LA "FÓRMULA" DE KRANTZ (PARTE I)

RichardVelard

Virgen
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Ene 9, 2022
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LA FÓRMULA DE KRANTZ

PARTE I

Eran las nueve de la noche con cuarenta minutos, y afuera hacía frio.

La luz de el recibidor estaba encendida, Nancy acababa de cerrar la puerta de su domicilio después de haber entrado; y se alegró de haberlo hecho antes de que la lluvia que había comenzado a caer se soltase con más fuerza; para ella era obvio que esto sucedería de un momento a otro. Una vez dentro puso la maleta en el suelo, y se despojó de inmediato del suéter que llevaba puesto, colocándolo en el perchero. La temperatura al interior era agradable, de manera que aquella prenda era innecesaria. Nancy que era una mujer de treinta y cuatro años, suspiró con alivio por estar de vuelta en casa, y luego se dirigió al sanitario con paso lento y seguro.

Aquel día era viernes y le había resultado agotador, y esto a pesar de que Nancy era por naturaleza una mujer entusiasta y llena de energía. Ella al igual que su hija era una mujer proactiva, alegre, decidida; la viva imagen de lo que suele llamarse una mujer empoderada. Desde un día antes había pedido permiso para ausentarse de su trabajo y se le había concedido, y desde muy temprano aquel día ella y su hijo Leonardo habían salido de casa bien cargados de cosas. Luego tomaron un bus foráneo para trasladarse desde la ciudad, a una pequeña población a unos cuarenta minutos de distancia; para visitar a su hermana y a la familia de esta.

Convivieron todo el día pero no sólo en casa, sino que también salieron a una pequeña excursión y realizaron otras actividades. Todo ello había sido muy divertido desde luego, siempre lo era en aquellas visitas. Pero realizar tantas cosas en un día había sido bastante pesado. Además la posterior descompostura del bus que la traía de regreso, había hecho que Nancy llegase hasta su domicilio mucho más tarde de lo planeado. Como sea, ella se alegró de haber dejado allá a su hijo de nueve años, para que pasara todo el fin de semana; pues sabía que Leo se divertiría de lo lindo con sus primos y sus tíos.

Cuando salió del cuarto de baño ya llevaba el pelo suelto. Su sedoso cabello rizado le llegaba hasta el cuello. Nancy era una mujer de cejas finísimas y su mirada era firme y directa, sincera. Su nariz y sus labios eran discretos y bien definidos. Todo ello enmarcado en un rostro cuadrado y que se ovalaba un poco en la zona del mentón. Aquel era el rostro de una MILF natural, sin botox ni modificaciones artificiales de ningún tipo.

En cuanto a su cuerpo; su trasero no era enorme, pero era un culito lindo y bien trazado eso sí. Y lo mismo podría decirse de sus caderas. Comparativamente su busto era el que destacaba. Nancy era bastante tetona, no exageradamente tetona, pero lo era. Y por lo mismo ella solía usar vestidos escotados en las reuniones sociales para resaltar ese atributo; claro que siempre con la elegancia que le caracterizaba, pues era el tipo de señora que nunca busca enseñar de más. Su estatura era media al igual que la de su hija Katia de dieciséis años. A quien por lo regular todos en la familia solían llamar Katy.

La casa era de una sola planta; y a su recámara se llegaba después de entrar por un pequeño pasillo, y estaba ubicada al final del mismo. Pero Nancy como por vieja costumbre, se detuvo antes; justo frente a la puerta de la habitación de su hija, y puso atención para tratar de escuchar si se oía música o algún sonido del otro lado. Las luces de aquel pasillo siempre estaban iluminadas por las noches. Y mientras estaba allí detenida, aprovechó para despojarse de los pendientes que llevaba puestos. Después de ese brevísimo lapso se dirigió a su propia habitación.

La lluvia había comenzado a caer con fuerza desde el momento en que estaba en el sanitario. Y ahora era un auténtico diluvio el que se dejaba sentir sobre el techo de la casa.

