Las Fantasías de un Hijo con su Madre - Capítulo 04

heranlu

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-Las Fantasías de un Hijo con su Madre - Capítulo 04-

Un día Manuel llegó del instituto y tras comer con su madre como siempre, estaba muy cansado, así que se fue a su habitación. Unos minutos más tarde, sabiendo que su madre ya había recogido todo la llamó.

Manuel: ¡Mamá! ¿Puedes venir un momento? – llamó.

Raquel: Sí, voy enseguida, cariño – dijo mientras se levantaba del sofá.

Raquel vestía como siempre, una camiseta de tirantes sin sujetador y un pantalón corto de estar por casa, aunque últimamente había pensado en ir en tanga por casa. Cuando llegó a la habitación de Manuel, lo vio desnudo de cintura para abajo, esperándola.

Raquel: ¿Deseas algo de mami, cielo? – dijo pícara.

Manuel: Quiero hacerme una paja, pero estoy tan cansado que no tengo ni fuerzas. ¿Me la haces tú? – dijo travieso.

Raquel: Claro cielo, mami se ocupa de vaciarle los huevos al pervertido de su hijo – dijo riendo morbosa y pícara - Ven, túmbate.

Manuel: Gracias mami – dijo tumbándose en la cama.

Raquel, se desnudó, quedándose en tanga y se colocó de rodillas en la cama entre las piernas abiertas de su hijo. Manuel presentaba ya una incipiente erección, dura y palpitante, se dejó hacer sin quitar ojo a su madre.

Raquel: ¿Listo para ver las estrellas, cielo? – dijo sugerente mientras sonreía.

Manuel: Siempre mamá – dijo morboso.

Manuel empezó a amasar los pechos de su madre como de costumbre, los amasaba con fuerza, como si se las quisiera arrancar mientras Raquel se dejaba hacer, sin perder la sonrisa pícara, pero con un pensamiento en mente. Ella empezó una paja muy lenta y sensual. Poco a poco, Raquel comenzó a imprimir a la paja una velocidad más rápida, viendo la cara de placer de su hijo. Raquel comenzó a calentarlo.

Raquel: ¿Te gustan como te la menea mami? Vamos, ¡dime que te gusta! Complace a mami, dile lo que te gusta, ¡vamos! – le provocaba.

Manuel: ¡Oh sí, mamá! ¡Me encanta que me la menees, puta! ¡Me pone mucho que me pajees, zorra! – gemía muy cachondo - ¡Oh sí, sigue así, perra!

Raquel: ¿Ah sí? ¿Mami es una puta, una zorra? – le provocaba - ¡Pues las putas ordeñan a sus hombres hasta la última gota – dijo antes de escupir sobre sus pechos varias veces y hacer un sándwich con ellos a la verga de su retoño - ¡Vamos pervertido de mami, llena mis tetas de leche caliente! ¡Lefa las tetas de mami!

Raquel lo miraba con cara de puta que sabía que le pondría más cachondo a su hijo, mientras no dejaba de hacerle una cubana con sus enormes ubres, ahora a una velocidad de vértigo, sin dejar de escupir para lubricar mejor. Manuel no se lo creía, otra fantasía cumplida, estaba en el cielo y pronto comenzó a mover su cadera buscando más.

Raquel: ¿Quieres correrte, cielo? ¡Llena a mami de leche caliente, cariño! – provocaba morbosa y cachonda.

Manuel: ¡Sí mamá, quiero correrme ya! – avisó a su madre.

Raquel: ¿Y a qué esperas, cielo? ¡Dale a mami tu leche, que la está esperando! ¡Dámela toda, vamos! – provocaba.

Manuel: ¡Oh sí, mamá! ¡Te voy a llenar la cara de leche, puta! ¡Oh sí, que buena estás, perra! ¡Toma leche, mami, me corro! ¡Qué buena perra eres, sí! – gimió.

