LA FÓRMULA DE KRANTZ PARTE III

RichardVelard

Virgen
Registrado
Ene 9, 2022
Mensajes
25
Likes Recibidos
41
Puntos
13
LA FÓRMULA DE KRANTZ

PARTE III

La de Brisia era una familia moderna, además de feliz y muy unida; estaba compuesta por cuatro personas incluyéndola a ella: Bernardo el padre acababa de cumplir cincuenta y siete años, Lorena la madre tenía treinta y cinco, Tania la hija y hermana mayor dieciocho, y Brisia por su parte contaba ya con quince primaveras.

Los García Loyo vivían en un barrio de clase media, ubicado si no en la periferia de la ciudad, sí en un punto algo alejado con respecto al centro de aquella urbe. Allí habían llegado hacía cosa de unos doce años, habiendo adquirido el padre una propiedad que ya estaba edificada, y que había sido habitada por los dueños originales durante bastante tiempo; pero que, a pesar de todo era finalmente una casa propia; y además de ello el lugar se encontraba mayormente en buenas condiciones.

Justamente de allí salieron aquella mañana fría, en la que caía una lluvia finísima pero pertinaz, para dirigirse a una casa de descanso particular, que se hallaba en un pequeño poblado ubicado casi adjunto a la ciudad donde vivían. Casa que era propiedad del hombre para quien Brisia trabajaba, en un empleo de medio tiempo entre semana, y por el cual la estudiante de preparatoria recibía un muy buen salario; con el que podía apoyar en buena medida al gasto familiar. En realidad la situación era inmejorable, ya que aquel trabajo consistía en solamente tres horas diarias de martes a sábado, realizando actividades sencillas como contestar el teléfono o utilizar las redes sociales para dar determinada información; y además durante ese mismo periodo Brisia podía por momentos, estudiar o comenzar los encargos escolares. Los cuales por lo regular finalizaba en su domicilio. De manera que aquel empleo, si bien no le dejaba mucho tiempo libre, no afectaba sus estudios y era en beneficio de todos los integrantes de la familia.

Los padres de Brisia y su hermana no conocían al mago Yerom, salvo por lo que la misma Brisia les había contado, y por las imágenes y videos de las redes sociales; desde las que el mencionado se presentaba ofreciendo su trabajo. Yerom era el típico animador de fiestas infantiles, tenía relativamente poco tiempo de haber llegado a la ciudad, y según Brisia se había hecho rápidamente de una muy buena reputación, entre la gente que buscaba algún servicio de entretenimiento particular de fin de semana; para celebrar a sus pequeños en sus cumpleaños o en alguna fiesta por algún otro motivo.

Fue justamente cuando Brisia llevaba ya un mes y una semana, trabajando para Yerom en sus oficinas; que le informó a los integrantes de su familia, que aquel ilusionista profesional, estaría encantado de recibirlos en su casa de descanso por todo un fin de semana; aprovechando que precisamente en una fecha que se avecinaba, el mago no iba a realizar presentaciones en ningún lugar, sino que iba a tomarse un lapso de reposo y esparcimiento en su tranquila morada campestre.

A los padres de Brisia les sorprendió un poco aquella invitación, pero de inmediato Brisia les hizo ver que, Yerom buen mago y todo era nuevo en aquella ciudad, no tenía más que unos seis meses en ella, y su esposa e hijos se encontraban prácticamente al otro lado del país. Y por cuestión de circunstancias, una visita no era muy probable a corto plazo; de manera que Yerom se encontraba solo en la ciudad, con apenas unos cuantos conocidos; y con ánimo de convivir, en este caso con los parientes de su eficiente empleada adolescente. Aunque sólo fuese un fin de semana, además aquella reunión serviría, para que el jefe y los padres de Brisia se conocieran personalmente.

Después de aquella explicación los padres de aquella adolescente despierta y alegre, de piel morena clara y con unos hermosos ojos cafés, que tanto ella como Tania habían heredado de la madre, no pudieron poner mayor objeción a aquella invitación, de manera que tras dialogar entre ellos, acabaron aceptando.

