A petición de Totitos, subo este relato publicado originalmente por Horus en otra página, ya difunta.
La vendedora de caramelos
Tenía un año que me había graduado de la escuela de sub oficiales de la policía, y después de prestar servicio en la zona de la selva donde se combatía el narcotráfico, por fin me trasladaron a la ciudad, mi primer servicio fue realizar vigilancia en los alrededores de un populoso mercado, a mis compañeros les toco vigilar un parque cercano donde se dedicaban a espantar a las mujeres que ejercían la prostitución clandestina en las calles, siempre me decían que pidiera mi cambio para estar con ellos, que las putitas te daban los polvos gratis para que las dejaran trabajar.
–Vente con nosotros Rodrigo –me decían–, las putas te dejan que te las tires gratis si es que te haces de la vista gorda y las dejas trabajar, el resto del día es puro relajo.
–Sí –les contestaba yo–, voy a pedirle al capitán para que me transfiera con ustedes.
Pero el capitán no me daba mi cambio, mientras tanto mi trabajo consistía en erradicar los vendedores ambulantes que se posicionaban en la puerta del mercado e impedían el tránsito de las personas, había de todo niños, niñas, señoras, señores y hasta hombres jóvenes que podrían estar trabajando en otra cosa, estos eran los más peligrosos, ya que su principal labor era robar a los compradores y lo de ambulante era la fachada para pasar desapercibidos, todas las mañanas tenía que alejarlos y después cuidar que no regresen para velar por la seguridad de los compradores, sus protestas eran las mismas.
–Ya pues jefe, déjenos trabajar, aunque sea un rato.
Pero no hacía caso a sus protestas y los botaba, las más difíciles eran las niñas, me ponían carita de pena para que las dejara quedarse, había una en especial, tendría unos 8 años, era la más terca, se quedaba hasta el final y me decía.
–Jefecito, ya pues déjeme un ratito, yo le invito caramelos para que me deje quedarme.
–No –le contestaba yo–, nadie puede quedarse.
Y terminaba echándola también.
Esta niñita era mi batalla diaria, como dije antes tendría 8 años, era de tez oscurita, pelo lacio, cuerpo delgadito, su ropa raída mostraba su condición económica, había algo en ella que no me molestaba sino que me atraía, siempre me habían gustado las mujeres más jóvenes que yo pero no las niñas, pero ella era un caso especial, cada día se atrevía a mas, me ofrecía parte de sus ganancias, que me iba a invitar a almorzar y otras chifladuras de niños, finalmente la echaba también, pero cada día era más difícil, ya que me gustaba conversar con ella, hasta que un día me dijo:
–Jefe, hago lo que sea porque me deje quedarme.
–¿Estás segura? – le pregunte.
–Si jefecito, hago lo que sea.
–Está bien, espérame atrás del contenedor de basura que ahorita voy –le dije.
Después de echar a los otros ambulantes fui donde me esperaba la niña, la encontré escondida detrás del contenedor, para que no la vieran los demás, me senté en un ladrillo al lado de ella.
–¿Cómo te llamas? –le pregunte.
–Shirley, jefe –me contesto con una tímida sonrisa.
–¿Cuántos años tienes? –seguí preguntando.
–Ocho años, jefe –me dijo confirmando mi calculo.
–Por qué quieres quedarte a vender acá y no haces caso cuando los boto a tus compañeros?
–Jefe, es que aquí se gana más que en otros lados –contesto con la mirada hacia el suelo.
–Y para que quiere una niña de 8 años ganar tanto?
–Es que la ayudo a mi mama jefe, para mis hermanitas, que son más chiquitas que yo tienen 6 y 4 años.
–Y tu papa no trabaja?
–No tengo papa jefe, nos abandono a mi mama y a mis hermanas hace tiempo.
–¿Y estarías dispuesta a hacer lo que sea para quedarte a vender aquí? –le pregunte finalmente, ya con intenciones perversas en la mente.
–Si jefecito, lo que sea con tal de quedarme –me respondió con una sonrisa que le ilumino el rostro.
–A ver párate frente a mí.
Ella dejo su bolsita de caramelos a un lado y se puso de pie frente a mí, la atraje un poco más cerca y comencé a sobarle las nalguitas por encima de su bucito color rosa, ella no decía nada solo se dejaba hacer, por lo que me envalentone y comencé a acariciarle la conchita también por encima de la ropa, al ver que aceptaba le metí la mano por debajo del buzo en la parte posterior, acariciándole el culito directamente sin nada que se interpusiera, le abrí las nalguitas con los dedos índice y anular y con el dedo medio comencé a acariciarle su anito, ella estaba quietecita, note que tenía el culito sucio porque estaba húmedo y pegajoso, eso me excito más, ya traía una erección considerable, le estaba dedeando el culito a una niña y me gustaba mucho, con la otra mano seguía sobándole la conchita por encima de la ropa, hasta que me anime y también se la metí dentro del buzo acariciando sus pequeños labios vaginales, se la abrí también y acaricie su pequeño clítoris, ahí comenzó recién a emitir pugiditos, continúe con la caricia por espacio de un par de minutos, como no había nadie en los alrededores me anime a decirle:
–Bájate el buzo y el calzoncito.
Ella obedeció, dejando a mi vista una pequeña conchita de color más oscurito que el resto de su piel, aproveche ese instante para olerme los dedos que habían acariciado su culito y era un olor algo fuerte para una niña de su edad, pero embriagante y excitante, acerque mi nariz a su conchita y aspire su aroma, olía a berrinchito tierno y a algas marinas, que delicioso, un olor que solo las niñas tienen, le indique que abriera las piernas y al hacerlo me dejo una mejor visual de su conchita, los labios vaginales delgaditos y oscuros su interior de un rosa intenso, un pequeño agujerito en el medio y un clítoris hinchadito producto de las caricias, me anime y comencé a pasarle la lengua por ese manjar que era su conchita , que rico sabor, saladito con sabor a orincitos tiernos y a mariscos de mar, ella comenzó a gemir un poquito más fuerte.
–Jefecito, que rico se siente ¿qué me estás haciendo? Ahhh aaaaaggggghhhh oooohhh…
–Te estoy chupando la conchita nena, que rica que la tienes –contesté sin dejar de lamer ese manjar tierno, mientras con una mano le acariciaba el culito y con la otra le sobaba su pechito plano donde solo sus pezoncitos sobresalían, estuve en ese plan por espacio de 5 minutos hasta que Shirley comenzó a gemir más fuerte y rápido.
–Aaayyy jefe que rico que me haces aaaaggggghhhh uuufffff aaayyyy me orino jefecito, se me sale el pichito oooohhh me orinooooo jefecitoooo ya no aguantoooo aaaaahhhhh
–Orínate nomas Shirley que yo me lo tomo –le conteste sin dejar de lamer.
Hasta que se vino en un orgasmo increíble para una niña tan pequeña, se desembalso en una mezcla de jugos vaginales y orincitos, los cuales bebí con mucho morbo y excitación, hasta que ya no quedo nada, Shirley se desvaneció y tuve que cargarla para que no se cayera al suelo.
–Ay jefe que rico lo que me has hecho, me he hecho harto pichi –me dijo Shirley cuando se recupero.
–Eso se llama orgasmo Shirley y las mujeres los tienen cuando son felices –le conteste.
–Entonces soy feliz jefe, porque se ha sentido riquísimo –me dijo con una gran sonrisa de felicidad.
–Ya puedes ir a vender donde más te guste nadie te va a votar preciosa.
–Gracias jefe ¿y mañana también puedo vender aquí? –me pregunto.
–Claro mañana vienes primero a este lugar y me esperas, después de hacer cositas ricas puedes vender
–Ya jefe –me dijo dedicándome otra sonrisa y subiéndose el calzón y el buzo se fue a vender sus caramelos.
Nos la pasamos casi todo el día juntos, ella vendiendo y yo vigilando, de rato en rato conversábamos de lo rico que había estado y de lo rico que iba a estar mañana, en otros momentos nos sonreíamos, esta nenita me estaba conquistando con su mezcla de inocencia y pasión, mañana seria otro día.
Al día siguiente no la encontré con los otros vendedores, debía estar esperándome detrás del contenedor de basura, después de echarlos me dirigí allí, la encontré sentada en el mismo lugar que el día anterior.
