, lo mismo que los otros.


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heranlu

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Las Historias de Isabel – Capítulo 005

Tenía todo su cuerpo sobre su tía, sujetaba sus brazos con sus fuertes manos y restregaba su polla sobre su culo con el único impedimento de las braguitas. Introdujo una de sus piernas entre las de Isabel y haciendo fuerza consiguió que estás permanecieran abiertas. Seguidamente y escuchando la retahíla de quejas de su tía, se ayudó de una de sus manos para deslizar las bragas a un lado y apuntar con su polla en su coño.

-¡Suéltame, David! ¡No sigaaaaaarrrggghhhh! – gritó cuando el cipote de David se introdujo en su coño con fuerza. - ¡Nooo!¡Aaaarrgghhh!¡Aaaarrrghh!¡Aaaarrgghh!


Las primeras embestidas fueron duras y dolorosas porque la vagina de Isabel no estaba nada lubricada y tuvo que soportar algunas más hasta que su cuerpo reaccionó a los estímulos provocados por la verga de David. Así, con sus tetas estrujadas contra la mesa a la cual se aferraba y los dientes apretados, soportó como pudo cada envite de su sobrino.

-¡Mmm!¡Mmm!¡Mmm!¡Aaarrgghh!¡Aaahhh!¡Mmm!¡Aaaahhh! – resoplaba Isabel.

-Así. Bien. Sí. – bufaba David, que se había incorporado y perforaba con fuerza a su tía agarrando de su culo y su hombro.

Su polla entraba y salía ahora con más facilidad y procuraba que cada penetración fuera lo más profunda posible pues esto le daba mucho placer, le encantaba saber que la tenía empalada del todo.

-¡Aaaarrgghh!¡Aaaaahhh!¡Mmmm!¡Aaaaaahhh!¡Mmm!¡Aaaahhh!¡Aaaahh! – trataba de acallar Isabel cuando empezaba a notar ardiente su coño.

Entonces David se puso a follarla a ritmo de conejo dando rápidos pero menos profundos pollazos y entre jadeos comenzó a verter su leche dentro de su tía.

Ésta sintió como su cueva se llenaba del caliente esperma y como su sobrino permanecía dentro de ella tiempo después de haber eyaculado. Poco a poco su verga perdía volumen y por fin la dejó libre.

-¡Joder, qué polvazo! Ves como ha sido rápido. – dijo David que se limpiaba la polla con el camisón de su tía.

-Eres un bruto. – se limitó a decir Isabel.

David regresó al salón dejando a Isabel con su semen chorreándole por la pierna. Se limpió un poco, se colocó bien la ropa y se fue al baño a asearse mejor.

Poco después regresó Francis de la compra de última hora y tanto primo como madre actuaron como si no hubiera pasado nada, aunque horas después David le contó a su primo todo lo sucedido. Éste se molestó un poco, pero más por no estar presente que por lo dominante y duro que se había mostrado con su madre.

No teniendo suficiente con esto, Isabel tuvo que someterse en más ocasiones a las exigencias de sus machos a pesar de sus negativas, aunque no siempre era así, cada vez más a menudo se acostaban con ella cuando querían y sin que a ella le apeteciera.

En otra ocasión fue su hijo el que reclamó su ración de sexo. A Isabel le tocó el turno de noche y llevaba varios días eludiendo las sesiones de polla juvenil alegando estar cansada, pues lo estaba. Así volvió una mañana a casa tras la noche de trabajo y se acostó.

Francis había pasado una mala noche debido al calor, pues el aire acondicionado seguía estropeado y tras dar muchas vueltas en la cama oyó como su madre llegaba del trabajo. Inmediatamente empezó a hacerse una paja pensando en ella. Iba a un ritmo lento y no conseguía concentrarse del todo en su madre por lo que se la estaba meneando pero no disfrutando. Harto de tanto sacudírsela se levantó y fue al dormitorio de su madre con ganas de desfogarse.

La puerta de su dormitorio estaba encajada, algo que no comprendió Francis, pues así apenas se ventilaría su dormitorio, pero cuando abrió la puerta, vio a su madre tumbada boca abajo y con los brazos y piernas estirados. Tan sólo llevaba un tanga blanco que dejaba casi todo su culo al aire. Francis supuso que entornó la puerta para evitar que él y David la vieran semidesnuda cuando despertaran y ahorrarles la excitación. El problema para Isabel es que Francis tenía excitación y ganas de guerra para regalar.

Entró en el dormitorio, cerró la puerta totalmente y se despelotó. Desnudo y con la polla dura se acercó a su madre subiéndose a la cama. Isabel, que notó el movimiento, se despertó con dificultad.

-¿Eh?¿Qué pasa? – dijo muy soñolienta. - ¿Francis?¿Qué pasa?


-Nada, mamá. Es sólo que quería dormir contigo. – contestó mientras la acariciaba de arriba abajo.

-Francis, cariño, estoy cansada y necesito dormir. Ve y duérmete anda, aprovecha ya que no tienes que madrugar para trabajar. – dijo Isabel y hundió la cabeza en la almohada.

Pero Francis se tumbó a su lado y siguió acariciándola, sobre todo sus nalgas carnosas. Cada vez más ansioso, deslizaba su mano por la entrepierna de su madre.

-Francis, por favor. Quiero dormir. – se quejó.

-Mamí, quiero follarte. – le susurró al oído. – No hemos estado juntos desde que estás en el turno de noche y tengo ganas.


-Ufff. – Resopló alzando la cabeza. – Pero estoy cansada, no es broma.


Cuando vio a su hijo tumbado a su lado con la polla apuntando al techo se planteó severamente cabalgarlo hasta tener un orgasmo, pero el turno de noche siempre la agotaba pues nunca se llegaba a acostumbrar al horario.

-Cielo, sabes que en unos días me volverán a cambiar de turno, ¿no puedes esperar?


Se sorprendió diciéndole esto a su hijo, pues desde las primeras veces que se acostó con él, no había vuelto a ser ella quien acudiera en su busca para tener sexo, sin embargo, ahora le estaba invitando a follársela dentro de unos días.

Francis seguía acariciando su vagina por encima del tanga a la vez que le masajeaba el culo.

-Venga mamá, date la vuelta.


Dicho esto comenzó a girarla para colocarla boca arriba y a deshacerse del tanga que ocultaba su placentera cueva maternal a pesar de los intentos adormilados de su madre para impedirlo.

-Te pajeo si quieres, pero déjame. De verdad que estoy muy cansada, Francis. – dijo ya completamente desnuda. – No hagas el bruto como tu primo.


-Es que estás buenísima, mamá. Mira como me tienes la polla.


Se había colocado ya entre sus piernas y le restregaba el cipote por la entrada de la vagina que poco a poco empezaba a humedecerse. Cuando Isabel iba a quejarse de nuevo, Francis le metió su verga despacio pero constante y en un instante la había introducido hasta el fondo.

-Aaaaaaahhhhh, Francis. Noooo. – se quejó débilmente.

-Sííí, mamá, síííí. Muevete tú también, vamos, hazlo cómo tú sabes, mamá.


Francis empezaba a acelerar sus empellones mientras mantenía las piernas de su madre bien altas en forma de V. Isabel, poco a poco fue acoplándose al ritmo de su hijo tal y como éste le pedía. Se había espabilado y movía sus caderas haciendo que su hijo la llenara hasta el fondo.

-Aaaaaahhhh. Mmmmmm. Termina pronto, cariño. – pidió a pesar de estar disfrutando como una cerda. – Aaaaahhhh. Aaaahhhh. Aaaahhhh. Mmmm. Síí. Aaaahhh.


Francis se apoyó las piernas de su madre sobre sus hombros y echó su cuerpo sobre ella, bien inmovilizada siguió perforándola con un veloz mete-saca, mientras que su madre, incómoda por la postura, se limitaba abrazarlo por la espalda y a pedirle que acabara pronto.

-Vamos, vamoossss. Aaaaaahhhh. Acabaaaaahhhh. Aaaaahhh. Acaba ya. Mmmm. Aaaaaaahhhhh. Aaahh. Aaaaahhh. Aaaaahhhhh. Ssííí. Aaaahhhh.


Entonces Francis se fue vaciando en su interior con cada pollazo que daba, haciendo que su madre sintiera el semen tibio en su interior.

-Hazte a un lado, cielo. – pidió Isabel cuando la verga de su hijo dejó de lanzar leche en su coño.

Notaba el cansancio y necesitaba estirarse pero su hijo no lo permitió, pues no dejó de bombearle el chocho a pesar de haberse corrido. Estaba muy cachondo y su juventud le permitió seguir cepillándose a su madre sin tener que tomar un descanso, algo que Isabel no se esperaba.

-Aaaaaaahhhhh. Francis. Aaaaaahhh. Para. Vamos. Aaaaaaaahhh. Aahhh. Aaaaaaahhhh. Aaaaahhh. ¡Joder! Aaaaaahhh. Francis.


Pero Francis no se detenía e iba más rápido que antes haciendo que sus huevos le golpearan el culo de forma constante. Notaba como parte del esperma salía chorreando y como las tetas de su madre se movían más rápidamente. Liberó a su madre de esa postura que la tenía paralizada y continuó dándole rabo con el tradicional misionero, pero ahora sí, podía entretenerse en comer teta entre vergazo y vergazo.

-Vamos mamá, pon de tu parte. – le animó su hijo sacándose un pezón de la boca.

Pero Isabel ya no tenía ganas de más, había disfrutado durante un rato y casi tuvo un orgasmo, pero estaba cansada y molesta, por lo que volvía a pedirle a su hijo que se detuviera mientras trataba de quitárselo de encima, aunque con delicadeza. No obstante, esto molestó a Francis pues le cabreaba que su madre no disfrutara mientras él se la follaba, así que se separó un poco de ella y volvió a embestir de forma dura y vigorosa, pensando más en hacerle daño que en hacerla gozar.

-Aaaaaaahhhh. ¡Aaaaaarrrgggghhh!¡Aaaaagghh!¡Aaarrgghhh! Paraaaahhh. Aaaaahhhh. Paraaaahhh. Paraaahh. Aaaaahhh. ¡Aaarrggghh! Aaaaahhh.


Pero Francis no se detuvo y prosiguió envite tras envite, llenándola de cipote juvenil hasta que se corrió por segunda vez. Terminado sus espasmos, desmontó a su madre, pues el esfuerzo había sido considerable, y se dejó caer en la cama a su lado. Isabel en cambio se palpaba su vagina pues estaba resentida y levemente dolorida. Primero había sido su sobrino y ahora su hijo el que la había tratado con dureza, y sus intentos por frenarlos no servían para nada, definitivamente se había metido en una situación difícil de salir.

-¿Ya has terminado o vas a seguir? – preguntó Isabel a su hijo con una mezcla de pena y de malestar. - ¿Por qué tenéis que ser tan brutos?


-Sí, ya he terminado. Y si somos brutos es porque no cooperas, porque cuando lo haces, bien que te corres y nos pides que te demos más rabo. – contestó molesto. – Bueno, te dejó dormir que estarás cansada.


Recogió su ropa, abandonó el dormitorio de su madre y bajó a desayunar algo pues ya era de día. Isabel se quedó sola y trató de dormir pues no quería pensar en nada, ya que no importara como actuara ante ellos que finalmente se haría lo que ellos quisieran.

Justo al día siguiente Isabel empezó a menstruar, por lo que sumado a su turno de noche, estuvo unos días tranquila, aunque no se libró de hacer alguna mamada que otra. Para su sorpresa, durante los siguientes días también respetaron su culo, el cual creía que sería atacado como compensación, pero se equivocó. No fue hasta una semana antes de que David tuviera que volver a su casa cuando decidieron volver a catar sus entrañas.

Se encontraban los tres amantes en el dormitorio de Isabel teniendo una buena sesión de sexo. En esta ocasión Isabel si estaba muy predispuesta pues se sentía con ganas, algo que Francis y David notaron de inmediato.

Acababa de chuparle la polla a su sobrino hasta que se tragó la corrida y llevaba un rato chupándosela a su hijo cuando éste le pidió que lo montara.

-Ponte encima mía, mamá. Fóllame como lo hiciste el primer día.


Francis se tumbó e Isabel, obediente, se puso a horcajadas sobre él. Con una mano guió la verga hasta la entrada de su vagina y lentamente la fue engullendo haciendo presión sobre ella con sus paredes vaginales.

-Aaaahhh. Ooohhhh, sí. – gimieron casi al unísono. – Ahora muévete, mamá. Fóllame deprisa, vamos, muévete. – urgió Francis.

Entonces Isabel empezó a subir y bajar a buen ritmo. Se apoyaba con sus manos en el abdomen de su hijo y sus tetas eran acariciadas y amasadas por él entre bote y bote. Su vagina era llenada con fuerza pues su hijo también movía su cuerpo para acoplarse al sube-baja.

-¿Te gusta? Aaaahhhh. Aaaahhh. ¿Te gusta follarte a mamá, no es así? Aaaahhh. – preguntó Isabel, pues estaba bastante cachonda. – Siempre has querido esto, ¿verdad? – decía a la vez que se pellizcaba ambos pezones poniéndolos erectos.

-Me encanta. Me encanta follarme a la guarra de mi madre. Estás buenísima, joder. Te voy a follar hasta no poder más, cerda.


Esos comentarios, sobretodo en boca de su hijo, de "cerda", "guarra", "zorra" y similares habían ido mimando su moral y su ya decaída autoridad, de tal modo que de sentirse en sus inicios como una loca o una enferma sexual, ahora se sentía como una prostituta en manos de depravados. Atrás habían quedado los días en que ella dominaba la situación para dar pasos a los días donde lo mejor que podía hacer en manos de sus dos diablos era tratar de disfrutar lo máximo posible.

-Aaaaaahhhhh. Aaaahhh. Aaaahhhhh. Aaaahhhh. – gemía Isabel cada vez que se dejaba caer sobre el rifle de su hijo. – Chúpameeehhh. Chúpame las tetas. – pidió a su hijo recostándose sobre él para ofrecérselas.

Francis, cuando vio como los melones de su madre se ponían al alcance de su boca no desaprovechó la oportunidad y los engullía, los lamía, los mordía y succionaba con ansía, yendo de uno a otro y del otro al uno. A pesar de lo atareado que se encontraba, en ningún momento dejó de embestir el chochete de su madre, aunque eso sí, a menor velocidad.

La atención tan esmerada que estaban recibiendo los pechos de Isabel hacía que el coño se le estuviera encharcando de gusto. Aunque a veces su niño se excediera en la fuerza de algún mordisco o chupetón, se sentía morir de placer de tal modo que inevitablemente se terminó corriendo sobre su hijo en una ráfaga de pequeños orgasmos.

-¡Aaaaahhh!¡Aaahh!¡Aaahhh!¡Sssíííiíí!¡Aaaahh!¡Aaagghh!¡Aaaaaaahhhhhh! – aulló de placer y siguió montando a su hijo sin detenerse. – Así. Así. Más. – decía más para sí que a su hijo.

David, con la polla tiesa de nuevo y viendo lo cachondísima que se encontraba su tía, la separó un poco de su primo y le acercó su verga a la boca nuevamente. Isabel en cuando la sintió cerca, la agarró y tras unos instantes de pajeo la devoró.

Francis tuvo que desatender las tetas de su madre por la postura que habían adoptado, pero asiéndola bien de las caderas imprimió un fuerte y veloz mete-saca durante unos minutos en los que Isabel se corrió otra vez.

Ante el comportamiento tan felino de su madre, Francis pensó que era el momento de volver a metérsela por el culo. Tenía que aprovechar lo excitada que estaba, así que hizo que su madre le desmontase ante su leve queja de protesta, y se fue al baño para buscar nuevamente el aceite bronceador que tan buen resultado le dio la última vez.

Desde el baño oía los gemidos de su madre y pensó que decididamente era una guarra. Encontró el bote de aceite, pero lo que no tenía era condones. Esto le preocupaba pues sabía que podían coger alguna infección al hacerlo a pelo, aunque David lo hizo así y no le había pasado nada, así que se volverían a arriesgar.

