LA FÓRMULA DE KRANTZ X (UNA MADRE VOYERISTA)

RichardVelard

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LA FÓRMULA DE KRANTZ PARTE X

UNA MADRE VOYERISTA

Betzy estaba realmente preocupada, y dicha preocupación mantenida durante varios días o semanas, combinada con la forma de vestir que tenía, la cual era muy pulcra y elegante pero no muy acorde a su edad, la hacían lucir como una dama un tanto avejentada y amargada. Esto a pesar de que era una mujer muy bella, de pelo castaño y piel blanquísima; la que con una vestimenta mejor elegida, y de buen talante en el rostro, bien podría pasar como una chica en la mitad de sus veinte.

El problema principal era que, a los conflictos cotidianos se había añadido ahora uno, que parecía mucho más grave que todos los otros juntos; por lo menos en comparación. Y es que hacía ya casi un mes, que su único hijo, quien era realmente un chico modelo, había comenzado a demostrar actitudes extrañas que no iban con él ni con su personalidad. Ausentándose de clases, y en otros momentos desapareciendo por varias horas, con pretextos de idas al cine con amistades, o bien aparentando actividades extra escolares. Pero el hecho es que la madre no había tardado en notar que las salidas eran realmente inexplicables, y al confrontar a su hijo, éste sólo había mostrado una actitud hostil, pero sin responder con sinceridad a dónde iba en esas salidas misteriosas.

Cierto que las calificaciones del muchacho no habían bajado, pero para Betzy su hijo era ahora un casi desconocido, por sus actitudes y acciones; y como buena madre ella estaba dispuesta a descubrir cuál era la raíz del problema.

Betzy había castigado a su hijo prohibiéndole las salidas no justificadas, e incluso había mandado instalar cámaras de seguridad en la casa, desde las cuales explicó a su vástago, podría estar segura de sus entradas y salidas. Además, ella tenía un dispositivo que grababa todo en un disco duro, de manera que si algo se le escapaba en su momento, bien podría acudir a aquellas video filmaciones, para revisar los sucesos de un día o de otro.

***​

Aquella noche era lunes y, ella deliberadamente dijo a su hijo que llegaría más tarde de lo normal por cuestiones de trabajo, a eso de las dos de la mañana. Él debía cenar solo y luego acostarse, y tenía prohibido salir de casa. El caso es que deliberadamente aquella madre llegó a casa mucho más temprano de lo habitual, y luego de hacer casi un berrinche, por no encontrar a su hijo en ningún lugar de la casa, procedió a revisar las grabaciones.

Por su trabajo Betzy no había podido checar en vivo la cámara que daba la imagen de la entrada, y que se activaba por sensor de movimiento como todas las demás, pero ya en casa pudo comprobar la hora en que su hijo entraba al hogar por última vez; y después de allí era un hecho que no había salido.

La madre de treinta y un años reflexionó un momento, en cómo pudo su hijo haber salido de la casa sin hacerlo por la única entrada que había al frente, y luego recordó aquel consejo, que le había dado el empleado que había acudido a instalar el sistema de vigilancia. Aquel sujeto se había mostrado muy amable, y sin costo adicional le había ofrecido a la señora a montar una cámara oculta, de la cual su hijo no tenía ni la más mínima idea de su existencia. Y que grababa la salida a la azotea que había, como parte del segundo piso de la misma. Esto desde fuera de la casa, pues la cámara estaba camuflajeada en un extremo del alero del último piso, aparentando ser parte de la instalación de la tv por cable. En todo caso su hijo no la había notado aún.

Aquella licenciada en administración de empresas exitosa y admirada, no tardó en ver a su hijo en video, salir justamente de la casa por aquella puerta, después la cerró, y en cuestión de segundos y como si tuviera mucha prisa, se sujetó con ambas manos, a la pequeña barda que dividía la propiedad de la de junto. Y después de ello brincó sobre ella logrando poner uno de sus pies sobre su borde, y no tardó en acabar pasando primero una pierna, luego la otra, y finalmente cuidadosamente se dejó caer del otro lado.

Luego de ello simplemente se alejó desapareciendo del ángulo de visión de la cámara.

Betzy estaba furiosa, no entendía a dónde diablos había ido su hijo y porqué, y no estaba dispuesta a esperar su regreso, intentar hablar a su celular era inútil, esto sólo retrasaría su regreso. El asunto era grave, y ella se sentía con el valor suficiente como para averiguar qué estaba pasando. Lo primero que le pasó por la mente fue que, tomando en cuenta que la casa de junto estaba abandonada desde mucho antes de que ellos se mudaran allí, quizá su hijo había logrado entrar a la misma por la puerta trasera; quizá justo ahora se encontraba drogándose él sólo o en compañía; o tal vez haciendo algo peor. Muchas cosas pasaban por su cabeza y le aceleraban el pulso.