–Hola preciosa –le dije– ¿cómo estás?
–Hola jefe, estoy bien –me contestó con esa sonrisa tímida y picara a la vez.
Me senté a su lado y la abrace por los hombros atrayéndola hacia mí, ella se dejó abrazar, pero no colaboraba, así que le dije.
–Ahora vamos a hacer más cositas que ayer ¿ya?
–Ya jefe, pero yo no sé cómo se hace –me respondió con un mohín de preocupación.
–No te preocupes mi amor –le dije– yo te enseño.
–Me gusta que me digas mi amor jefe –me dijo con una sonrisa– ¿tú me quieres? –preguntó después.
–Claro que te quiero, Shirley –le contesté– sino no estaría acá contigo.
–Qué bueno jefe, yo también te quiero, porque me dejas vender y porque me haces sentir rico ji ji ji.
–¿Entonces vamos a hacer más cositas?
–Si jefe, enséñame tu que yo aprendo rápido.
–Primero vamos a besarnos –le dije con un ligero temblor en la voz, ya que esta nena me gustaba porque era bonita y sobre todo por esa mezcla de inocencia y picardía, además se trataba de una niña de solo 8 añitos, era mi primera vez con una niña tan pequeña.
–Ya jefe enséñame –me dijo acercando su boquita a la mía.
Acerque mis labios a los suyos, dándole un suave piquito, después comencé a pasar mi lengua alrededor de sus labios, le indique que abriera la boca y al hacerlo, enrede mi lengua con la suya, que sensación tan rica y tan morbosa, estar besándome con una niña de tan solo 8 añitos, sorbía su salivita, ella aprendió rápido, ya que movía su lengüita al interior de mi boca y me chupaba suavemente la lengua, mientras con sus bracitos me abrazaba por el cuello, mis manos tampoco estaban quietas, ya que mientras que con una que había metido bajo su polo le acariciaba sus pezoncitos que se encontraban erectos, con la otra que había metido dentro de la parte posterior de su buzo, le acariciaba el culito, primero las nalgas pequeñas y luego el anito que se encontraba húmedo y pegajoso, le pasaba el dedo en círculos alrededor del anito cerrado y chiquito, lo cual parece que la excito, ya que me abrazaba más fuerte y el movimiento de su lengua se hizo más rápido, a la vez que lanzaba gemiditos, saque la mano de debajo de su polo y cogí una de sus manitos y la hice que me acariciara la verga que ya se encontraba a punto de reventar por la excitación, Shirley entre excitada y curiosa me apretaba con su pequeña manito la verga, provocándome oleadas de placer.
–Shirley ¿te gusta? –pregunte sin dejar de besarla.
–Si jefe me gusta mucho –me contesto entre gemidos, sin dejar de acariciarme la verga.
–Ahora quiero que te pares y que te bajes el buzo y el calzón –le dije.
Ella se paró de inmediato y se bajo el buzo color rosa y el calzoncito blanco, dejando a mi vista su conchita oscurita de labios delgados y su pequeño clítoris inflamado, la hice voltear y que se agache, dejándome a mi disposición su culito, abrí sus nalguitas y le metí la lengua dentro del húmedo y sucio anito, oh que delicia, lamia como desesperado tratando de introducir mi lengua en el pequeño y sucio anito, ella gemía cada vez mas alto y comenzó a mover su culito hacia atrás, empujándolo contra mi boca a la vez que decía.
–Aaaggghhh jefe que ricooooo maaaaaasssss quiero más jefecito lindo que rico que me haces, te quiero jefecito Aaaggghhh oooohhh aaayyy jefe oooohhh.
Mientras le seguía metiendo la lengua en el culito que tenía un sabor medio dulzón y tenia restos de caquita que no se había limpiado bien, con mi mano derecha le sobaba el clítoris y le introducía un dedo en su grutita húmeda y apretadita, de repente dio un gemido más alto y cayo rendida en mis brazos, sentada en mi verga, la levante un poco y saque mi verga fuera del pantalón, la senté nuevamente y puse en contacto la rajita de su culo con mi verga y la empecé a mover acompasadamente, a la vez que le besaba su cuellito, ella gemía bajito, le dije en la orejita.
–Shirley ¿quieres ser mi enamorada?
–¿Cómo es eso jefe? –pregunto ella a su vez.
–Como una esposa, pero sin vivir juntos –le dije.
–¿Así como era mi papa con mi mama jefe?
–Claro preciosa, pero yo no te voy a dejar como tu papa la dejo a tu mama, yo voy a estar siempre contigo, hasta que tú quieras.
–Siempre voy a querer estar contigo jefe –me dijo con una voz entrecortada por la emoción.
–¿Entonces quieres ser mi enamorada?
–Sssíii jefe, sí quiero.
La bese nuevamente introduciendo mi lengua con el sabor de su culito, en su boca ansiosa, ella me abrazo y la sentí entregada a mí, la hice parar nuevamente y comencé a chuparle la conchita llena de juguitos vaginales producto de su orgasmo anterior, ella se sujetó de mi cabeza y la jalaba hacia su conchita ansiosa, a la vez que movía sus caderitas con un ritmo cada vez mayor y gemía cada vez más fuerte.
–Jefe, queee riiicccooo Aaaggghhh ooohhh me hago picchhhiiii oh jefecito te quiero mucho, Aaaggghhh me hago pichi que rico ooohhh Aaaggghhh.
Hasta que se vino en un orgasmo increíble para una niña de 8 años, se desembalso en líquidos vaginales mezclados con orincitos los que bebí y bebí hasta saciarme, que rico sabor saladito y con aroma a mar, ella nuevamente se desvaneció cayendo en mis brazos, la coloque encima de mi verga que seguía fuera del pantalón y la moví acompasadamente sobándole mi glande enrojecido en la entrada de su conchita mojada y dilatada, ella seguía gimiendo.
–Ahora quiero que tú hagas algo por mi amorcito –le dije.
–Si jefe lo que quieras –me contesto con voz mimosa.
–Súbete el calzón y el buzo y arrodíllate delante de mí.
–Si jefecito –dijo y así lo hizo.
–Ahora quiero que me acaricies la verga y después la chupes con tu boquita.
–¿Se llama verga, jefe? –pregunto– yo pensé que se llamaba pajarito, aunque en tu caso sería pajarote jefe je je je, porque es grandota y gordota –continuó a la vez que la acariciaba con sus tiernas y pequeñas manitos.
–Si mi amorcito llámala como tú quieras –le dije a la vez que le llevaba sus manitos para enseñarle a pajearme, cosa que aprendió rápido– ahora métetela en tu boquita y chupa como si fuera una paleta pero sin morder.
Esta niña parecía que había nacido predispuesta para el sexo, porque comenzó a chuparme la verga con un amor y una intensidad que me dejo en las nubes en un momento, a la vez que con sus manitos no dejaba de pajearme.
–Lo hago bien jefecito? –me pregunto sin dejar de chupármela.
–Lo haces perfecto amorcito –le conteste acariciándole la cabecita y atrayéndola más hacia mí.
–Uuummm Uuummm jefe que rico –me decía mientras seguía chupando.
Yo seguía gozando, una niña de solo 8 añitos me estaba dando la mejor mamada de mis 23 años, el morbo era enorme, encima le había dicho que fuera mi enamorada y había aceptado, mi excitación iba en aumento, hasta que sentí que no aguantaba más, se me venía la eyaculación.
–Mi amorcito –le dije– ahora va a salir leche de mi verga, quiero que te la tomes toda así como yo me tome tus juguitos, ¿ya?
–Si jefe yo me la tomo, por algo eres mi enamorado –me dijo muy seria en su papel de enamorada.
–Si mi amorcito eres mi enamorada y te vas a tomar mi leche, Aaaggghhh que rico ooohhh me vengo mi amorcito toma oh que delicia –le decía a la vez que me vaciaba en su boquita.
Una, dos, tres y cuatro chisgueteadas intensas de leche espesa cayeron en la pequeña boquita de mi dulce niña, ella hacía esfuerzos enormes para tomarla toda, pero era mucha cantidad para su boca, gruesos hilos de semen escurrían por las comisuras de su boca, eso me excito más aun, hasta que quede sin nada de leche, ella seguía chupando hasta dejarme limpia la verga.
