La Tentación de una Embarazada con su perro

heranlu

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Todo se inicio de una manera inocente en un principio, pero las situaciones se fueron encadenando en algo mucho más intenso. Estábamos mirando televisión con Ariel, mi esposo, y comiendo helado cuando un trozo cayó sobre mi vientre descubierto, rápidamente Bobby comenzó a lamer mi panza, produciéndome una sensación extraña, si bien nos reímos con mi esposo, no le hice ningún comentario al respecto. Reconozco que mi estado de futura mamá, me ponía más sensible y hasta mis hormonas parecían alterar mi estado voluptuoso, pero a pesar de eso no paso por mi mente hacer alguna cosa extraña con mi cachorro.

Por lo general me recostaba por la tarde a descansar un poco del trajín diario, ese día estaba bastante caluroso, así que me tiré sobre la cama. Estaba media dormida cuando sentí unas cosquillas entre los dedos de mi pie. Era Bobby, que aparentemente le atrajo mi pie sudoroso, mi cuerpo se estremeció, mientras una excitación comenzó a invadirme. Si bien mi primera intención fue de echarlo, decidí disfrutar de su mimo, que gradualmente iba estimulándome, instintivamente mis manos buscaron mi sexo, para iniciar una suave y placentera masturbación. Estimulada por la lengua de Bobby, friccionaba de manera circular mi clítoris, hasta dejarlo como un duro garbanzo, llevando posteriormente mis dedos al interior de mi vulva, hasta explotar en un intenso y rico orgasmo, pensé que había hecho algo poco confesable; pero a pesar de eso lo volví a reiterar días después.

A partir de ese momento mi juego amatorio con mi perro se fue intensificando, lo ansiaba, aunque mi temor, me contenía a tener una relación completa. El hecho de estar sola la mayoría del día, hasta la llegada de mi marido, hizo que poco a poco fuese haciendo realidad mis fantasías.

Una tarde, repitiendo la práctica anterior, después de haber tenido mi orgasmo, vi la punta roja de su miembro, pensé que se debía de excitar igual que yo, así que con mi pie desnudo, comencé a tocarlo, friccionándolo suavemente, todos mis sentidos estaban puestos en ese suceso, de pronto sus patas se abrazaron a mi pierna, para iniciar un alocado bombeo. Me entusiasmaba su reacción, así que dejé que las cosas se desencadenasen naturalmente, su bombeo se incrementaba, a lo mismo que mi excitación, estaba fuera de sí, tocaba mi raja sedienta de sexo, hasta que un cálido y espeso liquido baño mi pierna, grité al sentir explotar mi cuerpo ante la llegada de una convulsión. Pero lo que más me conmocionó fue sentir su lengua lamer mi entrepierna, apretaba mis senos hasta que mi cuerpo comenzó a estremecerse nuevamente. Reaccioné en un momento al recordar que mi esposo estaría por llegar, así que corté rápidamente para evitar ser descubierta.

A partir de esa tarde, la relación con mi perro se iba acrecentando, o más bien mi interés hacia él era cada vez mayor, si bien no estaba totalmente convencida en ser penetrada por mi Bobby, la idea no terminaba de cerrarme. Poco a poco me fui involucrando con el animal, fue como ir descubriendo entre ambos una serie de experiencias que disfrutábamos ampliamente, mi perro por su instinto y yo por curiosidad. A pesar de contenerme en un principio, pensando que estaba cometiendo algo prohibido, terminé con el tiempo, ese tabú, para transformarme en su acérrima hembra, dispuesta a entregarme plenamente, sin ningún tipo de tapujos. En determinados momentos pensaba que estaba cometiendo una locura, que debería finalizar con esa manía, pero a los tres o cuatro días, caía nuevamente en la tentación.



En mi sexto mes de gestación, había decidido cortar con esta práctica, pero recuerdo que fue un sábado, mi esposo había concretado una reunión con sus amigos, me dio rabia que me dejase sola ese día, así por despecho, volví a recurrir a mi rica mascota. Cerré bien toda la casa, y lo llevé a una habitación del fondo de la casa. Me quité las bragas, y alcé mi falda, tratando de provocarlo, acercando mí sexo a su húmedo hocico, no tardó su lengua en lamerme, cosa que me encantó.

La lamida abarcaba desde mi hendidura hasta el orificio anal, mi clítoris se rigidizo, ante el roce de esa lengua inquisidora, no podía dejar de gemir, deseando cada vez más y más, me saqué la falda y el buzo, para disfrutarlo mejor, terminando quitándome el sostén, para comprimir mis senos hinchados por el embarazo y por mi excitación, llegando a evacuar mi leche materna. Le ofrecí a Bobby mis senos impregnados, que gustosamente no tardó en pasar su áspera y rápida lengua, para lamer mis erguidos pezones, muy enardecidos por mi exaltación. Me volqué sobre la alfombra recibiendo su insistente lengua sobre mi cuerpo, le entregué mi húmeda vagina, producto de mis flujos a su delicioso sexo oral. Era algo totalmente distinto a lo que mi esposo me hacía, seguramente por su rapidez o por el hecho de estar haciendo algo vedado por la sociedad. Su estriada lengua friccionaba ligeramente mi enarbolado clítoris, produciéndome ante su paso, como descargas eléctricas, era algo nuevo y placentero, mandaba mi cuerpo hacia atrás elevando mi pelvis para seguir deleitando de ese indescriptible tratamiento.

El hecho que estaba más que frenética al sentir ese contacto en mi vagina. Un ruido me trajo a la realidad era mi esposo que acababa de llegar, había perdido la noción del tiempo, rápidamente me vestí para ir a recibirlo. Por suerte esa noche tuve sexo, así que pude descargar mi calentura acopiada.

A partir de ese momento comencé a involucrarme cada vez más, me encantaba sentir su pelaje sobre la desnudez de mi blanca piel, mientras su lengua buscaba mis cavidades, excitándome cada vez más, no era solo yo, sino también Bobby, que lo demostraba, al ver surgir su punta roja, era una especie de química, muy difícil de abandonar.

Repitiendo lo de aquel sábado, y aprovechando la ausencia de mi esposo, a las 10 de la mañana, llevé a Bobby a la misma habitación. Inicie el juego, tratando de incitarlo y a su vez excitarme, llegando a un clímax ideal, me fui quitando la ropa de a poco, colocándome en 4 cada tanto para provocarlo a que me montase, así estuve un buen rato, dándole mi sexo para sentir su lengua, que alteraban mis hormonas, lo continúe durante un buen tiempo, hasta sentir que necesitaba ser penetrada. Culminé quitándome mi última prenda, y desnuda como una perra ardiente, me coloque en cuclillas, decidida a entregarme plenamente a mi mascota, a pesar de mi preñez.

Mi respiración parecía agitarse cada vez más a la espera de esa nueva sensación, mientras Bobby iniciaba una serie de movimientos para intentar acoplarse. En un instante me monto, para emprender un loco bombeo, intentando sin pérdida de tiempo, insertar su verga en mi sexo, sentía como se refregaba sobre mis nalgas buscando afanosamente mi abertura. Eso me provocaba, al saber que quería poseerme con toda su energía, tomé su miembro y lo conduje a la puerta de mi húmeda vagina, fue suficiente para sentir penetrarme de manera salvaje y sin ningún escrúpulo, mientras sus patas delanteras, se aferraban a mis caderas de manera impetuosa.

Comencé a gemir, al sentir la manera en que me estaba penetrando, su instinto animal no tenia parámetros, era realmente su hembra. Su verga parecía crecer en mi interior, como tomando posesión de cavidad, esa dilatación me excitaba, mientras los jadeos de mi mascota eran cada vez más acentuados. No podía creer que me estaba sucediendo, me veía en un espejo con mi panza, mis tetas agitándose, y Bobby penetrándome como si fuese su par. Era una escena totalmente obscena, salvaje e inmoral, pero a pesar de eso, llena de lujuria, tanto de la parte de mi perro, como mía al entregarme a su instinto animal.

Me sentía totalmente poseída por esa furia sexual e incontrolable, su verga parecía seguir creciendo en mi útero, apropiándose cada vez más, su bola que había llegado a la totalidad de su volumen, impedía su salida, quedando apresada en el interior de mi vagina, los movimientos se hicieron más lentos, fue en ese momento que su esperma cálida y cuantiosa comenzó a regar mi seno, en donde una ola de orgasmos comenzó a estremecerse en mi interior. Gemía como nunca lo había hecho, y mi respiración se agitaba, y mi corazón latía apresuradamente, mientras Bobby me apresaba continuando eyaculando su flujo. Traté de contenerlo, pero apenas acabó en mi interior, intentó salirse, no fue fácil, pero después de un esfuerzo su bola zafó de mis labios vaginales, acompañado de una cascada de su semen, cayendo por mi entrepierna.

Lamio mi vagina, y posteriormente su verga roja, hasta el momento solo se la había tocado, pero al verla, aun totalmente crecida, sentí un deseo imperioso, de mamársela, fue algo instintivo, así que me agache y mi boca busco ese tronco aun erguido. La toqué primero con mi lengua hasta que la engullí en su totalidad, sentía el sabor de su semen, invadir mis sentidos. Mi boca la hurgaba de un extremo a otro, mientras mis labios rosaban la totalidad de su grosor. Era lo más promiscuo que había hecho en mi vida, pero me encantaba, esa mezcla de morbosidad me llenaba de excitación, realmente era un placer hacerle sexo oral a mi perro. Después de varios minutos, de deglutir su verga con mi boca, Bobby estaba nuevamente preparado para cogerme.

