La madre de Marta

roman74

Pajillero
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La mamá de Marta era una viejita muy simpática y desenvuelta, ocultaba con cuidado su edad amparándose en la falta de memoria producto de arterioesclerosis, aunque por algunos datos calculaba que ya pasaba bien los ochenta.

Desde que la conoc�* me cayó bien, porque me aceptó sin reparos como el amante de su hija; sol�*amos tener largas conversaciones cuando visitaba a su hija y yo me hallaba en Buenos Aires.

Amalia, mi "suegra", era jubilada y viv�*a sola a unas cuatro cuadras de la casa de Marta, pero pasaba buena parte de su tiempo en lo de su hija, pretextaba que era para ver a sus nietos, pero me daba cuenta de que lo hac�*a para no estar sola. De su primer marido se separó a los pocos años de casados, tiempo después volvió a casarse y tuvo la pena de enviudar luego de diez años.

Ya transcurr�*an dos años de mi relación muy caliente con Marta, como conté anteriormente yo estaba dejando algo mi profesión para dedicarme un poco más a mi vida, en consecuencia pasaba largas temporadas en Buenos Aires. Hab�*a comprado un auto para dejarlo all�* a mi servicio, y para trasladarme desde Mendoza usaba el avión.

As�* fue que un mediod�*a llevé a Lu a almorzar aun restaurante de Palermo, y luego de una buena discusión la convenc�* de que fuera a la facultad, porque la mocosa quer�*a faltar a clase para cojer conmigo en cualquier parte. Regresé a la casa de mi amante dispuesto a ver alguna pel�*cula de las varias que hab�*a comprado en DVD, pero a poco de entrar sonó el teléfono, era Marta.

Sergio, que suerte que te encuentro, estuve llamando y me entraba el contestador.

Es que acabo de llegar mi amor, fuimos a almorzar con Lu.

Querido, me llamó mamá, dice que no se siente bien y quer�*a que fuera a verla, pero no puedo dejar la cl�*nica ahora, me preocupa. ¿Mi vida, podr�*as ir vos.

Advert�* que comenzaba a llover muy fuerte, por fortuna ten�*a el auto en la puerta, si no me hubiera empapado aunque el trayecto era corto.

Claro mi bien, voy enseguida.

Ay mi amor, no sabés cómo te lo agradezco

Quedate tranquila, te tengo al tanto.

Tomé mi malet�*n, un paraguas de mujer que encontré, y sal�*. En instantes estaba llamando en la casa de Amalia.

- Ay Sergio, me avisó Marta que ven�*as, para qué te molestaste, con

esta lluvia.

Amalia, vos sabés que estoy a tus órdenes siempre.

Pero pasá, te estás mojando.

Entramos al pequeño departamento de dos ambientes, me ofreció un coñac que acepté encantado, era de una botella que yo le hab�*a regalado VSOP.

Bueno, contame qué te pasa.

En realidad nada, supuse que Marta te iba a pedir a vos que vinieras; y yo quer�*a hablar con vos. Desde que estás con mi hija la veo tan bien, rejuvenecida. Ella misma me contó que ninguna de sus parejas la ha hecho tan feliz como vos.

Hago lo que puedo suegra.

Vos sabés que yo estoy sola hace años. Me casé con el padre de Marta, pero cuando descubr�* que me met�*a los cuernos alevosamente le ped�* el divorcio. Luego tuve tres parejas más, era joven y bonita; y al final volv�* a casarme. Desde que enviudé nada, y ahora que siento que me viene llegando la hora quiero coger otra vez antes de morirme.

La miré atónito, la viejita me estaba pidiendo que la cojiera, no lo pod�*a creer. Pasaba mis ojos por esa figura en decadencia, llevaba un jogging strech que le ajustaba las piernas y el culo, y una remera de mangas largas que le destacaban las tetas, pero era todo ficticio, debajo deb�*a estar todo blando.

Ya se que no soy nada atractiva, estoy vieja y mal conservada, pero te pido este último favor.

¿A vos te parece Amalia?

Es que no sabr�*a a quién recurrir, siento algo que me quema, nunca me masturbé ni lo haré. Sólo vos me podés calmar. Dale, si no te cuesta nada...

Dejó la frase pendiente, con su voz temblona de vieja. Mi experiencia me hizo comprenderla; hab�*a visto mujeres mucho mayores que manten�*an sus deseos intactos y no se privaban de nada. Un consultorio enseña casi tanto como la vida.

Pero no me atra�*a para nada, pensé que ni se me iba a parar. Hasta que al fin acced�* a hacer al menos el intento.

Bueno, vamos a probar.

Me llevó hasta su dormitorio, donde conservaba una cama de dos plazas, para dormir cómoda dec�*a.

En cuanto entramos me puso una mano en la verga, totalmente muerta.

Ya me voy a ocupar de eso, no creas que soy una chiquilina inexperta.

Yo segu�*a mudo por el asombro. Con habilidad manipuló mi ropa, me quitó la campera, el buzo y la camisa, abrió la hebilla de mi cinturón y corrió el cierre de la bragueta, mis pantalones cayeron, yo acabé de sacarlos junto con los zapatos y las medias. El ambiente estaba caldeado por un radiador eléctrico. Ella se quedó en ropa interior. Parado desnudo la miraba. Como era de prever su carne se derramó en blanduras. Sin embargo su vientre era plano y no ten�*a rollos. Mi poronga segu�*a imperturbable, blanda y ca�*da.

Ven�*, te la voy a parar.

