Hola nuevamente vacunos los saluda su amigo Javier a continuación les voy a contar algo que me sucedió hace dos años cuando me desplacé a pasar unos dÃ*as en casa de un amigo. Él se llama Roberto, su mujer Verónica y tienen dos niños de corta edad.
Antes de casarse yo estuve tonteando con Verónica, pero la cosa no fue a más, por lo que los dos comenzaron una relación que acabó en matrimonio ya que ella se quedó embarazada. A pesar del paso del tiempo Vero sigue estando estupenda, tiene 32 años, es rubia (teñida) pelo largo, mide 1.65 m, es delgada, tiene un buen pecho entorno a los 95 cm, caderas redonditas con un muy atractivo culo y sobre todo una sonrisa muy dulce.
Cuando la vi solo pude pensar en lo que habÃ*a perdido. El recibimiento fue muy agradable, nos dimos un gran abrazo y me llevaron a mi dormitorio. Para poder alojarme habÃ*an trasladado a su hija menor al dormitorio del niño y me habÃ*an dejado la habitación que estaba pegada al cuarto de matrimonio. El dÃ*a se desarrolló con normalidad, me contaron como iban sus vidas y yo les expliqué un poco mis últimas aventuras, sigo soltero tonteando con todas las que se me ponen a tiro y con la vida de siempre. A lo largo de la conversación noté como Vero ponÃ*a mucho interés en todo lo que contaba y de vez en cuando decÃ*a que me envidiaba por todas las experiencias y aventuras que tenÃ*a. Cuando nos fuimos a dormir y como el cabecero de mi cama estaba pegado a la pared del dormitorio de ellos no pude evitar oÃ*r la conversación que mantenÃ*an los dos y en la que Roberto la reprendÃ*a por sus continuos comentarios de envidia, ella contestaba que porqué iba a mentir, echaba de menos todas esas experiencias que no habÃ*a podido disfrutar por haberse casado tan jóvenes y que encima en cuestión de sexo él era un torpe y no la satisfacÃ*a.
A la mañana siguiente, cuando me levanté, beto se habÃ*a ido a trabajar, los niños estaban ya en el colegio y Vero se encontraba en la cocina preparando la comida. SalÃ* de mi habitación y me dirigÃ* a la cocina, al llegar a la puerta me quedé parado y observé como estaba de espaldas a mi ligeramente inclinada sobre el fregadero y con una camiseta larga que apenas le tapaba el culo, por lo que se veÃ*a ligeramente una pequeña braguita blanca. Ella se dio la vuelta y me vio allÃ* en la puerta parado mirándola.
V.- ¡Buenos dÃ*as Javier! No te oÃ* llegar, pensaba que no te ibas a levantar. Siéntate que te pongo el desayuno.
Rápidamente me acerqué, desayuné solo, Verónica habÃ*a acabado de desayunar, me fui a vestir a mi dormitorio. A continuación salÃ* a dar un paseo para refrescarme. Durante la comida Vero comentó que querÃ*a ir de compras y Roberto dijo que el tenÃ*a trabajo y no podÃ*a, pero que yo podÃ*a acompañarla.
J.- Por mi parte no hay problema, no tengo nada mejor que hacer.
V.- Estupendo, asÃ* me dices que tal me queda la ropa.
A eso de las cinco salimos los dos. Ella iba con un vestido fino y que se ajustaba mucho a su cuerpo, por lo que marcaba perfectamente su maravilloso trasero y sus pechos ya que llevaba un amplio escote.
Nos dirigimos al metro y esperamos unos minutos, cuando llegó venÃ*a repleto, por lo que le dije que era mejor esperar al siguiente, pero Vero me cogió de la mano y me dijo.
V.- A esta hora vienen todos a tope, asÃ* que vamos a subir rápido y empuja al personal para hacer hueco.
Sin decir más nos apretamos contra la gente que iba en la puerta y fuimos entrando poco a poco, eso si, totalmente apretujados. Como ella no alcanzaba ninguna barra para sujetarse me indicó que la agarrase bien para que no se cayese sobre los pasajeros (algo difÃ*cil dadas las apreturas en que nos encontrábamos). Cuando arrancó el metro se pegó a mi de forma que nuestros cuerpos estaban frente a frente y sus pechos se pegaban a mi, al igual que su pelvis, por lo que sin yo quererlo y como consecuencia del rozamiento producido por el movimiento del metro, mi pene fue creciendo hasta tal punto que se notaba descaradamente y empujaba el vientre de Veronica a cada momento. Estaba tan avergonzado que no me atrevÃ*a ni a mirarla y eso que estábamos con las caras casi pegadas. En un movimiento brusco del metro ella tomó mi mano y se la llevó a su cadera diciéndome:
V.- Sujétame fuerte o voy a acabar encima de otro pasajero.
Llegamos a la siguiente estación donde yo esperaba que se bajase personal, pero en vez de ello lo que ocurrió fue que subió más gente, por lo que Vero se pegó más a mi y mi mano cayó sobre su culo, quedando presionada por los pasajeros vecinos, por lo que no pude hacer nada para quitarla. Yo esperaba alguna reacción molesta de ella, pero en cambio noté que comenzó a moverse un poco hasta que mi mano se situó entre los dos cachetes rozando por fuera el tanga de hilo que llevaba puesto. Yo ya no podÃ*a más, mi mano acariciando su culo que se movÃ*a acompasadamente al ritmo que marcaban los vaivenes del metro, mi polla que se frotaba contra su pelvis y sus pechos que estaban pegados a mÃ* y con una vista espectacular debido al escote tan generoso. DebÃ*a estar rojo como un tomate, pero ella no decÃ*a nada y además a cada momento se pegaba más contra mÃ* presionando mi polla que estaba a punto de reventar. No se cuanto tiempo transcurrió, pero yo estaba a punto de correrme si seguÃ*a en esa situación.