Como su sumisa hembra, y a su vez excitada por su calentura, accedí gustosa a su nueva intención de penetrarme y ser servida por mi querida mascota, que con el tiempo se fue transformando en un placer animal, asiduo e incondicional.
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Manteniendo el hilo de lo anterior, iré comentando los sucesos más interesantes con mi querido Bobby. La practica con mi canino amante, la mantuve casi hasta mis 7 meses de embarazo, por previsión a producir algún daño a mi bebe, cese en la relación periódica, con la intención de darle un fin definitivo. Aparentemente Bobby no debía de opinar igual, pues notaba como mi mascota me buscaba, con el propósito de tener algún acercamiento físico conmigo, oliendo mi sexo y hasta saltarme con el intento de penetrarme, al que con un simple grito, terminaba paralizando su deseo. No puedo negar que me atraía la actitud de mi Bobby y hasta sentía una estimulación saber que en su natural instinto me deseaba, o más bien que deseaba, sosegar su fogosidad canina con su ama.

Con el nacimiento de mi beba, las cosas fueron cambiando para mi, dado que me llevaba gran parte del día, su cuidado y alimentación. Por consiguiente Bobby paso a segundo término o más bien a tercero, dado que mí marido tomo ese lugar. Mi cuerpo había aumentado de volumen y mis tetas parecían dos melones, como consecuencia de la lactancia para mi pequeña. Me daba la sensación como que mi esposo había perdido algo de interés por mí, y que en cambio Bobby todo lo contrario, pero creo que fue solo mi imaginación.

Una tarde después de dar de mamar a mí bebe, cambiarlo y acostarlo, estaba Bobby observando mis movimientos, al finalizar, me miraba moviendo su cola, me daba la sensación que deseaba que pusiese interés en él, así que comencé a efectuarle una serie de caricias para contentarlo. Se tiró boca arriba, esperando mis mimos en su panza, a lo que realicé hasta llegar cerca a su bulto, no tardó mucho en comenzar a surgir la punta de su roja verga. Sentí un deseo natural de tocársela, y muy suavemente comencé a masturbarlo, se quedó quieto disfrutando de lo que le estaba proporcionado, mientras su verga crecía conjuntamente con mi exaltación. Mi boca se acercó a su punta, para iniciar una suave chupada, cuando el lloro de mi beba, me trajo a la realidad, dejando súbitamente lo que hacía para ver a niña.

Después de lo sucedido pensé que ya no debería implicarme nuevamente con mi perro por distintas razones, además estaba feliz con mi familia, y no veía la necesidad de continuar practicando la zoofilia.

Si bien, hasta el momento no había pasado nada con Bobby, una mañana mientras amamantaba a mí beba, mi querido perrito observaba la escena, le hablé mientras continuaba mi tarea, y se acercó a mi lado, moviendo su cola. En un momento dado metió su hocico entre mis piernas, tocándome mi vagina, fue como una descarga eléctrica que invadió a mi cuerpo. Lo dejé un poco y sentí algunos lambetazos a través de mi tanga, sumado a las chupadas de mi beba, hizo que llegase a excitarme, pero a pesar de eso aparté a mi perro y continúe con la alimentación de mi pequeña.

Durante un tiempo no paso más nada, hasta que un día (siempre el diablo mete la cola), hacia poco que había dado de tomar a mi bebita, pero a pesar de eso seguía produciendo leche que seguía emanando de mis abultadas tetas. Comencé a desnudarme para lavarme y cambiar mi ropa, Estaba por quitarme mi tanga, cuando Bobby salto sobre mí, tan bruscamente que perdí el equilibrio y desplomándome sobre la alfombra. Mi cuerpo casi desnudo, humedecido por mi leche, fue lo suficiente atrayente, para que mi mascota comenzase a lamerlo. Mi primera intención fue sacarlo de su tarea, pero no fue fácil, al sentir una sensación muy placentera, a lo que me volqué sobre la alfombra, entregándome a disfrutar de su golosa lengua.

Me erizaba la piel sentir su rugosidad lamer mis pezones que comenzaban a erguirse ante cada lamida. Me daba la sensación que mamaba mis tetas, lactando mi leche materna, me excitaba con desesperación y ansias de sentir más y más, su contacto en mi voluptuoso cuerpo.

Me quité mi única prenda, para ofrecerle la totalidad de mi cuerpo, ya no era yo, era mi ser totalmente deliberado, al sentir su lengua, en mi húmeda vagina, ya no razonaba, solo quería gozar, el rocé de su lengua en mi clítoris, me enloquecía, gemía como una perra en celo, pronta a ser servida por su macho. Al ver su punta roja bastante crecida, mi boca la buscó con ahínco, para introducirla totalmente en mi interior. La mané desesperada, mientras notaba como adquiría la totalidad de su volumen, la introducía suavemente, para desplazarla lentamente disfrutando con mis labios su textura. Así lo continúe, gradualmente, Bobby se quedó quieto disfrutando de la mamada de su amante-dueña. Seguía fascinada con mi labor, cuando oí unos llantos de mi bebita, pero a pesar de eso proseguí, la venida de un orgasmo, hizo que enfatizase mi mamada, hasta que un cuantioso chorro de esperma, inundó mi boca, era la primera vez que me sucedía, y realmente me encantó.

Estaba impregnada de distintos fluidos, sumado a los flujos que había emanado de mi sexo. Me incorporé como pude, me limpie con la toalla y fui a ver a mi pequeña calmándola de su queja.

Mientras me bañaba, pensaba en lo que había hecho, no podría decir que estaba feliz, pero había disparado mis llamados bajos instintos, para envolverme con mi perro en otro fogoso encuentro sexual, con el que realmente disfruté.

A pesar de mi intención de no volver a repetirlo, mi mente trabajaba para que lo hiciese, una noche, no recuerdo el motivo, pero mi esposo no dormía esa noche en casa, cosa que no me hacía muy feliz quedarnos solas. Después de haber alimentado a mi hija y acostarla, sin haberlo previsto de antemano, llamé a Bobby y lo llevé a la alcoba de huéspedes. Comencé a jugar con él, alzando mi falda, ofreciéndole mi sexo, sentia su hocico rozar mi vagina, así poco a poco me quité la ropa, hasta quedar desnuda frente a él, que parecía entender que le acontecía.

Volví a apretujar mis senos, hasta hacer surgir leche, mi vagina emanaba flujo producto de mi excitación. Me acosté sobre la alfombra, para disfrutar la vigorosa lengua de mi mascota, que inicio una minuciosa incursión por mi lascivo cuerpo. De mis tetas brotaba mi leche, que gustosamente deglutía mi Bobby, provocándome un estado total de excitación. Abría mis piernas para permitir a su lengua una mayor penetración en mis cavidades, al punto de que sin pensarlo, me giré, colocándome en posición de perrita, ni lerdo ni perezoso me montó asiduamente, para iniciar su eminente bombeo en búsqueda de mi raja.

No tardé en sentir su propósito, su verga me había penetrado nuevamente, me poseía con pasión, sus patas se aferraban fuertemente a mi cintura, mientras su verga rozaba vertiginosamente las paredes de mi cavidad sexual. Era suya nuevamente, me excitaba esa situación, no sé por qué, seria la manera en que un animal tomaba posesión de mi cuerpo, o por la manera alocada y salvaje que me penetraba. Su jadeo cerca de mi nuca me exaltaba, mientras su baba humedecía mi desnuda espalda.

Su verga crecía en mi útero con rapidez, hasta introducirlo totalmente en su máxima solidez, gemía como su perra al sentirlo en mi interior. Sentía sus palpitaciones como prontas a esparcir su simiente en mi claustro, eso me produzco un fuerte orgasmo. Estaba fuera de sí, hasta que sentí su eyacular sus flujos, eso me llevó a otro violento espasmo que sacudió todo mi cuerpo, pegué un grito que temí de despertar a mi hija.

Se bajó, y de un brusco tirón sacó su verga acoplada a mi vagina, me dolió pero me agrado, después de lamer su verga, se ocupo de mis cavidades, devolví su atención mamándole su miembro, aun bastante erguido. Me tiré sobre la alfombra, abrazando a Bobby disfrutando de su pelaje sobre mi desnudo cuerpo, me fui adormeciendo hasta perder conciencia del tiempo.

Unas lamidas en mi rostro me despertaron, para continuar por mi cuerpo, bastante impregnado por los flujos ya secos. Debían ser muy atractivos mis olores, porque su lengua exploraba todos mis rincones. Parecía prepararme para un nuevo encuentro, no tardé en entrar en su juego, me volví a colocar en cuatro, para complacer su deseo y a la vez el mío. Estaba impaciente para volver a cogerme, me monto rápidamente, tratando de introducirme su aparato carnal. Cuando su punta buscó o mejor dicho encontró mi orificio anal, instintivamente traté de impedirlo, pero cada vez que penetraba un poco, me agradaba produciéndome una sensación distinta, a pesar de no haberlo practicado nunca, solo permitirle a mi esposo introducir su dedo, opté por dejar todo al azar, era su perra caliente, dispuesta a contentar a su macho.. Mi corazón latía apresuradamente y mi cuerpo empezaba a llenarse de transpiración.

Notaba que cada vez se introducía mas, cosa que me estimulaba a permitir su intromisión, me dolía pero era soportable. Poco a poco, se fue adueñando de mi recto, el roce contra las paredes de mi canal era más intenso e insaciable, su crecimiento paulatino comenzaba a dilatarse en mi interior. Sus patas se aferraban fuertemente como para poder meterme la totalidad de su miembro, sus uñas arañaban mis muslos. La verga de Bobby, comenzó a penetrarme abruptamente, rozando las paredes de mi conducto, sintiéndola crecer como veces anteriores, pero por otro canal..

Sentía que mi culo se partía, estaba siendo desvirgada por una bestia insaciable e incontrolada, dispuesto a satisfacer su instinto animal, no importaba porque conducto. Lo sentía entrar dolorosamente centímetro a centímetro, a través de mi recto. Supongo que cada vez más enrojecido por ese taladro de carne, el esfínter parecía latir para tolerar mejor la incursión. Aprecié sus primeros infusiones regar mi interior, me excitaba, disfrutaba eso, a pesar del dolor, su bombeo era implacable y lleno de violencia, en donde mi culito era forzado sin mayor contemplación.

