La vendedora de caramelos

xan22

Virgen
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A petición de Totitos, subo este relato publicado originalmente por Horus en otra página, ya difunta.

La vendedora de caramelos

Tenía un año que me había graduado de la escuela de sub oficiales de la policía, y después de prestar servicio en la zona de la selva donde se combatía el narcotráfico, por fin me trasladaron a la ciudad, mi primer servicio fue realizar vigilancia en los alrededores de un populoso mercado, a mis compañeros les toco vigilar un parque cercano donde se dedicaban a espantar a las mujeres que ejercían la prostitución clandestina en las calles, siempre me decían que pidiera mi cambio para estar con ellos, que las putitas te daban los polvos gratis para que las dejaran trabajar.

–Vente con nosotros Rodrigo –me decían–, las putas te dejan que te las tires gratis si es que te haces de la vista gorda y las dejas trabajar, el resto del día es puro relajo.

–Sí –les contestaba yo–, voy a pedirle al capitán para que me transfiera con ustedes.

Pero el capitán no me daba mi cambio, mientras tanto mi trabajo consistía en erradicar los vendedores ambulantes que se posicionaban en la puerta del mercado e impedían el tránsito de las personas, había de todo niños, niñas, señoras, señores y hasta hombres jóvenes que podrían estar trabajando en otra cosa, estos eran los más peligrosos, ya que su principal labor era robar a los compradores y lo de ambulante era la fachada para pasar desapercibidos, todas las mañanas tenía que alejarlos y después cuidar que no regresen para velar por la seguridad de los compradores, sus protestas eran las mismas.

–Ya pues jefe, déjenos trabajar, aunque sea un rato.

Pero no hacía caso a sus protestas y los botaba, las más difíciles eran las niñas, me ponían carita de pena para que las dejara quedarse, había una en especial, tendría unos 8 años, era la más terca, se quedaba hasta el final y me decía.

–Jefecito, ya pues déjeme un ratito, yo le invito caramelos para que me deje quedarme.

–No –le contestaba yo–, nadie puede quedarse.

Y terminaba echándola también.

Esta niñita era mi batalla diaria, como dije antes tendría 8 años, era de tez oscurita, pelo lacio, cuerpo delgadito, su ropa raída mostraba su condición económica, había algo en ella que no me molestaba sino que me atraía, siempre me habían gustado las mujeres más jóvenes que yo pero no las niñas, pero ella era un caso especial, cada día se atrevía a mas, me ofrecía parte de sus ganancias, que me iba a invitar a almorzar y otras chifladuras de niños, finalmente la echaba también, pero cada día era más difícil, ya que me gustaba conversar con ella, hasta que un día me dijo:

–Jefe, hago lo que sea porque me deje quedarme.

–¿Estás segura? – le pregunte.

–Si jefecito, hago lo que sea.

–Está bien, espérame atrás del contenedor de basura que ahorita voy –le dije.

Después de echar a los otros ambulantes fui donde me esperaba la niña, la encontré escondida detrás del contenedor, para que no la vieran los demás, me senté en un ladrillo al lado de ella.

–¿Cómo te llamas? –le pregunte.

–Shirley, jefe –me contesto con una tímida sonrisa.

–¿Cuántos años tienes? –seguí preguntando.

–Ocho años, jefe –me dijo confirmando mi calculo.

–Por qué quieres quedarte a vender acá y no haces caso cuando los boto a tus compañeros?

–Jefe, es que aquí se gana más que en otros lados –contesto con la mirada hacia el suelo.

–Y para que quiere una niña de 8 años ganar tanto?

–Es que la ayudo a mi mama jefe, para mis hermanitas, que son más chiquitas que yo tienen 6 y 4 años.

–Y tu papa no trabaja?

–No tengo papa jefe, nos abandono a mi mama y a mis hermanas hace tiempo.

–¿Y estarías dispuesta a hacer lo que sea para quedarte a vender aquí? –le pregunte finalmente, ya con intenciones perversas en la mente.

–Si jefecito, lo que sea con tal de quedarme –me respondió con una sonrisa que le ilumino el rostro.

–A ver párate frente a mí.

Ella dejo su bolsita de caramelos a un lado y se puso de pie frente a mí, la atraje un poco más cerca y comencé a sobarle las nalguitas por encima de su bucito color rosa, ella no decía nada solo se dejaba hacer, por lo que me envalentone y comencé a acariciarle la conchita también por encima de la ropa, al ver que aceptaba le metí la mano por debajo del buzo en la parte posterior, acariciándole el culito directamente sin nada que se interpusiera, le abrí las nalguitas con los dedos índice y anular y con el dedo medio comencé a acariciarle su anito, ella estaba quietecita, note que tenía el culito sucio porque estaba húmedo y pegajoso, eso me excito más, ya traía una erección considerable, le estaba dedeando el culito a una niña y me gustaba mucho, con la otra mano seguía sobándole la conchita por encima de la ropa, hasta que me anime y también se la metí dentro del buzo acariciando sus pequeños labios vaginales, se la abrí también y acaricie su pequeño clítoris, ahí comenzó recién a emitir pugiditos, continúe con la caricia por espacio de un par de minutos, como no había nadie en los alrededores me anime a decirle:

–Bájate el buzo y el calzoncito.

Ella obedeció, dejando a mi vista una pequeña conchita de color más oscurito que el resto de su piel, aproveche ese instante para olerme los dedos que habían acariciado su culito y era un olor algo fuerte para una niña de su edad, pero embriagante y excitante, acerque mi nariz a su conchita y aspire su aroma, olía a berrinchito tierno y a algas marinas, que delicioso, un olor que solo las niñas tienen, le indique que abriera las piernas y al hacerlo me dejo una mejor visual de su conchita, los labios vaginales delgaditos y oscuros su interior de un rosa intenso, un pequeño agujerito en el medio y un clítoris hinchadito producto de las caricias, me anime y comencé a pasarle la lengua por ese manjar que era su conchita , que rico sabor, saladito con sabor a orincitos tiernos y a mariscos de mar, ella comenzó a gemir un poquito más fuerte.

–Jefecito, que rico se siente ¿qué me estás haciendo? Ahhh aaaaaggggghhhh oooohhh…

–Te estoy chupando la conchita nena, que rica que la tienes –contesté sin dejar de lamer ese manjar tierno, mientras con una mano le acariciaba el culito y con la otra le sobaba su pechito plano donde solo sus pezoncitos sobresalían, estuve en ese plan por espacio de 5 minutos hasta que Shirley comenzó a gemir más fuerte y rápido.

–Aaayyy jefe que rico que me haces aaaaggggghhhh uuufffff aaayyyy me orino jefecito, se me sale el pichito oooohhh me orinooooo jefecitoooo ya no aguantoooo aaaaahhhhh

–Orínate nomas Shirley que yo me lo tomo –le conteste sin dejar de lamer.

Hasta que se vino en un orgasmo increíble para una niña tan pequeña, se desembalso en una mezcla de jugos vaginales y orincitos, los cuales bebí con mucho morbo y excitación, hasta que ya no quedo nada, Shirley se desvaneció y tuve que cargarla para que no se cayera al suelo.

–Ay jefe que rico lo que me has hecho, me he hecho harto pichi –me dijo Shirley cuando se recupero.

–Eso se llama orgasmo Shirley y las mujeres los tienen cuando son felices –le conteste.

–Entonces soy feliz jefe, porque se ha sentido riquísimo –me dijo con una gran sonrisa de felicidad.

–Ya puedes ir a vender donde más te guste nadie te va a votar preciosa.

–Gracias jefe ¿y mañana también puedo vender aquí? –me pregunto.

–Claro mañana vienes primero a este lugar y me esperas, después de hacer cositas ricas puedes vender

–Ya jefe –me dijo dedicándome otra sonrisa y subiéndose el calzón y el buzo se fue a vender sus caramelos.

Nos la pasamos casi todo el día juntos, ella vendiendo y yo vigilando, de rato en rato conversábamos de lo rico que había estado y de lo rico que iba a estar mañana, en otros momentos nos sonreíamos, esta nenita me estaba conquistando con su mezcla de inocencia y pasión, mañana seria otro día.