Al volver a la habitación vio a su primo sobre su madre con sus piernas sobre los hombros bombeando con voracidad, era muy bestia en general y follando también, pero esta vez Isabel agarraba el culo de su sobrino como podía incitándole a que la siguiera penetrando.

-¡Aaaaaaagghh!¡Aaaaaahhhh!¡Aaaaaahh!¡Aaahhh!¡Aaaaaaahhhh! – jadeaba Isabel entre gemidos hasta que sintió como su sobrino se venía dentro de ella con su leche caliente. - ¡Ssíííí! Lléname de leche. Mmmmm. Sííí.


David se hizo a un lado y se tumbó en la cama, mientras que su tía seguía boca arriba y con las piernas abiertas, empapada en sudor.

-Vamos, cielo. Qué aún no te has corrido. Ven con mamá. – animó Isabel a su hijo mientras se acariciaba el coño sin saber que éste tenía otros planes.

-Ponte en cuatro que te voy a follar así, guarra.


Isabel se colocó como le pedía su niño y esperó a que éste la embistiera con ganas. Como se hacía de rogar se volteó para averiguar su tardanza y lo vio de rodillas tras ella embadurnándose la polla con el aceite bronceador. Inmediatamente supo que quería darle por el culo y su predisposición y excitación se esfumaron.

-No, Francis, no me hagas eso. – dijo sentándose en la cama. – Ya sabes que me duele.


-Tendré cuidado, mamá, voy a lubricarlo todo bien.


-Da igual, me va a doler y no quiero por ahí. Ya lo intentamos y dolía mucho. – seguía poniendo pegas ante su hijo.

-Vamos tita, no te pongas así. – intervino David. – Vamos a tener cuidado. – dijo sumándose a perforarle el culo.

-No, duele mucho y la última vez me hicisteis sangre. Estuve varios días mal. Fóllame como quieras hijo pero no lo hagas por el culo, por favor. – dijo mirándole.

Pero Francis tenía muy claro lo que iba a hacer como para echarse atrás y más después de haber visto a su madre tan excitada. Quería que disfrutara, así que le prometió que iría con mucho cuidado pero está seguía reticente. Sin importarle, Francis fue colocando a su madre como había visto en muchas películas porno, la puso de rodillas con las piernas separadas, la espalda inclinada y la cabeza hundida en la cama.

David se situó junto a su primo para no perder detalle pues el espectáculo lo requería. El carnoso culo de su tía estaba bien elevado, su esfínter no era más que un pequeño anillo rosado que estaba cerrado mientras que de su coño goteaba algo del semen que había derramado en ella momentos antes.

-Mamá, agárrate de los cachetes del culo y sepáratelos. – pidió Francis que seguía untándose bien desde la punta del cipote hasta los huevos.

-Me va a doler, Francis. Me va a doler mucho así que no lo hagas, ¿quieres?


-Es que precisamente darte por culo es lo que quiero, mamá. – se jactó su hijo. – Pero no te preocupes, iré despacio y con cuidado.


-Noo. Joder, me va a doler. No me hagas daño, por favor. – pidió Isabel muy nerviosa, pues aún recordaba lo traumático que había sido para ella su última experiencia anal.

-Cuando el primo te la haya metido, dedéate, tita. Así disfrutarás más. – le aconsejó David.

Le había prometido que iría despacio, que no le haría daño, que tendría cuidado, y sin embargo, Francis había pasado por alto todo proceso de dilatación en el culo de su madre, al contrario de lo que había hecho las otras dos ocasiones. Finalmente se acercó a su madre y empezó su trabajo.

-Voy a empezar, mamá, así que relájate.


Con su mano izquierda se agarró a la cadera de su madre mientras que con la derecha apuntaba su polla hacía el anillo trasero. En cuanto hizo contacto a Isabel la recorrió un escalofrío producto del nerviosismo pero Francis continuó. Empujaba despacio una y otra vez pues parecía que su polla no entraba.

-Sepárate el culo un poco más, mamá. – pidió otra vez e Isabel obedeció, agarrándose las nalgas y abriéndolas todo lo que podía.

Volvió a colocar su rabo en la diana trasera de su madre y empujó. Simultáneamente tiró de ella hacía él y el movimiento combinado hizo que su verga se abriera camino en aquel ano cerradito.

-¡Aaaarrrgghhh!¡Aaaauuu!¡Aaauuu!¡Uufff! Joder. – se quejó Isabel cuando el glande de su hijo le invadió el culo. Trató de separarse pero su follador se lo impidió. – Sácala, Francis. Por favor, hazlo. Aaaauu, me duele.


-Tranquila, mamá y relájate que voy a ir despacio. – dijo mientras aferraba sus caderas con ambas manos para retenerla.

-Tita, sujétate los cachetes. – ordenó David.

Isabel volvió a separárselos al máximo mientras daba resoplidos por el dolor, pues su hijo, había iniciado un ligero mete-saca en su culo, pero introduciendo tan sólo unos centímetros de polla. Poco a poco su ano se fue haciendo al tamaño de la verga y la sensación de dolor fue disminuyendo y con ello sus quejidos, algo que no hizo que estuviera disfrutando. Sin embargo, su hijo si lo interpretó así por lo que prosiguió penetrándola más profundamente.

-¡Aaaaaaaaaaarrrrrrrggghhhh! – aulló Isabel de dolor. – Aaaaaaaagggghhh. Francis, sácamela, sácamela. Aaaaauuuu. Jooodeerrr. Francis que daño, sácamela. Aaaaauu.


Dejó de separarse las nalgas en el acto y contuvo con sus manos el cuerpo de su hijo aunque demasiado tarde, pues el rabo llenaba sus entrañas por completo. Debido a lo embadurnada que Francis tenía la polla, cuando embistió con algo de fuerza, su cipote se enterró totalmente en su culo provocándole un enorme dolor.

-Sácala, por favor. - suplicaba mientras trataba de separar a su hijo.

-Lo siento, mamá. No creí que fuera a entrar toda. – se disculpó Francis. - ¿Estás bien?


-Noooo, noo. Aaauuu. Qué daño.


Pero Francis no se la sacó. Se quedó quieto pero con la polla bien dura y rígida en su interior. Amasaba su culo carnoso y se recreaba viendo como su verga se había ocultado por entero en el culo de su madre.

-Francis, por favor. Déjalo. – dijo algo más tranquila y menos dolorida. – Duele mucho, hijo. Joder, no sabes lo que duele.


-Mastúrbate, mamá. Hazlo para que puedas disfrutar o sentirás más dolor.


Francis llevó una de sus manos al coño de su madre y comenzó a acariciarlo y frotarlo, para que momentos después Isabel apartara la mano de su hijo y se masturbara ella misma. Esto lo aprovechó Francis para poder follarle a su madre el culo en condiciones. Le dio una sonora palmada y comenzó a mover su cadera a un ritmo constante, enterrando su verga y sacándola casi hasta su totalidad.

-¡Aaaaarrrgghh!¡Aaaahhh!¡Aaaarrrgghh!¡Aaaaarrghh!¡Aaaauu! – se quejaba Isabel.

Ocultó su rostro con su mano libre mientras trataba de relajar su cuerpo para luchar contra el dolor que le invadía el culo. Un fuerte ardor se había extendido ya por todo su recto producto de la tensa fricción en su culo, haciendo que el dolor no despareciera a pesar de estar frotándose el clítoris con devoción.

-Ooohhh sí, ooohhh sí. Qué buen culo, qué gustazo. – resoplaba Francis que incrementaba el ritmo de sus vergazos. - ¿Te gusta, mamá? Mira como te follo el culo. ¿Sientes mi polla? ¡Toma!¡Toma!


-Aaaarrrgghh. Aaauu. Aaauuu. Nnnoo. Aaau. Aaaarrgghhh. Jodeerrr. Aaarrgghh. – escapaban de su garganta. – Aaaarrrgghh. Me haces daño. Aaauuu. ¡Aaaaaaaarrrrrgggghhhh!¡Aaaaaaaarrrggghhhh!


-Aguanta un poco más, sólo un poco más. Qué ya casi, ya casi… Qué culazo, por Dios. – disfrutaba Francis cuando su ritmo ya era endiablado y frenético.

Su rabo empezó a escupir todo el semen acumulado de varios días y una larga jornada de sexo sin correrse pero hasta que no paró de lanzar lechadas no paró de dar empellón tras empellón, luego, despacio, liberó a su madre de la polla que la había martilleado el culo durante un buen rato.

-Joder, que abierto se le ha quedado. – dijo David que no había perdido detalle y contemplaba el anillo ahora bien abierto. – Mi turno. – dijo mientras se preparaba a untar su polla en aceite.

-¿Estás bien, mamá?¿Te ha dolido mucho?


-Ya da igual. Ufff, da igual. – dijo mostrando dolor en su rostro. - ¿Estoy sangrando?¿Tengo sangre? – preguntó notando como algo le caía por la raja del culo hacia el perineo.

David que ya estaba tras ella con su barra de carne lista y embadurnada miró su culo y tan sólo chorreaba el semen que Isabel estaba expulsando con sus doloridos movimientos anales.

-No, tita. No estás sangrando. Es la corrida de Francis. – indicó.

Esto la tranquilizó pues a pesar de la dureza del polvazo no se había desgarrado. Le hubiera gustado parar pero sabía que su sobrino querría su pedazo de culo y tardó poco en reclamarlo. Apenas su hijo había salido a limpiarse un poco la polla, David apuntaba con la suya en su ano abierto a la vez que le pedía que volviera separarse los cachetes del culo para embestir mejor. Así, otra vez más, se los separó para facilitar que su joven follador le pudiera romper el culo a base de duras penetraciones.

Tal y como imaginaba, David tuvo muchos menos miramientos y delicadeza que su hijo, y le introdujo su mástil muy profundo desde el primer momento, aprovechando lo dilatado que estaba su agujero.

-¡Aaaarrrrggghhhh!¡Aaaarrrrgghhh!¡Aaarrrrgggghhh! – se quejó cuando sintió el tope de sus huevos. – Cuidadooohh. No seas bruto que dueleee… ¡Aaaauuuu!¡Aaaaarrrrggghhh!¡Aaaarrrggghhh!


El ardor volvió inmediatamente a su interior pero la verga gorda de su sobrino la taladraba sin inmutarse en ello, por lo que dejó de abrirse el culo y se dedicó a masturbarse para mitigar el dolor.

-¡Aaaaaaarrrrgghhh!¡Aaaarrrggghhh!¡Aaaaarrrgghhh! No sigas que me duele. ¡Aaaaauuuu!¡Aaaaarrrgghhh!¡Jodeeerr!¡Aaaaaaarrrgghh!¡Aaaaauuu!¡Ufff!


Para tortura o compasión de Isabel, David la taladraba con extrema rapidez por lo que a pesar de los orgasmos anteriores no aguantó mucho y se corrió con extrema brevedad.

-Qué culazo tienes, tita. Has hecho que me corra en nada de lo guarra que eres.


Tras esto, David también fue a asearse y luego a dormir, pues un día de trabajo, una mamada y dos polvos lo habían dejado agotado. En cambio Francis volvió a la habitación de su madre. La encontró descansando boca abajo y cuando se acercó a ella vio que seguía expulsando algo de semen a la vez que se tocaba el culo.

-Déjame ver si tienes sangre, mamá. - se ofreció. – No tienes nada, sólo el ano bastante dilatado, pero es normal después de los polvazos que te hemos dado. – dijo Francis y beso a su madre en el culo.

-Sois unos animales. Sois dos brutos, sobre todo tu primo, pero tú también. – se quejó. – Dijiste que no me harías daño y me lo habéis hecho. Joder, me duele. ¿Seguro que no tengo sangre? Sería un milagro. No entiendo por qué tenéis que ser así, estábamos disfrutando mucho y siempre acabáis por hacerme daño.


-Lo siento, mamá, pero es difícil controlarse cuando se está tan cachondo. De hecho sigo tan cachondo que lo volvería a hacer.


Su madre lo miró nerviosa y expectante. Era cierto que sólo había eyaculado una vez en toda la noche, y llevaban un buen rato follando, pero pensaba que ya habría terminado todo con la follada de su sobrino.

-Por favor, Francis, no me pidas eso. Te estoy diciendo que me habéis hecho daño y tú quieres seguir haciéndome más.


-No quiero hacerte daño, quiero hacerte el amor, quiero disfrutar contigo y de ti, pero también quiero que disfrutes. – se sinceró mientras se colocaba sobre ella.

-No, por favor. No más que estoy rota. – apeló mientras se ponía boca arriba pero al sentir dolor, se quedó acostada de lado frente a su hijo. – Ves, hijo, si hasta me cuesta moverme un poco de lo que me duele. Si no hubierais sido tan bestias podríamos seguir, pero así no.


-Vamos mamá. Más no te va a doler ya, y si aguantaste lo de la otra vez que fue más duro, puedes seguir un poco más. – alegó Francis que rápidamente pasó por encima de su madre y se puso de lado tras ella.

-¿Por qué me haces esto, Francis?


-Pues lo creas o no, porque te quiero.


Iba a preguntarle también por qué había incluido a su primo, por qué no se había podido controlar ya que entonces podrían estar disfrutando los dos solos como ella quería, pero esa frase la enterneció, disculpó el sufrimiento y dolor que su hijo le había causado, y sobre todo, derrumbó sus últimas defensas.

-Hazlo, pero despacio y con cuidado, ¿quieres?


Su hijo que no se hizo esperar se pegó a ella y apuntó al agujero de su culo pero cuando la cabeza estaba empezando a entrar Isabel se separó y detuvo a su hijo.

-¡Espera! Échate aceite que supongo que me dolerá menos.


Isabel no lo vio, pero su hijo sonrió, se cubrió la verga con abundante aceite bronceador, el bote estaba ya casi vacío, y se pegó a ella nuevamente. Ella flexionó una pierna para facilitar la penetración mientras que él fue quien le separo los cachetes esta vez. Movía su cadera intentando metérsela, pero al tener las manos ocupadas, su otro brazo reposaba bajo el cuello de su madre, no lo conseguía. Así, fue la misma Isabel la que se empaló en el garrote de su hijo, se colocó la punta en la puerta de su culo y reculó hacia atrás poco a poco, mientras que Francis embestía despacio.

-Uuffff. Mmmmm. Aaaaauu. Uuuuff. – se quejaba débilmente Isabel, que mantenía su mano en la polla de su hijo, para sentir cuanta verga la iba perforando. – ¡Espera!!Espera!¡Para!


-¿Estás bien? – dijo habiéndose parado. – Dime cuando sigo.


-Espera. Aauuu. Ufff. Joder, ¿por qué hago esto? Sigue. ¡Despacio! – aulló pues Francis había introducido buena cantidad de rabo de una sola vez. – Aaaarrgghh. Aauuu.


-Ya está. Ya te la metí toda. Qué gusto, mamá. ¿Lo sientes?¿Lo estás disfrutando?


-Joder, si la siento. Uffff, me duele Francis. Me sigue doliendo. Aaauuu.


-¿Quieres que la saque?


-Termina. Por lo que más quieras termina pero ve despacio. – dijo Isabel.

Quería terminar, sacarse aquel pedazo de carne que la dañaba y sentirse libre, pero las palabras de amor de su hijo la hicieron aguantar. Una vez le dijo que haría todo por su hijo y seguiría cumpliendo su palabra.

Francis soltó su culo y acarició la espalda de su madre cuando empezó a moverse de forma lenta pero continuada dentro de su ano. Como su madre seguía quejándose aunque en mucha menor medida que en los polvos anteriores agarró sus pechos para darle placer. Isabel cuando sintió como la mano de su hijo iba acariciando y estrujándolos de uno a otro, se puso a masturbarse.

-¿Te sigue doliendo? – preguntó Francis pues a pesar de las caricias su madre no dejaba de resoplar y gemir, pero de dolor más que de placer.

-Nnoo te preocupes. Aaauu. Mmm. Ufff. Disfruta de tu madre que también te quiere. Uufff. Un poco más despacio. Así. Auu. Así.


Con esa forma y ese ritmo de mete-saca, sumado a las caricias y besos que su hijo le estaba prodigando, Isabel se sintió muy querida a pesar de no estar gozando sexualmente.