En ese momento me sentí como vejada por su bestialidad, me dolía bastante, sentía como que era castigada por lo que estaba haciendo. Cuando logró meterla totalmente, su pelota totalmente dilatada, apresada en la salida de mi recto, para finalizar totalmente abotonados, me vino una especie de temor, esperaba que mi hijita no llorase para ir a socorrerla. En ese instante sentí como que Bobby era mi dueño, que era el macho poseedor de su sumisa ama, permitiéndole todo, con tal de gozar de sus penetraciones. Sentía como palpitaba su verga dentro de mi recto, cuando de repente Bobby se giró y por primera vez quedamos abrochados, culo con culo, sentía palpitar su verga, que me producía una serie de espasmos, pero al sentir evacuar su simiente por mi culo, fue el súmmum, gemía como una perra, conteniéndome para no ser escuchada por mi bebita. Trataba de retenerle las patas para evitar que me arrastrase y llegase a producirme algún desgarro en la zona enganchada.

Mis tetas estaban infladas, no sé si por mi excitación o por la leche, o por ambas cosas, mientras mis pezones estaban totalmente erectos, emanando parte de mi leche. Mi estado hormonal, parecía estallar, produciéndome una serie de convulsiones, ante esa morbosa penetración anal.



Permanecimos como 20 minutos acoplados, y Bobby logro eyacular dos veces en ese tiempo, a los que acompañe con varios orgasmos. Cuando se fue aplacando su calentura pudo quitar su miembro recto. No podía creer que mi perro fuese el encargado de desvirgar mi culo. Realmente estaba totalmente extenuada, me levanté para bañarme, al hacerlo, noté algo de sangre entre mis piernas, y varios rasguños, pautas del fogoso encuentro.
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Mi beba contaba unos seis meses, así que mi relación con Bobby se hacía muy poco frecuente, casi ocasionalmente, no era que me desesperaba no tenerla, sino el hecho de ir perdiendo la privacidad como consecuencia del crecimiento de mi hija, situación a la que me fui adaptando, el hecho de que mi madre contaba con una llave de mi casa, era otro impedimento, su llegada podría ser en cualquier momento.

En esa época comencé a llevar a la plaza a mi pequeña y a Bobby, si bien no iba todos los días, cada vez que concurría veía a una mujer con su perro. No sé si todos tienen ese mismo pensamiento, pero pasó por mi mente si ella, no tendría relación con su mascota. El caso es, que de tanto vernos, terminamos conversando sobre mi niña y por supuesto, nuestras mascotas. Como consecuencia de vernos tan frecuentemente entablamos una amistad. Su nombre es Lourdes, de unos 32 años, soltera, lindo rasgos, morocha de una altura media. Poco a poco se fue acrecentando nuestro aprecio. El tema sobre el sexo y o nuestras relaciones no se tocaba en profundidad.

En una oportunidad me preguntó si podría cuidar a su perro Rocco, por un par de días a lo sumo, que yo era la persona indicada, ya que me conocía y había una buena onda entre ambos. Solamente tenía que pasar una o dos veces por día para darle agua y su comida. Le comente que no tenía ningún inconveniente en ir a su casa.

Llego el día en que se fue de viaje, así que concurrí a su casa para dar de comer a su perro, aprovechando que estaba el día lindo, llevé a mi niña en el cochecito. Entre a la casa y en el patio estaba Rocco, comenzó a saltarme como loco, contento de verme posiblemente, hasta el momento no tenia en mi mente nada extraño y menos estando mi hija, en un momento se me acercó para olfatear entre mis piernas, me quedé quieta, no por temor a pesar de que era un perro grande, me quedé inmóvil mientras su húmedo hocico hurgaba el interior de mi amplia pollera, quedé paralizada, mientras un fuerte escalofrió violentaba mi cuerpo.

Fueron segundos, pero lo suficiente para incitarme y transportarme a otros momentos.

Al día siguiente regrese, pero esta vez deje a mi niña al cuidado de una vecina, diciéndole que en 1 hora a más tardar regresaba. Rocco me recibió como el día anterior, nuevamente su hocico busco entre mis piernas, mi corazón palpitaba fuertemente como si fuese la primera vez. Después de comer se volvió a repetir la misma situación, pero esta vez lo dejé que me oliese, me levante la falda, toqué mi vagina y noté que estaba húmeda, era evidente que su desarrollado olfato percibía mis perfumes sensuales. El hecho de pensar que buscaba mi sexo para olerme, me produzco una incuestionable exaltación.

Deliberadamente decidí llevarlo al interior de la casa, lo llamé, me siguió, fui al baño, me quité la tanga y orine, sin limpiarme regresé al estar me tiré sobre el sofá, me levanté la falda, comenzando a tocarme para producir más flujo, y llamar mejor su atención. Abrí mis piernas ofreciéndosela, se acerco rápidamente y su frio hocico tocó mis labios vaginales, fue una sensación extraña, me sentía nerviosa pero dispuesta a ver qué sucedía.

Cuando su áspera lengua comenzó a lamer mi sexo de una manera jamás esperada, abrí mis piernas para sentirlo en su totalidad, comencé a gemir, al apreciar cómo se desplazaba por los bordes de mis labios inferiores, levanté mis piernas abriéndolas totalmente, para disfrutar de sus lamidas, que se deslizaban desde mi raja hasta mi orificio anal.

Si bien Bobby me lo había hecho en distintas oportunidades, esto parecía distinto, posiblemente por la necesidad de practicarlo nuevamente, mi excitación era terrible, apretujaba mis senos, mientras continuaba lamiendo la totalidad de mis aberturas. No tardé en venirme con todo ante semejante asedio, creo que después de semejante enajenamiento, volví a la realidad, pensando que había hecho algo ilícito en casa de mi amiga, pero no podía negar que fue muy placentero. Habría tenido contacto con el animal, pero Lourdes podría llegar en cualquier momento, y sería un bochorno total.

Esa tarde regreso mi amiga, antes de lo establecido, al día siguiente me llamó agradecida por el encargo que me había pedido, y yo pensaba para mis adentros el placer que su perro me había brindado.

Con el tiempo traté de contenerme de ese desenfreno por infinidad de motivos, aunque de vez en cuando aparecía a mi mente los momentos pasados con mi mascota. Después de unos meses volví a quedar embarazada, para alegría de toda la familia.

A medida que mi embarazo crecía, mi deseo sexual se acrecentaba. Un día hice algo, podríamos decir aberrante, al estar lactando a mi beba, un conmoción me invadía, toqué mi sexo y estaba muy húmedo, inconscientemente comencé a tocarme, hasta empezar a masturbarme mientras la alimentaba, fue una deliciosa experiencia, mi cuerpo se llenaba de convulsiones mientras mi bebe chupaba de mi teta.

Comencé a hacerlo sin prendas interiores, como para estar más libre, y poder tocarme, acción que repetía de vez en cuando. Un día me había colocado una camisola como única prenda, Bobby estaba merodeando por el lugar, mi esposo vendría tarde y mi madre acababa de irse, a medida que sentía las succiones de mi hija, mi pezón parecía erguirse.

Me quite la camisola que la tenia levantada hasta la altura de mis pechos, y llamé a Bobby a unirse, abrí mis piernas y por supuesto su áspera lengua comenzó a deleitarse con mis flujos, era algo delirante e indescriptible. Mis convulsiones eran cada vez más fuertes, mientras trataba de contenerme y terminar de amamantar a mi hija. Apenas finalizó de alimentarse, la acosté, mis pensamientos lascivos me dominaban, con mis pechos aun emanando leche, me acerqué a Bobby, me volqué boca arriba entregándole mi piel a su lengua, comenzó a olfatear mis zonas empapadas para iniciar su ritual, de una manera vertiginosa lamia mis tetas, para continuar con mi vagina.

Mi cuerpo se arqueaba ante esa impetuosa y delirante lengua. Era como que me estaba preparando para un final consabido. Mis gemidos inundaban la habitación, estaba verdaderamente sobre estimulada. Veía como su verga comenzaba a asomar de su funda, comencé a tocársela para acelerar su excitación, había comenzado a salirse, cuando el reclamo de mi hija, hizo que desistiese de lo planeado.

En el 4to o 5to mes de embarazo me encuentro con Lourdes, que hacia muchísimo que no sabía nada de ella, me conto que se había mudado a una cuadra de mi departamento. Se alegro por mi nuevo estado y quedamos en vernos a la brevedad..

El día que fui a su casa, Rocco repitió su olfateada entre mis piernas, me hice la espantada, diciendo “Parece que le gusto”, y no es la primera vez que me lo hace” comenté. Lourdes con una sonrisa, diría picaresca, me dice “Puede ser que le atraigas por algo o sienta algo por ti”, nos reímos de la ocurrencia, y me imaginé que me estaba dando pie para algo más.

La cosa quedó ahí, aunque tenía el presentimiento en que mi amiga tenía relaciones con Rocco. Por supuesto que preguntárselo no era lo adecuado, además por experiencia sé que es difícil comentarlo con alguien, es un tabú, aunque hay miles de mujeres que lo practican.

Una tarde la llamé para decirle que mi esposo se iba de viaje, y mi madre se quedaría con la niña, si estaba disponible podíamos hacer algún programa. Le pareció buena la idea, y ese sábado salimos de acuerdo a lo planeado. Si bien íbamos a salir por la noche, el frio reinante en ese momento nos hizo modificar los planes.

Así que a eso de las 19 horas, encendió el hogar, preparó algo para comer y charlamos de mil temas. La velada estaba entretenida, y estábamos muy a gusto, el ambiente se había calentado bastante, así que opté por sacarme mi suéter. Dejando al descubierto parte de mi vientre de casi 6 meses. Lourdes, asombrada me dice “Que grande que esta”, mientras su mano comenzó a acariciar panza. De manera inconsciente o no, me levante la blusa, y aflojé la atadura del pantalón, para dejarla al descubierto, y permitirle tocarla en su totalidad.