Lo que ninguno de los otros tres integrantes de la familia sabía, era que tanto Brisia como Yerom tenían otros motivos, para buscar reunirlos a todos en aquella casa por todo un fin de semana. Y que aquella estancia sería no sólo de interesante y amena charla, aderezada por los mejores trucos de Yerom; sino que, verían y vivirían cosas verdaderamente sorprendentes, inesperadas y... sumamente excitantes. Sí, aquel fin de semana sería inolvidable para todos, deliciosamente placentero.

Gracias a Yerom y a su magia, la familia de Brisia tendría su primera orgía sexual y lo disfrutarían a tope, casi sin inhibiciones después de cierto punto de comenzado aquello. Y después de terminar aquel fin de semana, saldrían de aquel lugar verdaderamente encantados.

***​

Toda aquella aventura sexual para la familia García Loyo, puede decirse que tuvo su prólogo cuando Brisia se topó con su antigua compañera de clase en la escuela secundaria. Ocasionalmente ella y Susana Elizabeth se encontraban al tomar el bus; de hecho iban a la misma escuela preparatoria, pero en diferente turno. Por lo cual se entiende que como una iba y la otra venía, aquello no pasaba de un saludo fugaz cada encuentro. Pero en una ocasión coincidieron en un lugar distinto y con suficiente tiempo como para sostener una charla lo bastante extensa; y así Susana se enteró de que Brisia y los suyos pasaba por algunas apuraciones económicas, lo cual a decir verdad no era algo desconocido para ninguna de las dos familias, ni la de Susana ni la de Brisia. Pero en esta ocasión y por cierta combinación de circunstancias, las cosas parecían empeorar y la mala situación comenzaba a ser preocupante para todos.

Fue justo entonces que Susana en una actitud comprensiva y solidaria, dijo que lamentaba aquello, y después se quedó un rato en silencio como pensando en alguna forma de ayudar.

Después de eso mencionó a Brisia de una posibilidad que, si no resolvería el problema, quizá serviría de mucho. Se trataba de un trabajo de medio tiempo y bien remunerado; y no sólo era un consejo, la misma Susana sabía dónde su amiga podía conseguirlo, sólo bastaría que Brisia estuviera dispuesta y que los padres dieran su anuencia.

—Pero ¿Dónde sería ese trabajo y de que se trata? —dijo Brisia con una expresión de duda e incredulidad.

—Como asistente de un animador de fiestas, en sus oficinas, yo trabajo allí de medio tiempo y está genial, el ambiente y el pago son muy buenos. Yo misma puedo asesorarte hasta que aprendas tus funciones —respondió Susana con una amplia sonrisa.

Apenas una semana y dos días después de aquello Brisia se presentó con aquel mago y animador, y un día después ya estaba laborando allí, siendo asesorada en todas sus ocupaciones por la misma Susana.

Y al poco de laborar en el lugar, Brisia ya no tenía ninguna duda, de que aquel encuentro con Susana había sido un verdadero salvavidas financiero; para ella y su familia. Y además las facilidades dadas por Yerom y el ambiente de trabajo eran verdaderamente inmejorables; tal como Susana le había dicho. No obstante, hubo algo para lo que ella no estaba preparada, y que la dejó impresionada e incapaz de saber como reaccionar durante varios segundos. Hasta que la misma Susana la sacó de su estupefacción y desconcierto.

Fue en el inicio de su segunda semana laboral, Brisia llegó y abrió la puerta de las oficinas de Yerom, ubicadas en el cuarto y último piso de aquel edificio, lo hizo con su propia llave, la que Yerom le había dado desde el primer día en que empezó a laborar allí. Como una muestra de confianza absoluta para con ella, y por ser recomendada de Susana.

Dentro no vio a nadie, aun así saludó, pero no escuchó respuesta ni ningún sonido desde el privado de Yerom. La puerta de dicho privado se encontraba cerrada, pero esto no se le hizo raro. Puso sus cosas en el pequeño escritorio que ella y Susana compartían y después encendió el ordenador portátil, y acto seguido revisó si había mensajes en la contestadora.