Al día siguiente no la encontré con los otros vendedores, debía estar esperándome detrás del contenedor de basura, después de echarlos me dirigí allí, la encontré sentada en el mismo lugar que el día anterior.

–Hola preciosa –le dije– ¿cómo estás?

–Hola jefe, estoy bien –me contestó con esa sonrisa tímida y picara a la vez.

Me senté a su lado y la abrace por los hombros atrayéndola hacia mí, ella se dejó abrazar, pero no colaboraba, así que le dije.

–Ahora vamos a hacer más cositas que ayer ¿ya?

–Ya jefe, pero yo no sé cómo se hace –me respondió con un mohín de preocupación.

–No te preocupes mi amor –le dije– yo te enseño.

–Me gusta que me digas mi amor jefe –me dijo con una sonrisa– ¿tú me quieres? –preguntó después.

–Claro que te quiero, Shirley –le contesté– sino no estaría acá contigo.

–Qué bueno jefe, yo también te quiero, porque me dejas vender y porque me haces sentir rico ji ji ji.

–¿Entonces vamos a hacer más cositas?

–Si jefe, enséñame tu que yo aprendo rápido.

–Primero vamos a besarnos –le dije con un ligero temblor en la voz, ya que esta nena me gustaba porque era bonita y sobre todo por esa mezcla de inocencia y picardía, además se trataba de una niña de solo 8 añitos, era mi primera vez con una niña tan pequeña.

–Ya jefe enséñame –me dijo acercando su boquita a la mía.

Acerque mis labios a los suyos, dándole un suave piquito, después comencé a pasar mi lengua alrededor de sus labios, le indique que abriera la boca y al hacerlo, enrede mi lengua con la suya, que sensación tan rica y tan morbosa, estar besándome con una niña de tan solo 8 añitos, sorbía su salivita, ella aprendió rápido, ya que movía su lengüita al interior de mi boca y me chupaba suavemente la lengua, mientras con sus bracitos me abrazaba por el cuello, mis manos tampoco estaban quietas, ya que mientras que con una que había metido bajo su polo le acariciaba sus pezoncitos que se encontraban erectos, con la otra que había metido dentro de la parte posterior de su buzo, le acariciaba el culito, primero las nalgas pequeñas y luego el anito que se encontraba húmedo y pegajoso, le pasaba el dedo en círculos alrededor del anito cerrado y chiquito, lo cual parece que la excito, ya que me abrazaba más fuerte y el movimiento de su lengua se hizo más rápido, a la vez que lanzaba gemiditos, saque la mano de debajo de su polo y cogí una de sus manitos y la hice que me acariciara la verga que ya se encontraba a punto de reventar por la excitación, Shirley entre excitada y curiosa me apretaba con su pequeña manito la verga, provocándome oleadas de placer.

–Shirley ¿te gusta? –pregunte sin dejar de besarla.

–Si jefe me gusta mucho –me contesto entre gemidos, sin dejar de acariciarme la verga.

–Ahora quiero que te pares y que te bajes el buzo y el calzón –le dije.

Ella se paró de inmediato y se bajo el buzo color rosa y el calzoncito blanco, dejando a mi vista su conchita oscurita de labios delgados y su pequeño clítoris inflamado, la hice voltear y que se agache, dejándome a mi disposición su culito, abrí sus nalguitas y le metí la lengua dentro del húmedo y sucio anito, oh que delicia, lamia como desesperado tratando de introducir mi lengua en el pequeño y sucio anito, ella gemía cada vez mas alto y comenzó a mover su culito hacia atrás, empujándolo contra mi boca a la vez que decía.

–Aaaggghhh jefe que ricooooo maaaaaasssss quiero más jefecito lindo que rico que me haces, te quiero jefecito Aaaggghhh oooohhh aaayyy jefe oooohhh.

Mientras le seguía metiendo la lengua en el culito que tenía un sabor medio dulzón y tenia restos de caquita que no se había limpiado bien, con mi mano derecha le sobaba el clítoris y le introducía un dedo en su grutita húmeda y apretadita, de repente dio un gemido más alto y cayo rendida en mis brazos, sentada en mi verga, la levante un poco y saque mi verga fuera del pantalón, la senté nuevamente y puse en contacto la rajita de su culo con mi verga y la empecé a mover acompasadamente, a la vez que le besaba su cuellito, ella gemía bajito, le dije en la orejita.

–Shirley ¿quieres ser mi enamorada?

–¿Cómo es eso jefe? –pregunto ella a su vez.

–Como una esposa, pero sin vivir juntos –le dije.

–¿Así como era mi papa con mi mama jefe?

–Claro preciosa, pero yo no te voy a dejar como tu papa la dejo a tu mama, yo voy a estar siempre contigo, hasta que tú quieras.

–Siempre voy a querer estar contigo jefe –me dijo con una voz entrecortada por la emoción.

–¿Entonces quieres ser mi enamorada?

–Sssíii jefe, sí quiero.

La bese nuevamente introduciendo mi lengua con el sabor de su culito, en su boca ansiosa, ella me abrazo y la sentí entregada a mí, la hice parar nuevamente y comencé a chuparle la conchita llena de juguitos vaginales producto de su orgasmo anterior, ella se sujetó de mi cabeza y la jalaba hacia su conchita ansiosa, a la vez que movía sus caderitas con un ritmo cada vez mayor y gemía cada vez más fuerte.

–Jefe, queee riiicccooo Aaaggghhh ooohhh me hago picchhhiiii oh jefecito te quiero mucho, Aaaggghhh me hago pichi que rico ooohhh Aaaggghhh.

Hasta que se vino en un orgasmo increíble para una niña de 8 años, se desembalso en líquidos vaginales mezclados con orincitos los que bebí y bebí hasta saciarme, que rico sabor saladito y con aroma a mar, ella nuevamente se desvaneció cayendo en mis brazos, la coloque encima de mi verga que seguía fuera del pantalón y la moví acompasadamente sobándole mi glande enrojecido en la entrada de su conchita mojada y dilatada, ella seguía gimiendo.

–Ahora quiero que tú hagas algo por mi amorcito –le dije.

–Si jefe lo que quieras –me contesto con voz mimosa.

–Súbete el calzón y el buzo y arrodíllate delante de mí.

–Si jefecito –dijo y así lo hizo.

–Ahora quiero que me acaricies la verga y después la chupes con tu boquita.

–¿Se llama verga, jefe? –pregunto– yo pensé que se llamaba pajarito, aunque en tu caso sería pajarote jefe je je je, porque es grandota y gordota –continuó a la vez que la acariciaba con sus tiernas y pequeñas manitos.

–Si mi amorcito llámala como tú quieras –le dije a la vez que le llevaba sus manitos para enseñarle a pajearme, cosa que aprendió rápido– ahora métetela en tu boquita y chupa como si fuera una paleta pero sin morder.

Esta niña parecía que había nacido predispuesta para el sexo, porque comenzó a chuparme la verga con un amor y una intensidad que me dejo en las nubes en un momento, a la vez que con sus manitos no dejaba de pajearme.

–Lo hago bien jefecito? –me pregunto sin dejar de chupármela.

–Lo haces perfecto amorcito –le conteste acariciándole la cabecita y atrayéndola más hacia mí.

–Uuummm Uuummm jefe que rico –me decía mientras seguía chupando.

Yo seguía gozando, una niña de solo 8 añitos me estaba dando la mejor mamada de mis 23 años, el morbo era enorme, encima le había dicho que fuera mi enamorada y había aceptado, mi excitación iba en aumento, hasta que sentí que no aguantaba más, se me venía la eyaculación.

–Mi amorcito –le dije– ahora va a salir leche de mi verga, quiero que te la tomes toda así como yo me tome tus juguitos, ¿ya?

–Si jefe yo me la tomo, por algo eres mi enamorado –me dijo muy seria en su papel de enamorada.

–Si mi amorcito eres mi enamorada y te vas a tomar mi leche, Aaaggghhh que rico ooohhh me vengo mi amorcito toma oh que delicia –le decía a la vez que me vaciaba en su boquita.