Cuando llegó hasta la puerta de su propia alcoba y al igual que había sucedido frente a la de su hija, tampoco escuchó nada. Pero cuando la abrió, la alcoba misma reveló lo que estaba sucediendo, y que nadie dentro de aquella habitación estaba dormido o simplemente recostado.

En cuanto a lo de que la puerta estando cerrada no dejara pasar ningún sonido; esto no era nada extraño para Nancy. Su pareja había mandado construir una puerta casi idéntica a la que había originalmente, pero mucho más sólida y pesada, y que junto con el marco correspondiente y algunas otras modificaciones, no dejaba escapar ni el más mínimo sonido al exterior estando cerrada. Pero ahora que Nancy la había abierto, tanto los sonidos como la imagen de lo que sucedía dentro eran crudos y directos. Aquellos eran los inconfundibles gemidos y jadeos de una cópula tremenda.

La luz del techo estaba apagada, pero había un par de lámparas de mesa en lugares estratégicos de la habitación; y que iluminaban tenuemente la enorme cama King Size que había en la alcoba. Los gritos y los gemidos de placer eran de su hija, que estaba acostada boca arriba al centro de la cama, y los jadeos, eran del hombre que estaba encima de ella, poseyéndola con vehemencia. Con pasión sexual desenfrenada.

Katy tenía un gran parecido de rostro con su mami, y su cabello era un poco más largo que el de ella. También era de un cuerpo más grueso, sus caderas estaban un poco cargadas, sin que por ello se perdiera su clásica ondulación femenina. Y a diferencia de su madre, tenía un culo de muy buen tamaño y las mismas tetas grandes de Nancy. Sus piernas eran deliciosas y firmes.

Gregorio la tenía patas arriba, y la bombeaba a gusto, con fuerza y sin ningún tipo de miramiento. De manera que las embestidas eran feroces, y se podía escuchar aquel sonido de golpeteo tremendo, repetido en vaivén contra las nalgas de aquella hermosura, de aquella jovencita alegre y parlanchina, deliciosa. La muchachita de la familia.

Pero la hija de Nancy en el colmo del placer sexual no pedía ninguna tregua, sino que al contrario gemía y pedía por más y más. Ninguno de los dos pareció darse cuenta de que Nancy acababa de abrir la puerta; o si lo hicieron no le dieron ni la más mínima importancia. Tan concentrados estaban, uno en bombear y la otra en abrirse bien y dejarse llevar, para facilitar la penetración hasta el fondo de su coño apretado y juvenil.

—¡Rómpeme la concha mi amor! ¡Así, así! Aaaahhh… —escuchó decir a su hija, su voz desesperada parecía casi al borde del llanto, pero por tanto disfrute sexual.

Nancy incluso notó, como las manos de su hija aferraban las nalgas de Gregorio con fuerza. Y cuando antes de cerrar la puerta, dio las buenas noches a la pareja en la cama, pudo ver claramente como su hija enterraba las uñas en aquellas nalgas. Como si temiera que sólo por aquel saludo, el pene de su padrastro fuera a escapársele de dentro suyo, para buscar entrar de inmediato en la vagina de su madre, o más bien en cualquiera de sus agujeros sexuales.

Pero Nancy no lo tomó a mal; también ella actuaba así a veces en medio de aquellas intensas sesiones de sexo caliente; en las que Gregorio su esposo y padrastro de Katy, subía a madre e hija a la cama. Para disfrutar y disponer de ellas a su antojo y conveniencia. Haciéndolas bramar de placer y siempre asegurándose de dejarlas satisfechas a las dos, tal como ellas se lo merecían. Esto último la misma Nancy tenía que reconocerlo; en medio de aquel enorme disfrute que le daba saber que estaba culeando a madre e hija, aquel hombre no sólo buscaba su satisfacción, sino la de las dos hembras que tenía sólo para él en aquella cama. Y eso ellas lo valoraban sobre manera, aquel hombre realmente las deseaba, las adoraba.

Cuando se subió a la cama para acostarse junto a ellos, Nancy ya iba únicamente con un camisón transparente. Pero inmediatamente Gregorio hizo que se lo quitara, y aprovecho para manosearle el culo morbosamente. Estrujando sus nalgas con fuerza, con lascivia; él buscó los labios de la madre, y ella no dudo en entregárselos de inmediato, sin condición. El beso fue lento y prolongado, sexual y amoroso.

