La Transformación de mi Novia y su Hija 001

heranlu

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Hola de nuevo, hoy tratare de contar algo que me paso hace un par de años.
A mis 42 años tengo bastante suerte con las mujeres, trato de mantener mi cuerpo en forma y llevo una vida un tanto sana, nada de cigarro o alcohol. A la par de ser maestro de educación física tengo un pequeño negocio de computadoras, podría decirse que algunos (as) me considerarían buen partido jajajaja.
Hace unos meses conocí a una guapa mujer que frecuentaba mi negocio, joven de no más de 32 y según supe casada con alguien mucho mayor que ella. Creo que nos flechamos a la primera, pero nada sucedió. Ella empezó a ser uno de mis clientes VIP jajaja.

Maritza (Así la llamare) llegaba todos los días, y casi siempre hallaba una excusa para acercarse e iniciar conversación conmigo. Que tenía problemas con su máquina, que el celular se le des configuraba, que no podía usar cierto programa etc. etc. Ella era todo un rollo y yo alegre trataba de ayudarle en sus “problemas”.
Como es natural nos hicimos amigos, hablábamos de todo y nada. Fue así como me entere que asistía a cierta denominación religiosa, que no era del todo feliz con su esposo y que tenía una hija de 15 de una relación anterior.

Fue producto de un comentario suyo a un amigo común que la invite a salir por ahí, a distraerse un poco. Solo como amigos – le dije al oído mientras sonreía -, eso si no va en contra de su religión y no afecta su matrimonio. Usted es todo un pícaro – contesto también sonriendo -. Total quedamos de vernos esa misma tarde.
Llego muy puntual a nuestra cita. Iba vestida tan recatada como siempre, falda abajo de las rodillas con una blusa que solo dejaba adivinar su bonito cuerpo. Maritza sabía combinar su atuendo, mas no podía ocultar que bajo sus ropas escondía un culo bien formado, unas tetas medianas y unas piernas esculturales.
Ya en nuestra cita fuimos a comer algo y sin mucho hablar acordamos ir a un motel cercano. Éramos adultos y como tal la galantería de novios paso desapercibida, íbamos a lo que íbamos y en cuando menos sentimos estábamos totalmente desnudos junto al lecho donde ella iba a ser infiel a su marido.

Nos besamos apasionadamente y vaya que lo era. Maritza era delicada en el arte del amar, se dejaba guiar y trataba de poner el mayor empeño posible. Su cuerpo se erizaba ante el mas mínimo roce de mis caricias, aun parados como estábamos pude sentir que su panocha dejaba escapar una gran cantidad de líquidos con solo el contacto de mis manos sobre su espalda y mis besos en su cuello.
– Estabas caliente – le dije -.
– Ah, es que hace mucho tiempo que no tengo sexo.
– Jajaja mentirosa. Eso lo puedo decir yo que estoy soltero, pero usted tiene quien la consuele cuando está en casa.
– Cójame papi. Que lo estoy deseando. De verdad hace mucho que no tengo quien me haga sentir mujer.
Nos recostamos en la cama uno junto al otro, me recosté sobre ella y empecé a darle mordiditas en sus pezones que parecían enloquecerla. Con una de mis manos empecé a rosarle su clítoris y con la otra le acariciaba desde su ombligo hasta llegar al pecho que no tenía en mi boca. Su cuerpo arqueado y sus piernas apretándome la mano me indicaban que estaba gozando como jamás imagine que podía una mujer con solo tocarla un poco.