-Prueba un poco más rápido, cielo. – Se separó las nalgas con su mano dejando se masturbarse. – Pero ve con cuidado.


Con estas palabras Francis vio vía libre e incremento el ritmo, fue muy paulatino pero en poco tiempo tuvo que abandonar las tetas de su madre para agarrarla de las carnes de su culo y poder dar envites de mayor fuerza.

-¡Aaaauu!¡Aaaarrrgghh!¡Espera!¡Para!¡Aaaarrrgghh!¡Aaauu!¡No tan rápido, no taaaaahh. ¡Uff!¡Aaarrrggghh!¡Francis!¡Para!¡Aaaarrgghh!¡Aaaarrrgghhh! – pedía a su hijo que se había desbocado de nuevo y la taladraba con fuerza.

-Me corro, mamá, me corro, me corro yaaaaaaaa.


Con dolor soportó Isabel la nueva corrida de su hijo dentro de su culo. El ardor de su recto había vuelto a despertar y la hacía quejarse entre dientes.

Francis se abrazó a su madre pidiéndole disculpas por haberle hecho daño.

-No pasa nada. – dijo Isabel.

Ambos se quedaron un buen rato el uno junto al otro, hasta el punto que Francis no sacó su verga si no que fue perdiendo rigidez hasta que se la sacó estando flácida. Entonces Isabel pidió a su hijo que la ayudara a levantarse pues quería ducharse antes de irse a dormir.

Dolorida se puso en pie y ayudado de su hijo llegó hasta el baño lentamente mientras su culo seguía escupiendo semen. Allí ambos se lavaron bien e Isabel pudo ver mitigado su dolor. Finalmente, Isabel volvió a su dormitorio y se acostó boca abajo para no presionar su culo. Estaba dolorida y eso que se había masturbado, con ello había amortiguado o engañado parte del dolor pero no todo. Se dijo que habría podido disfrutar plenamente del último polvo anal de su hijo si previamente no hubiera sido penetrada de forma tan intensa por él y su sobrino. De todos modos, seguía sin gustarle eso de sentir su culo lleno e invadido.​

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heranlu

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Las Historias de Isabel – Capítulo 006


Corría la tercera semana de septiembre y el nuevo curso había empezado por lo que Francis volvía a estar más ocupado. Esto le vino bien a Isabel para volver a encauzar las cosas con su hijo, aunque tras la marcha de su sobrino todo había sido más fácil. Los encuentros se habían moderado y los impulsos de su hijo a forzar ciertas situaciones también habían remitido, aunque ni mucho menos cesado. Todo iba ciertamente bien hasta que recibió una llamada de su hermana Margarita.

Lo primero que pensó fue que de algún modo su hermana se había enterado de lo sucedido con sus sobrinos. Seguramente ellos, ahora que habían empezado las clases, habrían contado algo a sus amigos para alardear y ahora la noticia se había extendido por el pueblo como una plaga.

Una angustia insana le estaba oprimiendo el pecho mientras veía el número de teléfono de su hermana en la pantalla del móvil. Tenía que descolgar por si era por otra razón, o si era una urgencia, pero no se atrevía. Cuando había sonado ya el sexto tono descolgó.

-¿Pero dónde te habías metido, niña? – dijo Margarita. – Estaba a punto de colgar.


-Sí, jejeje. Es que no encontraba el móvil en el bolso. – mintió Isabel. – Dime, ¿qué querías?


-Pues que la semana que viene es la feria y no me has dicho si vais a venir este año. ¿Tienes que trabajar? Bueno, si trabajas podemos pasar a recoger a Francisco para que se quede aquí esos días o te puedes coger un par de días libres, ¿no? Empieza el jueves y termina el domingo por la noche.


-Ay, pues no sé. Se me había olvidado, la verdad. La semana que viene cambio el turno así que tendré que preguntarlo en el hotel. Y no, no creo que me pueda coger esos días, este verano ya me he cogido demasiados. – dijo pensando en lo que había hecho esos días. – Bueno, yo mañana lo preguntó y te llamo con lo que sepa, ¿vale?


-Vale, tú me llamas, pero que no se te olvide que siempre te llamo yo.


-Sííí. Hablamos mañana, que yo te llamo. Adiós, Marga. Un besito.


-Adiós, Isa.


Finalmente no era nada, pues con lo temperamental que era su hermana, si estuviera al tanto de las correrías con sus hijos le habría dicho un insulto tras otro. Tan solo era algo tan trivial como la feria. Acudían casi todos los años y solo cuando ella había trabajado no habían acudido. Incluso en sus años de casada, si su marido trabajaba ella y el pequeño Francis iban a pasar un par de días al menos.

Llamó al hotel y le informaron del siguiente turno y luego, calendario en mano se puso a hacer cálculos descubriendo que no estaba mal. El viernes terminaba el turno de mañana, descansaba el sábado y el domingo no entraría hasta la noche, con lo que podrían irse el viernes cuando Francis saliera del instituto y volver el domingo después de comer.

A Francis le haría mucha ilusión pero a ella este año no le hacía tanta gracia. Después de lo que había pasado ese verano, le costaba hablar con su hermana sin que a su mente acudieran las imágenes de sus sobrinos follándola a placer. Y esa era otra, sus sobrinos. Estaba claro que no habían dicho nada y eso era buena señal, pero estar en la misma casa que ellos nuevamente se le asemejaba a regar un bosque con gasolina, aunque no pudo negar que también le dio morbo.

Finalmente acudió al dormitorio de Francis y le preguntó que le parecía el plan y a éste por supuesto le encantó, pero antes de que pudiera maquinar nada con su primo vía Messenger, le advirtió una y otra vez que en casa de sus tíos se comportara normal, que no se le ocurriera tocarla ni hacer ni decir nada que pudiera dar pistas de lo que había pasado y pasaba entre ellos.

-Qué sí, mamá. Voy a ser bueno. Además si estaré todo el tiempo con la pandilla de David en las casetas de tiro o bailando o por ahí haciendo el gamberro en los olivares. – dijo conteniendo la risa pues imaginaba alguna locura que podrían hacer.

-De hacer el gamberro, nada. – le riñó Isabel. – Diviértete pero ni se te ocurra meterte en líos. Y lo mismo que te he dicho a ti, se lo dices a tu primo, que no quiero que con lo bruto que es, la vaya a liar.


-Si el primo David me ha dicho que tiene un rollete. Creo que está intentando que una chica del pueblo salga con él. Ni te hará caso.


-Ah. – se calló pues no esperaba esa noticia. – Pues muy bien, entonces mejor.


Abandonó la habitación pensando quién sería la pobre chiquilla que tendría que aguantar las embestidas animales de su sobrino. Al día siguiente, su hermana la llamó antes de que pudiera hacerlo ella.

Ya había llegado el viernes de la partida y estaban a apenas quince minutos de llegar. Durante el trayecto Isabel había recordado a su hijo mil y una veces lo que hablaron en su dormitorio una semana antes. Estaba bastante nerviosa y según entró en el pueblo, cada vez que se acercaba a la casa de su hermana, su corazón latía más deprisa hasta el punto que no reparó en las decoraciones que engalanaban todo el centro del pueblo.

La casa estaba algo alejada del centro del pueblo, en una de las muchas zonas nuevas del creciente pueblo, rodeada de una pequeña valla amurallada y adornada con setos. Era muy reciente y la primera vez que ella, no Francis, estaba en ella. Tenía dos plantas y una terraza con una buhardilla, y toda la casa estaba rodeada por un jardín que incluía una piscina que era algo más grande que un jacuzzi.

Isabel condujo el coche hasta aparcarlo justo delante de la puerta, dejando libre la entrada del garaje y apenas ella y Francis se apearon del coche, Margarita salió de la casa a recibirlos.

-¡Hola! – se abrazó y besó con su hermana. – Ven aquí Francis y dale un beso a tu tía, anda. – lo besó y lo espachurró entre sus brazos.

-Hola, tita Marga. – dijo Francis zarandeado entre los brazos de su tía.

-Venga, entrad. Déjame que te ayude con el macuto. Los niños están dentro y Ramón está preparando algunas cosas en el ayuntamiento.


Isabel, asentía, sonreía, caminaba, incluso parecía que escuchaba, pero estaba como ausente, no sabía lo difícil que le resultaba mirar a su hermana a la cara y cuando aparecieron sus sobrinos frente a ella dispuestos a saludarla notó como le temblaban las piernas.

Pedro, igual de efusivo que su madre se lanzó a abrazarla, pero sin malicia ninguna. Él siempre había sido así con ella y sabía que la idolatraba en cierto modo. David para su asombro le saludó más despreocupadamente, algo que la alivió, aunque a la vez le hacía sospechar, sabía que él y su hijo podían ser muy bribones.

-Francis dormirá con David en la misma habitación. Hemos puesto una cama y ven que te voy a enseñar dónde vas a dormir tú.


Margarita llevó a su hermana escaleras arriba hasta la terraza que era no era muy amplia debido a que una buhardilla o desván ocupaba bastante espacio.

-¿Es que me vas a meter en el trastero Marga? – rió al estar más distendida y relajada.

-Calla, boba. – abrió la puerta y encendió la luz. – Entra y mira.


El supuesto trastero no tenía nada de trastero. Era una habitación en toda regla, tenía una cama ancha, aunque no de matrimonio. Tenía una mesita junto a la cabecera de la cama y a un lado un armario estrecho.

-Mira esto, Isa.


Margarita abrió una puerta corredera que estaba enfrente de la cama, junto a la puerta del desván y dejó ver un pequeño cuarto de baño, con su lavamanos y la taza del váter.

-Joder, Marga. Esta genial. No me habías dicho nada de esto y está mejor que muchos hostales.


-Ramón y yo penamos que era mejor agrandar el trastero y convertirlo en habitación, así cuando vinierais tú y Francis nadie dormiría en el sofá. Bueno, el cuarto de baño es pequeño, pero al menos si tienes prisas no tienes que bajar las escaleras en mitad de la noche.


-¡Qué dices! Es más que suficiente. – la abrazó y besó.

-Bueno, pues si quieres antes de que se vaya el sol puedes cambiarte y darte un chapuzón en la piscina o nos tumbamos a tostarnos y a cotillear un poco.


Mientras bajaban llegó Ramón y los tres juntos se fueron al jardín a charlar y tomar el sol un poco antes de que empezaran los espectáculos del día. Por su parte, los tres jóvenes estaban dentro jugando con la consola preparando planes para esa noche y comentando lo que no se habían comentado por el Messenger desde que David volvió a casa al terminar el verano.

Así pasaron parte de la tarde hasta que oyeron la música que comenzaba a sonar en la plaza, por lo que los padres se prepararon a salir mientras que los adolescentes seguían enganchados a la consola.

Eran algo más de las 01:00 de la madrugada y el ambiente en la feria era sensacional, había mucha gente, bastante más que otros años, comprobó Isabel. Había actividades para los pequeños y mucha bebida y baile para los mayores. Ella estuvo bailando y conversando bastante con un hombre del pueblo, Manuel, tenía un taller de coches y se le veía en sus ojos que estaba loco por follársela, pero lo único que provocó fue que ella jugara un poco con él, calentándolo y haciendo que pagara casi todas las bebidas para finalmente disculparse y marcharse.

-Isa, no seas mala, jejejeje. – rió Margarita cuando se acercó su hermana.

-No soy mala, solo estoy contentilla. – rió también, pues había bebido bastante y estaba muy desinhibida. - Marga, ¿tú crees que yo me iba a liar con un catetillo de pueblo?


-Oye, que yo estoy casada con un catetillo.


-¡Eso! Qué el cateto soy yo. – se ofendió Ramón falsamente. – Y a mucha honra.


-Ay, Ramón, pero tú eres un cateto con glamour. – dijo mientras hacía gesto con su mano haciéndole ver que tenía mucha pasta. Volvió a reír.

Estaban los tres y algunos amigos de Ramón y Margarita riendo cuando llegó Pedro.

-Mamá, dame las llaves, que los demás se han ido ya a sus casas y me aburro.


-¿Por qué no te vas con tu hermano y el primo? – preguntó su padre.

-Es que no los encuentro.


-Bueno, te acompaño que hay mucha gente y no vas a ir solo. – dijo Ramón.

-Deja, yo lo llevó. – se ofreció Isabel. – He bebido mucho para lo que estoy acostumbrada. Además, tú has trabajado mucho estos días para preparar la feria así que aprovecha ahora y disfruta.


-Está bien.


-Toma mis llaves, Isa. – le ofreció su hermana. – Qué Ramón lleva también las del trabajo.


Esquivando a la muchedumbre se fueron andando tranquilamente tía y sobrino entablando una conversación trivial sobre los estudios hasta que llegaron a casa.

Durante todo el camino Pedro había ido empalmadísimo por encontrarse a solas con su adorada tía y ahora que estaba en casa se refrenaba por no saltar sobre ella como le hubiera gustado.

Como Isabel no atinaba a encontrar la luz pues no conocía la casa, Pedro encendió la luz de la entrada. Su tía aprovechó para ir al baño a mear y al salir fue subiendo escaleras arriba hacia el desván. Detrás de ella y muy cerca iba Pedro con la excusa de evitar que se cayera por la larga escalinata.

Isabel podía notar la tensión que había entre ambos y a pesar de estar algo bebida, que no borracha, advertía como las miradas de su pequeño sobrino iban directas a sus piernas y a su culo, lo cual la puso nerviosa de excitación. Recordó lo atrevido que había llegado a ser el canijo, como había ido acariciándola hasta ir cada vez más lejos, hasta el punto de haber terminado follando con él, haciendo que se calentara más aún.

Cuando llegaron al desván Pedro abrió la puerta e Isabel se dejó caer en la cama nada más llegar. Había decidido acostarse nuevamente con su obediente sobrino aunque fuese una locura.

-Vaya con las escaleras. Tu padre se olvidó de poner el ascensor. – dijo.

-Eso es que has bebido, tita. – dijo Pedro riéndose.

-No digas eso de tu tía y ayúdame a quitarme este vestido. – se ofreció poniéndose en pie y dándole la espalda. – Vamos, que me quiero acostar pronto.


Tras el instante de perplejidad Pedro reaccionó y ayudó a su tía a quitarse el vestido dejándola en sujetador y con unas braguitas que si fueran más pequeñas serían un tanga.

Isabel se dio la vuelta y vio la erección de su sobrino abultar el pantalón.

-¿Qué te pasa? Cualquiera diría que nunca me has visto así.


-Tita, yo… yo. Joder, tita. – balbuceo Pedro llevando una mano a una de las tetas de su tía sin llegar a tocarla.

-Tú quieres follarme otra vez, ¿verdad? – preguntó y Pedro asintió. - ¿Y vas a decir algo si te dejo? – Negó con la cabeza. - ¿Harás lo que yo diga? – Volvió a asentir mientras Isabel recordaba esa sensación de poder y autoridad. – Pues desnúdate y date prisa que tus padres pueden llegar en cualquier momento.


-No creo. Anoche llegaron tardísimo. Me despertaron al llegar y eran casi las 04:00. – dijo mientras se despelotaba a la velocidad del rayo.

Sentada en el borde de la cama Isabel le hizo una señal a Pedro para que se acercara y obedientemente se acercó. Teniendo entonces la verga al alcance la comenzó a sacudir arriba y abajo mientras Pedro comenzaba a jadear y se peleaba por desabrochar el sostén de su tía aunque sin éxito. Isabel entonces se metió la polla de su sobrino en la boca y se desabrochó y quitó el sujetador ella misma.

-Tita, mee gustaas mucho. Yo… tita, yo tee quiero. – se confesaba Pedro mientras su amada tía le comía la polla de arriba abajo.

Isabel se saco el pene de la boca y miró a su sobrino dedicándole una sonrisa tierna pero a la vez picara y morbosa. Se recostó en la cama y se quitó las braguitas dejando sus piernas bien abiertas, lo que hacía que su coño se mostrara en magnífica plenitud.

-Entonces ven y haz disfrutar a tu tía que también te quiere, sobrino. Vamos Pedro, lámeme y cómeme toda. – lo invitó mientras se acariciaba la entrada de la vagina.

