Historias el macho
Virgen
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CAPÍTULO 5: Vacaciones incestuosas
Las vacaciones de Lupita están por terminar; mañana debe regresar a su lejano hogar junto a su novio David. David, un hombre citadino, propone a la familia ir de paseo a la playa, pues es algo que en su ciudad no es posible hacer.La familia completa se emociona con la idea y comienza con los preparativos. Una hora más tarde, ya todos listos, van rumbo a la playa más cercana, una playa pequeña y oculta entre los cerros para tener más privacidad. Los miembros de la familia se dividen en tres autos; en uno va David como conductor, Alejandra como copiloto y en el asiento de atrás van Lupita en el centro, su papá de un lado y su tío Héctor del otro.En otro auto van Ramón, otro hermano de Luis y Héctor y tío de Lupita como chofer; a su lado, su esposa Lety, una mujer de enormes caderas y nalgas gelatinosas. En el asiento de atrás van Salvador, el tío sacerdote de Lupita, hermano de Luis, Héctor y Ramón, y a su lado va la chichona tía de Lupita, Conchita.En el tercer auto solo van Betty y su esposo Memo. Durante el viaje, en el auto que va hasta atrás de la caravana comienza a suceder algo a espaldas de David, que no aparta la vista del camino, y de Alejandra, que le hace plática mientras admira el paisaje. El evento se está llevando a cabo en el asiento trasero del auto, en donde Luis y Héctor comienzan a manosear a Lupita.
—Oigan, ahí está mi novio y tu esposa, tío, nos pueden descubrir —susurra Lupita a su papá y a su tío sin poder disimular el placer que sus manos provocan en ella.
—Tú tranquila, cariño, están muy ocupados, no se van a dar cuenta —le susurra su papá mientras se saca la verga ya erecta del short.
Con sutileza, Luis sujeta la nuca de su hija y la baja a su entrepierna. Lupita, viendo tan de cerca la gruesa tranca de su padre, no puede evitar abrir la boca y tragarla entera. Mientras Héctor mete su mano al pequeño short de Lupita y comienza a acariciar el velludo coño de su sobrina, estimulando su clítoris.Lupita lleva unos minutos succionando con esfuerzo la gruesa verga de su padre cuando es jalada del cabello.
—Es mi turno, preciosa.—susurra a su oído su tío Héctor.
Lupita se inclina sobre el regazo de su tío y mete toda su verga en su boca, lamiendo y chupando con gusto y destreza. Mientras tanto, Luis se servía con el trasero de su hija, metiendo un par de dedos en su culo bajo el short.Todo el trayecto fue así, brincando de una verga a la otra sin que su tía o su novio se dieran cuenta. Poco antes de llegar, uno a uno los obesos hombres se corrieron en la boca de Lupita; se corrieron tanto que la inmensa cantidad de semen no cabía en su boca.
—Hemos llegado —exclama Alejandra. Rápidamente , los hermanos regresaron sus ya flácidos penes a sus shorts y Lupita se enderezó tratando de tragar todo el semen que le habían depositado en la boca. Alejandra voltea a ver a los que van atrás y ve a Lupita con los cachetes inflados, tratando de tragar algo y con un líquido blancoso espeso escurriendo por su boca y su barbilla.
—¿Y a ti qué te pasó, Lupita? —pregunta intrigada Alejandra, provocando la mirada de David por el retrovisor del auto.
Lupita hace un esfuerzo y traga el semen.
—Nada, tía, estaba bebiendo yogurt, pero con los brincos del auto se me derramó —contesta Lupita saboreando la leche de su papá y su tío.
Todos bajan de los autos y comienzan a bajar las cosas, pero en el momento en que Lupita toca la arena, le surge un deseo por recorrer la playa.
—Vamos a caminar —dice entusiasmada Lupita mientras se arranca la ropa, quedando solo en bikini.
—Sí vamos —contestan al unísono Luis y Héctor, quitándose las playeras, exhibiendo sus grandes barrigas.
—Nosotros queremos ir también —comentan Ramón y Salvador, desprendiéndose de sus playeras también.
—Si vayan, yo me quedo con los demás a preparar todo —contestó David mientras seguía bajando cosas de los autos.