Una, dos, tres y cuatro chisgueteadas intensas de leche espesa cayeron en la pequeña boquita de mi dulce niña, ella hacía esfuerzos enormes para tomarla toda, pero era mucha cantidad para su boca, gruesos hilos de semen escurrían por las comisuras de su boca, eso me excito más aun, hasta que quede sin nada de leche, ella seguía chupando hasta dejarme limpia la verga.

–Listo mi amorcito –le dije– ahora ya puedes ir a vender, acuérdate que somos enamorados, pero es un secreto solo entre tú y yo, nadie más debe saber ya, porque si no, no nos dejarían estar juntos.

–Ya jefe no le voy a contar a nadie –dijo–, pero siempre vamos a seguir haciéndolo ¿no? –preguntó por último.

–Claro preciosa, siempre vamos a seguir haciéndolo, pero será nuestro secreto, ahora ve a vender.

Nos despedimos con un beso en la boca, luego ella se fue corriendo.

Yo me quede un rato más hasta reponerme, luego fui a mi lugar a hacer mi ronda de costumbre, a la hora de almuerzo lleve a Shirley al interior del mercado y almorzamos juntos, mirándonos con sonrisas cómplices, después le di algo de dinero para que ayude a su mama y seguimos cada uno en lo propio, yo cuidando y ella vendiendo, al final del día, nos despedimos y quedamos en encontrarnos al otro día en el mismo lugar.

Cuando llegue a la comisaria, mis compañeros me dijeron:

–Rodrigo, cuando te va a cambiar el capitán para que estés con nosotros, acuérdate de las putitas y los polvos gratis.

–No muchachos –dije yo pensando en que con Shirley a mi lado no necesitaba a ninguna puta– el capitán no quiere cambiarme, así que ni modo me quedare con las ganas.

Mañana quería proponerle a Shirley que el jueves que era mi día franco, me acompañe a mi departamento de soltero que tenía, quería tenerla desnudita en mi cama y desvirgarla, me estaba enamorando de mi pequeña, era una mezcla de morbo y ternura, pero no quería analizarlo, solo gozarlo, no sabía aun hasta donde me llevaría esto, pero me dejaría llevar.

Al día siguiente, temprano cuando llegue en la mañana al mercado, vi a Shirley junto con los demás vendedores en la puerta del mercado, estaba conversando con otra niña con quien parecía que tenía una gran amistad, ya que antes las había visto siempre juntas, esta niña era una negrita más o menos de su edad, tenía el pelo zambito, labios gruesos, nariz respingadita, ojos grandes y negros, cuerpo un poco más grueso que Shirley, sus senitos ya se empezaban a notar, caderitas anchitas y un potito redondito y respingón, era una belleza de su raza, aunque también se notaba por su ropa que su condición económica no era buena, le hice una seña a Shirley para que me esperara en el lugar de siempre, ella se retiró y yo eche del lugar a los demás vendedores, aunque la negrita se quedó cerca, fui al contenedor de basura y encontré a Shirley sentadita en el lugar de siempre, al mirarme sonrió con la misma alegría de siempre, me senté a su lado y de saludo nos dimos un beso donde nuestras lenguas se enredaron en un combate apasionado y nuestras bocas sorbían la saliva del otro con ansias, cuando nos calmamos nos miramos a los ojos y sonreímos al unísono.

–Hola amorcito –le dije– que bonita estas hoy.

–Jefe ¿te parezco bonita? –me preguntó.

–Claro princesita, eres preciosa, me gustas mucho y me estoy enamorando de ti.

–¿Qué es enamorarse jefe? –volvió a preguntar.

–Es cuando una persona no deja de pensar en la otra, cuando se le extraña y uno quiere estar todo el día a su lado, cuando cada vez que se le recuerda el corazón late más rápido y cuando por fin se le ve, en el estómago parece que hubieran maripositas que vuelan y revolotean, es besarse con tantas ganas que uno no quisiera que el beso termine –le contesté describiéndole lo que sentía en mi interior.

–Entonces yo estoy enamorada de ti jefe –me dijo mirándome a los ojos– porque siento todo eso que me has dicho.

–Mi amorcito –dije con mis latidos acelerados–, te amo, estoy enamorado de ti.

Nos besamos apasionadamente mientras mis manos se dirigían a su concha y a su potito, acariciando y haciéndola emitir gemiditos, sus manitos se dirigieron a mi verga que ya se encontraba con una gran erección, acariciándola por encima del pantalón, elevándome a las nubes por el placer que me proporcionaba, de pronto Shirley se puso de pie y se bajó el buzo y el calzoncito, mostrándome su preciosa conchita.

–Jefe, chúpame mi cuquita, quiero sentir rico hasta que me hagas hacerme pichi –me dijo.

–Lo que sientes se llama orgasmo linda –le dije.

–Orgasmo, jejeje que nombre tan gracioso –dijo ella entre risas.

–Si amorcito, se llama orgasmo –le conteste acariciándole con mis dedos su conchita que ya comenzaba a mojarse.

–Entonces chúpame la cuca hasta que tenga un orgasmo jejeje –dijo abriéndose con los deditos sus delgados labios vaginales.

Acerque mi boca a su pequeña y mojada conchita que ella mantenía abierta dejándome ver su interior rosa intenso y comencé a lamerla y chuparla, deleitándome con su sabor saladito y su aroma a orincitos de niña, que rico, sorbía con ansias sus juguitos vaginales que empezaban a fluir cada vez en mayor cantidad, introducía mi lengua en el interior de su estrecha cuevita, luego atacaba su clítoris inflamado, el cual chupaba atrapándolo entre mis labios y absorbiéndolo, luego movía mi lengua en círculos a su alrededor, Shirley movía sus caderitas hacia adelante, tratando de hacer un contacto mayor entre su concha y mi boca, a la vez que aprisionaba mi cabeza con sus manitos apretándome contra ella, sus gemidos eran cada vez más intensos y sonoros, hasta que exploto en una verborrea entrecortada.

–Aaaayyyy jefe que rico aaaggghhh dios mío que ricoooo uuufff aaaggghhh me hago pichi jefecito me hago pichiiii aaaggghhh que rico aaaggghhh jefe aaaayyyy.

–Que rica conchita que tienes princesita –le decía yo sin dejar de chuparla.

–Jefe ya no aguanto me hago pichi aaaayyyy aaaggghhh uuufff que rico aaaggghhh.

Y se desembalso en un mar de jugos vaginales y orines que fluían sin cesar del interior de su ya dilatada y enrojecida conchita, esta niña había nacido para el sexo, ya que a tan corta edad tenía unos orgasmos que ya lo quisieran muchas mujeres mayores, gemía, sus caderas parecía que tuvieran vida propia por la forma que las movía y de su concha seguían saliendo juguitos espesos mezclados con orincitos, todos los cuales yo bebía y bebía como sediento, hasta que cayo desfallecida en mis brazos que ya la esperaban, la cargue como si fuera una bebe, mientras le daba besitos tiernos en la frente los cachetitos y los labios, ella mantenía los ojitos cerrados mientras gemía bajito, poco a poco fue abriendo los ojos y esbozando una sonrisa de satisfacción.

–Jefe que rico que me has hecho, me he hecho harto pichi y me ha gustado mucho, te quiero mucho jefe, me gusta que seas mi enamorado aaahhh.

–Mi pequeña, a mí también me gusta mucho que seas mi enamorada.

–Jefe, ahora quiero chuparte tu pajarote y tomarme tu leche.

–¿De verdad quieres hacerlo, Shirley? –le pregunte.

–Si jefe, me gusta el sabor de tu leche y además eres mi enamorado y si tú me haces sentir rico a mi yo también quiero hacerte sentir rico a ti.

Y sin esperar respuesta de mi parte me abrió la bragueta del pantalón y bajando la truza saco mi erecta verga pajeándola con sus dos manitos.

–Que grandote es tu pajarote jefe, y además es gruesote y esta duro.

–Esta duro por ti.

–¿De verdad es por mí? – pregunto con un dejo de orgullo en su voz.

–Si preciosa tú haces que se me ponga así, ya te he dicho que estoy enamorado de ti.

