Historias el macho
Virgen
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CAPÍTULO 4: Incestuosa diversión
En una animada fiesta de alberca familiar, al llegar Lupita de la mano de su novio David.
—Cariño, ahora regreso, voy a ponerme el traje de baño —dice Lupita mientras se aleja y se esconde en una habitación de la planta alta; su padre, Luis, y su tío Héctor la siguen velozmente.
—Nosotros también vamos a ponernos traje de baño —dicen a la par Luis y Héctor mientras siguen a Lupita. Mientras la fiesta continuaba abajo, Lupita, su tío y su papá comenzaron a desnudarse. Su novio David no era consciente de lo que estaba por ocurrir arriba. Mientras en la piscina David, Alejandra, la esposa de Héctor, y Betty, hermana de Lupita, beben y se divierten en los alrededores de la alberca. Arriba, Lupita se colocó a horcajadas sobre su tío Hector, introduciendo su gruesa verga en su belludo coño, y su papá se colocó atrás de ella para follar su exquisito ano. Su padre, Luis, empaló su enorme tronco de golpe en el húmedo culo de su hija. Héctor, por otro lado, la tomó de la cadera y comenzó a moverla rítmicamente, iniciando así un coro de jadeos. Conchita, tía de Lupita y hermana de Luis y Héctor, que es a quien celebraban sus 65 años, sale del baño con un diminuto bikini, mostrando orgullosamente sus senos enormes y caídos, producto de la edad. Su pequeño bikini no lograba ocultar el vello púbico espeso que crecía alrededor de su coño; esto atrajo la mirada de todos en la fiesta.
—Puta madre, qué buena está la tía de Lupita —dijo Davida, lanzando una mirada casual hacia la ventana abierta del segundo piso.
—¿Qué estarán haciendo allá arriba? —se pregunta el mismo, su mente aún ajena a los incestuosos acontecimientos que estaban teniendo lugar justo sobre su cabeza.
Mientras tanto, en la habitación de arriba, los gemidos de placer de Lupita resonaban en las paredes al sentir cómo su papá y su tío la penetraban con dureza y brutalidad, como si quisieran romperla.
—¡Ay, sí! —Sigan así, tío, papá —jadeó ella con ansia, frotando sus senos y sus oscuros pezones endureciéndose a medida que se acercaba el clímax.
—Eres afortunado, hermano, por tener una hija como Lupita —comenzó a felicitar Héctor a su hermano Luis.
—Lo sé, pero no va a durar; sus vacaciones ya casi terminaron y tiene que irse, por eso vino su novio David, para llevarla —dice Luis con tono triste pero sin dejar de jadear.
—Me gustaría guardar un recuerdo para verlo en lo que regresas el próximo año, sobrina —dice Héctor a Lupita mientras saca su teléfono celular y comienza a grabar la escena.
—Está bien tío, pero no se lo muestres a nadie —le dice Lupita a su tío y después lo besa en la boca para que quede grabado en el video.
La música, las risas y el chapotear del agua se escuchan por la ventana, camuflajeando los gemidos y el golpeteo de los cuerpos. Después de unos minutos, los dos hombres se corren dentro del cuerpo de Lupita, soltando un gemido ronco, y Lupita, al sentirse inundada por dentro, logra llegar al clímax, teniendo un orgasmo que la hace gritar de placer. Al desmontarse de su tío y sacándose la verga de su papá del ano, el espeso semen de su padre y su tío le escurre por las piernas.
—Ya llevamos mucho aquí arriba; los demás pueden sospechar —dice Lupita mientras, apurada, se pone el bikini que trajo para entrar a la alberca.
Su padre y su tío se apuran también a ponerse sus trajes y los tres juntos bajan a la alberca con los demás. Una vez abajo, David ve a Lupita y se le acerca. —Amor, ¿por qué tardaste tanto? —dice David mientras nota un líquido espeso y blanquecino escurriendo por las piernas de su novia.
—¿Qué es ese líquido, Lupita? —le pregunta David señalando sus entrepiernas.