Lupita, sus tres tíos y su papá con su andadera comienzan a caminar por la playa y se pierden a la distancia. Al poner las sombrillas y las sillas, Betty y Conchita se quitan la ropa quedando solo en un diminuto bikini que resaltaba sus exageradas curvas; David y Memo no podían apartar la vista de tan suculento espectáculo.
Lejos a la distancia, Betty ve a un grupo de jóvenes jugando volley ball de playa. —Mira tía, ¿vamos a jugar? —pregunta Betty a Conchita.
—Si vamos... —responde Conchita levantándose de la silla.
Las dos se empiezan a alejar mientras Memo y David disfrutan de la escena de ver las aguadas y exuberantes carnes de ellas brincar con cada paso. Las gelatinosas nalgas de Betty temblaban y las caídas y enormes tetas de Cochita se balanceaban de lado a lado con cada paso. Horas después David y Memo están descansando en la playa junto a las esposas de los tíos de Lupita, Alejandra y Lety. De repente, David nota que Lupita, su papá y sus tíos ya tardaron más de lo normal en volver de su paseo. Por otro lado, Memo voltea a ver donde estaba el juego de volleyball playero y nota que ya no hay nadie y que ni Betty ni Conchita han regresado. —¿No te parece extraño que Lupita tarde tanto? Normalmente, ya debería haber vuelto con su padre y los tíos. —comenta David y mira hacia el mar, entrecerrando los ojos a causa del sol, buscando a la distancia.
Mientras Lety y Alejandra conversan entre ellas.
—Sí, es verdad.—Afirman las dos.
—Hace rato que se fueron esos cuatro y Lupita —dice Alejandra, inclinando la cabeza hacia un costado mientras observa el mar con preocupación.
—Tal vez se tomaron un descanso más largo de lo habitual junto a esas rocas.—dice Lety señalando un montículo de rocas a la distancia.
Alejandra ajusta su sombrero y mira hacia las rocas con una expresión pensativa. David se levanta preocupado y se dirige hacia las rocas, llamando a Lupita mientras las esposas de sus tíos lo siguen con la misma preocupación.
—¡Lupita! ¿Dónde estás? ¡Lupita, respóndeme!— grita David preocupado. Por otro lado, Memo también comienza a buscar a su esposa y a la tía Conchita, caminando hacia donde estaban jugando. Al llegar al lugar, Memo notó más allá, dentro del mar, cerca de la orilla, a los jóvenes con el mar hasta sus rodillas. Decidido va hacia ellos con la intención de preguntar por Betty y Conchita. David continúa llamando a Lupita, pero sólo escucha el sonido del mar. Las olas chocan suavemente contra las rocas mientras los segundos parecen eternizarse. Finalmente, un sonido suave proviene de detrás de las rocas más grandes.
—¿Oyeron eso? Sonaba como un gemido. —Dice Alejandra agudizando su oído.
—Sí, yo también lo escuché. —Responde Lety acercándose a las rocas con cuidado, tratando de ver detrás de ellas. A medida que Lety se acerca, logra ver a través de una pequeña grieta entre las rocas. Lo que ve la deja paralizada. Mientras Memo se acerca a los jóvenes, notando al acercarce que algo está pasando, sus ojos se abren enormes de asombro al ver a Conchita siendo follada por el grupo de jóvenes que descaradamente empalan a la mujer sin preocuparse por esconderse. Memo, preocupado por Conchita, se apura para llegar al lugar solo para descubrir que ella lo está gozando. Conchita está montada sobre un joven a la orilla de la playa con su coño siendo taladrado mientras otro le está empalando el culo; uno más está metiendo y sacando su miembro de su boca mientras otros dos están siendo masturbados, uno con cada mano de Conchita.
—Cielos, creí que la estaban violando, perdón por interrumpir —dice Memo a Conchita y los jóvenes.
Aún alterado por la escandalosa escena, pero tratando de ser abierto; después de todo, Conchita es una mujer sola, sin compromisos, Memo aclara sus ideas.
