La Señora Dayra

roman74

Pajillero
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La Sra. Dayra, era amiga de la familia, casi como una tÃ*a más para mÃ*. Muchos fueron los veranos que pase visitando su casa para ver a sus hijas. De mediana estatura, alrededor de 40 a 45 años, no era la gran cosa, pero habÃ*a algo en ella que despertaba mis instintos, algo que me hacia desearla. Era buena persona y todo, pero tenÃ*a un aire asÃ* como de salvaje en la cama. Tal vez era el hecho de que el marido se la pasaba viajando y la tenÃ*a desatendida. Con el paso del tiempo, las muchachas se fueron y la Sra. Dayra quedo sola en la casa. Un dÃ*a, me entere que el marido, en uno de esos viajes, decidió quedarse por allá con otra mujer. SabÃ*a que habÃ*a algo que podÃ*a aprovechar de esta situación.

Se me hizo una costumbre ir a visitarla de vez en cuando, no tan seguido como quisiera, pero si iba bastante, siempre con la excusa de estar por el área, de ir a visitarla como en los viejos tiempos, etc. Siempre estábamos en la sala, conversando de todo, preguntando sobre la familia, como va la universidad, lo de siempre. Yo siempre note que cuando llegaba a la casa, ella siempre vestÃ*a ropa normal, una bata de vez en cuando, shorts y camisetas la mayorÃ*a del tiempo y que al rato de yo estar allá, se iba al cuarto y se cambiaba para ponerse algo mas recatado. Hasta que un dÃ*a le hice un comentario al respecto, de que no tenia que cambiarse por mi, que era su casa y que por mi no habÃ*a problema. En ese momento se rió, como si le hubiese echado una broma, pero con el tiempo note que ya no se cambiaba cuando llegaba. Incluso un dÃ*a, cuando llegue me dijo que iba a tomar una ducha, que la esperara en la sala. Al rato, sonó el teléfono.

Como yo soy de la familia más o menos, conteste y le llame para avisarle. En ese momento no estaba pensando en nada malo, cual no fue mi sorpresa cuando veo que sale del baño con solo una toalla puesta alrededor. AhÃ* estaba yo, sentado en la sala y ella parada frente a mÃ* hablando por teléfono recién salida de la ducha. Pude en ese momento apreciar que su cuerpo se conservaba mejor de lo que creÃ*a. Ese dÃ*a no paso mas nada, pero sospechaba que pronto podrÃ*a hacer mi jugada.

Un dÃ*a me llamo para preguntarme si podÃ*a hacerle un favor. Me dijo que necesitaba pintar unos cuartos de la casa, pero que un pintor le salÃ*a muy caro. La verdad, como no tenia nada que hacer acepte ayudarla. Como hacia calor y para no manchar mucho, trabajaba solo con un short de jeans viejo que tengo. Ese dÃ*a de reojo vi como se me quedaba mirando la Sra. Dayra cuando me acompañaba de vez en cuando.

Al finalizar la jornada, quede sentado en el piso tomando un descanso. La Sra. Dayra se sentó al lado mÃ*o y conversábamos sobre el trabajo. De repente extendió su mano con un pañuelo que tenia, dizque para secarme el sudor, pero note como pasaba su mano sensualmente por mi quijada y luego por mi pecho. Su mirada estaba como ida, hasta que reacciono y al ver lo que estaba haciendo, se sonrojo y se paro. Viendo una oportunidad, la seguÃ* adentro de la casa. AhÃ* estaba ella frente al fregador. Al darse cuenta de mi presencia, sin voltear a verme, me pidió disculpas, que no sabia lo que estaba haciendo, que ella podÃ*a ser mi madre y otras cosas. Yo me le acerque por detrás y la agarre por la cintura hasta pegarle mi paquete a sus nalgas. Dio un pequeño brinco pero no se movió. Empecé a decirle que no habÃ*a problema, que después de todo, ella era una mujer y también tenia necesidades. En ese momento trato de seguir diciendo que estábamos haciendo mal, pero mientras su boca hablaba, movÃ*a su culo restregándolo contra mi paquete. Era ahora o nunca.