Acerque mis labios a los suyos y la bese introduciendo mi lengua para palpar la de ella. Fue un beso fuerte, con ganas, con pasión y deseo. Sutilmente deslice mis labios por todo su cuerpo, pasando desde sus pechos hasta llegar a una vulva totalmente depilada, de labios rosados y una pepita mediana de color oscuro. Estaba completamente mojada.
Así como estaba, Maritza levanto su cabecita y mirándome entre sus piernas se dejó caer hacia atrás como adivinando que yo estaba ahí para mamarle su chocho. La vi deslizarse para darme una mejor postura, su vulva frente a mis labios me mostro una rajita no muy abierta que mis dedos empezaron a hurgar dejándome sentir un olor a sexo riquísimo.
Mi lengua trabajaba su cosita y mis manos se encargaban de recorrer las partes sensibles, sus piernas, abdomen y tetas. Maritza suspiraba encantada mientras apoyaba sus manos en mi cabeza.
– Rico – Repetía -, eso es mi amor. Que rico, que rico.
Sin necesidad de más pude recibir una tremenda descarga de fluidos, Maritza casi se desmaya del orgasmo. Se contorsionaba sudorosa, jadeaba y balbuceaba que se iba a morir, grandes gemidos de placer me indicaron que estaba en su máximo clímax sexual.
– Que paso – le pregunte ya recostado a su lado-.

Me beso suavemente sobre mis labios para decirme:
– Es que usted si me sabe coger.
– Pero si yo no le hecho nada – dije mirando mi verga y mostrándosela -.
– Ah no sea malo, que usted ya sabe lo que quiero decir. Usted no sabe cuánto he deseado que un hombre me mame la panocha, que me coja así de rico, que me haga sentir mujer, que me trate como se debe
– No me diga que su esposo…..
– A él no lo mencione. Solo cójame, hágame sentir lo que nunca he sentido papi rico.

Con muchas ideas en mi cabeza solo la bese. Mis manos se deslizaron hacia su culo y le di vuelta dejándola de espaldas a mí, abrí sus cachetes y trate de meter mi lengua para besarle su ojete. Ella se giró bruscamente y me miro:
– Por ahí no – dijo -.
– Que – dije con cara divertida -, a poco me va a negar que disfrute algo que usted misma dice disfrutar.
– Sí, pero por ahí no. No sea malito porfis.
Me miraba y apretaba sus nalguitas.
– Venga para acá mi degenerado – dijo mientras me halaba hasta darme un beso -.
Nos besamos y como estábamos uno junto al otro aproveche para bajarle su mano hasta mi verga. Ella me tocaba y con mano experta descubría la cabeza deslizando sus dedos hasta el tronco.
– Esta grande – dijo entre dientes -. Ha de estar rica como su dueño. Esta cabezota no me va caber en mi cosita jijijiji.

No conteste sino que apoyando mi mano en su cabecita la guie hasta llegar a mi verga, estuvo largos minutos solo contemplando mi instrumento, luego sin pensarlo se metió cuanto pudo en su boquita y empezó a darme una mamada de infarto. Era salvaje su forma de hacer un oral, su lengua recorría cada palmo de mi tronco hasta llegar a mis huevos, se introducía mis bolas para luego preguntarme si me gustaba. Era divina, Maritza sí que sabía cómo darme placer.
Tras habernos lamido nuestros sexos ya que hicimos un 69, fue ella quien me dijo:
– Amor déjeme comerme esta verga, pero permítame disfrutarla yo sentada arriba y usted abajo ok.

Me recosté en el espaldar de la cama y vi como Maritza se colocó con sus piernas entre mi cuerpo, fue ella misma quien puso la cabeza de mi polla en la entrada de su vulva, ella controlaba el galope, esa vagina parecía un horno de lo caliente que estaba. No sé cuánto estuvimos así, cogiendo como dos grandes amantes, pero el orgasmo fue genial, ella era divina en cuestión de sexo.
Ya recostados en la cama, ella mirándome y yo deleitando de ver su rostro de satisfacción.
– Sabe – me dijo -. Aunque usted no me crea, esto que acabamos de hacer hace mucho que no lo vivía.
Mi marido es muy bueno conmigo, pero no puede hacerme sentir una mujer. Él tiene un problema en su cosa, que le causa dolor al tener sexo. Casi no tenemos relaciones, y cuando lo hacemos no llegamos a esto.
Bendito Dios, ¡Que rico coge usted¡ – dijo riéndose -.
– Y me va decir que solo él ha sido quien se ha comido este bizcochito – dije tocándole su panocha -.
– No, pero fue hace tanto tiempo que ni me acuerdo. Fue con el papa de mi hija, el si me cogía rico pero no así. Usted si es una delicia – aseguro mientras me besaba – .
Quédese conmigo toda la noche, sí. Hágame su mujer, hágame lo que quiera.
– ¿Lo que quiera?
– Si papi. Lo que usted quiera
Adivinaran que nos quedamos toda la noche, cogimos como se nos antojo. Me regalo su culito y me prometió que desde ese momento yo sería su único amante, prácticamente mi marido – dijo -, pues quien vive conmigo solo es mi acompañante ya que no tenemos nada de sexo.

