La ducha grupal con los chicos

panzer626

Virgen
Registrado
Dic 29, 2008
Mensajes
55
Likes Recibidos
38
Puntos
18
La ducha grupal con los chicos

Mi nombre no importa, sólo diré que tengo alrededor de 30 y trabajo en talleres deportivos con chicos y chicas de entre los 12 y los 16, soy bastante atlético y las niñas me encuentran atractivo. Lo que contaré es una anécdota que jamás pensé siquiera que fuera a pasarme, una situación que partió del modo más inocente pero que fue avanzando en cuando a morbo y proporciones.

Era frecuente en mis tiempos de niño que los hombres nos duchásemos juntos, incluso durante el colegio, en educación física, la ducha era obligatoria; nos formábamos y delante del profesor o profesora debíamos desnudarnos por completo para entrar a una ducha común que era un cuarto sin divisiones donde nos duchábamos alrededor de unos 20 chicos, a veces más y otras menos. Habíamos casi 40 en algunas ocasiones si nos tocaba compartir con otro curso, entonces el protocolo era el mismo, con la diferencia de que debíamos desnudarnos en el salón de clases y luego volver a vestirnos. Las chicas nos habían visto muchas veces, incluso en las ocasiones que nos llevaban a nadar, a las niñas se les exigía un traje de baño de una o dos piezas (recatado) cuando a nosotros se nos obligaba nadar completamente desnudos, incluso más de una vez delante de más profesores.

El asunto es que el tema del desnudo jamás fue un tabú durante mi niñez, al punto en que yo veía normal bañarme con los chicos de mi club de atletismo del colegio, en un ambiente de confianza como si yo fuese el hermano mayor. Algunos miraban mi pene con curiosidad por la evidente diferencia de tamaño respecto al desarrollo, y otros tenían sendas erecciones por el hecho de estar desnudos en grupo.

Yo siempre les permití algunas licencias, como por ejemplo tomar refrescos mientras nos bañábamos, incluso los dejaba masturbarse, siempre que lo hicieran de manera discreta. Esto hacia que algunos muchachos encendieran sus hormonas, no por un tema gay, si no que es normal que a esa edad los niños sientan cierta curiosidad por sus cuerpos y los de sus pares y empiecen a comparar (o tocarse) al igual que lo hacen las niñitas, claro que en ellas es hasta lindo verlas caminar tomadas de la mano, que duerman juntas o que se den besitos cerca de los labios.
Nosotros somos alrededor de 12 y apenas cabemos todos juntos en las duchas. Esto ha provocado más de algún roce entre los miembros de los chicos, claro que no nos hacemos problema porque somos concientes de lo pequeño del lugar, así que lo tomamos como algo normal. Esto ha propiciado que en más de una ocasión nos hayamos puesto jabón en la espalda o en el pecho entre nosotros. Yo al ser una figura a la que los chicos admiran, cuando hemos quedado solos, me ayudan a bañarme (como decía, hasta ahí todo iba sin morbo porque no le veía lo malo o sexual) hasta que empecé a tener erecciones que no podía calmar con nada ante el sólo pensamiento de entrar a las duchas con mis pequeños amigos.

Me desnudaba dejando mi estaca recta y dura a toda vista. Cualquiera de los chicos estaba invitado a tocarla si quería. En ocasiones nos masturbábamos todos en grupo y era bastante frecuente pasar a tocar al compañero de al lado. Casi siempre lo hacíamos entre bromas como recordando las tetas de alguna de las chicas que tenían por compañeras de curso.

En este grupo estaba el pequeño Martin, un chico de 13, rubio, muy guapo, quien siempre se quedaba de los últimos, así que me decidí a ver que sucedía y me propuse seducirlo, algo me decía que ese chico cedería ante mí.