Lupita baja la mirada a sus entrepiernas y nota que, por la prisa de bajar, olvidó limpiarse el semen de su papá y su tío. Lupita se pone roja de nervios y se ingenia una respuesta:
—Es bloqueador solar, cariño, creo que no me lo puse bien— y se lanza a la alberca para escapar de la situación. David parece complacido con la respuesta y se sienta a seguir bebiendo cerveza al lado de Alejandra, que duerme la siesta disfrutando de la brisa. Hector, al ver que su esposa duerme, decide meterse a la alberca y Luis lo sigue.
Una vez adentro, los hermanos ven llegar a la orilla de la alberca a su hermana Conchita, y no pueden dejar de notar sus enormes tetas y su peludo coño que se resaltan con ese diminuto bikini que tiene puesto. Junto a ella llega también Betty, la hija mayor de Luis, que a pesar de ser gordita se puso un bikini pequeño que deja ver sus enormes y gelatinosas nalgas blancas. —Cielos hermana, lo que tiene mi hija Betty de nalgona lo tienes tú de chichona —dice Luis a Conchita, admirándolas de pies a cabeza.
—Entren a jugar a la alberca con nosotros —dice Hector con un tono seductor.
Ambas mujeres aceptan y entran al agua, y una vez dentro, Héctor se lanza sobre su sobrina Betty y comienza a masajear sus hombros, mientras Conchita y Luis juegan a hacerse cosquillas. Lupita flota boca arriba, descansando en un lado de la alberca, mientras del otro lado comienza a suceder algo extraño, Héctor baja de los hombros de Betty a su espalda y después a su cintura; lo hace tan bien que Betty está casi en trance. Por otro lado, el juego de cosquillas de Luis y Conchita se tornó un tanto más atrevido. Hector baja ahora a las enormes y gelatinosas nalgas de Betty y comienza a masajearlas y acariciarlas.
—Tío, qué hace? —pregunta Betty en voz baja, mirándolo de reojo hacia atrás mientras está recargada en el borde de la alberca.
—Te doy un masaje relajante, hija, ¿a poco no te está gustando? —dice Hector a Betty con tono travieso.
—Sí se siente bien, pero... —Betty no puede pensar con claridad por el placer que su tío le hace sentir con su tacto.
—Tú confía en tu tío. —Susurra Héctor al oído de Betty, mientras ella asiente y se relaja apoyando su cabeza sobre sus propios brazos.
En el momento en que Héctor ve que su sobrina ya está relajada, saca el pequeño pedazo de bikini que divide las gelatinosas nalgotas de Betty y comienza a empujar su endurecida verga en su ano. Betty gime silenciosa y pregunta con la voz entrecortada:
—Tío, ¿qué haces? — dice Betty con los ojos cruzados.
—Tranquila, sobrina, deja que tu tío se encargue —le dice Héctor mientras sigue empujando.
Poco a poco el enorme pedazo de carne entra entre las gelatinosas nalgas y atraviesa el ano de Betty, ella comienza a empujar para atrás, ayudando a que su tío se entierre más profundo en su culo. —Tío, esto no está bien, soy tu sobrina, pero se siente tan bien… —Solloza de placer Betty con la voz entrecortada disfrutando de la dilatación anal provocada por el enorme pedazo de carne de su tío.
—Tú relájate y disfruta, sin hacer mucho ruido para que nadie note lo que te estoy haciendo.— Para cuando Héctor termina de decirle eso a Betty, ya logró meter toda su verga en el ano de su sobrina. Mientras los juegos de Luis y Conchita continúan y los acercan a la incestuosa pareja, notando algo extraño entre ellos, Luis se sumerge para ver lo que pasa bajo el agua, viendo claramente cómo las enormes nalgas de su hija estaban siendo taladradas por Hector; saca la cabeza del agua con su rostro lleno de ira.
—No mames, Héctor, te estás cogiendo a mi Betty —reclama Luis en voz baja.