Salió a la azotea de la casa, cuando lo hizo ya llevaba una lámpara en mano; tenía tanta prisa que desechó la idea de cambiarse de ropa y ponerse unos pants. En cambio aún llevaba aquel largo vestido, que muy seguramente le impediría maniobrar.

Eran casi las diez de la noche, y la calle no era una arteria principal, si bien pasaban por ella algunos autos ocasionalmente. Se asomó por la pequeña barda que dividía la casa que ella rentaba de la otra abandonada, y se dio cuenta que la otra casa era mucho más baja. Además de ser de un sólo piso, aunque esto último ya lo sabía de antemano.

Por un momento pensó en regresar a cambiarse, pero luego se le ocurrió que no debía perder tiempo, que cada segundo era importante y halló una forma de pasar a la azotea de la casa abandonada, de la manera más sigilosa que pudo y con la linterna apagada se acercó al alero de su propia casa, caminando pegada a la barda divisoria, luego echó un vistazo a la calle y a las casas de la acera de enfrente, en las cuales había luces encendidas pero las cortinas estaban corridas. Finalmente se sentó en la pequeña división que impedía llegar directamente al borde del alero, pasando los pies del otro lado. Espero unos segundos, y cuando lo juzgo oportuno, se levantó y de manera ágil y rápida paso del alero de su casa a la de junto; y luego de allí y sin perder tiempo, brincó trastabillando un poco la división, y de inmediato y antes de comenzar a caminar, encendió la linterna y alumbró el piso.

No había muchos escombros o basura que impidieran su andar, sin embargo caminó con cuidado, sobre el suelo ennegrecido por capas sucesivas de tierra y polvo, que al paso de los años se habían ido convirtiendo en una especie de alfombra permanente de aquella azotea. Y casi para llegar a la parte trasera de la casa, pudo divisar las escaleras que descendían en el extremo derecho. Aquella casa era la de la esquina de la cuadra, de manera que bajó la lámpara lo más que pudo, y ella misma se inclinó hacia adelante antes de seguir avanzando. Todo para evitar ser vista desde la calle lateral, mientras bajaba las escaleras; las cuales descendían, a lo que parecía un pequeño patio de forma rectangular.

Mucho antes de llegar abajo ya se había percatado de algo inusual. La barda, pero no la que daba al lado de la calle, sino la que dividía la propiedad, de la parte trasera de la casa siguiente, tenía una especie de fisura. Era como si parte de ella se hubiese derrumbado por el paso del tiempo. Justo en una línea vertical, y esto no podía captarse desde la calle ni desde la casa de Betzy; sino solamente estando en aquel patio de la propiedad abandonada. A Betzy no le pasó por la mente que alguien la hubiera derribado a propósito y con todo cuidado. Una cierta cantidad de escombros estaban esparcidos sobre suelo del patio. Y del otro lado se veía el inicio de una pequeña loma, y sobre ésta un árbol, todo como parte de la propiedad siguiente. Curiosamente el espacio abierto era más que suficiente para que una persona como Betzy o como su hijo pasaran de perfil y sin problemas.

Betzy se dispuso a inspeccionar aquel patio, había un lavadero y una pileta completamente vacíos. Le dio la impresión de que, a pesar del abandono prolongado del lugar, no había tanta mugre allí como la acumulada en la azotea. Intentó entrar a la casa por la única puerta visible, pero fue en vano. A través de los cristales de la puerta y alumbrando con la lámpara, pudo ver perfectamente el candado que había en ella y que impedía el ingreso. Aún así lanzó la luz de la linterna hacia adentro, y vio una habitación completamente vacía, y más allá el arco que daba a otra habitación. Era obvio que su hijo no estaba allí. Solo quedaba revisar un pequeño cuarto, cuya puerta daba al patio aquel.

Intentó abrirla y la puerta cedió, entonces alumbró al interior, aquel era un baño completo; pero no fue esto lo que le desconcertó y la puso en máxima alerta.

Cierto que la noche era bastante cálida, pero no tanto como para que nadie anduviera por las azoteas, o en patios ajenos completamente desnudo.