V.- Nos bajamos dentro de dos paradas.
Esta frase me sacó de mi estado y vi como ella se giraba para prepararse para salir.
Yo no podÃ*a quedarme a medias, asÃ* que sin pensarlo dos veces pasé mi mano por delante de su pecho y la empujé ligeramente hacia atrás de forma que me pegué a su culo y comencé a moverme de forma que mi polla se ajustó perfectamente entre los dos cachetes. Para mi sorpresa ella no dijo nada y comenzó un ligero movimiento rÃ*tmico de sube y baja de forma que en escasos minutos tuve un orgasmo descomunal que disimulé lo mejor que pude para que los pasajeros no se percatasen. Al llegar a la estación nos bajamos y yo esperaba que ella me dijese algo, pero en cambió actuó como si no hubiese pasado nada o como si no se hubiese dado cuenta.
V.- Bueno Dime que hago. Todos los dÃ*as la casa, los niños, la comida y por la noche nada, llevamos casi un mes sin echar un polvo. ¡Estoy harta!
A la mañana siguiente me levanté, me dirigÃ* a la cocina para desayunar y allÃ* estaba de nuevo Veronica con la camiseta hasta la cadera y sus braguitas, esta vez negras, apareciendo por debajo cada vez que hacia algún movimiento en sus tareas culinarias.
V.- Buenos dÃ*as Javier. ¿Qué te apetece desayunar?
De buena gana le hubiese dicho que me la comerÃ*a a ella, pero no era lo más adecuado.
J.- Un café y una tostada. Gracias.
V.- Luego tienes que ayudarme a limpiar las lámparas, tengo que subirme en la escalera y yo sola no puedo, tengo miedo de caerme. ¿Te importa?
J.- No, como quieras.
Cuando acabé de desayunar nos fuimos al trastero, cogimos la escalera y comenzamos las tareas domésticas.
V.- Gracias por ayudarme, Roberto nunca puede, siempre viene muy cansado y no está para mucho ejercicio. Cada vez me hace menos caso. Hazme el favor, sujeta la escalera y yo me subo a limpiar las lámparas.
J.- Espera, es mejor que suba yo.
V.- ¡No! Tu sujeta abajo para que no se mueva y yo me subo a limpiar, que los hombres no tienen cuidado y dejan polvo por todos lados.
Dicho esto, se subió a la escalera y yo me quedé abajo contemplando sus maravillosas piernas y con un primer plano de sus bragas, que me quedaban justo a la altura de la vista. En ese mismo momento habÃ*a tenido una erección y ya no sabÃ*a para donde mirar, me daba vergüenza que ella pudiese girarse hacia abajo y me viese con los ojos fijos en su culo.
V.-Javier, voy a subir un poco más, haz el favor de sujetarme a mÃ*, no vaya a caerme.
Ella subió el pie derecho un peldaño más y yo inmediatamente la sujeté por las caderas, teniendo ahora mi cara pegada a su trasero, con una visión aún mejor que la anterior ya que al subir el escalón, la braguita se le habÃ*a deslizado entre los cachetes y yo tenÃ*a mi nariz metida prácticamente en el culo. Vero inició unos lentos movimientos para limpiar la lámpara, lo que hizo que su culo fuese arriba y abajo dándome ligeros toques en mi cara. Mi erección iba en aumento y estaba a punto de lanzarme a comer ese apetitoso culito que tenÃ*a al alcance de mi boca, mis manos, casi sin darme cuenta se habÃ*an deslizado por su cadera y estaban apoyadas sobre su piel justo por debajo de sus braguitas. Ya no podÃ*a más y aprovechando sus movimientos fui subiendo hasta colocarlas justo en su cintura bajo la camiseta. Ella seguÃ*a moviéndose y continuaba ese deslizamiento aproximando mis dedos a su monte de venus, mi cara se pegó a su trasero y pode notar el olor de su sexo, mi nariz estaba ya pegada a su orificio anal y se rozaba con los pliegues de su braguita. ¡Uuummmm!!!!
Ya no podÃ*a más, estaba totalmente excitado y ella no me decÃ*a nada. De repente se dejó caer ligeramente hacia atrás de forma que mi nariz se metió profundamente en su ano. Yo aproveché para rodearla más con los brazos y llegar con mis manos a la parte anterior de su braga, ahora no lo dudé y deslicé dos dedos dentro de la braguita acariciando su vello púbico, inicié un pequeño movimiento rotatorio y me fui aproximando a su clÃ*toris. Ella se inclinó sobre la escalera de forma que su culo se me abrió obteniendo una maravillosa vista. Mis dedos ya habÃ*an llegado a su clÃ*toris que yo estaba acariciando con suavidad. Mi lengua lamÃ*a el contorno de su agujerito trasero apartando la braguita como podÃ*a. Veronica se movÃ*a adelante y atrás haciendo que mi lengua se introdujese por momentos en ese delicioso culito, pero para mal fortuna debimos suspender ya que llegó Roberto, rápidamente bajo de las escaleras y lo recibió con dos besos, nos preguntó que tal la mañana y actuó con total normalidad.