Me hizo acostar y colocó su cabeza entre mis piernas, tomó entre sus manos mi gusano muerto y lo empezó a lamer, descubr�*a mi glande y lo aprisionaba entre sus labios en O apretando con suavidad. Cuando mi poronga respondió un tanto se la metió toda en la boca. Mamaba mejor que su hija antes de que yo la adiestrara. Mis hormonas respond�*an al est�*mulo y no tardé en tener la pija dura. All�* terminó de desnudarse, por suerte hab�*a poca luz y el ruido de la lluvia corr�*a a favor en mi imaginario. Las tetas eran grandes, aunque blandas y ca�*das, el culo estaba un poco mejor, también era grande y no tan blando.

Metémela toda, aunque sea por caridad.

Quer�*a ayudarla y levantarle la autoestima. Y quer�*a figurar en el Guinnes de los records cojiendo con tres generaciones de mujeres calientes.

Caridad no, me tenés re caliente. Te voy a echar un polvo histórico. Y sin forro (condón).

Ven�*, cojeme con todo, que verga enorme que tenés. Es la más grande que he visto. Me vas a hacer acabar como loca.

Se tendió a mi lado, boca arriba, y abrió las piernas. Me acomodé y quise penetrarla... seca como lengua de loro. Fui hasta mi malet�*n y traje un pomo de gel lubricante que siempre llevo conmigo, por si las moscas. Separé los labios carnosos de su vagina y la unté generosamente, lo mismo hice con mi verga ya bien parada. Se deslizó con facilidad.

Ummm, qué grande, me siento toda llena. Es una belleza tu poronga, con razón Marta está tan contenta.

Yo hab�*a pensado encontrarme con una cacerola enorme, pero me equivoqué, sent�*a esa vagina estrecha para mi tranca, se ajustaba muy bien y la sent�*a a todo lo largo. Bombeaba como poseso, y la vieja se meneaba a compás. Empezaron sus orgasmos, era igual a la hija y a la nieta. Jadeaba y suspiraba.

Uy Uy Uy , que bien que me estás cojiendo, me siento de veinte años, cuando debuté. Segu�* cojeme bien fuerte, haceme acabar más.

Estuve conteniendo mi eyaculación todo lo posible para dejarla bien satisfecha, la anciana era una v�*bora cojiendo, se retorc�*a y gozaba. Cuando no aguanté más le dejé toda mi leche en su concha.

Gracias Sergio, me hiciste volver a sentir viva. Necesitaba tanto una buena cojida. Sos tan bueno.

Amalia, vos también me hiciste gozar.

Esperá que todav�*a no terminó.

Se la saqué y me quedé derrengado. Amalia se sacó la dentadura y me la empezó a mamar de nuevo. Esa boca desdentada y esa sabidur�*a en la mamada eran deliciosas. Me limpió bien la pija, me trajo más coñac y mis cigarrillos. Mientras fumaba me la siguió chupando con tal arte que no tardó en parármela otra vez.

Sergio, me han cojido muy poco por el culo, sólo dos de todos mis hombres eran aficionados al marrón. Pero a m�* me gusta mucho. ¿Te animás?

Hoy estoy para todo Amalia.

Se puso boca abajo, con un almohadón bajo el vientre. Otra vez el gel mágico y mis dedos dilatándole el ano. El culo se notaba durito, más de lo que imaginaba, porque los muslos eran blandos. Y el agujerito estrecho. Cuando le met�* la poronga sent�* que le dol�*a, pero me alentó a seguir entrando.

Dale que ya me está gustando. La tenés grande, pero es mejor para la última enculada de mi vida.

Amalia, te voy a encular cada vez que me lo pidas.

Sos demasiado bueno, cojerte una vieja.

Una vieja que me hace gozar mucho.

Ya ten�*a la mitad adentro, y ese culo se sent�*a como un guante rugoso que se adaptaba justo a mi verga. Segu�* empujando hasta tenérsela toda adentro, paré un minuto y me mov�* lento, la sacaba un poco y volv�*a a enterrarla. Amalia mov�*a el culo en c�*rculos, y yo me sent�*a muy bien. Con una mano le acariciaba el cl�*toris que estaba muy duro. Con la otra le amasaba las tetas que ya hasta me parec�*an lindas. Cuando le solté mi semen en su recto se estremeció en el enésimo orgasmo. Le dejé mi pija adentro hasta que se ablandó y salió sola.

Más coñac, más cigarrillos. Necesitaba descansar antes de irme, pero no me lo permitió.

Quiero tu leche en mi boca.

Inició otra magistral mamada, sin dientes que estorben. Me hizo acabar de nuevo, y se tragó toda mi leche. Y all�* s�*, fui al baño a lavarme un poco y empecé a vestirme. Amalia hab�*a quedado satisfecha.

Cuando leo relatos de sexo con maduras me r�*o porque consideran maduras hasta a mujeres de treinta y dos años. Para m�* esas son pendejas, lo son hasta los sesenta y pico. Nunca hab�*a cojido con una de más de ochenta, y no me arrepiento de haberlo hecho. Amalia me dio muchas satisfacciones, no digo que tanto como sus hijas y sus tres nietas, pero fue muy competente. Con ella era algo distinto. Y me gusta la variedad; mientras el cuerpo aguante la voluntad sobra. Seguimos cojiendo cada tanto hasta tres meses antes de su muerte; un infarto de miocardio se la llevó en paz. Todav�*a la recuerdo con gratitud.
 
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