Manuel empezó a correrse como un bestia en los pechos de su madre, quién recibía todo el semen de su retoño, descarga a descarga, teniendo un orgasmo muy intenso sin ni siquiera tocarse. Manuel se corrió muy abundantemente y cuando terminó de correrse, Manuel cayó rendido mientras su madre se restregaba el semen de su hijo en sus pechos, mirando a su hijo.

Raquel: ¿Te ha gustado? – dijo pícara - ¿Te ha cumplido mami otra fantasía?

Manuel: Sí mamá – dijo eufórico – y con creces – dijo sonriendo mientras le daba un beso en la boca que Raquel contestó gustosa.

Raquel: Me alegro cielo. Cuando quieras repetir me avisas – dijo sonriendo traviesa – Me voy a limpiar. Descansa cielo – dijo besando a su hijo en la boca.

Manuel: Sí mamá – dijo contestándole al beso – eres la mejor – dijo sonriente.

Raquel se fue a sus quehaceres después de limpiarse. Cada vez le gustaba más hacerle el “tratamiento” a su hijo. Manuel descansó y se puso a estudiar. Durante unos días la rutina de ambos siguió, hasta que Manuel decidió pasar a otro nivel.

Las cosas seguían su curso. Raquel seguía cumpliéndole las fantasías a su hijo poco a poco, mientras que Manuel se iba soltando un poco más cada día para hacerle peticiones. Roberto sabía lo que hacían, pues su mujer se lo contaba, no tenían secretos, aún que no le hacía mucha gracia compartir a su mujer. Cómo cada noche, Raquel y Roberto se encontraban en la cama, hablando.

Raquel: ¿Qué tal tu día, mi amor? – dijo curiosa.

Roberto: Bien, un poco estresante, ya sabes, muchos presupuestos y los clientes exigiendo. ¿Y tú día? – se interesó.

Raquel: Bien, he hecho la compra, he cocinado, he limpiado, he echado un par de curriculum y he tendido la ropa, la he planchado y colocado – enumeró monótona.

Roberto: Un día entretenido – dijo divertido - ¿Y con Manuel?

Raquel: Pues ha aprovechado que he ido a colocarle la ropa limpia para pedirme que le hiciera una paja mientras estudiaba, que estaba muy tenso – dijo como si fuera lo más normal del mundo.

Roberto: ¿Y se la has hecho? – dijo medio morboso, medio celoso.

Raquel: Claro, ¿qué iba a hacer? – dijo seria – No quiero que el tratamiento falle – dijo una verdad a medias.

Roberto: Y él estaría encantado de tener a su sexy y tetona madre entre sus piernas meneándosela – dijo algo celoso tocando el culo de su mujer.

Raquel: Sí, él disfruta muchísimo de lo que le hace su mami, pero el padre disfruta más de lo que le hace su puta – dijo tocándole su verga aún sin erección.

Ambos se miraron con deseo y se empezaron a besar apasionadamente mientras se desnudaban. Roberto le quitó a su mujer el fino camisón que llevaba para dormir mientras que Raquel le quitó los pantalones del pijama a su marido, quedando los dos desnudos. Raquel, ansiosa, empezó a comerle la verga a su marido. Roberto mientras pellizcaba los pezones de su mujer. Raquel se la chupaba cada vez más profundamente, más lujuriosamente, llevando a su marido al límite.

Raquel: ¿Te gusta mi amor? - dijo sacándosela de la boca para volver a chupársela, ahora más profundo.

Roberto: ¡Oh sí, putita mía, así, trágate toda mi polla, guarra, sí! – gemía - ¡Qué buena chupa pollas eres, puta! ¡Vas a hacer que me corra! ¿Te gusta más la polla de Manu o la mía? – preguntó de la nada, morboso.

Raquel: No lo sé, no la he probado, pero me encantaría hacerlo - confesó cachonda.

Roberto: ¡Apuesto a que a nuestro hijo tampoco, zorra! – gimió morboso al imaginárselo - ¿Dónde se corre el niño?

Raquel: ¡En mis tetas! – confesó morbosa – Le hago pajas con mi sujetador, él se corre en él y luego me lo pongo, o simplemente le hago una cubana y suelta toda su lefa en las tetazas de su mami – le provocó y confesó morbosa, mientras le masturbaba con rapidez.