–Yo también estoy enamorada de ti jefe, te quiero mucho y me gustaría estar todo el día contigo.

–Entonces te quiero proponer algo Shirley –le dije viendo la oportunidad de invitarla a mi departamento.

–¿Qué jefe?

–Mañana es mi día libre y no voy a venir a trabajar.

–¿Entonces no te voy a ver mañana, jefe? –me pregunto con una mirada triste en sus bellos ojos negros.

–Lo que quiero para mañana es que no trabajes y pases todo el día conmigo, yo te doy el dinero para que tu mama no se dé cuenta que no has trabajado, ¿qué dices? ¿quieres?

–Si jefe, ssssiii quiero que pasemos el día juntos, pero ¿dónde? –me preguntó.

–Yo vengo a recogerte temprano y nos vamos a comprarte ropita y de ahí nos vamos a mi casa ¿Qué te parece?

–Si jefecito lindo si quiero, me gusta estar contigo.

Para esto Shirley no había dejado de pajearme, pero ahora engullo con su húmeda boquita la enfebrecida cabeza de mi enhiesta verga, chupándola con muchas ansias, yo me sentía transportado a las nubes del placer que esta pequeñita de solo 8 años me estaba dando, movía su lengua alrededor del glande y absorbía todo el líquido preseminal, de pronto sentí que se me venía la leche a raudales y llenaba la boquita golosa de mi pequeña enamorada.

–Ooohhh Shirley, se me viene mi leche ooohhh tómatela toda aaaggghhh que rico amorcitooo –le decía mientras sentía que flotaba de todo el placer que me daba mi niña de 8 años, el morbo era enorme, con solo 8 añitos y ya era una experta mamadora.

–Glub, glub, jefecito mmmm me gusta tu lechecita es rica mmm.

Siguió mamando hasta dejarme la verga limpia y reluciente, aun continuo un rato más pajeandola y le daba besitos en el glande, después me la guarde en el pantalón y nos abrazamos un momento más, ahí fue cuando me dijo.

–Jefe, ¿tú me harías un favor?

–¿De qué se trata?

–Es de mi amiga María, ¿dejarías que ella también venda sus caramelos en la puerta a mi lado?

–¿Es la niña con la que estabas conversando cuando llegue? –le pregunté a mi vez.

–Si es ella, también necesita vender como yo.

–Pero preciosa, yo te dejo vender a ti porque tú eres mi enamorada, además te pedí que no le cuentes a nadie de lo nuestro es nuestro secreto.

–Pero ella también podría ser tu enamorada como yo jefe, es mi mejor amiga.

–Que dices, ¿voy a tener dos enamoradas? ¿no te va a molestar?

–No jefe María es mi mejor amiga y me gustaría que también sea tu enamorada como yo, así las dos estaríamos juntas contigo, además ella también te haría lo mismo que yo.

–¿Estás segura? –le pregunte.

–Si jefe, si quieres la llamo ahorita.

–Ya llámala –le dije sin poder creer aun la situación en la que me encontraba.

Shirley salió corriendo a buscar a su amiguita, al poco tiempo llegaron las dos tomadas de la mano, María era un poquito más alta que Shirley, era una niña preciosa, traía la mirada baja y no me miraba directamente.

–Jefe, ella es María, mi mejor amiga –me dijo Shirley.

–Hola María –le dije mirándola directamente.

–Hola jefe –me contesto ella levantando la mirada viéndome directamente a los ojos de manera tímida.

–Me conto Shirley que quieres que te deje vender junto con ella.

–Si jefe –contesto– déjeme trabajar junto a mi amiga.

–Pero ¿sabes lo que tienes que hacer? –pregunte.

–Si jefe, si sabe, yo ya le conté –se apresuró a decir Shirley.

–Ya me conto Shirley, jefe –respondió María.

–Entonces, que dices, ¿estas dispuesta a hacerlo? –le pregunte.

–Me da un poco de vergüenza jefe –respondió María.

–No tengas vergüenza María –le dijo Shirley–, es bien rico, te va a gustar y después vas a ser enamorada del jefe igual que yo y vas a poder vender donde tú quieras, además vamos a estar siempre juntas.

–Si yo quiero estar siempre contigo –le dijo María a Shirley, y luego dirigiéndose a mí me dijo– ya jefe si voy a hacerlo.

Luego sin mediar más palabras, María me sorprendió bajándose su buzo azul y su calzoncito rosado, dejando a mi vista una preciosa conchita negrita como el resto de su piel, con labios vaginales abultaditos y un clítoris grandecito e hinchadito, que linda conchita pensé y toda para mí, la atraje da la cintura, le subí el polo y quedaron ante mi vista dos preciosos senitos que ya empezaban a despuntar, los acaricie primero con las manos apretándolos suavemente, luego se los comencé a chupar uno por uno delicadamente, María suspiraba con los ojitos cerrados, después baje mi boca golosa hacia su preciosa conchita, ella abrió las piernas dejándome a mi disposición una conchita negrita por fuera pero de un rojo intenso por dentro, tenía un aroma más intenso que el de Shirley, le di un beso al clítoris lo que arranco un gemido en la niña, la voltee y le pude apreciar el hermoso culito que tenía, nalgas redonditas, las cuales separe mirando un precioso anito de color más oscuro, se notaba también que estaba sucio, lo que me excito sobremanera, le metí la lengua, que delicioso culito, como desesperado le lamí y le chupe el anito a la niña, el sabor dulzón que tenía y el olor afrodisiaco me pusieron nuevamente a mil a pesar que recién había acabado en la boca de Shirley, volví a tener una erección enorme, la pequeña ya no solo gemía ahora también movía el culito apretándolo contra mi boca.

–Aaaggghhh jefe que rico que me haces, Shirley tenías razón, está bien ricoooo ooohhh jefe sigue así que me gusta mucho aaaggghhh ooohhh uuufff.

–Que rico potito que tienes María –le decía yo sin dejar de lamer y chupar ese delicioso manjar, a la vez que con mis dedos exploraba su clítoris arrancándole más gemidos.

–Ves, te dije que te iba a gustar María –le dijo Shirley que miraba con una mezcla de morbo y gusto y luego dirigiéndose a mí– jefe ahora chúpale la cuca para que se le salga el pichito de gusto.

Esta niña estaba dirigiéndome y me gustaba, María estaba cada vez mas excitada y movía el culito apretándolo contra mi boca, la voltee y comencé a chuparle la negrísima conchita con el interior rojísimo, que delicia que sabor saladito con sus juguitos espesos, el aroma fuerte y excitante, le movía la lengua en círculos alrededor del clítoris arrancándole gemidos cada vez más fuertes, introducía mi lengua en su cuevita mojada y sucia, los juguitos vaginales me escurrían por las comisuras de los labios, María movía sus caderas cada vez más rápido me sujetaba la cabeza contra su conchita y gemía y hasta aullaba, esta niña era más caliente que Shirley hasta que acabo en mi boca en un orgasmo fenomenal.

–Aaaggghhh aaauuu jefe que ricooooo me meo me mmeeeooo oooohhh que rico se me sale el pichi dios mío dale mas jefe quiero maaaaaasssss me meo me mmeeeooo oooohhh Aaaggghhh aaauuu.

Hasta que se desvaneció y cayó en mis brazos, la acaricie lentamente le daba besitos en la boquita, tenia los labios más gruesos que Shirley, eran deliciosos, la obligue a abrir la boca y nuestras lenguas se enredaron en un beso apasionado, aprendió bastante rápido a besar.

–María, ahora tienes que chuparle el pajarote al jefe y tomarte su lechecita, es bien rica –le dijo Shirley.

María se subió el calzón y el buzo y se paro frente a mí, le dijo a Shirley que no sabía cómo hacerlo, así que Shirley le dijo que ella le enseñaba, se arrodillo me saco la verga que mostraba una erección impresionante y comenzó a chuparla, lamia a lo largo del tronco y luego engullía el glande con una maestría increíble para sus 8 años, luego María se arrodillo igual y continuo con la mamada iniciada por su amiga, al inicio era algo torpe, pero pronto agarro destreza y me pego una mamada de maravilla, yo no podía creerlo pero estaba a punto de tener otra eyaculación en tan corto tiempo, hasta que se me vino toda mi leche en la boquita ansiosa de María.