—Papi, no te enojes, déjalo, me está cogiendo por el culo bien rico —pide entre gemidos en voz baja Betty a su papá.
Conchita alcanza a Luis y lo agarra de la verga.
—Tranquilo, hermano, déjalos gozar. Ven puedes hacerme lo mismo. —dice Conchita se pone a un lado de Betty y levanta las nalgas tratando de imitar su posición.
Luis, aunque incómodo de que su hermano Héctor también folle con su hija mayor, además de con Lupita, no puede negar las ganas que le tiene a su hermana; se saca la verga, mueve a un lado el bikini de Conchita y le clava toda su longitud de golpe en el ano.
—Haa, no mames, estás bien vergudo —gime Conchita al sentir la monstruosa verga de su hermano envistiendo brutalmente su ano.
Los cuatro ahora están follando a la vista de todos, tratando de disimular que nada pasa y los demás invitados, aunque pueden verlos, no se dan cuenta de lo que ocurre bajo el agua.Los culos dilatados de Betty y Conchita dejan escapar burbujas de aire que suben a la superficie con cada envestida de los gruesos hombres.
Minutos después, mientras la incestuosa escena continúa, Memo, el esposo de Betty, llega saludando. Va hacia la alberca, en donde puede ver que está su esposa, se para frente a ella y, sin notar lo que está pasando, la saluda. Betty, que no se había dado cuenta de la llegada de su marido, se pone pálida del susto, preocupada por que él pueda notar algo.
—Hola, mi amor, sí llegaste —dice Betty tartamudeando.
—Hola amor, perdón por llegar hasta esta hora—responde el.
Hoctor lo saluda sin dejar de bombear su verga dentro y fuera del ano de Betty. —Hola, Memo, qué bueno que ya llegaste. ¿Ya viste Luis? Tu yerno ya llegó— Luis también saluda sin dejar de follar a su hermana Conchita.
—Hola, Memo... —saluda Conchita, entre jadeos y gemidos, tratando de mantener la compostura a pesar de la empalada anal que su hermano Luis le está dando. —¿Qué hacen? —pregunta intrigado Memo, observando la extraña escena.
—Es una competencia, Amor, entre mi papá y mi tío para ver quién hace los mejores masajes.—Responde jadeando Betty.
—Jajaja, qué rara competencia —dice Memo sin sospechar nada.
—Voy a sentarme a comer, estoy muy hambriento —le informa Memo a Betty mientras se aleja del lugar.
—Sí, amor ve —Betty suspira de alivio al ver a su esposo alejarse ajeno a lo que realmente está sucediendo.
Unos minutos después, Luis le dice a su hermano:
—Oye, Héctor, te cambio, quiero follar las nalgotas de mi hija.— Hector acepta y cambia con su hermano, y sin perder el tiempo comienza a empalar el ano de su hermana Conchita mientras Betty, con ojos de emoción ve a su padre ponerse detrás de ella.
—No lo puedo creer, mi propio padre me va a follar el culo.—exclama emocionada Betty.
Luis, con entusiasmo, comenzó a meter y sacar su verga del culo de su hija. Betty, extasiada, trataba de ahogar sus gemidos para no ser escuchada. La incestuosa escena duró por varios minutos más hasta que los dos obesos sementales se corrieron dentro de los culos de Conchita y Betty, quienes sueltan un gemido prolongado al sentir la espesa leche caliente recorrer su interior. Las dos satisfechas mujeres salen de la alberca acomodándose sus diminutos bikinis que dejan ver sus expandidos y dilatados años y, caminando con dificultad, se dirigen a la mesa, hambrientas por la actividad sexual. Al llegar a la mesa, Memo nota un líquido espeso blancoso recorrer las piernas de Betty y Conchita.
—¿Amor?, ¿qué es ese líquido? —pregunta extrañado Memo.
Betty, al notar que el semen de su padre le escurre por las piernas, se paraliza de nervios, pero David, que está cerca y ya alcoholizado, le dice:
—Es protector solar, también se lo pusieron mal, como mi Lupita.
