Las Fantasías de un Hijo con su Madre - Capítulo 01

heranlu

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-Las Fantasías de un Hijo con su Madre - Capítulo 01-

Se trata de una familia compuesta por el padre, un hombre de 50 años que compagina el trabajo con su familia, la madre, una mujer de 42 años que no tiene trabajo y se dedica a las labores del hogar, y el hijo que está estudiando.

El padre, Roberto, un hombre que se cuida, es corpulento, con canas en su pelo negro, alto, trabaja en una ingeniería y le gusta pasar el fin de semana con su hijo haciendo actividades como pesca o practicar algún deporte, así como ver a su hijo practicando el rugby. Aún conservaba cierto atractivo.

La madre, Raquel, una mujer que también se cuida, es alta con el pelo moreno, con curvas y algo de tripa, unas tetas grandes y duras aún, unas piernas torneadas gracias al ejercicio y un culo grande y respingón, es guapa con labios carnosos.

El hijo, Manuel, un chico que compagina los estudios con su deporte favorito, el rugby, tiene un cuerpo atlético por las horas de gimnasio y la práctica del rugby, es alto y corpulento como su padre, con el pelo moreno. Desde que empezó la adolescencia está obsesionado con su madre, todas sus pajas son en honor a ella, espía a sus padres cuando hacen el amor, y no se interesa por las chicas de su edad, algo que le ha costado muchos disgustos con sus amigos.

Raquel llegaba de hacer la compra. Era un día lluvioso y frío de otoño. La casa estaba vacía, su marido se encontraba trabajando y su hijo en clase, aún que pronto llegaría. Después de colocar la compra y preparar algo de comer, decidió que era mejor tomar una ducha para quitarse el frío del cuerpo y relajarse antes de comer. Raquel entró al baño y abrió los grifos para calentar el agua. Mientras se fue desnudando. Se quitó el jersey que llevaba y lo puso en el cesto de la ropa sucia, se quitó la camiseta quedando en sujetador y la echó también al cesto. Se quitó el pantalón vaquero y lo echó al cesto quedando en tanga. Se giró para poner algo de música relajante que a ella le gustaba. Luego volvió y comprobó que el agua estaba caliente y se desabrochó el sujetador y se quitó el tanga y después de echarlo al cesto se metió debajo del agua.

Manuel llegó pronto de clase. Su profesor los había dejado marchar antes y decidió ir a su casa en vez de quedarse en la casa de alguno de sus compañeros jugando a la play. Cuando llegó se encontró con la comida echa, pero la mesa sin preparar. Como no vio a su madre por la cocina o el salón, él preparo la mesa para comer y se fue a su habitación a ponerse cómodo. Cuando pasó por el baño vio que su madre no había cerrado la puerta, sino que la tenía entornada, y se estaba duchando. Aunque se resistió, no perdió la oportunidad de hacer lo que más le gustaba: espiar a su madre. Sigilosamente, Manuel entreabrió más la puerta para ver a su madre desnuda, dándole la espalda y ofreciéndole ese culo que a él le volvía loco. La mampara era trasparente y Manuel aprovechó para deleitarse con el cuerpo de su madre, que se exhibía desconocedora de que su hijo estaba espiándola. Raquel se lavó todo su cuerpo, girando sobre sí y exhibiéndose aún más ante su hijo que tuvo la oportunidad de verle las tetas que se moría por probar y un coño arreglado.

De repente, cuando se aclaró el pelo, Raquel miró para la puerta y se encontró con los ojos de su hijo Manuel mirándola con deseo y curiosidad. Sorprendida, siguió duchándose sin taparse, para no hacer pasar un mal rato a su hijo, pues pensó que era causa de la edad, de la adolescencia, de la curiosidad que sentía por explorar al sexo femenino y que el único cuerpo femenino que tenía a mano era el suyo. Con esas ideas terminó de ducharse y para alivio suyo, cuando salió de la ducha su hijo ya se había ido.

Raquel: ¡Pobre! Debe de haber sido nuevo ver a su madre desnuda – pensó.

