Al entrar al parque, la primera atracción que se
ofrecía era una chica con un águila entrenada
para retratarse con los visitantes.
No me importó el costo de la foto, por tal
de tener cerca a la chica. Podía olfatear
su perfume cuando me colocaba la
funda de cuero sobre mi mano. Después
me pasó al animal.
Sentía el poder de las patas musculosas
del águila. Mis ojos estaban clavados sobre
la chica.
-Listo- dijo ella.
Me fui a disfrutar de las demás atracciones.
Iba caminando y me dieron ganas de orinar.
Me dirigí al baño más cercano, al salir, noté
en el baño de mujeres una presencia.
Volteé hacía todos lados y no había nadie
cerca. Entré.
No lo podía creer, era la chica del águila.
Lógicamente se asustó y dejó escapar
un gritito.
Me abalancé sobre ella y rápidamente
jalé el listón para desabrochar su blusa,
y dejar sus pechotes al descubierto.
Las chupé, saboreándolas y mordiéndolas.
La puerta ya la había cerrado.
Continué hacía abajo y logré desabrochar
su pantalón.
Sumergí mi verga hasta el fondo, ella
lloraba como una chiquilla.
Mi leche caliente se esparcía sobre su
clítoris y caían gotas de semen al suelo.
Ella llorando. Me alisté de inmediato y salí
corriendo tan deprisa como un leopardo.
ofrecía era una chica con un águila entrenada
para retratarse con los visitantes.
No me importó el costo de la foto, por tal
de tener cerca a la chica. Podía olfatear
su perfume cuando me colocaba la
funda de cuero sobre mi mano. Después
me pasó al animal.
Sentía el poder de las patas musculosas
del águila. Mis ojos estaban clavados sobre
la chica.
-Listo- dijo ella.
Me fui a disfrutar de las demás atracciones.
Iba caminando y me dieron ganas de orinar.
Me dirigí al baño más cercano, al salir, noté
en el baño de mujeres una presencia.
Volteé hacía todos lados y no había nadie
cerca. Entré.
No lo podía creer, era la chica del águila.
Lógicamente se asustó y dejó escapar
un gritito.
Me abalancé sobre ella y rápidamente
jalé el listón para desabrochar su blusa,
y dejar sus pechotes al descubierto.
Las chupé, saboreándolas y mordiéndolas.
La puerta ya la había cerrado.
Continué hacía abajo y logré desabrochar
su pantalón.
Sumergí mi verga hasta el fondo, ella
lloraba como una chiquilla.
Mi leche caliente se esparcía sobre su
clítoris y caían gotas de semen al suelo.
Ella llorando. Me alisté de inmediato y salí
corriendo tan deprisa como un leopardo.