Betty y Conchita sonríen y se sientan con sus culos adoloridos a comer.
En una animada fiesta de alberca familiar, al llegar Lupita de la mano de su novio David.
—Cariño, ahora regreso, voy a ponerme el traje de baño —dice Lupita mientras se aleja y se esconde en una habitación de la planta alta; su padre, Luis, y su tío Héctor la siguen velozmente.
—Nosotros también vamos a ponernos traje de baño —dicen a la par Luis y Héctor mientras siguen a Lupita. Mientras la fiesta continuaba abajo, Lupita, su tío y su papá comenzaron a desnudarse. Su novio David no era consciente de lo que estaba por ocurrir arriba. Mientras en la piscina David, Alejandra, la esposa de Héctor, y Betty, hermana de Lupita, beben y se divierten en los alrededores de la alberca. Arriba, Lupita se colocó a horcajadas sobre su tío Hector, introduciendo su gruesa verga en su belludo coño, y su papá se colocó atrás de ella para follar su exquisito ano. Su padre, Luis, empaló su enorme tronco de golpe en el húmedo culo de su hija. Héctor, por otro lado, la tomó de la cadera y comenzó a moverla rítmicamente, iniciando así un coro de jadeos. Conchita, tía de Lupita y hermana de Luis y Héctor, que es a quien celebraban sus 65 años, sale del baño con un diminuto bikini, mostrando orgullosamente sus senos enormes y caídos, producto de la edad. Su pequeño bikini no lograba ocultar el vello púbico espeso que crecía alrededor de su coño; esto atrajo la mirada de todos en la fiesta.
—Puta madre, qué buena está la tía de Lupita —dijo Davida, lanzando una mirada casual hacia la ventana abierta del segundo piso.
—¿Qué estarán haciendo allá arriba? —se pregunta el mismo, su mente aún ajena a los incestuosos acontecimientos que estaban teniendo lugar justo sobre su cabeza.
Mientras tanto, en la habitación de arriba, los gemidos de placer de Lupita resonaban en las paredes al sentir cómo su papá y su tío la penetraban con dureza y brutalidad, como si quisieran romperla.
—¡Ay, sí! —Sigan así, tío, papá —jadeó ella con ansia, frotando sus senos y sus oscuros pezones endureciéndose a medida que se acercaba el clímax.
—Eres afortunado, hermano, por tener una hija como Lupita —comenzó a felicitar Héctor a su hermano Luis.
—Lo sé, pero no va a durar; sus vacaciones ya casi terminaron y tiene que irse, por eso vino su novio David, para llevarla —dice Luis con tono triste pero sin dejar de jadear.
—Me gustaría guardar un recuerdo para verlo en lo que regresas el próximo año, sobrina —dice Héctor a Lupita mientras saca su teléfono celular y comienza a grabar la escena.
—Está bien tío, pero no se lo muestres a nadie —le dice Lupita a su tío y después lo besa en la boca para que quede grabado en el video.
La música, las risas y el chapotear del agua se escuchan por la ventana, camuflajeando los gemidos y el golpeteo de los cuerpos. Después de unos minutos, los dos hombres se corren dentro del cuerpo de Lupita, soltando un gemido ronco, y Lupita, al sentirse inundada por dentro, logra llegar al clímax, teniendo un orgasmo que la hace gritar de placer. Al desmontarse de su tío y sacándose la verga de su papá del ano, el espeso semen de su padre y su tío le escurre por las piernas.
—Ya llevamos mucho aquí arriba; los demás pueden sospechar —dice Lupita mientras, apurada, se pone el bikini que trajo para entrar a la alberca.
Su padre y su tío se apuran también a ponerse sus trajes y los tres juntos bajan a la alberca con los demás. Una vez abajo, David ve a Lupita y se le acerca. —Amor, ¿por qué tardaste tanto? —dice David mientras nota un líquido espeso y blanquecino escurriendo por las piernas de su novia.
—¿Qué es ese líquido, Lupita? —le pregunta David señalando sus entrepiernas.