—Oiga, ¿y Betty? Supongo que se fue sola para dejarla gozar de sus conquistas. —Pregunta Memo a Conchita, optimista de que su esposa estará por ahí tomando el sol, esperando a que su tía termine para regresar juntas.
Con la boca llena de penes, sus carnes brincando sin control por las envestidas de los jóvenes y sin soltar la verga que tiene en la mano, Conchita señala unos matorrales junto a unas palmeras.
—Gracias, continúen con lo suyo —dice Memo, aún apenado por interrumpir un momento tan íntimo.
Al acercarse a los matorrales, ve a un grupo de jóvenes formando un círculo Memo, intrigado, se asoma.Dentro del círculo, su mandíbula cae al ver a su amada esposa Betty de rodillas en la arena montando la verga de un joven mientras dos más le empalan al mismo tiempo el ano. Betty lo mira e intenta hablar, pero otras dos vergas en su boca lo impiden. Memo intenta acercarse, pero unos jóvenes lo empujan para atrás gritándole:
—Hey... espera tu turno.— Memo en el suelo no pudo más que ver entre las piernas de la multitud cómo las gelatinosas nalgas de su esposa se sacudían con las embestidas de los jóvenes que se turnaban para follarla.
Frases como "Qué ricas nalgotas tiene esta puta" y "Le están dejando el culo bien dilatado" se escuchan entre la multitud.
—Dicen que vino con su familia y que su esposo está más adelante esperándola, pobre infeliz si supiera...—, dice un joven que espera su turno.
Mientras tanto, del otro lado de la playa...
—Lupita está detrás de las rocas y está rodeada por Luis, Héctor, Salvador y Ramón—dice Lety a Alejandra y David. Lety y Alejandra se aventuran a acercarse más en silencio.
La escena que ven las mujeres es impactante. Lupita, con la cabeza caída hacia atrás, está siendo follada por todos los hombres a la vez. Su cuerpo se sacude con cada embestida, mientras su padre y sus tíos la utilizan sin piedad. Lupita gime y jadea mientras los cuatro hombres se turnan para penetrarla. Su padre está detrás de ella, follándola con fuerza por el ano; Héctor y Salvador se turnan para meter su verga en la boca de la joven, mientras Ramón está debajo de ella follando su coño. Lety le describe a David la escena; David, por su parte, siente como si un cuchillo le atravesara el corazón al escuchar lo que Lety describe con horror en su voz. Las dos mujeres se llevan las manos a la boca, escandalizadas al ver a su sobrina siendo follada por sus propios familiares. —¡Por Dios Santo! —exclaman las dos en voz baja.
David puede escuchar como Lupita gime de placer, disfrutando cada momento de ser compartida por su padre y sus tíos. —Cielos, tío Salvador, qué buena verga tienes, qué pena que seas sacerdote —exclama Lupita mientras chupa la verga de su tío.
—Y tu papi, cuando se trata de dilatar mi ano, eres el mejor —dice Lupita elogiando a su padre.
—Tío Hector, qué suerte tiene Alejandra de tener este tremendo poste que llamas verga para ella —susurra Lupita a Héctor.
—¿Tío Ramón? —Mi tía Lety te monta igual de bien que yo —pregunta Lupita entre jadeos.
David, con una expresión de confusión y dolor, se asoma sobre una roca para ver la incestuosa escena, mientras Lety y Alejandra se miran entre sí, sabiendo que lo que están presenciando es una sesión de sexo incestuoso. Lupita gime de placer mientras su padre y sus tíos se turnan para seguirla penetrando con fuerza. Ella los mira con adoración y gratitud.
—Gracias, papi, gracias, tíos... Me están haciendo muy feliz —exclama Lupita en voz alta.
David se tapa el rostro con las manos, completamente abrumado por la escena que se lleva a cabo a un lado de él, y las palabras de Lupita, cargadas de placer y gratitud, lo hacen sentir aún más enfermo. David, Lety y Alejandra regresan a las sombrillas, esperando a que la incestuosa escena de sexo termine; al mismo tiempo llega Memo con un semblante de depresión. Los dos se sientan en sillas contiguas.
—No me creerías lo que acabo de ver —dice Memo a David con voz quebrada y depresiva.
—Ni tú lo que yo acabo de presenciar —le responde David mientras lo mira con ojos apagados.