Roberto nos dijo que al dÃ*a siguiente tenÃ*an una cena de empresa a la que estaban invitadas las mujeres, por lo que yo les dije que saliesen los dos y yo me quedaba cuidando a los niños. La tarde pasó sin ninguna novedad y a la mañana siguiente Vero se fue a la peluquerÃ*a, por lo que cuando me levanté no habÃ*a nadie en casa, asÃ* que decidÃ* salir a pasear y comer fuera.
Por la tarde Roberto y Veronica se arreglaron para salir y yo me senté en el salón a ver la televisión. Cuando se iban, me quedé admirado al verla como iba vestida. Llevaba zapatos de tacón con unas medias de encaje y una minifalda negra de tablas que acababa en su cintura, a un corpiño, también negro, que lucÃ*a un amplio escote por el que se veÃ*an casi al completo unos estupendos pechos que a mi me dejaron boquiabierto. Estaba impresionante, no podÃ*a entender como Roberto no se la estaba follando dÃ*a tras dÃ*a.
V.- ¡Bueno, nos vamos! Te he dejado una pizza en el horno.
J.- Que lo pasen bien, yo me quedo viendo la tele y cuidando a los niños.
R.- Hoy ponen una porno en el canal plus, ¡A ver lo que haces! No vayas a manchar el sofá.
J.- Si, seguro. ustedes pasándola bien y yo haciéndome pajas.
V.- ¡Que guarros son! No hablen de esas cosas. Hasta luego Javier
AllÃ* me quedé comiendo pizza y pensando en la suerte que tenÃ*a mÃ* amigo por tener una mujer tan escultural. Pasado un buen rato y como no tenÃ*a sueño me decidÃ* a poner el canal plus y esperar a que pusieran la porno. Total, mis amigos iban a llegar tarde y no tenÃ*a nada mejor que ver y la verdad es que mereció la pena, la pelÃ*cula era buena. Cuando estaba en lo mejor (una escena de doble penetración) oÃ* que se abrÃ*a la puerta de la calle, por lo que cambié rápidamente de canal, me levanté para ver quien era, pero al estar totalmente empalmado me senté de inmediato y me tapé con un cojÃ*n. La puerta del salón se abrió y entró Veronica.
V.- ¡Hola!
J.- ¿Qué haces tan pronto en casa?
V.- Roberto estaba muy animado con sus colegas y me ha dicho que se quedaba en la Disco y que espera allÃ* con los amigos hasta que vayas tú, asÃ* que yo me vengo a cuidar a los niños.
J.- ¡Venga ya! Yo ya no salgo, vuelve tú si quieres.
V.- No hijo. Tu amigo se lo pasa mejor con los colegas que conmigo.
La verdad es que no entendÃ*a a Ricardo, tenÃ*a delante un pedazo de mujer y la ignoraba por completo. Ahora mismo, delante de mÃ* estaba un auténtico bombón, con esa minifalda, el escote que dejaba ver todo ese pecho, no podÃ*a entenderlo y yo estaba sin palabras.
V.- Bueno, ¿Qué estabas viendo?
Y dicho esto cogió el mando a distancia de la tele y empezó a pasar los canales hasta llegar a la peli porno. Al verla se quedó quieta mirando fijamente y sin mover ni un músculo.
V.- ¿Estabas viendo esto?
HabÃ*a una escena en que una chica se encontraba con dos hombres.
V.- Que suerte tienen algunas.
Al oÃ*r esto me levanté y me puse detrás de ella, puse mi brazo izquierdo en su cadera y pasé el derecho por encima de su hombro introduciendo mi mano en su escote y sacando uno de sus pechos. Ella no se movió por lo que mi mano izquierda descendió hasta el borde de su falda y la fui subiendo por el exterior de su pierna acariciándola por encima de sus medias que para mi sorpresa terminaban justo por encima del borde de la minifalda, por lo que mi mano entró en contacto con su piel y entre sus labios carnosos. ¡Que delicia! Con una mano sujetaba mi pene y con la otra me empujaba el culo para que mis embestidas fuesen más violentas en su boca. Me iba a correr de un momento a otro, asÃ* que la retiré hacia atrás sacándosela de la boca.
V.- ¡¡No!! No me la quites ahora. Deja que te la coma bien hasta que te corras en mi boca.
J.- Ya tendrás tiempo luego.
V.- No por favor, déjame acabar, necesito sentir como se corren en mi boca.
Y sin casi darme cuenta se la metió de nuevo y continuó una mamada que me hacÃ*a volver loco. Yo miraba desde arriba y veÃ*a su boca que lamÃ*a mi glande y de repente se tragaba mi miembro al completo. Su cabeza se movÃ*a con rapidez y su boca devoraba mi polla produciéndome un tremendo placer, tanto visual como fÃ*sico. Ya no podÃ*a aguantar más.
J.- Me voy a correr.
V.- ¡Si mi amor! ¡Hazlo en mi boca!
J.- Pero no prefieres que lo haga fuera.
V.- ¡¡¡NO!!! Quiero sentir tu leche, notar su sabor, deseo que te corras en mis labios, poder lamer tu lÃ*quido espeso y blanco.
J.- ¡¡¡Ahhhhh!!! Me Corrooov.- ¡Ummmmm!
V.- ¡Siiii!! ¡Dame tu leche mi amor! ¡Que rica!!! ¡SIIII!! Déjame que te la chupe, que no se pierda ni una gota. ¡Ummmm!! ¡Toda mÃ*a!!! ¡Toda mÃ*a!!!