–Listo mi amorcito –le dije– ahora ya puedes ir a vender, acuérdate que somos enamorados, pero es un secreto solo entre tú y yo, nadie más debe saber ya, porque si no, no nos dejarían estar juntos.
–Ya jefe no le voy a contar a nadie –dijo–, pero siempre vamos a seguir haciéndolo ¿no? –preguntó por último.
–Claro preciosa, siempre vamos a seguir haciéndolo, pero será nuestro secreto, ahora ve a vender.
Nos despedimos con un beso en la boca, luego ella se fue corriendo.
Yo me quede un rato más hasta reponerme, luego fui a mi lugar a hacer mi ronda de costumbre, a la hora de almuerzo lleve a Shirley al interior del mercado y almorzamos juntos, mirándonos con sonrisas cómplices, después le di algo de dinero para que ayude a su mama y seguimos cada uno en lo propio, yo cuidando y ella vendiendo, al final del día, nos despedimos y quedamos en encontrarnos al otro día en el mismo lugar.
Cuando llegue a la comisaria, mis compañeros me dijeron:
–Rodrigo, cuando te va a cambiar el capitán para que estés con nosotros, acuérdate de las putitas y los polvos gratis.
–No muchachos –dije yo pensando en que con Shirley a mi lado no necesitaba a ninguna puta– el capitán no quiere cambiarme, así que ni modo me quedare con las ganas.
Mañana quería proponerle a Shirley que el jueves que era mi día franco, me acompañe a mi departamento de soltero que tenía, quería tenerla desnudita en mi cama y desvirgarla, me estaba enamorando de mi pequeña, era una mezcla de morbo y ternura, pero no quería analizarlo, solo gozarlo, no sabía aun hasta donde me llevaría esto, pero me dejaría llevar.
Al día siguiente, temprano cuando llegue en la mañana al mercado, vi a Shirley junto con los demás vendedores en la puerta del mercado, estaba conversando con otra niña con quien parecía que tenía una gran amistad, ya que antes las había visto siempre juntas, esta niña era una negrita más o menos de su edad, tenía el pelo zambito, labios gruesos, nariz respingadita, ojos grandes y negros, cuerpo un poco más grueso que Shirley, sus senitos ya se empezaban a notar, caderitas anchitas y un potito redondito y respingón, era una belleza de su raza, aunque también se notaba por su ropa que su condición económica no era buena, le hice una seña a Shirley para que me esperara en el lugar de siempre, ella se retiró y yo eche del lugar a los demás vendedores, aunque la negrita se quedó cerca, fui al contenedor de basura y encontré a Shirley sentadita en el lugar de siempre, al mirarme sonrió con la misma alegría de siempre, me senté a su lado y de saludo nos dimos un beso donde nuestras lenguas se enredaron en un combate apasionado y nuestras bocas sorbían la saliva del otro con ansias, cuando nos calmamos nos miramos a los ojos y sonreímos al unísono.
–Hola amorcito –le dije– que bonita estas hoy.
–Jefe ¿te parezco bonita? –me preguntó.
–Claro princesita, eres preciosa, me gustas mucho y me estoy enamorando de ti.
–¿Qué es enamorarse jefe? –volvió a preguntar.
–Es cuando una persona no deja de pensar en la otra, cuando se le extraña y uno quiere estar todo el día a su lado, cuando cada vez que se le recuerda el corazón late más rápido y cuando por fin se le ve, en el estómago parece que hubieran maripositas que vuelan y revolotean, es besarse con tantas ganas que uno no quisiera que el beso termine –le contesté describiéndole lo que sentía en mi interior.
–Entonces yo estoy enamorada de ti jefe –me dijo mirándome a los ojos– porque siento todo eso que me has dicho.
–Mi amorcito –dije con mis latidos acelerados–, te amo, estoy enamorado de ti.
Nos besamos apasionadamente mientras mis manos se dirigían a su concha y a su potito, acariciando y haciéndola emitir gemiditos, sus manitos se dirigieron a mi verga que ya se encontraba con una gran erección, acariciándola por encima del pantalón, elevándome a las nubes por el placer que me proporcionaba, de pronto Shirley se puso de pie y se bajó el buzo y el calzoncito, mostrándome su preciosa conchita.
–Jefe, chúpame mi cuquita, quiero sentir rico hasta que me hagas hacerme pichi –me dijo.
–Lo que sientes se llama orgasmo linda –le dije.
–Orgasmo, jejeje que nombre tan gracioso –dijo ella entre risas.
–Si amorcito, se llama orgasmo –le conteste acariciándole con mis dedos su conchita que ya comenzaba a mojarse.
–Entonces chúpame la cuca hasta que tenga un orgasmo jejeje –dijo abriéndose con los deditos sus delgados labios vaginales.
Acerque mi boca a su pequeña y mojada conchita que ella mantenía abierta dejándome ver su interior rosa intenso y comencé a lamerla y chuparla, deleitándome con su sabor saladito y su aroma a orincitos de niña, que rico, sorbía con ansias sus juguitos vaginales que empezaban a fluir cada vez en mayor cantidad, introducía mi lengua en el interior de su estrecha cuevita, luego atacaba su clítoris inflamado, el cual chupaba atrapándolo entre mis labios y absorbiéndolo, luego movía mi lengua en círculos a su alrededor, Shirley movía sus caderitas hacia adelante, tratando de hacer un contacto mayor entre su concha y mi boca, a la vez que aprisionaba mi cabeza con sus manitos apretándome contra ella, sus gemidos eran cada vez más intensos y sonoros, hasta que exploto en una verborrea entrecortada.
–Aaaayyyy jefe que rico aaaggghhh dios mío que ricoooo uuufff aaaggghhh me hago pichi jefecito me hago pichiiii aaaggghhh que rico aaaggghhh jefe aaaayyyy.
–Que rica conchita que tienes princesita –le decía yo sin dejar de chuparla.
–Jefe ya no aguanto me hago pichi aaaayyyy aaaggghhh uuufff que rico aaaggghhh.
Y se desembalso en un mar de jugos vaginales y orines que fluían sin cesar del interior de su ya dilatada y enrojecida conchita, esta niña había nacido para el sexo, ya que a tan corta edad tenía unos orgasmos que ya lo quisieran muchas mujeres mayores, gemía, sus caderas parecía que tuvieran vida propia por la forma que las movía y de su concha seguían saliendo juguitos espesos mezclados con orincitos, todos los cuales yo bebía y bebía como sediento, hasta que cayo desfallecida en mis brazos que ya la esperaban, la cargue como si fuera una bebe, mientras le daba besitos tiernos en la frente los cachetitos y los labios, ella mantenía los ojitos cerrados mientras gemía bajito, poco a poco fue abriendo los ojos y esbozando una sonrisa de satisfacción.
–Jefe que rico que me has hecho, me he hecho harto pichi y me ha gustado mucho, te quiero mucho jefe, me gusta que seas mi enamorado aaahhh.
–Mi pequeña, a mí también me gusta mucho que seas mi enamorada.
–Jefe, ahora quiero chuparte tu pajarote y tomarme tu leche.
–¿De verdad quieres hacerlo, Shirley? –le pregunte.
–Si jefe, me gusta el sabor de tu leche y además eres mi enamorado y si tú me haces sentir rico a mi yo también quiero hacerte sentir rico a ti.
Y sin esperar respuesta de mi parte me abrió la bragueta del pantalón y bajando la truza saco mi erecta verga pajeándola con sus dos manitos.
–Que grandote es tu pajarote jefe, y además es gruesote y esta duro.
–Esta duro por ti.
–¿De verdad es por mí? – pregunto con un dejo de orgullo en su voz.
–Si preciosa tú haces que se me ponga así, ya te he dicho que estoy enamorado de ti.
–Yo también estoy enamorada de ti jefe, te quiero mucho y me gustaría estar todo el día contigo.
–Entonces te quiero proponer algo Shirley –le dije viendo la oportunidad de invitarla a mi departamento.
–¿Qué jefe?
–Mañana es mi día libre y no voy a venir a trabajar.
–¿Entonces no te voy a ver mañana, jefe? –me pregunto con una mirada triste en sus bellos ojos negros.