Lupita baja la mirada a sus entrepiernas y nota que, por la prisa de bajar, olvidó limpiarse el semen de su papá y su tío. Lupita se pone roja de nervios y se ingenia una respuesta:
—Es bloqueador solar, cariño, creo que no me lo puse bien— y se lanza a la alberca para escapar de la situación. David parece complacido con la respuesta y se sienta a seguir bebiendo cerveza al lado de Alejandra, que duerme la siesta disfrutando de la brisa. Hector, al ver que su esposa duerme, decide meterse a la alberca y Luis lo sigue.
Una vez adentro, los hermanos ven llegar a la orilla de la alberca a su hermana Conchita, y no pueden dejar de notar sus enormes tetas y su peludo coño que se resaltan con ese diminuto bikini que tiene puesto. Junto a ella llega también Betty, la hija mayor de Luis, que a pesar de ser gordita se puso un bikini pequeño que deja ver sus enormes y gelatinosas nalgas blancas. —Cielos hermana, lo que tiene mi hija Betty de nalgona lo tienes tú de chichona —dice Luis a Conchita, admirándolas de pies a cabeza.
—Entren a jugar a la alberca con nosotros —dice Hector con un tono seductor.
Ambas mujeres aceptan y entran al agua, y una vez dentro, Héctor se lanza sobre su sobrina Betty y comienza a masajear sus hombros, mientras Conchita y Luis juegan a hacerse cosquillas. Lupita flota boca arriba, descansando en un lado de la alberca, mientras del otro lado comienza a suceder algo extraño, Héctor baja de los hombros de Betty a su espalda y después a su cintura; lo hace tan bien que Betty está casi en trance. Por otro lado, el juego de cosquillas de Luis y Conchita se tornó un tanto más atrevido. Hector baja ahora a las enormes y gelatinosas nalgas de Betty y comienza a masajearlas y acariciarlas.
—Tío, qué hace? —pregunta Betty en voz baja, mirándolo de reojo hacia atrás mientras está recargada en el borde de la alberca.
—Te doy un masaje relajante, hija, ¿a poco no te está gustando? —dice Hector a Betty con tono travieso.
—Sí se siente bien, pero... —Betty no puede pensar con claridad por el placer que su tío le hace sentir con su tacto.
—Tú confía en tu tío. —Susurra Héctor al oído de Betty, mientras ella asiente y se relaja apoyando su cabeza sobre sus propios brazos.
En el momento en que Héctor ve que su sobrina ya está relajada, saca el pequeño pedazo de bikini que divide las gelatinosas nalgotas de Betty y comienza a empujar su endurecida verga en su ano. Betty gime silenciosa y pregunta con la voz entrecortada:
—Tío, ¿qué haces? — dice Betty con los ojos cruzados.
—Tranquila, sobrina, deja que tu tío se encargue —le dice Héctor mientras sigue empujando.
Poco a poco el enorme pedazo de carne entra entre las gelatinosas nalgas y atraviesa el ano de Betty, ella comienza a empujar para atrás, ayudando a que su tío se entierre más profundo en su culo. —Tío, esto no está bien, soy tu sobrina, pero se siente tan bien… —Solloza de placer Betty con la voz entrecortada disfrutando de la dilatación anal provocada por el enorme pedazo de carne de su tío.
—Tú relájate y disfruta, sin hacer mucho ruido para que nadie note lo que te estoy haciendo.— Para cuando Héctor termina de decirle eso a Betty, ya logró meter toda su verga en el ano de su sobrina. Mientras los juegos de Luis y Conchita continúan y los acercan a la incestuosa pareja, notando algo extraño entre ellos, Luis se sumerge para ver lo que pasa bajo el agua, viendo claramente cómo las enormes nalgas de su hija estaban siendo taladradas por Hector; saca la cabeza del agua con su rostro lleno de ira.
—No mames, Héctor, te estás cogiendo a mi Betty —reclama Luis en voz baja.
—Papi, no te enojes, déjalo, me está cogiendo por el culo bien rico —pide entre gemidos en voz baja Betty a su papá.