Y es que Betzy acababa de encontrar toda la ropa que portaba su hijo, incluida la interior, sobre la tapa de la caja del agua del excusado, y los zapatos tenis estaban también sobre el piso del lugar. Betzy no tardó mucho tiempo reflexionando, después de unos instantes se dirigió hacia la grieta o la fisura en la pared, aún con la lámpara de mano encendida. Se puso de perfil y no tardó mucho en pasar del otro lado, si bien no le fue tan fácil como lo había pensado. Después sigilosamente subió la loma y se escudó en el árbol para mirar desde allí el panorama, la propiedad era bastante amplia, la casa estaba al centro del lugar, rodeada de una extensa zona de jardín en una zona plana, todo el lugar tenía el césped bien cortado. Betzy sabía que estaba observando la parte trasera de la casa. Y desde esa posición no vio luces encendidas, sólo se percató gracias a la luna llena, de que la edificación era de dos pisos.

Entonces notó algo más desde su posición y a la distancia; parecía haber una especie de destello de luz en la casa después de todo, pero era en su parte más baja, casi al ras del suelo. Después de permanecer oculta y espiando detrás de aquel árbol, durante varios minutos, y no habiendo ubicado a su hijo en el jardín, finalmente se decidió a bajar aquella loma, así lo hizo y se dirigió sigilosa y preocupada. Casi rogó porque la luna llena fuese ocultada por las nubes en ese momento; porque sabía perfectamente que podía ser vista desde la casa, y después de todo ella esta invadiendo una propiedad privada. Pero la preocupación por encontrar a su hijo la impulsaba a continuar adelante.

Cuando aún no había llegado hasta la casa entendió mejor la situación. Y se desvió hacia la izquierda. Y esto porque se dio cuenta que, por la parte trasera de la casa, justo en el centro, descendían unas escaleras hacia un sótano. Tanto de un lado de la escalera como del otro, y casi al ras del suelo, podían verse unos ventanales largos, tres a la izquierda y tres a la derecha. Y si Betzy se había desviado al lado izquierdo, había sido porque se había dado cuenta que los destellos de luz que había divisado de lejos, era en realidad una iluminación atenuada, que salía del lado derecho de aquel sótano. De manera que supuso que del lado contrario totalmente en tinieblas, no había nadie que pudiera presenciar su llegada.

Al poco de estar detenida y de pie, justo en la esquina de la casa, y después de escuchar sonido de risas y conversación, que venían del lado iluminado del sótano, aquella madre de familia caminó sigilosamente hacía el lugar de donde salía aquella plática y aquellas risitas. Cuando pasó por enfrente de las escaleras, y a pesar de que no había luz en el foco de afuera en el umbral de entrada. Betzy pudo darse perfecta cuenta, que allá abajo, la puerta estaba completamente abierta.

Para cuando llegó a donde iniciaban los ventanales del lado derecho, que de hecho estaban todos abiertos hacia arriba y hacia adentro; iba ya completamente pegada al suelo, arrastrándose despacio y estirando el cuello y la cabeza, tratando de no hacer ningún ruido o movimiento brusco, que delatara su presencia. Y llegó al punto en que finalmente pudo asomarse y ver hacia adentro.

Aquel cuarto era lujoso, amplio y alfombrado; y estaba iluminado tan sólo por velas encendidas, ubicadas en diversos puntos de la habitación, sobre una especie de trípodes. En dos de las paredes laterales había cortinas gruesas, como cubriendo todo ese espacio por algún motivo desconocido, también había un ropero y una mesa pequeñita y alta, con una botella de vino y unas copas sobre su superficie. Pero lo que más resaltaba de aquella escena, era la amplia cama circular, que se veía muy acogedora y muy cómoda, con gruesos cojines tanto sobre ella, como en parte sobre el suelo de alrededor. Y junto a la cama una pareja hablaba muy alegremente.

El hombre estaba completamente desnudo, y tenía una especie de máscara de cuero negro que le cubría por completo el rostro. La mujer por su parte, no se había despojado de sus prendas, tenía puesto un hermoso vestido azul cielo que le llegaba hasta casi los tobillos. Su hermoso cabello negro le caía sensualmente a ambos lados y le llegaba hasta los hombros, era una mujer de baja estatura con rostro un tanto mofletudo, y con unos ojos muy vivos y una sonrisa muy plena. Pero lo que más resaltaba en ella, eran sus caderas y un culo verdaderamente descomunal. No era que el vestido fuera muy entallado, no; lo que sucedía es que con unas caderas y un culo tan grande y obsceno como aquel, ninguna ropa podía disimular justamente eso, lo naturalmente enorme y obsceno. La doctora Ana María Vargas, dentista de profesión, era ese tipo de mujer que volvía locos a los hombres cuando iba por la calle. Ese culazo era imposible de ocultar por ninguna ropa.