Pedro se arrodilló frente a ella y comenzó a besar y lamerle todo el chochete. El olor le disgustaba pero sentir esa carne caliente con su lengua le parecía algo maravilloso. De vez en cuando se detenía para apartarse algún pelo de la boca, pero su lengua apenas dejaba de moverse.

-Aaaaayyy, sííííííí. Sigue así, Pedrito. ¡Mmmmm! – animaba Isabel que se humedecía por la calentura que llevaba. – Aaaaahhh, qué bien. Eso es, eso es. Sssííííí. ¡Aaaaahhh!¡Ssssíííiíííí! – aulló corriéndose. – Qué bien lo has hecho Pedro, muy bien. – dijo mientras lo apartaba y se terminaba de tumbar en la cama.

Su tía se había corrido en su boca y esto lo excitó más aún, por lo que cuando su tía se apartó y se tumbó, no dudó en plantarse encima de ella para penetrarla. Pero Isabel, que quería aprovechar esos momentos de autoridad sobre su sobrino se dijo que le haría darle más placer antes de permitir que se la follara. Por esa razón cerró sus piernas cuando vio el ímpetu de su sobrino ante el disgusto de este.

-Tita, déjame follar contigo ya, la tengo muy tiesa y no aguanto más. – dijo mientras se la sacudía. – Vamos, por favor. – dijo mientras intentaba separarle las piernas.

-Bésame aquí, Pedro. – dijo señalándose uno de sus pezones. – Venga, cómetelas. ¿No te gustan? – dijo jugando con él.

Pedro inmediatamente trepó por su cuerpo hasta llegar a sus pechos y besarlos primero, lamerlos y terminar por devorarlos mientras Isabel se retorcía de placer.

-Aaaaahhhh. Mmmmmm. Ssíííííí. Eso es, así. Dale gusto a tu tía favorita.


Mientras sus globos eran engullidos uno tras otro con devoción, Isabel no pasó desapercibido como la tiesa verga de su sobrino se restregaba por sus muslos buscando una y otra vez la entrada de su cueva. Finalmente se apiadó de él y abrió sus piernas permitiéndole entrar en su interior.

-Vamos cariño, métete aquí. – dijo cogiéndole la verga y acercándola a su raja. – Empuja ahora, Pedro. Muévete rápido.


Sin despegarse de su tía, Pedro empezó a moverse rápidamente dentro de ella. Estaba muy caliente y movía sus caderas en un rápido mete-saca que no profundizaba mucho en su tía. El tamaño de su polla no era como la de su hermano o la de su primo e Isabel lo notaba, así que se abrió más de piernas e hizo que su sobrino se incorporara un poco sosteniéndoselas. Así, podría dar envestidas más profundas.

-Aaaaaahhhh. Aaaaaahhhh. Así, más. Dame más. Aaaaaahhhh. – farfullaba Isabel mientras acompasaba su cadera a las embestidas de su sobrino. – Aaaahhh. Aaaahhhhh. Aaaaahhh. Aaahhh.


-Ya… tita, me voy a correr. No aguan…


Comenzó a llenar de esperma el coño de su tía. Una vez vaciado se hizo a un lado sentándose en la cama. Se había pasado semanas esperando que esto se repitiera, llegando incluso a pensar que jamás volvería a acostarse con su tía y esa noche había sido ella la que se lo había pedido. Su larga paciencia había dado sus frutos.

Miró a su tía y la vio introduciéndose algunos dedos en su chorreante coño mientras se estrujaba un pezón de sus tetas. Tras un par de minutos ella también se corrió.

-¿Te ha gustado, tía? – preguntó Pedro. - ¿Lo he hecho bien?


-Claro que sí, mi niño. Muy bien.


Por su puesto lo había disfrutado, pero había gozado más de la comida de coño que de la penetración, algo que en el futuro muchas novias de Pedro estarían de acuerdo. Sin embargo, la herramienta de Pedro volvía a estar lista para un nuevo asalto y quiso colocarse nuevamente entre las piernas de Isabel, pero ella no le dejó.

-Por esta noche es suficiente, Pedro. Será mejor irse a dormir antes de que lleguen tus padres.


-Jooo, tita. Mira como estoy, podría seguir.


-No Pedro, no esta noche al menos. Venga, se bueno y hazme caso como dijiste que harías. – dijo levantándose y yendo al pequeño cuarto de baño. – Ven que te limpie si quieres, pero luego te vas a dormir.


El cuarto de baño no era muy grande, así que mientras Isabel mojaba una toalla en el lavamanos, Pedro se introdujo con dificultad tras ella para dejarse asear. Sin embargo, cuando vio su culo desnudo se pegó a él y con la polla aún dura buscó la entrada de aquel esplendido coño maduro.

-Ay, Pedro, tú también eres muy cabezota, ¿no? No te he dicho que noooo… Aaaaaaahhhhh. – gimió cuando su sobrino consiguió metérsela. – Aaaaahhh, eres muy malo, Pedro. Aaaaahhh. Termina rápido, no nos vayan a pillar. Aaaahhhhh.


-Sí, tita, ya mismo estoy. Estoy muy caliente. Me pones muy caliente. – dijo mientras la agarraba por las caderas para embestirla más ferozmente. - Cuando te veo se me pone dura, tita. Te adoro, eres la mejor. Te quiero.


Isabel se dejó caer sobre el lavamanos y flexionó sus piernas un poco para facilitarle las penetraciones a su sobrino.

-¡Aaaaahhh!¡Aaaahhh!¡Aaaaaahhh!¡Aaasssííí!¡Síííí!¡Aaaaahhhhh! – gemía sin parar.

Pedro se pegó a la espalda de su tía y con las manos estrujando sus tetas se volvió a correr aunque en menor cantidad.

-¡Uff! Este ha estado muy bien, Pedro. – dijo Isabel mientras recuperaba la respiración. – Muy bien, sí. Ahora déjame que te limpie y vete a dormir.


Se limpió con la toalla húmeda y limpió a su sobrino. Una vez se desearon buenas noches, cerró la puerta y se hundió en la cama esperando que el sueño se llevara los pensamientos de culpabilidad que volvían a aparecer.

Mientras tanto, Francis y David habían estado de marcha con sus colegas, bebiendo y bailando por la feria, haciendo tiro en las casetas y participando en varias atracciones. En un momento se separaron de sus amigos y fueron a la plaza en busca de sus madres para pedirles algo más de dinero. Cuando los encontraron solo estaban los padres de David así que Francis preguntó por su madre.

-Pues se ha ido hace un ratito para casa, tu primo la ha acompañado. – dijo Margarita.

Ambos primos se miraron y debieron de pensar lo mismo. Isabel se había ido y el canijo de Pedro con ella con la única meta de follársela. Entonces se disculparon y dijeron que también se irían a acostar ya. En cuanto salieron de la plaza mayor se pusieron a correr como posesos en dirección a la casa.

-Joder, seguro que el cabrón de tu hermano se quiere tirar a mi madre.


-Fijo que sí. Qué callado se lo tenía que no me ha dicho nada con las ganas que tengo. – dijo David.

Sin aliento llegaron a la casa y antes de entrar cogieron un poco de aire pues habían recorrido la distancia en poco tiempo. David abrió y vieron que la luz de la escalera estaba encendida. En silencio comenzaron a subir David primero y Francis detrás. Cuando alcanzaron la planta donde estaban sus habitaciones se toparon de lleno con Pedro.

-Jodido canijo. – dijo David al verlo. - ¿Has estado con tita Isa, verdad?


-Sí. – respondió tras el susto y shock inicial de ver a su hermano y su primo jadeantes frente a él. – Pero ha sido ella la que ha querido primero. – se defendió antes de que le acusaran de cualquier cosa.

-Jejejeje, qué suerte tienes. Siempre la pillas a solas. – dijo David. – Bueno, ahora nos toca así que tú vete a dormir y avísanos si oyes a papá y mamá de llegar.


Los dos primos subieron lentamente mientras Pedro iba a su habitación a soñar con su adorada tía. Cuando los dos adolescentes llegaron a la terraza vieron que la luz del cuarto-desván estaba apagada y se asomaron a una pequeña ventana para ojear el interior. Con dificultad vieron que Isabel estaba tumbada boca abajo totalmente desnuda lo que les terminó por endurecer las pollas. Pero cuando fueron a abrir la puerta la encontraron cerrada.

-Joder, está cerrada. – dijo David. – Mierda. Ha debido de cerrar por dentro.


-Vaya mierda. Nos vamos a quedar con las ganas. ¡Qué putada! – se quejó Francis. – Llama a la puerta que yo llamó a la ventana, lo mismo se despierta y así nos abre.


Sin hacer mucho ruido ambos llamaron pero Isabel no se inmutaba. No lo hicieron muy fuerte, pero creían que sería suficiente para despertarla mas no lo consiguieron, por lo que enfadados y empalmados se fueron a su dormitorio.

A Francis le costó dormir mucho más que a su primo. La actitud de su madre le había molestado, le había molestado mucho. Le había prometido que él no haría por acosarla y que evitaría que su primo David hiciera lo mismo, sin embargo, ella se había acostado con su primo Pedro a la primera oportunidad. Por esa razón, se prometió antes de dormir que la noche siguiente si se la follarían.

Al día siguiente todos se despertaron tarde y volvieron a actuar como si nada hubiera ocurrido. Sin embargo, tanto Francis como David estaban más distantes de Isabel, pues aún estaban molestos, mientras que Pedro apenas se despegaba de su tía. Por la tarde la fiesta comenzaría un poco antes porque era el patrón del pueblo, así que todos juntos se fueron a celebrarlo a la plaza aunque poco a poco se dividieron, los adultos por un lado y los jóvenes con sus amigos.

A lo largo de la tarde y de la noche, Francis y David daban rondas cerca del lugar donde se encontraba Isabel pues lo habían hablado y esa noche esperaban ser ellos quienes se la trabajaran. Quiso entonces la suerte que en una de sus rondas de espionaje vieran a Pedro irse de la mesa junto con Isabel dirección a la casa, aunque esta vez, Isabel estaba mucho más borracha que la noche anterior. Francis y David decidieron seguirles y sorprenderlos en mitad de la faena ya que entonces Isabel no les negaría nada, del mismo modo que ocurrió la primera vez en casa de Francis.

Apenas habían conseguido salir de la plaza que estaba abarrotada cuando un par de chicos del pueblo y amigos de David los vieron irse.

-Mierda. – maldijeron los dos primos cuando fueron interceptados.

-¡Ehhh!¡David!¿Ya os vais? – preguntó Jorge, uno de los amigos que se caracterizaba por su multitud de pecas en torno a la nariz y mejillas. – Aún es temprano.


-¿Qué? No, no nos vamos aún. – mintió David que no sabía que más decir.

-Entonces vamos con los demás que están en la atracción del barco. – dijo Andrés mientras le pasaba una bebida a los primos. – Vamos.


-Bueno, esperadnos allí que ahora vamos. – dijo Francis que agarró a su primo del brazo y lo hizo ponerse en camino a la casa.

-Joder, ¿pero adónde vais?


-Nada, que no tenemos más dinero y no encontramos a nuestras madres así que vamos a casa a coger más. – respondió Francis ingeniosamente. – Esperadnos que no tardaremos.


-Ah, pues os acompañamos. – dijo Jorge y tanto él como Andrés siguieron a la pareja de primos.

Iban caminando lentamente, los primos delante y los amigos detrás, los primeros muy serios y los segundos riendo estúpidamente.

-¡Joder!¿Ahora qué hacemos? – preguntó Francis en voz baja. – Me cago en la leche.


-Pues cogemos el dinero y nos vamos o se unen a la fiesta. – propuso David pensativo.

-¡Qué dices! Estos no se follan a mi madre, que tú eres mi primo y es distinto. – se quejó. – Además, cuanta más gente se entere más fácil es que alguien se vaya de la lengua. Sin olvidar que mi madre no creo que acepte.


-Bueno, la verdad es que no creo que tu madre se enterara de mucho, iba bastante pedo, casi se la pega cuando se levantó de la mesa. Si no se agarra a mi hermano se hubiera caído seguro. – puntualizó David. – Por cierto, ¿estos dos no conocen a tu madre verdad?


-No, ¿por qué?


-Pues porque si no la conocen podemos decir que nos hemos ligado a una madurita. – le dijo a su primo.

-¿Qué cuchicheáis ahí delante, parejita? – interrumpió Andrés que acababa de tirar el vaso ya vacío.

-Mirad, no vamos a casa a coger dinero, vamos porque hemos pagado a una puta para cepillárnosla. – dijo David pillando a todos de improviso y noqueando mentalmente a Francis. Ahora resultaba que su primo quería hacer pasar a su madre por puta.

-¡No jodas! – gritaron los amigos al unísono. - ¿Pero la has metido en tu casa?¿Y si te pillan tus padres? Joder, llevadla al olivar como todo el mundo. – dijo Andrés.

-Por eso queremos aprovechar ahora y vosotros nos vais a joder el plan. – dijo David casi seguro de que esto bastaría para deshacerse de ellos. – Así que esperadnos con los demás que luego iremos.


-Sí claro, yo también me la quiero tirar. – dijo Jorge que era virgen.

-Vamos a dejarlo, David. Hoy no puede ser y ya está. – dijo Francis pues veía que la cosa se iba a ir de madre y nunca mejor dicho.

-No, ya hemos pagado y no vamos a perder el dinero aparte de quedarnos sin follar. – contestó David que pensaba que su primo le seguía el juego.

-Bueno, yo estoy dispuesto a pagar algo. – se ofreció Jorge. - ¿Cuánto tendría que pagar?


-Veinte euros cada uno. – respondió rápidamente David que en realidad no tenía ni idea de lo que podría costar contratar a una prostituta. – Si no los tienes, mala suerte.
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heranlu

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Las Historias de Isabel – Capítulo 007


Francis no acababa de creérselo, su primo estaba ejerciendo de chulo con su madre. No sabía cómo sentirse, pues una parte estaba mosqueada pero la otra estaba a punto de partirse de risa por la situación, eso sin contar las ganas que seguía teniendo de follar. Iba a llevarse a su primo aparte para dejarle bien claro que no iba a alquilar a su madre a esos paletos cuando oyó una voz que lo llamaba.

-¿Francis, eres tú? – dijo la voz.

Francis se giró y se sorprendió con lo que vio. Frente a él a escasos cuatro metros estaba su padre. Su corazón se aceleró, hacía tiempo que no lo veía y aunque éste siempre se había portado bien con él, o era lo que él recordaba, no se portó igual con su madre por lo que no tenía muy claro que sentimientos tener.

-Hijo, ¿qué tal? Divirtiéndote en la feria, ¿no? – dijo Rafael mientras abrazaba a su hijo.

-Sí. ¿Y tú?¿Qué haces aquí? – preguntó Francis.

-He venido con algunos compañeros de trabajo y ya nos íbamos, tenemos el coche aparcado por aquí.


Francis vio detrás de su padre, un poco más lejos, a un par de hombres que hablaban animadamente.

-Francis, te esperamos en casa, no tardes. – le dijo su primo que se iba junto con sus dos amigos haciéndole un gesto de OK con la mano que indicaba "tranqui, todo bajo control".

-¡Esperadme! – gritó Francis pero su padre lo detuvo.

-Espera muchacho, ¿no quieres que hablemos un rato? Hace mucho que no nos vemos, hijo.


La mente de Francis se estaba despedazando como un puzle. Por un lado estaba su madre, caliente y borracha en manos de sus primos, para colmo el secreto de su relación iba a ser desvelado a un par de chavales de pueblo con el peligro de chismorreo que eso conllevaba. Su padre, aquel que había causado tanto daño a su madre estaba frente a él con una sonrisa queriendo tener una charla paternal. Todo esto estaba haciendo que su corazón se acelerara, su respiración se agitara y su mente empezara a quedarse en blanco, pero lo que más le jodía de todo es que se iban a follar a su madre sin él.

David había aprovechado la interrupción del padre de su primo para explicarle a sus amigos que habían conocido a una madurita la noche anterior que estaba dispuesta a desvirgarlos por un poco de dinero y habían quedado esta noche en casa de David. Se suponía que ella debería esperarles a él y a su primo en la entrada pero habían mandado a su hermano Pedro para que la metiera en casa y los vecinos no sospecharan al verla esperando en la puerta.