–Lo que quiero para mañana es que no trabajes y pases todo el día conmigo, yo te doy el dinero para que tu mama no se dé cuenta que no has trabajado, ¿qué dices? ¿quieres?
–Si jefe, ssssiii quiero que pasemos el día juntos, pero ¿dónde? –me preguntó.
–Yo vengo a recogerte temprano y nos vamos a comprarte ropita y de ahí nos vamos a mi casa ¿Qué te parece?
–Si jefecito lindo si quiero, me gusta estar contigo.
Para esto Shirley no había dejado de pajearme, pero ahora engullo con su húmeda boquita la enfebrecida cabeza de mi enhiesta verga, chupándola con muchas ansias, yo me sentía transportado a las nubes del placer que esta pequeñita de solo 8 años me estaba dando, movía su lengua alrededor del glande y absorbía todo el líquido preseminal, de pronto sentí que se me venía la leche a raudales y llenaba la boquita golosa de mi pequeña enamorada.
–Ooohhh Shirley, se me viene mi leche ooohhh tómatela toda aaaggghhh que rico amorcitooo –le decía mientras sentía que flotaba de todo el placer que me daba mi niña de 8 años, el morbo era enorme, con solo 8 añitos y ya era una experta mamadora.
–Glub, glub, jefecito mmmm me gusta tu lechecita es rica mmm.
Siguió mamando hasta dejarme la verga limpia y reluciente, aun continuo un rato más pajeandola y le daba besitos en el glande, después me la guarde en el pantalón y nos abrazamos un momento más, ahí fue cuando me dijo.
–Jefe, ¿tú me harías un favor?
–¿De qué se trata?
–Es de mi amiga María, ¿dejarías que ella también venda sus caramelos en la puerta a mi lado?
–¿Es la niña con la que estabas conversando cuando llegue? –le pregunté a mi vez.
–Si es ella, también necesita vender como yo.
–Pero preciosa, yo te dejo vender a ti porque tú eres mi enamorada, además te pedí que no le cuentes a nadie de lo nuestro es nuestro secreto.
–Pero ella también podría ser tu enamorada como yo jefe, es mi mejor amiga.
–Que dices, ¿voy a tener dos enamoradas? ¿no te va a molestar?
–No jefe María es mi mejor amiga y me gustaría que también sea tu enamorada como yo, así las dos estaríamos juntas contigo, además ella también te haría lo mismo que yo.
–¿Estás segura? –le pregunte.
–Si jefe, si quieres la llamo ahorita.
–Ya llámala –le dije sin poder creer aun la situación en la que me encontraba.
Shirley salió corriendo a buscar a su amiguita, al poco tiempo llegaron las dos tomadas de la mano, María era un poquito más alta que Shirley, era una niña preciosa, traía la mirada baja y no me miraba directamente.
–Jefe, ella es María, mi mejor amiga –me dijo Shirley.
–Hola María –le dije mirándola directamente.
–Hola jefe –me contesto ella levantando la mirada viéndome directamente a los ojos de manera tímida.
–Me conto Shirley que quieres que te deje vender junto con ella.
–Si jefe –contesto– déjeme trabajar junto a mi amiga.
–Pero ¿sabes lo que tienes que hacer? –pregunte.
–Si jefe, si sabe, yo ya le conté –se apresuró a decir Shirley.
–Ya me conto Shirley, jefe –respondió María.
–Entonces, que dices, ¿estas dispuesta a hacerlo? –le pregunte.
–Me da un poco de vergüenza jefe –respondió María.
–No tengas vergüenza María –le dijo Shirley–, es bien rico, te va a gustar y después vas a ser enamorada del jefe igual que yo y vas a poder vender donde tú quieras, además vamos a estar siempre juntas.
–Si yo quiero estar siempre contigo –le dijo María a Shirley, y luego dirigiéndose a mí me dijo– ya jefe si voy a hacerlo.
Luego sin mediar más palabras, María me sorprendió bajándose su buzo azul y su calzoncito rosado, dejando a mi vista una preciosa conchita negrita como el resto de su piel, con labios vaginales abultaditos y un clítoris grandecito e hinchadito, que linda conchita pensé y toda para mí, la atraje da la cintura, le subí el polo y quedaron ante mi vista dos preciosos senitos que ya empezaban a despuntar, los acaricie primero con las manos apretándolos suavemente, luego se los comencé a chupar uno por uno delicadamente, María suspiraba con los ojitos cerrados, después baje mi boca golosa hacia su preciosa conchita, ella abrió las piernas dejándome a mi disposición una conchita negrita por fuera pero de un rojo intenso por dentro, tenía un aroma más intenso que el de Shirley, le di un beso al clítoris lo que arranco un gemido en la niña, la voltee y le pude apreciar el hermoso culito que tenía, nalgas redonditas, las cuales separe mirando un precioso anito de color más oscuro, se notaba también que estaba sucio, lo que me excito sobremanera, le metí la lengua, que delicioso culito, como desesperado le lamí y le chupe el anito a la niña, el sabor dulzón que tenía y el olor afrodisiaco me pusieron nuevamente a mil a pesar que recién había acabado en la boca de Shirley, volví a tener una erección enorme, la pequeña ya no solo gemía ahora también movía el culito apretándolo contra mi boca.
–Aaaggghhh jefe que rico que me haces, Shirley tenías razón, está bien ricoooo ooohhh jefe sigue así que me gusta mucho aaaggghhh ooohhh uuufff.
–Que rico potito que tienes María –le decía yo sin dejar de lamer y chupar ese delicioso manjar, a la vez que con mis dedos exploraba su clítoris arrancándole más gemidos.
–Ves, te dije que te iba a gustar María –le dijo Shirley que miraba con una mezcla de morbo y gusto y luego dirigiéndose a mí– jefe ahora chúpale la cuca para que se le salga el pichito de gusto.
Esta niña estaba dirigiéndome y me gustaba, María estaba cada vez mas excitada y movía el culito apretándolo contra mi boca, la voltee y comencé a chuparle la negrísima conchita con el interior rojísimo, que delicia que sabor saladito con sus juguitos espesos, el aroma fuerte y excitante, le movía la lengua en círculos alrededor del clítoris arrancándole gemidos cada vez más fuertes, introducía mi lengua en su cuevita mojada y sucia, los juguitos vaginales me escurrían por las comisuras de los labios, María movía sus caderas cada vez más rápido me sujetaba la cabeza contra su conchita y gemía y hasta aullaba, esta niña era más caliente que Shirley hasta que acabo en mi boca en un orgasmo fenomenal.
–Aaaggghhh aaauuu jefe que ricooooo me meo me mmeeeooo oooohhh que rico se me sale el pichi dios mío dale mas jefe quiero maaaaaasssss me meo me mmeeeooo oooohhh Aaaggghhh aaauuu.
Hasta que se desvaneció y cayó en mis brazos, la acaricie lentamente le daba besitos en la boquita, tenia los labios más gruesos que Shirley, eran deliciosos, la obligue a abrir la boca y nuestras lenguas se enredaron en un beso apasionado, aprendió bastante rápido a besar.
–María, ahora tienes que chuparle el pajarote al jefe y tomarte su lechecita, es bien rica –le dijo Shirley.
María se subió el calzón y el buzo y se paro frente a mí, le dijo a Shirley que no sabía cómo hacerlo, así que Shirley le dijo que ella le enseñaba, se arrodillo me saco la verga que mostraba una erección impresionante y comenzó a chuparla, lamia a lo largo del tronco y luego engullía el glande con una maestría increíble para sus 8 años, luego María se arrodillo igual y continuo con la mamada iniciada por su amiga, al inicio era algo torpe, pero pronto agarro destreza y me pego una mamada de maravilla, yo no podía creerlo pero estaba a punto de tener otra eyaculación en tan corto tiempo, hasta que se me vino toda mi leche en la boquita ansiosa de María.
–Oooohhh tomate mi leche María que rico Aaaggghhh –le llene toda la boca de leche que ella tomaba con delicia.
Luego me guarde la verga y Shirley dijo que ya María era también mi enamorada y si mañana podíamos ir los tres a mi casa a pasar el día juntos, les dije que por supuesto, se me presentaba la oportunidad de desvirgar a dos niñas y no pensaba perderla, mañana seria un día fabuloso.