–Oooohhh tomate mi leche María que rico Aaaggghhh –le llene toda la boca de leche que ella tomaba con delicia.

Luego me guarde la verga y Shirley dijo que ya María era también mi enamorada y si mañana podíamos ir los tres a mi casa a pasar el día juntos, les dije que por supuesto, se me presentaba la oportunidad de desvirgar a dos niñas y no pensaba perderla, mañana seria un día fabuloso.
 
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xan22

Virgen
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He tenido que dividirlo por la limitación de caracteres.

La vendedora de caramelos

Al día siguiente, me levante temprano y después de lavarme me dirigí al mercado para recoger a Shirley y a María, mientras me acercaba al lugar mi corazón latía de manera más acelerada, las divise, estaban juntitas pero alejadas de la puerta del mercado, las llame y cuando me vieron se acercaron corriendo con una gran sonrisa en los labios, saltaron sobre mi abrazándome mientras con grititos de alegría me saludaban al unísono.

–Hola jefe, que bueno que hayas venido, te estábamos esperando –decían casi en dúo.

–Hola preciosas, ¿Cómo están mis princesitas? –les dije yo con alegría de ver su reacción al verme.

–Estamos bien jefe, que bueno que hayas venido –dijo Shirley.

–Si jefe, estamos contentas de verte –acotó María.

–Bueno chicas, vámonos que tenemos mucho que hacer.

–¿Donde vamos primero jefe? –preguntó María.

–Si jefe dónde vamos? –dijo a su vez Shirley.

–Vamos a una galería comercial a comprarles ropa –conteste.

–Síii –gritaron ambas a la vez–. Vamos a que nos compres ropita, que bueno.

Nos embarcamos en un ómnibus y nos fuimos a una zona de la ciudad donde existían muchas galerías dedicadas a la venta de ropa, cuando llegamos las niñas no cabían en sí de felicidad, nunca habían ido por allí, miraban a todos lados, se reían se contaban secretitos entre ellas, daban grititos, señalaban cosas, ropa y juguetes, por fin las calme y fuimos a las tiendas, les compre para cada una de ellas dos pantalones jeans que les quedaban apretaditos, dos poleras con diseños modernos, un par de zapatillas, varios pares de calcetines, calzoncitos modelo para niñas, salida de baño y un par de sandalias, en un momento les dije que me esperaran en un lugar tomando una gaseosa y fui a comprar calzoncitos tipo hilo dental que quería que se pongan cuando estemos en mi casa.

Cuando terminamos de comprar nos fuimos a mi departamento, por fin había llegado el momento que estaba esperando, nos subimos al ómnibus, las niñas se veían felices, se reían y conversaban entre ellas, de rato en rato me miraban con una sonrisa de alegría, al cabo de unos minutos llegamos a mi departamento del tercer piso de un edificio, entramos y ellas se veían sorprendidas, me contaron que nunca habían conocido un departamento así, que sus casas no eran tan bonitas, querían probarse la ropa de inmediato, pero les dije que lo primero que teníamos que hacer era bañarnos y que después se probarían la ropa, aceptaron gustosas, me dirigí al baño y llene la tina con agua caliente, luego las llame y entraron, me dijeron que tampoco conocían un baño como este, les dije.

–Bueno, ahora hay que quitarse la ropita para que ustedes se bañen.

–No jefe tú tienes que bañarte con nosotras también –contestaron.

Así que nos desnudamos los tres, que lindos cuerpecitos que tenían estas niñas, de piel morena aunque María era más negrita que Shirley, tetitas recién saliéndoles del tamaño de dos medios limones, culitos redonditos y respingaditos, conchitas pequeñitas y lindas, ellas se quedaron mirando mi verga que se encontraba totalmente erecta.

–Guau jefe –me dijo María– que pajarote tan grande y grueso tienes.

–Si –dijo Shirley– que grandote y gordo es.

–¿Les gusta chicas? –les pregunte bastante excitado.

–Si jefe nos gusta –me dijeron casi a dúo

–¿Vamos a tomarnos tu lechecita? –pregunto María.

–Tu lechecita es rica –dijo Shirley, alargando su mano y acariciándome la verga dura y erecta.

–Pero primero hay que bañarse preciosas –les dijo yo.

Nos introdujimos a la tina y nos sentamos, el agua estaba calientita, ellas se pusieron a jugar de inmediato, decían que era una piscina, se deslizaban de un lado a otro era excitante ver esos pequeños cuerpos mojados, se pegaban a mí y se juntaban entre ellas, saque el jabón y comencé a jabonarles sus cuerpecitos, poniendo énfasis en sus tetitas pequeñas, sus culitos haciendo especial fricción en sus anitos apretaditos, ellas gemían de gusto me decían que siguiera que les gustaba como las bañaba, después puse atención a sus conchitas, les sobaba el clítoris con mis dedos enjabonados, sus grititos subieron en intensidad, luego les lave su cabello con champú, cuando quedaron totalmente limpias, ellas se dedicaron a enjabonarme a mí, pasaban sus manitos por mi pecho, mi estómago y llegaron a mi verga, a la que se dedicaron con especial atención, me enjabonaron los huevos con sus manitos inquietas, me pajearon la verga.

–Qué delicioso baño –me decían.

–Jefe, que grandote es tu pajarote y que duro está.

Yo le contestaba que estaba duro por ellas, que me gustaban y que eran lindas y muy bonitas, esto las enardecía ya que me acariciaban la verga con más pasión, tuve que detenerlas porque si hubieran continuado habría eyaculado, quería guardar mi leche para desvirgarlas.

Al terminar de bañarnos les seque sus ricos cuerpecitos aprovechando para acariciarles sus conchitas y sus culitos, me gano el morbo y ahí en el baño, le comencé a chupar la conchita a Shirley, le pasaba la lengua por el clítoris, se la introducía al interior de la jugosa conchita, ella gemía y suspiraba, María nos miraba divertida, y se animó a acariciarme la verga, Shirley movía sus caderitas cada vez a mayor velocidad apretándola contra mi boca, hasta que su cuerpo se tensó y entre estertores tuvo un orgasmo fabuloso, llenándome la boca con una deliciosa mezcla de juguitos vaginales y orincitos que le fluían sin control del interior de su estrecha conchita.

–Aaaggghhh que rico jefecito te quierooo ah que rico me haces jefe me meeeooo se me sale el pichi ooohhh que rico aaaayyyy sigue jefe sigueeee me meo me meo que ricoooo aaaggghhh uuufff aaaggghhh tomate mi pichi jefe, te quiero ooohhh.

Luego se laxó de tal manera que su cuerpecito rodo al interior de la tina, yo la acomode y le di un gran beso en la boca juntando nuestras lenguas, después me dirigí hacia María que no había dejado de pajearme, la hice parar frente a mí y ataque con mi lengua su conchita mojada de jugos vaginales, introduje mi lengua en el interior rojo de su estrecha grutita, chupe y mordisquee su inflamado clítoris, arrancándole gemidos y gritos que ahora no me importaba que fueran fuertes, aquí nadie podría interrumpirnos, sus caderas habían adquirido un ritmo frenético, sus manitos cogieron mi cabeza apretándola contra su enfebrecida y dilatada concha, sus gritos se acrecentaron cuando se le vino un intenso orgasmo que me dejo la boca llena de juguitos vaginales espesos y orincitos tiernos de una niña de 9 años que era la edad de María.

–Jefe aaaayyyy que rico se me sale el pichi otra vez, ooohhh quiero más jefe mas mmmaaasss ooohhh, que rico me haces con tu lengua jefe aaaggghhh te quiero, te quiero jefe ooohhh.