Roberto: ¡Y a ti te encanta! ¿Eh, puta? – gimió morboso.

Raquel: ¡Sí, me encanta sentir la leche de Manu, y quiero saborearla! – confesó morbosa y cachonda.

Roberto la empezó a tocar los pechos mientras la besaba apasionadamente, morboso. Raquel se dejaba hacer encantada, morbosa, excitada por confesarle lo que sentía por su hijo a su marido. Roberto la tocaba con ansia. Raquel no dejaba de masturbarle, notando como palpitaba, cercano al orgasmo.

Raquel: ¿Me das permiso para comerle la polla a tu hijo y tragarme hasta la última gota de su leche? – dijo morbosa sin dejar de masturbarle - ¡Di que sí, amor, di que puedo probar la lefa de nuestro hombrecito!

Roberto: ¡Sí, te dejo probar su leche si te bebes la mía! – gimió - ¡Hazlo, puta!

Roberto estaba muy caliente y morboso imaginando a su mujer con su hijo y a los pocos segundos de escuchar a su mujer pedirle permiso para saborear el semen de su hijo, se corrió como una animal en celo en la boca de su mujer que, previniendo la explosión de semen de su amado marido, se metió su verga en la boca y comenzó a succionar, provocando que todo el semen que expulsaba su marido cayera en su boca. Raquel no dejó escapar ni una sola gota del semen de su marido y se lo trago todo. Raque tuvo un orgasmo mientras rozaba sus muslos, uniéndose a su marido. Tras la corrida de ambos, se tumbaron en la cama abrazados.

Roberto: Eres la mejor, nena – dijo besándola – Cada día te superas más – dijo agarrando su pecho - ¿De verdad quieres hacer eso con nuestro hijo? – dijo sorprendido y morboso, a la par que celoso.

Raquel: Sí mi amor, no puedo negar que, aunque al principio me daba asco hacer algo sexual con nuestro hijo, ahora siento mucho morbo y me pongo cachonda cada vez que veo su erección al verme las tetas, cuando se corre en ellas o siento su leche en mi cuerpo, me pongo a mil – confesó – Solo es amor maternal mezclado con el morbo, mi vida, no estes celoso – dijo leyendo el pensamiento de su marido.

Roberto: No puedo evitarlo, te quiero solo para mí – dijo abrazándola posesivo – pero no puedo negar que me da morbo pensar lo que haces con nuestro hijo.

Raquel: Te prometo que, siempre que haga algo con Manu, te lo contaré mientras te la como o te pajeo, pero luego vas a tener que follarme, amor, ¡tu hijo me deja muy caliente! – dijo riendo, morbosa.

Roberto: Prometido – dijo divertido y morboso.

Raquel se quedó abrazada a su marido. Ella amaba y deseaba a su marido, pero el morbo de la situación con su hijo la calentaba mucho, y ahora que su marido le daba su aprobación, se aprovecharía de eso. Al día siguiente, por la tarde, cuando llegó su hijo de clase, ella se encontraba planchando. Cuando salió hacia la cocina, se lo encontró en el salón sentado en el sofá viendo la televisión.

Raquel: Hola cielo, ¿quieres algo? – dijo pícara.

Manuel: No gracias, ya he comido un sándwich. Estoy mirando la serie, hoy no tengo nada que hacer – le informó, sin pillar la indirecta.

Raquel: De acuerdo cielo – dijo divertida - ¡Hombres! – pensó.

Manuel: Ven mamá, siéntate conmigo – le pidió mientras le dejaba un sitio.

Raquel se sentó y después de unos minutos viendo la serie, no sabía como empezar la situación, ya que su hijo no movía ficha ni le pedía nada. Empezó a hablar con él para intentar sacar el tema y poner las cartas sobre la mesa.

Raquel: ¿Qué tal te va todo? ¿El instituto, tus amigos, novietas, nuestro tratamiento?...