Una tarde le pedí que me ayudara a ordenar el gimnasio, así que nos quedamos juntos y nos duchamos solos. Lo tomé de la cintura, él no dijo nada y lo senté en mis piernas en una banca para comenzar a enjabonar su cuerpo de adolescente. Ambos estábamos a full de nerviosos pero era yo quien llevaba la situación; una vez estuvo lleno de jabón por todas partes, él tuvo que hacer lo mismo conmigo. Martin fue tan minucioso como yo para poner jabón en todo mi cuerpo mientras me miraba pidiendo mi aprobación para tocar mis testículos. Yo en cambio, tocaba del cuerpo del chico cuanto quería y del modo que quería, abriendo cavidades como si él fuese una niña mientras le hundía mis dedos en esperanza de su aprobación para introducir algo más que pudiera satisfacernos a ambos.

Luego de ese día nuestra amistad empezó a crecer, el me mensajeaba para contarme cosas típicas de su edad; que si le gustaba una niña o que quería ir a acampar este verano para poder nadar desnudo en el río. A veces me enviaba fotos algo subidas de tono, aunque él ni le veía el morbo en la mayoría de los casos.

Ahora era Martin quien me iba a visitar, ya fuera para jugar Xbox o ver películas. Cuando llegaba nos saludábamos con un beso corto en los labios, charlábamos un rato y nos íbamos al sillón grande de la sala. En más de una ocasión lo recibí desnudo y me quedé así todo el rato. En otras ocasiones lo obligaba a él a quitarse toda la ropa.
Si veíamos alguna película, él era quien se sentaba en mis piernas mientras yo metía mi mano bajo su ropa para acariciar su infantil y marcado abdomen hasta el nacimiento de su pequeño pubis.
Al cabo de unos días consiguió permiso para quedarse a dormir conmigo. Así que nuestra rutina partía con un beso corto, luego televisión o videojuegos para después cenar y luego darnos una rica ducha juntos. En la cama los juegos eran más atrevidos. Yo lo abrazaba de espalda y casi siempre dormía con mi mano dentro de su pantalón, acariciando sus genitales de niño que pretende ser hombre. Satisfacemos nuestra curiosidad en base a vernos y tocarnos donde no está permitido, aunque estamos cómodos con nuestra desnudez y contacto de zonas íntimas. Al pequeño Martin le encantaba que lo ayudara a darse placer, o mejor dicho, que se lo diera. Se veía hermoso cuando acababa. Le gustó tanto que empezó a jugar con su boca en mi pene para retribuirme el placer entregado.

No lo hacía muy bien, aunque valoraba su esfuerzo. El pequeño hacía lo que podía para darme en el gusto con su cuerpo, aunque ante lo extraño de la situación, jamás se comportó afeminado ni nada. Sólo era un chico con curiosidad y ganas de pasarlo bien.

Una noche de fin de semana se fue a quedar a dormir. Esa noche le di aún más licencias para que se sintiera más libre. Ambos estábamos disfrutando de este juego y queríamos llevarlo al siguiente nivel, más allá de las caricias o la masturbación. Esa noche le hice desnudar y que se pusiera boca abajo en la cama mientras iba por algo a la habitación de al lado. Martin se quedó quieto muy obediente, desnudo y boca abajo. Cuando volví, el chico confirmó su sospecha; me puse un preservativo y puse aceite en la entrada de su culito.

Costó para que entrara, claro que apenas le dije cómo debía moverse, tomó ritmo y nos movimos sin parar por casi 35 minutos en los que estuvo boca abajo, montado sobre mí y luego yo lo abrazaba por la espalda para darle las últimas clavadas de carne que estimularon su ano y mi miembro al punto en que el placer nos dejó paso al sueño.

Al otro día lo revisé y estaba bien, luego me contó de Verónica, una niña que le gusta. Le prometí que la íbamos a invitar y que esa conchita iba a ser suya.
 

Sexolo.

Virgen
Registrado
Nov 25, 2008
Mensajes
95
Likes Recibidos
12
Puntos
18
Ubicación
Barcelona
para mi seria mejor ser entrenador de las niñas jajaja.... buen recuento
 
Arriba Pie