La chavita

Donan

Virgen
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Jul 25, 2017
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Manejo un taxi desde hace muchos años. Cerca
del sitio donde me paro a hacer fila, hay una escuela
secundaria.

Conocí a una chavita que me tocó llevar varias veces.
La llevaba a una casa modesta. En una ocasión me
pidió que le prestara dinero, yo se los presté. Me dijo
que ya después me los pagaría.

Ella era un poco coqueta, nos tomamos algo de
confianza. Me volvió a pedir dinero en dos
ocasiones más.

Estábamos en el taxi:

-Mariana, ¿te acuerdas que me hablaste de
tu arete en el ombligo?- le dije.

-Si me lo enseñas te descuento de la deuda.

-¿Por qué lo quieres ver?- ella preguntó.

-Me dejaste con la curiosidad- respondí.

Ella se levantó un poco la blusa y pude ver el
aretito que llevaba en su ombligo.

-¿Puedo tocarlo?- le pregunté.

-Solo un poquito- me respondió con una carita de pícara.

Además de tocar su arete, aproveché para tocarle su pancita.
Su abdomen estaba planito y su pancita al tocarla con mis
dedos se sentía muy suavecita.

Seguí prestándole dinero y la deuda fue creciendo. Yo
también me la pasaba muy corto de dinero.

-Mariana, necesito un abonito- le dije arriba del taxi.

-Espéreme poquito, es que ahorita no tengo- dijo ella.

Los necesito de verdad, me urgen. Le diré a tu mamá
que me los pague.

-No por favor- ella me comenzó a decir que no le dijera
nada a su mamá, que me los iba a pagar.

Ese día me dio un billete de adelanto.

Ya se estaba bajando del taxi y le dije:
-Mariana, mañana voy a lavar el carro al río. Ayúdame
para descontarlo.

Saliendo de la escuela, nos fuimos a un río muy tranquilo.
Lavé el carro con la ayuda de Mariana.

-Mariana, si te dejas tocar ahí, te rebajo la deuda- le dije
señalando sus pechos.

Ella se quedó seria y después me dijo: Pero rápido.

-Desabotonate la blusa- le dije.

Al quitarse la blusa quedó en un top color naranja que
dejaba ver toda su pancita. Sus pechitos aunque aún
pequeños ya se asomaban por arriba del top.

Comencé a tocárselos, subí el top sobre sus pechos
para que no estorbara.

-¿Tienes short bajo la falda?- le pregunté

-Sí- dijo.

-Si me dejas verlo, te descuento más de la deuda.

Ella se me quedaba viendo, mientras yo manoseaba
sus pechitos. Estaba seria, pero su carita daba un tono
de traviesa.

Se bajó su faldita y dejó al descubierto un shorcito
de tela suave, azul marino con tortuguitas dibujadas.
Su cuerpo delgadito, solo quedaba cubierto por su
shorcito y su top.

-Mariana, si me dejas tocarte te perdono la deuda.

Con su mano, echó su pelo largo hacia atrás de su oreja.

-Con el short puesto- me dijo.

Su carita traviesa y sus ojos poblados de ceja me miraban.
La llevé hacía una piedra plana y lisa. Sentada en la piedra,
yo tocaba su panochita por encima del short. El short era
de tela muy suavecita, así que mis dedos sentían muy bien
su conchita.

Mariana empezó a hacer caritas de excitación, con mi mano
derecha tocaba sus pechos y con mi mano izquierda dedeaba
su partecita.

La respiración de Mariana aumentaba, recostada en la piedra
soltaba unos gemiditos muy leves. Sus ojitos ya estaban
cerrados, sus labios los mordía con los dientes y su mente
ya estaba en otra parte.

Bajé lentamente su shorcito, ella entregada al placer,
no se dio cuenta hasta que me encontraba entre sus
piernas.

-Ay,¿que hace?- preguntó ella.

-Ya no me vas a deber nada- respondí.

Comencé a penetrar a la chavita.

-¡Ayy, espere!- me decía ella.

Yo la abracé con todas mis fuerzas y la penetré
con mucha decisión. Soltaba el llanto y sus
lagrimas escurrían.

-¡Ay! con cuidado- suplicaba.

Y así, abrazando ese cuerpo delgadito, con
un aretito en el ombligo, descargué todo
mi placer acumulado y embarré toda mi
leche en el órgano de Mariana.
 
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