Y mientras yo expulsaba toda mi leche ella se esmeraba en lamerme la punta y tragarse todo lo que salÃ*a por allÃ*.
J.- Ahora te toca a ti mi niña. Ven vamos al sofá.
V.- ¡No! Yo no.
J.- ¿Qué? No Veronica, No puedes quedarte asÃ*.
V.- ¡No, por favor!
Se puso de pie e hizo amago de salir de la habitación, pero yo la cogÃ* de la mano, la acerqué y la tomé por detrás apretando mi polla contra su cuerpo y sacando sus pechos del corpiño. TenÃ*a los pezones erectos asÃ* que no me cabÃ*a duda, estaba excitada y tenÃ*a que devolver lo que ella habÃ*a hecho por mÃ*. Mi mano derecha se metió bajo sus bragas y mis dedos comenzaron a jugar con su clÃ*toris, juntó sus piernas en un vano intento de evitar mis caricias, pero ante la insistencia de mis dedos por tocar su botoncito, cedió y se abandonó en mis brazos. Mi mano izquierda pasaba de un pecho a otro apretando sus pezones y acariciando todo el contorno de sus tetas, mi boca mordÃ*a su cuello y mi mano derecha se movÃ*a libremente entre sus piernas, di dos pasos con ella, la puse de rodillas y la incliné de forma que su pecho se apoyó contra el sofá, subÃ* su falda hasta la cintura y pude observar un diminuto tanga de encaje que se incrustaba entre sus piernas, lo separé y acerqué mis labios al delicioso agujerito trasero, mis labios y mi lengua comenzaron a jugar con él, lo besaba y lamÃ*a para producirle el mayor placer posible, fui deslizándome hacia abajo y por fin pude saborear su concha, que en ese momento estaba inundada de sus flujos y me llenaba los labios con un rico sabor a sexo. Veronica comenzó a moverse, llevó sus manos atrás y cogiéndose los cachetes, abrió su culo de forma que yo pudiese tener acceso a lo más profundo de su sexo.
V.- ¡SI! ¡Cómemelo! ¡SI! Me encanta.
J.- ¿Te gusta? Mi amor.
V.- ¡SI! ¡SIGUE! ¡Que rico mi vida! ¡No pares!
J.- ¡No! Voy a comerte entera. Quiero que disfrutes como nunca lo has hecho.
V.- ¡SI! Hazlo por favor. Quiero ser toda tuya.
Como ya estaba bastante lubricada me incorporé, llevé mi polla a la entrada de su concha y se la metÃ* poco a poco hasta que estuvo toda dentro.
V.- ¡SI! La siento dentro de mi. Me gusta. ¡UUUMMMM! Que bien. Ahora muévete por favor.
J.- Si, voy a darte todo el placer que necesitas.
Y comencé un suave movimiento deslizándome, hacia mucho tiempo que no sentÃ*a de esta manera.
J.- ¿Ya has terminado?
V.- Yo si, pero veo que tú no has acabado ¿Verdad?
J.- No te preocupes, con verte disfrutar a ti me doy por satisfecho. Ha sido estupendo.
V.- No cariño, no te puedes quedar asÃ*. Y menos con esa maravilla que tienes.
Estaba mirando mi pija que se encontraba firme y en posición de ataque.
J.- ¿Quieres que te folle otra vez?
V.- ¡¡NO!! No podrÃ*a. Hace mucho que no hago este tipo de ejercicio y no estoy preparada para otro polvo como este. Pero déjame que yo haga algo para relajarte. Túmbate.
Dicho esto me eché en el sofá, ella tomó su tanga lo enrolló alrededor de mi polla y comenzó a deslizarlo suavemente arriba y abajo, de forma que me producÃ*a una gran excitación. El rozamiento que producÃ*a en el capullo me hacÃ*a sentir una sensación electrizante. Bajó su mano entre mis piernas frotando el tanga en mis testÃ*culos, a continuación descendió hasta llegar a mi ano y aquÃ* se entretuvo como queriendo introducÃ*rmelo por él. Yo estaba terriblemente excitado y ella no paraba.
J.- ¡Estoy a punto de correrme!
V.- Espera no tengas prisa, déjame hacer.
Acercó sus labios a mi capullo y comenzó a dar lametadas alrededor para por fin, introducÃ*rselo en la boca y volver a mamar con verdadero arte. Por un momento paró, me miró a los ojos y se rió.
V.- ¿Te gusta? ¿Quieres correrte ya?
J.- ¡SIIII! No puedo más
V.- Pues hazlo en mis bragas, mójalas con tu leche.
Tomó de nuevo su tanga, envolvió mi capullo con él, se lo metió en la boca y continuó con esa estupenda mamada hasta que no pude más y expulsé mi leche que se derramó en esa prenda negra que ahora mezclaba sus flujos con mi lÃ*quido blanco.
No puedo expresar el tremendo placer que sentÃ*, pero cuando acabó me quedé tendido en el sofá sin poder moverme.
V.- Te dejo, Roberto puede llegar y no es conveniente que nos vea en esta situación.
J.- No te vayas, quédate un poco más.
V.- No mi amor. Buenas noches.
Me vestÃ*, estuve viendo un poco la televisión y finalmente me fui a dormir.
Al dÃ*a siguiente Veronica actuó como si no hubiese pasado nada. Estuvimos los tres con los niños en el zoo y un dÃ*a después se acabaron mis vacaciones y volvÃ* a mi casa. Ahora no hago más que pensar en ella y en lo que me gustarÃ*a vivir cerca para poder estar siempre junto a esa estupenda mujer. Cuando vuelva a verla, si ocurre algo volveré a escribir para contároslo.