Después de un rato estaba ya realizando sus actividades normales con el portátil, e iba a servirse un poco de café, pero justo entonces comenzó a percibir una sensación extraña, inusual.

De un momento a otro tuvo la sensación de que algo había alterado la atmosfera del lugar, de manera muy sutil, pero la había alterado. Y ella fue consciente del hecho casi al instante de que este sucedía.

Pero, y aunque reaccionó rápidamente y miró a su alrededor, tratando de averiguar qué era lo que había pasado exactamente, o mejor dicho qué era lo que estaba pasando. No pudo encontrar ni el origen de aquello, ni en qué consistía en concreto el cambio o anomalía. Y aun así para aquel momento, Brisia no tenía ninguna duda, ella estaba completamente segura de que algo ocurría en el lugar, y de que se salía por completo de lo común y lo habitual. De manera que se puso de pie de inmediato y aguzó los oídos; incluso usó el sentido del olfato buscando algún aroma específico y desconocido, que no tuviera razón de ser en el lugar, pero el hecho es que no lo encontró. Y esto aumentó todavía más su inquietud.

Lo más que consiguió fue comenzar a reflexionar y a cuestionarse mentalmente.

Nunca antes había experimentado aquel fenómeno, ni en la oficina ni en ningún otro lugar, lo cierto es que tampoco en ningún momento de su vida. No es que la sensación fuese desagradable en sí misma, de hecho no lo era; pero para Brisia era un hecho que algo flotaba en el ambiente del lugar, y que estaba produciendo algún tipo de modificación en la oficina. Y que además ese algo invisible la alcanzaba directamente, modificándola también a ella misma, en su persona, en su ser. De repente sintió un cosquilleo en su piel que la recorrió por todo su cuerpo de ida y vuelta, fue como el equivalente de un escalofrío, pero con la pequeña diferencia de que fue sumamente agradable, y se sintió delicioso en partes muy específicas de su delgado y hermoso cuerpo de adolescente.

Notó que su ritmo cardiaco se aceleraba, pero sin que ello le produjera asomos de pánico. No, no estaba preocupada para nada, era un hecho que seguía alerta, pero para esos momentos y por encima de ella, la dominaban dos sensaciones que aumentaban rápidamente: la curiosidad y la necesidad casi biológica por descubrir el origen de todo aquello.

Comenzó a andar por toda la amplia y bien amueblada habitación; y justo al pasar cerca de los sillones de piel en que se recibía a las visitas, las cuales por lo regular eran clientes o prospectos de clientes, fue que descubrió detrás de uno de ellos, como si estuvieran ocultas, pero sin estarlo tanto, la mochila y algunas otras pertenencias de su amiga Susana.

¿De manera que ella seguía allí entonces?

¿No había acudido a la escuela por alguna razón des conocida?

Lo más probable es que estuviese en alguno de los dos privados que había allí. Quizá estaba de algún modo jugándole una broma; claro que aunque esto fuera cierto; Susana todavía tendría que aclarar y explicarle, cómo diablos había hecho para ser capaz de producir aquel cambio en la atmosfera del lugar. Pero sobre todo en el cuerpo de la misma Brisia, y más en particular en sus zonas erógenas. Porque lo cierto es que ya para ese instante, ella no tenía ninguna duda de lo que le sucedía, Brisia sin buscarlo estaba excitada sexualmente, en una fase inicial pero lo estaba, sus pezones y su coño no le dejaban lugar a dudas.

Cómo es que fue directamente al privado de Yerom en vez de ir al contiguo, es algo que ella no supo explicarse en aquel momento. El caso es que se dirigió allí con paso firme y decidido. Y con esa misma seguridad, abrió la puerta de golpe y sin dudar e ingresó allí.

Fue justo entonces que los vio, y se detuvo y se quedó como petrificada, después de avanzar apenas unos cuantos pasos dentro de la habitación.

Brisia quedó estupefacta.