Rápidamente se pusieron en camino y por el camino terminaron de negociar lo que pagarían Andrés y Jorge. Tan sólo tenían treinta euros entre los dos, por lo que David accedió a invitarles a condición de que le hicieran caso y no dijeran nada para que sus padres no le regañaran.

Mientras tanto Isabel y Pedro ya se encontraban en casa. Iban subiendo las escaleras directos al desván y esta vez sí que Pedro tenía que sujetar a su tía para que no se cayera. Así abrazado a ella también aprovechaba para tocarle el culo descaradamente.

-¿Qué quieres Pedrito?¿Quieres jugar con tu tía otra vez? – preguntaba Isabel ebria por el alcohol. - ¿Te gusto mucho, verdad?


-Sí, tía. Me gustas mucho y quiero acostarme contigo otra vez. – dijo mientras abría la puerta del desván.

Isabel le dio una palmada en el culo a su sobrino y se metió en el pequeño baño mientras su sobrino se desnudaba y la oía mear. Poco después salió con el vestido arrugado y vio a su sobrino con el pene en pie de guerra. Sonrió y se desabrochó el vestido dejándolo caer con dificultad a sus pies pues se había atascado un poco a la altura de sus caderas.

En cuanto quedó en ropa interior Pedro se abalanzó hacía los pechos de su tía sacándolos de la copa del sostén. Ya en libertad, los lamió y chupó.

-Me tenéis que hacer caso u os doy de leches a los dos, ¿eh? Yo seré el primero y ya que Jorge ha puesto más dinero, es justo que él lo haga después. – dijo David en cuanto entraron a su casa y ambos amigos asintieron dando su aprobación. – Otra cosa. Dadme los móviles porque no se va a grabar nada, a ver si por colgarlo en youtube nos metemos en un lío.


Andrés obedeció pero a regañadientes, era lo que pensaba hacer ya que sería el último en follar al menos se divertiría grabando durante la espera.

Tras confiscar los teléfonos subieron despacio y los dejó en un cajón de su dormitorio. La luz de la escalera volvía a estar encendida por lo que David explicó que su hermano estaría arriba con la mujer, algo que hizo que sus amigos rieran de imaginar a Pedro, tan pequeño y desvirgándose.

Cuando llegaron a la terraza todos estaban nerviosos, de hecho Andrés y Jorge se iban a desvirgar, aunque Andrés había recibido algunas mamadas sería la primera vez que probaría un coño. Así se asomaron a la puerta del desván y vieron a Pedro desnudo abrazado a una mujer de unos cuarenta años. Tenía una melena por encima de los hombros y se encontraba con las tetas fuera del sujetador y con las bragas todavía puestas. Se empalmaron en el acto, pues a pesar de no ser una veinteañera, la madura estaba de muy buen ver. Con un carraspeo de David, su hermano y su tía percataron en ellos.

-¿Pero qué es esto? – preguntó Isabel extrañada a la vez que trataba de cubrirse con movimientos torpes y se agachaba para recoger su vestido, lo que hacía que sus melones colgaran facilitándole la visión al grupo de amigos.

-Pedro. Sal a la terraza y vigila, si ves a papá y mamá, entras y nos avisas. – ordenó David aunque su hermano, dubitativo, no se movía. – ¡Pedro, joder! – le alcanzó los pantalones a su hermano, entonces fue cuando éste los tomó y salió de la habitación.

Isabel, aturdida por el alcohol y la presencia de esos dos extraños que acompañaban a su sobrino, la pusieron nerviosa y las prisas por vestirse hicieron que tropezara y cayera sobre la cama. Algo que aprovecharon los muchachos para entrar en la habitación y empezar a desnudarse.

-Esperad, ¿qué vais a hacer? – preguntó asustada. – No sé que hacéis pero marchaos.


-No digas eso, si estás aquí para que te follemos. – dijo David de modo perverso. – Quítate la ropa que estarás más cómoda.


Isabel comprobó como los tres jóvenes ya se habían desnudado por entero y mostraban vergas de similar tamaño, todas tiesas y rígidas. Se acercaron a ella y quisieron desnudarla pero ella se resistía aunque de un modo lento y desacertado. Con lo que consiguieron quitarle el vestido y el sujetador.

-Joder qué tetas tiene la guarra. – dijo Jorge.

-Te vamos a dar a base de bien, tía. – dijo Andrés. – Ya estoy verraco. Venga, que hay prisa.


-Será mejor que lo hagas por las buenas, tita. De verdad. –susurró David al oído de su tía pero sin mostrarse amenazante, sino más bien, previniéndole.

Comprendió entonces que esos adolescentes iban a follarla quisiera o no, algo que de haber sido su hijo y sobrinos no le hubiera importado, pero aquellos jóvenes, no sabía quiénes eran y eso le preocupaba. Su calentura había disminuido aunque debido al alcohol veía las tres pollas que tenía delante bastante apetecibles. Sus pensamientos se movían con rapidez de uno a otro, lo que le provocó una sensación de mareo. Esto lo aprovechó su sobrino para sentarla al borde de la cama y colocarle el rabo a la altura de la boca. Cuando se recuperó vio como David le sujetaba por un hombro y le acercaba la verga a los labios. Lo miró a él y a los otros chavales que se masturbaban lentamente mientras decían burradas sobre follarla hasta reventar, el morbo de estrenarse con una madura y que el dinero estaba bien invertido. Pero al final, lo que el alcohol le permitía ver era una polla frente a su boca, así que obedeciendo a su sobrino, prefirió cooperar y hacerlo por las "buenas".

Con reparo agarró la verga de su sobrino comenzando a masturbarlo, pero éste le apartó la mano y acercó su polla nuevamente a la boca. Comprendiendo, Isabel terminó por lamerla, primero la punta y poco a poco terminar tragándola entera empezando una masturbación bucal.

-Eso es tía, chúpasela. Hasta el fondo. – animaba Jorge.

Andrés sin embargo, hizo que Isabel agarrara su mástil para que lo pajeara, algo que Jorge imitó al instante. Así, David, Andrés a su diestra y Jorge a su siniestra, los tres compañeros de clase eran masturbados por una Isabel que se veía desbordada antes las exigencias de los jóvenes.

-Venga, David, no seas acaparador. Comparte, coño. – dijo Andrés separando a Isabel de su sobrino y plantándole el cipote en la boca. – Oooohhh, qué bien la chupa, coño. Se nota que lleva años mamando pollas.


-Jejejeje, pues mi polla está lista para que me la chupe. – dijo Jorge atrayendo a Isabel hacía él para que le prestara el mismo servicio que a los demás.

Durante varios minutos estuvieron los tres pervertidos turnándose y compartiendo la boca de Isabel.

Mientras estaba ocupado con uno, los otros dos le magreaban los pechos, le estrujaban los pezones o le hacían masturbarlos. Esto hizo que Isabel se calentara pero no llegaba a desinhibirse ni soltarse del todo. Los muchachos la obligaban a mamar y chupar muy deprisa y ese movimiento junto con el alcohol la hacía sentirse un poco mareada.

-Oooohhh. ¡Espera!¡Para!¡Ooooohhhh! – bufaba Jorge mientras Isabel le chupaba todo el glande. - ¡Mierda, no!


Isabel se detuvo cuando oyó al muchacho decirle que se parara y nada más lo hizo un lechazo de semen le inundó la garganta. Del sobresalto se apartó de inmediato para escupir el semen del joven extraño, pero para él ya era difícil detenerse, por lo que se pajeó con rapidez para correrse haciendo que el resto de lechazos impactaran en su boca y cuello. Escupió aquel extraño semen tragado haciendo que se deslizara por su barbilla para terminar limpiándose la cara con la sábana de la cama.

-Bueno. Uno menos. Jejejejeje. – rió Andrés.

-Mierda. No quería correrme tan pronto. – se molestó Jorge. – Pero la muy zorra me ha puesto muy cachondo. Qué gustazo. Tras esto las pajas me van a saber a poco. Jejejejeje. – rió.

-Ya es hora de algo más, creo yo. – dijo David que trataba de sacarle las bragas a su tía mientras ésta se limpiaba la corrida de la cara. – Venga. Túmbate y ábrete de piernas. – ordenó cuando la hubo dejado totalmente desnuda.

-Joder, qué chochazo gasta la tía puta. – dijo Andrés. – Venga David, rápido que tengo ganas.


Entonces David se echó sobre ella, que con el culo al filo de la cama sintió como el gordo falo de su sobrino la atravesaba con lentitud.

-Aaaaaaahhhhhh. – gimió Isabel cuando la tuvo toda dentro.

Isabel no se encontraba bien, se había visto obligada, hasta cierto punto, a chupársela a unos desconocidos que querían acostarse con ella también, lo bueno era que estaban muy calientes y eso haría que todo terminara con prontitud. Mientras tanto, su coño soportaba los envites de la verga de David que en pocos minutos había alcanzado ese ritmo duro y bruto que a él le satisfacía.

-Aaaaaahhhh. Aaahh. Aaaahhhh. ¡Aaaaaaggghhhh! – gemía a cada golpe de polla recibido. - ¡Ufff! Aaaaaahhhh. No tan duro. No taaaaahhhhnnn. ¡Aaaaaaahhh! ¡Aaaagghh!


-Vamos tío, que le estás dando bien. – animaba Andrés. – Qué le entre toda, David. Tú sí que sabes. Vamos.


-Como aguanta la tía. Es cierto que las maduras son las mejores follando. – añadió Jorge.

-Aaaaahhhh. Aaaaahhhh. ¡Aaaahhh!¡Aaaaaaaahhhh!¡Mmmm! Mmm. Aaaahhh. – seguía gimiendo ante el poderoso mete-saca de su sobrino.

-Si las maduras follan mejor lo vamos a averiguar en breve. – rió Andrés.

Los comentarios de ánimo de sus amigos hicieron que David se pusiera más cachondo si cabe por lo que aceleró el ritmo y en pocos envites más lanzó sus ráfagas de leche dentro del coño de su tía. Le hubiera gustado quedarse un rato sobre ella, pero sus colegas le apremiaban a que dejara sitio así que la desmontó y dejó vía libre para el siguiente.

-¡Hey! Qué voy yo. – se quejó Jorge a Andrés. – Tú eres el último.


-Qué dices. Tú ya te has corrido, mala suerte. Espera a la siguiente ronda. – dicho esto se puso entre las piernas de la sudorosa hembra que tenía delante. Le hubiera gustado lamer el coño peludo pero tras haberse corrido David desechó la idea. –Ahí voy. – tras tantear un par de veces atinó a meter su polla en el jugoso y chorreante coño de Isabel.

El ritmo era más lento que el de David pero igualmente no la sacaba hasta que previamente le hubiera metido el rabo entero. Con este cadencioso mete-saca se entretuvo a engullir los melones que tenía delante dando diminutos mordisquitos en sus pezones que hacían que Isabel se quejase entre los jadeos. En poco tiempo se hartó de esta postura y colocó las piernas de Isabel sobre sus hombros, y ahora sí, la taladró con intensidad.

-¡Aaaaaahhh!¡Aaaaaaaagghh!¡Aaaaaaahhh! – gemía mientras la verga le abría el chocho a cada empellón. - ¡Aaaaahhhh! Despacio. Despacio. ¡Aaaaaahhhh!¡Aaaaahhhh!


-Pero a las putas maduras… os gusta así, ¿verdad? – le dijo Andrés para acto seguido comenzar a besarle con pasión ante la oposición de Isabel.

Muchas veces se había acostado Isabel con su hijo, y puede que demasiadas con sus sobrinos, sin embargo, ninguno trató de besarla en ningún momento, ni ella lo había hecho. Pero ese joven extraño luchaba con ella por meterle la lengua en la garganta y la hizo sentir sucia por lo que se resistió a dejarse besar.

-¡Toma!¡Toma!¡Toma! Cómo a ti te gusta. – le decía Andrés a Isabel entre jadeos.

-¡Aaaaaahhh!¡Aaaaahhh!¡Aaaaahhhh!¡Aaaaahh!¡Aaaaaahhhh!¡Aaaaaahhhh! – gemía Isabel mientras sentía como Andrés se iba vaciando dentro de ella lechazo tras lechazo.

-Joder qué polvazo. – dijo Andrés que aún jadeaba. – Muchas veces he soñado con tirarme a una cuarentona como tú. El gasto ha merecido la pena. – tras decirle esto le dio un par de chupetones más a sus pezones y se separó de ella liberándola de su agarre. – Toda tuya Jorge. – dijo haciéndose a un lado.

El ambiente en la habitación-desván estaba cargado, olía a sexo y sudor. Isabel que ya se encontraba acalorada creía que ya había terminado todo pues los tres se habían corrido pero el tal Jorge, quien se corriera con su mamada, se acercaba a ella con la verga dispuesta para más.

-Límpiate un poco que no me quiero pringar de tanta leche. – le ordenó Jorge mientras se la sacudía despacio.

Isabel se incorporó de la cama dispuesta a ir al baño a limpiarse pero los jóvenes no la dejaron. Les pidió que la dejaran ya, que ya habían gozado todos pero Andrés le alargó el vestido que se había puesto esa noche y ante la mirada de los tres, usó su vestido para limpiarse. Cuando hubo terminado, Jorge le dijo que se pusiera a cuatro patas en el borde de la cama. Isabel, cansada y sumisa le obedeció esperando que no quisiera penetrarla analmente y para su suerte así fue.

-Vamos a probar este chochito maduro. – dijo Jorge mientras acercaba su verga a la raja caliente. Le dio un par de pasadas por la entrada de la vagina y luego embistió de un golpe. - ¡Toma!


-¡Aaaaaagggghhh!¡Joder! – se quejó Isabel que ya sentía el coño algo dolorido. Despacio, por favor. – pidió.

Al principio Jorge si marcaba un ritmo lento pues se entretenía mucho en su culo mientras bombeaba. Le gustaba sopesarlo y amasarlo con ganas. Luego se pegó a ella para alcanzar mejor sus pechos e hizo lo mismo que con los cachetes de su culo. Estrujaba y amasaba los dos melones que colgaban sin dejar de perforarla.

Con semejante magreo Isabel no pudo resistir calentarse y a pesar del cansancio su cuerpo agradecía los toqueteos pues no había tenido ni un orgasmo y por el momento Jorge la estaba aproximando al primero de la noche.

De repente, sintió moverse la cama y encontró a su sobrino volviendo a colocarle la polla cerca de la boca. Como ya sabía lo que esperaba de ella no se hizo de rogar y se puso a lamerle y chuparle todo el glande.

-¡Qué putona está hecha esta tía! – dijo Jorge cuando vio como se la mamaba a su amigo mientras él le daba ración de rabo.

-Sí, tío. – dijo Andrés. - Esta tenía más ganas de chavales que nosotros de cuarentona.


Entonces, Jorge le agarró de las nalgas y dejándoselas separadas embistió con fuerza.

-¡Mmmmmm!¡Mmmmm! – se oían los apagados gemidos de Isabel hasta que Jorge incrementó su velocidad y lanzó sobre su coño duras y veloces envestidas obligándola a dejar de chuparle la polla a su sobrino pues los pollazos le entorpecían en sus movimientos. - ¡Aaaaaaaahhh!¡Aaaaaaahhhhh!¡Aaaaaaahhhhh!¡Aaaaaaahhhh!


-¿Te gusta que te follemos, verdad?¿Te gusta? – jadeaba Jorge. – Joder, me voy a correr otra vez.


Y en efecto no aguantó mucho más en volver a descargar su ración de esperma en el chochete de Isabel que ardía de la tanda de envestidas tan intensas que había recibido. Cuando sacó su verga Isabel se dejó caer en la cama cansada.

-Ya basta. No sigáis más que estoy molida. – consiguió decir entre jadeos.

Pero no tenían bastante. David estaba con la polla dura y se había quedado a media mamada, así que apenas Jorge abandono su lugar, se puso detrás de Isabel y con su polla buscó la entrada del coño de Isabel que trataba de recuperarse tumbada boca abajo.

Le costó trabajo pues Isabel no cooperaba ofreciendo una mejor postura pero consiguió penetrarla. No había dado ni seis envestidas cuando su hermano Pedro entró en el cuarto.

