La consulta del oculista

Mmorb

Virgen
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Oct 5, 2024
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Era un día algo complicado, en realidad, llevábamos unos meses algo ajetreados y sin tiempo casi de nada, después del viaje a la capital de mi marido donde los dos amigos estuvieron mientras en casa follándome como a una diosa, no había acontecido nada especial en el tema sexual.

Pero, el lunes tenía que ir al oculista, un hombre que ya me había visto antes, bastante atractivo y directo.

Ese día, y sin pensar en la visita médica que tenía, me enfundé en mi vestido blanco, de falda larga con volantes, pero con un escote de vértigo, que deja ver buena parte de mis pechos, y mi canal queda bien marcado, los tirantes están tan sueltos por el paso del tiempo que, en determinadas posturas se aflojan y separa del cuerpo la tela, entonces, desde la posición de arriba hacia abajo se ven perfectamente los dos pechos con los pezones que, al no llevar sujetador suelen estar bien erectos y duros.

Tenía que echarme unas gotas y mantener la habitación en penumbras, avisó a las enfermeras dándole la orden de no entrar en la consulta.

Me dijo que la prueba era larga, que me relajara y no tuviese prisa.

Me sentó en un asiento amplio con respaldo que echó hacia atrás, y en esa posición estuvo echándome las gotas, mientras mis hombros se habían relajado y, los tirantes cayeron cada uno hacia un lado, bajándose el vestido lo suficiente como para dejar parte de mis pechos al descubierto al igual que parte de la aureola.

Me dijo que no me moviese y, que mantuviese los ojos cerrados hasta que él me lo dijese, noté cómo bajó la intensidad de la luz y, se sentó frente a mi, en un taburete bien cerca.

Sin saber que mis pechos estaban tan al descubierto, me excité con la situación y mi respiración se aceleró, lo que le llevó a ser algo más cariñoso de lo habitual , y creyéndome nerviosa, me tomó las manos y me dijo:

.- Tranquila, esto no duele y no te va a pasar nada, no tienes que estar tensa y nerviosa.

Entonces, le respondí que no lo estaba, y al contraataque me dijo que lo parecía que, por algún motivo tenía la respiración bien agitada.

Todo esa conversación se desarrollaba con las manos de él agarrándome las mías, como si con ello pudiese tranquilizarme. Pero como quiera que lo que estaba era bien excitada y mi raja era un volcán inundado de flujos vaginales, las caricias de sus manos aceleraban aún más mi respiración.

Para intentar que me olvidase de la situación comenzó a hablarme mientras sus manos seguían acariciando las mías, entonces, para estar más cómodo desplazó la banqueta algo más cerca de mi y, su entrepierna quedó rozando mi rodilla.

Después de acoplarse, comencé a moverla suavemente acariciándole su miembro que, reaccionó a mis caricias rápidamente aumentando de tamaño de forma descomunal.

Se quedó parado, pero sin abrir los ojos sentía que no se separaba y justamente noté todo lo contrario, cómo ante mis caricias se acercó más aún y pegó su miembro erecto más a mi rodilla.

Sus manos dejaron de acariciar las mías y entendiendo perfectamente mi gesto, se pasaron a mis pechos. Primero, bajó la tela del vestido completamente, de forma muy despacio…. Los descubrió y con los pezones erectos comenzó a jugar con ellos.

De sus dedos sentí su lengua, los recorría, no nos dijimos nada, estaba claro que ambos estábamos excitados y deseando follar.

Me susurró al oído que no abriese los ojos, por prescripción médica, y dándole a algún botón el sillón se fue abriendo y convirtiéndose en una camilla al abrirse en posición completamente horizontal.

Se puso de pie, el seguir con los ojos cerrados lo que consiguió es que me sintiese como si estuviesen vendados y atada, y me excitó mucho más, sintiendo mi raja humedecer más aún.

En esa posición y totalmente a su merced, levantó lentamente mi falda, me hubiese gustado ver su cara al descubrir un mini tanga, que no me cubre ni los labios vaginales.

Metió su lengua entre la tela y mi rajita, y desplazó el tanga completamente hacia un lado, su lengua acariciaba mi clítoris que se hinchaba lentamente, aumentaba de tamaño y me provocaba inmensas oleadas de placer.

Su lengua no paraba de recorrer mi clítoris y sus dedos penetraron mi raja completamente mojada, hasta que me provocaron un fuerte orgasmo.

Los espasmos del placer me derretían, mis ojos seguían cerrados, pero escuché cómo se bajaba la cremallera del pantalón.

Me excité, me imaginaba el grueso y erecto falo que sacaba de su pantalón a punto de taladrarme.

Estaba caliente y húmeda y me penetró bombeándome una y otra vez, escuchaba los chasquidos de la humedad, a la vez que me golpeaba en la vulva al clavármela entera.

Tuve un nuevo orgasmo y le dije al oído, córrete dentro de mi, inúndame de tu leche.

Eso le excitó tanto que comenzó a correrse, yo sentía los chorros de semen salir y regarme por dentro.

Al acabar la revisión y la prueba, me fui a casa toda llena de semen.​
 
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