Así de increíble, asombrosa y sorprendente le resultó aquella escena. Y durante muchos segundos que le parecieron toda una eternidad, se quedó allí como una estatua, sin ser capaz de accionar de ningún modo ni emitir ningún sonido. Sólo se quedó totalmente quieta, con los ojos grandes como platos y la boca entreabierta.

Lo cierto es que sólo esperaba ver a Susana, quizá sonriendo con aire de broma, pero Yerom también estaba allí. Y qué manera de estar justo detrás de ella.

Susana estaba todavía con el uniforme escolar puesto, de colores gris en la falda, blanco en la blusa y rojo en el chaleco. Aquella dulce quinceañera tenía los ojos bien cerrados lo mismo que Yerom. Y al igual que él tenía también una expresión de total satisfacción y placer en el rostro.

Susana era quizá demasiado bajita para su edad, pero muy bien formada, con un culito firme, y apretado; y con unas tetas medianas pero macizas y muy lindas, que revelaban que ya era toda una mujercita. Era de piel blanca y tenía un rostro redondo y angelical, con unos labios gruesos y excitantes de manera natural. Su dentadura era blanquísima y perfectamente alineada; tenía una frente amplia, lo mismo que sus pómulos un poco salientes y una naricita adorable. Sus cejas eran finas, y su cabello medianamente largo era castaño y ondulado. En pocas palabras era una adolescente exquisita y deseable por donde se le viera. Y justamente en esos momentos Yerom estaba disfrutando de ella. Y ella también lo disfrutaba a juzgar por su expresión.

Susana estaba con el torso flexionado hacia adelante, tenía la falda escolar totalmente levantada y enrollada en la cintura, para que no estorbase en lo más mínimo, de manera que su culo lucía obscena y retadoramente al aire, echado hacia atrás y hacia arriba tanto como fuera posible. Aquella colegiala tenía sus manos de uñas rojas apoyadas sobre el escritorio de Yerom; ambos se encontraban ubicados en el extremo izquierdo de aquel mueble. Y Yerom estaba bien pegado a ella a la altura de su culo adolescente, mientras la aferraba firmemente por los hombros; curiosamente esto pasaba, sin que ninguno de los dos hiciera el más mínimo movimiento.

Era evidente para Brisia que Yerom estaba completamente dentro de su amiga.

Sí, aquella quinceañera bajita, de piernas bien torneadas y con una relación de noviazgo firme y duradera, estaba recibiendo en su concha maravillosa y adolescente todo lo largo del miembro de Yerom. Y la expresión de felicidad sexual de los rostros de ambos era plena y total, sin cambios desde que Brisia había abierto la puerta.

No había lugar a dudas, ambos estaban disfrutando de aquella cópula sin ningún tipo de culpa y resquemor, y no parecían haber notado el ruido de la puerta al abrirse de golpe. En aquellos momentos esos dos no eran un hombre casado y de cuarenta y tantos años, y una adolescente fiel y monógama, con una relación estable con un muchacho de su misma edad, relación que según Susana le había confiado a Brisia terminaría en matrimonio. Eran simplemente una pareja disfrutando de una sesión de sexo rico y caliente.

—¡Perdón! No sabía que estaban aquí —atinó a decir finalmente, después de casi un minuto de estar pasmada antes aquella escena sexual, con la que no esperaba encontrarse.

Como única respuesta Yerom sólo emitió un sonido gutural, que pareció más bien provocado por el inmenso placer de estar bien metido hasta el fondo, en la jugosa cueva de Susana, que propiamente una respuesta.

Susana en cambio, y después de abrir sus labios para emitir un largo suspiro de goce, finalmente dijo entreabriendo los ojos:

—Ah. Eres tú Bris, no… no te preocupes, apenas estamos empezando, Yerom está reforzando aaaahh el… el hechizo… —durante un momento se interrumpió y volvió a cerrar los ojos con el rostro completamente descompuesto por el placer, y luego tratando de controlarse, pero sin lograrlo por completo, alcanzó a decir—: puedes quedarte o esperar afuera, no hay pro… mmmmm

No pudo completar la frase, porque justo en ese momento, Yerom la sujetó con más fuerza, apretando casi con furia sus hombros, y comenzó a embestirla desde atrás, con bombeos rápidos y durísimos, sostenidos, sin ningún tipo de miramiento o delicadeza.