Maritza y yo nos volvimos adictos a nuestros cuerpos, cogíamos casi a diario, ella sufrió una transformación total en su manera de comportarse tanto sexualmente como en su vida diaria. Se vestía y diferente con ropa provocativa y sexi, en la parte meramente sexual era complaciente y le gustaba experimentar todo cuando se nos ocurría. En las noches que su esposo no estaba en casa por su trabajo de guardia de seguridad hablábamos de todo, de sus cosas, de su hija, de su madre, de todo. Éramos amantes, casi perfectos diría yo, sin obligaciones ni responsabilidades jejejeje.
– ¿Dónde esta? – pregunto – un noche mientras hablábamos por teléfono.
– En mi cama
– ¿Está desnudo?
– Obvio
– ¿Cómo está mi verga rica?
– Bien, está pensando en usted – dije sin dudar-.
– ¿Esta parada?, ¿Esta grandota?
– Si – dije –
– Ah, que rica. ¿Y los huevitos? ¿Están chicos o grandes?

Como quisiera estar ahí para mamarle su verga rica. Y usted no quisiera venir donde mi para darle verga a esta panocha que se muere por usted.
– Claro – dije -.
– Sabe, me estoy metiendo el dedo pensando que usted me coge.
– Jajajaja ¿De verdad?
– ¿No me cree?
– Sí, claro.
– ¿Y usted papi? ¿Por qué no se toca la verga pensando en que me la está metiendo. Si papi rico, imagínese que me esta dando por el culo, duro como solo usted sabe hacerlo, sí.

Papi rico, tóquese la verga y piense que se la estoy mamando. Piense que tengo sus bolas en mis huevos y que mi lengua recorre cada palmo de su tronco, si.
Sin imaginarlo estábamos excitados, jadeantes y cachondos. Cuando menos lo esperamos terminamos masturbándonos a full clímax, mi verga como si estuviese conectada con mi mente en menos de lo que canta un gallo término echando grandes chorros de semen que inundaron la cama donde estaba.
– Ah – se escucho gemir a Maritza – Que rico, hasta por teléfono me hace acabar.
Por irreal que parezca esto lo hacíamos casi todos los días que no nos veíamos, o sea cogíamos hoy y mañana nos masturbábamos mientras hablábamos.
Así pasaron los meses, sin más preocupaciones que satisfacernos el uno al otro. Un día Maritza llego a mi negocio cabizbaja y pensativa. Según me dijo había tenido una discusión con su pequeña hija de 15, al parecer la joven se había enterado de nuestra relación y estaba a favor de que esto terminara pues aunque el esposo de su madre no era su verdadero padre, esta lo quería como tal.

Es que ella – dijo Maritza – encontró una grabación en el teléfono de cuando usted y yo nos masturbamos. Si – afirmo – , sé que es mi error porque me gusta tanto oír su voz cuando hacemos el amor que he grabado algunas conversaciones y Tania (nombre de su hija) las hallo cuando checaba por curiosidad el teléfono.
– Qué le vamos hacer – pregunte-.
– No sé, ella quiere conocerlo a usted.
– A mí ¿Para qué?
– No sé, pero eso me dijo.
– Bueno, preséntemela.
– Mañana está bien
– Ok

Bien como recordaran, en la conversación con mi novia tuvimos a bien que me presentaría a su hija, esa pequeña que por curiosidad se había enterado de la relación que yo tenía con su madre.