Raquel se secó el pelo y se enfundó en la toalla para ir a su habitación. Cuando salió miró hacia la habitación de su hijo y lo encontró inquieto.

Raquel: ¡Pobrecito! Debe de querer hacerse una paja y no podrá al pensar que está mal – pensó tierna y divertida al notar que causaba una erección en su hijo - ¡Hola, cielo!

Manuel: Hola, mamá – dijo nervioso.

Raquel: En cuanto me vista comemos – le aviso y se marchó.

Raquel se fue hacia su habitación dejando a su hijo tranquilo mientras ella se ponía cómoda, un pantaloncito corto y una blusa sin sujetador. Cuando salió de la habitación se sorprendió al ver a su hijo salir del baño con el tanga que se acababa de quitar, pero no dijo nada, lo dejó pasar. Luego de un rato, Manuel salió de la habitación y comieron tranquilamente sin comentar nada del asunto.

Más tarde, ese día, ella decidió tomar el sol en la máquina de rayos uva que le habían regalado a su marido. Se fue y se puso el bikini. Manuel estaba en su habitación haciendo los deberes y estudiando, intentando quitarse de la cabeza las ganas de ir dónde su madre y violarla. Manuel salió de su habitación a por un vaso de zumo cuando vio a su madre salir en bikini hacía el sótano.

Manuel: ¿Dónde vas así, mamá? – dijo excitado, sin quitarle ojo.

Raquel: Voy a tomar un poco de sol, cielo. ¿Necesitas algo? – dijo sin notar la mirada de deseo de su retoño.

Manuel: Una buena ducha de agua fría – pensó – No mamá, gracias. ¿Y tú?

Raquel: No me vendría mal alguien que me de crema protectora en la espalda para no quemarme. ¿Me ayudas? – dijo sin segundas intenciones.

Manuel: Sí, claro – dijo entre el miedo y la excitación.

Raquel: ¡Pues vamos! – dijo sonriente.

Madre e hijo se fueron al sótano y la madre se colocó de espaldas a Manuel, que empezó a darle crema a su madre por la espalda. Raquel cerró los ojos y se relajó, cosa que cuando Manuel se dio cuenta aprovechó para meter mano a su madre. Bajó por la espalda y, tocando su culo suavemente, bajo por las piernas hasta los pies para volver a subir a la espalda e intentar meterles mano a las tetas.

Raquel: Cielo, creo que ya está bien de crema – dijo al notar las intenciones de su hijo e intentando separarse.

Manuel: No mamá – dijo desesperado – no puedo darte solo por detrás – dijo pensando rápido cualquier excusa para seguir tocándola – necesitas también por delante, gírate.

Raquel: No es necesario, cielo…

Manuel: No te preocupes mamá, déjame darte crema - insistió.

Raquel, un poco tensa, le hizo caso y se dio la vuelta, volviendo a cerrar los ojos. Manuel comenzó por los brazos y subió a los hombros para bajar hasta el estómago y, tocando sus tetas por encima del bikini suavemente, bajo por las piernas hasta los pies para volver a subir a la barriga e intentar meterle mano en el coño. Raquel, al darse cuenta de sus intenciones, lo paró y se metió rauda en la máquina.

Raquel: Gracias cielo, ya me has dado crema, te puedes ir – dijo intentando separarse.

Manuel: ¿Seguro? – dijo desesperado.

Raquel: Si, cielo…merienda algo – dijo metiéndose rápida en la máquina y notando la abultada entrepierna de su hijo.

Manuel salió del sótano y se fue a su habitación no sin antes volver a hacerse una paja en honor a su madre con su tanga y volverlo a dejar en el cesto de la ropa sucia. Raquel, mientras tomaba rayos uva, pensaba en lo sucedido y, aún que pensaba lo mismo, creía que estaba llegando muy lejos. Cuando decidió salir y volver a preparar la cena, pasó por el baño para dejar el bikini y encontró su tanga completamente lleno de semen y el culpable no podía ser otro que su hijo. La situación empeoraba. Luego de un rato, Manuel salió de la habitación y cenaron tranquilamente, junto con el padre, sin comentar nada del asunto, de nuevo. Después de cenar entre conversaciones y risas y de qué recogieran todo estuvieron viendo la televisión en familia. Raquel estaba en el sofá con Roberto acaramelados, mientras que Manuel, estaba en otro enfrente de su madre para verlos mejor. Raquel si se dio cuenta de que su hijo se la comía con la mirada, pero lo pasó por alto. Luego cuando se acabó la película cada uno se fue a su habitación a dormir.