Las vacaciones de Lupita están por terminar; mañana debe regresar a su lejano hogar junto a su novio David. David, un hombre citadino, propone a la familia ir de paseo a la playa, pues es algo que en su ciudad no es posible hacer.La familia completa se emociona con la idea y comienza con los preparativos. Una hora más tarde, ya todos listos, van rumbo a la playa más cercana, una playa pequeña y oculta entre los cerros para tener más privacidad. Los miembros de la familia se dividen en tres autos; en uno va David como conductor, Alejandra como copiloto y en el asiento de atrás van Lupita en el centro, su papá de un lado y su tío Héctor del otro.En otro auto van Ramón, otro hermano de Luis y Héctor y tío de Lupita como chofer; a su lado, su esposa Lety, una mujer de enormes caderas y nalgas gelatinosas. En el asiento de atrás van Salvador, el tío sacerdote de Lupita, hermano de Luis, Héctor y Ramón, y a su lado va la chichona tía de Lupita, Conchita.En el tercer auto solo van Betty y su esposo Memo. Durante el viaje, en el auto que va hasta atrás de la caravana comienza a suceder algo a espaldas de David, que no aparta la vista del camino, y de Alejandra, que le hace plática mientras admira el paisaje. El evento se está llevando a cabo en el asiento trasero del auto, en donde Luis y Héctor comienzan a manosear a Lupita.
—Oigan, ahí está mi novio y tu esposa, tío, nos pueden descubrir —susurra Lupita a su papá y a su tío sin poder disimular el placer que sus manos provocan en ella.
—Tú tranquila, cariño, están muy ocupados, no se van a dar cuenta —le susurra su papá mientras se saca la verga ya erecta del short.
Con sutileza, Luis sujeta la nuca de su hija y la baja a su entrepierna. Lupita, viendo tan de cerca la gruesa tranca de su padre, no puede evitar abrir la boca y tragarla entera. Mientras Héctor mete su mano al pequeño short de Lupita y comienza a acariciar el velludo coño de su sobrina, estimulando su clítoris.Lupita lleva unos minutos succionando con esfuerzo la gruesa verga de su padre cuando es jalada del cabello.
—Es mi turno, preciosa.—susurra a su oído su tío Héctor.
Lupita se inclina sobre el regazo de su tío y mete toda su verga en su boca, lamiendo y chupando con gusto y destreza. Mientras tanto, Luis se servía con el trasero de su hija, metiendo un par de dedos en su culo bajo el short.Todo el trayecto fue así, brincando de una verga a la otra sin que su tía o su novio se dieran cuenta. Poco antes de llegar, uno a uno los obesos hombres se corrieron en la boca de Lupita; se corrieron tanto que la inmensa cantidad de semen no cabía en su boca.
—Hemos llegado —exclama Alejandra. Rápidamente , los hermanos regresaron sus ya flácidos penes a sus shorts y Lupita se enderezó tratando de tragar todo el semen que le habían depositado en la boca. Alejandra voltea a ver a los que van atrás y ve a Lupita con los cachetes inflados, tratando de tragar algo y con un líquido blancoso espeso escurriendo por su boca y su barbilla.
—¿Y a ti qué te pasó, Lupita? —pregunta intrigada Alejandra, provocando la mirada de David por el retrovisor del auto.
Lupita hace un esfuerzo y traga el semen.
—Nada, tía, estaba bebiendo yogurt, pero con los brincos del auto se me derramó —contesta Lupita saboreando la leche de su papá y su tío.
Todos bajan de los autos y comienzan a bajar las cosas, pero en el momento en que Lupita toca la arena, le surge un deseo por recorrer la playa.
—Vamos a caminar —dice entusiasmada Lupita mientras se arranca la ropa, quedando solo en bikini.
—Sí vamos —contestan al unísono Luis y Héctor, quitándose las playeras, exhibiendo sus grandes barrigas.
—Nosotros queremos ir también —comentan Ramón y Salvador, desprendiéndose de sus playeras también.
—Si vayan, yo me quedo con los demás a preparar todo —contestó David mientras seguía bajando cosas de los autos.
