Las aventuras de mi madre 1

heranlu

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Las aventuras de mi madre 1ª. Parte

Hola, mi nombre no es muy importante, pero digamos que me llamo Mauricio, actualmente cuento con 30 años de edad, pero la historia que les voy a platicar comenzó hace 15 años más o menos.
Todo comenzó poco antes de que yo saliera de la secundaria, yo andaba bastante deprimido pues justo unos días antes de la fiesta de despedida de la escuela yo había terminado con mi novia y estaba pensando no ir a la fiesta, aunque para mi eso era traumático, ahora que lo veo en retrospectiva no tenía ninguna importancia en realidad.
Pero debido a lo problemático de mi situación fue inevitable que mi madre se diera cuenta de mi estado, justo dos días antes de la fiesta ella se sentó a platicar conmigo para averiguar que me sucedía.
Nunca he tenido problemas para comunicarme con ella, será porque nunca conocí a mi padre y me críe solo con ella, pero siempre he confiado en ella ciegamente. Esa vez no fue la excepción, le conté lo que pasaba, le dije que no iría a la fiesta para no pasar un mal rato y ella se exaltó un poco, me contó lo especial que fue su despedida de la secundaria, no omitió detalles, lo único que lograba era apenarme aun más, pero después ella me animó a ir.
— No quiero ir solo mamá, no quiero verla a ella con otro tipo, no se que hacer— Fue lo que contesté.
Ella me tomó de la mano y me dijo.
— Yo seré tu pareja si quieres, así no tendrás que ir tú solo— Me contestó ella, dejándome con la boca abierta.
No podía imaginarme entrando a la fiesta del brazo de mi madre, sería una vergüenza para mi, sería algo que jamás olvidarían, por supuesto que me negué, pero a mi madre no se le podía hacer desistir una vez que se le metía una idea a la cabeza. Traté de explicarle la situación, lo incomodo que sería que me vieran con ella, pero ella solo se rió y me dijo que no pasaría nada malo, a final de cuentas no sé como terminé accediendo, pero así fue.
Tuve pesadillas esa noche y la siguiente, me veía del brazo de mi madre entrando al salón, ella con su bata, sus tubos en el cabello y su mascarilla. Todos riéndose de mi a carcajadas, sobre todo mi ex, y yo muriéndome de vergüenza, años después mis ex compañeros se burlaban de mi hasta el día de mi muerte y entonces despertaba sudando frío y temblando. Sería mi fin.
Entonces llegó el aciago día, yo ya estaba listo con un traje que había comprado justamente para la ocasión. Esperaba en la sala algo impaciente a que bajara mi madre para irnos, yo solo quería que todo terminará lo más rápido posible. Entonces oí sus pasos bajando por la escalera, bajé la vista y trague saliva, miré hacia enfrente y no podía creer lo que veía, me talle los ojos para estar seguro de que no alucinaba.
Mi madre a sus 34 años tenía el cuerpo de una mujer de 25, delgada y alta, con una cinturita de avispa y sus caderas bien redondas, sus tetas estaban bien firmes y aunque no eran gigantescas eran de muy buen volumen, su piel morena aun no presentaba ni una arruga y su cabello negro, sin una sola cana y quebrado le llegaba hasta los hombros.
Se puso un vestido que había adquirido especialmente para la ocasión, era de una sola pieza, totalmente negro y entallado, con un escote muy pronunciado y una falda que apenas estaba un par de dedos sobre la rodilla. Nunca había visto en persona una mujer tan espectacularmente bella. De pronto mis miedos se desvanecieron en la nada, una sonrisa de oreja a oreja se me dibujaba en el rostro mientras veía a la que iba a ser mi pareja esa noche en la fiesta, solo de imaginarme la cara e mi ex mi sonrisa crecía al doble.
Sin más preámbulos salimos con rumbo al salón, ahora mi prisa por llegar era mayor. En cuanto llegamos pude notar las miradas de mis compañeros, por más que buscaba a mi ex no la veía por ningún lado, pero aun así seguí mi paso triunfal. Lo primero que hice fue servir algo de refresco para mi y mi pareja, pero al poco rato estábamos bailando desenfrenadamente.
Fue entonces cuando vi entrar a mi ex novia, llegó sola y bastante tarde, me imagine que había tenido los mismos conflictos que yo antes de venir, pero ella no había encontrado la solución que yo encontré. Al darse cuenta mi mamá empezó a bailar de un modo más erótico conmigo, por más que quise evitarlo no pude tener algún pensamiento morboso en ese momento, la figura de mi madre era increíble y nunca había soñado con algo así, de repente mi ex no me importaba para nada, absolutamente nadie me importaba, solo mi madre y yo.
