Las Fantasías de un Hijo con su Madre - Capítulo 03

heranlu

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-Las Fantasías de un Hijo con su Madre - Capítulo 03-

Al día siguiente, Raquel no sabía cómo abordar el tema con su hijo y Roberto le propuso que hablara con Manuel cuándo volviera de clases, mientras él aún estaba trabajando. Raquel, después de pensarlo mucho, le hizo caso a su marido y cuando Manuel llegó, después de comer y de que él se fuera a su habitación a estudiar, decidió encararlo. Se armó de valor y fue hasta la habitación de su hijo y llamó a la puerta.

Raquel: Manuel cariño, ¿puedo pasar? Tenemos que hablar –dijo seria.

Manuel: Adelante mamá – dijo serio.

Entró a su habitación y se sentó a su lado en la cama y empezó a hablar.

Raquel: Veras cariño, quiero que sepas que te quiero mucho – dijo acariciando su cara tiernamente – y que lo que papá y yo queremos es verte feliz.

Manuel: Lo sé, mamá -dijo conmovido.

Raquel: Bueno pues quiero que sepas, que después de hablar con el psicólogo, ya sabemos lo que te pasa - dijo más tranquila.

Manuel: ¿Qué me pasa? – dijo curioso - Tiene tratamiento, ¿no? – dijo desesperado.

Raquel: Tranquilo cielo, sí tiene tratamiento. Verás lo que nos ha dicho el doctor es que estás obsesionado conmigo cielo, y eso no es bueno ni sano para ti – dijo abrazándolo – pero tiene tratamiento y te va a encantar – dijo sonriendo traviesa para quitarle hierro al asunto.

Manuel: ¿Qué tratamiento? – dijo ansioso – Quiero curarme, no soporto esto mamá – dijo casi llorando – me doy vergüenza y asco – dijo bajando la cabeza.

Raquel: No te preocupes cielo, que mamá te va a ayudar – dijo más decidida al ver a su hijo en ese estado – pero antes necesito que me cuentes todas tus fantasías conmigo.

Manuel: ¿Qué? – dijo pensando que había oído mal.

Raquel: Lo que has oído. Verás cielo, el tratamiento consiste en que yo te voy a cumplir todas y cada una de las fantasías que tengas conmigo, de la primera a la última. Por eso necesito saberlas cielo – dijo ante su incrédulo hijo.

Manuel: ¿Estás de broma? - dijo después de unos segundos en silencio.

Raquel: No estoy de broma cielo – dijo seria - ¡Venga! Cuéntamelo todo – dijo acomodándose en la cama sentándose cómodamente mirando atenta a su hijo.

Manuel: Está bien. Pues…

Manuel le contó, algo cohibido, todas sus fantasías, muy variadas, que iban desde hacerse una paja delante de ella mientras le miraba, hasta follársela en el coche de su padre con él conduciendo. Tras una larga charla de Manuel, Raquel tomó la palabra.

Raquel: ¡Vaya! Sí que tienes fantasías – dijo riendo divertida – Veo que te pongo mucho.

Manuel: No tienes ni idea – dijo mirándola intensamente.

Raquel: Bueno, pero quiero que te quede claro una cosa, yo te cumpliré todas las fantasías, seré tu puta, tu esclava y todo lo que quieras que sea, te complaceré en todo, pero que te quede claro que antes que tú, está tu padre. Quiero decir – dijo ante la mirada confundida de su hijo – que si tú quieres follarme o lo que quieras hacerme y tu padre quiere follarme, te esperas a que tu padre me folle. Él está antes que tú, ¿entendido?

Manuel: Sí mamá, no hay problema – dijo nervioso.

Raquel: Me alegro. Y si quieres llamarme puta o zorra o guarra o perra o lo que quieras llamarme lo puedes hacer – le dijo – al fin y al cabo, es lo que voy a ser para ti. Y cuando quieras llamarme mamá o mami porque te dé más morbo también lo puedes hacer.

Manuel: Vale – dijo sonriendo.

Raquel: Ahora sigue estudiando y luego, si quieres empezamos el tratamiento – dijo pícara.

Manuel: Claro mamá – dijo contento - ¡Gracias! – le dijo mientras la abrazaba fuertemente con cariño.

Raquel se fue a sus quehaceres después de un largo abrazo con su hijo y darle un beso en la mejilla y un pico en los labios. Cuando se encontraba algo cansado, Manuel salió a merendar para encontrarse a su madre viendo la televisión. Al verlo, Raquel esperaba que le dijera que quería hacer.

Raquel: ¿Quieres algo? – dijo sonriendo pícara.

Manuel: Voy a merendar algo – dijo ajeno a lo que se refería su madre.

Raquel: Claro, en la cocina tienes jamón y queso y en la encimera está el pan – dijo en modo maternal.

Manuel: Gracias mamá – dijo sonriendo con cariño, como siempre hacía.

