LA FÓRMULA DE KRANTZ IX (PENETRANDO EN EL MISTERIO)

RichardVelard

Virgen
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Ene 9, 2022
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LA FÓRMULA DE KRANTZ PARTE IX

PENETRANDO EN EL MISTERIO

Cuando se despertó se sentía en plena forma, como si nada hubiera pasado, pero aun así se tomó su tiempo, antes de levantarse del piso, Greg revisó que no tuviese ninguna herida que pudiera considerarse de seriedad. En todo caso se había llevado un buen golpe en el hombro derecho, y a la vez, como parte de la primera ocasión que cayó, su cabeza había impactado con el suelo. Y ahora en una de sus sienes, había una zona magullada y dolorida; la cual seguramente presentaría o ya presentaba un moretón. Pero por lo menos no había cortes y sangrado.

Lo primero que hizo después de levantarse, fue confirmar que la vela, aquella vela alucinógena estuviera apagada, y en efecto lo estaba; de manera que prosiguió sus actividades para antes de acostarse, dejando las dos velas sobre la mesa. Y mientras las realizaba, no paraba de preguntarse qué había sido todo aquello, y sobre todo quién pagaría por usar un tipo de droga como aquella. El asunto en vez de aclararse seguía siendo inquietante. El refrigerador seguía movido de su sitio, pero Greg se tomó el tiempo de bajar la trampilla.

Cuando finalmente se acostó seguía planteándose la situación, pero no alcanzaba a encontrar respuestas contundentes. Recordó que según el mismo Pavel le había dicho, Krantz no había pisado nunca aquel local, había tratado directamente con la inmobiliaria que lo rentaba eso sí. Pero el traslado de las cosas a aquel lugar, había sido realizado por una muy afamada empresa de mudanzas, cuyos esforzados y eficientes trabajadores habían acomodado todo, tal y como el gringo lo había dispuesto; supervisados por dos personas de confianza de Krantz. También el mismo Pavel había estado por allí esos días, aunque sólo por unas cuantas horas. La presencia del gringo en todo caso había sido virtual, para supervisar a distancia.

Ya estando en la cama, Greg se preguntó si los trabajadores de la empresa de mudanza, habrían bajado a depositar aquellas cajas en el sótano oculto, pero esto le pareció poco probable tomando en cuenta la situación. Era más factible que, antes de la mudanza, los empleados de confianza hubieran llevado por su cuenta y en un auto particular el refrigerador, para desde ese momento ocultar la entrada; y que después de la mudanza, esos mismos empleados hubiesen bajado al sótano tanto los estantes, así como las cajas con aquellas extrañas velas. Incluso podían haber hecho todo eso desde la primera ocasión, en un solo viaje.

Como para agregar más misterio a la situación, estaba aquel imprevisto de Krantz que le había obligado a volver a USA, de manera tan abrupta que ni siquiera había tenido tiempo de presentarse en persona, en la nueva ubicación de su negocio. Pero entonces ¿Cómo había puesto las cámaras que había arriba? En las habitaciones cerradas con llave, en todo caso debían haber sido sus asistentes.

Era muy irónico que esto de la salida inesperada, fuera lo que había hecho que Greg consiguiera un empleo temporal tan rápido, tanto como que un incidente insignificante, como la caída de una tapa de refresco al suelo, hubiese acabado descubriendo un sitio oculto, del que de otro modo Torres no se hubiese enterado nunca. De manera que el asunto era a la vez, irónico y misterioso. Pero también y por más que Greg se empeñaba, seguía siendo un asunto indescifrable.

Gregorio Torres no era un tipo que creyese en cuestiones sobrenaturales, esotéricas ni nada por el estilo; él era un tipo muy práctico y muy centrado, para él todo debía tener una explicación, sin hechizos ni magia de por medio. Definitivamente no era alguien que se burlase de quienes sí creían en esas cuestiones. Vamos que no era alguien que perdiera su tiempo, en buscar hacer menos las creencias o los pareceres de otros. Eso se lo dejaba a otro tipo de mentalidades.