Roberto: ¿Pasa algo? – dijo curioso.

Raquel: ¿Algo de qué? – dijo tensa.

Roberto: No sé, hoy la cena a estado algo tensa, ¿ha pasado algo? – dijo curioso.

Raquel: No tranquilo, son imaginaciones tuyas, mi amor – dijo algo tensa.

Roberto abrazó a su mujer por atrás y Raquel aprovechó para poner su cabeza en el pecho de su marido, le encantaba estar así. Roberto le restregó la verga por el culazo a su mujer mientras le susurraba al oído.

Roberto: Bueno cariño, ¿quieres juerga o prefieres dormir? - dijo con una mirada traviesa.

Raquel: Tu puta siempre quiere juerga - dijo cachonda perdida por como la miraba su marido.

Roberto besó a su mujer apasionadamente mientras la metía mano, sin aguantar la calentura. Le tocaba sus preciosos pechos y el culo. Raquel se dejaba hacer encantada mientras ella también lo tocaba en el pecho. Cada vez estaban más calientes.

Raquel: Mi amor, esto necesita cuidados de tu puta - dijo pícara.

Roberto: Y a qué esperas zorra, ¿una invitación? - dijo cogiéndose la verga con la mano.

Raquel, sin dejar de besarlo ni mirarlo, agarró su verga con una mano y empezó a masturbarlo.

Raquel: Mi amor, me encanta tu polla, mi vida - dijo lujuriosa mientras la lamía.

Roberto: Vamos zorra, demuestra lo bien que la chupas – gimió.

Raquel: Agárrate mi amor que vienen curvas - dijo empezando a comerle la verga.

Roberto: ¡¡ Raquel!! ¡Si, mi amor, sí, que bien lo haces, nena, sí, así puta, cómetela toda! – gemía.

Raquel: ¿Te gusta, mi amor? - dijo parando de chupársela para volver a incrustársela de nuevo y empezar a chupársela ahora más profundo.

Roberto: ¡Sí, mi amor, cómetela así, hasta el fondo, sí! – gemía - ¡Cada día la chupas mejor, puta!

Raquel estaba muy cachonda y quería llevar a Roberto al límite, quería que la tratase como lo que se sentía, una puta, su puta, su mujer, su esclava, su sumisa, su juguete. No dejaba de chuparle la verga cada vez más rápido y profunda haciéndolo enloquecer. Por esa razón, Roberto no tardo en descargar su semen en la boca de su mujer.

Roberto: ¡Sí, así, nena, trágatela toda, me voy a correr, puta, toma leche, bébetela toda! – gemía.

Raquel no se apartó, sino que siguió chupándosela aún más rápido y profundo hasta que sintió la corrida de Roberto en su garganta. Se tragó toda la corrida gustosa, como un manjar. Cuando Roberto terminó de correrse se colocó abrazada a él en la cama.

Raquel: Que rica leche mi vida. ¿Te ha gustado mi amor? - preguntó mimosa.

Roberto: Mucho mi vida, gracias por chupármela, lo necesitaba - dijo excitado y agradecido.

Raquel: Lo que sea por mi hombre, mi amor - dijo amorosa y tierna - te amo y lo haré siempre. Soy tu mujer, tu puta, tu esclava sumisa, tu zorra, tu juguete sexual, soy tuya, siempre lo he sido, te amo, soy tu puta mi amor – dijo restregando su encharcado coño contra el muslo de su amado, cachonda.

Roberto: Por supuesto, puta - dijo viendo lo encharcado que tenía el coño y amasando sus pechos – pero esto no va a quedar así perra - dijo con deseo.