-Ahí vienen. – dijo solamente.

-¡Joder! – gritaron los tres amigos a la vez.

David dejó de follarse a su tía muy a su pesar y les dijo a los demás que se vistieran rápido. Todos obedecieron pues aunque les hubiera gustado seguir no querían ser pillados por los padres de su colega. Bajaron al dormitorio de David cuando estuvieron listos y allí les devolvió los móviles. Les recordó que no dijeran una palabra o se buscarían un gran problema y prometieron no contar nada.

Jorge y Andrés se fueron solos a la salida mientras David subía en busca de su hermano para que se fuera a su dormitorio pues ambos debían de aparentar llevar dormidos un rato. Lo encontró sentado en la cama junto a su tía y lo sacó de allí rápidamente.

-Vamos. A tu cuarto, tonto. – le dijo. – No nos pueden ver aquí.


Cada uno se metió en su dormitorio y cerró la puerta. En realidad sus padres aún estaban en la feria, pero Pedro mezcla de venganza por haberle fastidiado la noche con su tía y por amor a esta, había decidido esperar un rato antes de interrumpir alegando que venían sus padres para que dejaran a su tía Isa tranquila. El problema era que se había puesto a mirar por la ventana como su hermano y sus amigos se la follaban y excitado, se olvidó, dejando pasar el tiempo hasta que vio que su tita no podía aguantar más, momento que finalmente aprovechó para interrumpir.

Por otro lado, cuando Andrés y Jorge abrían la puerta de casa de su amigo vieron a Francis acercarse a la puerta y a un hombre tras él, al otro lado de la valla de la casa.

-¡Joder que follada te has perdido macho! – dijo Jorge medio riéndose.

-¡Pedazo de hembra putona! – añadió Andrés. – Nos ha dejado secos. – siguió y sin demorarse más salieron los dos amigos riéndose y comentando la jugada.

Esto no hizo sino incrementar el cabreo que Francis ya tenía. Había tenido que aguantar una charla padre-hijo, se había perdido un polvo con su madre y para colmo esos dos se habían acostado con ella. Así que entró rápidamente en la casa antes de que se cerrara la puerta y sin pensárselo dos veces subió dirección al desván donde suponía hallaría a su madre.

Durante el camino vio los dormitorios de sus primos con las puertas cerradas y siguió subiendo. Cuando llegó al desván vio que la luz estaba apagada y la puerta estaba entornada por lo que se deslizó con sigilo en su interior. Al instante el olor a sexo le hizo suponer la juerga que se habían corrido esa noche y ver a su madre tumbada y desnuda no hizo más que confirmarlo.

Miro su reloj y era tarde, sus primos y amigos no habían estado mucho con ella, poco más de cuarenta minutos pero sabía que su madre debía de estar agotada. No obstante y a riesgo de que lo descubrieran, se la iba follar. Le cabreaba que le hubiera puesto tantos impedimentos antes de llegar al pueblo para luego ser ella la que se hubiera follado todo lo que se le había puesto por delante. Así que se despelotó y se encaramó sobre su madre buscando la entrada de su coño.

Isabel notó como la cama se movía y como alguien se subía sobre ella buscando su coño. Pensó que David habría venido a terminar lo que no había podido antes.

-Déjalo ya. No sigas que no puedo más. – dijo Isabel tratando de darse la vuelta.

-Te follas a los demás pero conmigo no quieres, ¿no? – dijo Francis.

-Por favor, estate quieto Francis. Estoy muy cansada. – dijo Isabel que reconoció la voz de su hijo. – Ya os habéis aprovechado de mí bastante, así que déjame.


Pero Francis no la dejó girarse y consiguió meterle el mástil dentro arrancándole un quejido a su madre. Se tumbó sobre ella y comenzó a moverse mientras le jadeaba sobre la nuca.

-Aaaaaahhhh. Francis para. Aaaahhhh. Aahhh. Aaaaahhhh. Para. – se quejaba Isabel.

-¡Cállate! Cállate porque te voy a follar igual que te han follado los demás.


Francis empezó a moverse más rápido no tanto por excitarse él sino para vengarse de su madre, pues a cada embestida ella se quejaba. A esa velocidad y en esa postura su polla se salió un par de veces del coño materno y como le costaba volver a meterla obligó a su madre a ponerse de rodillas. Le tanteó el coño con la polla y se la enchufó de golpe hasta el fondo.

-¡Aaaaaarrrrggghh! – se quejó.

-No querías que me acostara contigo mientras estábamos aquí pero te acuestas con los primeros tipos que pillas, ¿no? – le dijo enfadado manteniendo su barra de carne totalmente incrustada en su interior. – Igual que una prostituta.


-Francis, yo no queríaaaaahhhh. – Francis le interrumpió dándole una sonora palmada en el culo para iniciar el bombeo seguidamente. - Aaaahhhhh. Aaaaaaahhhhh. ¡Aaaaaahhhhh!¡Aaaaahhh! Para y te lo explico… ¡Aaahh!


Pero Francis no paraba, tenía las caderas de su madre bien sujetas y movía su cintura a buen ritmo. Su polla entraba y salía sin mucha resistencia, prueba de que varias pollas habían pasado ya por allí. Los pensamientos de imaginar a su madre con otros jóvenes lo enfadaban pero se mentiría a sí mismo si negara que también lo excitaban.

Su madre había dejado de quejarse y solo emitía algunos gemidos y resoplidos por lo que el silencio solo se interrumpía por el sonido de su cuerpo al chocar con las nalgas de su madre. Decidió entonces que como castigo se la metería por el culo, pues a ella no le gustaba y esta noche, al contrario que otras no quería que su madre disfrutara, quería que sufriera un poco. Así, aminoró hasta detenerse totalmente y separándole las nalgas con una mano, sacó su cipote para ponerlo en el anillo de su culo, dando un fuerte y seco golpe de cadera.

Agotada como estaba, Isabel no lo vio venir y con ardiente dolor sintió como la verga de su hijo traspasaba la puerta de su culo enterrando el glande y algo más en sus entrañas.

-¡Aaaaaaaaarrrrrrrggggghhhhh! – aulló. - ¡No!¡Para!


-Esto te pasa por puta, mamá.


Quiso separarse pero su hijo la retuvo atenazando sus caderas. Trató entonces de apartarlo dando manotazos mientras él continuaba introduciéndole verga.

-¡Aaaaaarrrgggh!¡Nooo!¡Aaaaarrrggghhh!¡Paaaaraa!¡Aaaaaggghhh! – se quejaba sin dejar de dar manotazos y tratando de aguantar a su hijo para que no la penetrara más profundamente.

Francis encontró una resistencia en el culo de su madre, que bien cerrado le oprimía la polla con fuerza y le dificultaba la penetración al no contar con lubricación alguna. Para colmo su madre le importunaba dándole golpes, así que soltó sus caderas y agarró sus brazos pero en el proceso de lucha su verga escapó de su culo. Se agarró la polla y la guió hasta un agujero para dar un nuevo envite. Se la había vuelto a meter en el coño. No le importó y la taladró con fiereza.

Para alivio de Isabel su hijo había abandonado su culo aunque había vuelto a su vagina. Le había dejado un intenso dolor dentro de su ano y se imaginó que la habría vuelto a desgarrar. Ahora Francis le agarraba de los brazos tirando de ella cada vez que arremetía haciendo que su polla llegara a perforarla profundamente.

-¡Aaaaaahhh!¡Aaaahhh!¡Aaaaahhh!¡Aaaaahhhh!¡Aaaaahhh! – gemía Isabel que había empezado a llorar en silencio.

Su hijo estaba siendo muy duro con ella, estaba enfadado y esta era su forma de castigarla. Quiso enfadarse con él y odiarlo pues le hacía daño pero se dijo que la culpa de haberse acostado con esos jóvenes y su sobrino era suya. Se dijo que en cierto modo lo había traicionado, pues era cierto que le pidió que mantuviera las apariencias en casa de sus tíos y ella se había acostado con uno de sus sobrinos la primera noche, y se había dejado follar por su otro sobrino en una orgía con sus colegas, así que aguantó en espera de que su hijo terminara con ella, algo que no tardó en llegar.

El ritmo de Francis era vertiginoso por lo que su corrida era inminente. Tras un par de mete-saca disparó sus furiosas ráfagas de esperma dentro de ella. En cuanto dejó de correrse se levantó y se vistió. Cínicamente le dio las buenas noches y bajó al dormitorio que compartía con David dejando a su madre chorreando algo de semen por su coño.

Isabel ni siquiera se levantó para comprobar si era cierto que le había desgarrado el culo ni para asearse un poco, simplemente hundió la cabeza en la almohada para ahogar sus lágrimas y dejó que el sueño la venciera.

Cuando Francis entró en el dormitorio su primo dormía o se hacía el dormido, el se cambió a oscuras y se acostó, aunque tardó en dormir. El sentimiento de culpa de lo que le había hecho a su madre se lo impedía.

A la mañana siguiente todos en la casa despertaron tarde y con mala cara, algo que Ramón y Margarita achacaron a trasnochar, el alcohol y la fiesta. Isabel comprobó por la mañana que no tenía desgarro alguno aunque si una pequeña molestia en el culo y en su vagina cuando subía las escaleras.

Los primos estuvieron muy distantes unos de otros y cruzaron muy pocas palabras hasta que Francis e Isabel decidieron volver a casa. Durante el trayecto, madre e hijo estuvieron más tensos si cabe que en casa de sus familiares y no fue hasta que estuvieron a punto de llegar a casa cuando Francis habló.

-Mamá… lo siento. – dijo y a su madre se le resbalaron un par de lágrimas. Sin soltar el volante cogió la mano de su hijo y la besó.

-Yo también lo siento, hijo.
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heranlu

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Las Historias de Isabel – Capítulo 008


Por medio de su primo Pedro y en varias conversaciones del messenger, Francis se enteró de todo lo ocurrido en su ausencia. Le tranquilizó saber que al menos su primo David había controlado a sus dos colegas y evitado que pasara nada más fuera de lo normal, aunque dejar que dos adolescentes se follaran a su madre ya era algo fuera de lo normal. Sin embargo, le preocupaba, al igual que a su madre, que cada vez que David intervenía en escena todo estaba más cerca de irse al garete, lo que le hizo maldecir el día en que le hizo partícipe de ella.

Aunque los días posteriores a la orgía en el pueblo hizo que el ambiente entre madre e hijo estuviese más frío no tardaron mucho en volver a sus quehaceres sexuales pues Francis siempre encontraba tiempo para un polvete rápido o para recibir una golosa mamada, dejando las grandes sesiones para las noches de los fines de semana.

Isabel en cambio, si estaba más preocupada por lo ocurrido en casa de su hermana porque pensaba que en un pueblo y con jóvenes calenturientos de por medio sería más fácil que la noticia se extendiera rápidamente. No obstante, las noticias que su hijo le daba eran tranquilizadoras.

Ya había pasado casi mes y medio desde la feria y los encuentros con Francis se mantenían. Dedicaba tiempo a sus estudios, a sus amigos, seguía asistiendo al club de tennis, es decir, que hacía la vida normal de un adolescente excepto en fijarse en otras chicas. Según habían profundizado más en su incestuosa relación su fijación en ella había aumentado y pensó que eso no era bueno. Ella mantenía la creencia de que con el paso del tiempo se hartaría de ella, pues al fin y al cabo no era más que una cuarentona de cuerpo aceptable que no podía competir con las jóvenes generaciones de chicas, aunque bien es cierto que ella le ofrecía algo que esas adolecentes se negaban a hacer y no era otra cosa que sexo, sexo prácticamente cuando él quería, donde él quería y como él quería.

Hilando todos estos pensamientos y otros tantos que iban por el mismo camino, llegó a la conclusión de que tal vez estaría creando alguna obsesión en su hijo y que lo mejor sería detener la vida pecaminosa que llevaban. Aunque su apetito sexual lo lamentaría, pensaba que sería lo mejor para su hijo.

Ensimismada estaba en sus pensamientos mientras realizaba algunas de las tareas de la casa que no oyó el teléfono hasta que sonó por tercera vez, por lo qué rápidamente fue hacía él antes de que saltara el contestador.

-¿Sí?


-Hola, Isa, ¿qué tal? – dijo una voz al otro lado del teléfono.

-Sí, soy yo. ¿Quién es? – preguntó Isabel mientras miraba el número de teléfono que aparecía en la pantalla sin reconocerlo.

-¿Tan pronto te has olvidado de mí? – rió la voz. – Soy Rafa. ¿De verdad que no me has reconocido?


Pues era totalmente verdad, no había sabido quién la estaba llamando pero ahora sí era consciente de quién era, su "ex".

-Ah, hola. – respondió bastante cogida por sorpresa. - ¿Qué quieres ahora? – preguntó con la frialdad que pudo reunir en tan poco tiempo.

Hacía bastante que no sabía de él y las últimas veces que habían estado en contacto había sido por medio de los abogados y ahora que había podido remontar vuelo tras lo que para ella supuso una dramática separación, lo que menos quería era ver como su "ex" volvía a meterse en su vida.

-Tranquila, no seas tan seca que ahora no te he hecho nada.


-Ja. – rió irónica Isabel. - ¿Qué quieres?


-Así me gusta, directo al meollo. Igualito que antes, bueno… Quería hablar contigo sobre Francis. Lo vi hace un mes o así, en la feria y me comentó sobre algunos problemas en el instituto y quería saber cómo le iba, si se había solucionado o no.


-¡Qué!¿Qué hablaste con Francis? – preguntaba Isabel recibiendo el segundo golpe de sorpresa. - ¿De qué problema hablas?


-Sí, ya veo que no te ha dicho nada. – dijo Rafael que sonreía al otro lado del teléfono. – Tranquila, le di algunos consejos que creo que le habrán ayudado.


-Pero, pero, ¿qué es lo que le pasa? – preguntó Isabel más angustiada. - ¿Qué le has dicho?


-Mira, es muy largo para explicar por teléfono, si quieres quedamos y te lo explico.


-¿Pero es grave? A mí no me ha dicho nada.


-No es grave, pero es mejor solucionarlo cuanto antes por si acaso. No te preocupes si no te ha dicho nada, los niños se refugian en los padres o en las madres según les parece. – la consoló Rafael falsamente aunque muy convincente. - Eso sí, no le vayas a decir nada porque confió en mí. A ver si por querer ayudar vas a meter la pata. Sí quieres quedamos y te lo explico, como te he dicho.


-Sí, sí. – asentía nerviosa Isabel. – Está bien. ¿Puedes quedar mañana por la mañana? Es que me has metido el susto en el cuerpo.


-¿Mañana? Pero tendrá que ser a las 10:00 que tengo el descanso para el desayuno.


-Está bien, no importa.


-¿Te acuerdas de la oficina dónde estaba, no? Bien, pues si sigues adelante, dirección al Corte Inglés, verás una pequeña plaza a mano izquierda. Podemos desayunar en un bar que hay en la plaza, se llama "Tapas Jamón", "Tapas Jamonete" o algo así. – instruyó Rafael.

-Vale, creo que sé qué plaza es. Pues mañana a las 10:00 nos vemos allí.


-De acuerdo, y tranquila que seguro que el niño ya lo ha solucionado. Si es muy espabilado.


-Sí, bueno. Eso espero. Adiós.


-Adiós.


Lo que le faltaba, cuando creía que su hijo era un estudiante modelo en el instituto ahora resultaba que tenía problemas y lo peor es que ella no se había enterado. No, lo peor era que su ex marido estaba al tanto de todo, eso era lo peor porque se sentía en parte traicionada por su hijo. Sabiendo lo mal que lo había pasado con el divorcio, no le gustó que su hijo acudiese a su padre en busca de ayuda y más después de todo lo que había hecho por él, sobre todo desde el verano.

No le apetecía nada tener que ver a Rafael pero bien era cierto que si Francis tenía problemas, lo mejor era enterarse de cuales eran esos problemas y según fueran de graves, decidiría si hablar con su hijo directamente del tema o bien ayudarle indirectamente.