Manuel: Bien – dijo sonriendo – Las clases fenomenal, voy mejorando mucho, mis colegas me invitan más a salir, novias no tengo, y nuestro tratamiento va muy bien – dijo agarrando su mano, con ternura – Gracias por todo lo haces por mí, mamá, imagino que no debe de ser fácil para una madre hacer algo sexual con su propio hijo – dijo maduramente.

Raquel: Me alegro – dijo feliz por él – Cariño, una madre hace lo que sea por ver feliz a su hijo, lo que sea, incluido algo sexual si es necesario – dijo tierna – De eso no te quepa duda, señorito.

Manuel: Gracias, por todo, mamá – dijo dándole un pico.

Raquel: No hay de qué – dijo tierna – Además, te tengo que confesar que a mí esta situación me da mucho morbo – le confesó – ser deseada por y ayudarte a descargar tu lefa me pone mucho.

Manuel: ¿En serio? – dijo sorprendido.

Raquel: Sí – sonrió traviesa – Al principio me daba cosa y si lo empecé a hacer era por ayudarte, que fueras un chico normal, que me des nietos en el futuro – enumeró – Pero ahora reconozco que lo hago porque me gusta, me da morbo sacarte la leche, me halaga sentirme deseada por ti y me pone muy cachonda – confesó.

Manuel: ¿En serio? – dijo sorprendido.

Raquel: Completamente, así que, si tienes algo en mente para pedirme hacer, lo que sea, tu pide por esa preciosa boquita que mami te lo cumple, cariño – dijo morbosa.

Manuel: Desde anoche quiero pedirte algo – confesó.

Raquel: Claro cielo, dime, ¿qué deseas? – dijo morbosa.

Manuel: Quiero que me la chupes – pidió.

Raquel: ¡Vaya! ¿Eso quiere mi pequeño semental, que su mami se la chupe? – dijo traviesa, deseándolo.

Manuel: Sí mamá – dijo caliente - Lo deseo, lo necesito. ¡Desnúdate!

Raquel le miró y vio cómo su hijo, con un entusiasmo del que va a explorar algo nuevo, se desnudaba de cintura para abajo dejando ver su verga totalmente erecta. Se relamió al ver por fin su premio, cerca. No perdió tiempo. Raquel se levantó del sofá y lentamente, mientras miraba sonriente a su hijo, se quitó la camiseta que llevaba y la dejó encima de la mesa para, después, quitarse los pantaloncitos cortos que llevaba y quedarse en tanga. Dejó los pantaloncitos junto con su camiseta y sin perder la sonrisa y mirando a su hijo a los ojos, para ver el ansía que tenía y su vista fija en sus pechos, desabrocharse el sujetador y dejarlo caer por sus brazos, para tirarlo al sofá, al lado de su hijo.

Manuel: Joder mamá, ¡qué buena estás! ¡Me pones a 1000! – dijo embelesado.

Raquel: Gracias cielo – dijo sonriendo morbosa y halagada - ¿Cómo quieres que me ponga? ¿Prefieres de rodillas en el suelo o sentada en el sofá a cuatro patas entre tus piernas?

Manuel: Prefiero de rodillas en el suelo con las piernas abiertas – dijo sonriendo con lujuria.

Raquel: Claro, cielo – dijo sonriendo morbosa.

Raquel se colocó de rodillas en el suelo con las piernas abiertas, como le indicó su hijo. Manuel se colocó delante de ella, con la verga erecta enfrente de su cara. Raquel, que sonrió lujuriosa y sexy, agarró la verga de su desesperado hijo y sin dejar de mirarle comenzó a masturbarle agarrando su verga con las dos manos. Luego de unas sacudidas, mientras le masturbaba, sacó la lengua y la fue lamiendo de arriba abajo. Manuel gemía sin aún poderse creer lo que estaba pasando. Raquel comenzó a meterse en la boca la verga de su hijo sin dejar de mirarle a los ojos.

Manuel: ¡Oh sí, mamá! – gimió - ¡Me estás comiendo la polla! ¡Le estás comiendo la polla a tu hijo!