En ese instante sentí una mezcla de excitación y a su vez placer, dejé que continuase, cerrando los ojos y disfrutando de su contacto. Lourdes comenzó a desabrochar el resto de mi blusa, a lo que no hice ningún tipo de objeción cuando su voz comenta sobre lo grande de mis senos.” Puedo tocarlos” me dice, “Si es tu deseo, hazlo” le contesto.

Al abrir mi blusa, compruebo que mi sostén tenía un aureola producto de mi leche “Disculpa, al no darle de mamar a mi beba comenzaron a gotearme” comenté

“Pero ten cuidado que todavía tienen más” se rio de mi contestación y comenzó a desabrocharlos, mientras me decía “Quisiera comprobarlo”, sin decir nada me acomodé para que lo hiciese. En escasos segundos mis pechos estaban al descubierto. Sentí una tensión producto del nerviosismo, mientras mis medianos pechos se estremecían rápidamente.

Su mano los acaricio con mucha ternura, hasta que oprimió con sus dedos mis tensos pezones, apretó mis tetas hasta que logro sacar leche, para colocar su boca y comenzar a mamarme. Mi respiración se aceleraba al ritmo de sentir sus succiones llenas de erotismo, prendidas a mis pechos, mientras su mano se desplazaba por el volumen de mi abdomen hasta el monte de Venus en búsqueda de mi sexo.

Nuestras bocas se acoplaron, y sus dedos rozaban el picacho de mi clítoris, era algo nuevo que estaba experimentando, estaba dispuesta a disfrutarlo, siendo esta mi primera vez con otra mujer. Notaba que sabía como tocarme y donde, eso me provocaba como descargas eléctricas en todo mi cuerpo.

Retiro mi blusa y mi sostén, quitó mis zapatos y bajo mis pantalones en pocos minutos, mi única prenda era mi tanga. Sentía algo de retraimiento, pero sus besos y succiones en mis pechos, fueron elevando mis hormonas, no quitó mis bragas, sino que continuo excitándome, como esperando que yo lo hiciese, en prueba de consentimiento.

No lo hice, solo le dije” Quítame la braga, y haz lo que te plazca”.

Suavemente la fue desplazando, hasta quedar totalmente desnuda en su presencia..

Sus dedos separaron mis labios vaginales, mi almejita abierta quedo a su destreza, me beso suavemente recorriendo todo mi mojado sexo, hasta que su indagadora lengua inicio una búsqueda en mi interior, rozando mi clítoris excitado. Mi cuerpo se arqueaba ante ese inquisidor acecho, gemía y la deseaba dentro de mí. Mis dejos de pasión anegaban la habitación, al introducir su lar y delgado dedo en mi recto, fue el acabose, comenzó a moverlo suavemente, hasta introducirlo en su totalidad, entrándolo y sacándolo, hasta dilatar mi esfínter, para dar cabida a su segundo dedo, asi los mantuvo, mientras su boca degustaba de mi sexo.

No dejó un minuto sin asediarme, hasta que obtuvo de mi, una serie de fogosos y convulsionados orgasmos. Cuando todo finalizó mis mejillas sonrojadas delataron mi retraimiento por lo sucedido, pero sus besos y caricias fueron aplacando mi inhibición.

A partir de ese momento los sucesos se fueron incrementando
 

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Después del excitante y escueto contacto con Lourdes, se nos había pasado volando las

horas, realmente deseaba quedarme, más que nada para complacer a mi amiga, que

era de esperar que estaría bastante excitada, como consecuencia de que mi intervención fue bastante pasiva. Cuando

comencé a vestirme, de manera sorpresiva me dice:

“Ya te vas?” .me pregunto muy sorprendida.

“Es que debo ir a buscar a mi

niña, lo siento” le contesté.

Se me acercó y me beso en los labios, mientras su mano

comenzó a desabrochar mi blusa, traté de disuadirla, pero fue mayor el deseo. Abrió

mi blusa, y levantó mi sostén, mis tetas estaban nuevamente libradas. De una

manera rápida emprendió a mamarlas, comenzando a excitarme, mientras su mano la

introduzco dentro de su pantalón, para iniciar su masturbación.

Traté de no incitarme demasiado, pero me quedé,

esperando que ella no se contuviera, en

pocos minutos sentí como se agitaba mientras emitía una serie de gemidos

entrecortados. La abracé, para contener su orgasmo y nos besamos nuevamente.

Me sentía culpable por mi comportamiento, así que le

comente que llamaría a mi madre para ver

si podía cuidar a mi niña un tiempo más. Lamentablemente fue imposible, porque estaban por salir al cine con mi padre. En definitiva, me fui bastante mal, por haber

quedado las cosas sin finalizar de otra manera. Me dijo que no me preocupara,

que me fuese tranquila, y ya habría otras oportunidades.

No me era fácil, tratar de encontrarnos, o por su

trabajo o por mis obligaciones de esposa y

madre, se complicaba, no quería estar un par de horas y salir corriendo,

deseaba estar más tiempo y disfrutarlo sin un tiempo limitado.

Después de algunos intentos de dejar a mi niña con mi

madre, un fin de semana se me hizo, por suerte mi padre tenía algún

acontecimiento solo y eso ayudó a que

pudiese dejarla. Con mi esposo fue

distinto, le comenté que posiblemente me quedaría a dormir en lo de mi amiga

que teníamos una despedida o algo así, pero a pesar de su mala cara lo aprobó.

Me sentía liberada, hacía tiempo que no experimentaba

algo así, tener ese tiempo disponible, para disfrutar.

Como a las 20 horas, llegué a lo de Lourdes, después

de besarnos y abrazarnos, decidimos comer, previo a lo que podría suceder.

Después de la cena, pusimos música y

bailamos. Estaba dispuesta a tomar la delantera, entre besos y abrazos, fui introduciendo mi mano entre su

falda, me sorprendí y me alegré al

descubrir que carecía de bragas, eso me facilito llegar a su sexo, apenas mi

dedo frotó su raja, ya bastante húmeda, produzco un quejido, disminuimos el

ritmo de nuestro baile, y mis dedos comenzaron a introducirse en su grieta.

Nuestros pechos latían aceleradamente, nuestras bocas se unieron abruptamente,

iniciando una serie de besos, entrelazando nuestras lenguas.

Nos fuimos acercando al sofá, donde la acosté sobre

el mismo, levanté su falda a la altura de la cintura, abrí sus piernas,

para iniciar un sexo oral. Al acercar mi boca en su vagina, muy húmeda por su

excitación, me agrado su contacto, incitándome

a besar con mas insistencia, era la primera vez que lamia el sexo a una mujer.

Mi lengua comenzó a explorar el pliegue de sus labios y su interior, saboreando

su sabor, mientras mis dedos se introducían en su raja, la punta de mi lengua

rozaba el extremo de su clítoris, observando

cómo se estimulaba. Lourdes se estremecía de placer, sus manos en mi cabeza, indicaban

que continuase, mientras sus convulsiones eran cada vez más evidentes, hasta

llegar al máximo del clímax.

Mis dedos húmedos de su flujo los introduje en su boca

para que los chupase. Mientras levantaba su vestido para sacarlo, la carencia

de su sostén, me permitió ver su desnudo cuerpo. Seguí devorándola con mi boca,

sin darle mucho respiro, prendiéndome en

sus pechos, más pequeños que los mismos, pero firmes y con una hermosa

aureola que destacaban sus pezones.

La bese en cada centímetro de su vibrante cuerpo,

hurgándola apasionadamente, la entrecortada respiración y sus quejidos, me

indicaba su estado de estimulación, eso me llevaba a ser mas afanosa. La giré y

observe la redondez de su culito, abrí sus nalgas y pasando mi dedo por el

canal que formaban, al llegar a su aro, introduje la totalidad de mi dedo,

palpando las paredes de su recto. Fue el acabose para Lourdes, al venirse

totalmente, quedó tendida sobre el sofá, reponiendo energías.

Me fui sacando la ropa, quedándome con mi braga,

mientras mi amiga me observaba, dispuesta a continuar, permanecí parada frente

a ella, se incorporó y se sentó frente a mí, tomándome de gran cintura,

comenzando a besar mi panza, se arrodillo y con sus dientes mordió mi prenda y

la fue bajando hasta dejar completamente desnuda.

Nos volcamos sobre la alfombra, iniciando un nuevo

round, comencé a besar su vagina, segregada de flujo, para continuar lamiéndola

con sutileza, notaba como se estremecía su desnudo cuerpo. Mi dedo circulaba

alrededor de su clítoris, rígido, introduciendo mis dedos en sus cavidades. Me

giré entregándole mi sexo para percibir su boca, mientras la vagina esperaba

sus labios. Nos mantuvimos en esa posición bastante tiempo, estimulándonos

ávidamente, mi boca totalmente humedecida por su secreción vaginal y mi saliva. Segundo a segundo todo

se fue intensificando hasta sentir

temblar nuestros cuerpos recubiertos de sudor, casi al unísono, produciendo

un sin número de convulsiones.

Cerca de medianoche nos fuimos a acostar, repitiendo

un nuevo contacto por la mañana siguiente

Después de bañarme, Me preparé para irme, en el camino

recapacité que era una mal pensada, ya que ni mencionó a su perro, también

podía ser para no incomodarme, pero en definitiva una cosa o la otra lo pasé

muy bien.

Nos seguimos viendo pero sin actividad sexual, no

porque no lo deseábamos, simplemente por cuestiones de tiempo y horarios, que

en realidad era yo, la más complicada.

Por suerte casi al mes se presentó otra nueva

oportunidad de encontrarnos, seria por la mañana del sábado, ya que mi esposo

tenía otra actividad y mi madre podría cuidar a la beba.