Sus jugos manaban como de una fuente sin fin, parecía un rio de orincitos y juguitos vaginales que sabían a mar y llenaban el ambiente del baño de un excitante aroma, luego al igual que Shirley se laxo y cayó sentadita en la tina ya más relajada y abrazo a su amiga que nos veía con una mirada picara, ambas se fundieron en un estrecho abrazo y luego sorprendiéndome se besaron apasionadamente juntando sus bocas y enredando sus lenguas, esto me puso a mil revoluciones, les indique que se acariciaran sus conchitas babeantes una a la otra, lo que arranco en ambas gemidos de placer, sobaban sus deditos en sus inflamados clítoris en una visión por demás excitante para mí, luego me miraron y me dijeron casi en dúo.

–Jefe, ahora nos vamos a tomar la lechecita de tu pajarote que esta gordo y duro.

No quería soltar mi leche todavía, quería guardarla para desvirgarlas, así que les dije que primero íbamos a desayunar, a lo que accedieron gustosas, a la vez que me decían que ellas nunca tomaban desayuno, nos pusimos nuestras salidas de baño y sandalias, se veían preciosas con su cabello mojado y con sus diminutas batitas que las hacían parecer miniaturas de mujer, ya en la mesa les serví hamburguesas, que tampoco habían comido nunca, un jarro de leche y un vaso de jugo, que devoraron con el apetito que solo tienen las personas que tienen hambre atrasada producto de la pobreza, ahí les inicie una conversación preguntándoles sobre su vida y me contaron de su pobreza y sus necesidades.

María por ejemplo, vivía con su abuela porque su mama estaba presa por vender drogas, su papa había muerto en un asalto en el que participo hacía ya varios años, ella no lo había conocido, sus hermanos no vivían con ella, la abuela quería deshacerse de la niña aduciendo que no le alcanzaba la plata para mantenerla, a pesar que la pequeña me dijo que con el dinero que hacia su abuela con la venta de drogas le alcanzaba y le sobraba, pero que no la quería a ella, le paraba diciendo que se consiguiera un trabajo de empleada en una casa para que salga de su poder, por eso la nena vendía caramelos para pagarle a la abuela la poca comida y el refugio que le daba, demás está decir que no estudiaba.

El caso de Shirley era similar, tampoco estudiaba y aunque su mama lavaba ropa para solventar los gastos, el dinero no alcanzaba por lo que tenía que vender caramelos para ayudar económicamente a su mama, quien también le decía que se consiguiera trabajo como empleada en una casa para aliviar los gastos.

Ambas se pusieron tristes al relatarme sus historias, les cambie de tema para espantar la tristeza que había asomado en sus rostros, les dije que ya podían probarse la ropa que les había comprado, pero que tenían que modelar para mí. Se alegraron al instante, nos dirigimos a la sala donde estaban las bolsas con la ropa, se desnudaron dándome otra agradable visión de sus cuerpitos preciosos, se pusieron toda la ropa, y modelaban como habían visto hacerlo en la televisión, hacían sus caminatas y sus poses. Se veían preciosas enfundadas en sus apretaditos jeans y en sus politos; les encantaron los calzoncitos finos y nuevecitos, nunca habían usado ropa de calidad, lo máximo ropa de segunda o ropa usada regalada por alguien, por último, le dije que había una sorpresa, mostrándoles los calzoncitos tipo hilo dental que les había comprado a escondidas.

Sus chillidos de alegría se escucharon por toda la sala, es igual al que usan las vedettes me decían emocionadas, que qué bonitos eran, que si yo creía que ellas eran tan bonitas como las vedettes, me preguntaban, yo les contestaba que ellas eran más bonitas, lo que creía sinceramente, se desnudaron una vez más y se colocaron las diminutas prendas, las cuales les quedaban hermosas, con el hilo posterior metido entre sus nalguitas, dejando afuera los cachetitos del culito, por adelante un pequeño triangulo transparente apenas tapaba sus peladitas conchitas, ahora su desfile fue provocativo, abrían las piernas, se volteaban y se agachaban mostrando el culito abiertito, no aguante más y las lleve cargadas al dormitorio, ellas me dijeron si ya se iban a tomar mi leche, pero les conteste que ahora íbamos a hacer más cosas, las eche en la cama y prendí la televisión y puse un DVD que había grabado de mi computadora de unos videos de pedofilia que había bajado de Ares.

Estaban los videos de Vicky, Tara, Suzy, Babyj entre otras, las nenas miraban asombradas escenas de sexo vaginal, anal y también oral que ya lo habíamos hecho, me preguntaban si íbamos a hacer igual, claro les decía yo, que quienes eran esas niñas y esos señores, yo les respondía que eran enamorados igual que nosotros y que era normal lo que hacían, luego sus inquietudes eran si no dolía, no les quise mentir y les conteste que la primera vez duele un rato pero que después se pasa el dolor y se siente más rico que hacerlo con la lengua, además les decía que se fijaran bien que las niñas de los videos eran de la misma edad que ellas e incluso algunas como la Babyj era más pequeñita que ellas, después se quedaron calladas viendo con atención las imágenes porno de la pantalla, se notaba que su excitación iba en aumento, sus manitos se posicionaron en sus conchitas, las cuales masajeaban por encima de los diminutos calzoncitos cada vez más excitadas, luego se miraron entre sí con pasión y comenzaron a acariciarse una a otra, primero los senitos chiquititos y después las conchitas calientes y húmedas, se hacían a un lado los pequeños calzones e introducían sus inquietos deditos en las estrechas y babeantes cuquitas, mi erección también estaba al tope, después de 10 minutos viendo los videos, decidí que ya era hora y les dije:

–Preciosas, vamos a hacerlo nosotros igual que en la tele.

–Jefe, estas seguro que no duele? –pregunto Shirley– tu pajarote es grandote y nuestras cuquitas son chiquitas.

–Si –acotó María– no va entrar tu cosota en nuestras cositas ni en nuestros potitos.

–No se preocupen amorcitos, al comienzo duele un poco, pero después la cuquita y el potito se anchan y se acostumbran, hay que hacerlo con calma y despacito igual como se ve en la tele –les respondí yo, a la vez que les acariciaba las piernitas y las conchitas con una mano a cada una.

Ellas se abrazaron a mi cuello y comenzaron a besarme en la cara primero y después en la boca, el morbo iba en aumento, nuestros labios se unían en besos fugaces al inicio, luego fueron apasionados intercambios de saliva al unir nuestras lenguas, besaba alternativamente a una y otra, las pequeñas a indicación mía también se besaban entre ellas, luego compartíamos un beso triple uniendo nuestras tres lenguas en una vorágine desenfrenada de pasión y deseo, sus manitos se disputaban el acariciar mi erecta verga, me fui bajando y les chupaba sus duros pezoncitos primero a María que los tenía más grandecitos y luego a Shirley que los tenía más chiquitos pero igual de duritos, alternaba entre una y otra arrancándoles suspiros, mientras ellas enzarzaron sus lenguas en un beso profundo, continúe bajando y haciéndoles a un lado sus diminutos calzoncitos les chupe las hirvientes y babeantes conchitas primero a María, luego a Shirley, arrancándoles más gemidos, sus dilatadas cuquitas manaban sin cesar líquidos espesos y olorosos que yo ávidamente engullía, las coloque de tal manera que mientras yo le chupaba la concha a María, Shirley me chupaba la verga, luego cambiamos de posición, por ultimo las hice colocar en un 69 chupándose mutuamente las conchitas, proporcionándose ambas un placer que se denotaba por los gemidos que soltaban.

–Ooohhh Shirley que rico que me haces, aaaggghhh igual que me lo hace el jefe ooohhh uuufff me orino manita me hago pichi en tu boca ooohhh que ricoooo.

–Maricita linda ¡aaaggghhh! que rico también lo que tú me haces ooohhh yo también me hago pichito en tu boquita aaaggghhh.

Y las dos tuvieron un orgasmo simultáneo entre estertores, gemidos y chillidos, sus bocas estaban rebosantes de juguitos vaginales y orincitos, era excitante verlas, les quite a ambas los diminutos calzoncitos, luego aproveche y coloque a Shirley de espaldas con las piernitas abiertas y le coloque la cabeza de mi enfebrecida verga en la entrada de su mojada conchita y empuje suavemente pero sin pausa hasta introducirle el glande, ella gimió y se aferró con sus manitos fuertemente a mi torso, seguí introduciéndole la verga en la conchita, que apretadita estaba, Shirley continuaba gimiendo pero no daba muestras de querer que parase, solo me abrazaba más fuerte, llegue a su himen y de un solo movimiento suave pero firme se lo rompí, arrancándole un pequeño grito de dolor.