Manuel estaba excitado y sorprendido de que su madre fuera capaz de hacerlo, mientras Raquel seguía a lo suyo metiéndose poco a poco la verga de su hijo entera en la boca, sin dejar de masturbarle lentamente y acariciarle sus testículos. Le daba mucho morbo hacerle una mamada a su hijo, aún que pensaba que querría follarla, y esto en vez de darle asco, le daba mucho morbo. Raquel se metía la verga entera, haciéndole una buena garganta profunda y llevando a su hijo a la gloria. Aumentó el ritmo de la mamada. Manuel disfrutaba de la mamada de su madre, se notaba su maestría. Raquel se tocaba los pechos para provocar a su hijo y porque estaba muy cachonda. Hizo efecto rápido, Manuel estaba a punto de correrse y su madre lo notó, al notar como su verga se inflaba en su boca.

Manuel: ¡Oh sí! ¡Qué bien la chupas, mamá! Eres…- gimió.

Raquel: ¡Dilo! ¿Qué es mamá? – provocó - ¡Dilo!

Manuel: ¡Una puta, una puta chupa pollas, sí! – gimió morboso - ¡Vas a hacer que me corra!

Raquel: ¡Sí, mami es una puta, la puta de su hijo, sí! – gimió, pellizcando su pezón - ¡Vamos campeón, dame toda la leche que guardas para mí! - dijo sacándose la verga de su hijo de la boca y sin dejar de mirarle a los ojos, para acto seguido, volverse a meter la verga hasta la garganta y subir aún más el ritmo.

Manuel: ¡Oh sí, mamá, eres una puta, sí! ¡Cómo la chupas, sí! – gimió - ¡Me corro! – gimió moviendo sus caderas mientras la agarraba de la cabeza para mantenerla dentro de su boca.

Manuel se corría y se corría dentro de la boca de su madre, que tragaba todo lo que podía de la grandísima corrida de su hijo, sin dejar de mirarlo a los ojos en ningún momento, aguantando las arcadas. Cuando terminó de correrse, Manuel se quedó sentado y relajado en la silla. Raquel le miraba desde el suelo, relamiéndose. Manuel se quedó mirando a su madre y tras mirarla unos segundos se dio cuenta, en su inexperiencia, que su madre estaba excitada, tenía los pezones erectos, se rozaba la entrepierna con sus muslos y podía observar cómo la entrepierna de su madre estaba húmeda. De repente, Manuel se abalanzó sobre su madre.

Raquel: ¡Cariño! – se sorprendió, pero no le apartó.

Manuel: ¡Calla y disfruta, puta! – ordenó mientras le comía los pechos a su madre - ¡Quiero que te corras conmigo!

Manuel pensaba en devolverle el favor. La tumbarse con ella en el suelo, sin hacerla daño y se colocó encima. Manuel comenzó a tocarle el coño a su madre por encima del tanga mientras le tocaba los pechos con la otra mano. Raquel, luego de la sorpresa, presa del calentón que tenía y del morbo que sentía, se colocó y se dejó hacer abriendo las piernas para que Manuel pudiera meter sus dedos. Manuel empezó a meter sus dedos despacio, acariciando a su madre en las piernas y el coño, chorreante.

Raquel: ¿Estás juguetón eh? – gemía.

Manuel: Quiero comerte el coño, puta – dijo mordiendo su pezón por instinto.

Manuel aprovechó para poder tocarle más el coño a su madre mientras ella seguía disfrutando del morbo que le producía lo que le hacía su hijo. Luego de unos minutos así y de comprobar a través de la tela del tanga que su madre estaba chorreando, Manuel le quitó con ayuda de su madre el tanga y la empezó a tocar el coño directamente. Manuel aprovechó para cumplir otra fantasía y meterle un dedo dentro de su coño. Raquel se dejaba hacer hasta que no pudo más de tanta calentura y le pidió más a su hijo.