Como respuesta a aquellos embates bestiales, Susana levantó el rostro con orgullo, sin deshacer ni un milímetro la posición en que Yerom la tenía, y sus dientes blanquísimos se dejaron ver en una sonrisa total, Brisia pudo ver a su amiga feliz en grado extremo, a un nivel de plenitud como nunca la había visto antes, y todo por el hecho de estar siendo penetrada de aquella manera tan ruda. Y cuando Yerom se detuvo por un segundo después de lanzarse hacía ella; en una embestida brutal y despiadada, tan violenta que casi pareció que iba a lanzar a Susana por encima del escritorio. E inmediatamente después de ello, dio una nalgada fortísima, sonora y agresiva contra su culo. Pero en vez de protestar y aún con los ojos cerrados; Susana solamente siguió sonriendo, y luego lanzó una carcajada que resonó con fuerza en toda la habitación, estaba encantada de ser montada así por Yerom, sí, ella realmente lo estaba disfrutando. Tanto como el mismo Yerom por poseerla de esa manera.

Brisia no pudo contenerse más, y lanzó también un gemido de placer que se escuchó perfectamente en la habitación, ante aquella escena de sexo rudo, tan genuina y tan ardiente que estaba presenciando. De repente se dio cuenta de cuán mojada y encharcada estaba también ella en su entrepierna, por el sólo hecho de estar de mirona en aquel privado, y luego y mientras Yerom retomaba los violentos bombeos dentro de Susana. Casi sin pensar en el lugar o la situación, y sin importarle nada, se metió ella misma la mano por debajo de su falda, y moviendo un poco sus bragas alcanzó su propio coño ardiente y ávido de placer, y sin ningún pudor comenzó a masturbarse frenéticamente.

Ni Susana ni Yerom la censuraron por eso.

Entonces los gemidos de los tres comenzaron a inundar la habitación, y a confundirse en una única e inmensa oleada de placer. Aquello era realmente maravilloso y Brisia sentía que alucinaba.

—¡Dale más fuerte Yerom! —dijo Brisia en un frenesí sexual que la dominaba por completo. Y que le hacía temblar las piernas. Mientras se dedeaba cada vez más violentamente a falta de un pene adicional en el lugar. Estaba en el colmo del delirio erótico.

—¡Sí, sí, más fuerte! ¡Rómpeme el coño! —gritó inmediatamente Susana casi sollozando pero de placer.

Yerom al escuchar eso sonrió también y pasando a sujetar a Susana por la cintura, siguió aquella brutal penetración.

—¡Sí! —gritó el mago, con el rostro desbordante de alegría y de placer— pero también voy a romperte el culo, y quiero que Brisia vea como lo hago, la quiero en primera fila, justo bajo mis bolas, para que vea como penetro tu culito apretado y delicioso hasta el fondo.

Aquello último que dijo Yerom fue demasiado para Brisia, y aumentó sus dedeos, completamente loca de placer, mientras veía a Yerom coger a Susana, de esa manera tan brutal como deliciosa.

Después de un lapso que no fue realmente muy largo, finalmente comenzó a venirse, sus gemidos y gritos fueron incluso más fuertes y sonoros que los de Susana y Yerom, y sus piernas se doblaron mientras un orgasmo como nunca antes había experimentado comenzaba a llegarle. Como pudo alcanzó a atenuar su caída y finalmente quedó acostada boca arriba sobre el alfombrado suelo, mientras seguía disfrutando todo aquello. Su orgasmo aún continuaba y era riquísimo.

—¡Ahora estás bajo el hechizo tú también! —escuchó decir a Susana entre risas, y aunque no supo exactamente a qué se refería su amiga al decir aquello. No tuvo duda de que en efecto lo estaba, su excitación extrema y sus propios jugos vaginales así se lo indicaban.
 
Última edición:
Arriba Pie