Roberto la empezó a tocar los pechos mientras la besaba apasionadamente. Raquel se dejaba hacer encantada. Roberto la tocaba todo el cuerpo delicadamente, la besaba el cuello y bajaba a sus pechos, los comía, mordía, lamía, estrujaba, pellizcaba, le hacía de todo mientras con la otra mano la tocaba el coño hábilmente. Roberto seguía a lo suyo, empezaba a bajar poco a poco hasta su coño con la boca. Cuando llegó a su coño comenzó a lamerlo de arriba abajo hasta el culo disfrutando de los gemidos de su mujer, que hervía en lujuria. Raquel gemía de placer, estaba muy caliente.

Raquel: ¡Mi amor, me matas de gusto, sí, cómeme, cómete a tu puta, no pares! – gemía - ¡Qué bien usas la lengua, amor!

Roberto le comía el coño con gula, con ímpetu, haciendo círculos en los labios mayores, jugando con el hinchado clítoris de su mujer, llevándola al límite una y otra vez. Raquel se corría sin parar disfrutando de la comida de coño que le daba su macho, su semental. Roberto se tragaba la corrida de Raquel sin dejar de jugar con su lengua en su clítoris. Luego de unos minutos Roberto se separó y colocó encima de ella para, sin miramientos, penetrarla de una estocada, despacio para no hacerla daño, pero profundamente, a su mujer.

Raquel: ¡Oh sí, mi amor, fóllame, folla a tu puta, a tu mujer, sí fóllame, así, despacio, métemela entera, sí, no pares! – berreó - ¡Eres un dios del sexo!

Roberto se la follaba cada vez más rápido, a un ritmo salvaje, duro, sin descanso y sin dejar de comerla las tetas, sacando su verga hasta el glande para volver a meterla de manera violenta, chocando el cérvix de su mujer. Raquel no aguantaba más y colocó a Roberto debajo suyo con habilidad y sin sacar su verga de su coño comenzó a cabalgarlo a una velocidad endiablada, penetrándose más profundamente, si cabe. Roberto seguía comiéndole las tetas y ahora le agarraba y amasaba el culo. Raquel estaba a punto de correrse y quería que su amado se corriera junto con ella, lo provocó.

Raquel: ¡Oh sí, tu puta se va a correr con tu polla, amor! – berreo - ¡Vamos, mi amor, tu puta quiere tu leche, dame tu leche, dámela toda dentro de mi coño, inúndame el útero con tu deliciosa leche, mi amor, acábame dentro, mi vida! ¡Me corro!

Roberto: ¡Oh sí, puta, me llevas al límite! ¡Cómo me pones, sí, toma leche, zorra, sí, voy a vaciar mis huevos en tu coño, puta! – gimió - ¡Me corro!

Ambos se corrieron a la vez, Roberto cachondo por las provocaciones de su mujer, y ella al sentir como su amado se corría dentro de ella, llenándola con su semen. Tras el rato de sexo, ambos se tumbaron en la cama abrazados, exhaustos.

Raquel: Ha sido fantástico, mi amor – dijo besándole, amorosa.

Roberto: Si que lo ha sido, pero todo puede mejorar ¿no? - dijo sonriendo.

Raquel: ¿Quiere más mi dueño? - dijo amorosa y contenta.

Roberto: Si - dijo mirándola con tanto deseo que su mujer pensó que se correría con la mirada intensa de su marido - mereces un castigo, uno ejemplar, te voy a follar el culo, puta - dijo con lujuria mientras le daba un azote.

Raquel: Es tuyo mi amor, úsalo cuando quieras mi vida - dijo sumisamente y deseosa de que lo hiciera.

Roberto comenzó a comerle los pechos mientras Raquel le masturbaba. Se colocaron en posición de 69 y mientras Raquel le comía la verga dejándola bien ensalivada para cuando la follara analmente, mientras le tocaba los testículos, Roberto le comía el coño aún encharcado y le metía dos dedos por el ojete, haciéndola gemir. Después de unos minutos, ella gritaba de placer. Roberto le mordía el clítoris mientras le lamía el coño, motivando que, por ese doble ataque, ella se corriera.

Raquel: ¡Oh sí, mi amor, me corro, sí, no pares! – gimió.