La vendedora de caramelos
Tenía un año que me había graduado de la escuela de sub oficiales de la policía, y después de prestar servicio en la zona de la selva donde se combatía el narcotráfico, por fin me trasladaron a la ciudad, mi primer servicio fue realizar vigilancia en los alrededores de un populoso mercado, a mis compañeros les toco vigilar un parque cercano donde se dedicaban a espantar a las mujeres que ejercían la prostitución clandestina en las calles, siempre me decían que pidiera mi cambio para estar con ellos, que las putitas te daban los polvos gratis para que las dejaran trabajar.
–Vente con nosotros Rodrigo –me decían–, las putas te dejan que te las tires gratis si es que te haces de la vista gorda y las dejas trabajar, el resto del día es puro relajo.
–Sí –les contestaba yo–, voy a pedirle al capitán para que me transfiera con ustedes.
Pero el capitán no me daba mi cambio, mientras tanto mi trabajo consistía en erradicar los vendedores ambulantes que se posicionaban en la puerta del mercado e impedían el tránsito de las personas, había de todo niños, niñas, señoras, señores y hasta hombres jóvenes que podrían estar trabajando en otra cosa, estos eran los más peligrosos, ya que su principal labor era robar a los compradores y lo de ambulante era la fachada para pasar desapercibidos, todas las mañanas tenía que alejarlos y después cuidar que no regresen para velar por la seguridad de los compradores, sus protestas eran las mismas.
–Ya pues jefe, déjenos trabajar, aunque sea un rato.
Pero no hacía caso a sus protestas y los botaba, las más difíciles eran las niñas, me ponían carita de pena para que las dejara quedarse, había una en especial, tendría unos 8 años, era la más terca, se quedaba hasta el final y me decía.
–Jefecito, ya pues déjeme un ratito, yo le invito caramelos para que me deje quedarme.
–No –le contestaba yo–, nadie puede quedarse.
Y terminaba echándola también.
Esta niñita era mi batalla diaria, como dije antes tendría 8 años, era de tez oscurita, pelo lacio, cuerpo delgadito, su ropa raída mostraba su condición económica, había algo en ella que no me molestaba sino que me atraía, siempre me habían gustado las mujeres más jóvenes que yo pero no las niñas, pero ella era un caso especial, cada día se atrevía a mas, me ofrecía parte de sus ganancias, que me iba a invitar a almorzar y otras chifladuras de niños, finalmente la echaba también, pero cada día era más difícil, ya que me gustaba conversar con ella, hasta que un día me dijo:
–Jefe, hago lo que sea porque me deje quedarme.
–¿Estás segura? – le pregunte.
–Si jefecito, hago lo que sea.
–Está bien, espérame atrás del contenedor de basura que ahorita voy –le dije.
Después de echar a los otros ambulantes fui donde me esperaba la niña, la encontré escondida detrás del contenedor, para que no la vieran los demás, me senté en un ladrillo al lado de ella.
–¿Cómo te llamas? –le pregunte.
–Shirley, jefe –me contesto con una tímida sonrisa.
–¿Cuántos años tienes? –seguí preguntando.
–Ocho años, jefe –me dijo confirmando mi calculo.
–Por qué quieres quedarte a vender acá y no haces caso cuando los boto a tus compañeros?
–Jefe, es que aquí se gana más que en otros lados –contesto con la mirada hacia el suelo.
–Y para que quiere una niña de 8 años ganar tanto?
–Es que la ayudo a mi mama jefe, para mis hermanitas, que son más chiquitas que yo tienen 6 y 4 años.
–Y tu papa no trabaja?
–No tengo papa jefe, nos abandono a mi mama y a mis hermanas hace tiempo.
–¿Y estarías dispuesta a hacer lo que sea para quedarte a vender aquí? –le pregunte finalmente, ya con intenciones perversas en la mente.
–Si jefecito, lo que sea con tal de quedarme –me respondió con una sonrisa que le ilumino el rostro.
–A ver párate frente a mí.
Ella dejo su bolsita de caramelos a un lado y se puso de pie frente a mí, la atraje un poco más cerca y comencé a sobarle las nalguitas por encima de su bucito color rosa, ella no decía nada solo se dejaba hacer, por lo que me envalentone y comencé a acariciarle la conchita también por encima de la ropa, al ver que aceptaba le metí la mano por debajo del buzo en la parte posterior, acariciándole el culito directamente sin nada que se interpusiera, le abrí las nalguitas con los dedos índice y anular y con el dedo medio comencé a acariciarle su anito, ella estaba quietecita, note que tenía el culito sucio porque estaba húmedo y pegajoso, eso me excito más, ya traía una erección considerable, le estaba dedeando el culito a una niña y me gustaba mucho, con la otra mano seguía sobándole la conchita por encima de la ropa, hasta que me anime y también se la metí dentro del buzo acariciando sus pequeños labios vaginales, se la abrí también y acaricie su pequeño clítoris, ahí comenzó recién a emitir pugiditos, continúe con la caricia por espacio de un par de minutos, como no había nadie en los alrededores me anime a decirle:
–Bájate el buzo y el calzoncito.
Ella obedeció, dejando a mi vista una pequeña conchita de color más oscurito que el resto de su piel, aproveche ese instante para olerme los dedos que habían acariciado su culito y era un olor algo fuerte para una niña de su edad, pero embriagante y excitante, acerque mi nariz a su conchita y aspire su aroma, olía a berrinchito tierno y a algas marinas, que delicioso, un olor que solo las niñas tienen, le indique que abriera las piernas y al hacerlo me dejo una mejor visual de su conchita, los labios vaginales delgaditos y oscuros su interior de un rosa intenso, un pequeño agujerito en el medio y un clítoris hinchadito producto de las caricias, me anime y comencé a pasarle la lengua por ese manjar que era su conchita , que rico sabor, saladito con sabor a orincitos tiernos y a mariscos de mar, ella comenzó a gemir un poquito más fuerte.
–Jefecito, que rico se siente ¿qué me estás haciendo? Ahhh aaaaaggggghhhh oooohhh…
–Te estoy chupando la conchita nena, que rica que la tienes –contesté sin dejar de lamer ese manjar tierno, mientras con una mano le acariciaba el culito y con la otra le sobaba su pechito plano donde solo sus pezoncitos sobresalían, estuve en ese plan por espacio de 5 minutos hasta que Shirley comenzó a gemir más fuerte y rápido.
–Aaayyy jefe que rico que me haces aaaaggggghhhh uuufffff aaayyyy me orino jefecito, se me sale el pichito oooohhh me orinooooo jefecitoooo ya no aguantoooo aaaaahhhhh
–Orínate nomas Shirley que yo me lo tomo –le conteste sin dejar de lamer.
Hasta que se vino en un orgasmo increíble para una niña tan pequeña, se desembalso en una mezcla de jugos vaginales y orincitos, los cuales bebí con mucho morbo y excitación, hasta que ya no quedo nada, Shirley se desvaneció y tuve que cargarla para que no se cayera al suelo.
–Ay jefe que rico lo que me has hecho, me he hecho harto pichi –me dijo Shirley cuando se recupero.
–Eso se llama orgasmo Shirley y las mujeres los tienen cuando son felices –le conteste.
–Entonces soy feliz jefe, porque se ha sentido riquísimo –me dijo con una gran sonrisa de felicidad.
–Ya puedes ir a vender donde más te guste nadie te va a votar preciosa.
–Gracias jefe ¿y mañana también puedo vender aquí? –me pregunto.
–Claro mañana vienes primero a este lugar y me esperas, después de hacer cositas ricas puedes vender
–Ya jefe –me dijo dedicándome otra sonrisa y subiéndose el calzón y el buzo se fue a vender sus caramelos.
Nos la pasamos casi todo el día juntos, ella vendiendo y yo vigilando, de rato en rato conversábamos de lo rico que había estado y de lo rico que iba a estar mañana, en otros momentos nos sonreíamos, esta nenita me estaba conquistando con su mezcla de inocencia y pasión, mañana seria otro día.
Al día siguiente no la encontré con los otros vendedores, debía estar esperándome detrás del contenedor de basura, después de echarlos me dirigí allí, la encontré sentada en el mismo lugar que el día anterior.