Antes de casarse yo estuve tonteando con Verónica, pero la cosa no fue a más, por lo que los dos comenzaron una relación que acabó en matrimonio ya que ella se quedó embarazada. A pesar del paso del tiempo Vero sigue estando estupenda, tiene 32 años, es rubia (teñida) pelo largo, mide 1.65 m, es delgada, tiene un buen pecho entorno a los 95 cm, caderas redonditas con un muy atractivo culo y sobre todo una sonrisa muy dulce.
Cuando la vi solo pude pensar en lo que habÃ*a perdido. El recibimiento fue muy agradable, nos dimos un gran abrazo y me llevaron a mi dormitorio. Para poder alojarme habÃ*an trasladado a su hija menor al dormitorio del niño y me habÃ*an dejado la habitación que estaba pegada al cuarto de matrimonio. El dÃ*a se desarrolló con normalidad, me contaron como iban sus vidas y yo les expliqué un poco mis últimas aventuras, sigo soltero tonteando con todas las que se me ponen a tiro y con la vida de siempre. A lo largo de la conversación noté como Vero ponÃ*a mucho interés en todo lo que contaba y de vez en cuando decÃ*a que me envidiaba por todas las experiencias y aventuras que tenÃ*a. Cuando nos fuimos a dormir y como el cabecero de mi cama estaba pegado a la pared del dormitorio de ellos no pude evitar oÃ*r la conversación que mantenÃ*an los dos y en la que Roberto la reprendÃ*a por sus continuos comentarios de envidia, ella contestaba que porqué iba a mentir, echaba de menos todas esas experiencias que no habÃ*a podido disfrutar por haberse casado tan jóvenes y que encima en cuestión de sexo él era un torpe y no la satisfacÃ*a.
A la mañana siguiente, cuando me levanté, beto se habÃ*a ido a trabajar, los niños estaban ya en el colegio y Vero se encontraba en la cocina preparando la comida. SalÃ* de mi habitación y me dirigÃ* a la cocina, al llegar a la puerta me quedé parado y observé como estaba de espaldas a mi ligeramente inclinada sobre el fregadero y con una camiseta larga que apenas le tapaba el culo, por lo que se veÃ*a ligeramente una pequeña braguita blanca. Ella se dio la vuelta y me vio allÃ* en la puerta parado mirándola.
V.- ¡Buenos dÃ*as Javier! No te oÃ* llegar, pensaba que no te ibas a levantar. Siéntate que te pongo el desayuno.
Rápidamente me acerqué, desayuné solo, Verónica habÃ*a acabado de desayunar, me fui a vestir a mi dormitorio. A continuación salÃ* a dar un paseo para refrescarme. Durante la comida Vero comentó que querÃ*a ir de compras y Roberto dijo que el tenÃ*a trabajo y no podÃ*a, pero que yo podÃ*a acompañarla.
J.- Por mi parte no hay problema, no tengo nada mejor que hacer.
V.- Estupendo, asÃ* me dices que tal me queda la ropa.
A eso de las cinco salimos los dos. Ella iba con un vestido fino y que se ajustaba mucho a su cuerpo, por lo que marcaba perfectamente su maravilloso trasero y sus pechos ya que llevaba un amplio escote.
Nos dirigimos al metro y esperamos unos minutos, cuando llegó venÃ*a repleto, por lo que le dije que era mejor esperar al siguiente, pero Vero me cogió de la mano y me dijo.
V.- A esta hora vienen todos a tope, asÃ* que vamos a subir rápido y empuja al personal para hacer hueco.
Sin decir más nos apretamos contra la gente que iba en la puerta y fuimos entrando poco a poco, eso si, totalmente apretujados. Como ella no alcanzaba ninguna barra para sujetarse me indicó que la agarrase bien para que no se cayese sobre los pasajeros (algo difÃ*cil dadas las apreturas en que nos encontrábamos). Cuando arrancó el metro se pegó a mi de forma que nuestros cuerpos estaban frente a frente y sus pechos se pegaban a mi, al igual que su pelvis, por lo que sin yo quererlo y como consecuencia del rozamiento producido por el movimiento del metro, mi pene fue creciendo hasta tal punto que se notaba descaradamente y empujaba el vientre de Veronica a cada momento. Estaba tan avergonzado que no me atrevÃ*a ni a mirarla y eso que estábamos con las caras casi pegadas. En un movimiento brusco del metro ella tomó mi mano y se la llevó a su cadera diciéndome:
V.- Sujétame fuerte o voy a acabar encima de otro pasajero.
Llegamos a la siguiente estación donde yo esperaba que se bajase personal, pero en vez de ello lo que ocurrió fue que subió más gente, por lo que Vero se pegó más a mi y mi mano cayó sobre su culo, quedando presionada por los pasajeros vecinos, por lo que no pude hacer nada para quitarla. Yo esperaba alguna reacción molesta de ella, pero en cambio noté que comenzó a moverse un poco hasta que mi mano se situó entre los dos cachetes rozando por fuera el tanga de hilo que llevaba puesto. Yo ya no podÃ*a más, mi mano acariciando su culo que se movÃ*a acompasadamente al ritmo que marcaban los vaivenes del metro, mi polla que se frotaba contra su pelvis y sus pechos que estaban pegados a mÃ* y con una vista espectacular debido al escote tan generoso. DebÃ*a estar rojo como un tomate, pero ella no decÃ*a nada y además a cada momento se pegaba más contra mÃ* presionando mi polla que estaba a punto de reventar. No se cuanto tiempo transcurrió, pero yo estaba a punto de correrme si seguÃ*a en esa situación.