En aquel momento Betzy vio cómo, mientras la plática seguía, el hombre aquel, quien muy seguramente era el esposo de aquella mujer, la besaba prolongada y tiernamente, y acto seguido comenzaba a levantarle el vestido.

Betzy vio aquel enorme culo, en toda su descomunal belleza, y el hombre lo acariciaba y estrechaba a placer, mientras atraía a su propietaria hacia él, la doctora se dejaba disfrutar y ahora después del beso sonreía amorosamente hacía su compañero; ella llevaba unos zapatos blancos de tacón, y las medias y el ligero del mismo color. Finalmente el hombre comenzó a sacarle el vestido, había llegado el momento de cogerla, eso era más que obvio.

En el proceso los cuerpos de los amantes se separaron un poco, y fue hasta entonces que Betzy pudo ver el miembro completamente duro y erecto del hombre, apuntando directamente hacía el pubis de la mujer. Aquel pito parecía tener vida y voluntad propios. Se movía arriba y abajo, en una especie de rápidas palpitaciones, e incluso Betzy pudo verlo moverse de forma circular. La hembra que estaba allí con las medias blancas y ya sin sostén, era la culpable de aquella tremenda erección, y en cuanto el hombre acabara de quitarle la tanga, pagaría seguramente muy caro haber provocado a aquel pene con su belleza de mujer madura, y con su morbosamente excitante culo de campeonato.

Allí estaba finalmente expuesto, ese monte de venus, peludo y exuberante, y de inmediato el hombre se inclinó ante la sonriente dama, para besar y comenzar a comerse aquel coño. La mujer se abrió un poquito más mientras permanecía de pie, la dentista miraba complacida y disfrutaba el cunnilingus vehemente que estaba recibiendo, como homenaje previo; antes de que aquel hombre finalmente la ensartara con su miembro. Por un momento ella misma puso sus dos manos en la nuca del hombre, y apretó la cabeza contra su pubis, como si quisiera ahogar de placer con su vagina, a aquel que la estaba lamiendo tan apasionadamente. Mientras por su parte el hombre, había comenzado a estrujar muy rudamente el culo de la mujer. Pero a esto la mujer no presentó ninguna queja.

Betzy seguía observando la escena con detenimiento, mientras se preguntaba dónde diablos esta su hijo; había comenzado a sospechar que su Javi se internaba en aquella propiedad privada, justamente para espiar a aquellos dos amantes, el problema es que no lo había visto en el jardín, y la puerta abierta le hacía sospechar que el muchacho estaba dentro de la casa, y justamente esto último, era lo que más le preocupaba.

De repente la mujer pareció recordar algo y miró hacia la puerta de la habitación que estaba abierta, y mencionó algo de manera breve al hombre; mientras lo miraba con una actitud de seriedad; y luego ella misma despegó al hombre de su vagina con sus manos, y con un movimiento de su pelvis hacía atrás, el hombre pareció decepcionado pero en vez de intentar volver a meter su lengua en el coño de aquella culona, y aún sujetando sus nalgas enormes; pareció entender la situación, luego dijo algo con lo que pareció darle la razón a la mujer, se incorporó, y entonces ambos caminaron de la mano y salieron de la habitación; por la puerta que había en la pared del fondo.

Betzy no había escuchado de aquella conversación más que fragmentos o partes inconexas, y es que los enamorados parecían hablar muy bajito adrede. Pero a esto no le dio importancia, lo que ella quería era ver a su hijo aparecer en el jardín para de inmediato llevarlo a casa. Pero en cuanto observó a la pareja salir de la habitación, tuvo miedo por su hijo y por ella. Se quedó allí sin saber que hacer, temía que la pareja o alguno de los dos subiera por las escaleras cuya puerta estaba abierta; realmente no quería ser descubierta. Además, no estaba segura de cuántas personas estaban realmente en aquella casa, quizá había más gente arriba. Y entonces la desesperación la invadió y puede decirse que la dejó completamente paralizada.

Fue en ese momento cuando escuchó aquel grito, fue un grito de auténtico terror que le heló la sangre y la puso al borde de un colapso nervioso. Se había originado desde dentro de la casa, y había venido según Betzy de la habitación más allá, de aquella por cuyo umbral la pareja había salido. No había duda, había sido una mujer la que gritaba, y no pasó más de un segundo cuando escuchó con toda claridad la misma voz femenina decir, o mejor dicho gritar:

¡Quién es usted, que hace aquí!

Y casi de inmediato vio a la mujer regresar corriendo hasta dentro de la habitación, y de manera rápida cerrar de un portazo, para luego y a la misma velocidad poner el seguro por dentro.