Conchita alcanza a Luis y lo agarra de la verga.
—Tranquilo, hermano, déjalos gozar. Ven puedes hacerme lo mismo. —dice Conchita se pone a un lado de Betty y levanta las nalgas tratando de imitar su posición.
Luis, aunque incómodo de que su hermano Héctor también folle con su hija mayor, además de con Lupita, no puede negar las ganas que le tiene a su hermana; se saca la verga, mueve a un lado el bikini de Conchita y le clava toda su longitud de golpe en el ano.
—Haa, no mames, estás bien vergudo —gime Conchita al sentir la monstruosa verga de su hermano envistiendo brutalmente su ano.
Los cuatro ahora están follando a la vista de todos, tratando de disimular que nada pasa y los demás invitados, aunque pueden verlos, no se dan cuenta de lo que ocurre bajo el agua.Los culos dilatados de Betty y Conchita dejan escapar burbujas de aire que suben a la superficie con cada envestida de los gruesos hombres.
Minutos después, mientras la incestuosa escena continúa, Memo, el esposo de Betty, llega saludando. Va hacia la alberca, en donde puede ver que está su esposa, se para frente a ella y, sin notar lo que está pasando, la saluda. Betty, que no se había dado cuenta de la llegada de su marido, se pone pálida del susto, preocupada por que él pueda notar algo.
—Hola, mi amor, sí llegaste —dice Betty tartamudeando.
—Hola amor, perdón por llegar hasta esta hora—responde el.
Hoctor lo saluda sin dejar de bombear su verga dentro y fuera del ano de Betty. —Hola, Memo, qué bueno que ya llegaste. ¿Ya viste Luis? Tu yerno ya llegó— Luis también saluda sin dejar de follar a su hermana Conchita.
—Hola, Memo... —saluda Conchita, entre jadeos y gemidos, tratando de mantener la compostura a pesar de la empalada anal que su hermano Luis le está dando. —¿Qué hacen? —pregunta intrigado Memo, observando la extraña escena.
—Es una competencia, Amor, entre mi papá y mi tío para ver quién hace los mejores masajes.—Responde jadeando Betty.
—Jajaja, qué rara competencia —dice Memo sin sospechar nada.
—Voy a sentarme a comer, estoy muy hambriento —le informa Memo a Betty mientras se aleja del lugar.
—Sí, amor ve —Betty suspira de alivio al ver a su esposo alejarse ajeno a lo que realmente está sucediendo.
Unos minutos después, Luis le dice a su hermano:
—Oye, Héctor, te cambio, quiero follar las nalgotas de mi hija.— Hector acepta y cambia con su hermano, y sin perder el tiempo comienza a empalar el ano de su hermana Conchita mientras Betty, con ojos de emoción ve a su padre ponerse detrás de ella.
—No lo puedo creer, mi propio padre me va a follar el culo.—exclama emocionada Betty.
Luis, con entusiasmo, comenzó a meter y sacar su verga del culo de su hija. Betty, extasiada, trataba de ahogar sus gemidos para no ser escuchada. La incestuosa escena duró por varios minutos más hasta que los dos obesos sementales se corrieron dentro de los culos de Conchita y Betty, quienes sueltan un gemido prolongado al sentir la espesa leche caliente recorrer su interior. Las dos satisfechas mujeres salen de la alberca acomodándose sus diminutos bikinis que dejan ver sus expandidos y dilatados años y, caminando con dificultad, se dirigen a la mesa, hambrientas por la actividad sexual. Al llegar a la mesa, Memo nota un líquido espeso blancoso recorrer las piernas de Betty y Conchita.
—¿Amor?, ¿qué es ese líquido? —pregunta extrañado Memo.
Betty, al notar que el semen de su padre le escurre por las piernas, se paraliza de nervios, pero David, que está cerca y ya alcoholizado, le dice:
—Es protector solar, también se lo pusieron mal, como mi Lupita.
Betty y Conchita sonríen y se sientan con sus culos adoloridos a comer.