Manuel comió lo que le preparó su madre y volvió con ella al salón. Se dio cuenta de que estaba como esperando algo, y pronto descubrió el qué. ¡Esperaba que le dijera la primera fantasía! Se le había olvidado eso, tan centrado había estado en el estudio que se olvidó de esa parte. De repente se le ocurrió cumplir su primera fantasía. Se dirigió al baño y en la puerta se giró hacia su madre.

Manuel: Oye mamá…

Raquel: ¿Sí, cielo? – dijo sabedora de lo que le esperaba.

Manuel: No hay papel de baño, ¿podrías traerme un rollo? – dijo excitado.

Raquel: Sí, claro – dijo sabiendo lo que pasaría.

Manuel, raudo se desnudó y cogió del cesto de la ropa sucia una braga usada de su madre. Se sentó en la taza y empezó a pajearse lentamente su ya erecta verga mientras olía y lamía la braga de su madre. Raquel, por su parte, que vestía una blusa de tirantes escotada sin sujetador y unos pantaloncitos de estar por casa, fue a la despensa y cogió un rollo de papel higiénico para después dirigirse al baño. Estaba muy morbosa, pero la visión que se encontró cuando llegó a la puerta del baño superó sus expectativas y mojó su coño. Vio a su hijo con su braga en la cara, oliéndola mientras se pajeaba su verga. Por fin sus miradas se cruzaron.

Manuel: ¡Mamá! – gimió, haciéndose el sorprendido, morboso.

Raquel: Perdón, cariño, no quería molestarte, la puerta estaba abierta y traía papel higiénico, que se ha gastado – dijo metida en su papel, morbosa.

Manuel: Perdón, es que se habían caído al suelo...

Raquel: Pues esas tienen como un aroma especial, ¿no te parece? - le dijo con una sonrisa pícara.

Manuel: Sí – susurró mientras las olía con los ojos cerrados.

Raquel: ¿Quieres que mami te ayude? – dijo morbosa al ver el comportamiento de su retoño.

Manuel: ¿En serio? – dijo cachondo.

Raquel: Sí – dijo sonriéndole traviesa – Mami ha ocasionado que su pequeño pervertido se ponga cachondo, y mami se encargará de satisfacer a su pequeño pervertido.

Manuel: ¡Guay! – dijo emocionado y cachondo.

Raquel le miró y vio como su hijo, con un entusiasmo del que va a explorar algo nuevo, se levantaba de la taza y se desnudaba de cintura para abajo dejando ver una verga grande y gruesa, aún no como la de su marido, pero pensó que en unos años le alcanzaría.

Raquel: ¿Quieres que me quite algo de ropa? – dijo al ver a su hijo ya empalmado.

Manuel: ¿Podrías ponerte en ropa interior, pero sin sujetador? Me encantan tus tetas – le confesó.

Raquel: Claro – dijo pícara.

Raquel lentamente, mientras miraba traviesa a su hijo, se quitó la camiseta que llevaba y la dejó encima del toallero para, después, quitarse los pantaloncitos cortos que llevaba y quedarse en tanga. Dejó los pantaloncitos junto con su camiseta y con mucho morbo, mirando a su hijo a los ojos, para ver el ansía que tenía y su vista fija en sus pechos, desabrocharse el sujetador y dejarlo caer por sus brazos, para tirarlo al suelo.

Manuel: ¡Joder mamá, qué tetazas tienes! ¡Me encantan! – dijo embelesado.

Raquel: Gracias cielo – dijo sonriendo halagada – ya veo que no mientes – dijo al ver cómo se le ponía aún más dura la verga – Abre bien las piernas, pervertido.

Manuel no contestó, simplemente sus piernas se abrieron instantáneamente. Raquel se colocó de rodillas en el suelo. Manuel soltó su verga y la braga de su madre. Raquel tomó su relevo y sin dejar de mirarlo traviesa, le agarró su verga con una mano mientras la otra mano agarraba su braga usada y la envolvía en su verga. Le empezó a masturbar lentamente, alargando el placer de su retoño lo máximo posible.

Raquel: ¡Vaya! Hacía años que no te veía desnudo del todo. Es muy agradable ver que te has desarrollado tan bien, a la herramienta me refiero, claro - soltó una carcajada contenida y se pone rojo como un tomate.

Manuel: Gracias, supongo – sonríe - ¡Lo haces muy bien! - gimió.

La verga de Manuel da pequeños respingos en la mano de su madre. De repente, Raquel le quita la braga de la verga, se la pasa por debajo de su tanga y se la mete en la boca a su hijo, que sorprendido, se deja hacer.

Raquel: Esto es para que te sea más placentero, cariño – dijo traviesa mientras agarraba su sujetador del cesto de la ropa sucia y sustituía con él a la braga en su verga – Ahora sí, mami va a disfrutar de la corrida de su pervertido hijo – rio morbosa.

