📜 LA HERENCIA DE LAS SOMBRAS: EL SOBRINO Y SUS CUATRO TÍOS

Cazador24

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📜 LA HERENCIA DE LAS SOMBRAS: EL SOBRINO Y SUS CUATRO TÍOS



Crónicas de sumisión y deseo (Basado en hechos reales de INCESTO)

Nota del Autor:
Este relato es el testimonio fiel de una vivencia real a mis 13 a 15 años. En el aislamiento de un rancho, la línea entre la familia y el deseo se borró bajo la influencia de mis propios tíos. Lo que sigue es la reconstrucción de cómo fui orillado a entregar mi voluntad ante la autoridad y la perversión de mi propia sangre.


EL REPARTO DE LA SANGRE

  • JUAN: El mayor. La autoridad silenciosa que observaba y ordenaba desde la sombra del respeto familiar.
  • MIGUEL: Mi tío, el más intenso y perverso. Su sexualidad desbordada y su trato rudo fueron el motor de mi iniciación.
  • AUSTIN: El protector. Aquel que bajo un trato cuidadoso y manos de seda, sabía cómo sedarme para mantenerme bajo su control.
  • ERI: El cómplice de mi misma edad. Con él, la experimentación fue el espejo donde descubrimos juntos los límites de lo prohibido.

🎬 EPISODIO I: El Bautismo del Ojo (La Obsesión de mi tío Miguel)



Siendo un niño, llegué al rancho de mis abuelos buscando un hogar, pero encontré un asedio. En ese microcosmos de hombres curtidos por el sol, mi juventud se convirtió en una provocación involuntaria. Mi tío Miguel fue el primero en detectarlo. Había en él una energía perturbadora, una inclinación clara por su propio género que no ocultaba en la intimidad de esas tierras, y que volcó sobre mí con una voracidad que me dejó sin aliento.

Nuestro ritual comenzó en la distancia. El baño de la casa era una estructura rústica de madera y tejas, apartada y vulnerable. Allí, bajo el cielo nocturno del rancho, aprendí lo que significa ser el objeto de una obsesión. Cada vez que yo entraba a bañarme, el aire cambiaba. Sabía que él estaba allí, acechando sobre las tejas, convertido en un ojo invisible que devoraba cada centímetro de mi piel de sobrino.

El sonido de las hojas secas quebrándose bajo el árbol cercano era el aviso de su llegada. Durante muchas noches, el miedo y la intriga lucharon en mi pecho mientras escuchaba sus jadeos rítmicos y sus órdenes susurradas desde la oscuridad: “Muévete... deja que te vea todo...”.

La noche del quiebre, el calor era insoportable. Bajo el chorro de agua, decidí que ya no me escondería más. Dejé que el jabón recorriera mi pecho y mi abdomen con una lentitud que sabía que lo estaba volviendo loco. En un acto de sumisión absoluta y consciente, me incliné hacia el suelo del baño, arqueando la espalda y ofreciendo a la mirada de mi tío la curva de mis nalgas brillantes y mojadas.

Desde arriba, escuché la explosión de su masturbación; un gruñido animal, una descarga emocional que pareció sacudir la estructura de madera. Fue su victoria y mi rendición. Esa noche, aunque no hubo manos sobre mi piel, mi tío Miguel me poseyó por completo a través del ojo y el deseo. La barrera de la decencia se había roto para siempre.



Continuara.....
 
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