–Aaaayyyy jefe me rompes mi cuquita, tu pajarote es muy gordo aaaayyyy me partes en dos jefecito, despacito por favor, no me hagas daño aaaayyyy.

–Tranquila amorcito, ya se va a pasar el dolor, aguanta un poquito –le decía yo con voz suave, María nos observaba nerviosa.

–Ay jefe que pajarote tan grande que tienes, ¿ya entro todo? –me pregunto sollozando.

–Falta poquito –le mentí, solo había entrado una cuarta parte.

Comencé un movimiento suave de mete y saca, introduciendo cada vez más verga en la estrecha cuevita, sus gemidos y suspiros fueron bajando de intensidad, hasta que le guarde toda la verga en la mojada cuquita, me quede quieto un rato hasta que se acostumbrara al grosor del intruso, cuando me di cuenta que el dolor había pasado reinicie el vaivén en el interior de su conchita, Shirley comenzó a gemir pero esta vez no era de dolor sino de placer.

–Aaaggghhh ooohhh jefe ya me está gustando uuufff, que ricoooo tener tu pajarote dentro de mi cuquita oh jefecito lindo que ricoooo.

Aumente la velocidad de mis movimientos, mi verga entraba y salía casi por completo del interior de Shirley, fije mi mirada en la ya ahora desflorada conchita y vi un hilo de sangre que salía producto de la rotura del infantil himen, mi verga estaba apretada por las estrechas paredes vaginales de mi pequeña enamorada, las contorsiones de su cuerpito me indicaron que su orgasmo era inevitable.

–Ooohhh jefeee, que rico, me hago la pichiiii aaaggghhh mas dame masss, méteme más tu pajarote que rico que rico jefecito te quiero aaaggghhh aaaayyyy ooohhh uuufff aaaggghhh.

Y se desembalso en un mar de líquidos, en un orgasmo intenso, que me mojo la verga e hizo más lubricada la penetración, sus manitos se aferraban a mi torso, sus caderitas se movían de manera desenfrenada, que rica sensación provocar esto en una niñita tan pequeña de tan solo 8 añitos, por fin quedo estática como desmayada, mi movimiento de mete y saca fue bajando de revoluciones hasta detenerme, la reanime besándole tiernamente, cuando abrió los ojitos esbozo una sonrisa capaz de iluminar la habitación.

–¿Te gustó, preciosa? –le pregunte.

–Si jefe, fue lo más rico que he sentido en mi vida, más rico que cuando me lo haces con la lengua, al comienzo me dolió harto pero después se pasó y me gusto –contesto con voz emocionada, para después agregar dirigiéndose a María–. Marita que rico ahora te toca a ti.

–Todavía no –dije yo dirigiéndome a Shirley– falta que te pongas arriba tú.

Y sin sacarle la verga la subí sobre mí, quedando a horcajadas cabalgándome, atraje a María a mi lado y le indique que se sentara sobre mi boca, que dando a disposición de mi lengua su jugosa y negrísima conchita, iniciamos al unísono nuestros movimientos mientras Shirley cabalgaba empalada en mi verga, María lo hacía en mi boca, le chupaba el clítoris y le introducía la lengua en la conchita perfumada a mariscos y orincitos, con mis manos cogí a Shirley de la cintura y la subía y la bajaba en un movimiento cada vez más frenético, aprendió rápido y luego ya era ella la que llevaba el ritmo, los gritos y gemidos de las niñas eran cada vez más fuertes y sus movimientos más acelerados hasta que en un confuso lenguaje de gritos, gemidos y suspiros me indicaron que estaban llegando a un orgasmo intenso y profundo.

–Yyyaaa jefe, me hago la pichiiii, que ricoooo, aaaggghhh ooohhh mmmm aaaayyyy me hago jefecito me hago pichito, que ricoooo –decía entre jadeos María.

–Jefecito lindo yo también me hago otra vez, que ricoooo como me gusta –me decía Shirley– alargándose y besando a María en la boca, quien recibió gustosa el apasionado beso de su amiga entre los estertores del orgasmo.

Yo no podía decir nada porque tenía la boca llena del flujo vaginal de María mezcla de orines y jugos vaginales que sorbía goloso, luego ambas se laxaron y cayeron desfallecidas, me incorpore sacando la verga de la pequeña conchita de Shirley, sonó como cuando se descorcha una botella de champagne y fluyo del interior una mezcla de juguitos vaginales, sangre y orincitos, la coloque de cuatro como perrito al borde de la cama y le guarde la verga en la conchita de un solo golpe, ella solo gimió, pero de inmediato comenzó a moverse facilitando la cogida, María yacía en la cama aun laxada, cogí a Shirley de las caderitas y la atraía hacia mí en el momento que le introducía la verga hasta lo más profundo de su sangrante conchita, luego la soltaba para luego atraerla una vez más en un desenfrenado juego de pasión y morbo, ella gemía, suspiraba, gritaba, se movía desesperadamente hasta que los dos llegamos juntos al orgasmo.

–Jefe, aaaayyyy otra vez me meo que rico, se me sale la pichi jefecito te quiero jefe, eres mi enamorado que ricoooo aaaggghhh –decía entre gemidos y suspiros mi pequeña Shirley mientras de su conchita salía a borbotones una mezcla de juguitos, orincitos y sangre.

–Me vengo amorcito ooohhh aaaggghhh, toma mi leche mi mujercita ooohhh –le contestaba yo mientras le llenaba las entrañas de grandes cantidades de leche espesa y caliente, sintiendo en esa eyaculada que se me iba el alma.

Luego caímos los dos en la cama sin sacarle la verga aun de su conchita caliente y rebosante de jugos y esperma, María se nos unió acariciando y besándonos a ambos, después de unos 5 minutos de quedarnos relajados recibiendo las caricias, besos y mimos de María, le saque mi verga casi flácida de la conchita, salieron todos los líquidos acumulados, le indique que deberíamos ir al baño a lavarnos, María que no perdía detalle nos acompañó.

–Jefecito, me arde la cuquita –me dijo Shirley.

–Vamos a lavarla con agua fría preciosa y se te va a pasar –le conteste inclinándome y dándole un besito en los labios.

Fue caminando delante mío de la mano con su amiga y vi que de los muslitos le chorreaba el semen que le había dejado en la conchita mezclado con su sangre producto del desgarro de su infantil himen, la senté en el inodoro y con una jarrita le eche agua para lavarle la conchita, yo me lave la verga manchada con sangre en el lavamanos, cuando regresamos al dormitorio, le dije a Shirley.

–Preciosa, ahora ya no solo eres mi enamorada, sino que ya eres mi mujer, porque hemos hecho el amor, y yo soy tu hombre.

–Me gusta ser tu mujer, jefe. Me gustaría estar siempre contigo, porque estoy enamorada de ti –me contesto con una madurez increíble en una niña de 8 añitos.

–Jefe, ahora quiero que hagas el amor conmigo, porque yo también quiero ser tu mujer y que tú seas mi hombre –intervino María, mirándome con unos ojitos esperanzados.

–Claro que si amor, tú también vas a ser mi mujer, las dos van a ser mis mujercitas lindas, yo no voy a tener otras mujeres más que ustedes, pero tienen que prometerme que ustedes tampoco van a tener otro hombre que no sea yo –les dije.

–No jefe, yo quiero hacer el amor contigo porque quiero que tú seas mi único hombre, y yo ser tu mujer –dijo María.

–Yo ya soy tu mujer, jefe, y tú vas a ser mi único hombre para siempre –dijo a su vez Shirley.