Después de una buena cesión de baile decidimos descansar, mi madre me pidió otro vaso de refresco y yo de inmediato fui por él, no tarde ni cinco minutos cuando vi que dos hombres estaban platicando con ella. Los reconocí pues eran ex alumnos de mi escuela, como 5 o 6 años mayores que yo, pude ver que cortejaban a mi madre, primero pensé en ir a reclamarles, pero el morbo pudo más que mis celos y decidí dejarlos y ver que pasaba. No tuve que esperar mucho tiempo, en unos cuantos minutos mi madre tomo de la mano a uno de esos tipos y se levantó, creí que irían a bailar pero me equivoque, fueron a la parte trasera del salón los 3 y muerto por los celos y la curiosidad los fui siguiendo discretamente.
Llegaron a un cuarto de utilería en el fondo del salón, ahí había un camastro donde mi madre se sentó, ellos se pararon enfrente de ella y ella comenzó a acariciar por encima los pantalones de aquellos dos. No me había dado cuenta de la erección que traía hasta ese momento en que yo también me empecé a tocar. Entonces uno de ellos, el más alto y moreno, se saco la verga del pantalón y mi mamita sin pensarlo la tomó con una mano y se la acercó a la boca. La empezó a lamer lentamente desde los huevos hasta la punta, mientras mi madre hacia esto el otro individuo que era algo gordito le desabrochaba el vestido por la espalda. Ella simplemente se levantó y el vestido cayó al piso. El tipo que estaba atrás de ella también se desvistió a toda prisa. Mi madre se arrodillo frente a él y empezó a mamarle su verga a este mientras el otro procedía a desnudarse.
Pude oír claramente los ruidos que hacía mi mamita con su boca mientras se tragaba completa la verga del gordo, el tipo alto jaló del cabello a mi mamá y le metió su verga en la boca en lugar de la de su compañero, pero entonces el otro se repegó y vi como mi mamá mamaba las dos vergas a la vez, jugueteando con su lengua, iba de la punta de uno a la punta del otro, después se metía lo más que podía de las dos juntas y volvía a intercambiar. Yo ya había sacado mi verga del pantalón y comencé a masturbarme mientras veía esto.
Entonces el gordo tomó a mi madre del cabello y la alejó de las vergas que mamaba con tanta gula. La recostó sobre el camastro y le comenzó a quitar la tanga. Entonces acercó su boca a la concha de mi madre y empezó a comérsela, el otro se acomodo para que mi madre le siguiera lamiendo la verga, pero a cada momento se detenía para gemir del placer que el gordo le daba con la boca.
Pasaron unos minutos hasta que el gordo se levantó de donde estaba, mi madre jadeaba fuertemente, al parecer había tenido un orgasmo mientras le comían la panocha. El gordo se puso de rodillas sobre el camastro y mi madre en posición de perrito se puso a mamarle nuevamente el pito. Entonces el alto se acercó por atrás de mi madre y la empezó a penetrar lentamente por su concha, mi madre nuevamente interrumpía el sexo oral para soltar quejidos de placer al tener adentro una verga tan grande. El alto comenzó a acelerar el ritmo de la penetración, mi madre pedía más y más, ya no mamaba el miembro del gordo solo lo acariciaba y lo apretujaba con la mano. Entonces cambiaron nuevamente de posición.
El gordo se recostó boca arriba en el camastro, mi madre se sentó en su verga y comenzó a montarlo rápidamente, estaba tan exitada y ansiosa que se olvidó del otro hombre por un instante. Cuando volteó a buscarlo vio que el se acomodaba detrás de ella. Ella de inmediato supo lo que tramaba aquel tipo, ella forcejeó un momento y les pidió que se detuvieran, que por el ano no quería que la penetraran. El gordo la sujetó con fuerza y no la dejó escapar, el alto le jaló el cabello con más fuerza que las veces anteriores y la empezó a insultar. Ella rogaba que se detuvieran, les decía que su ano era virgen, que nunca se lo habían penetrado, eso solo sirvió para animar más a lo rufianes. Yo no pude hacer nada, no solo por saber que esos tipos eran más fuertes que yo sino porque como explicaría que yo estuviera ahí en ese justo momento.
Decidí esperar y ver que sucedía, y lo que sucedió fue algo increíble, mi madre al verse sometida no tuvo más opción que acceder a los tipos que la tenían a su merced, mi madre no podía pedir auxilio, sería una vergüenza para ella y para mi verla en esa situación, así que se resignó a ser profanada en su pequeño orificio.