Me le acerque mas y empecé a besar su cuello mientras ella dejo caer su cabeza hacia un lado dejándome hacer. Con mis manos explore su cuerpo hasta que me interrumpió pidiéndome que fuéramos a la cama. Una vez en su cuarto, me quede parado en la puerta y le pedÃ* que se desnudara para mi. Pude ver como se quitaba las prendas de ropa lentamente hasta quedar completamente desnuda. En ese momento me pregunto si me gustaba lo que veÃ*a. Me quite el short y le enseñe mi verga erecta. AhÃ* estaba su respuesta. Me le acerque y agarro mi verga con su mano. Empezó a pajearme ahÃ* mismo, mirándome la verga fijamente, como hipnotizada. Me contó que hacia rato que no habÃ*a visto una asÃ* tan dura. Por lo que le entendÃ*, no estaba tan descuidada como creÃ*a. TÃ*midamente se la llevo a la boca y empezó a chuparla.

Que placer más exquisito sentir sus labios succionando mi verga. Cada vez iba cogiendo mas confianza y la chupaba mas fuerte y hasta incluso me agarraba los huevos de vez en cuando. SentÃ* que me venia, pero hizo mas presión y estalle en su boca. Se veÃ*a tan sensual allÃ* mirándome a los ojos con semen derramándosele por la comisura de los labios. Se limpio con la blusa que llevaba minutos antes y se acomodo en la cama. Me acosté al lado de ella y empecé a besarla por todo el cuerpo hasta acomodarme entre sus piernas. Tenia la mota algo peluda, pero se veÃ*a bien desde mi punto de vista. Empecé a lamerle los muslos y finalmente me concentre en la mota. Según me dijo después, era la primera vez que un hombre le habÃ*a hecho eso. Le lamÃ*a los bordes, la penetraba con la lengua, le mordisqueaba el clÃ*toris y de vez en cuando, le daba una lamidita en el ano que la hacia brincar mientras ella sujetaba mi cabeza con fuerza y remeneaba la pelvis gimiendo como loca.

Como mi verga ya estaba lista para entrar al combate de nuevo, me arrodille entre sus piernas y empecé a pasarle la punta de la verga por la mota, restregándosela, metiéndole la puntita y sacándola. A todo esto, ella solo se remordÃ*a los labios y se movÃ*a como buscando que la penetrara. Y eso fue lo que hice. Se la metÃ* de un solo golpe, cosa que le saco un gemido escandaloso. Empecé a metérsela mientras le abrÃ*a las piernas lo más que podÃ*a. La Sra. Dayra solo gemÃ*a y me decÃ*a lo mucho que le gustaba. Empecé a decirle que ella era mi hembra y que le sacarÃ*a el jugo. SeguÃ* penetrándola hasta que se corrió, en un orgasmo que creo escucharon los vecinos. Pero yo todavÃ*a no habÃ*a terminado, asÃ* que aproveche ese momento para voltearla y la iba a poner en cuatro, cuando empezó a protestar.

Me decÃ*a que asÃ* no, que nunca lo habÃ*a hecho asÃ*, que eso solo lo hacÃ*an las putas y cosas asÃ*. Yo calmadamente le explique que no habÃ*a nada malo en eso y finalmente la pude poner como querÃ*a. Accedió solo si se lo hacia suavecito. La penetre de un solo golpe y comencé a montarla con fuerza. La tenia bien agarrada asÃ* que para ningún lado iba. Al principio solo me decÃ*a que asÃ* no, que se la sacara, pero al rato de estar cogiendomela asÃ*, empezó a gemir y a decirme "que rico papi" y cosas asÃ*. SeguÃ* montándomela hasta que finalmente me vine dentro de ella. Quedamos ahÃ* rendidos los dos en la cama, sudados y cansados. Seguimos cogiendo ese dÃ*a y cada vez que la visito, enseñándole otro par de cosas que tampoco nunca habÃ*a probado.
 
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