Raquel: ¡Vamos cielo, sigue haciendo eso a mami, pero ahora usa también la lengua! -gemía hirviendo en calentura y morbo.

Manuel bajó su cara con una sonrisa pícara y cuando llegó a su coño chorreante comenzó a lamerlo de arriba abajo, hasta el culo, disfrutando de los gemidos de su madre. Raquel gemía de placer, estaba muy caliente. Manuel, al principio, le comía el coño torpemente, pero Raquel le guiaba para que usase bien su lengua por toda su entrepierna, y al cabo de unos minutos, el muchacho le comía el coño a su madre con gula, con ímpetu, sin dejar de meterle un dedo en su coño, llevando a su madre al límite una y otra vez. Raquel disfrutaba de la comida de coño que le daba su hijo, aguantando el orgasmo. Manuel, con el tiempo, se atrevía a más y le metía ahora hasta tres dedos dentro de su coño.

Raquel: ¡Oh sí, cariño, cómete a mami, sí, más, sí, sigue así, no pares! – gritaba mientras agarraba con una mano la cabeza de su hijo y con la otra se pellizcaba un pezón.

Manuel se volvió más descarado y le metió un dedo en el culo a su madre mientras con la otra mano le torturaba el clítoris como cientos de veces había visto hacerlo en las películas porno. Raquel sintió ráfaga de electricidad recorrer su cuerpo, su coñito empezó a mojarse aún más. Manuel metió dos dedos en la profundidad de su raja. Movía sus dedos por instinto, ya que era la primera vez que lo hacía. Sus dedos rozaban las paredes de su vagina de una manera inexperta. Aun así, notaba como sus fluidos resbalaban por sus muslos mientras volvía a dirigir su mirada hacia su verga, aún flácida. Raquel soltaba gemidos y grititos de placer, echando la cabeza hacía atrás y con los ojos en blanco con su mano en su nuca para que no parara. La imagen era tremendamente excitante. Comenzó a mover sus caderas al ritmo de la lengua de su hijo.

Raquel: ¡Dios, Manu, hijo, cariño! – gritaba - ¡Voy a correrme! ¡Sigue, cariño! ¡Me matas, cariño, me estás matando de placer, sigue, sí, sí, sí!

Las piernas de Raquel empezaban a temblar y gritó a la vez que se corría con los dedos de su hijo dentro de su coño y sus ojos fijos en los suyos. Él comenzó a meter sus dedos y sacarlos con fuerza intensificando su orgasmo. Raquel se quedó allí, sin hacer ni decir nada presa de la culpabilidad en ese momento, pero terriblemente morbosa. Manuel sacó sus dedos y le dio un beso muy tierno en los labios.

Manuel: Muchas gracias, mamá – dijo entre pequeños besos tiernos - Eres la mejor.

Le dio otro apretón en uno de sus pechos, salió del salón y se metió en su habitación, cerrando la puerta. Raquel recogió y volvió a meterse en la ducha para limpiarse y volvió a excitarse al restregar su semen por su cuerpo antes de darse con el agua. Volvió a masturbarse, sin poder evitarlo, una paja corta y rápida, pero placentera, y salió para preparar la cena muy satisfecha y cada vez menos culpable. Manuel salió a la cocina a por agua mientras su madre estaba haciendo la cena, vestida únicamente con un camisón sin nada debajo. Notó la presencia de su retoño, que la miraba embelesado desde la puerta de la cocina.

Raquel: Pasa, no te quedes ahí, si ya me has visto desnuda – dijo pícara y orgullosa.

Manuel: Claro – dijo divertido.

Raquel: ¿Te ha gustado comerte el coño de mami? – dijo sonriendo lasciva.

Manuel: Mucho – dijo sonriendo – ¿Y a ti?

Raquel: Mucho – dijo guiñándole un ojo – Se te da muy bien – le alabó.

Manuel: Gracias. Yo también te lo comeré a menudo – le dijo riendo.

Raquel: Cuando quieras, cariño – dijo besándolo.

Manuel: Vale – dijo respondiendo al beso, embelesado de nuevo.