Cuando Francis llegó a casa no le sacó el tema aunque le costó mucho evitarlo. Lo bueno fue que estuvieron poco juntos pues ella tenía que entrar a trabajar poco después y ya en el trabajo, enredada en sus deberes, aparcó esos pensamientos momentáneamente.

A la mañana siguiente, se preparó y fue al encuentro de su ex esperando enterarse de qué ocurría con su hijo y que ella, tan protectora como le hubiera pasado por alto. Le resultó difícil encontrar aparcamiento cerca del bar, pero lo consiguió. Era mediado de noviembre y hacía frío pues el cielo estaba gris aunque no creía que fuese a llover. Vio a lo lejos el pequeño bar y en una de las mesas de fuera, apartado del resto, estaba sentado Rafael. Según se acercaba los nervios iban creciendo pues era la primera vez que lo veía a solas en mucho tiempo pero para darse ánimos se puso a sacarle defectos. Le parecía que tenía muchas más canas que cuando se separaron y también estaba algo más gordo, no mucho, pero se le veía una incipiente papada.

-Hola. Qué puntual. – dijo Rafael cuando vio llegar a Isabel, la cual le pareció estar más guapa que cuando la vio por última vez, que estaba más entrada en carnes.

-¿Y tú? ¿Cómo es que ya has llegado?


-Me he escaqueado un poco. Venga siéntate y pídete algo.


-Aquí hace algo de frío, vamos dentro.


-El bar es muy chico y está todo lleno. Es hora punta para los desayunos. Además que están todos fumando y no me quiero intoxicar más de lo exigente.


Entonces Isabel se sentó y le pidió al camarero un café sombra. Reparó también que Rafaél tenía un diente torcido. Siempre lo había tenido torcido, pero ahora le parecía, no… le apetecía que lo tuviera más torcido. Sus nervios se disiparon aunque le dejaron una sensación de intranquilidad.

-¿Qué tal?¿Cómo te van las cosas? – preguntó Rafael a su ex mujer.

-Genial. Cuéntame, ¿qué le pasa a Francis? – exigió saber Isabel que quería terminar cuanto antes aquel encuentro. - He venido para hablar de Francis, no para hablar de tonterías.


Rafael se recostó en la incómoda silla del bar sin dejar de mirar a Isabel, parecía estar estudiándola mientras cavilaba. Finalmente empezó a sonreír hasta que estalló en una carcajada.

-¿Pero qué leches te pasa?¿Ahora de qué te ríes? – pregunto Isabel indignada por la situación.

-Está bien, perdón. – se disculpó. – A ver, ufff. Pues mira, como te dije me encontré a Francis de casualidad en la feria y estuvimos charlando. Hablamos de las tonterías de siempre, los estudios, las chicas, qué podía contar conmigo para lo que quisiera y ya está, nada más.


-¡Qué!¡Pero qué dices!¿Entonces de qué leches querías hablar? Mira, mejor me voy, no voy a perder más tiempo contigo, ya perdí muchos años de mi vida. – dijo mientras recogía el bolso y empezaba a levantarse.

-Siéntate o cuento por ahí que eres una puta de adolescentes. – dijo Rafael rápidamente.

-¡Qué! – alcanzó a decir Isabel aturdida.

-Lo que has oído. Siéntate o le digo a tu hermana Marga que ahora te dedicas a follar con menores de edad en su casa.


El color de piel de Isabel comenzó a cambiar del rojizo por el frío a uno más pálido mientras su estómago se plegaba sobre si mismo, haciéndola debatirse entre vomitar o cagar, y sus piernas la sostenían con dificultad por lo que se volvió a sentar. Estaba aturdida pues no esperaba que su ex le saliera con eso. Estaba a punto de echarse a llorar.

-Me cago en todo, es verdad. – dijo Rafael con una sonrisa triunfal. - ¡Joder! Estaba convencido pero tenía mis dudas, con lo mojigata que has sido.


-¡Cállate!¡No digas tonterías! Estás loco, me marcho. – dijo tratando de aparentar que no sabía de lo que hablaba pero para su desgracia su cuerpo traicionaba sus palabras. – No dices más que estupideces.


-Siéntate. - ordenó.- Cuando hablé con Francis, lo acompañé hasta la casa nueva de tu hermana y allí vi salir a dos muchachos. Ambos iban hablando del polvazo que acababan de echar. Así que les pregunté de qué hablaban y algo bebidos me dijeron que se acaban de follar a una puta madura que había pagado su amigo. – se detuvo a mirar como los ojos de Isabel se ponían vidriosos tratando de controlar las lágrimas. – Pensé que realmente la pandilla de tu sobrino y Francis habían contratado a una prostituta pero cuando vi tu coche a la entrada de la casa me hizo dudar. Sin embargo, ha sido tu reacción ahora mismo la que me lo ha confirmado. ¡Joder! Qué bajo has caído coño, follarte a unos chavalines, a tu sobrino, seguro que te has follado a nuestro hijo y todo.


-¡Cállate! – le dijo mientras se limpiaba las lágrimas y él sonreía.

Se estableció un duro silencio entre los dos y mientras este transcurría podía verse como la autoestima de Isabel caía en picado mientras que el orgullo y la prepotencia inflaban el ánimo de Rafael.

-¿Qué quieres conseguir diciéndome esto?¿Dejar de pagar la manutención de tu hijo?¿Humillarme?¿Qué? – preguntó Isabel mientras se terminaba de limpiar las lágrimas.

-No, nada de eso. – dijo un sonriente Rafael. – Verás, lo que quiero. – se acercó a ella. – Lo que quiero es acostarme contigo otra vez. Ya sabes, a cambio de que yo no diga nada. He estado muy cachondo desde aquel día y quiero desfogarme contigo.


-De eso ni hablar. – dijo rápidamente Isabel. – No volveré a acostarme contigo, maldito cerdo.


-Lo harás o tu hermana y todo el pueblo se enterará que te dedicas a desvirgar a los jovencitos de la familia.


Isabel recogió su bolso y se arregló la ropa para irse de allí. Quería huir, quería alejarse de ese hombre que tenía delante de ella y olvidar lo ocurrido, aunque sabía que no podría.

-Ya te llamaré y cuando lo haga te abrirás a mí. – le dijo Rafael a su ex antes de que se alejara de la mesa y siguió comiendo su desayuno.

Isabel caminó cual zombie hasta el coche donde se desplomó y rompió a llorar. Le había costado mucho superar la ruptura de Rafael, de quien había estado enamorada y ahora descubría lo ciega que había estado como para no ver a semejante demonio. Lo peor de todo no había sido el encuentro con él, que había sido terrible para su estado de ánimo, si no el chantaje al que la acababa de someter pues si no obedecía se arriesgaba a un escándalo público. De igual modo que había cedido al chantaje de su hijo y su sobrino tendría que ceder al de su ex, y mientras que el primero la había excitado, el segundo le repugnaba.

Los días fueron pasando y sólo cuando Isabel se encontraba atareada en el trabajo conseguía apartar de su mente a su ex y su siniestro chantaje. En esos días había dado largas a su hijo y evitado acostarse con él poniéndole mil pegas pues no tenía ánimo para hacer nada. Mientras, cada llamada de teléfono la sobresaltaba esperando ver reflejado el número de Rafael, pero este no parecía dar señales de vida hasta que finalmente la llamada llegó.

Se encontraba fregando los platos mientras que Francis acababa de salir para el club de tenis a jugar un poco cuando el teléfono empezó a sonar. Se aceró y reconoció el número. Se puso muy nerviosa pero dejó no sonar y sonar el teléfono hasta que calló pero ni medio minuto después volvió a sonar.

Desesperada, Isabel descolgó el auricular.

-¿Qué quieres? – dijo tratando de aparentar frialdad pero en su voz se leía el miedo que tenía.

-Vaya, vaya. Has tardado en coger el teléfono. Me pregunto qué estarías haciendo, ¿follando con un jovencito?


-¡Cabrón! – se exasperó Isabel que no era muy propensa a decir tacos. - ¿Qué quieres, cerdo?


-En cuarenta minutos estaré en tu casa, así que ve preparándote para mí.


Ni hablar!¡No vas a entrar en esta casa!


-Ya lo creo que sí. Esta tarde harás lo que yo te diga o le cuento a tu hermana y a tu jefe lo que haces, así que en cuarenta minutos me recibirás y no quiero que tardes en abrir la puerta tanto como has tardado en coger el teléfono, ¿entiendes? – Rafael esperó la respuesta afirmativa de su ex. – Bien, pues nos vemos en seguida.


Nada más colgar el teléfono, Isabel rompió a llorar preguntándose cómo había podido llegar a eso. Varias veces la situación había escapado a su control pero de un modo u otro todo parecía encauzarse, aunque no exento de consecuencias, pero esta vez parecía que terminaba una etapa y se presentaba otra pues estaba seguro de que su ex marido aprovecharía la situación al máximo.

No se había movido del sofá junto al teléfono cuando Rafael llamó al timbre. Los cuarenta minutos se habían pasado volando y como un autómata Isabel se dirigió a la puerta. Rafael entró sonriente sin esperar a ser invitado a pasar y se quedó contemplando a su mujer, porque para él, esa tarde Isabel sería más que su mujer, sería su puta.

-Pensé que te habrías arreglado un poco para mí. – dijo Rafael maliciosamente.

-Rafa, por favor. Vete de aquí, no me hagas esto a mí ni a Francis…


-Ssssshhhh. No he venido a hablar. – dijo mientras subía las escaleras para llegar al dormitorio de Isabel. – Venga, cuanto antes empecemos antes terminaremos. Seguro que es lo que quieres.


Sabiendo que eso era una gran verdad, Isabel lo siguió lentamente hasta su habitación. Rafael se movía como si aún viviese allí y pronto bajó persianas, encendió la luz y comenzó a desvestirse colocando la ropa sobre una silla.

Viendo que Isabel permanecía quieta en la entrada de la habitación, Rafael, ya desnudo, fue a buscarla y la llevó hasta la cama para ir quitándole la ropa acto seguido. Isabel por su parte pedía una y otra vez a su ex que se marchara y dejara las cosas estar pero sólo consiguió enfadar a Rafael.

-Mira Isa, será mejor que comiences a cooperar ya o me largo de aquí a gritar a los cuatro vientos lo puta que eres. – la amenazó y la empujó sobre la cama.

Isabel se calló y se terminó de desvestir ante la lasciva mirada de su ex. No le molestaba tanto el hecho de acostarse con él, aunque era pasar un mal trago, pues ya se había acostado con él muchas veces en sus años de casada, lo que la atormentaba es que dejarse follar por él esa tarde no lo mantendría callado, si no que cada vez pediría algo más por su silencio.

-Vamos, chúpamela un rato como tú sabes. – interrumpió los pensamientos de Isabel. – Y mientras quiero que te masturbes, que te quiero bien mojada cuando te la vaya a meter.


Con esta orden, Isabel se acercó obediente a su ex que la esperaba de pie junto a la cama. A cuatro patas en la cama, Isabel gateó hasta aquella verga antaño deseada para lamerla lentamente mientras que con una mano se dedeaba al mismo ritmo que lamía.

-Eso es, así, así. Muy bien, Isa. – animaba Rafael a su ex conforme se iba excitando. – Trágatela toda. ¿La echabas de menos, verdad? Pues chupa que te vas a hartar de polla.


Contrarrestando la excitación de Rafael se encontraba Isabel, la cual llevaba varios minutos mamando y succionando el cañón de su ex y a pesar de sus caricias por autosatisfacerse no conseguía calentarse, por lo que se sorprendió imaginando que aquella polla que comía no era la de Rafael si no la de Francis, y fue sólo entonces cuando su coño respondía a sus caricias.

-Chupa con ansía que me voy a correr, vamos. ¡Traga!¡Traga! – advirtió Rafael. – Oooohhh, sí. ¡Joder! Trágate todo. Así, sí.


Rafael sostuvo la cabeza de Isabel en el mismo instante que su cipote lanzaba las primeras descargas de leche haciendo que las recibiera todas y cada una de ellas en su boca. Isabel trató en lo posible no tragarse el semen que le invadía la boca, pero le fue imposible y volvió a notar su sabor fuerte escupiendo el resto en cuanto la polla de Rafael liberó su boca.

-¡Guau! Ha estado bien. Veo que te has convertido en una buena comepollas. No quiero ni pensar cuantas pollas de niños te habrás comido. Jejejejeje.
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Las Historias de Isabel – Capítulo 009

Isabel pensó que dentro de todo lo terrible de la situación podría ir peor ya que en apenas diez minutos había conseguido que Rafael se corriera, sin embargo, debía de estar muy cachondo pues su verga se mantenía igual de erecta.

-¿Te extraña que aún la tenga dura? – preguntó Rafael como si le estuviese leyendo la mente. -¿Creías que sólo tus niños son capaces de mantener la erección? Jejejejejeje. Como ya sabes, normalmente no me hace falta, pero hoy, por si acaso me tomé una viagra. – dijo mientras veía como Isabel se desmoronaba aún más anímicamente. – Te dije que te ibas a hartar de polla.


Tras esto, Rafael se tumbó en la cama y le hizo un gesto con la cabeza a Isabel haciéndole entender que debía montarlo. Ésta comenzó a arrodillarse sobre aquella verga que seguía mirando al techo pero lo estaba haciendo de espaldas a él pues no quería verle la cara, algo a lo que Rafael se opuso.

-Date la vuelta. Quiero ver cómo te botan las tetas.


Así que Isabel se giró y siguió metiéndose aquel mástil en su humedecido chochete. La polla de Rafael no era inmensa, ni mucho menos, pero Isabel se había acostumbrado al grosor de la verga de su hijo y a lo sumo, al de su sobrino David, por lo que la penetración estaba siendo molesta.

Poco a poco descendía sobre la barra de carne hasta que quedar completamente empalada en ella.

-Mmmmm. Aaaaahhh. Mmmm. – trataba de ocultar los quejidos cuando Rafael comenzó a moverse bajo ella. – Mmmm. Aaaah. Aaaaahh.


-¡Muévete coño!¡Cabálgame! – ordenó Rafael quien comenzó a estrujar los melones de Isabel con fuerza provocándole más quejidos.

Muy a su pesar, Isabel empezó a marcar un ritmo bastante rápido subiendo y bajando sobre la polla de su ex que la abría de forma impetuosa cada vez que descendía sobre ella.

-¡Aaaaahhh!¡Aaaaahhh!¡Aaaarrrghh!¡Mmmm!¡Aaaagghhh!¡Mmm!¡Aaaagghh! – gemía molesta cuando el venoso cipote de Rafael la llenaba por entera.

De este modo estuvieron un buen rato y aunque Isabel aminoraba sus movimientos cuando se sentía más cansada, Rafael no le daba cuartel y aprovechaba estos momentos para mamarle los dos melones que le colgaban.

Rafael estaba gozando como hacía tiempo que no le ocurría y este polvo le parecía mejor que todos los que tuvo con Isabel en sus años de casados. Sentirse amo de ella y controlarla a su placer le excitaba sobre manera y se preguntó por qué habría ocultado esa faceta suya durante el matrimonio. De todos modos, ahora haría con ella lo que quisiera.

-Eso es, eso es. Más rápido. ¡Más rápido! – dijo Rafael mientras pellizcaba los pezones.

Isabel, que sentía el peso del cansancio sobre ella se obligó a sacar fuerzas para incrementar el ritmo de la follada. Buscando apoyo en el cabecero de la cama pudo conseguirlo y al ritmo de su monta se sumó el del mete-saca de Rafael que empezó a pistonear su coño con dureza y profundidad.

-¡Aaaarrrrgghh!¡Aaaaahhh!¡Aaaaahhhh!¡Aaaaahhh! - gemía molesta Isabel ante la rápida fricción que sufría su cueva.

Las gotas de sudor caían rápidamente por su frente y su espalda y sus pechos botaban desbocados a pocos centímetros de la cara de su ex mientras sus jugos vaginales trataban de lubricar su interior para facilitar tremenda cogida.

-¡Aaaaggg!¡Aaaaarrghh!¡Aaaagghh!¡Jooder! - se quejaba Isabel. - ¡Aaaaaghh!¡No puedo más!¡Aaaagghh! – comenzó a disminuir la velocidad.