–Hola preciosa –le dije– ¿cómo estás?
–Hola jefe, estoy bien –me contestó con esa sonrisa tímida y picara a la vez.
Me senté a su lado y la abrace por los hombros atrayéndola hacia mí, ella se dejó abrazar, pero no colaboraba, así que le dije.
–Ahora vamos a hacer más cositas que ayer ¿ya?
–Ya jefe, pero yo no sé cómo se hace –me respondió con un mohín de preocupación.
–No te preocupes mi amor –le dije– yo te enseño.
–Me gusta que me digas mi amor jefe –me dijo con una sonrisa– ¿tú me quieres? –preguntó después.
–Claro que te quiero, Shirley –le contesté– sino no estaría acá contigo.
–Qué bueno jefe, yo también te quiero, porque me dejas vender y porque me haces sentir rico ji ji ji.
–¿Entonces vamos a hacer más cositas?
–Si jefe, enséñame tu que yo aprendo rápido.
–Primero vamos a besarnos –le dije con un ligero temblor en la voz, ya que esta nena me gustaba porque era bonita y sobre todo por esa mezcla de inocencia y picardía, además se trataba de una niña de solo 8 añitos, era mi primera vez con una niña tan pequeña.
–Ya jefe enséñame –me dijo acercando su boquita a la mía.
Acerque mis labios a los suyos, dándole un suave piquito, después comencé a pasar mi lengua alrededor de sus labios, le indique que abriera la boca y al hacerlo, enrede mi lengua con la suya, que sensación tan rica y tan morbosa, estar besándome con una niña de tan solo 8 añitos, sorbía su salivita, ella aprendió rápido, ya que movía su lengüita al interior de mi boca y me chupaba suavemente la lengua, mientras con sus bracitos me abrazaba por el cuello, mis manos tampoco estaban quietas, ya que mientras que con una que había metido bajo su polo le acariciaba sus pezoncitos que se encontraban erectos, con la otra que había metido dentro de la parte posterior de su buzo, le acariciaba el culito, primero las nalgas pequeñas y luego el anito que se encontraba húmedo y pegajoso, le pasaba el dedo en círculos alrededor del anito cerrado y chiquito, lo cual parece que la excito, ya que me abrazaba más fuerte y el movimiento de su lengua se hizo más rápido, a la vez que lanzaba gemiditos, saque la mano de debajo de su polo y cogí una de sus manitos y la hice que me acariciara la verga que ya se encontraba a punto de reventar por la excitación, Shirley entre excitada y curiosa me apretaba con su pequeña manito la verga, provocándome oleadas de placer.
–Shirley ¿te gusta? –pregunte sin dejar de besarla.
–Si jefe me gusta mucho –me contesto entre gemidos, sin dejar de acariciarme la verga.
–Ahora quiero que te pares y que te bajes el buzo y el calzón –le dije.
Ella se paró de inmediato y se bajo el buzo color rosa y el calzoncito blanco, dejando a mi vista su conchita oscurita de labios delgados y su pequeño clítoris inflamado, la hice voltear y que se agache, dejándome a mi disposición su culito, abrí sus nalguitas y le metí la lengua dentro del húmedo y sucio anito, oh que delicia, lamia como desesperado tratando de introducir mi lengua en el pequeño y sucio anito, ella gemía cada vez mas alto y comenzó a mover su culito hacia atrás, empujándolo contra mi boca a la vez que decía.
–Aaaggghhh jefe que ricooooo maaaaaasssss quiero más jefecito lindo que rico que me haces, te quiero jefecito Aaaggghhh oooohhh aaayyy jefe oooohhh.
Mientras le seguía metiendo la lengua en el culito que tenía un sabor medio dulzón y tenia restos de caquita que no se había limpiado bien, con mi mano derecha le sobaba el clítoris y le introducía un dedo en su grutita húmeda y apretadita, de repente dio un gemido más alto y cayo rendida en mis brazos, sentada en mi verga, la levante un poco y saque mi verga fuera del pantalón, la senté nuevamente y puse en contacto la rajita de su culo con mi verga y la empecé a mover acompasadamente, a la vez que le besaba su cuellito, ella gemía bajito, le dije en la orejita.
–Shirley ¿quieres ser mi enamorada?
–¿Cómo es eso jefe? –pregunto ella a su vez.
–Como una esposa, pero sin vivir juntos –le dije.
–¿Así como era mi papa con mi mama jefe?
–Claro preciosa, pero yo no te voy a dejar como tu papa la dejo a tu mama, yo voy a estar siempre contigo, hasta que tú quieras.
–Siempre voy a querer estar contigo jefe –me dijo con una voz entrecortada por la emoción.
–¿Entonces quieres ser mi enamorada?
–Sssíii jefe, sí quiero.
La bese nuevamente introduciendo mi lengua con el sabor de su culito, en su boca ansiosa, ella me abrazo y la sentí entregada a mí, la hice parar nuevamente y comencé a chuparle la conchita llena de juguitos vaginales producto de su orgasmo anterior, ella se sujetó de mi cabeza y la jalaba hacia su conchita ansiosa, a la vez que movía sus caderitas con un ritmo cada vez mayor y gemía cada vez más fuerte.
–Jefe, queee riiicccooo Aaaggghhh ooohhh me hago picchhhiiii oh jefecito te quiero mucho, Aaaggghhh me hago pichi que rico ooohhh Aaaggghhh.
Hasta que se vino en un orgasmo increíble para una niña de 8 años, se desembalso en líquidos vaginales mezclados con orincitos los que bebí y bebí hasta saciarme, que rico sabor saladito y con aroma a mar, ella nuevamente se desvaneció cayendo en mis brazos, la coloque encima de mi verga que seguía fuera del pantalón y la moví acompasadamente sobándole mi glande enrojecido en la entrada de su conchita mojada y dilatada, ella seguía gimiendo.
–Ahora quiero que tú hagas algo por mi amorcito –le dije.
–Si jefe lo que quieras –me contesto con voz mimosa.
–Súbete el calzón y el buzo y arrodíllate delante de mí.
–Si jefecito –dijo y así lo hizo.
–Ahora quiero que me acaricies la verga y después la chupes con tu boquita.
–¿Se llama verga, jefe? –pregunto– yo pensé que se llamaba pajarito, aunque en tu caso sería pajarote jefe je je je, porque es grandota y gordota –continuó a la vez que la acariciaba con sus tiernas y pequeñas manitos.
–Si mi amorcito llámala como tú quieras –le dije a la vez que le llevaba sus manitos para enseñarle a pajearme, cosa que aprendió rápido– ahora métetela en tu boquita y chupa como si fuera una paleta pero sin morder.
Esta niña parecía que había nacido predispuesta para el sexo, porque comenzó a chuparme la verga con un amor y una intensidad que me dejo en las nubes en un momento, a la vez que con sus manitos no dejaba de pajearme.
–Lo hago bien jefecito? –me pregunto sin dejar de chupármela.
–Lo haces perfecto amorcito –le conteste acariciándole la cabecita y atrayéndola más hacia mí.
–Uuummm Uuummm jefe que rico –me decía mientras seguía chupando.
Yo seguía gozando, una niña de solo 8 añitos me estaba dando la mejor mamada de mis 23 años, el morbo era enorme, encima le había dicho que fuera mi enamorada y había aceptado, mi excitación iba en aumento, hasta que sentí que no aguantaba más, se me venía la eyaculación.
–Mi amorcito –le dije– ahora va a salir leche de mi verga, quiero que te la tomes toda así como yo me tome tus juguitos, ¿ya?
–Si jefe yo me la tomo, por algo eres mi enamorado –me dijo muy seria en su papel de enamorada.
–Si mi amorcito eres mi enamorada y te vas a tomar mi leche, Aaaggghhh que rico ooohhh me vengo mi amorcito toma oh que delicia –le decía a la vez que me vaciaba en su boquita.
Una, dos, tres y cuatro chisgueteadas intensas de leche espesa cayeron en la pequeña boquita de mi dulce niña, ella hacía esfuerzos enormes para tomarla toda, pero era mucha cantidad para su boca, gruesos hilos de semen escurrían por las comisuras de su boca, eso me excito más aun, hasta que quede sin nada de leche, ella seguía chupando hasta dejarme limpia la verga.