El encuentro esperado llego, Maritza llego puntual como era, acompañada de su pequeña no tan pequeña jajajaja. Era una chica que a pesar de sus 15 añitos media aproximadamente 1.75 o 1.80 aproximadamente, un cuerpo espigado pero con un culo al estilo Jennifer López que compensaba su no muy perfecto rostro, aunque la chica no era fea. De tez blanca, con unos ojazos color negro, en definitiva era un bombón que de haberla conocido por separado jamás hubiese pensado que era hija de mi novia.
– Hola – dijo formalmente Maritza -. Ella es Marcela mi hija.
– Hola – dije un tanto idiota – ¿Cómo estás? Un placer
– Hola – dijo la chamaca con ojos inquisidores -, un gusto.
El ambiente era tenso, como estudiándonos. Jazmín me miraba con ojos de científico al ver a su conejillo de indias, luego a su madre para luego quedarse con su actitud de mujer pensante.
– Quieren tomar algo – pregunte algo incomodo -, hace calor ¿no?
– Nos va a invitar – dijo Maritza con cara de saber que era mi obligación –
– Claro, si Marcela no tiene inconveniente.

Entendiendo que la pequeña había aceptado por su silencio, caminamos buscando un lugar más para romper el hielo que la misma necesidad del refresco.
– Yo tengo hambre – dije -, ¿Les parece bien si almorzamos de una buena vez?
– ¿Qué dices Marce? – pregunto la madre. Ok vamos – continuo – ante el gesto de aprobación de la chica.
Comimos ya más relajados, hablamos de todo un poco sin mencionar nada ni demostrar algo a Marcela de la relación amorosa entre su madre y yo. Pasamos buena parte de la tarde juntos, caminando, charlando, viendo lo normal de la vida en la ciudad, parecíamos una familia. Nos despedimos, Maritza me agradeció con el típico beso de mejilla y la pequeña con una abierta sonrisa y el usual:
– Fue un gusto conocerlo.
– El placer fue mío.

En la noche como era costumbre me llamo su madre, quien me conto que su hija se había llevado una buena impresión de mi. Que aunque no aceptaba del todo nuestra relación, le había comentado que al menos tenía buenos gustos.
– Jajajaja – reí divertido.

Luego para no perder el ritmo nos masturbamos, nos habíamos vuelto adictos y tan solo con oír nuestras voces dábamos rienda suelta a nuestros deseos de lujuria.
– Amor – le dije a Maritza tras acabar con sendos chorros de semen -, no vaya a estar grabando esto en el teléfono y vaya caer otra vez en manos de su hija.
– Como cree – me respondió tras el auricular con voz de cansancio -.
¿Nos vamos a ver mañana? -dijo eróticamente- quiero comerme esa verga por el culo papacito, necesito que me mame el chocho y que me dé a probar esos huevitos tan ricos que tiene.
– Jajajaja degenerada, venga cuando quiera. Usted sabe que mi verga esta para complacerla.

Esa se había convertido en la típica despedida de Maritza, había cambiado mucho desde que la conocí, pero me gustaba así, mas guara, más puta, más complaciente.
Me acosté relajado tras mi sesión de sexo por teléfono, pensando, cavilando que esta mujer me hacía sentirme bien.
– Lástima que tiene marido – pensé –

El aviso de notificación del teléfono sonó. Era un mensaje de Maritza:
– Hola soy Marce – decía -, imagino que ha de estar descansando como mi mama. Estaba masturbándose, se quedo dormida.
Mi mente prácticamente no hallaba como digerir aquello. ¿Qué?, ¿Sera en verdad la hija de Maritza?, ¿Qué querrá decir?, ¿Contesto? No, puede ser una broma. Por más vueltas que le di al asunto me llevo un buen rato conciliar el sueño, no respondí al mensaje.

Como habíamos planificado el día siguiente fue de sexo, cogimos como solíamos hacerlo, anal, oral y todo cuanto se nos antojaba. Era casi media noche, fatigados descansábamos en la cama. El teléfono sonó indicándome que tenía un mensaje. Número desconocido para mí:
– Hola soy Marce – decía -, ha de estar descansando otra vez.