Cerca de las 10 de la mañana llegué a su casa, un

acalorado recibimiento y hasta de Rocco. Después de una charla y ponernos al

día, el tema fue el crecimiento de mi panza, ya estaba casi en el 6to mes. Todo

se fue desarrollando como si lo hubiésemos planificado, iniciamos una serie de

besos, Lourdes comenzó a sacarme la ropa y a pasarme la lengua en mis partes

descubiertas, habíamos quedado con escasa ropa, cuando vi que Rocco permanecía

en el recinto, me quedé detenida en lo que estaba haciendo, Lourdes me pregunta si quiere que lo lleve al patio, le conteste que

no me molestaba, total no iba contar lo que haríamos. Nos reímos de mi

ocurrencia, y continuamos con nuestro objetivo.

Nos tiramos en la alfombra, y completamos de sacarnos nuestras últimas

prendas, parecíamos dos adolecentes prestas

a devorarnos por la pasión, iniciamos una serie de besos, tocándonos en todos

los rincones y orificios de nuestro cuerpo. Estábamos muy excitadas, y nuestros

jugos vaginales comenzaron a surgir, nuestro rico líquido de feromonas

femeninas, debieron aromatizar la sala.

En un momento dado, mientras mi amiga me besaba o

lamia mis tetas, se arrodillo junto a mí para

sacarme mis bragas, ya era como un ritual, a tenerme con mis bragas

hasta último momento e inicio una succión en mis tetas, bajándose por mi

voluminosa panza para llegar a mi sexo, mientras elevaba sus nalgas.

Rocco no debió de haber quedado ajeno a los aromas que

producíamos, pues se levanto de su lugar y se acerco a nosotras. Para iniciar

su característico husmeo en nuestras zonas más privadas. Ambas nos quedamos

quietas y en silencio, mientras Lourdes se tiraba en la alfombra, junto a mí. El perro circulaba a nuestro alrededor, sin

dejar de olfatearnos, era como si esperase un consentimiento. Dio unos

lengüetazos en la cara de mi amiga, en señal de cariño. “Que es lo que estas buscando” le

decía Lourdes, apretando su mano con la mía. Rocco parecía entender, porque

sacudía su cola, hasta que se me acercó, abrí un poco mis piernas, y su frio

hocico refregó mi raja.

Lourdes se giro permaneciendo de espalda con su culo

algo elevado, esperando la lengua de

su perro, que ya demostraba cierta excitación, por sus movimientos y su lengua

que comenzaba a buscar nuestras zonas

más sensuales.

En un momento me pregunta que si le molestaba o no le agradaba lo

sacaba al patio, “No, no me incomoda”,

le respondí.

“Está bien “, me contestó,” Permanezcamos

con lo nuestro, entonces”, su mano comenzó a frotar mi vagina, retornando

a mis tetas para chuparlas, su culo permanecía elevado

y expuesto (no tengo dudas que fue de exprofeso).Rocco no tardó en lamer las

partes privadas de mi amiga, no hubo ninguna intensión de sacarlo, todo lo

contrario la incitaba. Se notaba que lo

que Rocco le producía, de alguna manera

se reflejaba en lo que me estaba originando. No nos dimos por aludidas por la

intervención del animal, fue como algo

tácito que no fue necesario reiterarlo.

Suspendió lo

que me estaba haciendo, para separar mas mis piernas, provocando a Rocco para que

continuase, mis pechos comenzaron a emanar leche, no sé si porque estaban muy

cargados o las succiones de Lourdes, o la proximidad del perro, cuando su lengua

comenzó a recorrer las zonas húmedas de mi cuerpo. Acostada sobra la alfombra,

y protegiendo mi panza, dejé que Rocco lamiese mis tetas, y parte de mi

abdomen, mis pechos parecían estallar, acompañándolos por la rigidez de mis

pezones, mi amiga comenzó a estimularme en conjunto con el perro, entre ambos

me estaban enloqueciendo. Al oprimir mis pechos por mi excitación, finos

chorros de leche materna, regaron mi abdomen, siendo adsorbido por el animal

con mucha avidez. Ese dúo activo y

disciplinante, hizo que una seguidilla de orgasmos, que era imposible dominar.

Rocco ya estaba dispuesto a penetrar a alguien, por la

manera de saltar y agitarse contra

nuestros cuerpos. La punta roja de su miembro comenzaba a presentarse en señal

de excitación. Sin demasiada

insistencia, y de manera muy sutil, me hizo colocar en cuatro, que sin ningún tipo

de extrañeza me aposté, en la posición indicada. A pesar que ya lo había practicado, estaba

como si fuese mi primera vez, posiblemente por ser otro animal y en presencia

de mi amiga.

Hizo abrir mis piernas, a lo que me dejé llevar por

sus propósitos, cuando su lengua comenzó

a lamer mi vagina de una manera voraz, como preparándome para el siguiente paso,

la aspereza de su lengua, inicio su recorrido en totalidad de mis partes intimas. No tardó en

montarme, cuando su pelvis inicia un ritmo precipitado para introducirla, y

obtener una amplia y profunda penetración en mi vagina. La punta de su verga

chocaba contra mis nalgas, buscando mi abertura, cuando la mano de Lourdes la guió hasta introducirlo

en mi vagina, sentí su calor, sus dinámicos y violentos fricciones contra las

paredes de mi útero.

Una vez que me penetro la totalidad de su aparato, ya

no había marcha atrás, me apreso con sus patas delanteros, sintiendo su jadeo agitado

junto a mi nuca, sin eso impedir su loco e intenso bombeo, mis abultadas tetas

se agitaban al compas de su verga que se introducía y surgía de mi matriz, a una intensa ligereza,

sus patas delanteras no dejaban de aprehenderme. No entendía como en mi estado

de preñez, estaba accediendo a ser cogida por un animal, ávido en su intensión

de llenarme con su esperma, a pesar de

entender que era una acción morbosa, lo estaba disfrutando al punto de permitir

aceptar su salvajismo.

Sentía que me penetraba sin cortesías, y mi sumisión, me

estaba transformando en su nueva perra, en donde mi sexo era su objetivo.

Crecía su miembro activo dentro de mi seno, adueñándose de mi cavidad, a lo que

me complacía, gimiendo como su hembra en celo. Cuando su bulto se detuvo, su

bola se había dilatado impidiendo poder retirar su miembro. Estaba apresada,

su cuerpo casi inerte se apoyaba sobre

mi espalda, sus patas que no dejaban de aferrarse a mi cadera, y su verga

íntegramente introducida en mi útero, mientras su bola totalmente dilatada,

hacía de tapón para evitar que se saliese, estimulando sus rítmicos mi punto G.

Apreciaba como

si mis labios vaginales se habían

contraído, para impedir la salida de ese cuerpo que tanto me hacia gozar. Los

movimientos del animal se habían apaciguado, pero su agitado jadeo continuaba

sintiéndolo bien cerca de mi oído. Cuando comencé a percibir como eyaculaba en

mi interior, eso me estimuló terriblemente, sentía que Lourdes me besaba

intensamente, oprimiendo mis senos, me daba la sensación de que mi cuerpo

estaba en el poder de ambos, mientras no dejaba de deleitarme por la intensidad

de ese sexo delirante, Los flujos del perro afloraban de mi raja, mientras

intentaba salirse de mí, de una manera brusca y dolorosa saco su miembro, aun

erecto y húmedo, lo lamio y posteriormente mi parte afectada por su contacto.

Su verga colgaba roja y rígida, noté que era mayor que

la de Bobby, Lourdes estaba sobre excitada, se arrodillo y como su esclava,

comenzó a mamar la verga de su mascota, para lamer con la punta de su lengua, el

extremo de la cabeza del miembro de Rocco, me acerque hacia ella, separé sus

piernas e introduje mi boca en su vagina, no me detuve hasta producirle un

fuerte orgasmo.

Nuestros cuerpos se desparramaron sobre la alfombra,

extenuados por la intensa relación. Como a los minutos, Rocco parecía dispuesto

a seguir dando guerra, ya que estaba bastante recuperado, mientras que su ama, se preparaba para convertirse en su próxima hembra.
---

A pesar Rocco, de estar aparentemente recuperado, Lourdes se preparo para copular

con su mascota. Después de haberla lamido, como para ponerla a punto, dio

algunas vueltas pero sin mayor entusiasmo. Me había hecho la ilusión de verlos

apareados, pero no parecía ser factible.

Había cambiado la temperatura así que nos colocamos,

unas batas, prendimos la estufa, y nos acurrucadas en el sofá mirando

televisión, esperando el momento preciso. Entre el sonido del aparato, el

calorcito que nos producíamos terminamos dormitándonos. El perro cerca del

hogar hizo lo mismo, aparentemente con deseos de descansar. Al sentir una mano

acariciando mi rostro, me di cuenta que estaba apoyada mi cabeza sobre el

regazo de Lourdes. En un estado de relax, y distendido, sentí como sus manos comienzan

a abrir mi bata, hasta dejar totalmente al descubierto mis cálidos y sensibles

bustos, cerré mis ojos para disfrutar plenamente de sus mimos.

Comenzó a juguetear con mi pezón, hasta producir su

rigidez, su boca no tardó en apoderarse de las puntas de mi botón, para

comenzar a mamarlos con mucha avidez, no tardaron sus dedos en apretar mis

puntas, produciéndome un cierto dolor, pero a su vez un grato placer. Lourdes

era una golosa irrefrenable, y se volvía loca por mis mamas, atragantándose con

ellas, dejando de lado todo tipo de amabilidad, me devoraba con total avidez,

me enloquecía de tal manera, que

terminaba entregándome a su loca pasión, erizando mis pezones y aligerando mis

tetas colmadas de mi leche materna.

Acercando su boca a mi oído, me susurra “Me excita tu estado de preñez, de cómo te

estimulas, de tus tetas cargadas de ese liquido lechoso. Te haríamos de todo

entre Rocco y yo.