Las bese a ambas, primero a María que necesitaba más cariño y luego a Shirley para reafirmar que ya era mi mujer, luego les dije que había que esperar antes de hacer el amor con María hasta que me recupere, les explique que los hombres necesitan un tiempo luego de derramar su leche para recuperarse y que la verga se ponga dura de nuevo, ellas me acariciaban y les gustaba mi verga en estado flácido, le daban besitos y le pasaban la lengua entre risitas, me decían que estaba bonita, pero que les gustaba más cuando estaba parada, yo las acariciaba, les metía el dedo en el culito provocándoles gemiditos, decidí chuparles las conchitas, primero a María que estaba mojadita de juguitos, luego a Shirley que tenía la cuquita inflamada y roja, ellas comenzaron a chuparme la verga primero un luego la otra, logrando que se erectara nuevamente al tope, aprovechando eso coloque a María de espaldas en la cama con las piernitas abiertas, me dedique a chuparle la grutita rebosante de jugos vaginales, le mordía suavemente el clítoris, ella gemía y me apretaba la cabeza contra su conchita, mientras Shirley me chupaba la verga, la negrísima conchita de María rezumaba abundantes líquidos que mojaban mi boca y escapaban por la comisura de mis labios, los gemidos de ambas niñas me excitaban más aun, de pronto María empezó a convulsionar y contorsionarse, signo de que se acercaba aceleradamente al orgasmo.

–Jefecito que rico me hago pichi nuevamente, ooohhh aaaggghhh que delicia diosss miooo aaaggghhh ooohhh uuufff aaaayyyy uuummm se me sale se me sale ooohhh aaaggghhh –decía entre jadeos la nena.

Y se vino en mi boca que ricos liquiditos, orincitos que acompañaban los juguitos vaginales, me los bebí nuevamente con gula, luego me subí sobre ella y le coloque la cabezota de mi verga en su pequeña cuquita y empuje, los jugos que aún tenía en la entrada de la estrecha cuevita ayudaron lubricando la entrada, permitiendo que el glande penetrara en una funda apretada que era su cuquita, María gimió y se abrazó a mi fuertemente clavándome las uñitas en la espalda, seguí empujando y mi verga ingreso hasta la mitad, que estrecha que era, sus gorditos labios vaginales se estiraron al máximo para permitir el ingreso del invasor, las paredes de su conchita apretaban fuertemente mi verga erecta, la niñita gemía de dolor, pero no se apartaba, por el contrario se apretaba más a mí empujando su pelvis hacia arriba para ayudar la penetración, seguí empujando hacia adelante hasta que le metí toda la verga en la conchita desvirgándola, María dio rienda suelta a su dolor.

–Aaaayyyy jefe me duele mi cuquita aaaayyyy tienes el pajarote muy grande para mi aaaayyyy dios mío me rompes la cuca jefe ya no más aaaayyyy.

–Cálmate amorcito, ahorita pasa el dolor y te va a gustar como a Shirley, que rica conchita que tienes mi amorcito.

Al igual que con Shirley le deje la verga adentro sin moverme para que su pequeña conchita se acostumbrara al grosor del invasor que acababa de destrozarle el infantil himen, me fije en sus labios vaginales tensos y vi un hilillo de sangre que le corría hacia los muslitos, la pequeña niña sollozaba, pero la calme dándole besitos en la carita, en los labios y en la frente, Shirley la calmaba también diciéndole que cuando pase el dolor iba a sentir bien rico, a la vez que también le daba besitos, yo sentía que mi verga iba a explotar de lo apretada que tenía la conchita, sus paredes vaginales la apretaban fuertemente, hasta que sentí que se relajó y dejo de llorar, deje aun un momento más mi verga sin moverla en el interior de su cuquita, luego cuando María tomo la iniciativa de besarme comencé a moverme metiendo y sacando la verga cada vez más rápido, los gemidos de María se incrementaron pero al igual que con Shirley momentos antes eran de placer, ahora si estaba gozando, mis movimientos se aceleraron más todavía, después de unos 5 minutos de estarle dando duro, la pequeña de 9 años se desbarranco hacia un orgasmo estrepitoso.

–Ooohhh aaaggghhh jefe que ricoooo me meo se me sale el pichito, dame más fuerte ooohhh aaaayyyy que rico pajarote tienes mi amor, rómpeme la cuquita dame más fuerte aaaayyyy aaaggghhh jefe que rico –decía entre suspiros y gemidos María, a la vez que su conchita se desbordaba en juguitos vaginales orincitos y sangre y su cuerpito se agitaba convulsionándose y arqueándose, hasta que se laxo completamente, yo continúe con el mete y saca por unos instantes más hasta que pare por completo pero sin sacarle la verga de la apretada concha.

–Te gusto mi amorcito? –le pregunté dándole besitos en los labios entreabiertos.

–Si mi amor, mi jefecito lindo, es lo más rico de mi vida, como me dijo Shirley, al comienzo duele bastante, pero cuando se pasa es lo más rico del mundo, tu pajarote se metió hasta mi barriguita, ahí lo sentía bien adentro.

–Ahora ya sabes lo que falta? –pregunte nuevamente.

–Si jefe, ahora yo arriba – me respondió.

Y uniendo las palabras a la acción, nos acomodamos, ella me cabalgaba, cogí su cintura y la elevaba y la bajaba, luego ella misma dirigía su movimiento a la vez que me decía.

–Huy jefe que rico tener tu pajarote dentro de mi cuquita, como entra y sale me hace sentir rico aaahhhggg ooohhh.

–Jefe chúpame a mí la cuquita mientras le metes tu pajarote a María – me dijo Shirley, y se acomodó sobre mi boca, dejando a mi disposición sus delgados labios vaginales, enrojecidos por la desvirgada reciente.

Nos enzarzamos los tres en un frenético movimiento, yo estaba en la gloria, tenía para mí a dos niñitas de 8 y 9 añitos a mi disposición total, eran mías y las estaba gozando como nunca imagine que se podía gozar tanto con unas niñas tan pequeñas, los orgasmos de ambas fueron simultáneos.

–Oooohhh jefecito que ricooooo me meooo, me hago pis –decía entre convulsiones María, a la vez que aceleraba los movimientos de su conchita apretando más aun mi erecta verga.

–Yo también me hago pichii, jefecito –me decía con voz entrecortada Shirley mientras me llenaba la boca con sus juguitos vaginales calientes y espesos.

Las dos quedaron laxadas, pero yo aun no le había llenado la conchita a María con mi leche caliente que pugnaba por salir de mi verga, la coloque de cuatro al borde de la cama como había hecho momentos antes con Shirley y se la introduje en su babeante y sangrante conchita, cuya visión me excito mas, di rienda suelta a mi morbo y me dedique a perforarle la desvirgada grutita con una velocidad cada vez mayor, hasta que los dos acabamos en un orgasmo simultaneo.

–Diooss mío, que ricooooo me meo de nuevo jefe, que rico me muero jefecito dame mas maaasss, que rico más fuerte que se me sale el pichi jefe Aaaggghhh uuufff –hasta que cayó desfallecida en la cama.

–Oooohhh mi amorcito que rico te lleno la conchita con mi leche oooohhh –le decía yo vaciándome en su cuquita sintiendo que me derretía y se me iba la vida por la cabeza de mi verga.

Luego de eso quedamos los dos laxados sobre la cama, Shirley mientras tanto nos mimaba, nos acariciaba y besaba alternativamente a uno y otra, después nos paramos y nos dirigimos al baño para asearnos, Shirley cogió a su amiga de la mano y fueron delante, yo fui por atrás de ellas y pude ver como se le escurrían por las piernas a María la mezcla de juguitos vaginales, orincitos, sangre y esperma, nos lavamos igual que la vez anterior y después nos fuimos al dormitorio, allí sentados los tres en la cama le dije a María que ella también era mi mujer ahora, ella emocionada me abrazo y me beso, luego me eche en el centro de la cama y las dos niñas se echaron una a cada lado mío y nos quedamos dormidos.
 

Totitos

Virgen
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De mi parte muchas gracias....
Este relato lo busque por años...
A los demas participantes deberian seguir publicando relatos para q este foro no muera...
Gracias... saludos desde Ecuador...
 

hector37nd

Pajillero
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Gracias por subir el relato Xan. Muy erótico dormir con dos niñas una a cada lado...
 

Sirango

Pajillero
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28
muy bueno creo que lo leei hace años en misrelatosporno lo habia dado por desaparecido excelente rescate y relato amigo
 
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