Casi inmediatamente entro mensaje:
– ¿Ya tuvieron sexo? En las grabaciones se oyen muy cachondos, mi mama parece encantarle que usted se la coja.
Ella dice que usted tiene una voz sexi, que con tan solo oírlo le dan ganas de sexo.
– ¿Quién es pregunto Maritza?
– Ah, un amigo. Es que se quedo en el carro – mentí -, quiere que lo vaya a remolcar con el mío.
– ¿Se va ir? – dijo con cara de molestia.
– ¿Cómo cree? Ahorita le aviso que hay un chocho que necesita mis servicios – dije pícaramente mostrándole mi verga pues estaba desnudo junto a la cama -.

Escribí:
– ¿Y tú qué opinas? ¿Tengo voz sexi?
De lo que me preguntaste primero, si. Ya hicimos el amor un par de veces.
Sabía que me la estaba jugando. En mi mente pasaban dos cosas, que eran jueguecitos de Marcela o quizás el mismísimo marido haciendo una escena de celos.

Me respondió:
– Si, tiene voz sexi. Pero ha de tener otro atractivo para que mi mama termine pegando sendos gritos como se oye en la grabación.
Ahorita estoy escuchando.
– ¿Te gusta oír?
– Si
– ¿Qué ganas con eso?
– Me caliento
– Te vas a terminar masturbando como tu mama.
– Talvez jajajaja
– ¿Te estás masturbando ahora?
– Talvez jajajaja
– Papi deja ya eso – dijo Maritza en posición de gata en celo sobre la cama -, quiero más verga, ¿O ya se canso mi garañón salvaje?
– Ahorita voy – dije mientras escribía TE DEJO, TENGO UN CHOCHO QUE ATENDER.

Aun sin saber que era lo que realmente pasaba me encamine a la cama y para comenzar le ofrecí mi verga a Maritza en su boca, estaba excitado de solo pensar que en otra parte alguien podría estarse masturbando escuchándome coger. Grandes chorros de semen salieron de mi tranca cuando acabe, cosa que no paso desapercibida por mi novia:
– Parece que hoy está más caliente mi semental jajajaja.
– Si guapa, hoy tengo unas ganas de dejarte hasta sin aire de tanto cogerte.

Amanecimos cogiendo, ella se fue para su casa y yo me quede cavilando que significaba lo que había pasado.
A eso de las diez de la mañana me llego un nuevo mensaje:
– Hola, soy Marce ¿Cómo amaneció?

Puede recogerme en mi escuela, es que salí antes y mama debe estar durmiendo todavía.
Con la dirección que ella misma me dio, llegue tal como lo prometí. Ahí estaba con su uniforme de estudiante de prepa, guapa, elegante y sexi. Sin más y casi a medio estacionarse subió al carro para dirigirnos sin rumbo, a donde nos llevaran las circunstancias.
– ¿A dónde quieres ir?
– No sé, ¿A dónde me quiere llevar usted?
– Bueno – dije jugándomela a una sola carta -, me gustaría llevarte a un lugar para ver qué haces cuando escuchas la grabación de tu madre.
– Vamos

No sabría decir si fue mi imaginación, pero casi me sentí el artista de Rápido y Furioso al acelerar mi carro. En cuestión de minutos me estaba estacionando en el mismo motel donde usualmente iba a coger a Maritza. Como era un lugar de esos en donde tu automóvil queda frente a la puerta del vehículo en un dos por tres estábamos dentro de la habitación.
Marcela se miraba al espejo mientras puso a un lado sus libros de estudio, camino hasta sentarse al borde de la cama clavándome esa mirada que no podía descifrar. Yo seguía estático parado junto a la puerta que recién había cerrado, en realidad no sabía que decir.
– Sigue su proposición de ver que hago cuando escucho la grabación de sus sesiones de sexo con mama.
– Pues en realidad si – dije – Tengo curiosidad.
– Páseme el teléfono – pidió – indicándome con su dedo que estaba junto a sus libros.