Manuel se quedó cachondo por el morbo que sintió al hacerle un cunnilingus a su madre. No paraba de mirar a su madre pensando en hacer un 69 con su madre.

Manuel: Mamá, ¿has terminado? – dijo viendo a su madre recoger.

Raquel: Sí, ¿por qué? – dijo curiosa.

Manuel: Quiero que vayamos a mi habitación – dijo mirándola con deseo.

Raquel: ¿Para? – dijo curiosa viendo la mirada de su retoño.

Manuel: Quiero hacer un 69 contigo – dijo cachondo.

Raquel: ¿Y a qué estamos esperando? – dijo morbosa mirando el bulto en los pantalones de su retoño para, sonriendo, coger la mano de su hijo y arrastrarlo a su habitación.

Manuel: Pareces deseosa – dijo siendo arrastrado por su madre.

Raquel: Me ha gustado comerte la polla, cielo – le confesó – me da mucho morbo, y que me comas tú el coño, también.

Raquel condujo a su hijo, con mucho entusiasmo y morbo, a su habitación. Nada más llegar, ambos se desnudaron mientras se besaban apasionadamente. Ambos se acercaron a la cama, mientras Manuel le comía y estrujaba los pechos a su madre, y ella le masturbaba lentamente. Manuel se tumbó boca arriba y Raquel se subió en la cama, colocando su ya chorreante coño en la boca de su hijo, para lanzarse a engullir la verga ya erecta de su hijo y lamerle los testículos, sin dejar de pajearlo. Manuel comenzó a comerle el coño a su madre mientras la masturbaba al mismo tiempo. Ambos estaban muy cachondos y morbosos. Raquel se metió la verga de su hijo en la boca, entera, hasta la garganta, empezando una mamada de campeonato.

Manuel: ¡Mmmmmmhhhh! – gemía.

Raquel: ¡Mmmmmhhhhgggggg! ¡Mmmmmhhhhgggggg! ¡Mmmmmhhhhgggggg! – gemía intentando respirar.

Manuel comenzó a comerle el coño a su madre al mismo tiempo que ella le comía la verga a él, con gula. Luego de unos minutos en los que Raquel no dejó de comerle la verga ni un solo instante y de que ella se corriera un par de veces en la boca de su hijo Luego de unos interminables minutos ambos se corrieron entre gritos de placer.

Raquel: ¡Oh sí, cariño, como me gusta! – gritaba cuando se sacaba la verga de la boca - ¡Sigue mi vida! – gimió antes de meterse de nuevo la verga en la boca.

Manuel le mordía el clítoris mientras le lamía el coño haciéndola correrse.

Raquel: ¡Oh sí, me corro, sí! ¡Mmmmmhhhhgggggg!

Manuel: ¡Oh sí, mamá, me corro, sí, toma leche, sí! – gemía sin dejar de masturbarla frenéticamente, alargando su orgasmo.

Raquel se corría cuando sintió que Manuel la rellenaba la boca de semen, su orgasmo fue brutal por el morbo y la excitación y luego de correrse, ambos cayeron rendidos a la cama.

Raquel: ¿Te ha gustado? – dijo recuperando el aliento y saboreando el semen de su hijo - ¿Te ha cumplido mami otra fantasía?

Manuel: Sí mamá – dijo eufórico – y con creces – dijo sonriendo mientras la tocaba los pechos y le daba un beso en la boca que Raquel contestó gustosa, pasándose ambos sus fluidos.

Raquel: Me alegro cielo. Cuando quieras repetir me avisas – dijo sonriendo traviesa – Me voy a limpiar. Descansa cielo – dijo besando a su hijo en la boca.

Manuel: Sí mamá – dijo contestándole al beso sonriente.

Raquel se fue a sus quehaceres después de limpiarse. Cada vez le gustaba más ser la puta de su hijo. Manuel descansó y se puso a estudiar. Durante unos días la rutina de ambos de pajas y mamadas mutuas siguió, hasta que Manuel decidió pasar a otro nivel, quería follársela.


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