Raquel se corrió en la boca de Roberto mientras ella no dejaba de masturbarle. Cuando se corrió, Roberto la colocó a cuatro patas sobre la cama y se puso a jugar con su verga en la entrada de su culo. Cuando empezó a meterle la verga por el culo, Raquel suplicaba más, estaba excitadísima, se masturbaba su clítoris con furia.

Raquel: ¡Mi amor, folla el culo de tu puta, de tu mujer! – gemía - ¡Lo estoy deseando, amor, folla mi culo!

Roberto estaba muy caliente oyendo a su mujer suplicar que se la follara por el culo. La penetró despacio, pero de una sola vez. Raquel comenzó a gritar de placer al sentirse ensartada mientras Roberto la follaba despacio al principio para poco a poco aumentar el ritmo de la follada a un ritmo vertiginoso, endiablado, salvaje a petición de ella mientras la azotaba el culo y le pellizcaba los pezones. Roberto complacía a Raquel mientras la follaba el culo, prácticamente la taladraba el culo con su verga mientras la azotaba y le pellizcaba sus pezones a pedido de ella, que estaba ardiendo de deseo.

Roberto: ¡Toma polla, putita mía, te voy a rellenar el culo de leche! – gemía sin dejar de azotarla ni pellizcar sus pezones - ¡Vas a estar cagando mi leche varios días, guarra! ¡Qué culo tan estrecho tienes, perra!

Raquel se corría una y otra vez, presa de un frenesí y un deseo enormes por lo que le hacía y decía su amado, estaba muy cachonda, cuando sintió que Roberto la rellenaba el culo de semen caliente y espeso, se corrió por última vez en un brutal orgasmo y ambos cayeron rendidos a la cama.

Raquel: ¿Se ha quedado a gusto mi dueño, amo y señor? ¿O quiere más? - dijo deseosa y complaciente.

Roberto: No ha estado mal cariño, pero antes de dormir quiero que me hagas una cubana con esas tetas grandes que tienes - dijo con deseo mientras la acariciaba.

Raquel: Con mucho gusto, mi amor - dijo sumisa y sensualmente.

Después de unos minutos de descanso, Raquel se colocó entre las piernas de Roberto y le rozaba con los pechos su verga. Comenzó a chuparla con pasión, a lamerla con fruición y deseo, y cuando estuvo bien lubricada se la metió entre sus enormes pechos y empezó con la cubana mientras le lamía la punta de la verga.

Roberto: ¡Oh sí, nena, que buena zorra eres cariño! – gimió.

Raquel poco a poco aumentaba el ritmo y la presión que ejercía en la verga de Roberto. Raquel comenzó a comerle lo que sobresalía de la verga de su marido mientras lo masturbaba con sus pechos llevando a Roberto al cielo. Sabía que su marido amaba jugar con sus enormes pechos y ella amaba complacerlo y sacarle todo su semen. Roberto, luego de unos minutos, se corrió en la boca de Raquel que se tragó el semen de su marido con gula, pasión y deseo, mientras él le tocaba sus pechos.

Roberto: ¡Oh sí, putita mía, me corro! – gimió - ¡Bébetelo todo, no dejes escapar ni una sola gota! – exigió.

Cuando Roberto se corrió se tumbaron en la cama abrazaditos y desnudos, y luego de lavarse, se acostaron ya dispuestos a dormir.

Raquel: Mi amor, te amo mi vida – dijo besándole enamorada - espero que nunca dejes de hacerme esto, lo quiero siempre - dijo juguetona.

Roberto: Yo también te amo mi vida - dijo enamorado – Cada día, putita mía.

Luego se acurrucaron para dormir, pero Raquel vio a su hijo espiarles en la puerta y se dio cuenta de que se estaba pajeando. Se dio cuenta de que la miraba a ella y que se corrió cuando sus ojos se encontraron. Manuel se fue rápidamente corriendo a su habitación y Raquel pensó que debería hablar con su hijo urgentemente, eso no era normal. Roberto se quedó dormido abrazando a su mujer. Manuel se durmió nervioso por las consecuencias que tendrían sus actos.



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