Me produzco un cosquilleo interno saber que los

cautivaba, contestándole :

Si?, pues haz lo que te plazca,

me encanta que se sustenten de mi cuerpo, pero antes me harás un gusto.

“Bien, que quieres que haga? Me responde, mientras abría mas mi bata, dejando al

descubierto mi desnudo cuerpo.

“Verte copular con tu mascota” le contesté.

Sin hacerse rogar, se acercó a Rocco, que aun dormía,

se arrodilló y empezó a despertarlo,

cuando miro la hora y veo que eran más de las 9 de la noche, me dio un ataque.

Sabía que de quedarme eso sería para largo, así que de mala gana, me vestí

rápidamente y me fui de igual manera. Al llegar a casa de mi madre, me

regaño por la hora, teniendo la misma

discusión con mi esposo, por llegar tan tarde. No objeté nada, ya que tenían

razón, pero por la noche traté de complacerlo, a pesar que no tenía demasiados

deseos. Mi obsesión de verla a Lourdes con su mascota, me ayudaron a

estimularme lo suficiente, como para tener una buena relación.

Dejar los fines de semana la niña con mi madre, y a su

vez abandonar a mi marido por unas horas, se había tornado bastante

dificultoso. Me sentía como castigada, además mi panza aumentaba

progresivamente, y no deseaba tener problemas con el bebe, considerando que aun podía permitirme

hacerlo, dificultad que le comenté a mi amiga, para tratar de superar este

inconveniente, y me dice “No te preocupes

faltaré un día a mi trabajo y estaremos

tranquilas “.Esperé más que ansiosa la llegada de ese momento, después de

10 días de espera, no sé con qué excusa, faltó a su trabajo.

Estaba deseosa de llegar a su casa, apenas dejé a mi niña en el hogar de mi madre, para que

la cuidase, y sabiendo que mi esposo llegaría tarde, prácticamente corrí a la

casa de mi amiga, para estar juntas el mayor tiempo posible.

Al llegar a la

casa de Lourdes, pensaba si se acordaría de lo pactado. Pues cual fue mi sorpresa al abrirme su puerta, estaba con

una quimono, corto y transparente, que revelaban su desnudez y unas medias

negras que le llegaban casi hasta la entrepierna, que realmente me impactó.

Después de darnos unos apasionados besos, me hizo sentar en el sofá, trajo a

Rocco, y comenzó a tocar sus genitales, hasta que comenzó a desenvainar su punta roja, apenas

lo logró, su boca buscó la verga para

iniciar una lenta mamada.

Ya el perro empezó a buscarla como para penetrarla,

intentándola tirar al suelo y obtener su objetivo, Lourdes siguió jugando

evitándolo y a su vez provocándolo.

Esa escena ya me estaba produciendo un sin número de estimulaciones, iba a ver por

primera vez a una mujer siendo penetrada por su mascota, cosa que a pesar de

haberlo experimentado en carne propia, no dejaba de originarme una gran

expectativa y por supuesto una gran exaltación.

Como intentando atraer a su mascota, se quitó el

quimono, quedando solo con sus bragas, verla así me producía una gran fogosidad, después de continuar

retozando con él, se termino sacando su prenda,

y volcándose sobre la alfombra, con su cuerpo desnudo que se contactaba con el

pelaje del animal.. Abrió sus piernas a la espera del sexo oral perruno. Rocco comenzó a explorar su sexualidad,

iniciando su característica lamida, humedeciendo la vagina de mi amiga, que se

agitaba ante la intervención de su perro. Veía que las lamidas que le efectuaba

a Lourdes no dejaban de aumentarle su exaltación tanto como la mía, se

friccionaban como dos amantes totalmente ardientes. Los pezones de mi amiga se

habían erizado, y la verga de Rocco ya revelaba su punta roja.

En un momento dado, Rocco apoya su contextura sobre el

de Lourdes, sacudiéndose en su intención de penetrarla, tomó su bulto, en el

que ya estaba surgiendo su verga, para iniciar una lamida de una manera muy

sensual, el perro se quedó estático, disfrutando, de tan específico acto.

Lourdes tocaba su sexo, sin dejar de actuar sobre el miembro del animal,

introduciéndolo en su boca de una forma sorprendente.

El solo hecho de observar la escena, hacia que cada

segundo mi excitante cuerpo, se llenara de nerviosismo, poder llegar a ver a ese animal coger a mi amiga con toda su

energía, me fascinaba apasionadamente. Percibía que entre ambos se había

llegado al máximo del clímax. La verga de su perro, aun se mantenía dentro de

la boca de Lourdes que inicio un ritmo

acelerado, un flujo, mezcla de su saliva y la secreción del miembro del perro,

brotaban por la comisura de sus labios.

Lourdes se giró, posesionándose en cuatro, dispuesta a

entregarse a su mascota, en ese instante pensé en la forma sumisa y sin recatos

que nos entregábamos a un animal, ver como en cuatro, Lourdes estaba a la

espera de ser copulada por su perro, me produzco una sensación de morbosidad y

a su vez me excitaba. Noté como el cuerpo de Lourdes se estremecía, y los

extremos de sus .se agudizaban, a la espera del desenlace previsto. Cuando

Rocco, comenzó a lamer sus huecos, como para excitarla o lubricarla para

obtener una mejor intromisión de su verga.

De manera instintiva y sin mayor sobriedad, apoyo su pesado cuerpo

sobre el de mi amiga, que con fuertes enviones intentaba penetrarla, después de

varias tentativas, un grito de Lourdes indicaba que ya había sido atravesada,

por ese aparato bastante crecido, un alucinante bombeo se inicio en su matriz,

mientras las patas delanteras de su apasionado, se aferraban a su cintura, como

impidiendo que se escapara. Esa escena

hizo que me abriese mi pantalón, para introducir mis dedos, en mí más que

húmeda vagina.

Ver entrar y salir el tronco del animal, de la cavidad

de Lourdes, sumado a sus gemidos y los jadeos del animal, era algo subyugante,

verla como era cogida. Traté de intervenir, acariciando a Lourdes, quien me

detuvo, indicándome que solamente observara, que después entraría en acción. Obedecí

su pedido, para seguir observando, tratando de no perder detalle. Fundo o más

bien creo que la parte más excitante era ver a Lourdes, gemir, mientras su

mascota no se detenía, notar la

totalidad de su verga, cobijada en el útero de esta mujer, y como el animal se

hace dueño de ella, era su hembra, era su perra en definitiva. Mi estado estaba

más que alterado, me había quitado los pantalones y a través de mis bragas

comencé a masturbarme, mi sostén y mi blusa,

delataban una gran mancha, producto de mi leche y la agitación que me

embargaba.

Percibía como la leche del perro afloraba de la vagina

de Lourdes, mientras mantenían el acople, para quedar depositada sobre la alfombra. Veía gotear su matriz, por los

líquidos que le había evacuado Rocco, mientras aun conservaba su instrumento en

el interior de su útero, quien de una manera poco delicada, en un momento la

sacó de su encierro, Lourdes agitada, aun se mantenía en cuatro, mientras unas

lamidas del perro, daba por finalizado el encuentro. No me pude contener y me

arrodille para mamar su vagina,

absorbiendo esa mezcla de jugos, que me enloquecieron, mientras nos

besamos intensamente.

Apenas Lourdes se fue recuperando, comenzó a quitarme

mi blusa manchada también, levantando mi sostén, para apreciar mis pechos

agitados, producto de mi exaltación ante el espectáculo desplegado, mamó como

desesperada mis pechos enardecidos, buscando con su mano mi sexo húmedo.

En ese instante, sentí que era mi poseedora, que lo

que me propusiese estaba dispuesta a realizar, es posible que mi fogosidad

necesitara ser aplacada.

El perro aun mantenía su miembro dinámico, a lo que

Lourdes me invito a que se lo mamara, sin pensarlo y atraída, como una exasperada,

acate su pedido, me volqué boca arriba y debajo de Rocco, me apoderé de su

verga y comencé a mamársela, transitándola en su totalidad con mi lengua, para

después introducirla en mi boca, absorbiéndola de manera impetuosa.

Sentí que quitaban mis medias, y desplazaban mis

bragas, para descubrir mi sexo totalmente húmedo y deseoso de ser aplacado. La

lengua de Lourdes no se hizo esperar, rozando mi clítoris mientras sus dedos palpaban mis cavidades, lo que me estimulaba a mamar con mayor perseverancia.

Al retirarse el perro, Lourdes se hizo dueña de la

situación, me llevó a su dormitorio, me hizo acostar, vendándome los ojos,

iniciando su habitual rito, con mis pechos, para continuar con mis cavidades

mas intimas, si estaba caliente, ella completó mi estado voluptuoso evolutivo.

Comencé a sentir algo extraño que se introducía entre mis piernas. Rápidamente

comprendí que era, así que dejé que continuase con su objetivo. Sin poder ver y

suponiendo sus intenciones, me entregue plenamente a sus fines, mis sentidos

parecían agudizarse, concentrados en ese punto, percibía como me introducía ese

elemento con suavidad hasta lo más profundo de mi útero. El bombeo se fue activando,

hasta llevarme a un estado expectante, si bien no veía, percibía su pelvis

chocar contra la mía. Me fue transportando a un estado de total estaxis,

aumentando mis ansias, sin poder contener mis gemidos.

Me quitó el elemento, para girarme, comenzando a

introducirlo por mi ano, me punzaba un poco pero me encantaba, no fue demasiada

la penetración, solamente como para dilatar mi abertura. En ese momento yo

volaba, cuidadosamente me fue llevando a la posición de perrita, lamiendo mi vagina mientras terminaba de

quitar el estimulante juguete.

Al darme unas

palmadas en mis nalgas, sentí a Rocco, apoderarse de mi cuerpo, que sumisamente

lo acepté. Por supuesto comenzó a bombearme de inmediato, pero mi sorpresa fue

cuando la mano de Lourdes la dirigió a mí

dilatado y preparado recto.