Prometame que no va decirle nada a mama
– Palabra de caballero.
Marcela se puso de pie, era más alto que yo. Se quito sus zapatos de estudiante mientras buscaba en su teléfono la famosa grabación que parecía convertirla en otra que no era esa inocente niña que yo había conocido. La encontró y poniéndola en altavoz se lanzo de bruces sobre la cama, me miraba de arriba abajo.
Mi voz y la de su madre se escuchaban claramente, estábamos en una sesión de sexo virtual. Marcela escuchaba viendo el teléfono, se había recostado sobre la almohada quedando a lo largo de la cama. Podía ver que tenía unas piernas hermosas.

La conversación que oíamos se volvía más candente y Marcela parecía contagiarse al mismo ritmo, disimuladamente se empezó a rosar sus tetas sobre la blusa. Una mueca de satisfacción se dibujo en su cara, abrió sus piernas y deslizo una de sus manos acariciándose hasta llegar a su zona intima. Sus ropas interiores quedaron a mi vista, las cuales no podían ocultar que bajo ellas se hallaba una escultural mujer. La desnudes era casi completa de la cintura hacia abajo, Marcela había apartado su tanga y con sus dedos se masajeaba dentro de su chocho. Los carnosos labios se abrían dejando escapar grandes cantidades líquidos, estaba totalmente húmeda.

La vi quitarse apresuradamente su ropa interior, luego su blusa hasta quedar 100% encuerada, se coloco de espaldas y ya sin inhibiciones empezó a darse dedo en su cosa, se tocaba los pechos y gemía largamente, su movimiento de caderas de potranca solo me decía que estaba excitadísima.
Yo continuaba parado junto a la puerta, empalmado como estaba me desabroche los pantalones y saque mi verga al aire. Suavemente me masturbaba.
– Venga acá – me dijo – hágame sentir lo que siente mi madre.

Quiero que me rompa el chocho, quíteme el virgo con esa vergota – dijo mirándome que me estaba pajeando -.
Me quite los pantalones dejando al descubierto mis 17 de polla, me senté junto a ella y aparte sus manos de su panocha.
– Déjame ayudarte – le dije -.

Acerque mi lengua y empecé a lamer sus labios exteriores, emanaban un olor riquísimo. De verdad tenía un chocho enorme, de gruesos labios, una Pepa rosada y un clítoris evidentemente excitado, todo esto rodeado de un fino montón de vellos de color castaño.
Sus grandes nalgas totalmente duras se movían sobre la cama como si estuvieran ensayando para una eminente culeada.
– De verdad ¿Nunca te han cogido?

Creo que no me escucho o no pudo responderme pues en ese momento había arqueado su cuerpo lanzando su cabecita hacia atrás, un prolongado quejido salió de su boca. La tensión de sus piernas, la contracción de su vulva y la dilatación de sus ojos fue suficiente para saber que esa chica estaba acabando.

Como pude la gire dejándola boca abajo, me hice un espacio y metí mi cara para mamarle el chocho, le ofrecí mi miembro y empezó a pajearlo suavemente. Yo tenía planeado un 69 pero ella parecía no entender o no querer hacerlo.
– Mételo a tu boca – le pedí –
– Esta muy gruesa – dijo rodeándolo con sus dedos -. Que fea su verga jajajaja
– Jajajaja ¿Qué? ¿No te gusta?
– Es que es toda cabezona y chueca (arqueada) hacia arriba. Nunca había visto una verga tan venuda, la cabeza parece campana jajajaja – decía mientras la pajeaba -.
– Eso es lo que hace feliz a tu mama – dije retador -.
– Yo no sé cómo le cabe todo esto. Cuerpo no tiene – dijo refiriéndose a su madre -, pero si se traga esta verga es comelona jajajaja.
– Y tú ¿Te la vas a comer?
– Talvez
– ¿Talvez? Jajajaja. Veo que Talvez es tu palabra favorita.
– Es que de verdad no creo que mi chocho aguante este mastodonte en su hoyito.
– ¿Entonces?
– Esta salada – dijo lamiéndola un poco -, sabe a mocos.
– ¿Ya has probado los mocos?
– Si, los de la gripa.