Lupita, sus tres tíos y su papá con su andadera comienzan a caminar por la playa y se pierden a la distancia. Al poner las sombrillas y las sillas, Betty y Conchita se quitan la ropa quedando solo en un diminuto bikini que resaltaba sus exageradas curvas; David y Memo no podían apartar la vista de tan suculento espectáculo.
Lejos a la distancia, Betty ve a un grupo de jóvenes jugando volley ball de playa. —Mira tía, ¿vamos a jugar? —pregunta Betty a Conchita.
—Si vamos... —responde Conchita levantándose de la silla.
Las dos se empiezan a alejar mientras Memo y David disfrutan de la escena de ver las aguadas y exuberantes carnes de ellas brincar con cada paso. Las gelatinosas nalgas de Betty temblaban y las caídas y enormes tetas de Cochita se balanceaban de lado a lado con cada paso. Horas después David y Memo están descansando en la playa junto a las esposas de los tíos de Lupita, Alejandra y Lety. De repente, David nota que Lupita, su papá y sus tíos ya tardaron más de lo normal en volver de su paseo. Por otro lado, Memo voltea a ver donde estaba el juego de volleyball playero y nota que ya no hay nadie y que ni Betty ni Conchita han regresado. —¿No te parece extraño que Lupita tarde tanto? Normalmente, ya debería haber vuelto con su padre y los tíos. —comenta David y mira hacia el mar, entrecerrando los ojos a causa del sol, buscando a la distancia.
Mientras Lety y Alejandra conversan entre ellas.
—Sí, es verdad.—Afirman las dos.
—Hace rato que se fueron esos cuatro y Lupita —dice Alejandra, inclinando la cabeza hacia un costado mientras observa el mar con preocupación.
—Tal vez se tomaron un descanso más largo de lo habitual junto a esas rocas.—dice Lety señalando un montículo de rocas a la distancia.
Alejandra ajusta su sombrero y mira hacia las rocas con una expresión pensativa. David se levanta preocupado y se dirige hacia las rocas, llamando a Lupita mientras las esposas de sus tíos lo siguen con la misma preocupación.
—¡Lupita! ¿Dónde estás? ¡Lupita, respóndeme!— grita David preocupado. Por otro lado, Memo también comienza a buscar a su esposa y a la tía Conchita, caminando hacia donde estaban jugando. Al llegar al lugar, Memo notó más allá, dentro del mar, cerca de la orilla, a los jóvenes con el mar hasta sus rodillas. Decidido va hacia ellos con la intención de preguntar por Betty y Conchita. David continúa llamando a Lupita, pero sólo escucha el sonido del mar. Las olas chocan suavemente contra las rocas mientras los segundos parecen eternizarse. Finalmente, un sonido suave proviene de detrás de las rocas más grandes.
—¿Oyeron eso? Sonaba como un gemido. —Dice Alejandra agudizando su oído.
—Sí, yo también lo escuché. —Responde Lety acercándose a las rocas con cuidado, tratando de ver detrás de ellas. A medida que Lety se acerca, logra ver a través de una pequeña grieta entre las rocas. Lo que ve la deja paralizada. Mientras Memo se acerca a los jóvenes, notando al acercarce que algo está pasando, sus ojos se abren enormes de asombro al ver a Conchita siendo follada por el grupo de jóvenes que descaradamente empalan a la mujer sin preocuparse por esconderse. Memo, preocupado por Conchita, se apura para llegar al lugar solo para descubrir que ella lo está gozando. Conchita está montada sobre un joven a la orilla de la playa con su coño siendo taladrado mientras otro le está empalando el culo; uno más está metiendo y sacando su miembro de su boca mientras otros dos están siendo masturbados, uno con cada mano de Conchita.
—Cielos, creí que la estaban violando, perdón por interrumpir —dice Memo a Conchita y los jóvenes.
Aún alterado por la escandalosa escena, pero tratando de ser abierto; después de todo, Conchita es una mujer sola, sin compromisos, Memo aclara sus ideas.
—Oiga, ¿y Betty? Supongo que se fue sola para dejarla gozar de sus conquistas. —Pregunta Memo a Conchita, optimista de que su esposa estará por ahí tomando el sol, esperando a que su tía termine para regresar juntas.