Cuando su punta

encontró mi orificio anal, instintivamente traté de impedirlo, pero cada vez

que penetraba un poco, me agradaba produciéndome una sensación distinta, a

pesar de no haberlo practicado demasiado, opté por dejar todo al azar, o en

manos de Lourdes, ya era su perra caliente, dispuesta a contentar a su macho. Mi corazón latía apresuradamente y mi cuerpo

empezaba a llenarse de transpiración.

Notaba que cada vez se introducía

mas, cosa que me incitaba al permitir su intromisión, me dolía pero lo

toleraba, era una mezcla de sufrimiento y placer. Con determinada habilidad, su

miembro comenzó su rítmica penetración, hasta ir disminuyendo paulatinamente,

al dilatarse en mi interior, sentía dolor, pero era como que se fusionaba con

mi excitación. . La verga de Rocco,

comenzó a penetrarme abruptamente, rozando las paredes de mi conducto,

sintiéndola crecer como veces anteriores, pero por otro canal..

.Sus patas se aferraban fuertemente como para poder meterme la totalidad

de su brutal aparato, sus uñas arañaban mis muslos .Sentía que mi culo se partía, estaba siendo vulnerada

por una bestia insaciable e incontrolada, dispuesto a satisfacer su intuición

animal, no importaba por donde, solo se manejaba por su instinto.. Lo sentía

entrar dolorosamente centímetro a centímetro, a través de mi recto. Supongo que

cada vez más enrojecido por ese taladro de carne, mi esfínter parecía palpitar

ante esa intromisión.

Rocco se deposito

sobre mi espalda, mientras aprecié sus primeros infusiones regar mi interior,

me excitaba, disfrutaba eso, a pesar del dolor, su bombeo era implacable y

lleno de violencia, en donde mi culito era forzado sin mayor contemplación.

Lourdes se tiró al

suelo para chupar mi sexo, mientras permanecía clavada por el perro, las

lamidas de mi amiga, y el objeto que contenía en mi entrañas, me producían una

serie de orgasmos fantásticos. Esa invasión de mi cuerpo en pareja, me hacía sentir como la prisionera, como el

objeto sexual, era el dispositivo del sacrificio, en donde cada parte se

deleitaba con una de mis cavidades. No puedo negar que lo disfrutaba

plenamente, sintiendo que cada vez me entregaba más a sus deseos.

El calor de su

esperma comenzó a regar mi conducto, eso fue la consecuencia de otro espasmo.

Pero el punto de culminación, fue cuando Lourdes me introdujo su consolador por

mi vagina.

En ese momento me

sentí como vejada por su bestialidad, me dolía bastante, sentía como que era infligida

por lo que estaba haciendo. Cuando logró meterla totalmente, su pelota

totalmente dilatada, apresada en la salida de mi recto, para finalizar plenamente abotonados En ese instante sentí como que Rocco,

era mi dueño, que era el macho poseedor de su sumisa mujer-perra, permitiéndole

todo, con tal de gozar de sus penetraciones. Sentía como palpitaba su verga

dentro de mi recto, cuando de repente Rocco se giró y por primera vez quedamos

abrochados, culo con culo, sentía palpitar su verga, que me producía una serie

de espasmos, pero al sentir evacuar nuevamente su simiente por mi culo, fue el

súmmum, gemía como una cachorra Trataba de retenerle las patas para evitar que

me arrastrase y llegase a producirme algún desgarro en la zona enganchada.

Casi veinte minutos

perduré en esa situación, Lourdes trataba de contenerlo, para evitar de ser

arrastrada por la habitación. Cuando su verga se fue contrayendo, de un tirón

la sacó de mi conducto, invadiéndome un fuerte dolor. Me lamio como para calmar

mi sufrimiento momentáneo.

Prácticamente me

desplomé en el piso, totalmente agotada por semejante acoso. Noté mis muslos rasguñados,

me ardía mi culo y mis labios vaginales algo inflamado. Por suerte Lourdes me

cobijo entre sus brazos en señal de contención.

No era demasiado tarde, pero mi cuerpo ya no respondía a otro alocado

encuentro, me sentía satisfecha, aunque mi cuerpo estaba algo maltratado.

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Después de nacer mi segunda hija, prácticamente abandone la zoofilia, por infinidad de motivos, fundamentalmente falta de tiempo, y personales. Mi cuerpo estaba algo más esbelto, aunque mis pechos continuaban estando grandes por el amamantamiento de mi hija. A veces al tener relaciones con mi esposo, me excitaba trasladando mis pensamientos a aquellos días con Lourdes y su perro. Si bien manteníamos en contacto, nuestra etapa sexual se había postergado. A pesar de insistirme en que fuese a su casa, era como que no estaba muy dispuesta a continuar con esa dependencia, no porque no lo desease, simplemente me sentía madre por un lado y era como que no concordaba con mi función, teniendo en cuenta que lo había practicado en determinadas oportunidades.

A pesar de mi resistencia de retomar esa práctica nuevamente, siempre el diablo mete la cola, o más bien las cosas se presenta de cierta manera, que una cae en la tentación, prometiéndose que será esa sola vez. Es evidente que cuando se ha practicado el sexo animal, es difícil evitarlo, es como una droga, en la que una no puede dejar de suministrarse. Y no lo digo solo por mí, sino por todas aquellas, con la que nos hemos chateado o enviado mail. Voy por lo sucedido.

Un sábado por la tarde, mi esposo que era el encargado de bañar a Bobby, tenía que salir y me pidió que me hiciese cargo de esa tarea, aprovechando que las niñas dormían. Si bien estaba cansada con ganas de tirarme un rato en la cama a descansar, termine haciéndome cargo de la labor. Como sabia que cada vez que se le bañaba terminábamos bastante mojados, me cambie de ropa colocándome una camisola vieja que tenia.

Traje a Bobby al lavadero y lo hice subir a la pileta, donde habitualmente se lo bañaba, después de mojarlo inicie el enjabonado, y al llevar mi mano a su pecho, observe que asomaba parte de su miembro. Por un lado traté de evitarlo, pero por otro estaba algo molesta con mi esposo, por haberme sumado otra tarea. Así que como una compensación, y en parte por resentimiento, decidí disfrutarlo. Comencé a fregarle su zona genital, mi mano comenzó a acariciar su funda, y no paré hasta lograr hacer surgir su rojo órgano. Bobby estaba como estático, disfrutando de mi exploración manual, después de enjuagarlo, mi idea de excitarlo se fue acrecentando.

Estaba bastante estimulada, así que continúe masturbándolo con insistencia, visualizando como surgía su erecta vara, comenzando a segregar su líquido, sin pensarlo y como su frenética hembra, inicie un lamido en lo largo de su aparato. Al llegar a su máximo crecimiento, la llevé hacia atrás para tener un mejor acceso. No se aun que es lo que me incita a hacerlo, mi lengua inicio un movimiento circular en el extremo de su aparato, perdiéndome en esa realidad. No tardé en introducir suavemente mi boca. Hacia bastante tiempo, que no estaba en contacto con la verga de mi perro, la cavidad de mi vía, no llegaba a deglutirla en su totalidad, estaba como una esquizofrénica mamándosela. Me bajé mi tanga, para tener mejor camino a mi mojada vagina, mientras mis dedos rozaban mis labios interiores y acariciaban mi rígido clítoris, mi boca se mantenía apropiada de la verga de mi Bobby. Seguí jugando una y otra vez con su erguida polla mucho más y empecé a hacerle una mamada monumental, aquel enorme instrumento desaparecía dentro de mi boca hasta llegar a mi garganta y mi cabeza entraba y salía una y otra vez...., de vez en cuando me la sacaba de la boca para observarla mas detenidamente.

No sé el tiempo que permanecí haciéndolo, el orgasmo que estaba consiguiendo, hacia que acelerase con mi chupada, hasta llegar al éxtasis buscado, su tibia y excesiva leche inundo mi boca, manteniendo su miembro mientras parte de lo no tolerado, se desbordaba por la comisura de mis labios. Mi convulsión había sido bastante intensa y larga, me sentía satisfecha dispuesta a repetirlo, estaba empapada por todos lados, empezando por mi vagina, el esperma del perro, sumado al intenso goteo de mi leche materna. Me quité mi camisola dispuesta a volver a transformarme en su insaciable perra, pero los lloriqueos de unas de mi hija, me hicieron volver a la realidad, convenciéndome que esa era la última vez. Me lave como pude y fui a la atención de mi beba.

Cuando pude ir a bañarme mis pensamientos habían quedado en mi reciente experiencia, pensando en volverlo a sentir en mi interior. Los días continuaron pero por distintas razones no llegue a concretar nuevos encuentros. Con Lourdes nos veíamos cada tanto, o venia a casa o yo iba a la suya, por supuesto que no pasaba de mas que algún beso. No dejaba de repetirme cada vez que nos encontrábamos, en lo bien que lo habíamos disfrutado, y estaba deseosa de reiterarlo. Le comentaba que no era que no lo quisiese, simplemente me resultaba complicado separarme de mis hijas, por un lado no quería tener una persona que las cuidases y por otro con mi madre se hacía complicado, y los fines de semana lo pasábamos en familia, junto a mi esposo.

Así fue pasando el tiempo, y poco a poco me fui adaptando a la situación, si bien había momentos en que venía a mi mente esos instantes pasados, fue como que me fui acostumbrando a las circunstancias. Un día todo se desarrollo de tal forma, que tenía un espacio de varias horas a mi disposición. En mi mente surgió Lourdes, a la que llame con la esperanza de encontrarla. La llame por teléfono, para ver si ese día estaría libre para vernos, a lo que de manera muy entusiasmada me dijo que sí. Llegue a su casa dentro de la hora predicha, al abrir la puerta y verme me abrazo fuertemente, como si hiciese años que estábamos alejadas. Apenas cerró la puerta de calle, nos besamos de manera desesperada, mientras mi corazón latía apresuradamente. Mientras manteníamos nuestras bocas pecadas y entrelazadas nuestras lenguas, la mano de Lourdes comenzó a desabrochar mi blusa, para dejar al descubierto mis tetas, creo que eso la excito mas, al ver que estaba sin sostén, prácticamente me acosta sobre una mesa cercana, abrió mas mi camisa, para desnudar mis pechos, y poderlos mamar ávidamente, pero su boca se encargo de deshincharlos, mientras mi leche alimentaba su glotona boca.