¡Su hijo había sido descubierto sin duda!

No dijo nada ni trató de hablar con la mujer por los ventanales abiertos, por el contrario se levantó rápidamente y bajó como pudo las escaleras. Sólo para encontrarse con que la maldita puerta ¡Estaba completamente cerrada!

Forcejeo con la puerta, pero nada, estaba bien cerrada desde dentro. Después dio un golpe seco sobre ella, para descargar parte de su desespero y frustración; y de inmediato volvió a su puesto anterior, para ver qué pasaba en el lugar desde la única perspectiva posible.

Iba a gritarle a la mujer para que ella supiera que estaba allí, la culona estaba cerca del lado de los ventanales y de espaldas a Betzy, pero entonces un estruendo poderoso resonó en la habitación, y la hizo seguir guardando silencio; y Betzy completamente azorada vio como un sector de la puerta cerrada de la habitación, se había quebrado hacia adentro en su parte alta. Como si hubiese recibido un hachazo, efectuado con un arma sujetada con ambas manos; pero cuando miró fijamente a la puerta, sólo vio un puño y su correspondiente brazo, saliendo por el agujero que se había creado con el golpe, después aquel brazo buscó con el puño, encontró y quitó el seguro de la puerta, y abrió de inmediato la puerta.

Ya desde antes de que se revelara quien había hecho tal daño a la puerta para entrar, Betzy sabía que no podía tratarse de su hijo. Pero lo que no dejaba de sorprenderla, era el hecho de que aquel hombre hubiese usado nada más que un puñetazo para romper y atravesar aquella puerta, la cual se veía bastante resistente según Betzy.

El hombre por cierto, era el mismo de la máscara, el mismo que minutos antes había estado chupando el coño de la mujer y deleitándose con su culo.

En cuanto la mujer lo vio acercarse a ella, de inmediato intentó evadirse, aprovechando lo espacioso de la habitación, la mujer brincó a la cama y luego corrió, pero antes de que lograra alcanzar la salida, el hombre saltó tras ella con una velocidad impresionante y la derribó en el suelo. La mujer se resistía y lanzaba golpes y patadas o rodillazos contra él, mientras él la levantaba del suelo, pero el hombre parecía inmune a aquellos golpes secos, y Betzy casi se desmaya, cuando vio al enmascarado lanzar a la mujer hacia la cama. Y es que lo había hecho con una facilidad tremenda, tomándola por la cintura y después lanzándola como si solo fuese un maniquí, después de otro salto rápido y preciso cayó sobre ella en la cama, la inmovilizó por las piernas presionando las suyas contra las de ellas a cierta altura, y luego y a pesar de sus manoteos y golpes, él la abofeteó una, dos, y hasta tres veces, con fuerza excesiva.

Entonces la hembra dejó de luchar, y pareció quedar aturdida y después de un segundo perdió el conocimiento; cosa que el hombre aprovechó para comenzar a besarla lascivamente, en la boca, en el cuello y en las tetas, y finalmente le abrió las piernas, y la penetró casi de un solo golpe hasta el fondo. La mujer ya no se resistía, al parecer estaba totalmente inconsciente, por lo mismo ya no lanzaba golpes ni patadas. El tipo había comenzado a bombear muy rápida y furiosamente, y lanzaba gemidos de placer y risitas burlonas, mientras la tenía tomada por los tobillos y le decía que era una puta, poseyendola brutalmente y muy a gusto.

Después de un rato la mujer pareció recobrar parcialmente el sentido, y comenzó a mover la cabeza a un lado y a otro, finalmente y ya recuperada, la levantó tanco como pudo y miró hacia su pubis, como para tratar de observar el pene que la poseía, entrando y saliendo tan salvajemente de su vagina. Luego y para asombro de Betzy, ella misma lanzó una risita complaciente y satisfecha, dejando descansar de nuevo su cabeza sobre la cama; y a los pocos segundos, puso sus manos, una en cada nalga del hombre, para facilitar y apoyar una penetración lo más profunda y ruda posible, y no tardó en comenzar a gemir de placer también ella, con los ojos cerrados y una sonrisa en el rostro.

Aquello que había sucedido y estaba sucediendo aún, la dentista lo había disfrutado desde el inicio y lo seguiría disfrutando a tope hasta terminar. Betzy por su parte estaba estupefacta, tanto que no se había dado cuenta todavía, que también su vagina había comenzado a lubricar.
 
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RichardVelard

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He tenido que editar un poco, para corregir algunos pequeños sectores en este relato, dado que no me había gustado como quedaron. Una disculpa.
 
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