-¡Sigue puta, sigue! ¡Más rápido! – ordenaba Rafael extasiado y cuyo orgasmo no tardaría en llegar.

En esos momentos y ajeno a todo, Francis entraba en su casa. Había ido a jugar con un amigo al tenis pero se habían cansado pronto y volvía casa. Al no ver a su madre pensó que estaría de compras por lo que comenzó a subir las escaleras dirección al baño pero según subía comenzó a oír los gemidos de su madre y preguntándose qué cojones estaba pasando subió despacio las escaleras.

No terminó de subirlas cuando vio a su madre totalmente desnuda cabalgando sobre la verga de un tipo quedando totalmente aturdido. Su madre a la que tanto amaba se estaba follando a un tío de un modo bestial. Subía y bajaba a gran velocidad sobre aquella verga mientras el tipo le palmeaba el culo y estrujaba sus tetas.

-Más rápido. ¡Fóllame! ¡Fóllame como te follas a esos jovencitos!


-¡Aaaaggh!¡Aagh!¡Aaaaaahhhh!¡Aaaaagghhh!¡Aaaaahhhh!¡Aah!¡Aaaaaaaghhh! – gemía sin parar una Isabel agotada de cansancio.

-Eso es, ya me corro. ¡Aaaaahhh! – gimió Rafael mientras lanzaba un par de ráfagas de esperma dentro del abierto coño de Isabel.

En cuanto Isabel sintió que la verga de su ex dejaba de expulsar semen y de dar espasmos lo desmontó y se dejó caer a un lado de la cama para descansar y recuperar el aliento. Se tocó la entrada de la vagina y notó sus labios algo hinchados y mojados del semen que se escurría de su interior.

Rafael se incorporó y le dio una sonora palmada en el culo a su ex.

-Esto ha estado bien, joder. Muy bien.


Entonces Francis pudo ver quién era el hijo puta que se estaba follando a su madre y descubrió que el hijo puta era su propio padre.

-¿Papa? – dijo en un hilo de voz que sus padres no escucharon.

Sus padres estaban juntos y eso no le entraba en la cabeza. Dudaba que tras estos años hubieran decidido volver a estar juntos. Si era así, ¿desde cuándo sería?¿Por qué no le habrían dicho nada?¿Por eso su madre llevaba días evitándolo? Todas estas preguntas y otras más le pasaron por la mente hasta que vio a su madre apartar los brazos de su padre. Eso lo extrañó, por lo que decidió permanecer oculto donde estaba y seguir observando, pues ambos parecían ajenos a su presencia.

-Déjame ya. Por favor te lo pido, Rafael. Márchate.


-Eso es lo que tú quisieras, pero mientras la tenga dura te voy a estar dando por todos lados. – dijo mientras trataba de colocarse entre las piernas de Isabel.

Tras un escaso forcejeo Rafael volvió a colocar su verga en la cueva de su ex y se dejó caer para incrustársela hasta el fondo, haciendo que Isabel gimiera de dolor por la brusca penetración.

-¡Aaaaaaaggghhhhhhh!¡Despacio por favor! – suplicó Isabel.

Pero inmediatamente Rafael imprimió un rítmico mete-saca. El efecto de la viagra le mantenía la polla dura tras haberse corrido ya en dos ocasiones, pero también notaba cierto malestar por no darle descanso a su cipote. Aún así, y tal y como le dijo a Isabel, pensaba seguir hasta que se le bajara la erección.

-Te voy a reventar, puta. Aunque me rompa la polla. – dijo entre jadeos. – Si hubiera sabido… que eras tan putona no… me hubiera buscando… una amante. – continuó a la par que daba secos golpes de cadera que incrustaban su cipote con fiereza en el coño de Isabel.

-¡Aaaaahhh!¡Aaaaaarrrgghhh!¡Aaaaaaahhhh!¡Aaaahhh! – se quejaba ella.

-Jodida folla niños.


Sin dejar de embestir hundió su cabeza entre los pechos de ella y se entretuvo en jugar con sendos pezones lamiéndolos y succionándolos.

Por su parte, Francis seguía noqueado con lo que estaba contemplando aunque por lo que veía y oía empezó a comprender que su madre se estaba viendo forzada a acostarse con su padre, pero lo que no entendía era por qué. ¿Por qué se estaría dejando follar si se le veía claramente que no estaba disfrutando con ello? Trataba de comprender pero los gemidos de su madre anulaban cualquier tipo de concentración por su parte, eso sin contar con la visión de verla espatarrada y con su padre clavándosela duramente.

Rafael calculó que desde que habían empezado a follar habrían pasado cuarenta o cincuenta minutos al menos, y aunque su verga no cedía un milímetro en su tamaño y grosor, el cansancio empezaba a hacerle mella, por lo que en breve le pondría fin. Aunque pensaba repetir tardes como aquellas más de una vez, ahora que tenía a Isabel en su poder, no quería irse sin taladrarle el culo que había estado fuera de su alcance durante sus años de matrimonio. Así que abandonó el interior de Isabel y se la quedó mirando unos instantes.

Isabel estaba sudorosa y con restos de algunas lágrimas en sus ojos. Tenía los pezones enrojecidos, el derecho más que el izquierdo y en cuanto se la sacó, se llevó su mano a su vagina para palpársela y tapársela. La tendía irritada al igual que él su polla.

Mientras Rafael se levantó y fue hasta el lugar donde estaba su ropa. Le quitó el cinturón al pantalón y volvió a la cama.

-Date la vuelta y ponte boca abajo. – ordenó Rafael.

-¿Qué? – preguntó asombrada Isabel que esta vez sí que creía que su ex se habría hartado de castigarla y que ya se iría. – Nooo. No me pegues, por favor, te lo pido. – dijo casi sin voz cuando lo vio que se acercaba a ella con el cinturón en la mano.

-Que te gires, ¡venga! Date la vuelta que no te voy a pegar. Nunca te he pegado, ¿quién te crees que soy? Gírate. – dijo nuevamente a la vez que se arrodillaba a su lado en la cama.

Había pasado mucho nerviosismo toda la tarde, se había sentido humillada pero ahora sentía un poco de miedo por lo que dudó mucho si obedecer a Rafael. Quería decir algo pero sólo consiguió emitir un nervioso balbuceo. Finalmente se giró y quedó en cuatro sobre la cama.

Francis vio como su padre se alejaba de la cama y escapada a su campo de visión pero en un instante regresaba con algo en una mano que no conseguía identificar. Tras hablar con su madre, ésta se colocó en la posición de perrito mostrando su magnífico culo. Entonces, su padre se movió muy rápidamente sobre su madre y oyó a ésta gritar asustada.

-¡Aaaaaaahhh!¡Suéltame!¡Qué haces! – gritó y forcejeó con Rafael.

No obstante, Rafael actuando por sorpresa había usado su cinturón para atarle las muñecas a su ex sobre la espalda.

-¿Qué me vas a hacer?¡Suéltame! – rogaba Isabel.

-Voy a hacer algo que siempre quise hacer contigo. – contestó y comenzó a hurgar con sus dedos en el interior del coño que llevaba follándose toda la tarde.

Introducía dos dedos en la cueva de Isabel y los sacaba pringados de esa mezcla de su semen y de flujo vaginal. Esa pringué se la fue colocando en la punta de su cipote pues lo pensaba usar como lubricante a la hora de follarle el culo. Mientras le acariciaba las nalgas a Isabel como si estuviera tranquilizándola, hasta que creyó que su mástil ya estaba bien adornado.

Se colocó detrás de Isabel buscando la postura que le situara su mástil a la misma altura que el culo de ella. Sabía que si Isabel forcejeaba mucho acabaría por deshacerse del cinturón que la ataba, así que con una de sus manos sujetó bien el nudo y con la otra trataría de guiar su verga hasta la puerta trasera de Isa.

Con la cabeza apoyada en la almohada y su culo en pompa, Isabel esperaba nerviosa el siguiente paso de su ex marido, el cual no se hizo esperar. Nada más dejar de manosearla se situó tras ella e intentó metérsela por el culo. Apenas sintió la presión pegajosa sobre su cerrado agujero movió su culo para evitar ser ensartada.

-Nooo. Eso no, eso no que duele, joder. Eso no. – suplicó Isabel rápidamente.

-¿Así que ya te han abierto el culo? – dijo irónico Rafael mientras intentaba penetrarla de nuevo. – Eres más guarra y puta de lo que esperaba.


Esta vez, y aunque Isabel movió su culo por evitarlo, sintió como el lubricado pistón de Rafael atinaba en su anillo oscuro profanando su interior.

-¡Aaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrrrgggggghhhhhhhhh!¡Noooooooooooo! – aulló Isabel haciendo que Francis sintiera un leve escalofrío al oír sufrir a su madre de ese modo.

Aunque sabía que debía de relajar los músculos de su culo para mitigar el dolor, los nervios, el miedo y la tensión hicieron todo lo contrario. Cuando el cipote de Rafael comenzó a presionar su ano, Isabel apretó todos los músculos para negarle la entrada al pringoso intruso lo que provocó que el ardiente dolor se extendiera con rapidez.

Con dificultad y acompañada de grandes dosis de dolor, pues la lubricación era escasa y estimulación de su culo, nula, la verga había conseguido su propósito de invadirla por entera. Al menos una docena de mete-sacas habían hecho falta para abrirse paso en las entrañas de Isabel.

Sólo tres personas la habían penetrado analmente, su hijo, su sobrino y ahora su ex marido, y aunque su culo debería de estar algo más acostumbrado a invitados sorpresa, esa tarde no lo estaba, y menos si estos eran del tamaño de la polla de Rafael, la cual la estaba destrozando por dentro.

-¡Sácala!¡Sácala!¡Sácamela!¡Joder! Me duele, joder. ¡Sácamela! – suplicó Isabel cuando las lágrimas volvían a surcar por su rostro.

-¡Joder! Si que tienes el culo cerrado. ¡Uffff! – dijo Rafael con algo de dolor en su rostro aunque carcomido por la excitación. – Prepárate que te voy a encular a base de bien.


Y dicho y hecho, Rafael empezó un lento bombeo, no por consideración por Isabel para que se acostumbrara a tener su polla dentro, si no porque la escasez de lubricante dificultaba sus movimientos y esperaba que poco a poco su rabo se deslizara con más soltura en sus entrañas.

Mientras le separaba las nalgas a aquella hembra, su polla no dejaba de entrar y salir de dicho ojete provocándole quejidos de dolor que eran amortiguados por la almohada.

-¡Aaaaaagghhhh!¡Noooooo!¡Paraaa!¡Aaaaaaggghhhh!¡Aaaaarrrgghhhh!¡Nooo! – gemía con cada embestida.

Tras casi diez minutos, Rafael ya podía introducir su verga con más soltura en el ano de Isabel por lo que su velocidad de penetración era mayor.

-Al fin. Ha costado pero tu culo ya es mío. – le dijo a Isabel a la par que le daba una cachetada fuerte en sus nalgas. – Toma rabo. – dio un fuerte empellón.

-¡Aaaaaaaaaaarrrrrgghhhhh!


-De ahora en adelante… vamos a pasarlo bien juntos… ¿verdad?


-¡Aaaaghhh!¡Para!¡Aaaaarrrhhh!Bastaaaa.¡Aaaaahhh!¡Aaaaagghh!¡Aaaarrrggghhh! – gemía dolorida. - ¡Aaaaaahhhhh!¡Aaaarrgghhh!


Tenía la vagina irritada, la autoestima por los suelos y el culo desagarrado. Isabel no podía creer que aquella pesadilla fuera verdad, pero lo cierto era que su culo estaba pagando los rencores y las perversiones de aquel que fuese su amado marido. Ahora en cambio, era un violador cruel que taladraba su interior con fuerza.

No podía soportarlo más, su culo ardía en dolor y los cambios de ritmo de Rafael, lejos de excitarla, la estaban atormentando. Sentía como cada vez que la violenta polla se incrustaba en su interior se quedaba sin aire, lo que le hacía respirar más rápidamente y si seguía así, no tardaría mucho en desmayarse hiperventilada. Rezó porque su ex terminase pronto de violarla pues había sobrepasado su límite y se quería morir.

-¡Aaaaaaaarrrrgghhhh!¡Aaaaaagghhhhh! Por favor… ¡Aaaaggghhhh!¡Para por favor!¡Aaaaaaarrrgghhhh!¡Aaaaaarrrghhh!¡Por favor!


Sin embargo, Rafael seguía taladrando su estrecho culo sin compasión alguna. No obstante, esa súplica hizo despertar por fin a Francis de su hechizo voyerista. Durante mucho tiempo había permanecido como un mero observador, algo que le martirizaría en el futuro, pero ahora iba a hacer algo para que su madre dejara de sufrir. Como todavía llevaba consigo su material de tenis, saco la raqueta del macuto y sin pensárselo entró en el dormitorio donde su padre fornicaba con su madre como un poseso.

Rafael estaba gozado como hacía tiempo que no lo hacía. Tenía a su ex esposa a su total merced y romperle el culo era lo mejor que había podido hacerle. Tan excitado estaba que sentía que en breve se volvería a correr, por lo que incrementó la velocidad de sus embestidas haciendo que a cada estocada de su cipote, éste se enterrara totalmente en el culo de Isabel.

De repente recibió un duro golpe metálico en su sien derecha que le hizo ver todo blanco. Dos golpes más siguieron al primero y cuando abrió los ojos su campo de visión estaba como desenfocado. Poco a poco se fue centrando y vio como alguien desataba las manos de Isabel. Ese alguien era su hijo Francis, así que tremendamente dolorido y cabreado se incorporó a la vez que se llevaba la mano a su cabeza comprobando como ésta sangraba.

-¡Pero qué coño haces! – gritó Rafael pidiendo explicaciones. - ¿Cómo se te ocurr…


Recibió otro raquetazo del joven tenista, esta vez en toda la boca, haciéndole caer de la cama.

-¡Maldito hijo de puta! No sabes lo que has hecho.


-Lárgate de aquí y no vuelvas más. – dijo Francis escuetamente.

-Os vais a enterar. Diré a todos que tu madre es una puta que se folla a menores de edad. La acabas de cagar, hijo. – amenazó mientras se llevaba las manos a la sien y a la boca sangrante.

-No vas a decir una mierda o diré a todos como has violado a mi madre. Es más, diré que llevas años violándola y que la tienes atemorizada.


Rafael se quedó mudo respirando ruidosamente mientras miraba a su hijo a los ojos.

-¿A quién crees que creerán?¿A ti, un mujeriego?¿O al pequeño hijo que ve como sufre su madre?


-Putos pervertidos. Estáis locos. – dijo Rafael tras un largo silencio mientras recogía su ropa y se vestía con furia.

Rápidamente salió de aquella casa. Creía que iba a pasar una tarde jodiendo, cosa que hizo, pero no imaginaba que tuviera que irse de allí apaleado y chantajeado por su hijo.

Mientras tanto, en la habitación, Isabel había roto a llorar. Ahora que todo había terminado sentía que podía desahogarse y llorar tranquila. Se quedó boca abajo en la cama, con su hijo acariciándole la espalda y dándole besos en su mejilla, mientras su cuerpo se resentía de la dura tarde que acababa de vivir.

Francis, mientras trataba de consolar a su madre, vio como había manchas de sangre en la cama, algunas eran de las heridas que le acababa de provocar a su padre mientras que otra de ellas provenía de su madre. Un hilo de sangre salía del interior de su ano y se escurría por sus piernas. Fue al cuarto de baño a por algo de algodón, toallitas húmedas con lo cual trató de aplicarle una pequeña cura a su madre y limpiarla.

-Mamá, ¿quieres que llame a una ambulancia o a la policía? – preguntó sabiendo que si decía que sí, se enfrentarían a la tormenta del escándalo público, pero ya le daba igual. Su madre había sufrido mucho, estaba muy mal y no volvería a dejar que eso ocurriera.

-No. – fue la escueta respuesta de su madre entre sollozos. – Abrázame, por favor.


Francis se abrazó a ella tratando de evitarle cualquier tipo de dolor y le susurró a su madre en el oído.

-Lo siento, mamá. Siento todo lo que ha ocurrido. Nadie te volverá a hacer nada semejante. No volverá a ocurrir.

-
 
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