V.- Nos bajamos dentro de dos paradas.
Esta frase me sacó de mi estado y vi como ella se giraba para prepararse para salir.
Yo no podÃ*a quedarme a medias, asÃ* que sin pensarlo dos veces pasé mi mano por delante de su pecho y la empujé ligeramente hacia atrás de forma que me pegué a su culo y comencé a moverme de forma que mi polla se ajustó perfectamente entre los dos cachetes. Para mi sorpresa ella no dijo nada y comenzó un ligero movimiento rÃ*tmico de sube y baja de forma que en escasos minutos tuve un orgasmo descomunal que disimulé lo mejor que pude para que los pasajeros no se percatasen. Al llegar a la estación nos bajamos y yo esperaba que ella me dijese algo, pero en cambió actuó como si no hubiese pasado nada o como si no se hubiese dado cuenta.
V.- Bueno Dime que hago. Todos los dÃ*as la casa, los niños, la comida y por la noche nada, llevamos casi un mes sin echar un polvo. ¡Estoy harta!
A la mañana siguiente me levanté, me dirigÃ* a la cocina para desayunar y allÃ* estaba de nuevo Veronica con la camiseta hasta la cadera y sus braguitas, esta vez negras, apareciendo por debajo cada vez que hacia algún movimiento en sus tareas culinarias.
V.- Buenos dÃ*as Javier. ¿Qué te apetece desayunar?
De buena gana le hubiese dicho que me la comerÃ*a a ella, pero no era lo más adecuado.
J.- Un café y una tostada. Gracias.
V.- Luego tienes que ayudarme a limpiar las lámparas, tengo que subirme en la escalera y yo sola no puedo, tengo miedo de caerme. ¿Te importa?
J.- No, como quieras.
Cuando acabé de desayunar nos fuimos al trastero, cogimos la escalera y comenzamos las tareas domésticas.
V.- Gracias por ayudarme, Roberto nunca puede, siempre viene muy cansado y no está para mucho ejercicio. Cada vez me hace menos caso. Hazme el favor, sujeta la escalera y yo me subo a limpiar las lámparas.
J.- Espera, es mejor que suba yo.
V.- ¡No! Tu sujeta abajo para que no se mueva y yo me subo a limpiar, que los hombres no tienen cuidado y dejan polvo por todos lados.
Dicho esto, se subió a la escalera y yo me quedé abajo contemplando sus maravillosas piernas y con un primer plano de sus bragas, que me quedaban justo a la altura de la vista. En ese mismo momento habÃ*a tenido una erección y ya no sabÃ*a para donde mirar, me daba vergüenza que ella pudiese girarse hacia abajo y me viese con los ojos fijos en su culo.
V.-Javier, voy a subir un poco más, haz el favor de sujetarme a mÃ*, no vaya a caerme.
Ella subió el pie derecho un peldaño más y yo inmediatamente la sujeté por las caderas, teniendo ahora mi cara pegada a su trasero, con una visión aún mejor que la anterior ya que al subir el escalón, la braguita se le habÃ*a deslizado entre los cachetes y yo tenÃ*a mi nariz metida prácticamente en el culo. Vero inició unos lentos movimientos para limpiar la lámpara, lo que hizo que su culo fuese arriba y abajo dándome ligeros toques en mi cara. Mi erección iba en aumento y estaba a punto de lanzarme a comer ese apetitoso culito que tenÃ*a al alcance de mi boca, mis manos, casi sin darme cuenta se habÃ*an deslizado por su cadera y estaban apoyadas sobre su piel justo por debajo de sus braguitas. Ya no podÃ*a más y aprovechando sus movimientos fui subiendo hasta colocarlas justo en su cintura bajo la camiseta. Ella seguÃ*a moviéndose y continuaba ese deslizamiento aproximando mis dedos a su monte de venus, mi cara se pegó a su trasero y pode notar el olor de su sexo, mi nariz estaba ya pegada a su orificio anal y se rozaba con los pliegues de su braguita. ¡Uuummmm!!!!
Ya no podÃ*a más, estaba totalmente excitado y ella no me decÃ*a nada. De repente se dejó caer ligeramente hacia atrás de forma que mi nariz se metió profundamente en su ano. Yo aproveché para rodearla más con los brazos y llegar con mis manos a la parte anterior de su braga, ahora no lo dudé y deslicé dos dedos dentro de la braguita acariciando su vello púbico, inicié un pequeño movimiento rotatorio y me fui aproximando a su clÃ*toris. Ella se inclinó sobre la escalera de forma que su culo se me abrió obteniendo una maravillosa vista. Mis dedos ya habÃ*an llegado a su clÃ*toris que yo estaba acariciando con suavidad. Mi lengua lamÃ*a el contorno de su agujerito trasero apartando la braguita como podÃ*a. Veronica se movÃ*a adelante y atrás haciendo que mi lengua se introdujese por momentos en ese delicioso culito, pero para mal fortuna debimos suspender ya que llegó Roberto, rápidamente bajo de las escaleras y lo recibió con dos besos, nos preguntó que tal la mañana y actuó con total normalidad.