Ya sostenía mi verga desde el tronco, torpemente le pasaba la lengua desde la cabeza hasta el tronco y tocaba mis bolsas.
– Que grandes huevos jajajaja
– Oye deja de criticar
– Es que nunca había visto esto. Solo en la tele en la películas porno.
– Bueno has lo viste en la porno.

En realidad ya lo estaba haciendo, me mamaba la verga, se dejaba lamer el chocho y acariciar sus tetas. La sentí caliente de nuevo, se movía como tratando de masajearse su clítoris con mi nariz.
Me Salí de donde estaba y la gire para dejarla de espaldas, la bese y le dije al oído.
– Ahora vas a ver porque gime tu mama cuando la cojo

Baje mi boca por su cuello hasta llegar a sus tetas, doblo su cabeza hacia atrás y abrió sus piernas dejándome colocar en medio. Parecíamos una película en blanco y negro, yo moreno de piel y ella completamente blanca. Con mi mano acomode la cabeza en la entrada de su vagina, sus gruesos labios húmedos estaban calientes, resbalosos. Sin mayor obstáculo empuje y en cuestión de minutos estaba completamente empalmado en su cueva, veía deslizarse hilitos de sangre en sus muslos como prueba de me había robado otra virginidad.
Mi verga entraba y salía con fuerza provocándole gemidos que llegaban como música a mis oídos, se mordía los labios, se tocaba sus pechos y arremetía con sus nalgas en un ritmo frenético.
– Si, si, si – gritaba-. Ah, ah, ah Que rico, dele rómpame, cójame como a mi mama.
Que rico, que rico, que rico mi amor
– Ponte a cuatro – le dije –
– ¿Qué?

La gire dejando ese tremendo culo a mi vista, luego la penetre por el chocho y comencé a galoparla mientras le daba de nalgadas.
– Te gusta, ¿te gusta cómo te cojo?
– Si, si Me encanta. ¡Ah carajo¡ siento que me voy a desmayar, ya no aguanto, ya no aguanto

Se tiro de bruces mordiendo las sabanas mientras culeaba más rápido, la sensación de chocho caliente emanando líquidos hizo lo suyo y logro que mi verga se contagiara de gusto y se solidarizara para acabar de común acuerdo con quien la estaba haciendo feliz.
Acabe dentro de ese chocho que hervía de placer, grandes cantidades de viscosidad fluían hacia afuera mientras yo continuaba con mi verga adentro todavía parada, tiesa.
– Déjeme descansar porfis – casi me rogo –
– ¿Tienes hambre? Porque a mí cuando cojo me dan unas ganas que pa que te cuento.
– Si papi rico. ¿Recuerda cuando lo conocí? Usted nos invito a comer a mi mama y…..

Se detuvo como cayendo en una realidad que acababa de descubrir.
– Que vamos hacer ahora – me dijo -.
– En realidad no lo sé. ¿Tú qué piensas?
– No sé. Solo no quisiera que mi mama se enterara, ella está enamorada de usted.
– ¿Entonces?
– Usted me gusto desde que lo conocí, es diferente. Me gustaría que usted siguiera conmigo, pero no quisiera dañar a mi mama.
– ¿Qué propones?
– Si usted quiere poder seguir viéndonos a escondidas, que todo parezca como hasta ahora. Solo no me deje ¿Sabe qué? Me gusta su caballerosidad, aunque también esta guapo y es rico para hacer el amor.
Verga fea – le dijo a mi polla tocándola por el tronco -, estas bien fea, eres muy gruesa pero estas rica también.
– Sin ofender a mi socia porfa – dije guiñándole un ojo –
– Jajajaja – rio ella divertida –

Desde aquel día tuve dos amantes, ambas exigentes en cuanto a sexo. Fueron dos años en los cuales mi verga tuvo que trabajar hasta horas extra.

Continuará…..
 
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