Con la boca llena de penes, sus carnes brincando sin control por las envestidas de los jóvenes y sin soltar la verga que tiene en la mano, Conchita señala unos matorrales junto a unas palmeras.
—Gracias, continúen con lo suyo —dice Memo, aún apenado por interrumpir un momento tan íntimo.
Al acercarse a los matorrales, ve a un grupo de jóvenes formando un círculo Memo, intrigado, se asoma.Dentro del círculo, su mandíbula cae al ver a su amada esposa Betty de rodillas en la arena montando la verga de un joven mientras dos más le empalan al mismo tiempo el ano. Betty lo mira e intenta hablar, pero otras dos vergas en su boca lo impiden. Memo intenta acercarse, pero unos jóvenes lo empujan para atrás gritándole:
—Hey... espera tu turno.— Memo en el suelo no pudo más que ver entre las piernas de la multitud cómo las gelatinosas nalgas de su esposa se sacudían con las embestidas de los jóvenes que se turnaban para follarla.
Frases como "Qué ricas nalgotas tiene esta puta" y "Le están dejando el culo bien dilatado" se escuchan entre la multitud.
—Dicen que vino con su familia y que su esposo está más adelante esperándola, pobre infeliz si supiera...—, dice un joven que espera su turno.
Mientras tanto, del otro lado de la playa...
—Lupita está detrás de las rocas y está rodeada por Luis, Héctor, Salvador y Ramón—dice Lety a Alejandra y David. Lety y Alejandra se aventuran a acercarse más en silencio.
La escena que ven las mujeres es impactante. Lupita, con la cabeza caída hacia atrás, está siendo follada por todos los hombres a la vez. Su cuerpo se sacude con cada embestida, mientras su padre y sus tíos la utilizan sin piedad. Lupita gime y jadea mientras los cuatro hombres se turnan para penetrarla. Su padre está detrás de ella, follándola con fuerza por el ano; Héctor y Salvador se turnan para meter su verga en la boca de la joven, mientras Ramón está debajo de ella follando su coño. Lety le describe a David la escena; David, por su parte, siente como si un cuchillo le atravesara el corazón al escuchar lo que Lety describe con horror en su voz. Las dos mujeres se llevan las manos a la boca, escandalizadas al ver a su sobrina siendo follada por sus propios familiares. —¡Por Dios Santo! —exclaman las dos en voz baja.
David puede escuchar como Lupita gime de placer, disfrutando cada momento de ser compartida por su padre y sus tíos. —Cielos, tío Salvador, qué buena verga tienes, qué pena que seas sacerdote —exclama Lupita mientras chupa la verga de su tío.
—Y tu papi, cuando se trata de dilatar mi ano, eres el mejor —dice Lupita elogiando a su padre.
—Tío Hector, qué suerte tiene Alejandra de tener este tremendo poste que llamas verga para ella —susurra Lupita a Héctor.
—¿Tío Ramón? —Mi tía Lety te monta igual de bien que yo —pregunta Lupita entre jadeos.
David, con una expresión de confusión y dolor, se asoma sobre una roca para ver la incestuosa escena, mientras Lety y Alejandra se miran entre sí, sabiendo que lo que están presenciando es una sesión de sexo incestuoso. Lupita gime de placer mientras su padre y sus tíos se turnan para seguirla penetrando con fuerza. Ella los mira con adoración y gratitud.
—Gracias, papi, gracias, tíos... Me están haciendo muy feliz —exclama Lupita en voz alta.
David se tapa el rostro con las manos, completamente abrumado por la escena que se lleva a cabo a un lado de él, y las palabras de Lupita, cargadas de placer y gratitud, lo hacen sentir aún más enfermo. David, Lety y Alejandra regresan a las sombrillas, esperando a que la incestuosa escena de sexo termine; al mismo tiempo llega Memo con un semblante de depresión. Los dos se sientan en sillas contiguas.
—No me creerías lo que acabo de ver —dice Memo a David con voz quebrada y depresiva.
—Ni tú lo que yo acabo de presenciar —le responde David mientras lo mira con ojos apagados.