Roberto nos dijo que al dÃ*a siguiente tenÃ*an una cena de empresa a la que estaban invitadas las mujeres, por lo que yo les dije que saliesen los dos y yo me quedaba cuidando a los niños. La tarde pasó sin ninguna novedad y a la mañana siguiente Vero se fue a la peluquerÃ*a, por lo que cuando me levanté no habÃ*a nadie en casa, asÃ* que decidÃ* salir a pasear y comer fuera.
Por la tarde Roberto y Veronica se arreglaron para salir y yo me senté en el salón a ver la televisión. Cuando se iban, me quedé admirado al verla como iba vestida. Llevaba zapatos de tacón con unas medias de encaje y una minifalda negra de tablas que acababa en su cintura, a un corpiño, también negro, que lucÃ*a un amplio escote por el que se veÃ*an casi al completo unos estupendos pechos que a mi me dejaron boquiabierto. Estaba impresionante, no podÃ*a entender como Roberto no se la estaba follando dÃ*a tras dÃ*a.
V.- ¡Bueno, nos vamos! Te he dejado una pizza en el horno.
J.- Que lo pasen bien, yo me quedo viendo la tele y cuidando a los niños.
R.- Hoy ponen una porno en el canal plus, ¡A ver lo que haces! No vayas a manchar el sofá.
J.- Si, seguro. ustedes pasándola bien y yo haciéndome pajas.
V.- ¡Que guarros son! No hablen de esas cosas. Hasta luego Javier
AllÃ* me quedé comiendo pizza y pensando en la suerte que tenÃ*a mÃ* amigo por tener una mujer tan escultural. Pasado un buen rato y como no tenÃ*a sueño me decidÃ* a poner el canal plus y esperar a que pusieran la porno. Total, mis amigos iban a llegar tarde y no tenÃ*a nada mejor que ver y la verdad es que mereció la pena, la pelÃ*cula era buena. Cuando estaba en lo mejor (una escena de doble penetración) oÃ* que se abrÃ*a la puerta de la calle, por lo que cambié rápidamente de canal, me levanté para ver quien era, pero al estar totalmente empalmado me senté de inmediato y me tapé con un cojÃ*n. La puerta del salón se abrió y entró Veronica.
V.- ¡Hola!
J.- ¿Qué haces tan pronto en casa?
V.- Roberto estaba muy animado con sus colegas y me ha dicho que se quedaba en la Disco y que espera allÃ* con los amigos hasta que vayas tú, asÃ* que yo me vengo a cuidar a los niños.
J.- ¡Venga ya! Yo ya no salgo, vuelve tú si quieres.
V.- No hijo. Tu amigo se lo pasa mejor con los colegas que conmigo.
La verdad es que no entendÃ*a a Ricardo, tenÃ*a delante un pedazo de mujer y la ignoraba por completo. Ahora mismo, delante de mÃ* estaba un auténtico bombón, con esa minifalda, el escote que dejaba ver todo ese pecho, no podÃ*a entenderlo y yo estaba sin palabras.
V.- Bueno, ¿Qué estabas viendo?
Y dicho esto cogió el mando a distancia de la tele y empezó a pasar los canales hasta llegar a la peli porno. Al verla se quedó quieta mirando fijamente y sin mover ni un músculo.
V.- ¿Estabas viendo esto?
HabÃ*a una escena en que una chica se encontraba con dos hombres.
V.- Que suerte tienen algunas.
Al oÃ*r esto me levanté y me puse detrás de ella, puse mi brazo izquierdo en su cadera y pasé el derecho por encima de su hombro introduciendo mi mano en su escote y sacando uno de sus pechos. Ella no se movió por lo que mi mano izquierda descendió hasta el borde de su falda y la fui subiendo por el exterior de su pierna acariciándola por encima de sus medias que para mi sorpresa terminaban justo por encima del borde de la minifalda, por lo que mi mano entró en contacto con su piel y entre sus labios carnosos. ¡Que delicia! Con una mano sujetaba mi pene y con la otra me empujaba el culo para que mis embestidas fuesen más violentas en su boca. Me iba a correr de un momento a otro, asÃ* que la retiré hacia atrás sacándosela de la boca.
V.- ¡¡No!! No me la quites ahora. Deja que te la coma bien hasta que te corras en mi boca.
J.- Ya tendrás tiempo luego.
V.- No por favor, déjame acabar, necesito sentir como se corren en mi boca.
Y sin casi darme cuenta se la metió de nuevo y continuó una mamada que me hacÃ*a volver loco. Yo miraba desde arriba y veÃ*a su boca que lamÃ*a mi glande y de repente se tragaba mi miembro al completo. Su cabeza se movÃ*a con rapidez y su boca devoraba mi polla produciéndome un tremendo placer, tanto visual como fÃ*sico. Ya no podÃ*a aguantar más.
J.- Me voy a correr.
V.- ¡Si mi amor! ¡Hazlo en mi boca!
J.- Pero no prefieres que lo haga fuera.
V.- ¡¡¡NO!!! Quiero sentir tu leche, notar su sabor, deseo que te corras en mis labios, poder lamer tu lÃ*quido espeso y blanco.
J.- ¡¡¡Ahhhhh!!! Me Corrooov.- ¡Ummmmm!
V.- ¡Siiii!! ¡Dame tu leche mi amor! ¡Que rica!!! ¡SIIII!! Déjame que te la chupe, que no se pierda ni una gota. ¡Ummmm!! ¡Toda mÃ*a!!! ¡Toda mÃ*a!!!
Y mientras yo expulsaba toda mi leche ella se esmeraba en lamerme la punta y tragarse todo lo que salÃ*a por allÃ*.