— Más vale que no grites perra — le dijo el gordo a mi madre
Justo después, el alto comenzó a meter con mucha dificultad su verga en el culo de mi mamá.
— Que apretado esta, nada que ver con tu panocha zorra — Le dijo el alto mientras le metía solo la punta de su verga.
— Apúrate que yo también quiero probarlo — Le dijo el gordo.
Mi madre no decía ni una sola palabra, solo gemía de dolor al sentir dos vergas penetrándola sin piedad. Poco a poco el flaco había logrado introducir más de la mitad de su miembro, el cual calculo medía más o menos unos 19 centimetros.
En unos momentos ya le había entrado completa toda la verga a mi mamá, sus gemidos eran cada vez más lastimeros, pero estos se veían opacados por las risas de los hombres que la estaban prácticamente violando en ese momento.
Entonces el flaco se retiró de su labor y pude oír un fuerte suspiro de los labios de mi mamá. Pero el descanso no duraría demasiado, el gordo se acomodo un poco hacía arriba y sentó a mi mamá sobre su verga, esta vez dándole la espalda al tipo, pero no sería su concha la que penetraría en ese momento el gordo, sino el culo recién abierto de mi mamita. Ni un segundo le tomo al gordo, que tenia la verga más o menos del mismo tamaño que la de su compañero pero mucho más gruesa, introducírsela de un solo golpe en el culo de mi mamá.
Esta vez mi madre no pudo evitar soltar un grito de dolor, afortunadamente el ruido de la fiesta evitaría que alguien que no fuera yo se enterara de lo que sucedía. Justo después el alto se acomodo sobre mi madre y comenzó a coger a mi mamá por su panocha, sin importarle que hacía un breve momento esa misma verga estuviera metida en su mismo culo. En esa posición pude ver como mi mamá dejo de gemir de dolor para empezar a pedir más placer de ese modo, la muy putita estaba empezando a disfrutar de esa cogida y estaba a punto de venirse nuevamente.
En eso el tipo alto sacó su miembro de la panocha de mi mamá y entre jadeos soltó un enorme chorro de leche sobre sus tetas. En unos segundos el gordo le saco el suyo del culo y le acostó boca arriba. Su chorro fue a dar directamente a su boca y vi con asombro como ella se lo tragaba sin ningún reparo.
Los tipos se vistieron y dejaron ahí a mi mamá, casi inconsciente. Supongo que en ese momento ella se acordó de mi y se levantó rápidamente, yo me vi la mano y descubrí que tenía un chorro de semen escurriéndome por la mano y manchando mi pantalón, en eso volteé a ver a mi madre y pude ver como ella me miraba a los ojos, me había descubierto, no sabía que hacer.
Yo me metí la verga adentro del pantalón, cuando volví a verla ella se vestía muy tranquilamente limpiándose los restos de semen con su tanga, incluso introduciéndola en su panocha para limpiarse sus propios jugos. Discretamente y sin decir palabra ella salió caminando de ese cuarto como si jamás me hubiera visto. Cuando me disponía a seguirla pude ver que en el camastro estaba algo, me acerqué y vi que era su tanga de mi mamá, manchada en semen y en sus propios jugos, no pude evitar tomarla entre mis manos y guardarla en la bolsa de mi pantalón. Cuando salí mi madre estaba en el mismo lugar donde la había dejado. Fui con ella y lo primero que me pregunto fue adonde estaba su refresco, yo me sonroje y le dije que se me había caído, ella se río un poco y me dijo que estaba cansada, que quería volver a casa, así lo hicimos y nos dirigimos a nuestro hogar, en todo el camino no intercambiamos una sola palabra, pero al llegar a casa ella se metió a su cuarto y me llamó.
Al entrar pude verla sin el vestido, justo al abrir la puerta ella se estaba poniendo una tanga nueva y me miró a los ojos.
— La recogiste? — me preguntó — Sí... la quieres? — le contesté titubeando.
Ella sonrío y me contestó que no, me pidió que la conservara como recuerdo y me dijo algo al oído que cambiaria mi vida por siempre.
Me dijo — Algún día tu harás lo mismo —.
Esa noche no dormí, me hice varias pajas con la tanga de mi madre en mano, pensando en como yo algún día haría lo mismo que esos tipos.
 

TIN76

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Vaya con la mamaíta, primero no quería y luego ... .
 
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