***​

Cuando se despertó estaban cerca de dar las tres de la mañana, faltaban escasos quince minutos, así lo comprobó al revisar la hora en su celular. Por fortuna no había tenido pesadillas ni sueños raros, ocasionados por los sucesos recientes, en cambio su sueño había sido bastante tranquilo y sin sobresaltos. Pero entonces fue que le vino a la mente aquella sensación, la de que un poco antes de despertar, un aroma había llegado desde algún lugar lejano, alcanzando su olfato entre sueños, y acelerándole un poco el pulso.

Sabía que aquello no era físicamente posible, pero ya bien despierto, tuvo la descabellada idea, de que mientras dormía, una mujer había entrado a la pequeña bodega que le servía de dormitorio, y que dicha mujer sin despertarlo y ni siquiera subir a la cama, había logrado acercar su sexo hasta el rostro del durmiente, dejándole aspirar el delicioso aroma de su vagina.

Se incorporó de golpe y quedó sentado en el camastro, el olor seguía aún allí en sus fosas nasales, no sólo el de la vulva, sino todo ese aroma maravilloso que despide el cuerpo de una mujer por cada poro de su piel, para Greg era demasiado evidente que la mujer estaba allí, agazapada en algún lugar.

No tardó en ponerse los zapatos de descanso, que solía usar por la noche si iba a levantarse; y salió de la bodega y comenzó a buscar a la mujer, la que de algún modo había logrado entrar a aquel lugar, burlando cerrojos que estaban puestos desde dentro.

Lo cierto es que buscó pero lo hizo en vano, caminó por toda la planta baja sin encender la luz, con excepción de la del espacio de la pequeña cocina comedor, lo hizo aprovechando la que llegaba desde las luminarias que había en el exterior, la cual se colaba por entre las persianas de los dos amplios ventanales que daban al frente.

Greg estaba vestido sólo con unos pants y una camiseta, y había llegado casi frente a la puerta de la entrada. Afuera todo era silencio en el callejón. Estaba a punto de dirigirse a las escaleras que llevaban a la planta alta, para revisar también allí; cuando algo lo hizo desistir.

Acababa de revisar su reloj y faltaban cinco minutos para que dieran las tres; fue justo entonces que la vio. O mejor dicho, que vio su silueta acercarse por el lado derecho del callejón; la vio a través de las ventanas frontales, y por entre los pequeños espacios horizontales y simétricos, que dejaban las persianas bajadas, su efigie apareció recortada por la luz artificial del exterior. Y a pesar de que no pudo ver su rostro ni cómo iba vestida, no tuvo duda, aquella era la mujer que su olfato de manera sobrenatural y asombrosa le había anticipado. Fue su olfato quién la detectó primero y desde muy lejos; por eso se había despertado. Y ahora la misteriosa mujer, estaba tocando la puerta del negocio que Greg se encargaba de cuidar.

Fueron tres toquidos, discretos, subrepticios, pero dados con seguridad, y Greg los escuchó perfectamente, por la cercanía conque habían sido emitidos, por el enorme silencio del callejón, y porque resonaron en su mente con una fuerza tremenda.

No fue necesario que los tres toquidos se repitieran, apenas haberlos escuchado la primera vez, Gregorio Torres encendió la luz de aquella sección, se acercó a la puerta, quitó el cerrojo prontamente y se dispuso a abrir.

La mujer dio un brinco de sorpresa, al no ver aparecer la figura de Krantz en el umbral de la puerta y por el lado interior, tal como ella esperaba. Pero no hizo por huir, sino que, a pesar de la sorpresa, se mantuvo firme frente al umbral y miró fijamente Greg. Greg la miró también a ella, directamente a los ojos y casi sin parpadear. Y creyó notar una mezcla extraña de suspicacia y seguridad en sus ojos.
 
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