Entonces ambos oyeron quejarse a Katy con un sonido casi infantil.

—Calma princesa —dijo Nancy a su hija, mirándola como mira una madre comprensiva, conciliadora—, no voy a quitarte el dulce, ese dulce de caramelo macizo que tienes entre las piernas, va a seguir allí.

Ambos miraron a Katy, ella estaba sonriendo, mientras tomaba aire. Sus facciones reflejaban alegría y satisfacción plenas.

—Es que dejó de bombear por besarte mamá, y eso no se hace —reclamó la hija dulcemente.

—Bueno, ahora reinicia el bombeo —dijo la mamá.

Y aprovechando que la hija había pasado a sujetar a Gregorio por la espalda baja, dio una sonora nalgada a su esposo, que de inmediato comenzó a embestir de nuevo. Pero esta vez lo hizo de una manera más lenta, pausada, dándose tiempo para moverse dentro de la hija con rotaciones y no sólo con bombeos. Lo cual le indicó a Nancy que Gregorio había llegado al punto en que estaba cerca de venirse, y estaba intentando retrasar la eyaculación tanto como le fuera posible, para disfrutar todavía más de tener prendida a su hija.

Y los gemidos de Katy no tardaron en volver a escucharse, pero esta vez eran más medidos, acordes a aquella penetración sexual, a la que estaba siendo sometida su deliciosa y encharcada vagina. Para la madre era obvio que su hija ya se había venido en más de una ocasión durante aquella sesión de sexo duro y caliente.

—Oooohh, estás tan apretada Katy —dijo alegremente el hombre, y besó con ansia sexual a su hijastra, y después metió la lengua en su boca, como si quisiera penetrarla de dos maneras a la vez y no sólo de una. La hija al igual que la madre respondió de inmediato, dejándose besar primero y luego dando entrada en su boca a aquella lengua, sin presentar ninguna objeción. La madre observó la escena con mirada complaciente, sin escandalizarse. Le encantaba ver a su hija feliz y realizada.

—Odio arruinarles la velada chicos, pero creo que tenemos un problema —dijo la mujer madura después de un rato.

Antes de que uno de los otros dos añadiera algo; ambos estuvieron enfrascados en un duelo de lenguas delicioso, que acabó en risas mutuas, y luego de ello, Gregorio empezó a imprimir mayor ritmo y determinación a la penetración, y preguntó de paso a su mujer a qué se refería.

—Es Itzel, ha estado haciendo muchas preguntas otra vez; supongo que sospecha que algo inusual sucede aquí, y está tratando de averiguar qué es. Incluso se dio cuenta por ella misma, que en los últimos meses Leo ha estado cada vez más fuera de casa, para estar en algún otro lugar los fines de semana. Y eso le ha llamado mucho la atención. La verdad es que estoy bastante preocupada.

—Esa amiga tuya es una chismosa de primera —dijo con disgusto la hija, pero sin dejar de disfrutar aquel pene, que otra vez entraba y salía con rapidez de su coño. Gregorio la embestía con fuerza de nuevo, estrellando sus cojones contra sus nalgas, Nancy vio como su esposo e hija gozaban a tope, dejándose llevar por el frenesí amoroso. Ella sabía que de un momento a otro su hombre no podría contenerse más, y su pene acabaría expulsando una buena cantidad de leche, calientísima y a borbotones, hasta el fondo de los ovarios de su hija, que ya estaba más que lista y dispuesta para recibir todo aquel líquido amoroso.

—No te preocupes —dijo Gregorio mientras bombeaba a Katy—, como sea vamos un paso adelante; ya hemos tomado las previsiones suficientes, la casa ya tiene las modificaciones necesarias; como para que podamos estar aquí los fines de semana, con Leo incluido y sin despertar sospechas de ningún tipo, ni siquiera el mismo tu hijo cuando esté aquí podrá notar nada raro.