J.- Ahora te toca a ti mi niña. Ven vamos al sofá.
V.- ¡No! Yo no.
J.- ¿Qué? No Veronica, No puedes quedarte asÃ*.
V.- ¡No, por favor!
Se puso de pie e hizo amago de salir de la habitación, pero yo la cogÃ* de la mano, la acerqué y la tomé por detrás apretando mi polla contra su cuerpo y sacando sus pechos del corpiño. TenÃ*a los pezones erectos asÃ* que no me cabÃ*a duda, estaba excitada y tenÃ*a que devolver lo que ella habÃ*a hecho por mÃ*. Mi mano derecha se metió bajo sus bragas y mis dedos comenzaron a jugar con su clÃ*toris, juntó sus piernas en un vano intento de evitar mis caricias, pero ante la insistencia de mis dedos por tocar su botoncito, cedió y se abandonó en mis brazos. Mi mano izquierda pasaba de un pecho a otro apretando sus pezones y acariciando todo el contorno de sus tetas, mi boca mordÃ*a su cuello y mi mano derecha se movÃ*a libremente entre sus piernas, di dos pasos con ella, la puse de rodillas y la incliné de forma que su pecho se apoyó contra el sofá, subÃ* su falda hasta la cintura y pude observar un diminuto tanga de encaje que se incrustaba entre sus piernas, lo separé y acerqué mis labios al delicioso agujerito trasero, mis labios y mi lengua comenzaron a jugar con él, lo besaba y lamÃ*a para producirle el mayor placer posible, fui deslizándome hacia abajo y por fin pude saborear su concha, que en ese momento estaba inundada de sus flujos y me llenaba los labios con un rico sabor a sexo. Veronica comenzó a moverse, llevó sus manos atrás y cogiéndose los cachetes, abrió su culo de forma que yo pudiese tener acceso a lo más profundo de su sexo.
V.- ¡SI! ¡Cómemelo! ¡SI! Me encanta.
J.- ¿Te gusta? Mi amor.
V.- ¡SI! ¡SIGUE! ¡Que rico mi vida! ¡No pares!
J.- ¡No! Voy a comerte entera. Quiero que disfrutes como nunca lo has hecho.
V.- ¡SI! Hazlo por favor. Quiero ser toda tuya.
Como ya estaba bastante lubricada me incorporé, llevé mi polla a la entrada de su concha y se la metÃ* poco a poco hasta que estuvo toda dentro.
V.- ¡SI! La siento dentro de mi. Me gusta. ¡UUUMMMM! Que bien. Ahora muévete por favor.
J.- Si, voy a darte todo el placer que necesitas.
Y comencé un suave movimiento deslizándome, hacia mucho tiempo que no sentÃ*a de esta manera.
J.- ¿Ya has terminado?
V.- Yo si, pero veo que tú no has acabado ¿Verdad?
J.- No te preocupes, con verte disfrutar a ti me doy por satisfecho. Ha sido estupendo.
V.- No cariño, no te puedes quedar asÃ*. Y menos con esa maravilla que tienes.
Estaba mirando mi pija que se encontraba firme y en posición de ataque.
J.- ¿Quieres que te folle otra vez?
V.- ¡¡NO!! No podrÃ*a. Hace mucho que no hago este tipo de ejercicio y no estoy preparada para otro polvo como este. Pero déjame que yo haga algo para relajarte. Túmbate.
Dicho esto me eché en el sofá, ella tomó su tanga lo enrolló alrededor de mi polla y comenzó a deslizarlo suavemente arriba y abajo, de forma que me producÃ*a una gran excitación. El rozamiento que producÃ*a en el capullo me hacÃ*a sentir una sensación electrizante. Bajó su mano entre mis piernas frotando el tanga en mis testÃ*culos, a continuación descendió hasta llegar a mi ano y aquÃ* se entretuvo como queriendo introducÃ*rmelo por él. Yo estaba terriblemente excitado y ella no paraba.
J.- ¡Estoy a punto de correrme!
V.- Espera no tengas prisa, déjame hacer.
Acercó sus labios a mi capullo y comenzó a dar lametadas alrededor para por fin, introducÃ*rselo en la boca y volver a mamar con verdadero arte. Por un momento paró, me miró a los ojos y se rió.
V.- ¿Te gusta? ¿Quieres correrte ya?
J.- ¡SIIII! No puedo más
V.- Pues hazlo en mis bragas, mójalas con tu leche.
Tomó de nuevo su tanga, envolvió mi capullo con él, se lo metió en la boca y continuó con esa estupenda mamada hasta que no pude más y expulsé mi leche que se derramó en esa prenda negra que ahora mezclaba sus flujos con mi lÃ*quido blanco.
No puedo expresar el tremendo placer que sentÃ*, pero cuando acabó me quedé tendido en el sofá sin poder moverme.
V.- Te dejo, Roberto puede llegar y no es conveniente que nos vea en esta situación.
J.- No te vayas, quédate un poco más.
V.- No mi amor. Buenas noches.
Me vestÃ*, estuve viendo un poco la televisión y finalmente me fui a dormir.
Al dÃ*a siguiente Veronica actuó como si no hubiese pasado nada. Estuvimos los tres con los niños en el zoo y un dÃ*a después se acabaron mis vacaciones y volvÃ* a mi casa. Ahora no hago más que pensar en ella y en lo que me gustarÃ*a vivir cerca para poder estar siempre junto a esa estupenda mujer. Cuando vuelva a verla, si ocurre algo volveré a escribir para contároslo.