Luego de unos segundos, Raquel se dio cuenta de que su retoño no quitaba la vista de sus enormes pechos, ya que estos se movían con el ritmo de la masturbación, por lo que, sin pensarlo mucho, con una mano cogió las manos de su retoño, y las guio a sus pechos. Manuel empezó a amasar las ubres de su madre, esa que tanto deseaba y que tantas pajas le habían proporcionado. Las amasaba con fuerza, como si se las quisiera arrancar. Raquel se dejaba hacer, sin perder el ritmo de la paja.

Manuel: ¡Tienes un buen par de tetas, mamá! – gimió lascivo - ¡Me encantan! Me he hecho innumerables pajas pensando en ellas – le confesó, morboso.

Raquel: Me alegro de que te gusten – dijo sonriendo morbosa.

Manuel empezó a amasar los pechos de su madre, lentamente mientras ella no paraba de pajearle delante de su cara, que no perdía detalle de la verga de su hijo. Manuel empezó a calentarse más por el morbo de tener a su madre masturbándole y contándole sus gustos sexuales.

Manuel: ¡Oh sí! ¡Me encantan tus tetas! – gemía - ¡Me hago pajas imaginando que me corro en ellas y en tu cara! ¡Oh sí, que cachondo me pones mami! Eres la mejor. ¡Estás buenísima!

Raquel: ¿Te gustan las tetas de mami? Vamos, ¡sigue tocándolas! – le invitaba - ¡No pares! A mami también le gusta que su niño se las toque. Complace a mami, ¡vamos! ¡Te correrás donde quieras cielo, en mi cara, en mis tetas, dónde quieras! ¡Pero ahora vas a llenarle el sujetador a mami de tu leche!

Raquel lo miraba con cara de puta viciosa y le hablaba de manera sucia, que sabía que le pondría más cachondo a su hijo y que aumentaría el morbo de ella. Manuel estaba en el cielo y su madre lo notó, por lo que comenzó a ir más rápido en la paja. Con una sonrisa lasciva empezó a empujarlo hacía el final.

Raquel: ¿Quieres correrte, cielo? ¿Quieres llenar el sujetador de mami con tu leche para que mami vaya con él puesto todo el día? – provocaba, morbosa.

Manuel: ¡Sí mamá, quiero correrme ya! – avisó a su madre.

Raquel: ¿Y a qué esperas, cielo? ¡Dale a mami tu leche caliente! ¡Dámela toda, vamos! – apuró mientras envolvía su verga con las dos copas de su sujetador para recoger su corrida.

Manuel: ¡Oh sí, mamá! – gimió - ¡Oh sí, que buena estás! ¡Toma leche, mami, me corro!

Manuel empezó a correrse como un bestia en el sujetador de su madre, quién recibía todo el semen de su hijo sonriendo morbosa, tenía el coño ardiendo. Manuel se corrió muy abundantemente, tanto que le baño entero el sujetador a su madre, hasta los tirantes, con su semen, mientras su madre recibía gustosa el regalo de su hijo. Cuando terminó de correrse, mientras su madre le limpiaba el semen de su hijo de su verga con el sujetador, Manuel reposaba, exhausto, pero feliz, mirando anonadado como su madre cumplía su promesa y se colocaba el sujetador lleno de su semen. Raquel estaba muy cachonda, y más por sentir el semen de su retoño en sus pechos, pegajosos. Le miró sonriendo triunfante.

Raquel: ¿Te ha gustado? – dijo pícara - ¿Te ha cumplido mami una fantasía?

Manuel: Sí mamá – dijo eufórico – y con creces – dijo sonriendo – No creía que cumplieras tu promesa.

Raquel: Me alegro cielo. Mami siempre cumple con lo que promete – advirtió morbosa - A partir de ahora, y mientras no esté tu padre, puedes venir en cualquier momento y pedirme lo que quieras, que mami te lo dará. Ahora a tu habitación a estudiar – ordenó, dándole un cariñoso pico en los labios.

Manuel: Sí mamá – dijo dándola otro pico – eres la mejor – dijo sonriente.

Manuel se fue a seguir estudiando más contento que nunca, mientras Raquel volvió a la cocina a preparar la cena. Durante todo el día llevó el sujetador puesto, sintiendo la corrida espesa y pegajosa de su hijo en sus pechos. Tuvo sexo con su amado marido más pasional que nunca, pensando en su hijo, de nuevo. Las cosas siguieron así un tiempo, Manuel buscaba a su madre y ella lo masturbaba, otras veces mientras se pajeaba llegaba su madre y sin decir nada, solo mirándole y sonriendo pícara se desnudaba para masturbar a su hijo como a él le gustaba, incluso algunas veces se masturbaba y tocaba ella misma los pechos para calentar aún más a su hijo, sin llegarse a correr nunca. Luego por la noche, Roberto se encargaba de darle lo suyo a su mujer.

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