–Listo mi amorcito –le dije– ahora ya puedes ir a vender, acuérdate que somos enamorados, pero es un secreto solo entre tú y yo, nadie más debe saber ya, porque si no, no nos dejarían estar juntos.
–Ya jefe no le voy a contar a nadie –dijo–, pero siempre vamos a seguir haciéndolo ¿no? –preguntó por último.
–Claro preciosa, siempre vamos a seguir haciéndolo, pero será nuestro secreto, ahora ve a vender.
Nos despedimos con un beso en la boca, luego ella se fue corriendo.
Yo me quede un rato más hasta reponerme, luego fui a mi lugar a hacer mi ronda de costumbre, a la hora de almuerzo lleve a Shirley al interior del mercado y almorzamos juntos, mirándonos con sonrisas cómplices, después le di algo de dinero para que ayude a su mama y seguimos cada uno en lo propio, yo cuidando y ella vendiendo, al final del día, nos despedimos y quedamos en encontrarnos al otro día en el mismo lugar.
Cuando llegue a la comisaria, mis compañeros me dijeron:
–Rodrigo, cuando te va a cambiar el capitán para que estés con nosotros, acuérdate de las putitas y los polvos gratis.
–No muchachos –dije yo pensando en que con Shirley a mi lado no necesitaba a ninguna puta– el capitán no quiere cambiarme, así que ni modo me quedare con las ganas.
Mañana quería proponerle a Shirley que el jueves que era mi día franco, me acompañe a mi departamento de soltero que tenía, quería tenerla desnudita en mi cama y desvirgarla, me estaba enamorando de mi pequeña, era una mezcla de morbo y ternura, pero no quería analizarlo, solo gozarlo, no sabía aun hasta donde me llevaría esto, pero me dejaría llevar.
Al día siguiente, temprano cuando llegue en la mañana al mercado, vi a Shirley junto con los demás vendedores en la puerta del mercado, estaba conversando con otra niña con quien parecía que tenía una gran amistad, ya que antes las había visto siempre juntas, esta niña era una negrita más o menos de su edad, tenía el pelo zambito, labios gruesos, nariz respingadita, ojos grandes y negros, cuerpo un poco más grueso que Shirley, sus senitos ya se empezaban a notar, caderitas anchitas y un potito redondito y respingón, era una belleza de su raza, aunque también se notaba por su ropa que su condición económica no era buena, le hice una seña a Shirley para que me esperara en el lugar de siempre, ella se retiró y yo eche del lugar a los demás vendedores, aunque la negrita se quedó cerca, fui al contenedor de basura y encontré a Shirley sentadita en el lugar de siempre, al mirarme sonrió con la misma alegría de siempre, me senté a su lado y de saludo nos dimos un beso donde nuestras lenguas se enredaron en un combate apasionado y nuestras bocas sorbían la saliva del otro con ansias, cuando nos calmamos nos miramos a los ojos y sonreímos al unísono.
–Hola amorcito –le dije– que bonita estas hoy.
–Jefe ¿te parezco bonita? –me preguntó.
–Claro princesita, eres preciosa, me gustas mucho y me estoy enamorando de ti.
–¿Qué es enamorarse jefe? –volvió a preguntar.
–Es cuando una persona no deja de pensar en la otra, cuando se le extraña y uno quiere estar todo el día a su lado, cuando cada vez que se le recuerda el corazón late más rápido y cuando por fin se le ve, en el estómago parece que hubieran maripositas que vuelan y revolotean, es besarse con tantas ganas que uno no quisiera que el beso termine –le contesté describiéndole lo que sentía en mi interior.
–Entonces yo estoy enamorada de ti jefe –me dijo mirándome a los ojos– porque siento todo eso que me has dicho.
–Mi amorcito –dije con mis latidos acelerados–, te amo, estoy enamorado de ti.
Nos besamos apasionadamente mientras mis manos se dirigían a su concha y a su potito, acariciando y haciéndola emitir gemiditos, sus manitos se dirigieron a mi verga que ya se encontraba con una gran erección, acariciándola por encima del pantalón, elevándome a las nubes por el placer que me proporcionaba, de pronto Shirley se puso de pie y se bajó el buzo y el calzoncito, mostrándome su preciosa conchita.
–Jefe, chúpame mi cuquita, quiero sentir rico hasta que me hagas hacerme pichi –me dijo.
–Lo que sientes se llama orgasmo linda –le dije.
–Orgasmo, jejeje que nombre tan gracioso –dijo ella entre risas.
–Si amorcito, se llama orgasmo –le conteste acariciándole con mis dedos su conchita que ya comenzaba a mojarse.
–Entonces chúpame la cuca hasta que tenga un orgasmo jejeje –dijo abriéndose con los deditos sus delgados labios vaginales.
Acerque mi boca a su pequeña y mojada conchita que ella mantenía abierta dejándome ver su interior rosa intenso y comencé a lamerla y chuparla, deleitándome con su sabor saladito y su aroma a orincitos de niña, que rico, sorbía con ansias sus juguitos vaginales que empezaban a fluir cada vez en mayor cantidad, introducía mi lengua en el interior de su estrecha cuevita, luego atacaba su clítoris inflamado, el cual chupaba atrapándolo entre mis labios y absorbiéndolo, luego movía mi lengua en círculos a su alrededor, Shirley movía sus caderitas hacia adelante, tratando de hacer un contacto mayor entre su concha y mi boca, a la vez que aprisionaba mi cabeza con sus manitos apretándome contra ella, sus gemidos eran cada vez más intensos y sonoros, hasta que exploto en una verborrea entrecortada.
–Aaaayyyy jefe que rico aaaggghhh dios mío que ricoooo uuufff aaaggghhh me hago pichi jefecito me hago pichiiii aaaggghhh que rico aaaggghhh jefe aaaayyyy.
–Que rica conchita que tienes princesita –le decía yo sin dejar de chuparla.
–Jefe ya no aguanto me hago pichi aaaayyyy aaaggghhh uuufff que rico aaaggghhh.
Y se desembalso en un mar de jugos vaginales y orines que fluían sin cesar del interior de su ya dilatada y enrojecida conchita, esta niña había nacido para el sexo, ya que a tan corta edad tenía unos orgasmos que ya lo quisieran muchas mujeres mayores, gemía, sus caderas parecía que tuvieran vida propia por la forma que las movía y de su concha seguían saliendo juguitos espesos mezclados con orincitos, todos los cuales yo bebía y bebía como sediento, hasta que cayo desfallecida en mis brazos que ya la esperaban, la cargue como si fuera una bebe, mientras le daba besitos tiernos en la frente los cachetitos y los labios, ella mantenía los ojitos cerrados mientras gemía bajito, poco a poco fue abriendo los ojos y esbozando una sonrisa de satisfacción.
–Jefe que rico que me has hecho, me he hecho harto pichi y me ha gustado mucho, te quiero mucho jefe, me gusta que seas mi enamorado aaahhh.
–Mi pequeña, a mí también me gusta mucho que seas mi enamorada.
–Jefe, ahora quiero chuparte tu pajarote y tomarme tu leche.
–¿De verdad quieres hacerlo, Shirley? –le pregunte.
–Si jefe, me gusta el sabor de tu leche y además eres mi enamorado y si tú me haces sentir rico a mi yo también quiero hacerte sentir rico a ti.
Y sin esperar respuesta de mi parte me abrió la bragueta del pantalón y bajando la truza saco mi erecta verga pajeándola con sus dos manitos.
–Que grandote es tu pajarote jefe, y además es gruesote y esta duro.
–Esta duro por ti.
–¿De verdad es por mí? – pregunto con un dejo de orgullo en su voz.
–Si preciosa tú haces que se me ponga así, ya te he dicho que estoy enamorado de ti.
–Yo también estoy enamorada de ti jefe, te quiero mucho y me gustaría estar todo el día contigo.
–Entonces te quiero proponer algo Shirley –le dije viendo la oportunidad de invitarla a mi departamento.
–¿Qué jefe?
–Mañana es mi día libre y no voy a venir a trabajar.
–¿Entonces no te voy a ver mañana, jefe? –me pregunto con una mirada triste en sus bellos ojos negros.