Mis pezones se mantenían erguidos, sintiendo sus dientes apresarlos con algo de fuerza, era evidente que Lourdes, me sacaba de mis cabales, le entregaba mi cuerpo para que lo disfrutar y a su vez gozar con su desenfreno. Introduzco su mano entre mis piernas, mientras mi falda estaba por mi cintura, quito mis bragas, para frotarla en mi vagina, sin dejar de continuar mamando mis pechos, absorbiéndolos y a su vez succionándome mis tetillas.

Captaba sus dedos empotrarse en mi sexo, de una manera apasionada y continua, friccionando el extremo de mi clítoris rígido por los continuos acechos. Mis exclamaciones eran prolongadas y continuas, hasta llegarme a una fuerte convulsión. No me dio respiro hasta producirme un segundo, después de quitarme el resto de mis prendas. Tendida sobre la mesa completamente desnuda, abrió mis piernas para introducir su cara en mi sediento sexo, lamiendo sin censura mi vagina, metiendo la totalidad de su lengua en mi cavidad. Al mordisquear mi clítoris, su dedo busco mi ano para introducirlo rápidamente. El movimiento que me producía en mi recto, más su boca en mi sexo me hizo venirme con total desesperación. Quedé tendida sobre la mesa, totalmente agotada, mientras mis tetas goteaban, por mi excitación o por las mamadas de Lourdes o por ambas cosas. En breves segundos estaba colocada boca abajo con mis pies sobre el piso y mi pecho sobre la mesa. Me hizo abrir mis nalgas para descubrir mi aro, sintiendo de una manera placentera y excitante, a su lengua incursionar en esa zona, hasta lograr hacerme venir.

Después de un buen rato me invitó ir a su dormitorio, previo a adelantarme que tenía una sorpresa, me acostó en su cama atándome de manos y pies, me vendó los ojos, e inicio una incursión sobre mi cuerpo desnudo, fundamentalmente en mis tetas que las obsesionaba, las acaricio hasta estrujarlas de una manera delicada pero a su vez intensa. Avivó mis pezones que no tardaron en empinarse, para ser mordidos y succionados con fuerza. El hecho de encontrarme imposibilitada de movimientos y anulada mi vista, parecía desarrollar los sentidos restantes.

No sabía cómo actuaria, ni con que continuaría, cuando sentí elevar mis sentaderas para colocar un almohadón, poniendo más expuestos mis intimas cavidades. Se hizo el silencio durante un periodo no muy largo, esa expectativa me impacientaba, cuando oí, pisadas, por supuesto de un animal, era de suponer que sería Rocco, sentí su hocico rozar parte de mis nalgas, en ese instante algo pegajoso fue untado en mi vagina y en mis tetillas.

Sabía lo que me haría, me entregue apacible a la espera de esas lamidas glotonas, al golpear Lourdes sobre la cama, de un rápido salto, Rocco estaba sobre mí, buscando las unturas aplicadas, mi pecho se estremecía al comenzar a percibir su hocico y posteriormente su lengua frotar mi sexo, pero mi sorpresa mayor fue al sentir un segundo animal trepar en la cama para lamer mis tetas. Era un delicioso cosquilleo lleno de sensualidad y estimulación, sus patas pisaban mi cuerpo, sus lenguas deglutiendo mis sectores endulzados, cada tanto mi amiga impregnaba mis partes más sensibles y estimulantes, produciendo la expulsión de feromona.

Después de esta insaciable y voraz lamida, la que no dejó de producirme una seguidilla de orgasmos, estaba extenuada, mientras Lourdes comenzó a desatarme. Apenas quedé liberada la abrace y nos besamos con fervor, nuestros desnudos cuerpos se mantenían en contacto, sin demasiada acción. A continuación llevó a Rocco afuera, quedándose este nuevo ejemplar negro, de aspecto bravío, muy joven, bastante inquieto y una contextura grande. No podría decir que me causaba aprensión o miedo, pero si algo de resquemor. Parecía como si estuviese estudiando a su nueva hembra, oliéndome y lamiendo mis resquicios, como preparándome para sus cercanas intenciones. Ya estaba en cuatro, apoyada sobre la cama, y manteniendo mis piernas abiertas, elevando mis sentaderas para ofrecerle mi intimidad, me sentía algo ridiculizada, me estaba ofrendando a ese nuevo macho, ese estado de degradación me agradaba, me excitaba al punto de esperar lo que fuese necesario para que se me aparease.

Estimo haber estado en esa posición diez minutos o mucho mas, acelerando mis pulsaciones cada vez que intentaba ensamblarme. A partir de una serie de progresivas tentativas, decididamente me monto, apoyándose sobre mí, he iniciar una sucesión de intenciones para penetrarme, agitando su ardiente contextura contra mi cuerpo, sin lograr ubicar mi abertura. Estaba obstinada en tener contacto con este nuevo ejemplar, cuando la mano de Lourdes la dirigió hacia mi vagina, cuando de una manera feroz y violenta su miembro fue introducido en mis entrañas, haciéndome escapar un exclamación de dolor.

El perro estaba esquizofrénico, cada empellón que me efectuaba mis tetas se bamboleaban, mientras su crecida verga, no cesaba en friccionar el interior de mi cavidad. Sus patas me apresaban con cada vez más intensidad, al ver reflejar mi imagen sobre un espejo, creía no ser yo, era una escena, diría insana, llena de morbosidad.

Los músculos de mi vagina se apretaban contra su poderoso miembro y mis manos se aferraban a los bordes de la cama, mientras sus empellones se hacían más acelerados y violentos. Su jadeo indicaba la energía con que me estaba copulando, mientras mi espada era bañada por su baba. Me sentí su esclava, su hembra avasallada, dispuesta a someterme a su imposición con el fin de gozar plenamente de ese morboso acople. Gemidos, quejidos y gritos era lo que originaba producto del vigor de este acto sexual. Mi vello se ponía de punta y un escalofrío recorría todo mi cuerpo, llegué a no sentir mis dedos, mi cara ardía, era una sensación extraña, pero notaba como se acercaba otro orgasmo diferente, empecé a gemir fuertemente, cada vez más fuerte, hasta llegar a gritar, a decir cosas sin sentido, ese convulsión me invadió desde la cabeza a los pies... fue increíble.

El espectáculo debía ser sorprendente, pues Lourdes comenzó a masturbarse, mientras no cesaba de acariciar mis muslos, mis tetas, mi vagina... Cerraba los ojos e intentaba sentir todas esas caricias que me maravillaban. No pude aguantar más y dando fuertes resoplidos tuve otro orgasmo en medio de jadeos y exclamaciones.Sentía que cedía al dominio que ejercía sobre mi ser, si bien lo he dicho varias veces, me concebía su hembra, me entregaba totalmente a un nuevo animal, ardiente e insaciable, que el dolor que me producía se sosegaba con el sádico placer que me causaba.

Apreciaba como se desarrollaba, adueñándose de mi interior, dilatándose contra las paredes de mi intimidad. Toque con mis dedos la sensibilidad de mi clítoris, que había alcanzado su máxima intensidad. Su bola también se había hecho dueña de la situación, gemía al sentir la intensidad de su aparato cobijado en mi seno. Su verga ya se había anidado en mi vulva, hasta adquirir su crecimiento absoluto, fijándose a las paredes de mi interior, el tamaño de su bola se incrusto en mi vagina, impidiendo que saliese su miembro, para comenzar a eyacularme su liquido cálido y copioso, con la intención Instintiva de fecundarme. Contraía los labios de mi vagina como impidiendo se retirase, al sentir su esperma cálida y copiosa inundar mi claustro, no detuve mis gemidos. Toque mi vagina y comprobé que parte de sus fluidos goteaban por mis piernas.

De manera decidida, sin darle algo de delicadeza, quito su aparato en forma brusca y rápida de mi interior. Quedé bastante agotada, con mis músculos agarrotados y mi sexo más que irritado, pero a pesar de eso deseaba mas, nunca había sido copulada de esa manera tan salvaje, no sé si por la vitalidad del animal o por el tiempo que no lo hacía. Lourdes pareció leerme mis pensamientos porque sin titubear preparo al otro perro para dar continuidad a un nuevo apareamiento. Aun me mantenía arrodillada, intentando recuperarme, eleve mi culo, y no tarde en sentir la montada de Rocco. Sin oponerle resistencia, separe mis piernas para permitirse acomodar y como una saeta se apodero de mi cuerpo y sin demasiado preámbulo me inserto su aparato. Después de correrse copiosamente, se bajo a lamerme y posteriormente lamio su verga aun erguida. Quede más que extenuada, acostada sobre la alfombra, cuando vi el reloj, me levante como una tromba, se me había hecho tardísimo.

Me limpie como pude, me despedí de mi amiga, al salir a la calle para tomar un taxi, estaba como ida, despistada como si hubiese vivido un terremoto. Al sentarme en el vehículo, percibía el olor característico de la secreción de estos animales, que en parte aun lo mantenía en mi cuerpo
 

nomada2011

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EXCELENTE... ENHORABUENA UFFF SUPER MORBOSO, SE PARECEN A LAS FANTASÍAS O LO CONVERSADO CON UNA PRIMA QUE LE EXCITA LA IDEA DE LA ZOO
 

Shauron

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Magnífico relato. Esperamos continuación. Muchísimas gracias.
 
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