—No entiendes Greg —dijo Nancy—, Itzel no se detendrá hasta que encuentre algo que deje satisfecha su curiosidad, para este caso no importa que vea que Leo está aquí los fines de semana. Necesitamos por lo menos inventar algo, algo que no sea cierto, pero que le quite de la cabeza el seguir investigando por su cuenta.

Gregorio no contestó nada, se había detenido otra vez. Estaba casi a punto de venirse y trataba de evitarlo a toda costa. Pero…

—Aaahhh —suspiró.

Katy supo de inmediato lo que pasaba, lo sintió en lo profundo de su propio coño.

—Soltaste un chorrito, lo sentí —dijo la hija embelesada, cuyos ojos de tanto placer recibido por aquellas embestidas amorosas, habían comenzado a dejar escapar algunas lágrimas, lágrimas de felicidad y gratitud para con su padrastro.

Nancy aprovechó aquel momento de debilidad del hombre, y adrede preguntó:

—Greg, amor, ¿estás seguro de que no te quedó ni un poquito de esa fórmula que usaste con nosotras? Mira que sería de gran ayuda aplicarla sobre la chismosa de Itzel; de esa manera podríamos resolver el problema de manera definitiva, Greg… dime la verdad ¿No quedó nada?

—Mamá, no ahora —dijo la hija, quien de manera solidaria evitaba hacer el más mínimo movimiento, para impedir que aquel pene dentro de ella comenzara a eyacular de improviso—.

—Na… Nancy. —dijo Gregorio.

—¿Sí Greg? —dijo Nancy, pensando que había logrado finalmente sonsacar aquella información que tanto quería.

Y es que la madre de Katy ya había hecho la misma pregunta en otras ocasiones, pero la respuesta siempre había sido: “No Nancy, no quedó ni un miligramo de la fórmula”. Pero ella no creía que aquella respuesta negativa fuera cierta. Y no dejaba pasar mucho tiempo para volver a preguntar.

—Escucha, mmmm… —dijo Gregorio—, voy a bombear a Katy con fuerza unas cuantas ocasiones más… aaahhh… en cuanto, en… cuanto me detenga y diga “ya” quiero tu lengua ¿Entendiste?

Aquella no era la respuesta que Nancy esperaba con tanta atención, pero aun así comprendió.

—Claro mi amor —dijo, y de inmediato y sin chistar se colocó en posición, quedando justo detrás de su esposo, con su rostro a la altura de sus nalgas, las cuales tomó entre las palmas de las manos y se mantuvo lista y atenta.

Gregorio no soportó mucho tiempo, recomenzó a bombear a Katy con todas sus fuerzas, en repetidas ocasiones, pero que no pasaron de diez. Luego se detuvo, empujando con todo el cuerpo, y clavó la cabeza de su miembro lo más profundo que pudo en la vagina de Katy. La hija de Nancy se estremeció y gimió de nuevo por tanto placer, y entonces el hombre que había logrado encamarlas a ambas gritó:

—¡Ya!

Y Nancy ni tarda ni perezosa, separó las nalgas de su esposo; y comenzó a lamer rápidamente, a lengüetear con verdadera pasión aquel ojo del culo; buscando penetrar con su lengua tan adentro como fuera posible.

¡Siiiiiii! —gritó Katy, feliz de que aquel miembro durísimo comenzara finalmente a palpitar y a llenarla de semen en su vagina adolescente. Nancy por su parte tenía los ojos cerrados, para concentrarse y realizar así un mejor anilingus.

Gregorio deliraba de placer mientras eyaculaba, inundando los ovarios de Katy con chorros y más chorros de leche caliente. Al no usar condón podía sentir al natural la estrechez y los jugos del interior de la hija. Toda la extensión de su pene disfrutaba el apretón de las paredes vaginales de aquella jovencita maravillosa. Y a la vez, su culo recibía la penetración con la lengua de la madre de esa misma jovencita, quien, impúdica y complaciente le realizaba un beso negro con una devoción exquisita, como sólo una mujer enamorada podía hacerlo.

Y pensar que todo se lo debían a un tal señor Krantz y a su fórmula...
 
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draco22

Pajillero
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UFFF muy bueno y excitante ojala continue pronto felicitaciones
 
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