–Lo que quiero para mañana es que no trabajes y pases todo el día conmigo, yo te doy el dinero para que tu mama no se dé cuenta que no has trabajado, ¿qué dices? ¿quieres?
–Si jefe, ssssiii quiero que pasemos el día juntos, pero ¿dónde? –me preguntó.
–Yo vengo a recogerte temprano y nos vamos a comprarte ropita y de ahí nos vamos a mi casa ¿Qué te parece?
–Si jefecito lindo si quiero, me gusta estar contigo.
Para esto Shirley no había dejado de pajearme, pero ahora engullo con su húmeda boquita la enfebrecida cabeza de mi enhiesta verga, chupándola con muchas ansias, yo me sentía transportado a las nubes del placer que esta pequeñita de solo 8 años me estaba dando, movía su lengua alrededor del glande y absorbía todo el líquido preseminal, de pronto sentí que se me venía la leche a raudales y llenaba la boquita golosa de mi pequeña enamorada.
–Ooohhh Shirley, se me viene mi leche ooohhh tómatela toda aaaggghhh que rico amorcitooo –le decía mientras sentía que flotaba de todo el placer que me daba mi niña de 8 años, el morbo era enorme, con solo 8 añitos y ya era una experta mamadora.
–Glub, glub, jefecito mmmm me gusta tu lechecita es rica mmm.
Siguió mamando hasta dejarme la verga limpia y reluciente, aun continuo un rato más pajeandola y le daba besitos en el glande, después me la guarde en el pantalón y nos abrazamos un momento más, ahí fue cuando me dijo.
–Jefe, ¿tú me harías un favor?
–¿De qué se trata?
–Es de mi amiga María, ¿dejarías que ella también venda sus caramelos en la puerta a mi lado?
–¿Es la niña con la que estabas conversando cuando llegue? –le pregunté a mi vez.
–Si es ella, también necesita vender como yo.
–Pero preciosa, yo te dejo vender a ti porque tú eres mi enamorada, además te pedí que no le cuentes a nadie de lo nuestro es nuestro secreto.
–Pero ella también podría ser tu enamorada como yo jefe, es mi mejor amiga.
–Que dices, ¿voy a tener dos enamoradas? ¿no te va a molestar?
–No jefe María es mi mejor amiga y me gustaría que también sea tu enamorada como yo, así las dos estaríamos juntas contigo, además ella también te haría lo mismo que yo.
–¿Estás segura? –le pregunte.
–Si jefe, si quieres la llamo ahorita.
–Ya llámala –le dije sin poder creer aun la situación en la que me encontraba.
Shirley salió corriendo a buscar a su amiguita, al poco tiempo llegaron las dos tomadas de la mano, María era un poquito más alta que Shirley, era una niña preciosa, traía la mirada baja y no me miraba directamente.
–Jefe, ella es María, mi mejor amiga –me dijo Shirley.
–Hola María –le dije mirándola directamente.
–Hola jefe –me contesto ella levantando la mirada viéndome directamente a los ojos de manera tímida.
–Me conto Shirley que quieres que te deje vender junto con ella.
–Si jefe –contesto– déjeme trabajar junto a mi amiga.
–Pero ¿sabes lo que tienes que hacer? –pregunte.
–Si jefe, si sabe, yo ya le conté –se apresuró a decir Shirley.
–Ya me conto Shirley, jefe –respondió María.
–Entonces, que dices, ¿estas dispuesta a hacerlo? –le pregunte.
–Me da un poco de vergüenza jefe –respondió María.
–No tengas vergüenza María –le dijo Shirley–, es bien rico, te va a gustar y después vas a ser enamorada del jefe igual que yo y vas a poder vender donde tú quieras, además vamos a estar siempre juntas.
–Si yo quiero estar siempre contigo –le dijo María a Shirley, y luego dirigiéndose a mí me dijo– ya jefe si voy a hacerlo.
Luego sin mediar más palabras, María me sorprendió bajándose su buzo azul y su calzoncito rosado, dejando a mi vista una preciosa conchita negrita como el resto de su piel, con labios vaginales abultaditos y un clítoris grandecito e hinchadito, que linda conchita pensé y toda para mí, la atraje da la cintura, le subí el polo y quedaron ante mi vista dos preciosos senitos que ya empezaban a despuntar, los acaricie primero con las manos apretándolos suavemente, luego se los comencé a chupar uno por uno delicadamente, María suspiraba con los ojitos cerrados, después baje mi boca golosa hacia su preciosa conchita, ella abrió las piernas dejándome a mi disposición una conchita negrita por fuera pero de un rojo intenso por dentro, tenía un aroma más intenso que el de Shirley, le di un beso al clítoris lo que arranco un gemido en la niña, la voltee y le pude apreciar el hermoso culito que tenía, nalgas redonditas, las cuales separe mirando un precioso anito de color más oscuro, se notaba también que estaba sucio, lo que me excito sobremanera, le metí la lengua, que delicioso culito, como desesperado le lamí y le chupe el anito a la niña, el sabor dulzón que tenía y el olor afrodisiaco me pusieron nuevamente a mil a pesar que recién había acabado en la boca de Shirley, volví a tener una erección enorme, la pequeña ya no solo gemía ahora también movía el culito apretándolo contra mi boca.
–Aaaggghhh jefe que rico que me haces, Shirley tenías razón, está bien ricoooo ooohhh jefe sigue así que me gusta mucho aaaggghhh ooohhh uuufff.
–Que rico potito que tienes María –le decía yo sin dejar de lamer y chupar ese delicioso manjar, a la vez que con mis dedos exploraba su clítoris arrancándole más gemidos.
–Ves, te dije que te iba a gustar María –le dijo Shirley que miraba con una mezcla de morbo y gusto y luego dirigiéndose a mí– jefe ahora chúpale la cuca para que se le salga el pichito de gusto.
Esta niña estaba dirigiéndome y me gustaba, María estaba cada vez mas excitada y movía el culito apretándolo contra mi boca, la voltee y comencé a chuparle la negrísima conchita con el interior rojísimo, que delicia que sabor saladito con sus juguitos espesos, el aroma fuerte y excitante, le movía la lengua en círculos alrededor del clítoris arrancándole gemidos cada vez más fuertes, introducía mi lengua en su cuevita mojada y sucia, los juguitos vaginales me escurrían por las comisuras de los labios, María movía sus caderas cada vez más rápido me sujetaba la cabeza contra su conchita y gemía y hasta aullaba, esta niña era más caliente que Shirley hasta que acabo en mi boca en un orgasmo fenomenal.
–Aaaggghhh aaauuu jefe que ricooooo me meo me mmeeeooo oooohhh que rico se me sale el pichi dios mío dale mas jefe quiero maaaaaasssss me meo me mmeeeooo oooohhh Aaaggghhh aaauuu.
Hasta que se desvaneció y cayó en mis brazos, la acaricie lentamente le daba besitos en la boquita, tenia los labios más gruesos que Shirley, eran deliciosos, la obligue a abrir la boca y nuestras lenguas se enredaron en un beso apasionado, aprendió bastante rápido a besar.
–María, ahora tienes que chuparle el pajarote al jefe y tomarte su lechecita, es bien rica –le dijo Shirley.
María se subió el calzón y el buzo y se paro frente a mí, le dijo a Shirley que no sabía cómo hacerlo, así que Shirley le dijo que ella le enseñaba, se arrodillo me saco la verga que mostraba una erección impresionante y comenzó a chuparla, lamia a lo largo del tronco y luego engullía el glande con una maestría increíble para sus 8 años, luego María se arrodillo igual y continuo con la mamada iniciada por su amiga, al inicio era algo torpe, pero pronto agarro destreza y me pego una mamada de maravilla, yo no podía creerlo pero estaba a punto de tener otra eyaculación en tan corto tiempo, hasta que se me vino toda mi leche en la boquita ansiosa de María.
–Oooohhh tomate mi leche María que rico Aaaggghhh –le llene toda la boca de leche que ella tomaba con delicia.
Luego me guarde la verga y Shirley dijo que ya María era también mi enamorada y si mañana podíamos ir los tres a mi casa a pasar el día juntos, les dije que por supuesto, se me presentaba la oportunidad de desvirgar a dos niñas y no pensaba perderla, mañana seria un día fabuloso.
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